jueves, 12 de julio de 2018

PROTOCOLONIZACIÓN, PRECOLONIZACIÓN Y COLONIZACIÓN DE LA PENÍNSULA IBÉRICA: ORIENTE MEDIO Y LOS "HIJOS DE CANAÁN" -Capítulo 122 de: "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo"-.


ÍNDICE GENERAL: Pulsando el siguiente enlace, se llega a un índice general, que contiene los más de ciento ochenta artículos que hasta ahora hemos editado en "Tartessos y lo invisible en el arte". PARA LLEGAR A ELLOS, hacer clik sobre:
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Los capítulos se desarrollan en un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario explicativo (recogido en rojo y cuya finalidad es razonar ideas). Si desea leer el artículo entre líneas, bastará con seguir la negrilla y las letras rojas destacadas.
JUNTO Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Al lado, pequeño dolmen de Heredad de Candeeira; situado en Redondo (Alentejo portugués). Fechado entre el IV y el III milenio a.C., es un ejemplo más de los centenares de megalitos que se extienden por esta zona de Portugal y de la Extremadura española; donde podremos hallar infinidad de dólmenes, menhires y hasta cromlechs. Estructuras pétreas levantadas ya desde el V milenio a.C. en estos parajes peninsulares; donde probablemente nació el megalitismo, hacia el 5500 a.C.. Civilización que se caracterizó por esas construcciones de grandes moles y cuyo comienzo parece estuvo en el área del Alentejo. Aunque es también coetánea -igualmente antigua-, la arquitectura dolménica gallega y las primeras de la Bretaña francesa (incuso la más primitiva de Irlanda). Todo lo que habla de una cultura marinera, que se extendió desde el 5500 a.C. por el Atlántico, culminando a comienzos del cuarto milenio a.C.; momento en el que ya podremos fechar numerosas construcciones en esta zona del Alentejo, en Galicia y en la Bretaña gala, tanto como en Irlanda del Sur. Destacando entre todos ellos el famoso Cromlech de los Almendros; sito en Évora (Portugal), cuya primera fase se data hacia el 5300 a.C.; considerado uno de los observatorios astronómicos más antiguos del Mundo.
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Esta civilización que desde el 5500 al 1000 a.C. (aprox.), pobló de monumentos ciclópeos Europa occidental y central; ha de considerarse la más importante en nuestro Continente. Pues no solo fue la primera y la que ha perdurado por más tiempo, permaneciendo activa durante unos cuatro mil quinientos años. Sino que asimismo, fue una de las que mayor número construcciones nos ha legado. Conservándose aún en pie miles de megalitos, extendidos en un área que comprende desde el Sur de España hasta Escandinavia (cubriendo toda Europa Atlántica y llegando hasta la Central -poblando de ellos las Islas Británicas, el Báltico o el Rin-).
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Bajo estas líneas, podemos ver un mapa trazado por mí, en el que se contienen las áreas y los momentos de expansión del megalitismo. Observándose sus comienzos durante el quinto milenio a.C. y en lugares muy distantes, aunque comunicados por mar; naciendo a la vez en puntos tales como: Malta, el Alentejo, desembocadura de El Sado, costas de Galicia, litoral de Bretaña y sur de Irlanda. Siendo el denominador común de las áreas donde se inicia ese megalitismo occidental, la abundancia en ellas de riquísimas minas de oro. Más tarde (durante el cuarto milenio a.C.) se extenderá por zonas ricas en ámbar, estaño, plata y cobre -o bien en el camino hacia los yacimientos de esos metales-. Unos hechos que se comprenden perfectamente conociendo lo que fueron las rutas del ámbar y el valor del cobre y de estaño desde finales del ese cuarto milenio. Momento en que da comienzo la Edad del Bronce -en Oriente Medio y más tarde en Egipto-; precisándose desde el 3000 a.C., de grandes cantidades de mineral cúpreo y de casiterita (principalmente en Oriente Medio y en Egipto). Es así como comprendemos el modo en que durante el tercer milenio, se extiende el megalitismo; avanzando principalmente en lugares de Europa muy poblados de minas de cobre y estaño. Pese a ello, durante el segundo milenio esta civilización va paulatinamente degradándose. Comenzando a desaparecer desde el siglo XIII a.C.; cuando se difunde el Hierro desde Anatolia y por el Mediterráneo, llegando el nuevo metal a sustituir al bronce en su uso común, para fabricar armas y herramientas.
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A) INTRODUCCIÓN:
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Este artículo parte desde otro trabajo publicado hace unos meses por mí, en el blog “ARQUEOLOGÍA, FLAMENCO Y PREFLAMENCO” -intituladoCANAÁN Y LOS PUEBLOS QUE COLONIZARON IBERIA...”- . A los interesados en consultar este artículo inicial, les recomendamos hacerlo a través del enlace que presentamos en cita (1) ; donde accederán a varios capítulos que formaban parte de un gran libro que redacté entre los años 2008 al 2010. Un estudio muy extenso, dedicado a los orígenes del folklore del Sur peninsular y que pensaba titular: “Prehistoria e Historia del Flamenco”. Finalmente, este proyecto de libro que ya había acanzado las seiscientas páginas -aunque tan solo llegaba a la etapa romana-; no encontró apoyos académicos (ni empresariales) para conocer la luz, quedando inédito. Por lo que desde el año 2015 decidí divulgarlo en un blog llamado “ARQUEOLOGÍA, FLAMENCO Y PREFLAMENCO” (2) donde voy recogiendo los capítulos escritos tiempo atrás.
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En su apartado acerca del origen de los pueblos Canaánitas y su influencia sobre la Península Ibérica, realicé una extensa introducción exponiendo con detalle la Historia Antigua de esta zona de Oriente Medio y su relación con Egipto. Todo ello tenía como misión dar a comprender la enorme importancia que tuvo Canáan (junto a áreas como el Líbano o el Delta del Nilo) en la aculturación, precoloniación y colonización de nuestras tierras. Tanta, que nuestra civilización hispana contiene unos valores estéticos e intelectuales profundamente arraigados a los del antes llamado Creciente Fértil (actual Israel y Palestina, Líbano, Jordania y Siria) . No solo por efecto de la conquista árabe, que generó el califato Omeya cordobés -independiente de Damasco-; sino también a causa de las primeras colonizaciones, realizadas por navegantes llegados desde Oriente Medio. Gentes venidas durante la Edad del Bronce y el primer Hierro y procedentes de Canáan, de Biblos o de Fenicia (principalmente a través Creta o de Chipre). Quienes alcanzaron nuestro litoral buscando fundamentalmente las riquezas de Iberia; con el fin de explotar esa tierra lejana situada en el extremo Occidente del Mediterráneo, cuyo metal y ámbar eran ya famosas en el Oriente mediterráneo desde la más remota antigüedad. Siendo así, como los hijos de Canáan actuaron en nuestra Península, siendo sus principales protocolonizadores, precolonizadores y colonizadores. Viniendo en busca de sus minas y yacimientos; realizando una expansión y colonización muy semejantes a las que España y Portugal llevaron a cabo desde el siglo XVI en América.
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En el capítulo de hoy vamos a estudiar primero la Historia Antigua de Cannán, con el fin de exponer y comprender los lazos primigenios entre Oriente Medio y la Península Ibérica (nacidos ya desde el cuarto milenio a.C.). Posteriormente y para finalizar el presente artículo, compararemos las etapas históricas y la cronología de Canaán, junto a las de nuestras tierras; para entender bien la repercusión y la influencia que el Oriente del Mediterráneo tuvo sobre estas zonas situadas en el remoto Occidente.
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JUNTO Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Al lado, ídolos en hueso de Valencina de la Concepción (Sevilla), fechados a fines del tercer milenio a.C. -tal como los exhibe el Museo Arqueológico de Sevilla, al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-. En el área del Guadiana y del Guadalquivir Sur se han encontrado numerosas esculturitas de este tipo, siendo algunas de las más llamativas estas halladas en el famoso recinto arqueológico de Valencina; uno de los yacimientos eneolíticos y del Bronce más importantes de Andalucía. También aparecieron idolillos muy similares en Jaén capital, igualmente fechados hacia el 3000-2500 a.C. y tallados en hueso o marfil. Para entender el significado y la importancia de estos hallazgos podemos consultar el artículo de TERRAE ANTIQVAE que recogemos en cita (3) ; donde Caso de los Cobos explica los pormenores de la excavación y el sentido que pudieron tener estas pequeñas esculturas. Siendo de gran interés los comentarios que bajo esta reseña se recogen, donde veremos como algunos lectores encuentran paralelos entre esos ídolos calcolíticos y los que se han hallado en el otro lado del Mediterráneo -más concretamente en Siria-. Al final de este capítulo nuestro presentaremos una conclusión acerca del significado y la aparición de estos idolillos, comunes en el megalitismo de Extremadura y Andalucía, cuyos remotos orígenes hemos de buscarlos en tierras de Oriente Medio.
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Es enorme la importancia de estas figuras con símbolos y deidades, esculpidas en calcitas o huesos (alabastros, marfiles y en cerámica); ídolos que se hallan en los yacimientos peninsulares del Sur, calcolíticos o del Primer Bronce, fechados entre el 3500 y el 2000 a.C.. Su procedencia -a mi juicio- es plenamente oriental; y pese a su proliferación en los puntos más relevantes del megalitismo meridional ibérico; a mi entender son obra del constante flujo y comunicación por mar entre la Península, Cerdeña, Malta y Oriente Medio. El innumerable número de ellos que se han hallado, podemos verlo en cita (4) ; donde recojo diferentes artículos liberados en la red, escritos por algunos de los principales especialistas en este tema (como son: Víctor Hurtado o J.J. Enríquez). Quienes han estudiado los ya mencionados de Valencina de la Concepción y de Jáen capital; junto a otros muchos encontrados en Extremadura. Donde destaca la excavación de La Pijota (Badajoz); yacimiento en el que aparecieron numerosas figuras del calcolítico, de este tipo.
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Terminaremos el pie de imágenes añadiendo que al final de este capítulo volveremos al tema de estos idolillos peninsulares, de los que me atrevo a afirmar que -a mi juicio- son de clara influencia oriental (creto-egea y canaaneo-maltesa). Sugiriéndome paralelos plenos con los del Minóico Antiguo III (prepalacial) y los del final del Cicládico Medio (comienzos del Cicládico Final). Pudiendo verse figuras muy semejantes en la etapa denominada Phylakopi I (Filacopi primera fase) que comprende entre el 2500 y el 2000 a.C.. Un momento en que las esculturitas del Egeo se hacían de un modo parecido a las del calcolítico español. Pero asimismo, estos idolillos megaliticos ibéricos contienen paralelos con los de Siria del cuarto y tercer milenio a.C.; siendo igualmente parecidas a las de Cerdeña de igual época (cultura prenurágica denominada Oziari). Todo lo que puede explicar por qué gran parte de las tallas y piezas de marfil halladas en los yacimientos peninsulares de la época (como Valencina de la Concepción); contengan hueso de elefantes asiáticos y no de especies norteafricanas. Bajo estas lineas, dos esculturas cicládicas fechadas entre el 2800 y el 2300 a.C. (en el Ciládico Medio) pertenecientes al Museo Arqueológico de Atenas -al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-.
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A-1) LOS POBLADORES DE CANAÁN:
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Dos etimologías tiene el apelativo que toma esa franja de tierra situada desde el actual Libano, hasta la Península del Sinaí (zonas fronterizas con Anatolia y Egipto). La primera y más admitida, nos dice que Canaán significa “país de la púrpura”, y que procedería del término acadio “Kinahu”, cuyo sentido en aquel idioma de Mesopotamia era “rojizo”. Sabemos que este nombre era ya dado por los egipcios desde el siglo XV a. C. a toda la zona que nos referimos; denominación que aparece igualmente en tablillas babilónicas cuneiformes y que pasa con igual sentido a los textos veterotestamentarios bíblicos. Este es el origen de la palabra Canaán que admiten la mayoría de autores, aunque haya otros que la consideran derivada de un término de raíz propia que significaría “comercio”, o “tierra de comerciantes” (5) . En cualquier caso y sabiendo que precisamente el producto más significativo y con el que más comerciaron los caananitas, fueron las telas tintadas con el murex (púrpuras); ambos términos pudieran haberse confundido. Tanto que la voz “comercio” pudo ser análoga a la de “púrpura”, tal como sucedió en otras lenguas, donde vocablos muy cercanos terminan por ser sinónimos -algo que podemos ver en el castellano antiguo, donde “plata”, “vellón” y “dinero”, fueron voces análogas-.
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Sea como fuere, “Canaán” es sin lugar a dudas un sinónimo casi exacto de “Fenicia”; una segunda denominación que procede del griego “foinix” (foinix) y que significaba tanto “rojizo” como fenicio, púnico o cartaginés. Vocablo de origen heleno que originalmente se traducía por “encarnado” y “purpúreo”; aunque la palabra a su vez proviene de “faino” (faino), que en griego es: “luz, resplandecer, brillar” y por derivación, “rojizo o fatuo” (del fuego). De ello, podríamos concluir que Canaáneos, fenicios y púnicos, son tres denominaciones que significaría lo mismo: “los rojizos, o purpúreos”. Aunque esta primera conclusión nos llevará a añadir que -a nuestro juicio- esa voz griega “foinixio” pudo a su vez proceder desde vocablos nilotas. Pues existe a otra palabra egipcia muy similar, como es la de “bennu”, cuyo significado es el de garza real y que se representaba en Egipto con el jeroglífico de un ave de este tipo . Zancuda que se relaciona con el “pájaro de fuego”, la famosa “ave fenix” de la mitología faraónica; cuyo nido y nacimiento se asociaba con la luz, las llamas y el origen del Sol. En nuestro análisis personal, este ave (garza real, o flamenco rosa) se identificaría entre los habitantes del Nilo con esos pueblos canaánitas, vestidos de púrpura y comerciantes; que venían periódicamente al Nilo, procediendo de zonas lejanas -tal como emigran las zancudas-. Arribando estos navegantes rojizos de forma similar a las aves; movidos por el viento y cruzando el mar. Por lo que su personificación mítica asociada al Bennu, se comprende tanto más cuando recordamos que los fenicios eran adoradores del fuego, del oro y del Sol (como padre de ambos elementos). Asimismo, como esta civilización canaanea y marinera tenía como rasgo común la mezcla de tres razas; aunando gentes indoeuropeas (que bajaban desde Anatolia y del Norte de Mesopotamia) con las asiático-babilonias (semitas) y las egipcias (a las que llamaban camitas). Un mestizaje que produjo una gran cantidad de pelirrojos; personas con piel y pelo cobrizo, cuyo bronceado de alta mar unido a sus vestidos de paños con púrpuras, les haría parecer realmente “hombres rojos”. Todo lo que sin duda alguna les dio el calificativo de Canaáneos, Fenicios o Púnicos.
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SOBRE ESTOS PÁRRAFOS: Vitrina del Museo Arqueológico de Sevilla -al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-; en la que se muestran diversos artículos de comienzos del calcolítico y del Bronce Alto. En el centro, fragmentos de oro hallados en el Dolmen de Matarrubilla (Valencina de la Concepción) fechado en el Calcoltico (hacia el 3000 a.C.). Abajo, unas “palmelas” de bronce; puntas de flecha, enlazadas con una cinta de oro; de deberíamos fechar a mediados de la Edad del Bronce (hacia el 2000 a.C.). A la izquierda, diversos objetos de marfil procedentes de la “cueva artificial de La Molina”, encontrada en Lora de Estepa (Sevilla). Un enterramiento fechado a fines del cuarto milenio y comienzos del tercero; donde los más de diez cuerpos inhumados, fueron introducidos en una caverna aprovechada para este uso y más tarde sellados con tierra (cierre ritual, que destruyó parte del cenotafio inicial) (6) .
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Sobre la aparición de marfiles durante la Edad del Cobre en el Bajo Guadalquivir decíamos en uno de los artículos anteriores: Es “Un hecho que indica claramente la contínua conexión entre Asia y la Península, al menos desde el 3000 a.C.. Unión que tan solo podría entenderse por vía marítima. Siendo común la aparición de marfil perteneciente a elefantes asiáticos en yacimientos cercanos al mar y desde el calcolítico peninsular. Tal como manifiestan los hallazgos en Valencina o Los Millares; todo lo que demuestran las siguientes palabras de Schuhmacher y Arun Banerjee” en su estudio sobre los marfiles andaluces de esta época:
Mediante los métodos arriba descritos hemos analizado un total de 22 objetos de marfil pertenecientes al Calcolítico antiguo (primera mitad del 3er milenio AC). En cuatro casos de los cinco objetos procedentes de la necrópolis de Los Millares (tumbas 5, 7, 12 y 40), se trata de marfil de Elephas maximus o elefante asiático. Otro objeto de la tumba 7 de Los Millares consistía en marfil de Elephas (Palaeoloxodon) antiquus. Otros cinco fragmentos de desecho de producción del taller del poblado de Valencina de la Concepción (Sevilla) también dieron marfil asiático (…) Para la segunda mitad del 3er milenio AC, o época campaniforme, y comienzos del Bronce Antiguo perteneciente al poblado de Valencina de la Concepción, la mitad de los analizados -es decir seis-, eran de marfil asiático (7) .
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ABAJO: Mapa trazado por mí (publicado en otros artículos) donde vemos las rutas del ámbar y de los primeros metales, durante los milenios quinto y cuarto a.C.. Estos caminos en busca de gemas, joyas y metales preciosos, fueron abiertos ya en los albores de a Historia. Conociéndose que entre el 5000 y el 4000 a.C., viajeros del Mediterráneo ya llegaban hasta el atlántico, alcanzando el Mar Báltico; fundamentalmente con el fin de importar hasta Oriente Medio oro, plata y ámbar. Pese a ello, había un tercer metal preciadísimo, que no se ha tenido apenas en cuenta. Nos referimos al cinabrio, usado para embalsamar; ya que recubriendo con mercurio los difuntos fue como realizaron las primeras momificaciones (al menos en épocas del megalitismo). Habiéndose observado en algunos enterramientos dolménicos, que a falta de cinabrio, untaban a los difuntos con ocre o con una “pasta” fabricada con grasa y arcillas rojas. Todo ello -a mi juicio- nos explicaría el uso de los dólmenes y tumbas de corredor, como cuevas artificiales para momificar; pues tras haber cubierto a los muertos con grasas y cinabrio (o con ocre), podían ahumar los cadáveres allí expuestos, manteniendo un simple fuego a la entrada. Además, la utilización del mercurio para embalsamar los difuntos explicaría asimismo la importancia megalítica de lugares cercanos a sus minas. Tal como sucede en las inmediaciones de Almadén, poblada de megalitos y de enterramientos cacolíticos.
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A-2) HEBREOS Ó CANAÁNEOS:
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Los hebreos -también habitantes del Creciente Fértil- no se consideraban del todo pertenecientes a esta “estirpe roja” llamada canaánea. Lo que corroboraría la teoría de que fenicio y canaáneo eran voces sinónimas ya desde mediados del II milenio a.C.; debido a lo que otros pueblos ajenos a Fenicia no aceptaban realmente ese apelativo de “hijos de Canaán”. Un hecho que se muestra en el Génesis (10, 6), donde escribe que tales canaánitas son anteriores a la emigración de Israel y los categoriza como “hijos” de Cam: Camitas, tal como lo eran Kush (Etiopía), Mishayim (Egipto, Alto y Bajo) y Punt (o Put, en el sur del Nilo). Considerando pues, que Canaán nace de la influencia de Egipto en la zona de Oriente Medio y en tiempos premosáicos; definiendo así a los canaánitas anteriores a Israel, como pueblos originados de migraciónes procedentes del sur (camitas o hijos de Cam, de raigambre africana). Por cuanto La Biblia menciona poco después (Gen.10, 15 ss) entre los otros hijos de Canaán, a Sidón (Fenicia) y a Jet (los hittitas); lo cual demuestra que el concepto de canaánita para los israelitas se identificaba totalmente con el de egipcio emigrado a las costas de Asia Menor o con el de las culturas nacidas en Oriente Medio, por influencia del Nilo. Gentes unidas a su vez con los indoeuropeos invasores, procedentes de Anatolia y llegados hasta Fenicia con la expansión del Hierro (desde el siglo XIV a.C.).
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De esta genealogía bíblica, sucederá que la estirpe judía nazca solo de Sem; a quien se deben todos los hijos de Heber -hebreos-. Pero además se observará que entre los hijos de Canaán está Amorreo, quien es sin duda el tronco de los Amorritas o de las tribus que vinieron desde la Península Arábiga hacia el 2200 a.C.; llegando al Sinaí para invadir posteriormente esa zona de Oriente Medio y Mesopotamia. Quienes son indiscutiblemente el origen histórico de los pueblos beduinos, que crearon varias de las tribus Sináicas; como fueron los israelitas (de quienes hablaremos más tarde).
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BAJO ESTAS LÍNEAS: “El Mundo del Génesis” tal como lo identifican Robert Graves y Rafael Patai en su libro "Los Mitos Hebreos" (agradecemos a los herederos de Graves-Patai nos permitan divulgar este mapa). En este observamos las culturas que poblaban por entonces el Mundo Antiguo, que se consideraban todas descendientes de Noé, quien tuvo tres vástagos: Sem, Cam y Jafet de los cuales se originan las tres "razas" o civilizaciones humanas -semítica, camítica y jafética- (8) . Entre ellos, Sem será el antecesor de Israel, mientras otros canaáneos descenderían de Cam. Ello supone que los judíos se creían semitas, mientras consideraban al resto de los canaanitas de origen camítico (africanos) -conforme a genealogía que podemos leer en el Génesis (X; 15-19); cita que recogemos en (9) -.
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Continuando con el modo en que La Biblia narra el poblamiento de Canaán por los israelitas: Éxodo -17- menciona una victoria contra los Amalequitas (antiguos habitantes canaanitas del Sinaí) y más tarde Josué -11- intitula su pasaje como “conquista del Norte de Canaán”. Tras ello, en Josué -12- se relacionan “los monarcas y pueblos de Canaán” vencidos y expulsados por los israelitas. Estos son, entre otros: Amorreos, Canaanitas, Guirgaseos, Hittitas, Hivitas etc. (igualmente mencionan como expulsados a los cadmoneos, giblitas, sidonios y filisteos). Por su parte, en los siguientes versículos de Josué se exponen las victorias y conquistas sobre distintas ciudades y reyes de estas tierras. Así, en esta última lista de pueblos que menciona El Antiguo Testamento, observamos una mezcla de culturas entre los que se hallan los propiamente originarios de Canaán (amorreos y canaanitas) junto a otros que se consideran invasores de la zona; como fueron los llamados Pueblos del Mar y los Hittitas (llegados a Oriente Medio desde Anatolia a partir del siglo XVI a. C.). Por su parte, en otros pasajes de El Antiguo Testamento, se presenta una relación de gentes contra las que Israel lucha y que eran propiamente fenicios; como los sidonios o los giblitas (naturales de Sidón o Biblos).
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En todo ello se percibe el deseo claro y conciso de distinguir a los judeo-israelitas de otros pueblos que cohabitaron con ellos en tierras de Canaán. Destacando comúnmente entre los enemigos -por su proximidad fronteriza- a los de estirpe fenicia (sidonios y giblitas); pero sobre todo a los más odiados por los judíos, como fueron los hititas y los filisteos -de origen marino e indoeuropeo-. Siendo hoy los filisteos considerado un Pueblo del Mar que invadió Canaán; a nuestro modo de entender se trataría de cretochipriotas llegados a Oriente Medio tras la guerra de Troya (hacia el siglo XII a.C). Cuando los dorios comienzan a asediar Creta y Chipre, acabando con la cultura minóica; por cuanto considero probado que aquellos filisteos eran micenios y minóicos, huidos hasta las costas de Canaán en los años en que el hierro se expande y sus “Sociedades” se desvanecen (como otras civilizaciones del bronce que tocaron a su final entre el siglo XII y el XI a.C.). Por cuanto expongo, la llegada de los filisteos a Canaán sería posterior a las fechas en que lo hicieron los judíos mosáicos; debido a lo que se entiende que algunos de los filisteos se integraron entre las tribus de Israel, formando parte principalmente de las asentadas en Golán (10) . Mientras quienes no se integraron a Israel o en Judá, chocaron con estas gentes establecidas previamente en tierras de Canaán. Tal como más adelante veremos, al estudiar las luchas entre filisteos e israelitas; o las fechas de la llegada de los israelitas y su posterior Éxodo; que versan entre el 1900 y el 1800 a.C. (para la etapa de Abrahám) y el 1450 o el 1300 a.C. (para la época mosáica).
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De todo lo expuesto, deducimos que Canaáneos solo se consideraban algunos de los pueblos más antiguos habitantes del Creciente Fértil; ello posiblemente, por la diferencia estre las múltiples culturas asentadas en aquel lugar. Donde la antipatía con los vecinos fronterizos se comprende debido a los orígenes tan distintos y a religiones tan dispares. Lo que provocó entonces que esa multitud de gentes “que se agolparon” entre el Sur de Anatolia y el Sinaí, permanecieran durante siglos en continuos conflictos. Pues sus culturas eran tan distintas, como parecidos fueron sus ancestros; sin querer definirse nunca unos y otros, con un mismo término. Es decir, que aunque todos los que allí vivieron durante los últimos tres milenios a.C., tuvieran unas raíces similares. A su vez, por las diversas influencias adquiridas desde diferentes civilizaciones, se consideraban todos ellos muy distintos. Debido a que unos nacieron de culturas marinas, otros del desierto y el resto, de las pastoriles o mineras del Cáucaso. Siendo en definitiva aquellos a los que llamamos canaánitas; emigrados cretominiocos, egipcios, hittitas, eblitas, mitanios, babilonios, asirios y sumerios; que fraguaron en el “Creciente Fértil” un crisol plural, tan distinto como difícil de compaginar. Pese a ello, hemos de englobar a todos estos pueblos que compartieron la franja de Oriente Medio comprendida entre el Libano y Egipto (incluyendo parte de Siria y Jordania); en un mismo “bloque cultural” de la Antigüedad. Civilización que llamamos de la Tierra de Canaán y sobre la que ya veremos que su común denominador es un origen histórico compartido; como tierra de frontera entre los “tres mundos” que existieron desde el Neolítico hasta el fin del Hierro: Egipto, Mesopotamia y Anatolia El Egeo.
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JUNTO ESTAS LÍNEAS: Al lado, orfebrería de Biblos perteneciente al siglo XVIII a.C.: Pectoral rey Abi Chemu, hecho en láminas de oro y que conserva el Museo del Louvre (al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Como podemos observar, esta joya es igual en su estética y uso a las que llevaban los nobles y sacerdotes faraónicos. Pues -tal como explicaremos-, el puerto de Biblos era una colonia fundada por los egipcios (ya en el quinto milenio a.C.), para extraer de allí sus maderas. Habida cuenta que en el Nilo no existían bosques, lo que les obligó desde tiempos tan tempranos a crear ese emporio -llamado Biblos-, en las costas del actual Líbano. Desde el que importaban las maderas que la Sociedad egipcia necesitaba para subsistir. No solo para fabricar las pequeñas embarcaciones y las grandes naves (con las que surcaban el Nilo o navegaban el mar); sino también, los muebles, las herramientas y todos los enseres hechos en este material extraído de los árboles -tan útil por entonces como hoy lo es el plástico-.
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Así fue como esa ciudad situada desde entonces en Oriente Medio -frente a Chipre- y llamada Biblos, se convirtió en territorio de Egipto desde el quinto milenio a.C.. Con toda la importancia y riqueza que le otorgó construir la mayoría de los barcos, enseres y herramientas usadas en el Nilo. Aunque tras la llegada de los Hicsos y el con cambio de dinastía egipcia (en el siglo XVII a.C.), Biblos decide ser fiel a los nuevos faraones extranjeros. Todo lo que le granjeará la enemistad de las casas reales clásicas y de los egipcios “antiguos”. Quienes tras permanecer un siglo parapetados en el Sur del Nilo, regresan al delta y lo conquistan hacia el 1580 a.C.; echando a los Hicsos de Egipto. Tras expulsar a los reyes hicsos, atacan a quienes habían apoyado a estos gobernantes extranjeros, entre ellos los judíos y los bibliotas. Considerándoles los nuevos faraones, pueblos enemigos y traidores (al instituir el Reino Nuevo); comenzando entonces el cautiverio de los judíos y la decadencia de los gibliotas, quienes paulatinamente irán siendo sustituidos en sus funciones portuarias por los fenicios.
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ABAJO: Conjunto del Túmulo de la dehesa de Rio Fortes, hallado en Ávila y fechado a fines del cuarto milenio, o a comienzos del tercero a.C. -tal como lo muestra el Museo Provincial avulense, al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-. Se trata de un ajuar neolítico con objetos perfectamente pulimentados y que por su aspecto hace evidente que pertenece al primer calcolítico (tal como muestra el trabajo en piedra, copiando enseres de metal). Es un extraño ejemplo de lo que apenas se conoce en España, pero que sí se da en otras tierras del Atlántico, como las inglesas; donde veremos durante el calcolítico conjuntos de piezas pulidas en roca, imitando hachas y enseres de bronce o cobre. Todo -a mi juicio- ello muestra no solo la difusión del calcolítico desde la Península Ibérica hacia el Atlántico; probablemente a través de las rutas del ámbar y el oro (alcanzando desde nuestras costas las de Francia, Ingaterra, Irlanda y Norte de Europa). Sino además, la perfección de unas labores pulimentando piedra, seguramente intentando imitar piezas de cobre o bronce. Probablemente porque las hachas y martillos metálicos fueran por entonces importados desde lugares muy lejanos, sin saber fabricarlos en crisol todavía en nuestras tierras. Todo lo que obligaría a usar las armas cúpreas o broncíneas en la vida cotidiana; idealizándolas y creando ejemplares votivos en piedra pulimentada -tal como el que vemos en imagen; hallado en Ávila, pero muy semejante a los ajuares dolménicos de las Islas Británicas o del Norte de Europa-.
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B) LA TIERRA DE CANAÁN (orígenes y confluencia cultural con la Península Ibérica)
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B - 1) - Los orígenes:
Hacia el 5000 a.C. Jericó ya era una gran ciudad comercial y centro de agricultura. Además sabemos que durante ese V milenio a.C. en Canaán se intercambiaban objetos llevados desde el Tigris y Éufrates, al Nilo (y viceversa). Iniciándose la Edad el Cobre en la zona del Sinaí sobre el 4500 a.C., y mil quinientos años después, la del Bronce (hacia el 3000 a.C., coincidiendo con el comienzo del periodo dinástico en Egipto). Por su parte, el puerto de Biblos, parece evidente que se funda a mediados de ese V milenio y pervivió decenas de siglos con una igual finalidad: Cumpliendo durante miles de años su misión de exportar madera hasta el Nilo. Pues la mayor actividad y función de esta ciudad era ya desde las fechas de su fundación, la venta y transporte de cedros del Líbano a esa zona, que luego sería el próspero Egipto faraónico. Contribuyendo a la economía del Nilo con aquella materia prima, de la que el desierto carecía; logrando así el inició y progreso de esa gran civilización. Tanto fue así, que hacia la mitad del V milenio a.C., ya se llevaban desde la naciente Biblos y hasta el delta, los cedros en “pateras de cabotaje”; vendiéndose los troncos en aquellos lugares del Nilo donde la madera era un bien muy preciado. Todo ello pese a que su transporte por entonces podía suponer unos diez días de viaje; debido a que se recorrían de forma precaria las cuatrocientas millas de distancia que separan las costas del Líbano con las de Egipto.
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Así nació, floreció y permaneció Biblos, la cabeza comercial que dió origen a Fenicia; una legendaria ciudad que incluso otorgó nombre al libro (debido a que desde Biblos se importaron y extendieron por todo el Mediterraneo los papiros faraónicos en papel). Un puerto y urbe llamado por los egipcios Ilubna, luego por los sumerios Gubla, que se menciona en la Biblia como Guebal, y que entre los canaaneos se denominaba Gabal. Emporio que se situaba a unos quince kilómetros al norte del actual Beirút y que parece comenzó durante la primera mitad del V milenio a.C., como un simple campamento de taladores de cedros -quienes construirían todo tipo de enseres con esa madera-. De su importancia como centro exportador de madera dan cuenta numerosos hallazgos arqueológicos; aunque para obtener testimonio escrito de ello hemos de remontarnos al primer Egipto dinástico. Encontrando que ya hacia el 2600 a.C. el faraón Snefru (IV Dinastía) hizo grabar una estela -actualmente guardada el museo de Sicilia-, en la que se describe el modo en que había recibido cuarenta cargamentos de madera de cedro desde la ciudad de la montañas del Líbano, y con los que manda construir tres barcos (11) . En ello vemos no solo la importancia de la madera para uso cotidiano, sino que esta materia prima era imprescindible para a construcción de naves en el Nilo. Embarcaciones de las que recordemos tenían dos finalidades, una ritual y otra de uso cotidiano. Pero para ambas debían utilizar materiales suficientemente seguros e imperecederos, como lo eran esos cedros de Biblos (puesto que otras maderas se corrompen fácilmente y en corto tiempo precisan de un continuo mantenimiento). Asimismo, para realizar obras de gran arquitectura, o para fabricar instrumentos de trabajo, muebles y otros enseres; también precisaban los egipcios de estos troncos de gran dureza y calidad. Pues los barcos y objetos hechos con mimbres o juncos y con maderas menos nobles; obligaban a mantener y reponer piezas de continuo (en una época en que los barnices, pinturas o medios de producción, permitían pocas reparaciones ni cambios).
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Además de la construcción de barcos existían otros motivos y usos que hacía imprescindible al cedro bibliota, en Egipto: Como fue la utilización de su aceite y su resina en forma de bálsamo. Pero sobre todo, su importancia nacía del uso de esta esencia como conservante mortuorio. Lo que se realizaba empapando con el líquido resinoso del cedro las vendas de las momias; algo que principalmente se llevaba cabo con cadáveres de personas importantes (de ello la presencia continua de Biblos y de sus materias primas en el mundo religioso y especialmente en el faraónico). Este bálsamo conservante, procedente del aceite de coníferas era la mirra, entre las que destacaba la de cedro del Líbano; cuyo olor fue símbolo de la santidad. Una preeminencia y significado religioso de esta esencia, que conocemos sobradamente por la Historia; pues nos ha llegado en episodios bíblicos tales como la Epifanía (aunque la mirra en época de Cristo se usaba como resina de conífera y dándole un uso similar al del incienso -para quemar-). De lo narrado anteriormente, comprenderemos que ya desde el Egipto dinástico las expediciones hasta los bosques o puertos del actual Líbano fueran llevadas a cabo con un carácter más religioso que comercial. Por lo que esos viajes se veían como una peregrinación en busca del bálsamo sagrado, más que como asunto puramente comercial y de negocio.
