lunes, 19 de septiembre de 2011

DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". (Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXIV).

Reanudamos después de algún tiempo este nuestro estudio, continuando con el significado sagrado de la joyería heredada (y heredera) de la tipología del Tesoro de EL Carambolo. Aunque lo hacemos con un cambio en la manera de los títulos -a más de una "llamativa" intitulación-. Lo primero, para que quienes lo deseen puedan encontrar cada tema con una mayor facilidad; debido a que en la anterior forma de titular las entradas, se impedía la búsqueda por márgen -debido a que comenzaben siempre con "lo invisible en...- . En segundo lugar, el nombre que encabeza este artículo (De falos, joyas y otras "bollas", qu escribimos intencionadamente con dos L), se debe a que vamos a internarnos más en la simbología sagrada y sexual de la joyería, tanto como en el sentido de los amuletos y colgantes (de lo que mucho habría que hablar sobre la joyería Tartessia). Pero antes de comenzar, deseamos dar las gracias a todos cuantos nos visitan, por su afluencia. Ya que hemos podido comprobar como durante el tiempo en el que subíamos varios artículos semanales, los leyeron (o visitaron) más de dos mil personas al mes -algo que supone una gran alegría, dado que nos encontramos en un blog de investigación-.

Hasta hoy, habíamos expuesto la permanencia durante milenios de unos modelos en joyería y estética, cuyo significado mágico era aún muy cercano al que inicialmente habían tenido (miles de años atrás). Consecuentemente, hasta hoy han pervivido determinados amuletos o talismanes para combatir males cuyuo único origen es esotérico; dolencias de las que ni siquiera se tiene constancia científica que demostrase su existencia. Afecciones que se aglutinaron en un maleficio común: El llamado aojamiento (o Mal de Ojo). Del que se dice, provoca todo tipo de perversas consecuencias. Afectando a todos los "seres" vivos, aunque el Aojo pueda estar igualmente inmerso en los objetos y hasta en los lugares y las casas. Siendo tantas sus consecuencias, que puede decirse de aquella maldición, que es: Todo daño que se produce de manera sobrenatural o mágica y transmitida con la mirada, originada principalmente por efecto de la envidia, la fealdad, el mal pensamiento, tanto como por quienes observan o conocen aquello que no pueden alcanzar y desean poseer. Diciéndose que el aojamiento es "enviado" a través de la pupila del envidioso, o el terriblemente acomplejado, quien desea tanto aquello que ve, que le transmite en su pretensión posesiva la maldición.

Pudiéramos pensar que estas creencias pertenecían a la más remota Antigüedad, a religiones paganas (romanas o prerromanas), o a costumbres populares ancestrales, seguidas solo por gentes muy apartadas de las ciudades. Más no es así y como muestra de ello vamos a comenzar ilustrando esta entrada con unas imágenes de príncipes de la España de finales del Renacimiento, quienes lucen todos estos abalorios contra el aojamiento. Se trata de cuadros en los que figura quien fué más tarde Felipe IV y de su hermana -Maria Ana de Austria, que luego reinó en Hungría-; retratos de muy corta edad y pintados por Juan Pantoja de la Cruz (creemos que hacia 1606-7).

JUNTO Y BAJOS ESTAS LINEAS: Al lado, el infante Felipe IV, en edad anterior a los dos años. Cuadro de Juan Pantoja de la Cruz, propiedad del Museo de Viena, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen -añadiremos que en este museo vienés, consideran que el retrato corresponde a Maria Ana de Austria, hermana de Felipe IV y que más tarde fué reina de Austria-Hungría. Aunque como vemos, el retrato de María de niña (en su más corta edad), consideramos que es el que más abajo recogemos; pensando que este que vemos seguramente pueda ser el de su hermano, Felipe de Infante. Algo que se comprendería porque fué común pintarlos juntos y en similar postura- . Se observan entre los amuletos que cuelgan del cinturón del bebé: Una gran higa (mano de azabache), a la izquierda. Una campana, que como los cascabeles y las campanillas de la iglesia, se tenían por ahuyentadores del mal (costumbre de la que diremos es muy oriental, donde es común "espantar a los demonios" con ruidos -principalmente de campanas, cascabeles y gongs-). Tanto como el clásico escapulario, metido en un estuche que en forma de bulla (bola mágica), cuelga de su lado derecho.