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Con ello, el culto al cedro proliferó en el Nilo y en Egipto; naciendo desde el III milenio a.C. varias ceremonias de sacralización de ese árbol. Costumbres y cultos que se unieron unas a otras; llegando a divulgar entre algunos súbditos del faraón, la obligación de peregrinar hasta el lugar en que nacían los cedros. En nuestra opinión, de esos viajes faraónicos hasta Biblos y de estos cultos egipcios exportados hasta Oriente Medio, nace en fechas muy tempranas del Nilo el “ciclo osiriaco de Fenicia”.
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JUNTO ESTAS LÍNEAS: Portada del libro traducido "ISIS Y OSIRIS" de Plutarco; donde se describe el llamado “ciclo osiriaco de Fenicia”. Unos mitos que narran cómo tras ser asesinado Osiris y arrojado en un cofre al Nilo; ese arca fue llevada por la corriente hasta la desembocadura del río (12) . Allí, abandonada a deriva, llegó hasta el Mediterráneo y siguió flotando a su merced por mar hasta arribar a Biblos (12a) . Por lo que Isis, conociendo que el ataúd de su difunto marido había llegado hasta esa ciudad flotando, se trasladó a vivir junto al féretro, hasta que lo pudo rescatar y traer de nuevo a Egipto (12b) . Dicho ciclo de Isis y Osiris, creemos que muestra realmente la estrecha relación entre Biblos y Egipto desde sus inicios, tanto como la función sagrada que tenía el uso de las maderas importadas al Nilo desde el actual Líbano.
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ABAJO: Diferentes objetos de la Edad del Bronce portuguesa, expuestos en una vitrina del Museo de Braga (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). En la fotografía podemos observar hachas, cuchillas, pulseras y otros enseres del Bronce peninsular, muy semejantes a los que antes veíamos trabajados en piedra, procedentes del Túmulo del Río Fortes (en el Museo de Ávila). Siendo indiscutible que aquellos otros pulimentados en rocas son muy anteriores -conologicamente hablando-; parece también poco dudoso que imiten objetos de metal. Pues tal como podemos comparar, los objetos de adorno o el pico pétreo, son claramente la réplica de herramientas perfectas sacadas de un crisol. Todo lo que explica a su vez que no estén utilizados y que su signficado fuera solamente votivo (quizás exclusivamente creados para el enterramiento o como artilugios de prestigio para el difunto).
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Recordaremos nuevamente el modo en que faraón Snefru redactó entre sus escritos el envío de cedros para construir barcas reales -hacia el 2600 a.C.-. Por cuanto en la Era de las Pirámides era ya sobradamente conocida la utilidad de aquellos bosques y de los árboles cercanos a Biblos. Siendo su explotación uno de los principales motivos que provocarán desde estas fechas, grandes cambios y migraciones en esta zona de Oriente Medio (hoy llamada Líbano). Consecuentemente, entre el 2300 y el 2000 a.C. surgen los denominados Amorritas, que emigraron desde la actual Península Arábiga en dos direcciones: Los primeros hacia Mesopotamia, fundando la misma Babilonia; los otros hacia Palestina-Fenicia, invadiendo y creando Canaán (aunque algunos teóricos piensan que dichos Amorritas fueran tribus mesopotámicas; allí sublevadas y que luego avanzan hacia el Oeste). Siendo entonces -hacia el 2200 a.C.-, cuando entran estas nuevas hordas guerreras venidas del desértico Sureste, destruyendo y cambiando las antiguas ciudades que allí existían. Atacando Biblos, la urbe más importante y que ya por entonces tendría más de dos mil años de Historia.
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Acerca de los Amorritas, su origen arábigo se confunde con un largo periodo que les mantuvo entre Babilonia y el desierto del Sinaí, habitando como nómadas durante siglos. Hasta que, constituidas como tribus beduinas bien organizadas y de gran fortaleza, a fines del III milenio, consiguen hacerse con el poder de la franja de tierra comprendida entre este desierto y las costas de Fenicia (Canaán). Por cuanto hemos de pensar que los Amorritas fueron una unión de pueblos trashumantes, que se unificaron con el fin de liberarse del gran poder comercial y político de Egipto en la zona de Canaán, consiguiendo para ello gran apoyo de Mesopotamia (pues sus hermanos de origen habían triunfado allí, construyendo misma Babilonia). De tal manera, estos habitantes de Oriente Medio se compondrían en aquel tiempo de una amalgama formada por pre-fenicios autóctonos (pueblos costeros y navegantes anteriores a los fenicios); junto a egipcios allí asentados (en Biblos) y sobre todo, de beduinos llegados del desierto (amorritas) ayudados por sus parientes y clientes de Mesopotamia. De ese modo, y aunque Sabatino Moscati afirme que los Canaaneos se crean por evolución gradual en la zona; parece indudable y evidente que al final del III milenio a.C. hubo una gran invasión y tremendas luchas en el Creciente Fértil, así como un aporte de pueblos venidos del Tigris y Eúfrates. Además, todo hace suponer que una gran parte de esta invasión llega a Canaán para liberar de Egipto a los allí asentados. Un dato histórico que obtenemos al conocer cómo poco antes de aquellas migraciones y guerras (hacia el año 2300 a.C.), el faraón Pepi I envió a sus ejércitos varias veces a las zonas de Fenicia y Sinaí, para acabar con las revueltas y seguir dominando esas tierras desde el Sinaí hasta Biblos.
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SOBRE ESTAS LÍNEAS: Varios enseres de la Edad del Bronce hallados en el Levante español (tal como los muestra el Museo Arqueológico de Alicante -al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-). Crisoles, mazas de mina, percutores para moler metal o moldes de hachas planas, procedentes de Orihuela, Agres, Villena o Alicante (Campello). Al observar la relación de tiempos y el suceder de los hechos durante la Edad del Bronce, todo cuanto se conoce lleva a comprender que tanto la aparición del metal en nuestras tierras, como las técnicas para su explotación y trabajo, fueron importadas desde el Este Mediterráneo (seguramente traídas por buscadores de minas). Algo absolutamente lógico, puesto que en Oriente Medio ni en Egipto apenas existen minas de cobre (mucho menos de estaño); siendo las más importantes por entonces las que existían en Chipre y en el Egeo -agotadas a mediados del segundo milenio a.C.-.
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ABAJO: El autor de estas lineas -a la derecha- junto a la pirámide escalonada de Saaqara (fotografía tomada hace algunos años). El conjunto palacial y funerario de Saaqara, mandado construir por el faraón Djoser -de la III dinastía-; se fecha unos cincuenta años antes de la subida al trono de Snefru (de la dinastía cuarta; quien comienza a reinar hacia el 2614 a.C.). Si observamos los restos que quedan en Saaqara, tras casi cinco mil años de Historia, nos será fácil comprender que estos reyes dominasen ya un reino absolutamente civilizado, cuyo poder se extendía hasta Biblos. Todo ello implica que para mantener durante la Edad del Bronce un ejército bien armado y una población perfectamente abastecida de utensilios y herramientas; necesitarían alcanzar minas con gran abundancia en cobre y estaño. A ello hemos de añadir que por entonces, los métodos de explotación de las vetas, no eran tan perfectos ni depurados como lo fueron en el siglo XVI o en época romana. Precisando abastecerse del mineral en estado casi puro, para poder molerlo y fundirlo en crisoles. Todo ello implica que desde Biblos, durante miles de años, los navegantes que servían a Egipto debieron hacer repetidas expediciones buscando yacimientos de cobre y estaño. Alcanzando de seguro las tierras más ricas en casiterita y en minas cúpreas que había por entonces en el Mediterráneo; que eran las de Iberia, tanto como las de Cerdeña (aunque el estaño sardo era de muy mala calidad y el cobre no abundaba como lo hacía en nuestra Península).
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Pese a la evidente necesidad de alcanzar tierras occidentales durante el cuarto y tercer milenio a.C. -para abastecerse de cobre, estaño, plata y oro-; hay quienes dudan sobre la posibilidad de la llegada hasta Occidente de navegantes venidos desde Biblos o de Oriente Medio. Fundamentándose en dos ideas: La primera afirma que no disponían de tecnología, ni de técnica suficiente como para crear embarcaciones y poder guiarse con ellas hasta nuestras tierras. La segunda, cree que el temor a perderse en el mar, les llevaría a no intentar esas expediciones. Pese a ello, basta con observar la pirámide de Saaqara para conocer la tecnología de la que ya disponían en el siglo XXVII a.C.. Asimismo, imaginando el modo en que cruzaban el desierto (sin tener por entonces camellos); podemos tener conciencia de los conocimientos astronómicos y de orientación, que egipcios y babilonios habían ideado. Por lo demás, el miedo a embarcarse hacia un lejano destino no era nada, comparable al que sentirían antes de entrar en batalla o al caer presos del enemigo (que les torturaba y esclavizaba) -pese a ello, no dejaron nunca de guerrear-.
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B- 2) - Los Amorritas y Abraham:
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Como decíamos, poco después de estas luchas entre Pepi I y los habitantes de lo que iba a ser Canaán, aparecen en la zona las mencionadas tribus venidas desde la Península Arábiga, que frecuentaban de forma nómada el desierto del Sinaí. Sobre el 2200 a.C. llegan para invadir Oriente Medio esas mismas tribus que atacan también Mesopotamia. De entonces procede su nombre que es un apelativo summerio, quienes llamaban “amurru” a estos “Occidentales” para ellos, significando Amorrita en lengua de Summer: “venido de Oeste”. Dichos pueblos Amorreos (Amorritas) florecerían a nuestro juicio con la expansión del Bronce tras el 2400 en la zona del Sinaí y Península Arábiga; su fuerza debió ser imparable, pues no solo invadieron y acabaron con Summer, sinó también se hicieron con el poder hasta el norte de Canaán. Aprovecharon la decadencia del Antiguo Imperio Egipcio, que sobre el 2000 a.C. se debilitaba y caía en luchas intestinas (fragmentándose en pequeños feudos) y se expandieron por las zonas fronterizas a este, ocupando esos reinos cercanos al Mediterráneo, que antes los faraones habían dominado. Tenían todos una lengua parecida o común, llamada de tronco semítico, de la cual nacerían los posteriores idiomas hablados en Fenicia y en Judá-Israel. Pese a ello, tras la invasión amorrita de la costa y aún cien años después de la caída del Imperio Antiguo del Nilo, la mitad de la población que vivía en Biblos era egipcia; hablando, y vistiéndose en esta ciudad de los siglos XX y XIX a.C. a modo faraónico (pudiéndose comprobar que igualmente los giblitas escribían en idioma jeroglífico).
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Esta invasión Amorrita que llega a destruir la Antigua Biblos y su recuerdo en la Historia, se recoge en el Génesis de forma confusa, pues ya vimos que se cita a Amorreo como hijo de Canaán, nieto de Cam, y por lo tanto ajeno al pueblo hebreo, que era descendiente de Sem -semita- (Gen 10, 15). Pese a tal confusión que hace de los Amorreos, una gens ajena a Israel y Judá; la verdadera Historia de la invasión y emigración de este pueblo hacia Canaán y Mesopotamia no es otra que la narración bíblica de la llegada allí de los primeros “judíos”. Escrita en el Génesis y donde se personifica en la figura de Abraham a estos Amorritas. Recogida en una “leyenda” que hubo de ser conservada oralmente al menos durante nueve siglos, hasta poder plasmarla por escrito en el Libro Sagrado (al divulgarse el alefato hebreo); conteniendo aquella narración gran parte de verdad histórica. Puesto que en la figura del “padre Abraham”, se recoge personificada la llegada y conquista de los amorritas -a fines del III milenio-; que dominaban la zona comprendida desde Mesopotamia al Sinaí. De tal manera, en Génesis (11, 31 ) vemos como Abraham nace en Ur de los Caldeos y tras ver una Babel destruida (una Babilonia vencida), se dirije hasta el lugar de los canaáneos. Donde consigue llegar, para realizar una alianza con Yahvé; quien le entrega esa tierra, para él y su descendencia (Gen.12, 7). Más la zona era pobre y se ve obligado a emigrar a Egipto por hambre en su país, entrando en contacto con el mismo Faraón -quien les trató bien; enamorándose de su mujer-. Dándoles los egipcios ganado, trabajo y siervos (Gen. 12, 16); los de Abrahám se ven de nuevo obligados a regresar a su tierra, cuando el rey del Nilo descubre que la amante que había tomado del nuevo pueblo llegado a su reino, era la esposa del Patriarca y no su hermana; tal y como el propio marido decía.
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Evidentemente, este episodio bíblico situado entre los siglos XX y XIX ac. C., narra los contactos entre amorreos (pre-isrraelitas) y egipcios en época del Imperio Medio. Cuando esas tribus nómadas y comerciantes -emigrados desde Arabia y Mesopotamia-, debieron tener buena relación y pactos con el Nilo. Justo antes de que Sestrosis III enviara sus ejércitos contra Canaán (en el 1850 a.C.). Dado que tras esta última fecha, el Faraón Sestrosis volvió a entrar en guerra con los del Sinaí y su zona Norte; a los que Egipto dominará y someterá nuevamente por la fuerza. Del relato de Abrahám, se desprende “la sensación” de que solo por un periodo de doscientos años (desde la caída de Biblos), parece que estuvieron los egipcios comerciando y pactando con las tribus del desierto palestino. Evitando enfrentamientos y cambiando mercancías, hasta que Sestrosis III manda sus ejércitos a la zona de Canaán. Un periodo de entendimiento y paz (entre amorreos y egipcios) seguramente debido a que este intercambio comercial era imprescindible para los del Nilo, ya que se trataba de productos básicos transportados por tribus nómadas, que realizaban el camino entre Mesopotamia y el las tierras faraónicas (incluso mercadeando con esclavas o mujeres; como se deja ver en el relato bíblico).
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JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, una vitrina del Museo Arqueológico de Jaén, donde vemos diferentes enseres de la Primera Edad del Bronce (crisoles, mazas, mineral, lingotes-tortas etc) -agradecemos al museo jienense nos permita divulgar nuestra imagen-. Tal como decimos -a mi juicio-, la llegada del metal hasta nuestras tierras debió ser obra de marineros mediterráneos orientales, buscando yacimientos. Todo lo que explica la velocidad de difusión que tuvo el cobre y el bronce, cuya “Edad plena” comienza en Anatolia y en la desembocadura del Danubio hacia el 3800 a.C.. Divulgándose más tarde por el Egeo, Oriente Medio y Egipto, hacia el 3500 a.C.; con tal rapidez que en el 3200 a.C. está ya presente en Italia, Norte de África y el Sur de Iberia; aunque hasta el 2700 a.C. no se extiende por todo el resto de Europa (Islas Británicas y Mar del Norte).
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ABAJO: Precioso capitel de San Pedro de la Nave, iglesia visigoda “salvada” de las aguas gracias a su traslado al pueblo zamorano de Campillo (donde hoy se sitúa y al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Sobre la columna vemos representado el sacrificio de Isaac; con Abrahám ofreciendo a su hijo y a Dios parando la inmolación -en forma de mano-, mientras entrega el carnero sustitutorio. Tal como hemos explicado, esta escena y el rescate del primogénito debió ser el origen del pueblo hebreo, al no aceptar los judíos las religiones que por entonces se imponían -principalmente entre los semitas-. Cultos que obligaban a entregar a un hijo al Baal (señor o dios de la ciudad); a cambio de recibir la protección que esa ciudad y su rey daban al que le ofrecía su primogénito. Este extraño rito de inmolación del hijo, tiene un sentido pleno en el neolítico, ya que aquel que regalaba un hijo quedaba preso de sus actos; es decir, el rey ya podría hacer lo mismo con aquellos padres que habían inmolado la vida de un inocente (solo para obtener protección). Disponiendo así libremente los gobernantes de las vidas de sus súbditos. De ello, quienes no se sometían a esos rituales probablemente estaban obligados a vivir fuera de las ciudades amuralladas y a vagar por e desierto; siendo este quizás el origen del pueblo hebreo. Distinguido por una religión propia y nacido precisamente de la alianza con Yahvé durante este sacrificio de Isaac.
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B - 3) Los Hicsos y José:
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Tras este periodo de unos doscientos años con paz y comercio entre Egipto y las tribus de mercaderes que vivían -o viajaban- por el Sinaí y Canaán (amorritas). Hacia el 1850 a.C. se produce el ataque del Sestrosis III sobre los “vecinos” del Creciente Fértil; logrando una dura victoria del ejército faraónico. Cayendo el yugo egipcio sobre el Sinaí, llegando hasta Biblos; aunque el poder omnímodo del Nilo duró poco tiempo, porque un siglo más tarde el Imperio Medio se debilitaría. A esta crisis en Egipto habrá que sumarle la fuerza que alcanzaría el Estado de Hammurabi (Babilonia); que se convierte en el 1770 a.C. en la capital del Mundo Antiguo. Lo que provoca indirectamente que unos decenios después, el reino faraónico se disgregase; entrando en crisis durante todo el siglo XVIII a.C., debido a luchas internas. Inestabilidad que pasa a recibir un golpe mortal con la aparición de los Hurritas en tierras de Canaán, atacándolas con carros de guerra. Estos Hurritas eran una tribu “bárbara” (entiéndase extranjera y sin civilización común a la del Nilo), que nace en el Asia Central; cuyo secreto bélico fue el dominio y doma del caballo, pero sobre todo la creación del carro de guerra. De tal manera, valiéndose de aquel ingenio y procediendo desde el Caúcaso, se lanzaron con sus caballos a la conquista. Llegando primero a Babilonia; logran a vencer a Hammurabi; por lo que seguidamente se dispusieron a invadir Canaán.
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Finalmente, los nuevos guerreros de procedencia indoaria (mezclados con tribus de los montes donde nacen el Tigris y el Eufrates); tras haberse enfrentardo a Babilonia, fundaron el reino de Mitani. Asimismo se hicieron con el poder de gran parte de Anatolia (exceptuando sus costas) donde crearon el imperio Hittita; y tras atacar Oriente Medio, se alían con los Canaaneos para ir contra Egipto. A todo ello hay que sumar el terremoto y volcán del Tera-Santorino, que revienta hacia el 1680 a.C. generando el caos en Creta, Chipre, El Egeo, Anatolia y Oriente Medio. Tanto que obliga a gran parte de los habitantes de esas zonas a huir hacia el Sur, tras años sin verano y meses bajo los gases y el polvo volcánico. Así unos nuevos invasores ocuparán el Nilo antes de 1650 a.C.; debido a sus necesidades de expansión. Lo que logran en gran parte gracias a la fuerza y vigor de estos pueblos pastores hurritas; bien armados, formados por ejércitos de hombres altos y valiéndose con carros de guerra. Aunque a mi juicio, el hecho que verdaderamente les obliga a emigrar hacia Egipto y les facilita la entrada en los dominios del faraón, fue el mencionado estallido del volcán Tera-Santorino. Cuya caldera -como ya dijimos- revienta inicialmente hacia el año 1680 a.C.; devastando toda zona cercana a Creta (incluido los campos de Anatolia, donde se situaba Mitani y Hatti).
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De tal modo, forzados por esa hecatombe -a mi juicio- hubieron de huir hacia el Sur estos Hurritas (Hittitas de Mitani); iniciando un camino hacia el Nilo, junto con los Amorreos y otros pueblos canaánitas. Tras verse cubiertos por nubes tóxicas procedentes del volcán y después de observar sus tierras destruidas por polvo y lluvia con sedimentos ácidos. Así se sumarían los Canaáneos en la expedición de esos Hurritas, para alcanzar nuevas tierras al Sur; e incluso los huidos de Creta y Chipre, quienes irían buscando refugio en los dominios del Faraón (tras escapar por mar, de sus islas destruidas). Llegando así unos y otros hasta el Delta; donde sin enfrentamientos ni prácticamente combates, se adueñaron de la zona del Sinaí y de la desembocadura del Nillo. Debido a que encuentran un Egipto débil, temeroso y en total decadencia; porque los ejércitos y las élites faraónicas habían huido hacia la zona de Luxor, tras la referida catástrofe del Tera-Santorino. De este modo y antes del 1650 a.C., Hurritas, canaaneos y cretochipriotas, crearon en el delta del Nilo un reino propio, generando una nueva época faraónica llamada de los reyes Hicsos -cuya traducción parece ser que es la de “reyes extranjeros”-. Etapa destacada por lo ajeno al mundo faraónico y al Antiguo Egipto, de quienes gobiernan esa zona Norte de Egipto (ya que se trataba de gentes huidas y de migraciones llegadas tras la hecatombe volcánica vivida en Creta hacia el 1680 a.C.).
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JUNTO BAJO ESTE PÁRRAFO: Dos imágenes de los frescos del palacio Hicso de Avaris (paredes en reconstrucción del edificio de Tell el-Daba). Agradecemos a Jose Luis Santos (de TERRAE ANTIQVUAE) nos permita divulgar estas fotografías que desde su valiosa página ha dado a conocer en la Red. En ambos frescos podemos observar varias fases de “taurokatapsia” (lucha o juego con el toro) muy semejantes a las del Palacio de Cnossos. El carácter de estas escenas, lo que representan, su colorido y su técnica; demuestran que las decoraciones del palacio hicso de Avaris (Tell-el-Daba) son absolutamente paralelas con las de Creta y muy similares a los frescos coetáneos hallados en Tera (bajo las cenizas del volcán). Todo lo que demostraría que estos reyes hicsos tendrían un enorme componente cretense; pudiendo haberse tratado de cretochipriotas huidos del desastre volcánico, unidos a gentes e Mitani y ayudados por los canaánitas -que también marcharían de sus tierras por idéntico motivo-.
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Aquel nuevo reino que se asentó en la desembocadura egipcia, tuvo su capital en una ciudad con nombre indoeuropeo: Avaris. Lo que hace evidente que fué de fundación “jafética”, pues en mi teoría tal nombre significaría en idioma indoariano “en el agua” (procediendo del radical sánscrito “vari” = agua). Quedando así demostrado que tal y como Falvio Josefo afirmaba, los reyes Hicsos llegaron del Norte (Anatolia); pudiendo ser probablemente Hittitas (en parte), pero con toda seguridad, cretochipriotas de raigambre e idioma ario. Por cuanto desde el 1650 a.C. comenzaron a reinar en el Bajo Nilo estos nuevos gobernantes venidos de Creta, Chipre, Hatti, Mitani y Canaán (Anatolia y sus islas o de Oriente Medio). Mientras, los verdaderos egipcios se reorganizaban y huían al Sur, buscando apoyo y creando nuevas ciudades lejos de las costas mediterráneas -en las proximidades de la capital, Luxor-. Ya que los reyes Hicsos nunca fueron aceptados por los antiguos habitantes del imperio; no solo por su condición de extranjeros, sino principalmente por su incultura jeroglífica, su religión ajena al Nilo y su falta de costumbres faraónicoas. Pues se sabe que la verdadera patria y pueblo que los Hicsos consideraban como propia, era Canaán y las tierras más al Norte (Chipre, Creta y Anatolia). Tanto que a ciento cincuenta kilómetros de Jerusalén, en el límite de la actual Israel (Tell-Hasor;,cerca de Dan), se levantó una villa conocida como el palacio de Hazor; creado como un emporio Hicso-Canaáneo, donde se conservaron las leyendas e historias de esos gobernantes y de esta etapa en la que reinaron sobre Egipto.
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De esta época es seguro la conocida y bella historia bíblica de José, nieto de Isaac (Gen. 17 y 18) y bisnieto de Abrahám (Gen. 10 y ss.). Relato del Antiguo Testamento que nos narra cómo Jacob, el padre de los “doce hijos de Israel” (Gen. 29 y 3) y cuya estirpe simboliza las Doce Tribus hebreas; tenía como hijo menor y preferido a José. Debiendo interpretarse que entre esas tribus, la más joven -o la recién llegada a Canaán- posiblemente es la que personificaría el último de los vástagos de Jacob (José; Gen. 37 ). Por su parte, esta organización que la Biblia describe, hablando de un reino dividido en doce tribus; nos recuerda plenamente a muchas otras formas de gobierno del Mundo Antiguo. Entre las que podemos recordar la Etrusca e incluso la Unión Helena; que se estructuraban igualmente en ligas y uniones de siete o doce ciudades -según el número sagrado en cada caso-.
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Pero volviendo a José, como personificación de una Tribu o Ciudad-Estado hebrea; cuentan las Sagradas Escrituras que fue vendido a unos comerciantes de esclavos por sus hermanos, quienes después dijeron a su padre que había muerto. Tras ello, llegará a Egipto donde sirve a Putifar (Gen.39) pero acaba injustamente en la cárcel. Allí se descubre como lector de sueños y augur (Gen.40) y por sus aciertos, es llevado ante el Faraón quien le toma como asesor, llegando a nombrarle su visir (Gen.41). Finalmente, entre los capítulos 42 al 46 del Génesis, vemos como llegan los hermanos de José hasta Egipto buscando grano y provisiones, cuando este los descubre. Alegre al verlos, aunque apenado por cuanto le hicieron; finalmente él mismo les comunica que es su hermano José, al que vendieron como esclavo y que en ese momento vivía como visir del Nilo (primer ministro). Perdonando la terrible afrenta recibida en el pasado, les da su apoyo para que junto su padre (Jacob) se establecieran a vivir en la prosperidad de Egipto. Una bella narración que muestra el modo en que los israelitas se trasladan al Nilo en una época que se identifica con el reino Hicso. Introduciéndose en Egipto posiblemente gracias a aquellos beduinos del Sinaí o de Canaán a los que vendían como esclavos. Pues como hemos visto, parece claro que los amorritas comerciaban con mujeres y personas, que facilitaban a los egipcios como mercancía -junto a cuantos objetos, especias o metales importaban desde Mitani, Hatti o Mesopotamia-.
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AL LADO: Famoso cuadro de Velázquez titulado “La túnica de José” (propiedad del museo de El Escorial -al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-). En él se describe la historia del hijo de Jacob que fue vendido por sus hermanos y que luego llegó a visir del faraón. Tal como decimos, José simbolizaría a los hebreos que entraron como corte o burguesía, para ayudar a los Hicsos a gobernar Egipto; cuando estos extranjeros invaden desde el 1650 a.C. las tierras del delta del Nilo.
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BAJO ESTE PÁRRAFO: Mapa que hemos trazado del reino Hicso y de la zona de influencia hicsa, durante los siglos XVII y XV a.C. (sobre un mapa de Israel publicado en el libro de M.J.STEVE “Por los caminos de la Biblia” página 86 -Barcelona 1967-). En lineas discontinuas rojas he marcado las fronteras de ese reino hicso; en lineas azules, el área de gran influencia de su gobierno, que tenía como frente Norte de importancia la zona de Meggido y Hazor (señaladas con un círculo rojo). Asimismo podemos ver en letras rojas la capital hicsa Avaris y su segunda ciudad Memfis; y en letras verdes la situación de Biblos. Puerto de influencia egipcia, de cuya destrucción o sustitución nacerían los emporios fenicios desde el siglo XV a.C. (Sidón y Tiro), fronterizos con Israel y con las tierras de los filisteos (Gath -Gaza- y Golán).
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Acerca de este interesante pasaje bíblico, investigadores y egiptólogos del pasado siglo XIX ya identificaron la figura de José con la llegada de los hicsos. Pues tras la lectura de los jeroglíficos y el descubrimiento por los historiadores de la invasión Hicsa del Nilo; se consideró este relato del Antiguo Testamento una leyenda judía donde se narraba la entrada de los israelitas en el Nilo, junto a esos hicsos. Nosotros incluso nos aventuraríamos a interpretarla de un modo más evemerista, afirmando que no solo José simboliza las tribus hebreas que emigran al Nilo con estos reyes extranjeros que conquistan Egipto. Sino que más bien José, es la personificación de alguna tribu menos antigua (las más pobres y recientes) de las establecidas en el Sinaí. Gentes que probablemente fueron “usadas” o vendidas como mercenarios, para luchar en esas guerras entre el Nilo y Canaán -entre el faraón y los amorritas, cuyo comienzo se fecha con Sestrosis III desde el 1850 a.C.-. Aunque José también pudiera personificar a los mas jóvenes que habitaban en las “doce tribus”; adolescentes que sus propias familias entregarían como soldados a las hordas que invadieron Egipto, para luchar contra el faraón al mando de esos “reyes extranjeros” llamados hicsos.
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Así José, representa a estos canaáneos (judíos) formados, cultos y que conocían la contabilidad, la escritura y el orden estatal. De allí su función como lector de sueños y organizador de las arcas del estado. De tal manera, la historia de José personificaría el periodo en que se creó una clase burócrata y gobernante del Nilo de origen hebrea; durante la referida fase del reino hicso en Avaris. El hecho final que narra La Biblia es que gracias a José -esos funcionarios allí establecidos como élite-, se traslada a Egipto toda la estirpe de Jacob (las Doce Tribus de Israel). Durante una etapa que debió ser grata y confortable para los judíos en el Bajo Nilo, hasta que los Hicsos son derrotados y expulsados del país. Tras ello, regresaron los antiguos “dueños” egipcios al Delta; quienes -como dijimos- odiaban a esos extranjeros invasores y a los que llamaban bárbaros o extraños -hicsos-. Puesto que las antiguas dinastías y los nobles del antiguo Egipto, habían conservado su reino y su capital en la actual Luxor, a cientos de kilómetros al Sur de la desembocadura. Debiendo esperar un siglo para recuperar el Norte de su reino. Aunque tras la invasión hicsa nunca más volverían a situar sus ciudades principales cerca del Mediterráneo; por temor a que se repitiera cuanto los extranjeros hicieron con Memfis -dominándola y destruyendo la cabeza del delta del Nilo-.
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De lo anteriormente expuesto, entendemos asimismo que todos los colaboradores de los hicsos cayeran en desgracia; y entre ellos, fundamentalmente los israelitas. Lo que explicaría su cautiverio y la esclavitud posterior sufrida en Egipto; unos hechos que se sitúan entorno al final del mencionado reino extranjero y cuando nace el Imperio Nuevo de Egipto. Hacia el 1580 a.C; momento en que los canaaneos serían tenidos por enemigos del “verdadero Faraón”. Es esta etapa la que narraría su esclavitud, de la que les liberará Moisés. Pero antes de entrar en el periodo Mosaico vamos a analizar la realidad histórica del periodo hicso desde otros aspectos, muy interesantes en referencia a lo que fué la colonización de la Península Ibérica a fines del II milenio a.C..
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JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO: Imágenes de objetos campaniformes y de la Edad del Bronce. Al lado, tres palmelas, una cinta de oro y una lasca de silex campaniformes, procedente de Vadeprados, Ávila (tal como el Museo Provincial avulense los muestra -al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-). Abajo, puñales de etapa campaniforme, palmelas, hoces, lanzas y brazales de arqueros; tal como se exponen en el Museo Arqueológico de Sevilla (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Muy pocas veces se estudia comparativamente la Edad del Bronce peninsular, con referencia a lo sucedido en el Oriente mediterráneo. Aunque si miramos hacia nuestra Península en estos siglos en los que el Tera-Santorino destruye Creta y en el que los Hurritas y canaaneos entran hasta Egipto (acompañados de los huidos del Tera). Veremos que en nuetras tierras también se producen cambios y crisis paraelas; finalizando periodos y fases. Así, desde el 1800 a.C. decaerá el Campaniforme, para terminar hacia el 1600 a.C.. Quedando por entonces la Cultura del Argar de modo residual, en plena decadencia. Siendo este el momento en que a su vez emerge una nueva etapa peninsular, llamada Cogotas I, que marcará el final de la Edad del Bronce. Pasándose desde el 1500 a.C. al Bronce Bajo; que contiene tres fases:
-1500 al 1300 a.C.: Inicio del Bronce Final.
-1300 al 1000 a.C.: Llegada de los precolonizadores; presencia ya testimoniada arqueológicamente de gentes venidas de Oriente y de Cerdeña (aparición de cerámicas micénicas y sardas en tierras peninsulares).
-1000 al 850 a.C.: Presencia de precolonizadores y final del Bronce; entrada paulatina de fenicios y llegada del Hierro (asentamientos fenicios desde el 825 a.C.).
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B - 4) Los Hicsos (otras cronologías). Su relación con Creta:
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La importancia del reino y época hicsa en Egipto es primordial; no solo para entender el nacimiento de Judá, Israel y de Fenicia, sinó sobre todo para comprender la historia de los pueblos que forjaron y aculturaron nuestras tierras. Una Península Ibérica cuyas colonizaciones y dominios procedieron de civilizaciones llegadas desde la zona de Canaán. Gentes venidas desde el Creciente Fértil al menos en dos periodos cruciales y que cubren más de dieciseis siglos en nuestra Historia: Refiriéndonos primero a la precolonización creto-chipriota y a la colonización canaanea (cretense y filisteo fenicia); tanto como a la posterior invasión árabe llegada a Andalucía después del 711 d.C.. De todo ello comprendemos cómo los pueblos canaánitas y los de su entorno, fueron tan importantes en la civilización penínsular; tanto como pudo ser la influencia de Grecia para Roma. Pues los contactos civilizadores más tempranos que tuvo la Iberia antigua, procedieron de aquel Creciente Fértil; estando mucho más ligada España a Oriente Medio, que a Europa -al menos desde el punto de vista artístico y cultural-.
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Regresando al Nilo, una gran parte de los egiptólogos mantienen que la mencionada invasión de los dominios faraónicos llevada a cabo por tribus Hurritas, Canaaneas e Indoeuropeas; se produce sobre el 1730 a.C.. Aunque otros investigadores fechan su entrada a mediados del siglo XVII a.C.. Pese a ello, a mi juicio, no deberíamos confundir la aparición de los Hurritas en Mesopotamia y en Canaán; con la entrada de los Hicsos en Egipto. Pues a mi entender, la invasión de los extranjeros en el delta del Nilo, es consecuencia de la huida de esos hittitas, hurritas, mitanios y canáneos, del desastre del Tera (no fruto de unas campañas militares preparadas). Ya que esa “victoria” Hicsa sobre Egipto se produce durante unos años en los que gran parte de los súbditos del faraón habían abandonado la desembocadura del Nilo. Todo lo que permitiría a esos que escapaban del volcán y sus terremotos -desde el año 1680 a.C.-, internarse sin grandes problemas en el delta faraónico. Por todo ello, antes de fijar la fecha de inicio del reino hicso, habríamos de diferenciar una primera etapa -anterior-, en la que los hurritas y mitanios atacan el Nilo repetidamente con sus ejércitos de caballería y carros (sin lograr hacerse con el poder allí).
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En esta hipótesis y en cronologías paralelas se mueven personalidades tan prestigiosas como Jaques Pirenne (13) ; considerando que lo más probable es que la llegada de los Hurritas a las fronteras de Egipto se produjera hacia el 1730 a.C.. Un momento que -a mi juicio- deberíamos marcar como inicio de asedio e intento de invasión bárbara; aunque no la del nacimiento del reino hicso (que se produciría tras la crisis del Tera-Santorino). De este modo, concuerdan con mayor precisión cronológica las diferentes migraciones, etapas históricas y movimientos de pueblos, sucedidos en el Mediterráneo de la época. Todo lo que comprobamos al observar cómo en fechas y circunstancias paralelas data Paul Fauré sus estudios sobre Creta Minoica (14) . Proponiendo como motivo probable para la entrada de los Hicsos en Egipto, un gran terremoto ocurrido en la zona -en el siglo XVIII a.C.- . Así, en las cronologías de Fauré vemos como hacia 1730 a.C. incluye la existencia de un gran seísmo en Siria-Palestina y la aparición tras el terremoto de los Hicsos en la zona de Canaán. Dicho desastre afectaría y destruiría también partes de Creta y Egipto, por lo que hemos de concluir que el desastre debió ser de gran magnitud y que provocó el declive del Reino Medio faraónico (que entra en crisis desde estas fechas). Asimismo, el seísmo de 1730 precedería a siglo y medio cargado de movimientos telúricos y erupciones, que azotaron y devastaron la zona durante mas de ciento cincuenta años. Posiblemente, a consecuencia de este tremendo terremoto de 1730 a.C., vinieron hasta aquellas debilitadas tierras de Canaán los invasores Hurritas–Hittitas, aprovechando las circunstancias de crisis; llegando desde Mitani (o bien de Anatolia) y pretendiendo hacerse con el Nilo y sus puertos comerciales (Biblos, Creta o Chipre). Lo que motivaría en Creta de este momento, un cambio de periodo que da paso al Minoico Medio III (conocido como “era de Los Palacios 2º”), tras sufrir una gran devastación y cambio cultural.
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Consecuentemente con lo antes expuesto y suponiendo que las incursiones Hicsas comenzaran en el 1730 a.C.; tras el mencionado primer terremoto que aprovecharían Hurritas y Mitanios para atacar el Canáan y el Nilo. Realmente el reino de Avaris no comienza hasta el 1680; culminando unos decenios después -a fines del siglo XVII a.C.-. Ello explica que Creta tenga entonces una cronología en paralelo con Egipto y que se desarrolle el Minoico Medio III en iguales años que el final del Reino Medio y el Reino Hicso del Nilo: Iniciándose en el 1730, culminando en el 1680 y acabando entorno al 1580 a.C.. Una última fecha en la que de nuevo erupciona el volcán Tera (Santorino); la isla griega más meridional, sita al Norte Creta -a una distancia aproximada de unas ochenta millas de Cnossos-.
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BAJO ESTE PÁRRAFO: Algunos de los barcos que aparecen en el famoso fresco de Akrotili; hallado en una casa palacio hundida bajo las cenizas del volcán Santorino. Fechado en el 1680 a.C., este fresco que decoraba las paredes de una vivienda destruida por el desastre sísmico, contenía la escena de una peregrinación naval (probablemente desde Tera hasta Cnossos). De tal manera podemos ver diferentes embarcaciones de la época, comprobando el gran tamaño que por entonces tenían los barcos con los que cruzaban desde Creta hasta Tera. En nuestra cita (15) comprendemos la magnitud del desastre del Tera-Santorino, que causaría grandes maremotos, destruyendo incluso los puertos de Oriente Medio y gran parte de los de Canáan -llevando nubes tóxicas, piedra pómez y lava hasta las orillas del Nilo-. Pues sabemos fue mayor que el estallido del Krakatoa. Habiendo comprendido bien lo que fué el Krakatoa, entenderemos lo que supuso ese desastre de Creta en 1680 a. C.; cuya erupción sucedería tras casi medio siglo de “avisos” sísmicos y magmáticos, provocando una última voladura hacia 1580. Casi un siglo y medio de cataclismos volcánicos, sucedidos en la caldera de Santorino; con los que podremos comprender la Historia Antigua concerniente a esta etapa que va desde el 1730 al 1580 a.C.. Pues tras reflexionar e imaginar la devastación que debió producir el Tera, en las costas de Creta, Canaán, Grecia y Egipto. Nos es fácil entender por qué entre el 1680 y el 1580 a.C. cambian todas la eras y etapas históricas de esta zona del Mediterráneo. De tal manera, en Creta cae el Imperio Minoico y se destruye esta civilización, pasándose del llamado Minoico Medio, al Reciente (dominado por Micenas). Por su parte en las islas de la futura Hélade (aún por nacer), se cierra el ciclo de Cicládico Antiguo y se pasa al Reciente; al igual que en el continente griego se llega del Heládico Antiguo al Moderno. Naciendo por entonces y debido a ello: Micenas. Pero centrándonos en los pueblos que estábamos estudiando; igualmente es en el 1580 a.C. cuando lo Hicsos comienzan a retroceder en Egipto, y unos veinte años después (hacia el 1560) el reino del Nilo es recuperado por sus antiguos dueños, quienes comienzan la etapa denominada Imperio Nuevo, con la XVIII Dinastía.
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Tras el nacimiento del Imperio Nuevo (entre el 1580-60 a.C.) los Hitittas llegaron desde Anatolia a las fronteras del Nilo. Posiblemente con el fin de ayudar a sus “socios” los Hicsos; o bien para dominar parte de la tierra de Canaán, que por entonces entró en un periodo de confusión y de grandes dificultades (tras la caída del reino de Avaris). Por su parte, los pueblos marineros ribereños de Creta y de Chipre huyen en su mayoría; apareciendo sus gentes en las costas de Anatolia y de Oriente Medio. Cuando muchos supervivientes de las erupciones últimas del los terremotos y el volcán de Tera; tras el 1580 a.C. parten de Creta y Chipre, escapando unos hacia Oriente Medio y poniendo rumbo otros hacia Occidente (Sicilia) o a la zona continental de Grecia. Pero en su mayoría parece que se establecen en las costas de Anatolia y del Sur de Canaán, muy cercanas a Chipre. “A la sombra de ellos” y de sus conocimientos en náutica, sobre construcción de embarcaciones, navegación, rutas comerciales y etc.; comienzan a “formarse” como marineros experimentados los habitantes de las costas norte de Oriente Medio. De este hecho creemos que nace propiamente Fenicia, varios decenios después de la caída de los Hicsos (aunque sobre este punto y de los pueblos surgidos en este momento, trataremos más adelante).
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Cuanto expresamos, concierne a la navegación durante la Edad del Bronce, que sabemos estaba dominada por los cretochipriotas. Tanto que hasta el siglo XVI a.C. apenas había grandes puertos, ni emporios capaces de comerciar con el Occidente mediterráneo; y los pocos existentes tan solo podemos situarlos en Creta o Chipre. Por lo que tras la caída de Creta y del mundo Hicso -en el 1580-, surgen otras fundaciones capacitadas para emprender viajes marítimos de larga distancia y que denominaremos proto-fenicias. Un momento que aprovechan los grandes puertos antiguos de Oriente Medio (como Biblos). Pues aunque Biblos existía desde milenios atrás y había sido repetidamente derrotado; es en esta “nueva” etapa cuando se pone a la cabeza de esos emporios que reciben a los huidos de Creta y Chipre; heredando los conocimientos y las rutas cretochipriotas. Comenzando un periodo en el que Biblos se independiza de Egipto; siendo así cuando realmente aparecen los grandes puertos que luego serían bases fenicias -como el famoso de Ugarit-. Por lo que nuestra teoría se basa en que los púnicos heredaron en esta etapa histórica, las rutas marítimas y los secretos de cretenses y chipriotas. Quienes huidos hasta sus costas, quizás obtuvieron el favor de establecerse en el litoral de oriente Medio, a cambio de aportar enseñanzas de náutica y orientación, a quienes les recibían en sus tierras (sobre todo el secreto de las rutas de los metales minóicas).
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JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO: Dos mapas míos. Al lado, distribución del megalitismo (desde el V al III milenio a.C.) y difusión del Vaso Campaniforme (del 2800 al 1800 a.C.). Observemos que la etapa del Campaniforme coincide casi exactamente desde la creación del Egipto Dinástico (época de las Pirámides), hasta la caída del Nilo el manos de los Hurritas y de los Hicsos (siglos XVIII y XVII a.C.). Abajo, difusión de los metales. Observemos, comparando con el mapa anterior, como igualmente el dolmenismo se extiende por la ruta del ámbar en el V y IV milenio a.C.; y luego avanza hacia las minas de oro y plata, para finalmente situarse en los yacimientos de cobre y estaño. Todo ello, a través de una cultura marinera que va difundiendo el megalitismo; preferentemente desarrollada en el litoral Atlántico europeo.
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B - 5) Israel, Creta y los Filisteos; David y Goliat:
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Exiliados primero por el volcán Tera y luego por la llegada del Hierro y las hordas indoeuropeas; huyeron los cretochipriotas en esas dos ocasiones hacia costas cercanas a Biblos y Canaán. Creando en el nuevo lugar de refugio un pueblo de origen cretense, al que finalmente llamaron Philistaios (Filisteos, tan famosos en la Biblia por ser enemigos de los hebreos). Pues todo lleva a deducir que quienes escapan hasta el litoral de Oriente Medio tras el desastre del Tera (en el siglo XVII a.C.); hubieron de formar parte del gran ejército y de la organización hicsa. Tal como muestran y demuestran los frescos de los palacios hicsos de Avaris; haciéndonos pensar que esos reyes extranjeros que conquistaron el delta del Nilo hacia el 1660, eran preferentemente gentes comandadas por cretochipriotas. Pese a ello, sabemos que fueron expulsados de territorio egipcio hacia el 1550 a.C., siendo obligadas estas élites extrajeras (llamadas hicsos) a retroceder; estableciendo por entonces sus nuevas capitales en Canaán -fundando palacios en ciudades como la propia Salem ó Jerusalen). Allí debieron cohabitar junto a los diferentes canaanitas (quizás como élite o como gobernantes) hasta que algunos de sus antecesores reaparecen; definitivamente documentados en las costas de Gaza tras la invasión de los dorios y la caída de Micenas y Creta en manos de indoeuropeas (hacia el sigo XII a.C.). Por cuanto los “verdaderos” Filisteos que conocemos por La Biblia, constituyeron esa segunda migración que llegó a Canaán procedente del mundo minóico-micénico destruido por los indoeuropeos. Llegando a las costas cercanas a Haifa, desde El Egeo, Creta y Chipre; a principios del siglo XII a.C., tras la caída de Troya y la expansión de los dorios (armados con hierro). Pero no hay que olvidar una primera migración de cretenses que vendrían al Creciente Fértil cuando escapaban de las islas arrasadas por el Tera Santorino, desde el 1680 a.C.; apareciendo ya en el siglo XVII a.C. junto a las costas continentales cercanas de Fenicia y Anatolia, y comandando la invasión hicsa de Egipto.
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Por su parte, el segundo éxodo traerá a las costas de Canaán a aquellos escapan de una Micenas derrotada y del mundo de Minos invadido por el Hierro. Quienes sabemos huyen a Oriente Medio después de la Guerra de Troya -tras las invasiones de indoeuropeas-; llegando a tierras de Palestina hacia el año 1195 a.C., donde son denominados “Gilsteos”. Un nombre (Gilsteos) dado a estas nuevas gentes venidas de Creta o Micenas, que a nuestro juicio es de origen aqueo (griego arcaico); lo que demostraría que realmente su migración fuera contemporánea a Troya. Aunque la denominación de “filis-teos” también se correspondería con el idioma que hablaron los súbditos de Minos (un dialecto aqueo, tal como Ventris afirmó). Siendo la traducción de “Filisteo” desde el griego antiguo (micenio): “los que aman a dios” (de las voces filo + teos) o bien la tribu de dios (de la palabra dios = teos unida a fulh = tribu). Pese a ello, más adelante veremos que su apelativo egipcio era “Peleshet”, y se identifica con las voces helenas que significan marinero (pelagio) o bien mercenario (pelete). Aunque más parece un nombre de origen cretense el de estas gentes exiliadas que a Canaán -tan bien organizadas estatal como militarmente-. Por lo que chocarían con los judíos al establecerse en esas tierras; al no aceptar las formas de vida semitas.
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En lo que respecta a los “otros” cretenses llegados a Canaán en el siglo XVII y XVI a.C., todo hace pensar que eran parte de las élites de los Hicsos del Nilo. Quienes debieron apoyar esas migraciones de gentes venidas de zonas cretochipriotas, hasta el litoral de Oriente Medio; proporcionando su asentamiento en tierras costeras vecinas y al norte de Egipto. De tal manera esos primeros filisteos (cretochipriotas establecidos en Canaán) servirían como marinos a los nuevos dueños del Nilo; y aunque parezca extraño, tras la caída de los Hicsos seguirían colaborando con Egipto para el control de Canaán. Pues actuarían como aliados del faraón al final del reino de Avaris, al ser sometidos por los ejércitos del Nilo, cuando renace el Imperio Nuevo (desde el 1560 a.C.). Debido a esta situación, los cretochipriotas por entonces hubieron de unirse con los más antiguos fenicios (que llamamos proto-fenicios); con quienes compartían mar y frontera. Por lo que debido a que Fenicia y Egipto eran por entonces “socios”, al carecer el faraón de flota y armada autóctona; entendemos que también desde este momento, Chipre siempre será protegida y amiga de Tiro y Sidón. Ciudades púnicas que mantendrán puertos en la isla vecina, que le servían de frontera y parapeto; ya que con esta ínsula de mar podían guarecerse de asedios y de gentes venidas de Anatolia o del Egeo. Aunque esa posible paz (o colaboración) en la que vivieron fenicios y filisteos hasta el siglo XI a.C., parece truncada tras el nacimiento del reino judío de Israel-Judá. Momento en que algunos de los filisteos se integran entre las tribus de Jacob (como hicieron los de Dan en la zona de Golán). Aunque la mayoría se verán empujados hacia la costa, teniendo como única tierra propia la de Gaza; al ser asediados por Israel y Judá -tras la conquista judía de “la tierra prometida”-.
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JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO: El rey David, por Donatello. Esta figura que instituye de Israel, unificado con el de Judá, es el vencedor sobre el pueblo filisteo. Su historia narra como siendo un “joven pequeño”, acaba con el gigante Goliat, gracias a un golpe de honda. Goliat -por su parte-, personifica a los de Gat; simbolizando a los hijos de Gaza (el pueblo filisteo del que hablamos).
Al lado y abajo: El David de Donatello tal como se expone en el Museo Barguello, Florencia (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes.





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Hacia el año 1000 a. C. se considera que los israelitas vencieron a los filisteos; quienes en teoría eran mucho más poderosos que los de Judá e Israel juntos. Pero aquellos judíos (más débiles), actuaron tan unidos que consiguieron relegarles a una franja en la costa. Sin recuperar aquellos filisteos más sus posesiones tierra adentro; debiendo vivir por siempre en aquella pequeña zona junto a las playas (ver mapas bajo estas lineas). En este periodo comienza el reinado de David, quien triunfa ante el gigante Goliat (I Paral. 20) ; historia que recoge La Biblia mencionando cómo en las fechas referidas los filisteos fueron vencidos y arrinconados en un margen del litoral mediterráneo palestino. Donde permanecieron, en esta estrecha franja de costa cercana a Haifa; viviendo allí hasta el siglo VII a.C, cuando Assur (Asurbanipal) conquistó Canaán (16) .
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Para terminar este epígrafe, diremos que nuevamente hemos visto otra de las grandes historias bíblicas y su relación con sucesos históricos, recogidos de forma legendaria en la personificación de David y Goliat (I Paralipómenos 18, 1). Donde entendemos el significado de ese “gigante” filisteo, enemigo de los judíos al que abate el “pequeño rey de Israel” con un golpe de honda. Siendo Goliat la personificación de la ciudad de Gat, el emporio principal de aquel pueblo originario de Creta, Chipre o Grecia. Por otro lado, en esta época de expansión y organización de los judíos (el siglo X a.C.) es cuando muchas ciudades, tribus y reinos asentados hasta entonces en Canaán, se ven forzados a retirarse a las costas. Huyendo algunos de las zonas cercanas al Sinaí, mientras otros se embarcaron buscando nuevas patrias, llegando hasta tierras muy lejanas, en Occidente (para sobrevivir a la expansión israelita). Debido a estas circunstancias históricas, sabemos que la mayoría de los asentados en Canaán que y no eran judíos, decidieron construir fortalezas elevadas para vivir en un recinto amurallado -en islas de las costas-. Incluso creando arrecifes fortificados artificialmente y junto a litoral de Oriente Medio (como fueron Tiro y Sidón). Por lo explicado antes, no es de extrañar que coincida la época de creación del reino de Judá Israel, con la llegada de colonizadores venidos desde Canaán hasta nuestras costas; gentes que hoy se denominan precolonizadores de iberia y que importaron objetos de tipo micénico y caánanita (17) . Todo ello en un momento en que los dorios acababan de terminar con Micenas y el Egeo comenzaba de ser dominado por gentes del Hierro.
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BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Mapa que contiene en su página 162, el libro LOS PUEBLOS DEL MAR (de N.K. Sandars; Madrid 2005 -a cuyo editor agradecemos nos permita divulgar esta imagen-). Veamos en él cómo sitúa el lugar de asentamiento de los filisteos en dos zonas: Por un lado en el litoral de Oriente Medio, en un área muy cercana a Chipre; tanto como igualmente contempla a los Peleset (filisteos) en la actual franja de Gaza. Ese doble emplazamiento de aquel Pueblo del Mar, sin duda y en nuestra opinión se debe a que aquellos que los judíos llamaron filisteos (y los egipcios peleset) eran originarios del Egeo y del área cercana a Chipre, donde primero los sitúa la Historia. Aunque hacia el año 1180 aparecen luchando en Egipto contra Ramses III, época en que se mencionan ya asentados en la franja de tierra que hasta entonces había sido egipcia y que tomó el nombre de Gaza. Voz que en mi opinión procede de Gath, ciudad filistea con un famoso héroe homónimo que llamado G-lath (Goliat). Palabras cuyo origen consideramos proceden del arameo "GLTH" y que significan: "Errantes, el que vaga, el que peregrina".
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Sandars, en LOS PUEBLOS DEL MAR, explica con detalle las turbulencias que sufrió El Egeo, Anatolia y Oriente Medio tras la caída del imperio hitita y la difusión del hierro. Un periodo que comienza en el primer tercio del siglo XIII a.C., con la Batalla de Qadesh (1274 a.C.) y se "acelera" poco después, cuando el reino hittita de Hattu entra en crisis. Culminanado hacia el 1212 a.C. con la guerra de Troya, siendo su etapa más dura la denominada "expansión de los Pueblos del Mar"; gentes errantes cuyos ataques a zonas como Egipto se documentan entorno al 1175 a.C.. Tras ello y debido también a invasiones que llegan a Grecia Continental desde el Danubio y los Balcanes, se produce un estado absoluto de deterioro en el área Oriental mediterránea; entrando en involución las culturas y estados que habían heredado a las del Bronce. Destruyéndose Micenas que había liderado desde el siglo XV a.C. el progreso en la Hélade y sus islas; civilización que procediendo desde Creta y Anatolia fue la continuadora del sistema minóico, y que había sido sucesora de las culturas de "El Bronce en el Egeo", actuando como "puente" entre el mundo hittita y Egipto. Tras la caída de Hattusa y la expansión del hierro -sucedida desde Troya-, la magnifica cultura micénica se derrumbó en pocos años, sin saberse muy bien qué pudo ser de las gentes que la conformaron. En este libro, Sandars expone una clara visión de la época, tanto como de la Historia que hubo de suceder. Recogiendo en ocasiones con claridad, cómo entre los llamados Pueblos del Mar se hallaron algunos de aquellos micenios que durante casi todo el siglo XIII a.C., tuvieron de dedicarse a navegar buscando asentamiento o nueva patria. Batallando y atacando puertos o zonas de litoral al quedarse sin su territorio, rumbo social, ni hogar. Llegando a poner sus ataques en peligro la seguridad del Egipto de Ramses III; dado que realizaban tremendas razzias con miles de soldados y centenares de barcos, pretendiendo así establecerse en tierras del Faraón.
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B - 6) Caída y final de los Hicsos, Canaán como enemigo de Egipto:
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Decíamos que en nuestra forma de ver la Historia, tras la segunda fase de explosiones y movimientos sísmicos del Tera-Santorino (1580 a.C.) retroceden los reyes Hicsos hasta Canaán, prácticamente sin combatir y por debilitamiento de sus huestes. Así, creemos que abandonan Egipto simplemente por el desastre de la erupción que provocaría de nuevo maremotos y lluvia de lava con cenizas sobre las ciudades costeras -desde el Nilo hasta Anatolia-. Por lo que en mi opinión, la caída de esta dinastía Hicsa no se debió a ser propiamente “expulsados” por los antiguos dueños de aquella tierra (como los vencedores quisieron escribir). Sino más bien a problemas de destrucción de su armada y sus puertos, por el volcán del Tera. Además, en aquel momento, los súbditos del faraón aprovecharían la situación de caos para reorganizarse y avanzar hacia la desembocadura (donde se hallaba Avaris). Viniendo desde el Sur y desde el Alto Nilo, con el fin de expulsarles; haciendo frente a los hicsos todos aquellos que se consideraban “verdaderos egipcios”. Quienes habían mantenido su cultura milenaria, consiguiendo muchos habitantes del delta no ser sometidos durante un siglo por la invasión bárbara; mientras los retirados hacia Luxor se organizaban como una resistencia -en esta capital llamada por ellos “Lunu-sema” (la Heliópolis ó Tebas, grecoegipcia)-. Donde se reorganizaron como un Nuevo Egipto Faraónico, para acabar con el reino Hicso de Avaris.
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De ese modo y tras el debilitamiento de los Hicsos, los viejos egipcios consiguen expulsarlos promoviendo un renacimiento; dando así paso al Reino Nuevo. Que comienza en este momento -entre los años 1580 y 1560 a.C.-; manteniendo el poder en Luxor (donde lo situaron desde el comienzo del Reino Medio; en el 2050 a.C.; con una capital escondida a centenares de kilómetros y muy lejos del mar; fuera de los posibles ataques extranjeros). Allí, los “verdaderos egipcios” promueven tras la caída de esa dinastía bárbara, la expulsión o la esclavitud de todos los habían colaborado con esos reyes extranjeros. Pueblos en su mayoría llegados desde Canaán; entre los que se encontraba el hebreo -que como hemos dicho habría entrado con los hicsos en el delta, para establecerse allí como una burguesía comerciante y con capacidad de organizar gestiones de tesoro y administración-. Así caerían en desgracia, pues tras siglo y medio de dominio extranjero fácil es imaginar la sed de venganza que los egipcios antiguos tenían hacia los colaboradores de los hicsos. Tanto era ese odio, que fue denostada la misma ciudad de Biblos; que durante miles de años había sido tenida por sagrada y aliada del Faraón . Pasando a considerar a los bibliotas unos grandes traidores; afirmando los egipcios que Biblos había iniciado una política de expansión, aprovechando el gobierno Hicso, sin ayudar a sus “hermanos” faraónicos y vendiendo a su propia nación. Siendo así como hacia el 1570 y el 1550 a.C., Ahmosis y Tutmosis II expulsaron definitivamente a aquellos “ gobernantes extranjeros” del Delta, que según narran las crónicas de los mismos egipcios eran “reyes pastores, tiranos e ignorantes, bajo cuyo reinado no hubo prosperidad” (18) .

Este periodo de dominación bárbara, llevaría a Egipto a tener un fuerte sentido patrio y a fortalecerse militarmente; pero sobre todo a desear destruir Canaán (de donde consideraban procedían aquellos invasores). Llegando los egipcios hasta las tierras vecinas, en diferentes incursiones; donde atacan y en gran parte, acaban con ciudades tan importantes como la de Biblos. En esos primeros avances territoriales de Egipto, llegan a dominar la zona del Líbano por completo. Tras ello, se alía Tutmosis II con el reino de Mitani (unidos a Babilonia) para repartirse Canaán y someterlo totalmente; creando así un fortísimo imperio faraónico que comprendía Líbano y Siria, llegando hasta el Eúfrates. Pues tanta era la furia de los del Nilo en estos años contra los pueblos originarios de Canaán; que un siglo después de la caída del los Hicsos, Tutmosis III en 1462 a.C. atacará Mitani por el Eúfrates para controlar totalmente a los semitas (recordemos que esta civilización mesopotámica de Mitani, había sido de fundación Hurrita -de igual raíz a la de los Hicsos-).
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Es esta la época del “gran renacimiento” y gloria egipcia, en la que se crea un periodo de arquitectura incomparable, y -entre otras maravillas- el famoso Valle de los Reyes, así como innumerables templos junto a su capital (la actual Luxor). Pese a ello, el nuevo reino renacido (el Imperio Nuevo) ya no se acercará tanto al Mediterraneo, como hicieron los antiguos reinos con capital en Memfis; y ese Egipto posterior a los Hicsos, permanecerá siempre temeroso del extraño (hasta xenófobo, cerrado en sí mismo). No deseando que los extranjeros conozcan sus entrañas sociales, ni menos sus secretos -religiosos o de ciencia-. Pretendiendo alejarse de otras civilizaciones a quienes se limitará a someter; más que conquistarlas y a civilizarlas, como antaño había hecho. Por su parte, los canaánitas que no huyeron del Nilo al caer el mundo Hicso, pasarían a la peor situación en la Sociedad faraónica (esclavos); al igual que cuantos prisioneros hicieron en Oriente Medio los ejércitos egipcios. Quienes continuamente acosaban aquella zona de Canaán, que durante este periodo del Reino Nuevo se intentaban liberar -como podía- del yugo egipcio. Lográndolo tan solo algunas ciudades muy fuertes, principalmente las situadas en costa y unidas a la organización filistea; porque los filisteos debieron servir a los egipcios por entonces como aliados -actuado como mercaderes y sobre todo de transportistas marítimos-. Pues la invasión faraónica de Canaán y de las zonas limítrofes en esos años fue tan severa, que hasta los cedros del Líbano pasaron a ser adquiridos como recaudación de impuestos. Debiendo pagarlos obligatoriamente Biblos y las ciudades adyacentes; dejando de ser así los egipcios compradores o aliados de la zona y cuyos cobros e impuestos en tiempos de los Tutmosis (II, III y IV) fueron verdaderamente duros. A estos faraones citados, le suceden los Amenotheps; entre los que Amenofis II y III actuaron con menos militarismos y con más dedicación a la cultura. Relajando un tanto el yugo sobre Canaán y las fronteras (pese a que conservaron el Imperio Medio y su gloria). Llegándose así hasta el momento en que un rey “extraño” decidió reformar la religión y el país del Nilo.
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JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO: Dos fotografías tomadas en el Museo de Luxor y en el de El Cairo (a los que agradecemos nos permitan divulgar nuestras imágenes). Al lado: Akhenatón el faraón hereje. Abajo: Máscara de oro del sepulcro de Tutankhamón -tal como la exhibe el Museo arqueológico de El Cairo, al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-. De este rey sabemos con certeza que comenzó llamándose Tutankh-Atón (el que vive en Atón). Aunque tras lograr reconciliarse con el clero antiguo del Nilo, devolvió el pleno dominio al sacerdocio, regresando al culto de Amón y tomando el nombre con el que le conocemos (cuyo significado fue “el que vive en Amón”). No sabemos si era hijo de Akhenatón (como muchos consideran) o si fue simplemente uno de sus yernos; aunque sí está clara la función que cumplió, regresando a los cultos antiguos y desechando la herejía impuesta por Amenofis IV. De igual modo, parece que la tumba que ocupó fue la de Nefertiti (mujer principal de su padre); vaciada para poder albergar rápidamente a este rey que murió con tan solo diecinueve años. Todo ello hace pensar en un verdadero odio hacia Akhenatón y sus creencias por parte de quienes le continuaron, tanto como para llegar a desahuciar a Nefertiti de su última morada. Estas profundas crisis religiosas y familiares, llevaron a que tras Tutankhamón llegasen al trono de Egipto el visir y suegro de Akhenatón (Ay) y después un general del mismo Amenofis IV (Horemheb); finalizando así la dinastía XVIII.
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B - 7) Akhenatón el rey “hereje” y el Yahvismo de los judíos:
En el 1377 a.C. (fechas aprox. +/- 30 años) sube al trono Amenofis IV, el gran “rey hereje Akhenatón”, quien dedica todo su reinado al “florecimiento” cultural y espiritual; pero sobre todo a la reforma religiosa que decide llevar a cabo. Una “herejía” con la que intentó imponer lo que se ha denominado “el monoteismo” de Egipto; transformando gran parte del culto y costumbres del Imperio hacia la veneración a un dios único (Atón). Sus cambios llegaron hasta el punto de modificar la capital del reino, que ya dijimos habían situado en el actual Luxor hacia el 2050 a.C. -por motivos de defensa y de nueva política-. Poniendo la nueva ciudad y corte en la llamada Akhenatón; una urbe “bautizada” con su mismo nombre -que significaba el “Horizónte de Atón- ubicada junto a la actual Amarna (en la ribera del Nilo, a medio camino entre Luxor y la desembocadura). Por su parte, el monoteísmo de Amenofis IV -del que tanto se habla-, no fue más que una reforma en la que se sustituye al rey de las divinidades (Amón), por el nuevo dios único: Atón (personificado en el disco solar). Un culto que ya se había iniciado en época de su padre (Amenofis III); aunque la transformación religiosa del hijo fue de carácter más reaccionario. Tanto como para perseguir a quienes venerasen al antiguo dios. Así este faraón llamado “hereje” y que reinó unos diecisiete años, ordena destruir todas las estatuas del antiguo Amón y sustituirlas por la imagen de Atón; del mismo modo que borra el nombre en las inscripciones de Amón-Ra, obligando crear nuevos templos y bajorrelieves en favor del dios único representado en el disco-Sol (Atón). Asimismo, Akhenatón, bajo este nuevo rito se inviste como pontífice supremo; aunque con ello lo que realmente buscaba era restar poder al sacerdocio, para detentar todo el gobierno desde la corona.
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Pese a todo, el credo del antiguo Egipto se dirigía a un solo dios-rey; en la forma del Sol (Ra), muy similar al que proclamará luego Akhenatón. Y por cuanto hemos expuesto, no nos debe quedar la menor duda de que en las posteriores creencias de todo el Mediterráneo Oriental, será fundamental la historia de Osiris primigenio; como “dios padre” -dios único y creador verdadero-. Por todo ello, afirmar que Akhenatón pretendía instituir el primer monoteísmo con fines filosóficos, creemos que pudiera ser tan erróneo como considerar que la armonía de las estrellas fue una idea de Platón (ya que este filósofo la copió literalmente de los textos y de las enseñanzas de los pitagóricos -principalmente, los que compró a la familia de Filolao-). Pero el hecho importante es que el faraón trató de imitar cultos canaaneos y mitanios de su época; seguramente para llegar a una confluencia con estos pueblos vecinos (19) .
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Nota: Terminaremos este capítulo recogiendo cuanto se relata sobre las figuras de Abrahám y sus descendientes, en Antigüedades Judías y en el Libro del Génesis. Tomaremos la traducción de Flavio Josefo -publicada por J.Farré- (20a) y la versión de La Biblia de Casiodoro Reina, revisada por Cipriano Varela -1569 y 1602- (20b) .
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JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO:JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO: Dos fotografías tomadas en el Museo de Arqueología de Valencia -al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-. Observamos vitrinas que exponen diferentes jarros de gran tamaño pertenecientes al Bronce Final Levantino (datados entre el 1400 y el 1100 a.C.). Esas fechas marcarán el término de la Edad del Bronce; un periodo que en tierras del Levante finaliza paulatinamente desde ese siglo XIV a.C. y comienza a terminar hacia el X a.C.. Cuando aparecen en su litoral los nuevos visitantes que el Hierro empuja o trae hasta nuestras costas. Curiosamente, ese “movimiento” de los primeros precolonizadores hacia la Península Ibérica, se produce en las mismas fechas que el Éxodo judío; que se inicia hacia el 1400 y culmina en el 1000 (cuando finalmente se crea el reino unificado de Israel Judá). Un momento histórico marcado por la aparición del nuevo metal férreo y por los sucesos e invasiones que generará ese comienzo de la Edad del Hierro.
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C) PERIODO MOSÁICO: EL NACIMIENTO DEL PUEBLO HEBREO Y FENICIO:
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Continuando con las religiones de Canaán, ya hemos visto cómo la historia judía contiene su episodio más transcendental hacia el siglo XIX a.C.. Donde la aparición de Abrahám y del Dios de Judá, tiene como misión que no se realice el rito común de inmolar al hijo mayor. Narrando el Génesis (22) el modo en que Yahvé envía un Angel, que ordena a Abraham no sacrificar a su primogénito, cuando ya se disponía a asesinarle; indicando donde hay una zarza en la que está atrapado el carnero que ha de sacrificar en sustitución del hijo. Este episodio es el que marca la diferencia verdadera entre el pueblo judío y los demás de Canaán; incluso entre los hebreos y otras tribus sináicas de igual origen racial, pero que permanecían con los ritos de inmolaciones humanas. Puesto que hemos de suponer que aquellos que no admitían estos ritos del Baal, se verían expulsados de las ciudades y obligados a vagar por el desierto (21) . Debido a ello, hemos de entender al pueblo judío como aquellos que preferían vivir fuera de las urbes protegidas y amuralladas -errando por Canaán- antes de someterse a la inmolación del hijo. Generando así un pueblo propio, que nacería entorno al 1850 a.C.; hechos que La Biblia explica en la figura de Abrahám y que sitúa en tierras de camino entre Ur (Babilonia) y el Sinaí. Lo que según el Antiguo Testamento, sucedería en el monte de Moriá y en la ruta que seguía este pueblo pre-israelita al vagar entre Egipto y Babilonia. En un altozano cuyo nombre se repite en la colina donde Salomón edifica su templo; aunque el nombre de Moirá habríamos de interpretarlo más bien como los “montes Ammorreos” -ver citas (22) y (23) -.