Más explícito en cuanto a los talismanes, es el segundo cuadro, que se encuentra bajo estas lineas. Retrato de Mariana de Austria (niña) también por Pantoja y que es propiedad del museo de las Descalzas Reales de Madrid (al que agradecemos, nos permitan divulgar la imágen). En este ya se observa claramente como la niña que lleva los deditos cubiertos de añillos, sostiene la rama de coral en su mano. Ramillete que -como es sabido-, significaba La Higa, o la mano mágica; habida cuenta de que el coral con su tronco y sus derivaciones, recuerda en sus formas a la muñeca, a la palma y a los dedos humanos. Del cinturón protector, penden como los tres principales amuletos, en el centro del traje y de izquierda a derecha: Un gran cristal en forma triagulo-romboide, que seguramente sería de azabache, piedra llamada por los alquimistas y tratadistas de lapidarios "del Gagas". A la que se le atribuían tantas virtudes protectoras y curativas, como para descubrir al epiléptico; tanto como si se tocaba con aquella al enfermo ocular, podía sanar las oftalmias. Del mismo modo, en la Edad Media se conservaba la receta de aplicar azabache en polvo sobre las pupilas (1).










Siguiendo con los talismanes, en su centro, la niña luce una enorme Higa del mismo mineral; talismán en forma de mano, que se hizo sagrado e "inevitable" en la Ruta Jacobea. Siendo estos puños de azabache, uno de los símbolos protectores del Camino de Santiago, sin la que no regresaban, cuantos peregrinos podían permitirse comprarla al llegar a la Tumba del Apóstol. Convirtíendose en un símbolo santiagueño, por cuanto muy cerca de aquella capital de la peregrinación, se encontraban algunas de las más importantes minas de azabache de Europa: Las de Asturias, donde este mineral "hermano de los carbones" y del cristal, se hallaba desde la Antigüedad casi a flor de tierra y sin necesitar excavarlo (2).


Por lo demás, la forma de la mano en Higa -puño cerrado, en el que entre los dedos medio y el índice, sobresale el dedo gordo- es consabidamente un símbolo sexual. Concretamente y como su nombre indica, el de la "figa" (o sexo femenino), que curiosamente dará la protección máxima contra el Mal de Ojo. En nuestro libro escrito sobre este tema (3), llegábamos a la conclusión de que el primer Aojamiento y el origen de este mal, procedía de la ceguera transmitida de madres a hijos por enfermedades venéreas. Algo que en civilizaciones de la Antigüedad era un mal endémico, debido a que por las condiciones de salubridad e higiene la Chlamydia (trachomatis) proliferaba en todas las aguas y ambientes secos. De tal manera, los hijos de personas afectadas de Chlamydiosis, nacían ciegos, puesto que en el momento del parto, la enfermedad venerea se transmitía desde el sexo de la madre, a los ojos del recien nacido. De esta situación y en estas circunstancias creemos que se pensó que aquello era una maldición por abusos cometidos con el sexo, de lo que quizás procede el tan temido Mal de Ojo. El que más tarde se concibió como un hechizo transmitido tan solo con la mirada; pero que tenía un origen y carácter muy sexual, pues se combatía con la mano en puño cerrado, haciendo la postura llamada Higa (Figa= entrada de la vagina -femenino del higo-).


Siguiendo con el análisis de los dijes del retrato, finalmente, vemos que la niña infanta luce como talismán tercero en su cinturón, una "bulla" o bola mágica, cuyo significado está igualmente enlazado con el Aojamiento y con el ojo (en su forma y en su comprensión). Bullas o "bollas" de la suerte de las que trataremos más tarde y en siguientes artículos. Sobre toda aquella "parafernalia pagana" cargada de talismanes que bien pudiera parecernos cosa de brujería, luce la infanta Maria Ana, una gran cruz central (de la que pende otra) y a los lados del pecho, dos escapularios en estuches. Símbolos todos estos absolutamente católicos, que se conjuntan como protectores del bebé real y que "conviven" extrañamente con aquellas higas, bolas y cristales, cuyo carácter es puramente mántico.




No hemos podido hacernos con fotografías mejores de los retratos que las anteriores, pero en ellas se tiene suficiente nitidez para ver como en ambos cuadros, los hijos de Felipe III llevan todos estos amuletos contra aquel temido Aojo. Ello, teniendo en cuenta de que se trata de un tiempo en el que por cualquier leve motivo, la Inquisición actuaba de Oficio. No es algo que exageremos, ya que tan solo unos decenios antes habían procesado a Santos como Teresa de Jesús, Fray Luis de León, o San Juán de la Cruz; por temas insignificantes, comparado con este de vestir a un niño cargado de amuletos mágicos, junto a cruces y escapularios. Pero se vé que el uso de aquellos talismanes estaba de algún modo sincretizado; tanto que se convirtió la Higa de azabache en uno de los símbolos jacobeos.


Ello significa que la Iglesia hubo de admitir -o hacer "la vista gorda"- en cierto momento, sobre aquella costumbre que tanto proliferaba y por la que creían -el común de las gentes-, que esa mano en puño de la que salía el dedo gordo -simulando la entrada vaginal-, era un talismán contra el mal del Aojo. Símbolo que en un momento de la Edad Media hubo de "sincretizarse o admitirse en su uso" por el clero, seguramente debido a que no hubo forma de prohibirlo o de ir contra aquel (pues continuarían usándolo de manera perseguible y oculta). Consecuentemente la Iglesia, siempre que se vió ante este tipo de ritos o símbolos en los que se veía no podía supimirlos en las costumbres el pueblo, terminaba por aceptarlos. Ello es el caso sucedido en el románico erótico, donde múltiples figuras lucen en las fachadas de los templos o claustros, sus penes y vaginas y cuyo sentido creemos está muy relacionado con ese que hoy explicamos: Actuar contra el Mal de Ojo. En otros artículos de este blog, en los que analizábamos la figura central de la catedral de Huesca, nos referíamos a la estatuaria erótica de las iglesias románicas (e incluso góticas) y que claramente son una síncresis de costumbres paganas, llevadas a cabo por el clero cuando no podía acabar con los ritos populares de adoración al sexo.



BAJO Y JUNTO ESTAS LINEAS: Al lado, capitel románico del siglo XII francés, que muestra una extraña figura que parece una Sirena, aunque en realidad se tuvo como uno de los símbolos de virginidad. La mujer, de pechos descubiertos, sujeta lo que parecen sus piernas abiertas en forma de aletas, mostrando en ello la imposibilidad para que el hombre "rompa su estado de virtud". De tal manera esa sirena de aletas abiertas que fue imagen de la virginidad, se tuvo entre los alquimistas por la representación de la "piedra de toque"; que es el mineral que indica la pureza. Puesto que esa piedra en contacto con el oro y una vez impregnada de ácido sulfúrico nos da la pureza del metal -conforme el color que queda sobre "el toque" donde se roza la pieza de oro y tras ello se licua el ácido-. Muy curioso es ver que en ciertas zonas (principalmente de montaña o donde el cristianismo llega de manera muy tardía) hay una proliferación de estatuaria románica en iglesias donde hombres y mujeres enseñan su sexo, o están en posturas vergonzantes.