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C - 1 ) El culto mosáico, la crisis de Akhenatón y el nacimiento de Israel:
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En la época en que se fecha la existencia de Moisés (sobre el siglo XIV a.C.) parece que pudieron introducirse las religiones semitas en Egipto; quizás por la mano de Akhenatón, o de alguno de sus antecesores. De tal manera, no sería raro que las reformas religiosas de Amenofis IV -ya iniciadas por su padre-; que buscaban alianzas entre los egipcios y los territorios del Sinaí e incluso de Mesopotamia. Incorporasen esos ritos de inmolación a la religión del Nilo; importando aquellos cultos del Baal. Donde en su estado más bajo -o en templos de los humildes-, se ofrecían los nacidos primero de los animales; pero en cuya escalera de rituales y en el nivel más alto, se inmolarían primogénitos. Siendo obligada la entrega de sus hijos a nobles y principales; algo que finalmente provocó en muchos casos que el pueblo exigiera a los reyes que hicieran lo mismo, por su mano y con su primer vástago. Narraciones como la de Ifigenia en la Iliada o el mito griego de Frixo y Helene; nos recuerdan estas ceremonias en las que los monarcas finalmente debían inmolar a sus hijos, para que su pueblo se salvase. Narrando circunstancias históricas, donde los monarcas se vieron finalmente obligados a matar con su propia espada miembros de su prole (so pena de que el pueblo asesinase o esclavizara a la familia real); ara calmar la sed de sangre de sus súbditos. Por todo lo que concluimos que los Baal semíticos y canaaneos, fueron los que pudieron influir en la reforma de Akhenatón. Aunque es probable que asimismo esa reforma monoteísta, pretendiera incorporar cultos hebreos; al conocer el resultado final que conllevaban aquellos ritos cruentos. Tras los que el pueblo, en muchos casos, terminaba sublevándose a los monarcas, cuando tras inmolar infantes, los tifones, las epidemias o hambrunas, no terminaban; exigiendo entonces los sacerdotes que el rey hiciera lo mismo con sus propios hijos.
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Lo antes expuesto nos haría comprender el origen de la famosa ceremonia judía denominada “Rescate”, que traducida al sistema piramidal egipcio supondría una sucesión de pagos y ofrendas, de mayor a menor valor y forma escalonada. De tal manera, mientras en templos de zonas humildes del Nilo sacrificaban peces -por un motivo-. Para la misma razón ceremonial, en un altar más rico, se precisaría dar muerte a animales de mayor valor (por ejemplo, aves). A su vez, en otros recintos sagrados más importantes se precisaría para un caso igual el sacrificio de varios pájaros, que a su vez se equipararía con el de un cordero. Asi como el de varias ovejas valdría como la inmolación el de un asno; tanto como la ofrenda de dos o más burros, equivaldría la de un buen caballo o de un toro. Todo ello siguiendo una escala piramidal, donde la muerte del ganado se equipararía escalonadamente con la de los animales más valorados por los egipcios, como el gato o el perro (a los que se llegaba a momificar). Procediendo así al ofrecimiento en el templo de las mascotas mas queridas por sus amos; los caballos, asnos y las reses superiores -de gran coste económico-. Todo ello, en rituales donde su carne no se comía, sino se ofrecía al dios (en nombre o efigie del Faraón). Lográndose una cadena piramidal que terminaría con la liberación o muerte de seres humanos en los templos; en una ceremonia que generaría el posteriormente llamado “rescate”; sobre el que la Biblia nos explica su culto y significado, del modo que en cita (23) analizamos.
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IMAGEN, ARRIBA: De nuevo, el altar de Tell Beer Sheva, del que decíamos en artículos anteriores que se fecha antes del siglo VIII a.C. (es un dibujo mío, donde represento el ara tal como fue hallada en los años setenta por el profesor Aharoni). En otros estudios analizábamos esta pieza, que actualmente está en el Museo de Jerusalén, comentando se trataba de una mesa pétrea de holocausto, con "cuernos" en las esquinas (a juicio de Aharoni mediría 5 x 5 Codos S.H. -262,5 x 262,5 centímetros aprox.- por 2 codos de alto -105 ctms.- aprox-). Tiene como hecho extraño que en una de sus puntas se grabó una cobra, lo que a mi juicio sería fruto de los expoliadores o bien puede tratarse de una profanación. Pese a ello, el profesor Hitchcock -uno de los mayores especialistas en aras de este tipo canaaneas- considera que pudiera ser una figura de época, simbolizando aquella sierpe la fertilidad -de hecho hay pasajes mosáicos que refieren ofidiolatría-. A continuación analizamos la posible relación entre esas mesas sagradas canaaneas y las aparecidas en tierras de Tartessos.
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IMAGEN, ABAJO: Otro dibujito mío, aunque en este caso es una recreación del altarcillo de suelo hallado en El Carambolo (Sevilla).“Ashera” sagrada tartessia, fechada entre los siglos VII y VI a.C. y que guarda la forma de un pellejo de buey; igual que el colgante del tesoro encontrado en el mismo recinto sagrado -sobre ese cerro de Camas llamado Carambolo-. El diseño de los altares de Tartessos se corresponde exactamente con las exigencias y descripciones que el Antiguo Testamento determina para las mesas de holocausto judías -aunque los laterales semejan las patas del bovino, en vez de sus cuernos-. Pues tal como manda El Levítico, debían ser realizadas sobre las arenas del terreno, sin decoración alguna y tan solo aprovechando la tierra (en forma de pequeño montículo, sobre el que habrían de sacrificar los hebreos a Yahvé). A mi juicio, estas asheras tartéssicas tienen una conexión plena con los altares judíos, adornados con cuernos; que en principio de realizaban en las arenas (tan solo aprovechando algunas piedras). Ello explicaría la aparición en la Península de esas mesas sagradas con diseño de cuero bóvido, en zonas de influencia semítica; lo que a mi entender no se produjo por una importación propiamente fenicia, sino llegada desde el Canaán judío (o filisteo). Puesto que no hay dato alguno que confirme el uso de asheras rituales con forma de toro entre los púnicos, mientras sí existen entre los cretochipriotas y los hebreos (más concretamente ente los filisteos, un pueblo conformado en gran parte por huidos desde Creta y Chipre tras las invasiones del Hierro, refugiados en Canaán y muchos de ellos mezclados o integrados entre las tribus de Israel).
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Acerca de los israelitas y su relación con Akhenatón, como dato importante hemos que destacar nuevamente que en hubo dos tribus hebreas consideradas de origen egipcio: las llamadas de Efraim y de Manases. Dichos grupos son los que fundan el reino de Judá (ajeno al de Israel) y se consideran llegados tras la época de Akhenatón al Jordán; creyendo que se establecen en este momento al Sur de Canaán. Por su parte, el Génesis nos dice que Efraim y Manasés eran dos hijos gemelos de José; nacidos de ese hebreo (que llegó a visir del faraón) y de su mujer egipcia. De tal manera, estas dos tribus se pueden considerar una personificación de posibles migraciónes desde el Nilo, tras la herejía de Akhenatón -en épocas cercanas a Ramsés II (tal como la Historia recuerda)-. Quizás, la huida de dos pueblos; uno de linaje más faraónico y otro con raíces hebreas. Todo ello pudiera relacionarse con el Éxodo; aunque hemos de tener muy en cuenta que tan solo se comprendería la venida desde Egipto de dos de las Doce Tribus. Por lo demás, dichos grupos de Efraim y Manasés parece que tenían un orden y unos cultos muy distintos a los comunes entre israelitas. Tanto, que establecen un reino aparte, llamado Judá y que apenas se unifica unos setenta años con el de Israel (durante los periodos de David y Salomón). Este pueblo es el llamado Yahvista y el que mas influye en muchos de los posteriores cultos de los judíos; pues al ser más conservador y teocrático, fue el que siempre resistió más al invasor y no se dejó subyugar fácilmente. De tal manera, habríamos de hablar tan solo de este origen egipcio, en los hebreos de Judá; una nación muy relacionada con Amenofis IV. Mientras el reino de Israel -que corresponde a las tribus restantes-, no procedería de este Éxodo y su aparición en Canaán sería muy anterior. Seguramente establecidos en el Creciente Fértil cuando los hicsos retroceden y son expulsados de Egipto -hacia el 1580 a.C.; con la creación del Nuevo Imperio y la derrota de “los extranjeros”-.
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Regresando a la situación de Egipto durante el reinado del faraón hereje; es fácil comprender el modo en qué se escinde y entra en crisis en tiempos de Akhenatón, dividida en partidarios y detractores del nuevo culto (24) . Tanto, que el fanatismo de unos y otros hunden el Nilo en unas grandes convulsiones, que casi hiceron desaparecer el reino de Egipto (un debilitamiento tan solo similar a la situación que produjo la llegada de los Hicsos). Por su parte, los Hittitas aprovecharán esta situación de conflictos internos; llegando desde Anatolia a tierras del faraón y arrollando todos los puestos avanzados que tenía Egipto hasta el Norte de Siria. Alcanzando Líbano y aliándose con los Canaaneos, quienes les ven como libertadores y les facilitan el camino hacia el Sur. De ese modo consiguen los hittitas en pocos años dominar desde el Líbano al Sinaí -con alianzas o victorias- ; alcanzando -por el este- hasta la entonces egipcia Mitani, creando así los de Hattusa un imperio de extensiones desmedidas. Por su parte, algunas ciudades Oriente Medio, que estaban ocupadas por egipcios -como lo fué Biblos-, deciden continuar fieles al faraón, pero Akhenatón no envían ayuda a sus fronteras y pronto caen pasto de los caudillos Caananitas sublevados; quienes ayudados por los Hittitas destruyen los emporios y bases faraónicas. La fama de Egipto se desvanece y nadie puede permitirse mantenerse ya fiel a Amenofis IV (Akhenatón); quien mientras su reino se hundía, dedicaba sus principales esfuerzos a que los egipcios adorasen a Atón en vez de a Amón... .
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De este modo, el reino del “Faraón hereje” se convierte en una anarquía y en ese periodo de declive -dicen- aparece por primera vez en la zona del Sinaí un pueblo que los del Nilo llamaron “Apiru” (voz que creemos se traduce como “los del otro lado”). Dichos Apiru (o Hapiru) son según muchos autores los que luego se llamarían hebreos; quienes durante el reinado de Akhenaton se intentan establecer al Oeste del Jordán y más tarde parece que consiguen hacerlo al Este de aquel río. Pese a todo, en nuestro modo de ver, quizás es entonces cuando los hebreos (o Apiru) se escinden definitivamente de Egipto, huyendo a tierras más lejanas, al otro lado del Mar Rojo. Numerosos historiadores creen que es por entonces cuando huyen del Nilo (fechando en esa época El Éxodo), pero no debemos de pensar tanto en una huida como en la circunstancia real de que en ese momento Egipto pierde la hegemonía sobre esas tierras de Canaán y del Sinaí. Que sin tener un señor, ni un gobernante; obligan a aquellos que las habitan, a organizarse de forma independiente y autosuficiente.
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Es decir, que quizás la crisis de Akhenatón, provoca la necesidad obligada de organizarse -en reinos propios- a todos aquellos que por entonces habitaban en Canaán o en el Sinaí (quienes habían sido dominados hasta esos días por el faraón). Sobre todo, ante la llegada de otros tiempos; en los que los egipcios no gobernarían esas tierras ni protegerían más a los habitantes de Canaán. Pues muy pronto aparecería en escena el Hierro. Un metal ya conocido y “forjado” en Anatolia en época de Horemheb (uno de los herederos del trono de Akhenatón); que pocos decenios más tarde otorgaría a nuevos pueblos la hegemonía mundial, al lograrlo templar hecho acero.
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IMÁGENES, AL LADO Y ABAJO: Junto estas lineas, altar tartessio hallado en de Coria del Rio. Se trata de una mesa ritual hecha con tierra compacta y cuya forma recuerda a la piel de un bovino. Su diseño es asimismo igual al del pectoral más pequeño en el tesoro de El Carambolo. En la foto -bajo estas lineas- vemos estos colgantes, tal como los muestra una vitrina del Museo Arqueológico Nacional, donde se encuentra la reproducción de el ajuar hallado en El Carambolo (agradecemos al MAN nos permita divulgar su imagen). Asimismo podemos observar en la parte alta de la foto; un dibujo con el altar de El Carambolo, construido sobre el suelo. Muy parecido al anterior -de Coria- tanto como a los colgantes en forma de pellejo.
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C - 2 ) El Éxodo, Moisés y la caída de Egipto (Ramsés II y sus alianzas con Hattusa para lograr doinar Canaán):
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Tras la decadencia de Akhenatón y cuando logran independizarse definitivamente de Egipto; los israelitas recordaron una dura historia de cautiverio y enemistad con el Faraón (25) . Momento en el que creemos surge la figura de Moisés y también en el que aparecen los denominados “Apiru” en territorios del Jordán. Apiru ó Hapiru (Hebreos) que más bien hemos de identificar con las tribus de Manasés y Efraim, quienes más tarde conforman el Estado de Judá (como reino del Sur y distinto al de Israel). Aunque ello no explica plenamente la historia bíblica que nos narra El Éxodo, en la que un hombre de origen levítico, criado entre los faraones, es quien lleva al pueblo de Israel hasta le Tierra de Canáan. Para comprender la personalidad de este salvador de los judíos -llamado Moisés-, hemos de avanzar un poco más en la Historia de Egipto; estudiando lo sucedido tras la muerte de Akhenatón, siéndonos así más fácil comprender a quien personifica esta figura mesiánica. Pues sabemos que tras el fallecimiento del “rey monoteista” en el 1362 a.C (+,-) la anarquía se adueña de un dividido Egipto; que heredará su yerno (hijo, o pariente): El famoso Tutankhamón. El nuevo soberano abjura de la religión de su antecesor, e intenta reconvertir el reino al sistema antiguo; reponiendo la capital en Tebas y sustituyendo la que fundó Akhenatón -con su mismo nombre, en el término medio del Nilo; ciudad que así fue destruida y olvidada-. Tutankhamón (que en vida de su suegro se llamaba Tutankh-Atón, en honor del Atón) pronto pasa a denominarse como mandaba el antiguo culto a Amón, para honra y orgullo del dios anterior a Akhenatón -ya restituido-. Así, el nuevo rey, se reconcilia con los sacerdotes y vuelve al culto de Amón, mandando destruir los templos, palacios y hasta las tumbas y esculturas realizadas por Akhenatón.
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En dicha decadencia del reino de Egipto, donde llegaban a asesinar al joven faraón; los que le suceden solo intentan reconquistar diversas tierras perdidas y algo del orden olvidado. Así se llega -tras Hotrembeb- a Ramses I, y luego a Seti I en 1319 a.C.. Reyes guerreros que pretenden la reconstrucción del Reino Nuevo, con campañas en Siria y Líbano, durante los cuales hemos de imaginar que los hebreos aún permanecían en semi esclavitud o huyendo de Egipto; mientras en las fronteras de Oriente Medio se libraban múltiples batallas. Finalmente, sube al trono el famoso Ramsés II, quien deseoso de reconquistar Canaán, pierde la guerra frente a los Hittitas en 1299 a.C. (en Siria y Líbano); derrota tras la que jamás volverá a gobernar Egipto plenamente aquella zona. Por este motivo, sobre 1283 a. C. (+,-) teóricamente los hittitas y egipcios se reparten Canaán en dos mitades; pero realmente ya ni unos, ni otros, la dominarán plenamente, pues están naciendo en el Creciente Fértil nuevos reinos y ciudades (entre los que se encontrarán los Estados fenicios y los judíos). Ramsés II se casará entonces con una princesa Hittita, para forzar el dominio de Oriente Medio; pero tras ello realmente, tanto Biblos como otras ciudades costeras -y casi todo Canaán-, pasan a ser considerados de algún modo tierras enemigas de ambos imperios y de frontera entre esos dos “dominadores”.
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Ello produce un fuerte sentido nacional común entre los habitantes de aquellas zonas; intentando así fenicios, caananitas y judíos, independizarse del vasallaje del Nilo. Hasta el mismo Biblos comienza a ser totalmente autónomo, consiguiendo marcar una frontera con Egipto y con los Hittitas (lograda plenamente sobre el siglo XII a.C.). A todo ello se sumarán dos hechos, que posteriormente trataremos y que son: La aparición de los Pueblos del Mar, pero sobre todo la del Hierro. Lo que desde el siglo XII genera unas nuevas migraciones y una nueva etapa en Oriente Medio. Un periodo durante el que se crean las tres civilizaciones que perviven en Canaán: La Fenicia, el reino de Judá-Israel y el de los Pueblos del Mar (los huidos del Hierro). Quienes habitaron la zona promoviendo gran prosperidad durante unos cinco siglos; hasta que los Babilonios atacan toda Asia Menor en el 722 a.C.; llegando a destruir sus ciudades principales -unos ciento cincuenta años después-. Pero antes de explicar cómo nacen, se desarrollan y caen estas civilizaciones (que vivieron en Canaán y colonizaron el Sur peninsular español por tantos siglos), explicaremos el sentido de algunas de sus figuras históricas más importantes.
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ABAJO: Altar de Beersheva, tal como lo muestra el Museo de Jerusalén (al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Estas asheras sagradas estaban construidas tan como ordenaba El Levítico: Con unas piedras, sobre la arena y sin apenas más recursos. Finalmente se sincretizaron con asheras venidas de otros cultos (especialmente con los micenios y los cretochipriotas); por lo que sus cuernos pasan simbolizar al mismo dios, o al poder. De tal manera eran atributo de deidad sus astas, que para pedir asilo al templo habían de agarrarse a una esquina de estas mesas, pudiendo los sacerdotes conceder protección al que allí se sujetase. Aunque si altar perdía uno solo de sus cuernos, quedaba sin valor y se consideraba profanado. No pudiendo cumplir con sus funciones sagradas y menos con la potestad de asilar o salvar al que allí se asiera. Esta potestad del cuerno, que asimismo el pueblo judío ritualizaba en el sonido del “shofar” (trompeta sagrada construida con el asta de carnero), nos habla de cultos venidos de la ganadería. Especialmente de religiones ancestrales, donde las reses tenían un simbolismo fundamental; por cuanto asir al ganado por los cuernos, significaba vencer al animal. De allí procedería el valor de las esquinas en los altares judíos; un simbolismo que quizás tuvieron también los laterales de las mesas sagradas de Tartessos (igualmente con forma de bovino).
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C - 3 ) Moisés como personificación de los canaáneos navegantes, que se enfrentaron a Egipto (teoría propia):
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A mi modo de ver, la conclusión lógica ante lo que leemos en El Antiguo Testamento, creemos sería pensar que: En los ciento cincuenta años que median desde la muerte de Akhenatón, hasta el final de la XVIII Dinastía (desde el 1358 al 1200 a.C. +,-). Los canaaneos que habían vivido bajo el yugo egipcio, tras el comienzo del Reino Nuevo; luego van liberándose gracias a la decadencia de Egipto. Asimismo, se hace evidente, la existencia de un pueblo de origen canaaneo que vino a vivir cerca o en el mismo Delta del Nilo -durante el periodo Hicso-. Gentes que se quedan en el tierras del faraón o en la frontera egipcia, siendo subyugado o semiesclavizado, tras el nacimiento de la XVIII Dinastía (con la caída de los monarcas extranjeros). Pueblo o tribus que habrían llegado desde el Sinaí; como comerciantes, emigrantes o colaboradores de esos reyes Hicsos. Que se relacionaban con los Apiru (Habiru o hebreos) que vemos citados desde Akhenatón como gentes que van asentándose junto al Jordán. Cuando muchos de los que quedaron bajo mandato del faraón, tras las crisis y las muertes de Amenofis IV y de Tutankhamón; finalmente decidirían huir de Egipto e irse a las inmediaciones del Jordán. Lo que consiguen gracias a la ayuda de algunos egipcios y hasta de miembros de la realeza del Nilo; quienes o bien huyen con ellos -debido a estas crisis-, o bien les apoyan a salir del territorio, al estar emparentados religiosa o familiarmente con los israelitas.
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Esta última creemos que es la conclusión lógica y no podemos aceptar otras teorías como las de magníficos especialistas, tales como Campbell (26) ; quien extrañamente desestima toda posibilidad de hechos históricos en El Éxodo. Siendo la teoría generalizada, que este texto recoge lo que sucedió (de manera idealizada) del mismo modo que sucede con la Iliada; redactada siglos después de que se acontecieran los hechos y en un texto con carácter legendario. Pues aunque el libro de Homero sea un poema épico que narra sucesos del siglo XIII, solo pudo ser escrito en el VII a.C. (cuando los griegos habían creado su alfabeto, cuyos comienzos se datan en el 700 a.C.). Pese a todo, las evidencias arqueológicas manifiestan gran parte de la veracidad histórica del Éxodo o de la Iliada; (no de lo narrado, pero sí de lo acontecido). Diciéndose por ello (de seguro) que su autor, fue el gran ciego-poeta; una invidencia que obliga a entender que jamás pudo escribir la obra, y que en todo caso, la recitaba de memoria... .
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Lo que nos lleva a pensar que el significado del mismo Homero -como ya dijimos en otros estudios- es el de la personificación de esos poetas o aedas (trovadores y bardos griegos) que cantaban versos heredados, guardando la memoria histórica en poemas cantados (que siglos después, otros escribirían). Del mismo modo, El Génesis y El Éxodo hubieron de mantenerse cantados y recitados en versos; cuidadosamente guardados durante milenios, posiblemente junto a melodías muy similares a las que aún entonan los judíos. Por cuanto expresamos, es importante lograr descifrar el significado de lo que Él Génesis y El Éxodo nos narran. Cuyo valor sería incalculable, pues ha de suponerse que se mantuvo en la memoria de los judíos durante miles de años (hasta llegar a escribirse). Dicha memoria -no escrita- es lo que nos obliga a destacar aún más todo ello; pues demuestra que durante milenios se puede recordar una Historia y unos orígenes, trasmitidos de padres a hijos de manera inalterable.
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Volviendo a Moisés y su significado dado por Campbell, verdad es que su personaje esconde unas claves mitológicas comunes a muchas otras leyendas mediterráneas o mesopotámicas. Pero si tuviéramos que analizar lo que significan esos niños arrojados al mar y salvados, que luego reinan; a mi entender su figura se explicaría del siguiente modo: Siendo mitos o leyendas que personifican a “culturas” o “pueblos” surgidos del mar y a gentes llegadas cruzando los mares, que logran colonizar o gobernar unas tierras (como los griegos, los fenicios o infinidad de navegantes llegados hasta un lugar que más tarde convirtieron en sus dominios). Debido a ello, todos se relacionan con la “navegación”; tanto que como dice la Biblia: Moisés significa “nacido de las aguas” (27) . Al igual que el nombre de Habis tiene el mismo sentido (nacido de las aguas); o tal como Rómulo y Remo, se relacionan con la acción de navegar, salvar el agua y remar (del latín Remo=Remus y Remigo=Remar). Por ello, creemos que el Moisés histórico pudo ser un familiar del faraón, que ayuda a cruzar el Mar Rojo a los israelitas (tal como defendía Freud). Quizás un príncipe o un noble de la casa de Akhenatón (relacionado con gentes del mar, con los Hicsos o con Biblos); que decide escindirse de Egipto y fundar un nuevo reino al otro margen del Mar Rojo, para lo que se sirve de una parte de los esclavos del faraón, a los que apoya en su huída (28) .
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ABAJO: Moisés colérico, rompiendo las Tablas de la Ley, al ver adorar a su pueblo el becerro de oro (grabado de Gustavo Doré). Este pasaje bíblico muestra el modo en que Israel todavía en pleno Éxodo, practicaba ritos pertenecientes a diversas religiones de la Edad del Bronce y de culturas coetáneas (como la minóica o la egipcia).
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De tal manera, si interpretamos a nuestro modo la figura de Moisés, concluiríamos que ese príncipe faraónico sí puede ser la personificación de los pueblos proto-hebráicos. Entendiendo por proto-hebreos a las ciudades y culturas caananeas de esa época: Los Fenicios, a los habitantes Canaán y a los de las zonas de Biblos, Tiro, Sidón etc.; los llamados “Apiru” (“del otro lado”) que ya desde este siglo XV a. C. van tomando gran relevancia. Tanta como para poder liberarse de Egipto y crear sus propios reinos (o ciudades estado en las costas de Oriente Medio). De tal modo, al igual que Rómulo y Remo -o Habis- personificaron las primeras civilizaciones y pueblos llegados por mar hasta Italia, o a nuestras tierras. Moisés también pertenecería (a mi juicio) a este ciclo de “gentes nacidas de las aguas”, que “huyeron” o vinieron en barco desde un lugar remoto, para asentarse y colonizar otras tierras. Siendo una historia común en todos los casos el abandono por sus padres, quienes exponen al recién nacido al ahogamiento. Lo que a mi entender se explica como una sublimación de aquellos que, tras haber sido expulsados o abandonados por sus culturas “progenitoras”; logran escapar a través del mar. Después de que esas civilizaciones de las que se originan, incluso deseaban la desaparición del “neonato” (motivo por el cual se ven obligados a emigrar al otro lado de las aguas). Aunque el caso de Moisés es un tanto diferente, pues es abandonado a la fuerza y recogido por la familia faraónica; lo que bien puede significar la llegada a Egipto de los canaaneos, en barco (que hemos llamado proto-hebráicos y que se subliman en La Biblia con el pasaje de José). Refiriéndonos a pueblos venidos desde Oriente Medio navegando; de los que se sabe, se aliaron con los faraones para comerciar, llegando incluso a casar a sus princesas con hijos de nobles egipcios (y viceversa).
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Pese a todo, a mi juicio, el abandono de Moisés en las aguas quizás debe explicarse en relación a la invasión y subyugación de Canaán, llevada a cabo por Egipto desde el 1580 a.C. -tras la expulsión de los Hicsos-. De tal manera, podemos interpretar cuanto narra la Biblia cuando el Faraón ordena la muerte de todos los niños varones nacidos de Leví; como el reflejo de la época en la que estos reyes se dedicaron a asediar y dominar las ciudades de Oriente Medio -con sus ejércitos-. Un momento que ya sabemos se corresponde con la etapa de gran expansión de los primeros faraones de la XVIII Dinastía; quienes -como dijimos-, tras Tutmosis III invadieron duramente Canaán y gran parte de las tierras entre Biblos y Mitani. Consecuentemente, el nacimiento de Moisés -recogido en Éxodo (2, 1-4)- creemos que puede situarse esta época; significando esta orden dada por el rey egipcio de matar a todo niño nacido de Leví, la prohibición a todo canaaneo de vivir libre en el Nilo o de realizar labores y trabajos de hombre en Egipto -entiéndase con ello la imposibilidad de estar reclutado para milicias, llevar armas e incluso realizar funciones de contabilidad o gobierno-. Naciendo así un Moisés, niño de linaje hebreo y que -en nuestro modo de interpretar- hemos de identificar con la creación en esa época de una gran fuerza militar marina en Canaán (un pueblo fuerte en sentido castrense). Aunque quizás sería mejor hablar de una armada poderosa -con enormes naves- nacida en las ciudades costeras de Oriente Medio. Por cuanto Moisés (la armada naval canananea) es mantenido en secreto y vive entre sus padres que lo guardan durante tres meses, hasta que no pueden ocultarlo más. Pudiendo significar todo ello, el modo en que estos guerreros o marinos armados procedentes de puertos o ciudades de Fenicia ( Líbano) se escondían entre los egipcios. Viajando y sin hacer acto de presencia en las costas del faraón, evitando ser descubiertos; mientras recibían ayuda y apoyo de las ciudades y reinos de donde eran originarios.
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Consecuentemente, a continuación narra El Exodo, que cuando sus padres no pudieron cuidarle, ante el temor de que mataran al niño y a ellos, deciden ponerle en un canastillo y dejarle abandonado sobre el Nilo -única solución para que los egipcios no lo ejecutasen (tal y como mandaba la orden del faraón)-. Este último dato, creemos que debemos interpretarlo como el momento en que las ciudades costeras de Canaán ya no esconden la existencia de sus marineros y de su verdadero potencial bélico. Unos ejércitos vivientes, localizados en los barcos con los que comerciaban metales y armas para Egipto; procedentes de todos los puertos canaanitas (desde Biblos a Haifa, pasando por Fenicia y Chipre). Así, ante el temor a ser descubiertos y antes de que los egipcios tomasen represalias contra unos y otros (marinos y ciudadanos de los emporios costeros). Obligarán a los navegantes a resolver la situación; bien marchando hacia el Nilo a buscar allí suerte y aceptación del faraón, o bien asentándose en otras tierras lejos de Canaán. Posiblemente significando ese abandono de Moisés, el momento en que ciudades como Biblos (o Tiro y Sidón) no pudiendo arriesgarse a convivir con unas naves que comerciaban con armas y metales; ordenan a sus marinos que partan en sus barcos a fundar nuevos reinos -o bien que a entren en contacto con el Faraón, solicitando su permiso para realizar dichas labores de compraventa y distribución de metales.
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SOBRE ESTAS LINEAS: Diferentes ánforas de tipo romano y fenicio, tal como las expone el Museo de Arqueología de Valencia (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Las cuatro piezas a la derecha de la vitrina, se corresponden con cerámicas fenicias que podemos fechar entre el siglo VII y el IV a.C.. Una etapa durante la que fenicios y cartagineses realizaron continuamente viajes hasta la Península, desde sus lugares de procedencia (Oriente Medio o Túnez). Todo ello valiéndose de una armada inigualable, con la que no solo eran capaces de cruzar el Mediterráneo y adentrarse en el Atlántico, sino que además les servía para dominar y vigilar los mares y costas. Logrando gobernar zonas de litoral tan amplias, como las comprendidas entre Fenicia, Cartago y Gadir (las costas de: Malta, Cerdeña, Sicilia, Norte de África y Península Ibérica).
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ABAJO: Mapa de las rutas del metal, trazado por mí. En este podemos ver la situación privilegiada que en el paso de los metales tenían las costas de Biblos, Tiro, Sidón o Hoppe. Ello les llevó a tener un enorme potencial bélico en barcos y hombres, que pese a estar dedicados al comercio, podían actuar en cualquier momento como soldados. De tal manera y regresando a Moisés; sabemos históricamente que múltiples naves cargadas de marinos, venidos todos desde las costas de Canaán, llegaron hasta Egipto durante el siglo XVI a.C.. La presencia de estos en las costas del Delta les fue muy útil a los ejércitos del faraón, pues los súbditos egipcios tomaron tanto “rechazo” a los extranjeros -tras los Hicsos-, que apenas había quienes desearan comerciar o navegar fuera de sus dominios. Siquiera deseaban por entonces los egipcios salir de su país, a menos que se tratase de campañas y misiones militares; por cuanto la llegada de esas naves marineras canaánitas, les fue de gran utilidad. Pues gracias a esa flota de complemento puderon comerciar. Ya que Egipto durante el Reino Antiguo y Medio había sido un Estado aislado -sin apenas expediciones ni navegaciones por el Mediterráneo- temiendo siempre abrir sus puertas a extraños. Pero en esta época del Imperio Nuevo (después del dominio Hicso) se convirtieron en una sociedad en plenamente xenófoba. Tanto como para no desear contacto económico con países desconocidos; siquiera despertando su interés por crear una marina mercante -aún menos, enviar expediciones por mar-. Debido a ello, tan solo dedicaron sus astilleros y sus marineros, a la guarda y custodia de sus costas; aunque con su capital en Tebas (hoy Luxor) y a setecientos kilómetros tierra adentro, poco le preocupaba un ataque naval en el Delta. Por lo demás, sin tener marinos mercantes y necesitando quienes realizaran esta labor comercial, la aparición de naves venidas desde las costas cercanas a Biblos, fue bienvenida. Aún más, tras la destrucción de Creta; civilización que les había proporcionado barcos y realizado el trabajo comercial marino para el faraón, durante casi un milenio.
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En mi opinión, el hecho antes apuntado fue crucial para que Egipto permitiera crear barcos y armadas mercantes en los puertos de litoral de Oriente Medio. Cuando tras la caída y destrucción del Imperio Minoico -debido a los terribles terremotos sucedidos en la isla desde 1680 a 1580 a.C.-, desapareció casi por completo la armada de Creta y Chipre, que hasta entonces habían cumplido esa función para el Nilo. Ante esta situación, hemos de pensar que desde el siglo XVI a.C. hubieron de abrirse nuevos puertos y astilleros; lo que se lleva a cabo principalmente en las costas de Canaán, gracias a los bosques con cipreses del Líbano. Siendo históricamente evidente que los caananeos heredaron esa función ante el Faraón, y que hasta entonces estuvo en manos de bibliotas, cretenses o chipriotas. Sabemos que los habitantes de ese litoral de Oriente Medio prestaron ayuda y apoyo a los grandes afectados, tras el desastre del Tera en el 1680 a.C.; facilitando su salida de Creta y Chipre, para dejarles a refugiarse en el litoral de Canaán. Con ello, de seguro recibieron a cambio grandes secretos de marina, navegación e ingeniería naval; transmitidos por estos cretochipriotas “huidos” a sus costas. Siendo este el momento en que comienza a nacer lo que luego sería Fenicia; lo que aún en el siglo XV a.C. era solo un “proyecto”, aunque en el centenio siguiente se inicia como el gran emporio comercial de las costas de Oriente Medio. Creando fortalezas sobre islas y cabos, suficientemente distantes o protegidos, como para poder defender sus ciudades solamente valiéndose de barcos.
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Esta nueva civilización de los hombres rojos (púnicos o púrprueos), comienza a gestarse por entonces; al tener un gran éxito en su comercio con Egipto durante el Imperio Nuevo -que, como dijimos empieza en el 1580 a.C (+,-)-. Así, los Faraones de la XVIII Dinastia no solo dan a los canaaneos de las costas el “monopolio” o confianza para ser sus marinos mercantes; sino incluso, les dejan establecerse en pequeños barrios del Nilo -debido a que estaban originariamente mezclados y muy unidos a egipcios que habían emigrado a Canaán-. Así comenzaron a instiruir sus negocios en Egipto, esos proto-fenicios; tanto como para institucionalizarse como comerciantes, asesores y banqueros de ricos y nobles nilotas. Y aquel pueblo, de orígenes semítico-amorritas, luego mezclado con egipcios, cretenses e hittitas; es el que finalmente formaría Fenicia. Gentes que aparecen muy integradas en el siglo XV a.C. en el delta; viajando continuadamente desde allí hasta sus tierras originarias, por mar -para realizar labores mercantiles-.
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Creemos que en gran parte, es esto lo que simbolizaría Moisés (el nacido del agua), como personificación de los navegantes canaáneos (fenicios). Una civilización que tuvo tanta importancia comercial para el Egipto de la XVIII Dinastía, que su mitololgía llegó a identificarlo con el ave Fenix. De tal manera -y a mi juicio- es así como vieron los súbditos del faraón a los venidos por mar desde las costas de Canaán. Quienes llegando a vela, con sus mercancías; son interpretados como aquellas aves zancudas que aparecían en el Nilo, anunciando el buen tiempo y la inundación -que traería fertilidad y riqueza-. Además, poco después, dichos mercaderes abrirán también rutas hacia el Sur, por el Mar Rojo, llegando con sus barcos hasta zonas muy próximas a la India. Importando hasta el reino del Faraón, piedras preciosas, pavos reales, marfil en abundancia, metales preciosos, telas (y toda clase de riquezas que Asia desde el II milenio a.C. fabricaba). Debido a ello, esos navegantes canaanitas fueron identificados por los egipcios con la llegada de la garza real (o las zancudas) en el momento en que el Nilo crecía, para traer la abundancia. Pues de manera similar, los barcos de Canaán venían por mar, impulsados por sus velas como las alas del ave Fenix y las palas de sus remos (las patas de las palmípedas). Todo ello, identificará finalmente a los fenicios con la garza o el flamenco; zancudas benéficas que aparecían en tierras de Egipto anunciando la inundación, ayudando al agricultor -comiendo insectos, ratas, ranas y sobre todo, las culebras de los barrizales- (29) .Por cuanto hemos expresado, Moisés consideramos que pudo ser la personificación de esos pueblos llegados desde las costas de Canaán al delta del Nilo en barco, que convivieron con los egipcios durante la XVIII dinastía. Quienes incluso se casaron con la aristocracia faraónica; cuya cultura y forma de vida fue la misma de aquellos que llegaron en sus naves para colonizar a Península (en busca de los metales que abundaban en Iberia) .
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Pese a o expuesto, la “teoría oficial” sobre la llegada de los judíos a la zona del Sinaí habla de que en el siglo XIII a.C. apareceran en tierras cercanas al Jordán unas tribus venidas desde Egipto, que se autodenominaban la “Casa de José”. Grupos que al parecer eran muy distintos a los que ya estaban establecidos allí, como nómadas o sedentarios, pero que también se reconocían descendientes de Abrahám. Teóricamente esos “hijos de José” vinieron desde el Nilo y formaron las Tribus de Efraim y Manases, muy distintas a las demás -incluso en culto y forma de vida-. Tanto que entablaron continuos conflictos y luchas con los hebreos que ya vivían desde antiguo, establecidos en Canaán. Conflictos que terminarán en el siglo X a.C., cuando David consigue unificar las dos facciones -los dos reinos- en uno solo: El de Israel y Judá. Pero dicha unidad poco duró, pues a la muerte de su hijo Salomón (en el 933 a. C.) volvieron a separarse en el reino del Norte (Israel) y el del Sur (Judá); y ya no se unificarían, al menos hasta la destrucción y conquista de Canáan llevada a cabo por los asirios -en los siglos VII y VI a.C.-. Finalmente añadiremos que actualmente existe un “escepticismo histórico” que niega cualquier veracidad de El Éxodo (por falta de pruebas) (30) . Ello es como afirmar la falsedad de la Iliada, todo lo que resulta simplemente una opinión histórica; pues el hecho cierto e indiscutible, es que Troya existió.
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JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO: Dos imágenes de tauromaquia en la Antigüedad dibujadas por mí. Al lado, sello en un anillo minóico, cuyo engaste representa una taurokathapsia (captura del toro o lucha sin armas contra el bovino). El original se halla en el Museo de Heraklion y se fecha entorno al siglo XIV a.C.; en etapa contemporánea a Cnossos y al esplendor de esta civilización que jugaba o luchaba contra el morlaco. Abajo podemos ver una recreación mía de la famosa “estela de Clunia”, desde un modelo que Loperraez dibujó (antes de que se perdiera esta losa en la que se representaba un guerrero ibérico enfrentándose a un toro, con escudo y capa).
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En mi teoría sobre el origen de la tauromaquia antigua, existe una hipótesis que la explica como un sacrificio ritual sustitutorio; por el cual quien lucha o mata al toro, liberaría a la víctima ofrecida a este totem. Lo que se explica mejor sabiendo que desde el Neolítico eran comunes los templos de adoración a los daimones: Diablos infernales que habitaban bajo la tierra o en cuevas y a los que entregaban vidas humanas; venerándolos en las cavernas, en los bosques, o a cielo abierto y preferentemente durante la noche. Estos demonios estaban representados en totems terribles e invencibles y que se vinculaban con la protección (por animales como una gran sierpe -pitón-, cocodrilos sagrados, tiburones, fieras -osos o leones- y sobre todo toros salvajes). Ofreciéndose desde el neolítico seres humanos a esas deidades figuradas en bestias terribles, que se guardaban en recintos o cuevas sagradas. Siendo así común la entrega del primogénito, hemos de considerar también la posibilidad de que en ocasiones, aquellos que se atrevieran a luchar y vencer al totem, tendrían la capacidad de liberar a la víctima ofrecida (una ceremonia que especialmente podría hacerse en culturas como la cretense o la ibérica; donde el totem del dios de la guerra era el toro bravo). Todo ello mediría el valor del héroe y concedería un rango sagrado al que rescataba a la víctima; naciendo de ello religiones presididas por figuras como Hércules o Jasón.
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C - 4) El nacimiento de Israel y el dominio del Mar Rojo (el mar de los púnicos):
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Como ya dijimos, después del siglo XIV a.C. el poder del Faraón tras el Mar Rojo se debilitó enormemente; tanto, que el último intento para llegar hasta Canaán y dominar de nuevo aquellas tierras, fue hecho por Ramsés II. Quién se adentra en zonas de Palestina con sus ejércitos, alcanzando Siria, en el 1299 a.C.. Pero el hecho cierto fue que fue vencido, pues ese área ya llevaba casi setenta años “independizada” de Egipto; con grandes apoyos del reino Hittita, que deseaba desgastar a sus enemigos del Nilo. Por tal circunstancia y viéndose ya muy débil el faraón, sin capacidad de parar la fuerza de los canaaneos -pero intentando dominarles-, decide Ramsés II casarse con una princesa Hittita, con el fin de “emparedar”, o de cercar Canaán y repartirse entre ambos reinos esa zona. Siendo así cómo la dividen en dos partes en 1283 a.C. (+,-), quedando el Sur para Egipto y el norte para los anatolios de Hatti. Aunque esta situación de nuevo dominio creó un sentimiento de nación y territorio común entre todos los pueblos originarios de Canaán, que desde entonces buscaron definitivamente unirse e independizarse de ambas culturas (la faraónica y la hittita). Es en este momento cuando aparecen los llamados “Hijos de Israel” protegiendo el Canaán ocupado; sabiéndose que antes del final del reinado de Ramses II (hacia el 1240) ya los judíos estaban establecidos en tierras del Jordán. Por todo ello, El Éxodo se fecha en estos años; aunque -como hemos mencionado- las últimas teorías arqueológicas no aceptan el hecho histórico de una migración llegada desde Egipto, hasta el Sinaí (31) .
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Continuando con esa escisión de Egipto, lograda paulatinamente por los habitantes de Canaán desde el siglo XIII a.C. -narrada a mi juicio en El Éxodo-. Para logarla, debió de ser crucial la colaboración y ayuda de los Canaaneos marineros, que habitaban las costas (muy influyentes en el Nilo). Tanto que hemos considerado a Moisés como la personificación de estos pueblos “protofenicios”; simbolizando a esas ciudades del litoral de Oriente Medio (Ugarit, Biblos etc.). Puertos y enclaves económicos que debieron apoyar a Israel para conseguir su definitiva independencia del poderoso Imperio nilota. En razón a ello, analizamos el pasaje que narra cómo Moisés abre las aguas del mar (32) ; considerando que quizás, este hecho puede simbolizar la colocación permanente de una armada fenicia en esta zona. Generando una flota capaz de separar definitivamente el territoro de Canaán, del litoral de Egipto. En referencia a ello, se sabe que desde el siglo XIV a.C., las ciudades de las costas de Oriente Medio (Biblos, Ugarit, Sidón y etc) van situando una flota en todo el Mar Rojo. Un golfo que hubiera de haberse llamado Mar de Egipto (o de Israel), pero que se denominó “rojo”, porque quienes lo gobernaron fueron los fenicios (los rojizos o púnicos). Hombres de púrpura, tan diestros en las aguas que llegaban en barco hasta Ofir (Reyes 1, 10-23); situada en el puerto de Akaaba, en la actual Península Arábiga. Desde allí, pasaban también a la India, usando naves de Tarshis, mención que muchos desean en identificar con la ruta hacia Tartessos. Aunque en este caso la expresión bíblica “Naves de Tarshis” se usaría como indicación de unos barcos de enorme tamaño; mostrando que el cabotaje y la tipología de aquellos navíos utilizados para llegar a La India, era similar a los que se usaban para ir hasta Tartessos (Tarshis en Iberia). Donde llegaban fenicios y judíos también en trirremes de enorme tamaño, pero en este caso partiendo desde los puertos mediterráneos de Israel; como el de Hoppe (junto a Haifa) -tal como describe La Biblia al narrar que fue en el puerto judío de Hoppe donde Jonás tomó el pasaje y el barco para ir a Tarshis- (32b) .
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Todo ello demuestra cómo los fenicios eran los dueños de ese mar llamado igual que ellos (púnicos o púrpuras) y en modo en que desde los puertos judíos del Mar Rojo, accedían hasta el golfo arábigo o a la India. Lo que obligaría a ejercer una continua vigilancia de sus barcos y de esa travesía; para evitar los robos y piratería en esta franja que dividía el Sinaí de Egipto. Cuanto hace evidente las alianzas entre judíos y fenicios, pero también entre egipcios, púnicos e israelitas; con el fin de mantener abierta tan interesante vía mercantil. Pues hasta ese momento en que los fenicios consiguen acceder hasta Asia por el Mar Rojo; el comercio entre La India y el Mundo Mediterráneo, se había realizado tan solo en caravanas -atravesando los desiertos arábigos (lo que incrementaba los precios y hacía muy escasas las posibilidades de mantener un verdadero intercambio)-. Aunque desde e siglo XIII y XII a.C., las ciudades púnicas de Tiro y Sidón, logran junto a los judíos acceder hasta las costas de la India por esa vía (embarcando en los puertos del Sur del Sinaí); consiguiendo importar hasta Israel, Egipto y el Mediterráneo mercancías orientales. Consecuentemente a ello, se sabe que los judíos formaron dos flotas defensivas; una en el Mar Rojo nacida sobre en época de Josafat; otra decenios más tarde, en su franja costera del Mediterráneo. Recibiendo para ello la ayuda de Biblos y de los fenicios.
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JUNTO ESTAS LÍNEAS: Altar del incienso grabado de "An Illustrated History of the Holy Bible", publicado por Henry Bill (1871) en la W. Struse Collection. En el grabado se representa el altar del incienso, tal como lo manda contruir Yahvé y sobre el que oficia el Sumo Sacerdote de Salomón, al que vemos con el Efod y el pectoral de Aarón (adorno en el pecho que relaciono plenamente con los colgantes de El Carambolo). Como podremos leer en La Biblia; el del incienso se trata igualmente de un altar con cuernos, fabricado con madera de acacia y recubierto de metales preciosos (de un Codo por un Codo de ancho y de dos Codos de alto -recordemos que 1 Codo sagrado de Israel, se corresponde con el Codo Real egipcio, en tiempos de Akhenatón = 525 centímetros aproximadamente-). Sobre este ara manda Yahvé quemar incienso al atardecer y al anochecer, no pudiendo libarse otra ofrenda; pero ordenando que los cuernos sí fueran purificados anualmente con una limpieza hecha con sangre (de carnero y buey). Lo que recoge el Éxodo con las palabras: "Y sobre sus cuernos hará Aarón expiación una vez en el año con la sangre del sacrificio por el pecado para expiación; una vez en el año hará expiación sobre él por vuestras generaciones; será muy santo a Jehová". Explicando con mayor exactitud el Levítico: "Entonces saldrá al altar que está delante del Señor y hará expiación por él, y tomará de la sangre del novillo y de la sangre del macho cabrío y la pondrá en los cuernos del altar por todos los lados. Y con su dedo rociará sobre él de la sangre siete veces, y lo limpiará, y lo santificará de las impurezas de los Israelitas" .
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ABAJO: Sacerdote oficiando frente a un Altar del Holocausto, tal como lo imaginaban en el siglo XIX los grabadores de History of the Holy Bible, publicada por Henry Bill en 1871. El dibujo se hizo con más de un siglo de antelación al hallazgo de esas mesas ciclópeas en piedra, sobre las que ofrecían los judíos a Yahveh grandes oficios. Altares como el de Beersebá, encontrado hace apenas unos decenios por el profesor Yohanán Aharoni y que hemos incluido en nuestra primera imagen. Quienes recreaban hasta hace no mucho estos grandes altares usados por los hebreos para ofrecer holocaustos (bovinos y ovinos); pensaron que era simplemente una copia del de incienso, suponiéndolo igual, más grande y también cubierto con "chapas" de bronce -con formas de cuernos en sus esquinas, tal como vimos Yahveh ordena hacer para el quemaperfumes, el Antiguo Testamento (especialmente en el Éxodo y Levítico)-.
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Aunque sería imposible imaginar el oficio sobre una "mesa" de las caracterisiticas que vemos en el grabado; pues habríamos pensar las consecuencias de mantener un fuego con estas dimensiones, dentro de un receptáculo metálico -lo que imposibilitaría al oficiante siquiera acercarse al altar-. Por ello, quizás, el Antiguo Testamento indica que el Altar del Holocausto ha hacerse sobre tierra o con arcilla, y en todo caso con piedras naturales. Ordenando Yahvé un "Altar de tierra harás (...) y sacrificaras sobre el tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas" (...) Y si me haces altar de piedras, no las labres de canteria, porque si alzas herramienta sobre ese, lo profanarás". Siendo importante observar la indicación de que nunca se labre la piedra, algo que puede relacionarse no solo con la necesidad de sencillez y humildad en el altar. Sino, además con las altas tempetratura que estas mesas deberían soportar; sufriendo roturas y necesitando cambios en sus sillares -habida cuenta como se quebrarían por los cambios de calor y frío a los que les sometían con el fuego central y a las libaciones-.
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Pese a ello, el ara de Beersebá (cuya imagen repetimos más abajo), contiene una cobra muy mal labrada en uno de sus sillares laterales. Algo que personalmente considero un "añadido" tallado allí por el posible enemigo que la destruyó. Lo que me atrevo a expresar, sabiendo que este ara apareció rota y con una de sus astas arrancadas. Todo lo que supondría haber sido desacralizada y profanada (por invasores); un hecho que pudo producirse en época de Nabucodonosor -hacia el 586 a.C., cuando este monarca asirio arrasa Israel y esclaviza su población-. Por lo demás y para terminar de exponer el por qué nos extendemos tanto acerca de estas mesas de cuernos hebráicas. Diremos que, personalmente, observo enormes paralelismos con los altares de Tartessos (El Carambolo, Coria del Rio, Málaga o Cancho Roano) y el modo en que Yahvé ordena realizar el holocausto: Sobre una "mesa" de arcilla o de tierra; o en su caso, revestida con unas simples piedras (ÉXODO 20, 23-26).
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D) – LA EDAD DEL HIERRO (Los Pueblos del Mar y la creación de Fenicia):
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Desde los momentos antes relatados, se pasa de esa decadencia en Egipto hasta una época en que comienza la liberación de los pueblos que vivían en Canaán, con el nacimiento de los reinos y las civilizaciones propiamente canaáneas (entre las más importantes la fenicia y la israelita). Etapa en la que hay un factor histórico crucial, como fue la difusión del Hierro por el Mediterráneo -desde finales del siglo XIII a.C.-. Un metal que sobre el siglo XIV a.C. comienzan trabajar templado en Anatolia; aunque antes había sido hallado en forma dulce dentro de los aerolitos y usado como precioso (para decorar o para hacer piezas inoxidables extraídas de meteoritos). Pese a ello, el hierro tan solo lograron endurecerlo (templarlo) hacia el siglo XIV a.C. algunas gentes que vivían bajo el dominio hittita. Estos, por medio del uso de hornos y crisoles de carbón, llegan a trabajar las altas temperaturas que el mineral férreo necesita para su fusión y temple, consiguiendo los primeros aceros capaces de romper y destruir las armas de bronce.
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El nuevo metal traerá a nuevas gentes al escenario histórico; muchos de ellos bárbaros e incultos, debido a que el hierro no precisaba casi de conocimientos para su obtención, ni su aleación -aún menos para hallar minas-. Por ello, grupos formados por tribus, e incluso por bandas armadas, se bastarán para hacer frente y luchar contra los ejércitos de los grandes Estados del Mudo Antiguo (las más sofisticadas civilizaciones del Bronce, enfrentadas contra vándalos sirviéndose del hierro). Es así como a finales del siglo XIII, comienzan a bajar por el Mediterráneo turbas y hordas de piratas (en bandadas); encaminándose hacia Canaán y luego a Egipto. Grupos deseosos de conquistar tierras, procedentes desde las costas cercanas a Anatolia y del Continente Europeo; que con su nuevo armamento consiguen hacer un daño inigualable a los ejércitos del Faraón. Entre estos invasores, los mas importantes fueron los grupos que surgen desde 1195 a.C hasta el 1155 a.C. (+,-), denominados Los Pueblos del Mar; llegados en barco hasta Oriente Medio y que posteriormente bajan a Egipto con el deseo de conquistarlo -de forma muy similar a como lo hicieron los Hicsos, unos quinientos años antes-.
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Por los relatos egipcios conocemos algunos de los nombres de estos grupos “bárbaros” que desembarcaban junto a las costas del Nilo; obligando continuamente a los Faraones del siglo XII a rechazarles. En 1156 a.C. ( +,-) ya Egipto estaba exhausto de los continuos ataques sufridos en sus lindes y decide aislarse, haciendo la vida lejos del litoral marino, internándose aún más en el desierto para defenderse de esas razzias continuadas. De algún modo debieron de conseguir evitar los ataques de estas gentes, pues las estelas de Ramses III narran como en 1149 a.C. (+,-) este Faraón derrota a esos Pueblos del Mar y consigue que se establezcan en territorios lejanos al Nilo. De las victorias ramesidas sobre Los Pueblos del Mar, casi todos los arqueólogos dudan y se inclinan más a pensar que Egipto les facilita el medio para que se estas tribus del Hierro marineras, encuentren hogar y puerto en lugares de Chipre, y Canaán, e incluso en el Nilo. Aunque aquellas gentes tan feroces ya habían entrado en territorio de Canaán y se habían establecido al menos en sus costas unos treinta años antes – del 1195 al 1185 a.C. (+,-)-.
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Por su parte, la aparición del Los Pueblos del Mar en las costas canaáneas a comienzos del siglo XII a.C., trajo como resultado inmediato el declive y casi la desaparición de Biblos y la cultura Giblita. Una antiquísima ciudad y emporio, fundada por Egipto en el cuarto milenio a.C. y que durante casi dos mil años había sido la capital de los puertos mediterráneos -en pleno Oriente Medio-. Quedó así reducida Biblos a un segundo plano, mientras emergen como grandes potencias Tiro y Sidón. Estas dos ciudades del litoral canaaneo fueron “refundadas” y mejoradas con la llegada de esos Pueblos del Mar, que se unen a los oriundos de Canaán; con toda probabilidad para liberarse -o luchar- contra el Nilo y los de Anatolia. Desde entonces Tiro y Sidón aparecen como dos núcleos capitales, que ya dominarían todo el comercio de la zona mediterranea oriental -hasta su caída y conquista por Babilonia (desde el siglo XII, hasta el VII a.C.)-.
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Dichos puertos, fortificados y elevados sobre islas artificiales, ejercerían la Thalasocracia mercantíl durante más de seiscientos años en el Oriente Mediterráneo. Seis siglos durante los que se elevaron como auténticos emporios inexpugnables. Para lo que reedificaron sus zonas de vigía, sobre rocas artificiales en la cercanía de las costas; buscando sus fundadores, manantiales y aguas en el fondo del mar (ganando terreno a las aguas y adentrarse en islotes con formas de imposible sitio y cerco). De tal manera consiguen crear unas urbes protegidas y fortificadas, en lo que hasta ese momento eran islas o rocas en mitad del mar, sin posibilidades de habitabilidad. Allí construyen sus puertos y sus ciudadelas, como “una Venecia” del siglo XII a.C., con cientos de muros y aljibes para guardar las aguas de las lluvias y las dulces que conseguían “robar” al mar por medio de mangueras de cuero -usando embudos con los que canalizaban los manantiales bebibles interiores, hasta sus casas-. Todo ello sucede tras la unión de los Pueblos del Mar (recién llegados al litoral) con estas gentes marineras que hasta entonces habían vivido en las costas de Canaán. Creando una nueva cultura, que luego fructificó y se conoció como: Fenicia (33) .
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ARRIBA Y ABAJO: Sobre estas lineas, mapa trazado por mí con las rutas fenicias hasta los metales del Atlántico. Como se muestra, tardarían unos quince días desde Tiro y Sidón hasta Gibraltar y otros tantos desde el Estrecho hasta Irlanda. Este camino del Estaño que llevaba hasta Galicia y luego a las Islas Británicas; fue “redescubierto” hacia el 450 a.C. por el almirante cartaginés Himilkón, quien había oído hablar de la ruta hacia las Kassitérides de los tartessios. Pese a ello, si observamos la expansión del megaltismo desde el V milenio a.C., veremos que sigue la misma ruta (partiendo desde el Algarve, subiendo hasta Finisterre, siguiendo por el Cantábrico, extendiéndose luego por las costas de Francia -especialmente por la Bretaña- para finalmente alcanzar Irlanda e Inglaterra y seguir hacia el Mar del Norte para internarse en el Báltico). Parte del tesoro de Villena (en reproducción, tal como lo muestra el Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Los numerosos tesoros fechados al final de la Edad del Bronce hallados en la Península, siguen siendo un enigma. No solo por su refinamiento y calidad de trabajo en orfebrería; sino también por su riqueza de piezas y su estilo. Todos ellos nos hablan de una civilización muy avanzada existente en Iberia por entonces, o bien de la visita constante de navegantes venidos de Oriente. Gentes que podrían haber inspirado esos ricos ajuares hallados (muchos en el entorno dolménicco) y que se fechan entre los siglos XIII al IX a.C.. Un misterio que demuestra cómo en esta época hubo de ser continua la relación con visitantes llegados de Canaán, de Anatolia o del Egeo; quienes inspirarían y exportarían este tipo de joyas.
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Fenicia fue realmente una nueva civilización, en todos los sentidos. Pues la unión de los recién llegados de Anatolia -en barco-, con esos canaáneos que durante miles de años fueron el pueblo puente entre semitas, indoeuropeos y egipcios; creó definitivamente una cultura distinta a todas. A ello hemos de sumarle las influencias heredadas de los cretochipriotas, que por entonces también huyen de sus islas (asediadas y destruidas por los dorios desde el siglo XI a.C.). De tal manera, si los Pueblos del Mar importaron a Fenicia el hierro y las nuevas técnicas de navegación o construcción de barcos, que el acero debió proporcionar. Los canaaneos aportarían los miles de años de cultura y organización marinera que dominaban (desde Biblos); junto a las técnicas del comercio y el uso mercantil del metal. Pero asimismo, los egeos, cretenses y chipriotas que se refugian en esos siglos en Canaan, les enseñarían sus sistemas de mercado, de construcción y navegación; tanto como las rutas comerciales que durante milenios habían practicado la civilización minóica y micenia. Por cuanto de la unión de la barbarie más feroz (los Pueblos del Mar), junto con el civismo más experimentado y antiguo (Biblos, Creta, Chipre y el Canaan costero), nacería la cultura púnica; cuna del comercio y la colonización mediterránea.
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Pese a cuanto narramos, el obligado exilio de sus islas de los micénios y minóicos, junto a la llegada de los Pueblos del Mar, también provocó un rechazo entre algunas culturas genuinas de Oriente Medio. De tal manera, no todos los de Canaán aceptaron mezclarse con esos recién llegados “del Mar”, que fueron apareciendo por sus costas desde el 1195 a.C. (+,-). Pues parece que en 1194 a.C., algunos de estos Pueblos del Mar son rechazados repetidamente y finalmente se tienen que asentar en el territorios antes ocupados por cretenses y chipriotas (desde mediados del segundo milenio a.C.). Así la zona en que se establecen esos Pueblos del Mar, fue una larga franja de la Palestina costera y más cercana a Egipto (Gaza). Todo lo que hace pensar que posiblemente el Faraón les permite ese asentamiento, con el fin de darles una tierra para que no pretendan conquistar más el territorio del Nilo y también para que a su vez actúen como frontera con los judíos. Por su parte, el nombre que dieron en Egipto a esos que se establecen en las actuales playas de Palestina ya dijimos que fue el de Pelest; quienes más tarde fueron llamados Filisteos por los hebreos. Unos vecinos que los israelitas no debieron aceptar bien, al no serles grata estas gentes tenidas por bárbaras (nacidas de los Pueblos del Mar). Habiendo de comprenderse que la franja Sur (Gaza) era donde se establecían desde etapas más antiguas aquellos que tenían “permiso” del faraón para asentarse; al ser unas tierras tan cercanas a Egipto, que debían ser siempre vigiladas por los ejércitos del Nilo y cedidas a aliados que no les atacaran.
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Por su parte, en lo que se refiere a los Pueblos del Mar, la gran mayoría estaban formados por mercenarios y guerreros apátridas (muchos hittitas); surgidos tras la caída de Troya y la desaparición del Imperio de Hatti -siglos antes de que Anatolia fuera dominada por los griegos Aqueos-. Pero hemos de pensar que una gran parte de también debieron ser gentes micénicas y muy cercanas culturalmente a Creta. Puesto que los troyanos, vencidos por los griegos continentales sobre el 1212 a.C. (+,-), serían en parte huidos y refugiados cretenses -en este caso, escapados del desastre del Tera-. Cuando cuatrocientos años antes se habían establecido en las costas de Anatolia gentes venidas del derruido imperio Minoico. Tales creto-micénicos se habían hecho claramente con el poder en la zona de Troya, gracias a controlar el paso del Bósforo, que unía el Mediterráneo con el Mar Negro. Un Estrecho marítimo que era crucial pues se trataba del camino obligado hasta la Cólquida (el Caúcaso), montes donde se situaban las minas de cobre y estaño mas conocidas en esta baja Edad del Bronce. De tal manera, hemos de pensar que el poder de estos troyanos y sus gentes cercanas en las costas anatólicas; residía principalmente en cerrar ese paso hasta las minas de las que se extraía el mineral necesario para hacer bronce. Una fuerza que hubo de ser enorme; puesto que podían controlar gran parte del armamento de la época (los ejércitos y sus guerras). Aunque al aparecer el Hierro en el siglo XIII a.C., ese emporio que controlaba las rutas del cobre y del estaño en su entrada al Mar Negro (en Troya) debió de caer. Generándose la “estampida” de millones de personas asentadas en Anatolia, quienes en su errante huida fueron conocidos como Pueblos del Mar.
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AL LADO Y ABAJO: De nuevo dos ejemplos de tesoros de finales de la Edad del Bronce peninsular. Junto a estas lineas, el famoso collar de Sagrajas (tal como lo expone el Museo Arqueológico Nacional; al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Este torques contiene un cierre trasero y su modo de fabricación, tanto como su decoración incisa romboidal, marcan un estilo en la orfebrería de esta época. Abajo, los torques de Berzocana en réplica (tal como los expone el Centro de Interpretación Arqueológica de este pueblo cacereño -agradecemos al ayuntamiento de Berzocana y en especial a Da. Teresa Tejero, nos hayan permitido obtener estas fotos que divulgamos). Los collares que vemos son algunos de los muchos hallados en la Península, fechados entre los siglos XI al IX a.C.. Su refinamiento habla de unos orfebres que a finales del Bronce Ibérico, trabajaban el oro de un modo solo comparable con los de Egipto y Mesopotamia. Demostrando la visita de gentes de enorme cultura y civismo a nuestras tierras; quienes vendrían gradualmente para llevar hasta su lugar de origen, las piezas y los metales preciosos que tanto abundaban en las costas atlánticas.
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Tal como narramos, el siglo XIII a. C. sucedió el “milagro del hierro”, dando paso a una nueva era presidida por ese nuevo metal. Cuya materia prima era fácil de hallar y de trabajar; por lo que resultaba barato fabricar resistentes espadas, sin precisar buscar su mineral en tierras lejanas y menos cruzar el Bósforo. Después de aquello, parece ser que consiguieron unirse los griegos aqueos para asediar el paso hacia el Mar Negro y derrotar a los que les dominaban desde hacía centenares de años -controlando desde Troya gran parte de las minas de cobre y estaño-. Ello culminó a nuestro modo de ver con La Caída de Troya; que finalmente debió crear el gran éxodo de pueblos hasta entonces asentados en las costas de Anatolia; quienes se vieron obligados a huir (preferentemente hacia Canaán y Egipto). Así, la Guerra de Troya, junto a la caída del Imperio Hittita son -a nuestro juicio- los principales motivos de la aparición y del origen de aquellos que fueron llamados Pueblos del Mar. Entre los que muchos serían hittitas, pero la mayoría hubieron de ser gentes micénicas vencidas por la una emergente Hélade -entonces en periodo de creación-. Pueblos o tribus cuyo origen en muchos casos a su vez estuvo en los que habían huido desde Creta y Chipre en el 1680 a.C., hacia Anatolia, ante la destrucción y ruina sembrada por el Tera-Santorino. Y que este siglo XVII a.C. inician lo que luego va a ser Micenas, o el nuevo mundo minóico (de periodo palacial). De tal manera, poco debieron tardar los micenios continentales en hallar las armas de hierro y en sublevarse contra sus hermanos anatolios, para destruir su capital (Troya) en el paso hacia el Caúcaso. Y de esta hecatombe que debió suponer la caída del mundo troyano, junto a los pueblos que le rodeaban; debieron surgir esas gentes a las que llamaron Pueblos del Mar. Quienes huyen al Sur en busca de tierra -en algunos casos- o como simples mercenarios desarraigados; sin mando ni misión, cargados de armas y viviendo de atacar las costas del Mediterráneo, repetidamente.
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El origen probable cretense de muchos de esos Pueblos del Mar, quizás causó que estos buscasen ir hacia tierras donde estaban otras gentes micénicas o minóicas, con orígenes y ancestros comunes. Así, posiblemente llegaron a parar al litoral de Canaán, estos que llamaron los egipcios Pelet y los judíos Filisteos. Al territorio que luego fue llamado Palestina por los romanos; cuando los conquistadores llegados de Italia en el siglo I a.C. desearon borrar el nombre de Judá e Israel de aquellas tierras; dadas las revueltas de sus habitantes, que no se dejaban dominar. Pues para olvidar a los judíos, finalmente Roma denominó a la totalidad de la zona con el nombre de tierra de los Filisteos (Pelet, o Palestina). Por lo demás, el hecho que puede corroborar el origen micenio de este pueblo Peleset, ha sido antes destacado; al considerar que su nombre posiblemente significa: “hijos de dios” (filis-teo); o bien mercenarios (peleteo) y también pelasgos (pelegeo) -todos de origen y procedencia egea-. De ello, se puede concluir plenamente en la posibilidad de que fueran gentes micénicas venidas desde Troya, tras la guerra perdida.
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De todo lo relatado, entenderemos por qué gran parte de las leyendas fundacionales de la primera Edad del Hierro están unidas a estos Pueblos del Mar y mencionan la Guerra de Troya. Tal como recoge en el origen mítico de varias ciudades de Oriente, pero también en las del Occidente mediterráneo; en especial en Italia el Sur de Francia e Iberia. Donde existen infinidad de historias que relacionan la fundación de múltiples urbes y Estados, con huidos llegados desde Troya. Tanto, que se llega a relacionar la palabra Etruria con la misma Troya; ya que en al parecer la forma más antigua de escribir este nombre es el de Turta. Siendo Schulten (entre otros) quien a principios del siglo XX menciona el hecho de que esta voz Turta -o Tursha- y que al parecer daría origen a Etruria, también sería la raíz del nombre de Tartessos (relacionadas ambas con Troya). Apuntando la posibilidad de que tanto gran parte de Italia, como otras costas más Occidentales, fueran colonizadas tras la guerra de Troya, por gentes huidas de este desastre. Algo que no solo se referiría a la caída de Troya, sino a la del mundo del Bronce, tras la llegada del Hierro. Debido a todo lo antes expuesto, algunos afirman también que el origen de nombres de ciertas ciudades del Sur de Francia (como Tarascon) se relaciona con estos pueblos venidos desde Anatolia (troyanos); existiendo infinidad de mitos y leyendas en los que se menciona al mismo Príamo y sus guerreros, llegando para fundar en estas latitudes. Debiendo recordarse que junto a Tartessos se hallaba el puerto de Menesteo (otro de los héroes troyanos) cuya ciudad hoy es El Puerto de Santa María; lo que confirmaría que Schulten puede tener más que motivos para apuntar la idea de que Tartessos y la Turta italiana sean palabras muy similares, nacidas de Troya. Concluyendo el sabio alemán, que muy posiblemente el origen de la cultura etrusca y la tartésica sea común y traída por aquel Pueblo del Mar llamado “Tereshk” y que en Canaán vimos anotado junto a Megido y escrito como Tjeker (afirmación que para comprobarla solo hace falta comparar su orfebrería, su escultura, su alfabeto y un largo etc. de similitudes culturales entre Tartessos y Etruria).
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ABAJO: DE NUEVO REPETIMOS el mapa que contiene en su página 162, el libro LOS PUEBLOS DEL MAR, de N.K. Sandars; Madrid 2005 -a cuyo editor agradecemos nos permita divulgar esta imagen-. En este caso lo hemos recortado, pudiendo observar en como sitúan el lugar de asentamiento de los filisteos en dos zonas: Por un lado en el litoral de Oriente Medio, en un área muy cercana a Chipre; tanto como igualmente contempla a los Peleset (filisteos) en la actual franja de Gaza. Ese doble emplazamiento de aquel Pueblo del Mar, sin duda y en nuestra opinión se debe a que aquellos que los judíos llamaron filisteos (y los egipcios peleset) eran originarios del Egeo y del área cercana a Chipre, donde primero los sitúa la Historia. Aunque hacia el año 1180 aparecen luchando en Egipto contra Ramses III, época en que se mencionan ya asentados en la franja de tierra que hasta entonces había sido egipcia y que tomó el nombre de Gaza. Voz que en mi opinión procede de Gath, ciudad filistea con un famoso héroe homónimo que llamado G-lath (Goliat). Palabras cuyo origen consideramos proceden del arameo "GLTH" y que significan: "Errantes, el que vaga, el que peregrina".