Un caso de ello, es la imagen que recogemos abajo, en la que se representa claramente una orgía, con una fila de humanos "revueltos" y desnudos. Pertenece a la fachada de la iglesia de Sangüesa y bajo esta repesentación de mujeres y hombres desnudos haciendo "una cola", se encuentra una imagen del infierno. A su lado, vemos otra matrona desnuda, de grandes pechos y cuyo sexo es mordido por una sierpe; quien representa la lujuria castigada en su pecado (pecado que observamos llevan a cabo estos que en fila están sin ropas). Todo ello, pudiera parecer muy educativo, más hemos de considerar que para catequizar sobre sexualidad, no hace falta la representación en la fachada de la iglesia de estas escenas tan eróticas. Siendo aquello en nuesra opinión un recuerdo de rituales paganos, cristianizados de esta forma, de los que ya hemos tratado en nuestro blog en la presente entrada y siguientes:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011/05/lo-invisible-en-la-iconografia-la.html




Regresando a los cuadros de los hijos de Felipe III, es muy de destacar que estos mismos infantes, retratados varias veces y poco después (también por Pantoja de la Cruz), no lleven ya el cinturón de amuletos. Ello ocurre en las pinturas que les representa en días en los que aquellos niños andaban por sí mismos y se mantenían en pié para posar (con más de tres o cuatro años de edad). Donde no aparecen colgados ni aquel cinturón, y ni siquiera alguno de estos talismanes contra el aojo. Pudiendo comprobarse así, que quizás una de las funciones de estos dijes consistía quizás en prevenir la mortalidad infantil más temprana. Lo que se deduce al ver como los niños los portaban tan solo hasta una determinada edad (dos o tres años). Tras lo que seguramente, quizá ya confiado su cuidador en que el recién nacido no moriría de manera tan fácil, prescindía de los amuletos. Acerca del hecho que mencionamos, existe la común creencia de que el aojador (aquel que con la mirada transmite el mal) es especialmente virulento y contagioso ante los niños. Siendo normal que pensaran en toda la tradición conservada sobre el Mal de Ojo, como los pequeños expuestos a la mirada del que comunica su mal a través de la pupila, son especialmente vulnerables. Tanto es así, que existe la costumbre en los paises del Sur del Maditerraneo de llevar a los hijos hasta los diez años, sucios y arapientos (por mucho dinero que tengan los padres). Ello solo con el fin de que aquellos que los vieran en las calles (o fuera de sus casas), no fijen su terrible mirada sobre el niño guapo y limpio, transmitiendo rapidamente el Mal del Aojo.


Tras exponer cuanto vamos diciendo, habríamos de plantearnos por qué motivos se tenían aquellas higas, corales, cristales, piedras, bullas y objetos de forma fálica; como tan eficaz remedio contra el Mal de Ojo. Tanto como para colgárselos a los bebés junto a cruces y escapularios, en plena España de la Inquisición (cuando se actuaba contra la brujería a la más mínima sospecha). Pareciendo que se atribuía a esos talismanes como función absolutamente indiscutible, la protección del recién nacido, evitando su daño o muerte (quizás la súbita, o por enfermedades). Lo que debió ser tan común en ciertas épocas históricas, que llegó a alcanzar la mortalidad infantil -antes de los cuatro años- índices superiores al setenta por ciento. ¿Pero por qué la combatían precisamente con estos talismanes, que pertenecen al mundo del ocultismo y cuyo origen hemos visto que se remonta al Antiguo Egipto?.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, cinturón existente en el museo etnográfico de Castilla y León (4) al que agradecemos nos permita divulgar su imagen. Muchos de estos cintos -plenos de amuletos- se conservan en lugares tan sacros como el museo del Convento del Espíritu Santo, en Toro; quienes guardan los abalorios portados por algunos de los hijos de los más ilustres nobles de aquella ciudad. En el de la imagen observamos uno de estos protectores del Mal de Ojo para bebés del siglo XVIII al XIX, en el que hay de izquierda a derecha, los siguientes dijes:
Primero, vemos un cuernecillo que consistía en el típico amuleto utilizado en las zonas del Norte y Centro de España contra el Aojo. Su uso se documenta en numerosos trabajos sobre etnografía e historia (5), en los que destaca cómo aquel se solía hundir (o meter) en las aguas, leche o líquidos que se daban a beber a aojado, para remedio del mal. Tal costumbre se vino realizando hasta no hace mucho y en las obras de etnógrafos como Alonso Ponga pueden leerse los remedios similares que las gentes del Bierzo y de Galicia, utilizaban para combatirlo, pocos decenios atrás. Muy importante es destacar que el cuerno-diente se tenía como un eficaz talismán contra el veneno; tanto era así que entre las joyas de la corona de los Austria que actualmente podemos ver en el museo de Viena, se encuentran ciertos colmillos de tiburón fósil, que se guardaban para introducir en las comidas y bebidas por los reyes de aquel imperio, como antídoto del envenenamiento (del mismo modo, Torquemada guardaba siempre un cuerno de rinoceronte que introducía en todo cuanto comía y bebía, para evitar las ponzoñas).