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Habiendo denominado los arameos así a los filisteos; durante los años en que buscaban asentarse en Canaán y mientras huían de sus tierras invadidas por los dorios (los Hombres del Hierro). Por cuanto esos micenios expusados de las costas de Anatolia, del Egeo, de Creta o Chipre; serían llamados por los israelitas “GLHT” = “los errantes, los que vagan”. De allí el nombre de la franja de terreno donde lograron asentarse: Gath, al igual que su ciudad principal y su famoso héroe homónimo (Goliat). Área que, como decimos, actualmente se corresponde con Gaza y donde vivirían los peleset (ó filisteos) hasta que se asimilaron con los israelitas -por lo que aún hoy se denomina Palestina-. En el mapa de la imagen igualmente se observa junto a estos PELESET, a otro Pueblo del Mar (micenio o anatolio errante) denominado DANUNA. Gentes que se identifican comúnmente con los Aqueos o preaqueos a los que la Historia llama Danaos (tal y como que se citan en las cartas de Amarna, y eran conocidos en la misma Grecia). Unos Danuna o Danaos que primeramente compartieron tierras con los Peleset y de los que se supone posteriormente se unirían o fundirían entre los judíos con el nombre de Tribu de Dan. Importante grupo israelita que fundo sus ciudades junto al Golán a comienzos del I milenio a.C..
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Finalmente, en el mismo mapa y en la franja de Gaza, pero unos kilómetros más al Norte de los PELESET y DANUNA, marca a los TJEKER; otro de los Pueblos del Mar (errantes en estos siglos); que se cree procedía de Salamina -Chipre- o bien de la Tróade -Troya-. Sabiéndose eran aliados de los anteriores Filisteos y Danaos, con los que compartieron tierras y ejércitos. Estos grupos que aparecen como migratorios durante los siglos XIII y XII a.C., fueron con toda seguridad -al menos a mi juicio- las gentes micénias o anatólias y egeas, que durante la expansión del Hierro se vieron obligadas a huir y establecerse en otros lugares. Siendo acogidos una gran mayoría en las costas de Canaan y asentándose en la franja marítima de Israel-Judá. Algo que impulsarían los habitantes del llamado "creciente fértil" porque los cananeos apenas navegaban, al carecer de medios y fundamentalmente de bosques para construir armadas. De todo lo que se comprende el modo en que los judíos y habitantes del área del Jordán pactaban con estos marineros errantes; situándolos en los litorales como un medio de proteger sus costas. Por lo demás, la franja marítima de Gaza, hasta la llegada de los Peleset -o los Danuna y Tjeker (filisteos, danaos y tróades)- había estado en poder de Egipto. Quedando fuera del dominio de Ramses III hacia el 1180 a.C., momento en el que se documenta precisamente la entrada de los Pueblos del Mar en aquella zona. Todo lo que deja de manifiesto que se asentarían ayudados (o apoyados) por los habitantes de esas tierras hasta entonces fronterizas con las del faraón (principalmente los judíos, habida cuenta que algunos de los Pueblos del Mar terminarían formando parte de sus tribus).
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E ) Los Pueblos del Mar: Filisteos, el reino Peleteo y los Cereteos:
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E - 1) – Sansón el filisteo:
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Finalmente, en este epígrafe vamos a tratar de otra bella leyenda bíblica, que creemos fundamental para comprender el nacimiento de Israel, Juda y lo que fueron los Pueblos del Mar, que llegaron a nuestras costas para colonizarnos (junto con los canaaneos). Hablamos de la figura de Sansón, que La Biblia describe en Jueces (13 a 16) tal como recogemos en cita (34) . Su nombre al parecer significa “el Pequeño Sol” y ello puede referir a algunos judíos que habían conservado la adoración solar procedente de cultos egipcios y canaaneos (ajenos al de Yahvé). La época de Sansón a mi juicio se puede situar en los siglos anteriores a David (del XII al XI a.C). Y en nuestro análisis, su leyenda debe relacionarse con nacimiento de Israel, aunque en época previa a la organización unificada de los judíos; por cuanto su figura creemos que personifica a los guerreros pre-israelitas que sí se aliaron con los Pueblos del Mar (tras la entrada de esos extranjeros en Canaán, sobre el 1995 a.C.). Asimismo parece dejar entender esta leyenda, que una gran parte de la armada y ejército de los israelitas del Norte, se alió y mezcló con esos venidos desde Anatolia e islas del Mediterráneo en el siglo XII a.C.. Su significado como “un gigante” de gran fuerza, hace ver que personifica a los mas fuertes hombres hebreos, quienes claramente son los de Israel (no Judá) y que debieron unirse a esos otros llegados “del Mar”. Posiblemente la alianza de estos Pueblos del Mar con canaaneos, se produjo para atacar Egipto conjuntamente; unos con el fin de lograr territorios, y los de Canaán para independizarse definitivamente del yugo faraónico (hechos que la Historia contempla en continuas razzias llevadas a cabo por los Pueblos del Mar en el Nilo y que dejaron muy debilitadas las fuerzas egipcias).
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Mas volviendo al análisis de la historia de Sansón, parece explicar su leyenda que tales militares de origen israelita, decidieron no solo aliarse con los extranjeros llegados por mar (Filisteos) sino también mezclarse con ellos. Algo que se deduce del primer matrimonio de Sansón con una Filistea y de su posterior amor por Dalila (nombre, que al parecer significa: “la coqueta”). Dejando entrever dicha narración, que las mujeres filisteas (nuevas en Canaán) debieron ser de un tipo similar a la codiciada Elena: Bellas y con capacidad de tomar decisiones. Jugando un importante papel en la historia de Sansón; quien pese a ser el elegido para liberar a Israel de los Filisteos, primero se casa con una de ellas (de quien enviuda por haber sido asesinada). Pero además, posteriormente se enamora de la prostituta filistea Dalila, a quien descubre su secreto -gracias a lo que definitivamente destruyen la fuerza de Sansón mientras “duerme” (cortando su pelo, su vigor, o su poderío militar)-. Ello se debe interpretar no solo como el dominio que debieron ejercer estas mujeres sobre los judíos; sino además ha de significar que los israelitas y los filisteos en sus comienzos estaban unidos. Así se desprende del descubrimiento del secreto de su fuerza, que se idealiza en el pelo del guerrero de Israel; un misterio que desvela Sansón erróneamente a su amada. Por cuanto Dalia lo transmite a los filisteos y tras ello se lo corta, mientras duerme confiado. Dicho poder simbolizado en el cabello nace por ser este el atributo de la fuerza y del sexo masculino; tanto que muchas culturas antiguas impedían cortárselo a los guerreros o a los hombres entregados a Dios -como era el caso de Sansón- (35) . Significando el cabello del vigor o la fuerza; una idea fácilmente comprensible, porque cuando el pelo comienza a cambiar de tono (a canoso) o a caerse, se entendía como el comienzo de la vejez o de la decrepitud física.
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Con ello, el corte de pelo de Sansón simboliza de algún modo el debilitamiento de los soldados hebreos al mezclarse con los extranjeros -las mujeres filisteas-; quienes de algún modo debieron dominar a los guerreros de Israel. Así terminan haciendo de “aquel gigante” israelita, un simple instrumento a merced de ellos, logrando cortarle el pelo y esclavizarle. A ello se debe que en (Jueces 15) ya veamos a Sansón reducido, apresado y cegado; sin fuerzas y esclavizado cuando le sacan los ojos para servir a los extranjeros tirando de la rueda de un molino (como una bestia). Ello significará -de algún modo- el uso que dieron los filisteos a los militares judíos, con los que se asociaron. Haciéndonos ver quienes redactaron el Antiguo Testamento a un Sansón castigado por su promiscuidad con extranjeras, usado como un simple “animal de carga”, preso y ciego. Realizando con ello una crítica a esos hombres de Israel, que se aliaron o mezclaron con los filisteos. De tal manera utilizan la leyenda del gigante como personificación del ejército pre-israelita; que debió ser utilizado por extranjeros para trabajar o comerciar y no para defender a sus compatriotas. Por lo que finalmente, Sansón, ya sin salida ni solución; se autoimola dentro del templo Filisteo y donde estaba encadenado para ser exhibido. Muriendo él mismo al derribar con su fuerza las columnas del edificio sagrado, acabando a su vez con gran parte de los que allí se reunían. El relato que hemos analizado, consideramos que se refiere a hechos ocurridos entre hebreos y filisteos en el siglo XII a.C.. Tras convivir juntos, aunque ambos pueblos -al parecer- terminaron luchando por motivos de fé. Por todo ello, deducimos que esta leyenda se sitúa en los tiempos desde la llegada de Filisteos a Canaán y hasta la formación de Israel-Judá (del 1195 a.C. al 1000 a.C.). De tal manera, a principios del siglo X es cuando el pequeño rey David vence con una “pedrada de honda” definitivamente al gigante Goliat. Un Goliat que ya dijimos era el símbolo de la capital filistea, ciudad (llamada Gat); situándose tras este hecho el nacimiento del reino de David (el comienzo del Estado unificado de Israel-Judá).
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AL LADO Y ABAJO: Dos oleos representando a Sansón. Junto a estas lineas: el héroe bíblico derribando las columnas y el templo filisteo. Abajo: Sansón tirando de la rueda del molino, junto a Dalila (que recoge la harina). Estos cuadros de grandes dimensiones (atribuidos a Diego Polo o a Giuseppe Leonardo) se encontraban en casa de mis padres. Ante ellos paraba noches y días reflexionando acerca de cuanto representaban. Tanto, que me entusiasmé y desde muy joven me dediqué al estudio del significado legendario de Sansón. Así, aunque los cuadros fueron vendidos al cerrar el hogar paterno (hace ya muchos años), al menos me dejaron los conocimientos que obtuve sobre su iconografía.
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E - 2) – Goliat, héroe homónimo de Gaza:
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Con la muerte de Goliat (el héroe de Ghalt filistea) se llega a una segunda etapa de Canaán, en la que vemos al reino hebreo “recién nacido” -disminuido y débil-; representado en su jóven rey David; que consigue hacer frente al gigante bárbaro. Un Goliat cuya capital homónima era la ciudad donde se habían establecido los “micenios” Pueblos del Mar (en Ghalt, Gat; hoy Gaza); que se integraron finalmente en esa franja, junto a Egipto. Hechos que ya hemos estudiado en mi artículo: LOS HEREDEROS DE MICENAS, que resumo en cita (36) y que recomendamos leer. Donde razonábamos cómo una gran parte de los cretochipriotas y egeos huidos de sus tierras tras la legada del Hierro y durante los siglos XII al X a.C., fueron a parar a Canaan -estableciéndose unos en Gat y otros en Golán (junto a Fenicia)-. Tratando ampliamente de esta época en nuestros trabajo, ya dijimos que para mí existe la certeza de una primera llegada a la zona de esos “filisteos” en los siglos XVII y XVI a.C., como cretenses huidos del Tera (también comentado en el “epígrafe 4” del artículo anterior). En nuestros estudios tratamos el problema de la aparición de pueblos llegados desde Creta y Chipre hacia el siglo XVI a.C. a las costas de Oriente Medio, quienes ayudarán a la formación del poder Hicso. Concluyendo que desde este momento, y tras ese asentamiento de cretochipriotas huidos del Tera-Santorino, se crea un permanente contacto entre Canaán, Creta, Chipre, Micenas y Anatolia; una unión que nunca se perderá. Pues de aquella alianza de pueblos y de su enfrentamiento contra Egipto, lograrán que los Hicsos se internen en el Nilo y lo conquisten. Debido a que las fuerzas Hicsas -de seguro- estaban formadas por los huidos del Tera Santorino (hurritas, mitanios, cretenses y chipriotas) a los que dan apoyo, gentes y asilo en Canáan. Generando estos hechos una unión ancestral y comercial, que pensamos perduró durante siglos. Lo que permitiría a los cretochipriotas y anatolios refugiarse en la zona, cuatrocientos años más tarde; siendo entonces denominados Filisteos (conocidos por los egipcios como Pueblos del Mar).
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La época que tratamos son los años en que Ramses III levantará monumentos conmemorando su victoria frente a esos piratas errantes. Escribiendo en sus estelas ese faraón, el modo en que vence a los Pueblos del Mar (en el 1156 a. C. +/-). Por lo que hemos de suponer que los muchos de estos invasores o mercenarios que vagaban buscando territorios, se retiraron definitivamente a las costas de Canaán antes de esa fecha. Constituyendo el reino Filisteo, culturalmente muy ajeno a los canaanitas y que hemos de considerar se mantuvo bastante fuerte e independiente, hasta comienzos del siglo X a.C.. Cuando -al parecer- los judíos lo reducen a una franja costera. Siendo esa la victoria de David contra Goliat que narra el Antiguo Testamento (I Paral 18 y ss); tras lo que se funda el reino de Israel unificado (poco después del año 1000 a. C.). Por lo tanto esos Filisteos, personificados en Goliat, sabemos que quedaron reducidos desde entonces a una pequeña zona de territorio litoral, al sur de Haifa. Pero nunca fueron expulsados definitivamente, lo que obliga a pensar que ello se debió a ser su presencia útil a Israel y a los fenicios. Pues como ya dijimos, en este territorio de Gaza los Filisteos permanecieron conviviendo con Fenicia; lo que permitía a los judíos establecer contacto con Egipto y comerciar fácilmente con los súbditos del faraón. Todo lo que explica que Gaza se mantuviera habitada por Filisteos hasta la destrucción del Primer Templo (con la conquista asiria de toda la zona en el siglo VII a. C.; en la que Assarhadón invade la Tierra Canaán y conduce a muchos de sus pueblos al cautiverio en Mesopotamia -entorno al 677 a.C.-).
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AL LADO Y ABAJO: Dos fotogafías expuestas en el centro de interpretación Minera de Logrosán (Cáceres); al que agradecemos nos permita divulgarlas. En ellas podemos ver las minas de cobre, estaño y otros metales que había en esta zona, tanto como el modo en que todavía se bateaba y trabajaba el metal hace medio siglo (tal como muestra la imagen junto a estas lineas). Logrosán se encuentra a muy pocos kilómetros de Berzocana (donde fueron hallados los torques que antes vimos en imágenes) y cerca de Solana de Cabañas o de Madroñera, donde han aparecido claros vestigios tartessios (tales como la estela de Solana, propiedad de M.A.N.; y la piedra con inscripción turdetana, que actualmente exhibe el Museo Arqueológico de Cáceres). La riqueza metalúrgica del lugar se completa con el hierro que contienen las rocas de los montes de San Vicente; un mineral que desde épocas muy antiguas fue ya aprovechado. Tanto que en etapa romana se hizo precisa la construcción de la famosa “Calzada del Puerto del Pico” para llevar el hierro y los minerales, desde esta zona de las Villuercas hasta la actual Meseta castellana. A la riqueza metalúrgica de ese área de Logrosán debemos sin duda alguna el hecho de que esta parte de Extremadura sea un importante emplazamiento tartessio, con yacimientos cercanos a las Villuercas tan conocidos como Medellín o Zalamea de la Serena (Cancho Roano y Turuñuelo).
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E - 3) – Filisteos, peleteos o cereteos (pelasgos, mercenarios o cretenses):
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Pese a este “supuesto odio” narrado entre los Filisteos (los Pueblos del Mar) y los israelitas, algo muy distinto ha de suponerse en verdad; tal como deja ver la arqueología y La Biblia. Puesto que las reyertas entre unos y otros se deben más a motivos de hermandad y a intereses comunes, que al odio y rencor. De tal modo, veremos cumpliendo a los filisteos infinidad de funciones entre los judíos, que estos no querían, o no podían desarrollar. Así es cómo a los Pueblos del Mar -en el Antiguo Testamento, nombrados como: Filisteos, los Peleteos y los Cereteos- se les menciona siempre cumpliendo funciones dentro de la Sociedad israelita. Y aunque esos tres grupos posiblemente fueran muy distintos -Filisteos, Peleteos y Cereteos-, para los judíos parece tratarse de una misma cultura. En lo que se refiere a los primeros, la identificación entre Filisteo y Peleteo es inmediata, pues quizás la segunda voz proviene de su nombre egipcio (Pelet, que sabemos era pelasgo o mercenario) pronunciado entre los hebreos como “pheleteo”. Por el contrario, a los Cereteos hemos de suponerles un origen cretense, o de Chipre (de Kaftor, Keretara o de Citerea); lo que les relaciona plenamente con los “que también se decían huidos de Creta” (micenios).
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En numerosas ocasiones los judíos separan como tipos muy distintos a los filisteos y los cereteos; aunque siempre destacarán que se trata de pueblos comunes; llegados a la vez a Canaán, ocupando la misma zona meridional costera de todo Israel (1,Sam. 30,14 ; Ez, 25,16 y Sof 2,5). De igual forma se les menciona como mercenarios, que incluso eran los que componían guardia personal de David rey (2 Sam 8,18; 15,18 y 20,7 etc). Ello obliga a pensar que los Filisteos, Peleteos o Cereteos, no fueron tan enemigos de los hebreos sino un pueblo vecino, con múltiples causas en común y con el que los israelitas tendrían las normales disputas que todo Estado fronterizo causa. Muy posiblemente sí que fueron odiados por los judíos del Sur, cuando el reino de Judá chocaba con sus costumbres y sus límites de tierra. Pues ya sabemos que los de Judá eran más xenófobos, y mucho más radicales en sus premisas religiosas y en sus leyes; seguramente al proceder directamente de grupos escapados de Egipto, en época de Akhenatón. Pese a todo, no es posible pensar que los propiamente israelitas mantuvieran mala relación con los filisteos; ya que tras la victoria sobre Goliat, la guardia personal de David se compuso por soldados de este pueblo. Con ello se llega a concluir que Israel Norte, realmente pudo reorganizar, controlar y contratar a sus órdenes los servicios de estas gentes. Quienes se dedicaban a trabajar como mercenarios; cediéndoles a cambio una parte de territorio, en el que pudieron vivir al margen de Israel y procurando no tener más conflictos con ellos. Pues bien es sabido que esos Pueblos del Mar -en su huida al Sur Mediterráneo- se dedicaron sobre todo a la rapiña y a la guerrilla, sin organizarse como Ciudades Estado. Algo que quizás Israel cortó, obligándoles a reducirse y organizarse como reino en esta franja de costa al sur de la actual Haifa (37) .
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Por cuanto hemos expuesto, los Peleteos, Filisteos o Cereteos bíblicos -como dijimos- son refugiados llegados hacia el 1095 a.C. a Canaán (huidos de la guerra de Troya, o pueblos aliados con la Tróade, caídos en desgracia tras la derrota del reino de Príamo y la llegada del Hierro). Siendo importante es ver la similitud del nombre PELETEO con la palabra griega “pelates” (pelaths). Voz que significa en idioma heleno “mercenarios”; por lo que podríamos concluir que -como narra la Biblia- los Peleteos eran mercenarios y que además fueron contratados al servicio personal del rey David. Quizás por ello se les denominaba con esta palabra griega, cuyo significado era el de “soldados a sueldo”. Más interesante aún, es observar como dicha voz helena (Peleteos), además puede proceder y relacionarse también con la palabra griega “Pelagios” (pelagios); que significa “los que navegan” y por lo tanto: Los del Mar. Todo lo que concuerda con su nombre como: Pueblo del Mar errante, de origen pelasgo “Pelagio” y dedicados a las razzias. Dichas voces proceden a su vez del radical “pleo” (pleo), que significa en idioma de Homero navegar; traduciéndose a la vez por “pelasgo”, “isla” y “mar”. Por cuanto decimos, el término Peleteo entendido como “mercenario”, debe tener un origen conceptual muy relacionado con las anteriores, pues procede de un mismo radical que también significa “pueblo vecino”, dándonos a entender esa etimología cómo los griegos reclutaban a sus mercenarios entre los isleños de las zonas cercanas.
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Para concluir, diremos, que de lo estudiado vemos la existencia de este reino “griego” -o cretense- en Canaán; un Estado bastante desconocido y llamado Philistaia), pero que permaneció siempre en frontera y contacto con los hebreos. Aunque de este “país” heleno-canaánita asentado en Canaán, prácticamente no nos habla la Historia; pese a que permaneció en la zona de Gaza como un territorio independiente, al menos desde el siglo XI a.C.. Compartiendo desde entonces Historia y destino con Judá y con Israel; que fueron asediados e invadidos en el siglo VII a.C.. Aunque tras las incursiones babilónicas contra Canaán, sabemos que Israel consiguió sobrevivir a la ocupación Asiria, pudiendo regresar de su cautiverio en la capital de Mesopotamia (perdiendo gran parte de sus tribus). Aunque se dice que los filisteos, también esclavizados por los de Assur, no regresaron más a Canaán, quedándose en Babilonia tras el cautiverio. En tiempos de Cristo todavía se mencionan en la Biblia (repetidamente), todo lo que hace pensar que aquellos filisteos también volvieron a Gaza -junto a los israelitas- al ser liberados por los persas. Siglos después, los judíos lograron superar la ocupación Helena y probablemente los filisteos también evitaron enfrenarse con los griegos -algo que no sucedió con las Ciudades Estado fenicias; que fueron arrasadas por los ejércitos de Alejandro Magno-. Aunque tras a ocupación de Oriente Medio por Roma, el coche cultural entre judíos y los nuevos invasores fue insalvable. Tanto que Tito y Vespasiano, aniquilan el Estado de Israel en el siglo I d.C. de un modo genocida; decidiendo erradicar hasta su nombre, denominando a esa zona Palestina (Filisteia) -intentando borrar del mapa y del recuerdo la antigua provincia de Judea-.
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AL LADO Y ABAJO: Altares de cuernos de tipo canaáneo. Arriba, vitrina del Museo Arqueológico de Alicante, al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes. En estas estanterías del MARQ se exponen varias “cabezas pebeteros” de los siglos V al III a.C., de tipo púnico y que reflejarían a una diosa madre -comúnmente identificada con Tanit, según defienden autores como Ma.Cruz Marín Ceballos (38) -. Bajo estas lineas (tal como muestra la foto inferior), encontramos otros objetos votivos de origen fenicio o cartaginés: Un altar de cuernos y una pequeña gruta fabricada en cerámica. El altarcillo que abajo vemos en detalle, data del siglo IV a.C. y fue hallado en Campello; la miniatura que se cree representa cueva sagrada, también del siglo IV a.C. y procedente de la necrópolis de la Albufereta. En mi opinión, el altar es de tipo filisteo, descendiente de los altares minóicos que se propagaron por Canaán durante el “periodo israelita”. Por su parte, la miniatura, creemos que no representaría una caverna sino una “fragua” sagrada; siendo un exvoto relacionado con el culto a los metales.
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AL LADO: Altar filisteo en piedra y de cuernos; descubierto por Aren Maier, en Tell el Safi (la famosa Gat "patria" del gigante Goliat). Fechado en el siglo IX a.C. es coetáneo al hebreo de Tell Beer Shevá, que publicábamos en nuestra anteriormente. Como podemos observar, estas aras usadas por los pueblos canaaneos, eran de tamaño menor al Altar del Holocausto (acercándose en tamaño y forma al pebetero del incienso judío). En la imagen se advierte de manera clara un hecho que destacábamos en nuestro anterior artículo: Que la mayoría de estas piezas encontradas, sufren la rotura de sus esquinas (las astas). Pues la pérdida de uno de sus "cuernos" desacralizaba esas aras, que cuando carecían de una de las esquinas quedaban profanadas y sin “poderes”. Un “poder” que principalmente consistía en la capacidad de dar asilo al que se asierra a ellas -entre los judíos- . Algo muy semejante a lo que en nuestra cultura sucedía con las cadenas o cordones que colgaban frente algunos palacios e iglesias. Donde se podía agarrar un perseguido y con ello quedar protegido, bajo la justicia y fuero del propietario de aquel que tenía la prerrogativa del cordón -o cadena-.
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Este altar que vemos en imagen, es muy semejante a otros canaaneos anteriores; ya que previamente al siglo X a.C. y en el área de Palestina, existieron esas aras con forma de columna terminadas en una bandeja cuadrada, con "cuernos" a los lados (la mayoría, halladas en Megido y Ekron -la ciudad filistea de Tel Meqine-). Mesas de ofrendas con picos en sus extremos, elevadas sobre una pequeña basa de piedra caliza y que comúnmente se usaron para un tipo de Artemisa canaanita (una Astarté o Ishtar antiquísima de la zona). Evidentemente su influencia bien parece egipcia, aunque los autores se inclinan hacia un diseño de tipo minóico; considerando se trata de modelos nacidos desde los altares de cuernos cretochipriotas y sirios. Por lo demás, su significado está claramente ligado a la cabeza del bóvido; normalente usadas las de pequeño tamaño, como quemaperfumes (tymiatherion) para aceites e incienso.
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En ellos creemos que se inspiró el mismo pebetero del Templo de Salomón, que manda Yahvéh construir a Moisés y que -como sobradamente hemos dicho- se trataba de una caja hecha en acacia, recubierta con metales preciosos y cuernos en las esquinas. Incensario judío que claramente estaba influido por estos modelos (muy comunes en Megido), tan "típicos" como antiguos, en Canaán y que igualmente usaron los filisteos. Pese a ello, el diseño de las grandes Mesas de Holocausto mosáicas como cuadriláteros pétreos, creemos que es un tanto posterior; no llegando a construirlos así hasta el siglo IX a.C. (época en la que se fecha el mencionado en Beer Shevá, que se considera el más antiguo de Israel -por lo menos de los hasta ahora hallados-).
ABAJO: Dibujo mío de uno de estos altares de cuerno, hallados en Megido; ciudad filistea en la que al menos se han encontrado dieciséis piezas como estas (muy similares a la que apareció en Campello, Alicante)
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E - 4) – La desaparición del Canaán libre:
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Tras la devastación de Canaán llevada a cabo por Nabucodonosor II (en el 604 a.C.), que acaba con Israel; las ciudades filisteas fueron también arrasadas y sus habitantes sometidos a cautiverio -siendo esclavizados junto a los judíos en Babilonia-. Así narra la Historia cómo los filisteos compartieron dolor y destino con sus vecinos; todo lo que explica la enorme unión entre ambos pueblos, pese a las continuas luchas entre ellos -hermanados tras siglos de frontera común-. Finalmente, hay una teoría que avala que los filisteos quedaron en Babilonia; sin regresar, al haberse asimilado con la población mesopotámica. Mientras otras hipótesis afirman que volvieron a sus antiguas ciudades de Canaán, al ser liberados junto a los judíos. Una segunda idea que parece más realista, pues aún en el siglo I se mencionan aquellos habitantes de las costas y a sus ciudades filisteas (transformando el nombre como “Palestina”).
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Todo ello obliga a pensar en una presencia cretomicénica en Canaán continua y continuada, desde mediados del II milenio a.C.. Una convivencia plena de los helenos, los fenicios y los hebreos; desde el siglo XVI a.C. y que no cesa hasta la conquista final de sus tierras por Roma. Esta situación explicará que tanto Troya como Eubea y Corinto fueran colonizadas y civilizadas por protofenicios y canaaneos. Es más, hemos de considerar que gran parte de la aculturación y desarrollo del pueblo micénico (griego) en los siglos XIII al X a.C. fué gracias al intercambio con los puertos de Fenicia. Algo fácil de comprender al abrir un mapa de las costas de Oriente Medio y Anatolia; observado como la zona heleno jonia (el Egeo) está a muy pocas jornadas de distancia de Biblos o de Sidón y Canaan. Siendo muy importante reconocer que el área culturalmente mas avanzada del helenismo estuvo siempre en ese litoral de Anatolia (hoy costas de Turquía), cercano a Oriente Medio. Hasta que en el siglo VII a.C. fué atacada por los Persas, habiendo de huir los jonios desde sus puertos hacia otras tierras -lo que en gran parte dio origen a la plenitud de una nueva Grecia (Continental y Occidental)-. De ello, que el mundo jonio estuviera más cerca de Fenicia que de la propia Atenas; por cuanto hasta la huida de estos griegos anatólicos hacia el Oeste, esos jonios fueron más orientales que “europeos”. Debiendo reconocerse que tanto canaaneos como helenos (micenios), tuvieron esa gran parte de cultura en común que convivió desde el siglo XVI, hasta el VII a.C.. Aculturación que en muchas ocasiones se olvida o se niega, separando a semitas de indoeuropeos y sin observar que durante un milenio casi, coincidieron como civilizaciones.
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E - 5) Alfabetos protosináicos y alefatos canaaneos (alfabetización del Egeo):
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La alfabetización de Grecia se debió a los mismos fenicios, que introducen allí sus signos; llevando al Egeo hacia el siglo IX a.C., los alefatos inventados por ellos unos trescientos años antes (en el Sinai, en Ugarit o en Tiro y Sidón). Siendo los griegos de Eubea -al parecer- los primeros extranjeros no canaaneos que reciben este sistema de escritura; al estar muy relacionados esos eubeos con Biblos desde épocas remotísimas, por tener su gran isla minas de cobre. De ello que la mitología recoja como su príncipe Palámedes fué quien inventó (o adaptó) el alfabeto griego regalado por Hermes (39) ; habiendo de interpretarse que tal Hermes era un simbólico dios del mercado llegado desde Fenicia. Es decir, los comerciantes venidos desde Canaán en sus naves. Pese a todo, la leyenda es anacrónica pues narra como el príncipe Palámedes muere en la guerra de Troya, por lo que hemos de suponer que este mito recoge la invención del alfabeto en época de Fenicia y no de Grecia. Pues la guerra de Troya data de fines del siglo XIII a.C. y hasta el tres siglos mas tarde no se van formando las letras griegas. De lo que se deduce, hubo un periodo de desconocidos intercambios comerciales entre los fenicios y los griegos (desde el siglo XIII , hasta el IX a. C.), en los que entre otros tesoros culturales los helenos adaptaron el modo de escribir de los fenicios.
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SOBRE ESTAS LÍNEAS: Cuadro mío con signos comparados de los antiguos alfasilabarios y alfabetos: IBERO ORIENTAL; IBERO MERIDIONAL; CHIPRIOTA; MINOICO POSTPALACIAL; CHIPROMINOICO; LINEAL B CRETA Circa 1600 a.C.; HITITA; LUWIO; IBERICO NORTORIENTAL; IBÉRICO MERIODIONAL (tartessio). Obsérvese el parecido de todos ellos, tanto como el carácter de estos alfasilabarios compuestos por pictogramas con valor de sílabas, junto algunas letras sueltas. Si tuviéramos que realizar una linea de descendencia de estos sistemas de escritura, comenzaríamos por el hitita y el Lineal A (anterior al 1500 a.C.), para seguir por el Luwio y el Minoico postpalacial (posteriores al 1300 a.C.). Tras ello los que descenderían el chiprominóico (hacia el 1000 a.C.) y el chipriota (mantenido entre el 900 y el 500 a.C.). Pasando desde Chipre a la Península, siendo su cadena más probable -conforme a cronología-: 1º: Tartessio (ibero meridional); 2º: Ibero Oriental ; 3º: ibero nortoriental.
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BAJO ESTÓS PÁRRAFOS: Detalle de una tumba de Creta fechada hacia el 1400 a.C. y expuesta en el museo de Xania. En este sepulcro de cerámica (que no pudimos fotografiar por falta de luminosidad) se observa claramente el "Altar de Cuernos Sagrado" minóico -común en toda esta cultura-. En la imagen copiada desde el diseño que luce el referido sarcófago, vemos en su centro la mesa con cuatro astas y al lado izquierdo, un oferente. A la derecha una gran tinaja o "pitoi" (de aceite) con forma de "kilis" (vaso de vino) y que también está utilizándose durante la ceremonia recogida en ese sepulcro, quizás en favor del difunto. Al final del presdente artículo veremos como estos altares con cuernos se relacionan con cultos del olivo y con la industria de su aceite; tanto que entre los canaaneos aparecen multitud de esas aras con astas en las esquinas, en las almazaras. Una devoción hacia el olivo o a su oleo, que tiene un carácter ctónico y a su vez se relaciona con la adoración al progreso y al bienestar.
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Llama la atención en la imagen que desde aquí se percibe como los altares con astas pintados por los minoicos pueden contener la perspectiva un tanto alterada y que fueran muy parecidos a los que hemos visto en Canaan. Más concretamente en Megido y entre los filisteos muy antiguos -que como hemos estudiado utilizaban aras en forma de una columna terminada en una bandeja con cuernos en sus esquinas-. Estela con aquella superficie alta semejante a un plato, donde se considera quemaban incienso; aunque quizás en sus ritos también se libase aceite de oliva; ya que en Israel-Judá es numerosa la aparición de estos altares junto a fábricas de aceite (o con olivos cercanos).
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Continuando con el alfabeto por “letras” -no el silábico ni menos el jeroglífico-, es de destacar que se considera un “invento” canaaneo (al menos su difusión); un hecho a tener muy en cuenta para localizar las áreas de influencia de los fenicios en el Mundo Antiguo. En referencia a ello, sabemos que la idea de definir cada sonido en un signo, comienza ya en las dos zonas donde se inició la escritura más antigua, y que fueron: Akad y Egipto. Donde hacia el siglo XXII a.C. ya se desarrollan algunos caracteres que se interpretaban por solo un “tono” (no una sílaba, ni una letra vocal). Por su parte, en estas mismas épocas, ya en Creta se escribía en alfabetos silábicos (lineal A), donde cada signo era una sílaba -existiendo sílabas que se correspondían con las letras vocales-. Muy cercano era este sistema minóico del puramente abecedárico; pero no fue el que origina el alfabeto, pues el lineal-A y el lineal-B se pierden en la noche de los tiempos, tras la destrucción del Imperio de Minos. Pero en la misma época en la que se perdían y quedaban olvidados estos lineales silábicos cretenses (hacia el 1580 a.C.) comienza a surgir una nueva idea de alfabetos precisamente en la zona de Fenicia y el Sinaí. Así se desarrolla sobre el siglo XV a.C., en una de las ciudades protofenicias por entonces más fuertes y llamada Ugarit. Un puerto situado a pocos kilómetros al Norte de Biblos; donde crean un sistema de escritura por caracteres muy similar a lo que serán luego las letras, siendo este el comienzo del alefato. Para definirlos se valieron los ugaritas de símbolos cuneiformes tomados de la escritura babilónica.
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Pese a todo, ese alfabeto de Ugarit diseñado con signos cuneiformes no tuvo continuidad, porque el resto de los canaaneos decidieron avanzar hacia un abecedario nacido de símbolos más cercanos a los jeroglíficos de Egipto. Sobre este punto es muy interesante observar que los signos que van eligiendo y que terminarían formando los alefatos fenicio-canaaneos (surgidos desde el siglo XIII al XI a.C.); prevalecen algunos muy relacionados con ideogramas egipcios. Es más todo hace pensar que desde estos jeroglíficos desarrollan las letras nacidas desde las onomatopeyas o la inicial de cada palabra, en el “ideográfico” egipcio. Es decir, así, cuando escribían una serpiente esquematizada y representada como unas lineas curvas, derivarían su significado hacia el sonido de la sierpe, leyéndose finalmente como “S” o la “Z” (letras con forma de culebra, que siguen teniendo ese valor semejante al bufido de un ofidio). De igual manera, el signo inicial de estos alfabetos -que se denominaron protosemíticos-, normalmente fue la cabeza de ganado, que realmente se corresponde con una “A” invertida (bastando poner dos ojos y dar la vuelta al triángulo de la “A “, para ver que realmente es la testa de una vaca o toro). A nuestro juicio este alfabeto lo debieron de desarrollar gentes muy relacionadas con Egipto que en los siglos XIV al XIII posiblemente desearon crear un nuevo sistema de escritura para generar una nueva civilización (la de Canaán). De tal manera, el inventar ese alfabeto posibilitaría enormemente la contabilidad y el contacto con otros pueblos, pues en él se podía escribir cualquier palabra. Sobre todo, con la nueva escritura, los púnicos lograrían independizarse culturalmente de Egipto e imponer una civilización propia a los pueblos con los que comerciaban -o a los que dominaban-.
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En el siglo XIII a.C., finalmente se terminan de formar esos alefatos canaaneos, basados en una escritura de consonantes fundamentalmente, con un origen directamente común en todos (desde el hebreo, arameo, hasta el fenicio). Siendo en ciudades como Biblos, donde antes intentan adoptar este tipo de escritura; seguramente para confirmar esa independencia cultural frente a Egipto -incluso con Mesopotamia-. Por este motivo, y por el deseo de no tomar una escritura babilónica, ni egipcia; creemos que usaron y divulgaron este alfabeto de Ugarit (que ya dijimos que procedía del akadio cuneiforme); desarrollando posteriormente cada cultura o ciudad, uno propio. Aunque la primera creación del alefato -a nuestro modo de ver- se lleva a cabo en el desierto del Sinaí y en las costas del sur de Fenicia; lo que hace pensar que muy posiblemente se debe a judíos regresados desde Egipto (con Moisés -ver lo antes narrado sobre la interpretación del Exodo-). O bien a fenicios y hebreos que escapan del poder del Nilo, donde habían trabajado como escribas o contables. Sea como fuere, creemos que esos alfabetos protosemícos -protosináicos- pueden deberse a las tribus hebreas y pueblos de Fenicia que escapan del poder faraónico desde el siglo XIII a.C.; con la intención de crear su propia civilización en las tierras de Canaán. Finalmente este sistema de escritura entró en la hélade unos dos siglos después (hacia el IX a.C.) donde debieron de transformarlo, para poder escribir el sonido de las siete vocales que el idioma griego pronuncia y distingue.
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AL LADO Y ABAJO: Junto estas lineas, dibujos míos de el altar del holocausto y del altar del incienso judío (como lo figuraban autores del siglo XVIII). Podemos observar que ambas aras contienen astas en sus extremos (tal como luce el altar de BeerSheva y otras mesas rituales israelitas halladas).
Abajo, varias esculturas púnicas aparecidas en Puig des Molins (Ibiza) y fechadas entre los siglos VI al III a.C. -tal como las exhibe el Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes-. Fácil es ver que estas deidades exvotas fabricadas en terracota, lucen principalmente sombreros y joyas. Incluso, las representaciones masculinas están totalmente desnudas -quizás mostrando el modo en que los hombres cartagineses o fenicios entraban en el mar, para bañarse-. Pese a ello, unos y otros contienen importantes tocados en la cabeza y profución de joyas, entre las que destacan zarcillos metálicos que en algunos casos no les han robado a las esculturitas.
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E - 5) Cultos canaáneos, ritos egipcios y dioses minóicos:
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De estos intercambios y de la continua conexión entre Oriente Medio y Micenas hubo de surgir una de las divinidades más importantes en las religiones de Grecia y Fenicia, como fue Adonis. Deidad de origen canaaneo y probablemente judío; cuyo nombre se considera procede de la voz fenicia “adon”, que significa “señor” -aunque según algunos especialistas tendría su origen inicial en el dios sirio Tammuz- (40) . Pero a nuestro modo de ver, Adonis sería una derivación directa del Osiris de Biblos. De tal manera, el dios Adonis presidía el panteón de Biblos y las fiestas de su nacimiento era el mayor festival de aquella ciudad de Canaán. Fiestas que se celebraban rememorando que el divo brotaba del interior de un árbol de la vida (considerado como el de la mirra): El cedro del Líbano. Así, su nacimiento simbolizaba la obtención de las resinas de mirra; contando su mito que aquel “niño” era extraído con un cuchillo de la corteza del árbol, donde su madre lo escondía.
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Para entender los orígenes y significado de la extraña leyenda del “infante Adonis” que debía ser extraído a cuchillo del tronco, hemos de recordar la de Osiris. Divo que fue asesinado, troceado y lanzado al Nilo en un sarcófago cerrado; donde bajó el rio hasta llegar al delta. Tras lo que navegando por mar, arribó a Biblos. Allí se introdujo el dios egipcio en un árbol de la vida, donde resucitó dentro de ese tronco. Su viuda Isis, descubrió luego tal reencarnación y cortó aquel árbol, llevando a su marido en esta forma hasta el palacio real de Biblos. Donde lo colocó como pilar central, para amarle y adorarle bajo aquella forma y figura (como una columna sagrada, cuyo símbolo es plenamente fálico). Finalmente diremos que este mito se relaciona plenamente con la adoración al árbol en Biblos y la exaltación de los cedros de sus bosques, que proporcionaban la madera para crear barcos, casas, enseres, sarcófagos y todo objeto de madera en el Nilo. Una veneración al cedro tan importante que aún aparece en la misma bandera de Líbano; pero cuyo culto ya existía en la Creta minóica más antigua -tal como Evans mostró y demostró en su interesante libro sobre el culto al pilar y a las coníferas en el reino de Minos (41) -.
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De tal modo, el ciclo osiriaco egipcio antes expuesto, vemos que se relaciona plenamente con el de Adonis, igualmente nacido de un árbol de la vida: El de mirra, que se usaba para embalsamar y la veneración al cedro, con que el construían preferentemente los barcos fenicios. Tantas conexiones tienen ambos mitos, que en la historia de Adonis existe un conocido sinsentido, sin poder razonarse por qué el dios de la belleza es atacado por un jabalí que lo mata. Algunos argumentan que ello se debe a que es este animal el que con sus colmillos daña la corteza del árbol sagrado y extrae la resina. Y por lo tanto “saca” al niño Adonis de su refugio; arañando el tronco del cedro, lo que relacionarían el nacimiento con la muerte del dios. Pero ningún experto explica qué unión tiene dicha muerte producida por el jabalí, con la verdadera historia del dios púnico-heleno. Aunque si repasamos la “vida” de Osiris, veremos que este otro dios fue igualmente atacado y muerto por un jabalí; cerdo que como animal denostado en Egipto, representaba a Set (el demonio). Episodio mítico que se debía al odio que los pueblos del desierto sentían por los porcions; animales que nunca se preocuparon en pastorear ni domesticar, dado que en un medio como el suyo es una especie muy dañina (al ensuciar y hasta llenar de plagas las aguas). Este significado del cerdo, como animal que destruye; lleva a que en otros ciclos de religión egipcia, igualmente Horus (el hijo de Osiris) sea dañado y hasta sodomizado por otro cerdo salvaje, que intentó acabar con su vida. De todo ello, creemos que Adonis pudo verse influenciado por este mito osiriaco y tener un final relacionado con el jabalí; unos hechos que explicarían su muerte a manos de un cerdo salvaje y confirmarían el origen egipcio de ese dios Canaaneo.
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Asimismo, Adonis, está muy conectado con el culto judío a Yahvé, también llamado por los hebreos Adonai o Adón; tanto que desde Isaías es ya un homónimo del mismo nombre de Yahvé, y puede afirmarse que desde la época de este profeta (siglo VII a.C.) se susutituye la palabra Yahvé por la de Adón o Adonai. El significado de esta voz en hebreo es igualmente que en fenicio, “el señor de las tierras” (el señor), y es seguro que el nombre del Adonis griego procedería de esta voz judía (dado que el mismo dios en Siria, ya dijimos que se llamaba Tammuz). Por cuanto expresamos, no sería una teoría extraña pensar que el mencionado dios supremo que adoraban los Filisteos (en el templo que destruye Sansón) no era Dagón, tal como luego pudieron escribir las crónicas; sinó de Adón, o Adonis, deidad helena tomada de Canaán. Pues el mencionado Ladón se describe como una deidad semita con forma de Pez y que entre los griegos era un demonio, al igual que para los judíos. De tal manera, Dagón (Ladón) para los helenos era un monstruo marino nacido de Zeto, o de la serpiente Equidna, con forma “ictea” (pisciforme) y tenido por un dragón cuya misión era la guarda y custodia de las manzanas de oro en el Jardín de las Hespérides (42) . Por lo que no nos extraña que el episodio que narra cómo Sansón se quita la vida destruyendo el templo filisteo de Dagón, quizás ha aliterado el nombre de la deidad (Jueces, 16) .
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Para finalizar, expondermos que Osiris transformado en Adonis era veneradísimo en Biblos (43) . Donde muy cerca pasaba un río homónimo (Adonis), que todos los años “vestían” de rojo el día que se celebraba el nacimiento “del niño del árbol”. Lavando en sus aguas las ofrendas, tras recoger las savias con las que fabricaban la mirra. Una resina que se consideraba sangre de los árboles; aunque seguramente, los adoradores de Adonis para celebrar el nacimiento del niño dios también sacrificaban reses y seres vivos, derramando los flujos de sus inmolaciones en el río sagrado y del mismo nombre. En cuanto a su relación con los cultos a Afrodita, también llevados por los canaáneos a Grecia, ambos procedían igual origen y estaban unidos. Tanto que se consideran a Adonis y Afrodita pareja, por lo que ella termina llorando eternamente la terrible muerte del dios, “señor” e inseparable amigo. Resultando evidente que aquel era un dios agrario, de adoración a la vegetación y a la primavera, procedente del Osiris egipcio; pero con el significado añadido del árbol de la vida (quizás procedente del mundo minóico). Aunque también hay que destacar que termina confundiéndose en Grecia y Creta, con Dionisos (Baco) -deidad de la semilla y del vino-. Pese a que la veneración hacia Adonis junto a Afrodita, se transforma también en la Hélade en los cultos de Apolo; que se distinguían por su serenidad y armonía, separándose de los de Dionisos -que aún estando relacionados en origen con los de Adonis, fueron degenerando a orgiásticos y desenfrenados-.
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Por ello no es de extrañar que los misterios iniciáticos hebreos se relacionen en parte con dicha deidad de la belleza griega; dado que las ceremonias que realizan los judíos (y hasta las que implanta Jesús) fueron en algunas de sus sectas, ritos de sacrificio agrario: Del pan y el vino. Sustituyendo de la muerte de una víctima, o un animal; por la ofrenda de un vegetal (44) . Lo que significa el paso último dado por las religiones ya a fines del Hierro (hacia la “no violencia”). Para crear cultos con un vínculo social; obligando solo a ofrecer frutos, basado en el sacrificio del trabajo y en las labores de la tierra (sin derramamiento de sangre). En esta linea pueden considerarse los ritos del Adonis canaaneo, que importaron a Grecia y que se siguieron en muchas celebraciones greco-latinas, como cultos de Apolo. Pese a ello -ya dijimos-, que otra linea del mismo misterio se mezcla con el dios micénico de nombre similar: Dionisos y con los “ctónicos” de Atenas. Unos cultos dionisiacos de la Hélade, que en origen eran los mas ancestrales ritos agrarios, basados en el vino y la locura lasciva; dando como resultado celebraciones tan arcaicas como las llevadas a cabo por las famosas “bacantes”. Sacerdotisas desnudas de Baco que en su euforia y borrachera, llegaban a desollar carneros vivos con la boca y manos -comiéndolos en crudo, a mordiscos-. Todo cuanto choca frontalmente con los verdaderos cultos de Adonis; que traducidos a Grecia como ritos de Apolo, llegan a odiar tanto las celebraciones dionisiacas, que narra como desuellan a Marsias (por su arte marcial y repetitivo, como músico de bacanales).
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AL LADO Y ABAJO: Junto estas lineas, una de las vitrinas del Museo Arquelógico Nacional, donde se exponen varios ejemplares de orfebrería de Final del Bronce peninsular. Estas joyas son de una calidad y refinamiento inimaginables, para una época en la que no se conocía ni siquiera el hierro en nuestras tierras. Teniendo tan solo comparación con la orfebrería de Egipto o de Mesopotamia, en su época; pues siquiera la micénica lograba estos diseños tan perfectos. Todo ello habla de contactos muy profundos entre Oriente Medio y la Península durante esta etapa del Bronce fina -entre el siglo XIII y el lX a.C.. Abajo, varias de las cabezas en caliza halladas en el Cerro de los Santos (Montealegre del Castillo, junto a Yecla). Si observamos esta estatuaria que apareció con profusión en el monte que llamaron Cerro de los Santos -cuando allí encontraban decenas de esculturas como las que vemos-; nos daremos cuenta que su estilo y moda es casi igual que el de la estatuaria chipriota de periodo arcáico. Fase de Chipre que se marca entre los siglos VII al V a.C., cuando la isla queda prácticamente aislada y bajo el protectorado de Fenicia (después de la caída del mundo micénico y antes de ser Chipre influida por el mundo clásico, pasando a ser ocupada por Alejandro Magno desde el siglo IV a.C.) -agradecemos al MAN nos permita divulgar nuestras imágenes-.
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F) CANAÁN, FENICIA, ISRAEL, CARTAGO Y LA COLONIZACIÓN DE LA PENÍNSULA IBÉRICA:
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Cuanto hemos ido recogiendo entorno a la formación y nacimiento de Canaán, y a la posterior colonización de la Península Ibérica. Expresa que ambas márgenes del Mediterráneo son zonas que caminaron históricamente en paralelo; tanto que en los dos lados se suceden hechos repercutidos. De tal modo, Oriente Medio y nuestras tierras recibirán culturas tan parecidas y unidas que logran en un lado y otro de ese mar, que se reflejen artes e historias casi iguales. Pues si estudiamos la Antigüedad en estas dos áreas (el Sur de Oriente Medio e Iberia) podremos ver que Canaán fué a nuestra Península en la Protohistoria, lo mismo que pudo ser Extremadura para América del Sur -tras 1492-. Áreas que como madre e hija, avanzan en paralelo y donde se reflejan unas mismas etapas y unos hechos consecutivos; tanto que estudiando lo sucedido de uno de los “lados” podemos llegar a deducir lo que pasó en el otro.
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De tal modo, será fácil determinar cuándo comienzan a aparecer los fenicios en nuestra Península, bastando conocer que sus ciudades más importantes -como Tiro y Sidón- emergen con gran fuerza cuando Canaán se estabiliza y los Pueblos del Mar fueron dominados por Israel (hacia el siglo X a.C.). De igual forma podremos deducir algunos de los “desconocidos navegantes”, que procedentes de Oriente Medio y Anatolia, llegan a las costas españolas antes que los fenicios (durante el siglo XII a.C.). Suponiendo que son los mismos que habían pretendido extenderse por todo Oriente Medio e invadir Canaán. Pueblos del Mar (como los Danuna, los Teresh o los Masawa) que terminan asentándose en zonas del Sur peninsular, al igual que lo hacen en Gaza. Unos hechos que nos permiten deducir que muchos de los precolonizadores de Iberia (de los siglos XII al IX a.C.) fueron Pueblos del Mar; apareciendo en el litoral ibérico algunos siglos antes de que los fenicios llegasen. Cretochipriotas (Cereteos), mercenarios (Peleteos) o navegantes errantes (Danuna) y huidos de Troya (Teresh), que tras haber sido rechazados por Egipto y sin lograr asentarse en el Oriente mediterráneo, vinieron hasta Cerdeña y a nuestras costas, buscando un territorio. Todo sucedido durante los siglos XII y XI a.C. y ante la enorme “debilidad” de un Egipto que prefiere cerrarse en sus fronteras. Lo que potenciará el nacimiento de Fenicia, la llegada a Canaán de los Pueblos del Mar o la creación del Estado judeo-israelita. Cuanto configura un momento histórico en Oriente Medio, que provocará en nuestro mediodía peninsular: El Final de la Edad del Bronce, la precolonización y “la fundación” de Tartessos (tras la llegada de esas gentes venidas de Canaán).
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Puesto que el origen de la civilización tartessia hemos de fecharlo entorno al siglo X a.C., poco antes de la aparición de los fenicios; debiendo considerarla una cultura nacida del final de Bronce y con arraigos culturales previos a la llegada del primer hierro. Naciendo Tartessos de los precolonizadores; de Los Pueblos del Mar que llegaron a Iberia junto a los canaaneos y egeos huidos hasta nuestras tierras, en esos siglos anteriores a la colonización fenicia. Previamente a mediar el siglo IX, pues el establecimiento de puertos púnicos peninsulares se data arqueológicamente entorno al 825 a.C.. Tal como los fecha Mariano Torres Ortiz; quien marca en esos años la fundación de Gadir, conforme a la antigüedad de los primeros hallazgos fenicios en esta capital. Consecuentemente, entorno al año 800 a.C. comenzarán a proliferar los asentamientos púnicos en las costas hispanas (Malaka, Sexi, Adra etc). Cuya importancia y su continuidad hasta nosotros es tanta; que casi tres mil años después, siguen teniendo hasta el mismo nombre. Unos puertos fundados por los “hombres rojos” venidos de Canaán (como Cádiz, Abdera o Málaga) que conservan hasta hoy, no solo sus apelativos, sino también costumbres parecidas a las del otro lado del Mediterráneo -viviendo de forma paralela y muy similar, a como lo hicieron aquellos pueblos que vinieron a fundarlas desde Oriente Medio-.
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AL LADO: Instrumentos para minería de época romana, hallados en los yacimientos cercanos a la antigua Cástulo (El Centenillo, La Carolina herramientas de los siglos I y II d.C.) -tal como los expone el Museo de Linares, al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-. En esta zona de España, cercana a Despeñaperros se encontraban algunas de las minas más famosas de la Iberia protohistórica; tanto que Estrabón narra cómo el Guadalquivir (en esa época llamado río Tartessos) nacía en las fuentes de plata. Eran tan importantes los yacimientos de cinabrio, argento, estaño y oro, de Sierra Morena; que el mismo Aníbal logra ser un rico general tras casarse con Himilce, la hija del rey ibero de Oretania (quien gobernaba este área del actual Jaén). Gracias al potencial económico que le facilitaban los yacimientos próximos a Cástulo -junto a la actual Linares y donde reinaba su suegro-; se embarca en la aventura de conquistar Italia. Tal era la infraestructura que obtenía Aníbal con la explotación de estas minas; que los romanos deciden asociarse con varios reyezuelos iberos, para cortarle el suministro de apoyos desde Oretania. Siendo este el modo en que logran vencer a Aníbal en Italia, quitándole gran parte del dinero que se obtenía en tierras de su esposa Himilce; y con ello, la capacidad de seguir pagando mercenarios y ejércitos.
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ABAJO: Exposición del MARQ, que semeja un pecio hundido y la intervención de arqueólogos para recuperar sus restos (agradecemos al Museo Arqueológico de Alicante, nos permita divulgar nuestra imagen). Esta divertida sala muestra de modo didáctico -especialmente a jóvenes- la forma en que aparecen los barcos hundidos hace miles de años bajo el mar. Así como los métodos que los profesionales de la arqueología han de seguir, para no destruir lo que queda de la nave y cuanto de ella pueda recuperarse. En algunos de mis estudios hemos realizado un baremo para poder calcular el número objetos iguales a los que hallamos, habría en cada época; tanto como el de barcos que pudieron transportarlos -ver cita (44b) -. Conforme a este cálculo de probabilidades nuestro y conociendo que en la Península se han hallado varios miles de ánforas fenicias; se puede concluir que entre el siglo VII y el III a.C., se comerció con decenas de millones de ellas (exportando o importando mercancías en su interior). Asimismo, considerando que una nave de tamaño medio transportase unas quinientas ánforas; ello supone que hubo un tráfico marítimo de miles de barcos anuales. Tantos, o más viajes de los que existirían entre América y España, durante los tiempos del imperio hispano.
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F – 1 ) Israel y a Península Ibérica -Salomón y el oro de Tartessos-:
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Regresando al Canaán en los tiempos que iniciaron sus expediciones hasta la Península Ibérica; recordaremos que en el siglo X a.C se había fundado el reino unido de Juda-Israel. Un Estado fuerte, liderado y unificado entonces por David, quien había arrinconado a los cretenses (philisteia) a una franja al Sur de Haifa (Gaza). Victoria contra los filisteos que debió de generar grandes enemistades vecinales, llegando a costar muy cara a los israelitas. Tanto que parece fueron los filisteos quienes convencen años más tarde a un faraón de origen hermanado con ellos (Shesonq) para atacar Jerusalén -entrando en Canáan a través de Gaza, con su ayuda-. Y aunque hacia el 961, el rey Salomón toma su relevo como monarca de Israel y Juda unidos; creando un gran Estado fuerte y poderoso -por todos conocido-. Tristemente, a su muerte (sobre el 933 a.C) se disgregaron de nuevo los dos reinos: el del Norte (Israel), y el del Sur (Judá). Una separación que fue precisamente motivada por los filisteos (Pueblos del Mar), que tras la muerte del famoso Salomón observan la debilidad de su hijo Roboám y aprovechan la ocasión para dar infraestructura a Egipto, con el fin de que atacasen la capital del reino hebreo. De tal manera, se sabe que el Faraón Shesonq I -Sesac, Sensoc ó Shishaq; el primero de la llamada Dinastía Libia y procedente de un Pueblo del Mar-; atacó Jerusalén con mil doscientos carros y sesenta mil hombres, destruyendo parte del templo de Salomón (Salm. (II,12,9), rindiendo el reino y obligándoles a pagar tributo. De este hecho dan cuenta las inscripciones del Templo de Karnak (en la actual Luxor) tanto como el Antiguo Testamento (Cron. 12;3) (Parali. II,12) (I Rey.14,25).
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Dicho Faraón era de origen “mercenario”, de la tribu Mashawa; relacionándose su elevación al poder con Pueblos del Mar. Por ello debemos pensar estuvo muy ligado a los filisteos, quienes les proporcionarían la referida ayuda para invadir Jerusalén. Por su parte, Shesonq, ya había dado refugio al sublevado “gran intendente” de Salomón, pariente del rey y llamado Jeroboam. Quien tras la llegada al trono del sucesor, como nieto de David (Roboám), supo que se iba a sublevar el Norte (Israel de Judá). Aprovechando la ocasión, Jeroboam se proclamará rey de Israel, dividiendo así en dos el Estado de Israel. Unos reinos que permanecieron dos siglos fraccionados; desde esta fecha (+/-el 931 a.C.) y hasta que Asiria asedia las fronteras judías (desde el 732 a.C.). Pero la unificación resultaba imposible, pues el “país del Norte” (Israel), era una Sociedad más liberal, con una monarquía electa, una religión y una cultura más cercana a la de los Pueblos del Mar y a la de Egipto (muy diferente a la de Judá -el Estado del Sur-).
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Por cuanto expresamos, las costas de Canaán durante el periodo unificado de Israel-Judá (unos setenta años) gozaron de enorme prosperidad. Asimismo, durante los reinados de David y Salomón, también Fenicia vivió un gran esplendor -encabezado por sus grandes puertos de Tiro y Sidón-. Principalmente cuando sobre el año 969 a..C., muere el rey de Tiro (Abibal) dejando en el trono al famoso Hiram, quien se alió con David y después con Salomón -llegando a colaborar en el famoso templo- (Reyes 1). Hiram fué conocido por fortificar Tiro en la forma de isla artificial sobre una gran roca en medio del mar, tomando su nombre de la voz fenicia “zur”, que significa “piedra”. Dicho rey constructor la dotó de puertos, canales, aljibes y fuentes nacidas del mar; obteniendo el agua del subsuelo submarino. Por su parte, tras Hiram, esta fué la ciudad dominante de Fenicia, sobre la misma Sidón, y ejerció un comercio e influencia siempre pacífica y amistosa sobre Judá e Israel (2,Sam,5,11; 1,Re 5,15ss; 9, 12 ss; 16, 31). Igualmente la Biblia narra como Hiram, amigo de David y Salomón, vendía madera de sus cipreses a cambio de aceite, aceitunas y vinos de Israel (2 Sam 5,11, 1 Re.5,24). Citando (1,Re, 7,13ss ,37,40) que en la construcción del Templo trabajó un artesano broncista llamado Tiro de Hiram, quien se identifica con el mencionado rey tirio; famoso por sus naves que traían metales preciosos, especialmente de las costas hispanas (Tarshis). Además se dice ayudó a Salomón a construir una flota (1, Re. 9,26); armada de Israel que parece ser, solo tuvo un carácter defensivo y nunca fue de gran relevancia. Por lo que la alianza con Hiram de Tiro se supone fue fundamental para la prosperidad y el comercio de los hebreos. Tal como relatan los textos bíblicos, donde se narra el modo en que el rey de Israel traía oro y plata de Tarshis. Diciendo textualmente: “El peso del oro que importaba Salomón cada año, era de seiscientos sesenta y seis talentos de oro (...) Toda la vajilla del rey Salomón era de oro, y toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano, de oro puro. En los días de Salomón la plata no era apreciada. Porque la flota del rey iba a Tarshish con los siervos de Hiram, y cada tres años solían venir las naves de Tarshish, y traían oro, plata, marfil, monos y pavos reales” (45) .
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Como hemos expuesto repetidamente, durante aquel tiempo de enormes crisis -tras la aparición del Hierro y con la llegada de los Pueblos del Mar-, Egipto decide refugiarse en el desierto y no llevar actuaciones hacia el exterior; cerrándose y sin fabricar más barcos que los necesarios para guardar sus costas. Mientras, la Hélade estaba aún por nacer, después de haber caído Micenas y el mundo minóico (Creta y Chipre). Por todo ello, los marineros canaaneos fueron los dueños del Mediterráneo e incluso del Mar Rojo. La fuerza marítima de Tiro y Sidón se extendió paulatinamente y las flotas fenicias ocuparon el litoral del Norte de Oriente Medio, mientras se alían con los hebreos para lograr puertos y astilleros en el Mar Rojo. Por su parte, los Filisteos ocuparon la zona Sur de Canaán, dejando para los judíos una pequeña franja de costa (cercana a Haifa -Joppe-), desde la que apenas realizaban singladuras con carácter comercial, sino principalmente militares. En el Mar Rojo, fenicios y hebreos ejercerían labores de vigía continua con sus barcos, para evitar el paso de egipcios por esa franja; aunque parece evidente que desde el punto de vista marítimo los israelitas y los judíos dependían enteramente de los fenicios. Debido a ello, los reyes David y Salomón se distinguieron por sus alianzas continuas con estos pueblos marineros (púnicos o filisteos); lo que al parecer no fue muy bien visto por algunos de sus súbditos -los más puritanos-. Quienes observaron tal proximidad a fenicios y peleteos, como algo muy dañino para el culto y la pureza religiosa judía. Siendo este posiblemente el origen de la escisión entre Judá e Israel, tras la muerte de Salomón; ya que los del Sur no aceptaban tener relaciones tan cercanas a esos otros pueblos (tan próximos a los egipcios). Tanto que cuando desaparece Salomón, los Faraones, conociendo el rechazo de los habitantes de Judá hacia Egipto; aprovechan la diferencia de pensamiento entre los hebreos del Norte y del Sur para atacar Jerusalén y provocar esta segregación durante siglos (manteniendo siempre buen contacto con los reyes de Israel). Todo ello supuso una gran inseguridad en el reino de Judá, por cuya la inferioridad sobre el mar -apenas sin armada- estuvieron obligados a retroceder de las costas. Así podría decirse que los hebreos del Sur quedaron prácticamente sin fronteras con el Mediterráneo desde el siglo IX a.C.; tan solo teniendo los de Israel acceso y salida en sus playas por Hoppe y en el Mar Rojo también gracias al apoyo de Fenicia (46) .
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AL LADO Y ABAJO: Junto estas líneas, un dibujo mío mostrando un rabí y un sacerdote supremo del Templo de Salomón. Observemos el modo en que siempre los clérigos judíos llevan cubiertos su torso a la altura del pecho. Con el “efod” de mandil o cintas; y en el caso del supremo, además con el pectoral de Aarón (una placa metálica preciosa, con doce gemas engarzadas, que representan las doce tribus de Israel). Abajo, los reyes David y Salomón, tal como los representan en estatuaria imaginada en la catedral de León.


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F - 2) CRONOLOGÍA DE ESTA ÚLTIMA ETAPA:
Para una mejor comprensión de los epígrafes que a continuación redactamos, recomendamos ver nuestra cronología, contenida a continuación.
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EN MAYÚSCULAS CURSIVAS, ROJO: HECHOS PROVOCADOS POR LA DIFUSIÓN DEL HIERRO
En letras minúsculas negras, lo acontecido en Israel.
En minúscula morada, los sucesos de Judá.
En minúscula roja, los de Fenicia.
En azul minúscula, lo acontecido en Anatolia (reinos neohititas, en especial el de Midas).
EN MAYÚSCULA NEGRILLA Y CURSIVA, LOS HECHOS RELACIONADOS CON TARTESSOS Y LA PENÍNSULA IBÉRICA.
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CRONOLOGÍA DE EDAD DEL HIERRO (MIGRACIONES HACIA LA PENÍNSULA, SUCEDIDOS EN IBERIA, ACONTECIMIENTOS DE ORIENTE MEDIO Y ANATOLIA)
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SIGLOS XII AL X a.C. EN EL EGEO Y ANATOLIA:
-SE DIFUNDE EL HIERRO, EXPULSANDO DE ANATOLIA Y DEL EGEO A LAS ANTIGUAS CULTURAS DEL BRONCE.
-GUERRA DE TROYA (hacia el 1212 a.C.)
-LOS PUEBLOS DEL MAR (marineros o mercenarios de las costas de Anatolia) SE LANZAN A LA BÚSQUEDA DE NUEVAS TIERRAS, INVADEN EGIPTO Y LLEGAN HASTA CERDEÑA, ITALIA Y LA PENÍNSULA IBÉRICA.
-LOS DORIOS (indoeuropeos) SE ADUEÑAN DEL EGEO, CAE MICENAS Y EL MUNDO MINÓICO.
-LOS MICÉNIOS Y MINÓICOS HUYEN A CHIPRE Y A TIERRAS DE CANAAN.
EL EGEO QUEDA EN MANOS DE INDOEURPEOS.
-ANATOLIA PASA A MANOS DE TRIBUS DEL HIERRO, CREÁNDOSE ALGUNOS REINOS NEOHITITAS.
-FENICIA SE EXPANDE POR EFECTO DE LA CAÍDA DEL MUNDO HITITA Y DEL MINÓICO Y MICENIO. AVANZA PRIMERO HACIA EL EGEO Y DESPUÉS HACIA OCCIDENTE (comenzando las colonizaciones de sus grandes puertos, Tiro y Sidón).
- SIGLO X a.C., EMERGEN NUEVAS CULTURAS EN EL SUR PENINSULAR COMO CONSECUENCIA DE LA VISITA DE COLONOS. NACE PAULATINAMENTE LO QUE SE LLAMARÍA TARTESSOS.
- 966 al 928 a.C. Israel: Salomón, creación del Reino unido de Israel
- 928 a.C. Israel: Rebelión de las tribus del norte contra separación de Judá (dos reinos distintos)
- 928 a.C, Judá nació como Estado tras la muerte del rey Salomón.
- 875 a,C, Acoso sirio. Alianza Israel con Fenicia
- 838 a.C. Israel ya es tributaria de Salmanasar III
- 814 a.C. Fenicios, ante el empuje de Asiria, fundan Cartago en Túnez.
- 748 a.C. Israel a.C. tributaria plena de Asiria.
- 732 a.C. Caida de Israel, dominio de Asiria.
- 726 a.C. Salmanasar III invade el norteño reino de Israel.
- 722 a.C. Sargón derrota la capital israelita (Samaria) y lleva a numerosos israelitas cautivos a Asiria.
- Gordion: 710 a.C. Los cimmerios invaden Asia Minor y Midas solicita ayuda al rey de Asria Sargon II
- siglo VII a.C., Jerusalén capital de Judá,; gran auge de población y de poder. Apoyo asirio, que veía en Judá un valioso vasallo y una importante fuente de aceite de oliva.
- Siglos VIII y VII en Fenicia: Gran influencia y presión de Asiria, pese a ello Tiro y Sidón se mantienen independientes y como un solo reino.
- 700 a.C. TARTESSOS: COMIENZA EL LLAMADO PERIODO ORIENTALIZANTE, DE SEGURO MOTIVADO POR LOS HUIDOS DE LAS CONVULSIONES DE ORIENTE MEDIO (isrealitas, frigios y fenicios). LAS CIUDADES FENICIAS DEL LITORAL SUR IBÉRICO SE VEN OBLIGADAS A FORTIFICARSE, ELLO INDICA PROBLEMAS CON LOS INDÍGENAS PENINSULARES (probablemente tras la llegada de otros extranjeros a nuestras costas).
- Gordion: 696 a.C. Se supone que Midas se ve obligado a huir o a suicidarse, al tener su reino vencido y acabado.
- 672 a. C. Fenicia. Tiro fue asediada por Esarhaddon, y del 668 al 667 a.C. por Assurbanipal, pero no pudieron conquistarla.
- La prosperidad de Judá bajo el vasallaje asirio terminó con la caída del Imperio Asirio (lucha entre la Dinastía XXVI de Egipto y el Imperio Neobabilonio).
- 670 a.C. TARTESSOS: FINALIZA EL LLAMADO PERIODO ORIENTALIZANTE, PARA INICIARSE EL TARDÍO Y MÁS AUTÓCTONO. PROBABLEMENTE MOTIVADO PORQUE LAS INVASIONES DE BABILONIA EMPUJAN A GRIEGOS (jonios) HACIA OCCIDENTE MIENTRAS JUDÁ Y FENICIA SE DEBILITAN. Es la que se conoce como etapa de Arganthonios o filohelena, que termina en la derrota de Alalia (531 a.C.).
- Gordion: 620 a.C. Los lidios (helenos) expulsaron a los cimerios y conquistaron lo que ya se llamaba Frigia.
- 610 a.C. Sube al trono de Egipto Necao II, quien aprovecha los enfrentamientos entre Asiria y Babilonia; apoyando a los asirios, que -junto a los de Judá- se enfrentan contra los babilonios, perdiendo. Tras ello regresa la supremacía de Egipto sobre Canaán hacia el 607 a.C. (pese a haber sido derrotados por Babilonia). Necao logra así el gobierno sobre Fenicia y de Gaza, controlando Judá; tras ello el faraón crea una gran flota egipcia y realiza múltiples expediciones marítimas. Estos hechos conllevan que los babilonios caigan sobre Canaán, pocos años después; para adueñarse de todo ese territorio, intentando invadir Egipto.