En segundo lugar del cinturon en la imagen, observamos un cristal de colores, claramente con forma fálica. Aunque muchos consideren que pueda ser exagerada esta nuestra identificación de aquel objeto (a manera de bastón), con un falo, no lo es. Ello lo iremos explicando cuando analicemos más en profundidad el Mal de Ojo y sus talismanes (principalmente en la joyería); pues observaremos en todo ello que muchos (o casi todos) los atributos y símbolos que consiguen vencer al aojamiento, tienen un marcadísimo carácter sexual. Viriles, los que se asemejan o significan el pene -como este bastón de cristal del que hablamos; al igual que los cuernos o cuernecillos, de los que simbolizaban claramente el vigor masculino-. Tanto como otros remedios son de carácter sexual femenino; y de ello los que representan el sexo de la mujer -entre los que destaca la Higa o Figa, que es el principal talismán y ya vimos que se trata de una postura dada con la mano, imitando la entrada de la vagina-


El tercer amuleto que cuelga del cinturón, quiere ser de carácter religioso, aunque no lo es; puesto que pareciendo un angelito, se trata de un Eros o Cupido, con su arco y sus flechas. Una vez más en ello vemos que el medio de combatir este Mal de la mirada, se realiza a través de objetos y símbolos que tienen plena relación con el sexo. En este caso, Eros cuelga del cinturón del niño, en una actutid victoriosa: Alzando los brazos en los que lleva su arco y sus flechas (del amor). Al lado de este Cupido, cuelga un estuche que de seguro guardaba oraciones contra el aojamiento (de las que había infinidad de rezos, que los sacerdotes recomendaban para evitarlo). En la portada de aquel estuche de plata se observa con toda claridad la figura de una Virgen, que bien parece la de El Pilar -tanto que bajo aquella se observan las dos columnas de Heracles, símbolo de España y seguramente, de su patronazgo-. Finalmente -en el extremo de la derecha-, tenemos una Higa de coral, que representa el puño cerrado con el dedo fuera, pero que se comprendía en estos corales, entonces de alto precio y cuyas formas son tan parecidas a las manos en aquella postura (del puño cerrado) -Sobre los usos y significado de estas higas, trataremos más adelante-.


Bajo estas lineas: Dos Higas de los siglos XIX y XX, pertenecientes al museo etnográfico de Castilla y Leon (6). Talismanes que se siguen vendiendo y utilizando aún en nuestros tiempos de tecnología y ciencia; igualmente para combatir el Aojo.




La respuesta a esta pregunta que antes nos hacíamos es larga y hemos tratado de explicarla en el libro ya mencionado (ver final cita 1). En el que durante más de cien páginas explicábamos la relación del ojo con la sexualidad y sus males; tanto como la de las enfermedades venereas con las oftalmias. A la vez que interpretábamos por qué se consideraba que la mirada podía producir el aojamiento; tanto como los por qués de ese Mal que se combatía con objetos en forma fálica, o de vagina. Para concluir este nuevo capítulo sobre el tema que hemos abierto y que relaciona la joyería con la magia, recogeremos una frase de Fray Martín de Castañeda -que puede explicar claramente la existencia de estos cinturones que hoy hemos analizado-. Clérigo que en el siglo XVII nos dice: "El Mal de Ojo no es una hechicería, sinó más bien el producto de la disposición corporal del que mira a otro. Los niños reciben aojamiento porque quienes les miran lo hacen con impureza , transmitiendo su podredumbre" (7)

Citas:

(1) En el Lapidario de Alfonso X el Sabio (Mineral número XXXVI, Azabache) se descubren estas facultades de este "carbón", que lo hicieron sagrado como piedra protectora. En la parte del libro EL CUERPO EN LA TRADICIÓN (Fundación Joaquín Díaz, Valladolid 2007); escrita por mí: HIGA, HIGO, HÍGADO Y AOJO (MAGIA RELIGIÓN Y MEDICINA) -Pags. de la 42 a la 149-. Podremos leer en su hoja 125 nuestra interpretración sobre los por qués del carbón y el azabache tenida por mineral protector de los ojos. LLegando a mi conclusión personal, de que ello procede de los "coal" (llamados Kayal-coal o Charcoal), que son carbones a los que se añaden grasas y que se extinden como rimmel en el párpado. Sirviendo aquellos "charcoals" (tan usados en la India) como protectores oculares, debido a que al pintarse el párpado por dentro con aquella "crema" hecha de carbones y grasa, la luminosidad y el reflejo de la luz baja mucho en intensidad (siendo de gran utilidad en el desierto y en paises con un Sol muy intenso). Por lo demás, el párpado que se pinta con esos rimmels protectores, queda asimismo salvaguardado contra el polvillo y la suciedad del aire (que en el desierto y paises calurosos es peligrosa); habida cuenta de que aquellas inmundicia, antes de entrar en el ojo, quedan pegadas en la grasa que pinta su contorno. Ese es el origen que damos al famoso "ojo de Egipto" que luego fué tatuado, como señal de nobleza, pero que en un principio pudo originarse al pintar sus párpados con carbones y grasas, los habitantes más antiguos del Nilo (con fines protectores). Estas y diferentes teorías sobre el axzabache se contienen tras la página 125 de mi trabajo ya mencionado publicado en: EL CUERPO EN LA TRADICIÓN Fundación Joaquín Díaz, Valladolid 2007: HIGA, HIGO, HÍGADO Y AOJO (MAGIA RELIGIÓN Y MEDICINA). Hojas: de la 42 a la 149.

(2) Plinio, en su Historia Natural, da cuenta de esta proliferación del azabache en el Norte de España (en la zona de Asturias)

(3) Ver cita (1)

(4) Foto tomada del Libro ENSERES; Página 166. Ref:
ENSERES. Exposición del Museo Etnográfico de Castilla y León comisariada por Carlos Piñel y Joaquín Díaz. (Enseres, pag. 166 CINTURON CON AMULETOS DEL AOJO). Editado en Zamora 2003.

(5) Ponemos como ejemplo el primer tratado conocido en España sobre El Mal de Ojo, que se escribe en Salamanca en el siglo XV. De aquel realiza un buen resumen Francisco Blanco en su libro "BRUJERÍA Y OTROS OFICIOS POPULARES" (ED. Ámbito, Salamanca 1999). Durante su extenso capítulo quinto; narrando posteriormente cuantos médicos, sacerdotes y tratadistas han escrito sobre este mal del Aojo. En sus más de 35 páginas en las que Blanco analiza el Mal Ojo, explica y narra los diferentes amuletos, entre los que se encuentran principalmente para las personas del campo los cuernos, cuernas, cuernecitos y colmillos. Llegando hasta el siglo XX, en el que explica como el aojamiento siguió siendo muy temido hasta no hace mucho (principalmente en la zona norte de la Península y más aún en las cercanas a la Ruta Jacobea -León y Galicia sobre todo-). Siendo muy importante la lista de rezos y sortilegios que recoge en su libro para combatir este mal.

(6) Foto tomada del Libro ENSERES pag. 238 higas de los siglos XIX y XX; referencia de la publicación:
Exposición del Museo Etnográfico de Castilla y León comisariada por Carlos Piñel y Joaquín Díaz. (Zamora 2003)

(7) Texto recogido de la obra de Manuel Rubio Gago y Francisco Rua Aller: LA BRUJERÍA EN TIERRAS DEL BIERZO: http//www.saber.es/img/recursos/vierzo/t15.html


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