- 591 al 572 a. C.. Tiro es asediada y ocupada por Nabucodonosor II de Babilonia (durante trece años, sin llegar al éxito). Firman un acuerdo de paz por el cual Tiro pagó tributo a los babilonios -hecho que recoge el profeta Ezequiel (hacia el 574 a. C.)-.
- 597 y 582 a.C. Judá en medio de la zona en disputa condujo a la destrucción del reino; luego siguió el Cautiverio en Babilonia tras la derrota de Nabucodonosor en el 586 a.C.
- Gordion: 547 a.C. La conquista persa llevo de nuevo a Gordio (reino de Midas) a ser capital de la satrapía de Frigia perdiendo hegemonía los lidios (griegos).
- 537 a.C. DERROTA DEL IMPERIO NEOBABILÓNICO Y CAIDA DE ASIRIA BAJO LOS PERSAS: CIRO LIBERA ISRAEL y JUDÁ Y PACTA MANTENER TRIBUTARIA A FENICIA.
- 535 a.C. DERROTA DE LOS GRIEGOS EN ALALIA; PROGRESIVA DESAPARICIÓN DE TARTESSOS. Destrucción de Tartessos quizás no solo motivada por la caida del comercio heleno en el Mediterráneo, al perder su dominio tras ser vencidos por Cartago. Sinó probablemente también debida al regreso a su lugar de origen de muchos judíos y fenicios asentados hasta entonces en Tartessos; tras serle devueltas por los aqueménides.
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AL LADO Y ABAJO: Junto estas lineas, grabado del siglo XIX con una estela babilónica donde se representa a Nabucodonosor II, monarca de Babilonia. Fue uno de los reyes más famosos de la Historia, no solo por haber asediado Fenicia y destruido Judá (acabando con el Primer Templo de Salomón); sino también por los famosos Jardines Colgantes -que se supone construyó tras derrotar a Egipto, subyugando a todo Canaán después del 585 a.C.-. Después de que en el 601 a.C., tras haber vencido en Karkemish al faraón Necao, decide dirigirse al Sur para invadir Egipto; donde encontrará la resistencia de algunos pueblos de Canaán, entre ellos Judá. Por lo que en el 589 a.C. ataca Jerusalén, venciendo y destruyendo la ciudad y el famoso Templo de Salomón en el 586 a.C.; esclavizando a gran parte de sus habitantes (que lleva cautivos a Babilonia).
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BAJO ESTAS LINEAS: Grabado del siglo XVIII en el que se muestra la Babilonia de Nabucodonosor, que describió Heródoto en sus NUEVE LIBROS DE LA HISTORIA (46b) ; tal como asimismo la refiere el jesuita Athanasius Kircher en su libro “Turris Babel sive Archontologia” (1679). El dibujo que vemos es una recreación de algunos de los grabados que contiene el libro de Kircher, refiriendo la Babilonia descrita por autores como Heródoto y Diodoro de Sicilia (quien también trata acerca del aspecto de la ciudad, en II 95). Narrando como tras sus enormes victorias, Nabucodonosor II regresó a una Babilonia que por entonces estaba devastada, debido a numerosas guerras y sublevaciones. Dedicando grandes esfuerzos a reconstruir la capital asirio-caldea, donde se considera que estuvo la Torre de Babel. En el grabado podemos distinguir el palacio de Nabucodonosor, Los Jardines Colgantes creados por aquel rey, dos templos que reconstruyó y la famosa Torre de Babel (restaurada).
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En esta y en otras de las grandes ciudades babilónicas (como Nínive) vivieron los judíos; aunque las diez tribus que formaban el Israel -del Norte- capturadas por Sargón II en el 721 a.C., parece que se escindieron al mezclarse con asirios, tras ser deportados a Nínive. Por el contrario, los judíos (del Sur) cuyas tribus eran Efraim y Meneses, no cayeron en manos caldeas hasta el 687 a.C., en que Nabucodonosor les invade y les lleva hasta Babilonia; pero pronto Ciro los liberó de su cautiverio en el año 537 a.C.. Momento en que asimismo los cartagineses y lo que quedaba de los fenicios, atacaron Alalia; para destruir la armada griega focense y hacerse nuevamente dueños del mercado marítimo (logrando la supremacía sobre el Mediterráneo, llamada entre los helenos “thalasocracia” -gobierno de los mares).
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F - 3) Los ataques de Asiria y la paulatina destrucción de Canaán:
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En lo que se refiere a la Historia de Canaán, hasta la ocupación de Roma, podríamos resumirla brevemente del siguiente modo: La prosperidad y situación de bonanza en Oriente Medio se mantuvo hasta la llegada del invasor asirio. Quienes decidieron conquistar y asediar el Creciente Fértil desde los siglos VIII al VI a.C.; realizando sucesivos ataques sobre Fenicia, Israel y Judá. Logrando los distintos pueblos canaanitas rechazar aquellas agresiones y oponerse a esta ocupación siria, sobre todo Judá -debido a la fuerza que le otorgaba su fe y su conservadurismo religioso-. Pues el reino del Norte (Israel) tras decenios pagando tributo a Assur, e intentado sobrevivir frente a las sucesivas acometidas de Salmansar; desaparece en el 721 a.C., tras ocuparlo Sargón II (quien lleva entonces a Nínivea cautiverio parte de su población). Siendo “absorvida” por Assur, que infringía un duro sistema de deportaciones a los Estados conquistados; tanto que se considera a las diez tribus que componían Israel (del Norte) “disueltas” o desaparecidas en Nínive -al erradicarse o mezclase con los asirios-. En esos momentos, los habitantes que escapan del cautiverio en Nínive (impuesto por Sargón en e 721 a.C.), se exiliarían hacia otras zonas, aunque en su mayoría huyen a Judá. En esta etapa, las tradiciones del Norte se recogen y valoran entre los judíos del Sur (en Judá), que aún permanecía libre y que -de algún modo- desde entonces intentó conservar la historia, junto al talante de Israel (un Estado de las “diez tribus”, que fue más egipcio-canaaneo y de carácter abierto; auque los judíos sureños no lo apreciaron plenamente hasta entonces). Así, como vamos relatando, a comienzos del siglo VIII a.C. los asirios dominan a los hebreos y los subyugan; aunque al considerar el reino a Judá un buen vasallo, les permiten pervivir bajo su mandato. Pero tras cien años de pago a Asiria, y cuado este imperio “assur” también cae en manos de los babilonios; los mesoptamios vuelven al ataque en Canaán, terminando por conquistar el país del Sur, esclavizando a su población y destruyendo su ciudad y Templo capital.
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El reino de Judá fue así definitivamente incorporado como una provincia de Nabucodonosor II en el 587-586 a.C., con la “desaparición” de Jerusalén; huyendo cuantos de ellos logran escapar -hacia Egipto o dispersándose por mar-; pero sufriendo el resto cautiverio en Babilonia. Pese a todo, la mayoría de los hebreos pudieron sobrevivir tras ser sometidos al yugo de Nabucodonosor y hasta consiguieron adaptarse a esa esclavitud -de alguna manera, pues los fenicios no fueron capaces de soportarla-. Principalmente porque los reyes babilonios eran hombres cultos y se interesaron por la gran tradición judía, intentando modificar sus bases cívicas e influirles culturalmente, para que no se sublevaran. De ese modo y tras cambiar algunas de las costumbres israelitas, los judíos adoptaron gran parte de tradiciones y formas de vida de los asiriocaldeas, de cuyo cautiverio no guardaron un recuerdo tan negativo. Naciendo por entonces un nuevo nacionalismo hebreo vinculando a Babilonia; afirmándose que el ancestro más antiguo de Israel -Abrahám- había venido de Mesopotamia, por cuanto era normal que sus descendientes volvieran allí. Por lo que finalmente -como hemos dicho-, tras enormes problemas bélicos sucedidos en la zona, Ciro I decide liberar a los judíos que vivían allí retenidos y devoverlos a Judá (cuarenta años después).
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Por su parte, en el 574 a.C., Tiro (la capital fenicia), llevaba trece años de asedio llevado a cabo por Nabucodonosor -desde que en el 587 a.C. el rey asirio había atacado la zona, subyugando a los de Judá-. Pero el puerto púnico no se doblegaba debido a su situación de isla vigilada y protegida por centenares de naves; aunque ese año del 574 la ciudad se rinde, firmando un tratado con los babilonios. Pese a conseguir mantener parte de su ciudadela principal -al estar sobre la “roca” artificial-, todas sus factorías y enclaves de costa habían sido devastados; debido a lo que entran en decadencia plena, para nunca más tener primacía en el Mediterráneo. Muy distinta suerte corrieron los hebreos, que decenios después y tras la incorporación de Babilonia a Persia -con Ciro I, en el 538 a.C.-; se les permite regresar y la refundación de una nueva Judea-Persa, en una pequeña zona de las que antes ocupaba Israel y Judá (entorno al 516 a.C. y bajo el dominio mesopotámico). Es en este momento en el que se redactan en El Antiguo Testamento las profecías sobre Tiro y Sidón, que recogimos en cita (46) ; culpando a los fenicios de haber provocado los males israelitas, motivando la cólera de Yahveh, por solo codiciar el oro y la plata (que traían de Tarshis junto a las naves fenicias). Siendo de gran interés los pasajes bíblicos que incluyo en estas citas (45) y (46) ; donde podemos leer ese estado de crisis de los hebreos y su odio final hacia Fenicia o Filistea. Responsabilizándoles de la decadencia judía por enseñarles a amar solo las riquezas; y culpando de estos males que sufrió Israel, a las importaciones de telas, maderas o metales preciosos venidas de Tarshis.
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Es este momento, cuando Ciro I permite a los judíos crear una Judea persa, cuando elevan el Segundo Templo, en un pequeño reino -muy disminuido- y que da comienzo en el 516 a.C.. Por su parte, el resto de las costas fenicias van siendo desmanteladas y absorbidas por emporios marítimos de otras culturas; o bien sometidas fuertemente al yugo babilonio y luego al persa -tras el mencionado año de 538 a.C. en que la capital mesopotámica es unida a Persia-. De este modo, jamás se permitió a los fenicios ya prosperar, más que bajo el control absoluto de Assur, Babel o Persépolis; a los que Tiro hubo de pagar fuertes tributos. Primero a los asirios, contra quienes intentó levantar una liga de pueblos canaaneos para independizarse; por lo que se ganó la gran enemistad de Persia, que la sometió con mayor dureza. Por su parte, la otra gran ciudad fenicia (Sidón) actuó de forma mas inteligente y cuando Babilonia toma nuevo rumbo sobre Asiria, consigue ganarse la confianza de ellos y de los persas, para prosperar bajo su dominio. Situación que se mantuvo hasta que esas costas de Canaán fueron conquistadas por Alejandro Magno en el 331 a.C.; quien decidió definitivamente derruir Sidón, destruyendo también Tiro y su roca, conviertiéndola en un terraplén con acceso a pié desde la costa. Fue este un fin -triste y paulatino- de la Thalasocracia fenicia (dominio púnico de los mares), que había comenzado desde principios del siglo XII a.C., siendo mantenido hasta el VI a.C. -trás el asedio de Tiro y Sidón por Nabucodonosor que acabó con el poder naval canaaneo-. Esos hechos y la caída de Fenicia, fueron aprovechados por otras zonas portuarias del Mediterráneo; para prosperar y quedarse con las rutas comerciales que habían abierto y dominado hasta entonces Tiro y Sidón (durante seis siglos). Una thalasocracia que fue heredada por los griegos focenses durante unos decenios y posteriormente por los cartagineses; cuando hacia el 535 a.C. les derrotan en Alalia (destruyendo la flota griega). Decidiendo los de Cartago acabar con estos marineros helenos de la fócida, considerando que les habían robado su herencia mercantil fenicia -aprovechando las desgracias de Tiro y Sidón-. Usurpando así esos griegos, durante unos cuarenta años; el dominio púnico del mar Mediterráneo (desde el 586 al 535 a.C.).
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AL LADO Y ABAJO: Junto estas lineas, altares tartessios Coria de El Rio con forma de toro, estudiados y excavados por los profesores J.L. Escacena y F. Amores -en el lugar llamado Cerro de San Juan y en que algunos defienden estuvo en Mons Cassius-. Sobre estas aras hemos tratado en distintos artículos nuestros, recomendando consultar a los lectores interesados dos de ellos: El primero (que podrán encontrar pulsando su enlace), en que analizábamos y comentamos las fases de El Carambolo y su relación con estas aras. El segundo (igualmente abajo con su link), donde hemos pretendido fechar los edificios tartessios conforme a sus coordenadas astrales:
- EL CARAMBOLO, SUS ETAPAS, Y LA SAGRADA "PIEL DE TORO" (altares, pectorales y recintos tauromorfos) http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/08/el-carambolo-sus-etapas-y-la-sagrada.html
- EL CARAMBOLO, LOS SANTUARIOS Y LOS EDIFICIOS TARTÉSSICOS: Conclusiones a sus mediciones y coordenadas astrales http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/10/el-carambolo-los-santuarios-y-los.html
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Dibujito mío con diferentes altares de cuernos hallados en Tell Miqne (fechados entre el siglo XI y el IX a.C.). Semejantes a otros muchos encontrados en ciudades de Canaán (principalmente en Megiddo y Tell Beersheva); estas mesitas-pebeteros con astas se consideran de procedencia sirio-chipriota y más concretamente, heredados desde el mundo minóico. Descendiendo de los altares con cuernos existentes ya en el tercer milenio a.C. en Creta y que también proliferaron en Chipre desde el 1600 al 600 a.C.. Comúnmente se hallan unidos al culto del aceite de oliva; a mi juicio, considero que la unión entre esas aras de cuernos y el aceite, estaría en el concepto de "luz". Simbolizado en las astas, al quemar en ellos óleo (usándolos como lámparas votivas). Pero también en el proceso de industria y comercio de los derivados del olivo; que obligaban a una exportación organizada, e incluso a depender de una marina mercante que lo distribuyera. Porque las astas y las puntas se identificaban con los promontorios y con los cabos; y los cabos con los faros (encendidos a modo de cuernos por las noches). Faros que eran imprescindibles para la navegación; en unas singladuras que se realizaba usando miras semejantes a cuernos, o bien de cabotaje.
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F - 4) La Historia de Canaán y su proyección en la Península Ibérica:
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(Para una mejor comprensión de los epígrafes que a continuación redactamos, recomendamos ver nuestra cronología, contenida en F- 1)
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Por su parte, tales situaciones vividas en Canaán y Fenicia, provocan diversas consecuencias y hasta etapas históricas en nuestras tierras; tanto que llegan a marcar la Primera y la Segunda Edad del Hierro ibéricas. Asimismo, el reflejo de lo que ocurre en Canán, se verá claramente en el Sur peninsular; principalmente durante las épocas en que se fecha la monarquía de Arganthonio -en Tartessos- y la posterior destrucción del “imperio turdetano”, junto a la Cádiz fenicia. Todo lo que se sucede entre el 650 y el 535 a.C.; cuando en el otro lado del Mediterráneo Asiria asediaba Oriente Medio, provocando la decadencia de Tiro y Sidón. Arribando por entonces a la Península los helenos, para absorber las rutas fenicias del metal. Siendo este el momento en que se establecen los puertos helenos en el Levante ibérico (Hemeroskopeion, Alonis, Leukade, Mainake y etc.); emporios fundados por los focenses para heredar el mercado de las ciudades entonces asediadas en Canaán (Tiro y Sidón). Quedando así gran parte de la ruta del metal en manos de los griegos. Quienes llevarán hasta la Hélade: Oro, plata, estaño y cobre; importados del Atlántico. Vía el Levante peninsular y por singladuras marítimas, recorriendo el norte del Mediterráneo; transportando por tierra los metales tartessios hasta Alicante, embarcándolos allí y haciéndolos llegar a Grecia en navíos a través de Ampurias, Marsella y los puertos itálico-helenos (gracias a la ayuda de la dinastía de Arganthonios, según describe la leyenda).
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Generándose así una tremenda pugna entre los focenses y los cartagineses -o los fenicios establecidos en nuestras tierras-. Donde los púnicos intentarán cortar y evitar esa otra linea de comercio del metal atlántico, abierta por los griegos. Todo lo que culmina en una guerra entre Cartago y la flota focense, que es destruida en Alalia (Córcega) hacia el año 535 a.C., acabando así la Thalasocracia helena. Momento en que podemos fechar la caída de Tartessos, un reino o zona de Turdetania, que también sería aniquilado por los cartagineses; por haber comerciado sus metales con los griegos durante más de un siglo (a través de la referida vía terrestre, llamada Herakeia y que llevaba los lingotes hasta las bases helenas de Levante). Ello abriría ya la brecha última, para que Cartago decidiera hacerse con la Península (principalmente intentando dominar las minas de Iberia). Trasladando a sus generales hasta nuestras tierras y dando comienzo a la Segunda Edad del Hierro. Que se iniciará -a mi juicio- cuando los almirantes púnicos (Hannón y Himilkón), buscan la ruta de los metales atlánticos, logrando descubrir pronto de dónde obtenían tantas riquezas los tartessios (tras recorrer Himilkón las costas del litoral atlántico peninsular, llegando a las de Francia y a las islas Británicas). Ello marcará el cambio hacia la Segunda Edad del Hierro que se completará con la venida de los Bárquidas (a mediados del siglo III a.C.). Llegándose poco después a “La Historia”, cuando pone pié en nuestras tierras Escipión el africano, comandando los ejércitos de Roma (a finales de ese siglo III a.C.).
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BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Plano de las Rutas de Hércules y el Camino de Mainake; además de la posterior Vía de Aníbal. Estos trazados griegos se usarían desde la crisis de Tiro y Sidón, para llevar hasta el Mediterráneo los metales de Tartessos (oro, plata, estaño y cobre del Atántico). Pues antes de la caída de Fenicia en manos asirias (en el 574 a.C.), los púnicos habrían comercializado y transportado esas mercancías de un modo exclusivo y casi secreto. Haciéndolas salir de Cádiz (Gadir), para llevarlas hasta Canaán; lo que obligaría cruzar el Estrecho a cualquier barco que quisiera llegar hasta esas riquezas de Tartessos. De tal manera, bastaría vigilar los puntos de Gibraltar, para que nadie más que esos fenicios (autorizados y asentados en el litoral turdetano) comerciaran y tuvieran acceso hasta los metales del Atlántico.
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Pero al entrar en crisis Tiro y Sidón, los helenos se apresurarían para abastecerse también de lingotes preciosos en Iberia. Así llegarían a tierras del Levante español, situando en sus playas colonias griegas, como Hemeroscopion y Alonis (junto a Denia y a Villajoyosa). Abriendo esos puertos, desde los que por tierra alcanzarían los dominios de Tartessos; en un camino de una semana -aproximadamente- que les llevaría hasta el río Tartessos (el actual Guadalquivir). Esa vía helena se denomina Ruta Herakleia, por cuanto a través de ella los griegos adquirían los metales. Un hecho que -a mi juicio- se mitificó como los bueyes de Gerión, robados por Hércules. Pues el hurto de esos “toros” del rey de tartessos, se simbolizaría en los lingotes -o el valor de la pecunia- que los griegos adquirían de manera casi fraudulenta. Usando ese camino y con estos medios; ya que las cabezas de ganado significaban entonces la riqueza (por cuanto los bueyes de Gerión hubieron de ser estos metales exportados por los helenos). Pero aquel enorme negocio se acabó tras el año 537 a.C., cuando Babilonia es derrotada y Ciro I no subyuga con tanta fuerza Oriente Medio. Dejando libres a gran parte de los cananitas y hasta permitiendo a los judíos regresar a sus tierras. Es en este momento cuando los cartagineses deciden atacar las bases navales griegas en Occidente; claramente, para erradicar sus exportaciones de metal (obtenidas en Tartessos, principalmente). Siendo así como tras el 535 a.C. logran desarbolar toda la armada focense, cuyo puerto principal se situaba en Alalia; acabando con el comercio y primacía mercantil de los griegos. Pasando desde entonces a gobernar los mares de nuevo los púnicos; especialmente los de Cartago que llegan a la Península para hacerse con las zonas mineras más importantes. Comercializando ya desde el Mediterráneo los metales, a través de puertos como el de Cartago Nova (desde el que se llegaba al área de Tartessos por una ruta similar a la que antes habían seguido los griegos).
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Para estudiar cómo se producen los hechos que relatamos, recogeremos brevemente lo que fue sucediendo después del año 1000 a.C. en el Sur de Iberia. Un área dominada fuertemente por Fenicia desde el siglo VIII a.C.; tanto que mantuvo baluartes como la conocida Gadir (Cádiz) o Baria (Villaricos en Malaga), convertidas en auténticos emporios púnicos, sin apenas competencia y con gran libertad de movimientos -al menos durante cuatro siglos-. De tal modo, desde Gibraltar hasta Alicante (por el Este) y desde el Estrecho, hasta Cádiz (por el Oeste); los fenicios llegan a tener asentamientos cada cuatro kilómetros en toda la costa, habiendo situado en ellas factorías y ciudades importantísimas. Ello, durante al menos cien años; apenas sin la aparición de extraños ni extranjeros y sin otros navegantes de importancia capaces de seguir sus rutas -al menos hasta fines del siglo VII a.C.-. Ya que tras una duradera bonanza y estabilidad económica en esta colonización fenicia peninsular; después del 700 a.C., arqueológicamente veremos que dichas fundaciones costeras se ven obligadas a fortificarse. Lo que hace entender que comienzan problemas con los indígenas íberos; pero sobre todo con otras gentes que llegarían por mar con la misma intención que los fenicios -o para asentarse en nuestra zona-. Probablemente todo ello es asimismo consecuencia de los asedios y decadencia que por entonces ya sufrían Tiro y Sidón -en el siglo VII a.C.-.
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No sabremos nunca si dicha competencia que surge a Fenicia en el litoral hispano procede de su propia hija -Cartago-, o más bien hay que pensar en la presencia de griegos y anatolios en nuestras tierras (siendo un hecho cierto que comienzan los problemas, obligando amurallar la bases púnicas). Debiendo considerar que son los helenos quienes instigan a nuestros colonizadores; pues la historia narra cómo gentes procedentes de zonas cercanas a Grecia, dañaron sobremanera el mercado y la expansión fenicia. Ya que no solo deseaban competir comercialmente con ellos; sino además hicieron causa para recaudar fondos entre los iberos (con el rey Arganthonio), con el fin de que las ciudades helenas atacadas por los persas tuvieran dinero para enfrentarse a los ejércitos enemigos. Siendo este el comienzo de una pugna interminable, de enorme rivalidad, entre griegos y púnicos; sembrando desde entonces una discordia continua entre ambos (por motivos mercantiles, culturales y militares). Todo lo que culminaría en diversas guerras, donde unos y otros se intentaron arrebatar el trono como reyes del Mar Mediterráneo (thalasócratas). Finalmente ganaron la última batalla los cartagineses, que en el 535 a.C. vencen en Alalia (Córcega) a los griegos focenses, destruyendo gran parte de la flota helena; quedándose así como los herederos de Fenicia. Siendo esta la fecha que se da precisamente para la caída de Tartessos -como dijimos-, pues se considera que a partir de entonces la Península ya apenas pudo comerciar con Grecia, porque el Sur de Iberia quedaría en manos y a merced de los cartagineses. Quienes -supone la Historia-, se vengarían de los reyes turdetanos al considerarlos filohelenos; ya que Tartessos comerció con los griegos durante unos ciento veinte años, para ayudarles en sus guerras frente a los persas -cuando los asirios expulsan a los focenses de sus ciudades en Anatolia, obligándoles a asentarse en Occidente-.
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Por su parte, los cartagineses recuperarían esa primacía marina y el liderazgo sobre el Mediterráneo, hasta que Roma se lo arrebató. Cuando los latinos logran destruir Cartago -odiada por ellos-; que había sido fundada en el 814 a.C. en la actual Túnez, por miembros de la familia real de Tiro (tras decidir algunos tirios establecerse en el Oeste). Eligiendo para ese novedoso puerto, el nombre de “ciudad nueva” (Kart-Hadtha); que nació como base militar con el fin de vigilar y dirigir fundamentalmente el comercio entre la Península Ibérica y Fenicia. Por lo que por aquel entonces, los cartagineses estaban sometidos totalmente a su “madre” (Tiro); tanto como para pagar en todas y cada una de sus transacciones comerciales un diezmo (un 10%) a su ciudad fundadora. Pero tras el cerco y la caída de Tiro de Nabucodonosor (el 574 a. C.), Cartago queda liberada de tal hegemonía fenicia y pasa a sustituir a Fenicia en importancia y fuerza comercial. Así, en el 550 a.C. la dinastía cartaginesa fundada por Magón llega a controlar Sicilia con Cerdeña; y en el 535 a.C. -como hemos dicho- vence a los griegos en la famosa batalla de Alalia. Logrando de este modo los cartagineses, la supremacía naval y mercantil en el Mediterráneo. Heredando todas las bases del imperio marítimo de Tiro, sucediéndoles en una dura transición -desde el 574 al 537 a.C.-; donde Fenicia entrega a Cartago el mando y hasta parte de la flota y su poder.
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Por su parte, la Historia también supone que los habitantes del Sur Ibérico Penínsular, deseaban mantenerse independientes después de Alalia. Pero viendo que no pueden conseguirlo, tras el paulatino declive de de Tartessos y la aparición de un nuevo gobernante como Cartago; parece que intentan tomar Gadir. Debiendo así los cartagineses defender Gadir del asalto de los iberos (turdetanos). Por cuanto, tras salvar esta ciudad, hemos de pensar que los cartagineses comienzan a avanzar sobre el Betis dominando paulatinamente el mediodía Peninsular (haciédose los almirantes cartagineses con las rutas del metal y con el control del mar Atlántico). De este modo y hasta el siglo III a.C. los de Cartago gobernaron amplias zonas de Iberia, donde obtenían grandes riquezas mineras y agrícolas -Impositivamente o a través del comercio con los indígenas-. Pero durante el siglo III a.C. se ven obligados a subyugar a los iberos (principalmente meridionales), para pagar a los romanos los impuestos que Roma les habían exigido, al ganar la I Guerra Púnica. Así llegará Amílcar Barca en el 227 a.C. a nuestras tierras, para obrener de ella todo el rendimiento posible, conquistando gran parte del Sur de Iberia; aunque los Oretanos (tribu del alto Guadalquivir) le dan muerte en el 229 a.C.. Es entonces cuando le sustituye Asdrubal Barca (su yerno), que funda Cartagena y fue asesinado igualmente por los íberos, tan solo ocho años después. Tras este, en el 221 a.C. pasa el poder a Aníbal Barca -hijo de Amilkar- quien conquistó todo el poniente peninsular (gracias a sus pactos con reyes iberos), llegando a Barcelona y pasando a Roma. Con ello se produce la Segunda Guerra Púnica, en la que luchan romanos y cartagineses desde el 219 al 206 a.C. y que termina con la victoria de Roma sobre Cartago (acabando así la fase dominio púnico en nuestras tierras y entrando en ellas los latinos).
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AL LADO: Supuesta estatua de Himilce, la esposa oretana de Aníbal; cuya efigie se encuentra coronando esta fuente de Baeza (Jaén). Los leones que decoran el monumento, realmente pueden ser de origen ibérico y proceder de Cástulo (no todos, pues alguno tiene “tintes” góticos); pero la figura de Himilce más bien parece una estatua a la que se le ha añadido una cabeza -quizás ibero romana, aunque seguramente es posterior- . La Historia narra que Himilce se casó con Aníbal en el año 221 a.C., en el templo de Merlkarte de Cartagena (Cartago Nova). Quiso acompañar a su marido en las campañas en Italia, pero el general cartaginés se negó. Antes de salir hacia Roma, fue con ella a presentar el hijo que en común tuvieron, al templo de Melkarte en Cádiz (pidiendo protección a este dios en la guerra que iniciaba); aunque ya nunca se volverían a ver. No sabiéndose más acerca de Himilce y de su hijo, después de la marcha del general; hay quienes piensan que ambos mueren de enfermedad, antes de que Roma venciera a su marido. Pese a ello, hemos de pensar que no debieron estar a buen recaudo, ni menos muy seguros; menos tras la entrada de Publio Cornelio Escipión en territorio hispano; no solo porque este general romano tomó rápidamente Cartagena, sino porque asimismo se centró en el intento por conquistar la actual Andalucía (expulsando de allí a los cartagineses). Al parecer, una de las grandes artimañas de los latinos fue convencer a varios reyezuelos ibéricos de que rompieran sus pactos con el padre de Himilce (monarca oretano, de Cástulo); para acabar con el abastecimiento de plata que Aníbal tenía desde Sierra Morena. Ello obliga a pensar que Cástulo sería uno de los lugares que asediaría Escipión, nada más conquistar Cartago Nova.
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ABAJO: Perfil de los generales “Bárkidas” Aníbal y Amilkar, en un Shekel y un Dishekel de plata hispano cartagineses. Amilkar llegó a la Península hacia el 237 a. C.; aunque sus campañas militares se centraban en alianzas y en contratar mercenarios iberos, finalmente pretendió conquistarla (buscando preferentemente adueñarse de sus minas). Cuando Aníbal era todavía un niño, en el año 229 a.C., el rey de Oretania le tiende una emboscada en “Helike” (Elche de la Sierra) donde fue atacado con toros embolados con fuego. No creyendo que tales animales pudieran herir ni menguar sus tropas, parece que los cartagineses les hicieron frente, costándole la vida de su general Amilkar. En esos momentos, Asdrúbal (su yerno) logra huir llevando a lomos de su caballo al pequeño Aníbal, que presenció la escena. Ello y su vida entre los iberos, debió marcar enormemente a este general cartaginés (en sus costumbres y su forma de guerrear). No solo porque Aníbal se casó con la princesa de Oretania (nieta del que mató a su padre); sino porque siempre lucho rodeado de íberos y además valiéndose del mismo ardid. Atacando igualmente con toros embolados a los Romanos, en Italia. Unas costumbres y usos desde los que personalmente creo se origina la tauromaquia en la Península Ibérica.
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De la manera antes resumida finalizaron unos ocho siglos de dominio sobre la Península Ibérica, de estos navegantes y mercaderes procedentes de civilizaciones púnicas. Pueblos de origen canaanita, que comenzaron a llegar desde el siglo X a.C. para comerciar y asentarse en nuestro litoral; donde unos cien años después ya tenían fundaciones y factorías. Bases en nuestra geografía atlántica y mediterránea, cuya situación y riqueza se guardaría entre ellos, como un verdadero secreto de Estado. Puesto que las expediciones y la colonización fenicia del Occidente mediterráneo fue históricamente un hito incomparable; tanto desde el punto mercantil, como cultural y tecnológico. Resultando una obra colosal, tan solo similar a las grandes colonizaciones realizadas por civilizaciones como Egipto, Mesopotamia o Grecia. En la que estos púnicos ya llegan desde sus primeras expediciones hasta las costas gallegas, cantábricas y pasaron a las del Báltico o a las inglesas (en busca de metales, ámbar y nuevos productos). De dichos periplos apenas quedó documentación histórica; pues sus datos se conservaron como verdaderos secretos de Estado en las ciudades púnicas. Escondiendo la existencia de estas rutas hasta el ámbar del Norte de Europa, el oro gallego o los metales de Andalucía; tal como durante la Historia se han ocultado todos los secretos comerciales y militares. Ocultamiento que asimismo se considera la principal causa del pacto Roma Cartago, en el 509 a.C.; en el que se prohibía navegar más allá de las Columnas de Hércules -el famoso tratado de Non Plus Ultra, que recogemos en cita (47) -
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Asimismo hay documentación histórica que acredita esta ocultación de las rutas marinas de los metales preciosos Atlántico; sobre todo durante el periodo tartessio, tanto que hubieron de ser buscadas por los almirantes cartagineses al llegar a Iberia (tras la caída de la civilización turdetana). Realizando largos periplos los generales Himilkón y Hannon al mando de barcos de Cartago, entre el 450 y el 425 a.C.; justo después de pasar a dominar esos púnicos nuestras tierras. Un viaje documentado, en el que los navegantes de Cartago intentaron redescubrir la ruta de los metales atlánticos; que se sabía ocultada durante siglos y que denominaban "el camino hacia las Cassitérides" (48) . Singladura que llevaba hasta las “fuentes del estaño”, de las que los fenicios conocían su existencia, tras años de comercio con Tartessos; aunque desconocían su situación real. Por todo lo que Himilkón se dirigió desde Gadir hacia el Norte; mientras que Hannon, después de cruzar el Estrecho, viajó por tierras africanas (poniendo rumbo el Sur, buscando también aquellos misteriosos yacimientos). A mi juicio, tras haber hallado los cartagineses esas minas de casiterita, oro, plata y estaño (en Galicia y las Islas Británicas); se apresuraron a firmar el famoso tratado de Plus Ultra con Roma. Para proteger estas rutas que conducían hasta las fuentes de los metales. Un acuerdo marítimo de fronteras que evitaba conflictos entre ambas potencias militares, con el que se reparten las áreas de comercio y de dominio; dejando el Océano (con Tartessos, o lo que quedaba de este) bajo la zona de influencia púnica.
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Por su parte y acerca del secretismo de estas rutas del estaño, se conserva descrito un pleno de la Asamblea de Ciudadanos de Cartago, en el que esta premia a un capitán cartaginés que hunde su propio barco, al verse seguido por romanos en aguas del Atlántico; para no delatar así el camino marítimo hacia los metales. De ese modo explica esta historia Estrabón, quien escribe acerca de las vías del estaño atlántico peninsular: En un principio este comercio era explotado por los phoinikes desde Gadeira, quienes ocultaban a los demás las rutas que conducían a estas islas. Cierto navegante, viéndose seguido por los romanos, que pretendían conocer la ruta de estos emporios, varó voluntariamente por celo nacional en bajo fondo, donde sabía que habrían de seguirle los romanos; pero habiendo logrado salvarse él de este naufragio general, le fueron indemnizadas por el Estado las mercancías que perdió" (49) . De todo ello ha de deducirse que tales rutas, bases y puertos -primero tartessios, luego fenicios y más tarde cartagineses-, se mantuvieron ocultadas en secreto de un modo inquebrantable, desde tiempos inmemoriales y hasta la llegada de los romanos. Por ello, tras la llegada de Roma, los nuevos dueños de nuestras costas intentan buscar esos caminos (rutas, minas) y lugares atlánticos; donde los púnicos obtenían metales preciosos. Vías y emplazamientos que muchas veces los latinos no consiguen redescubrir (probablemente al llegar los romanos hasta ellos por vía terrestre); por cuanto quedan idealizados en la leyenda o en la mitología.
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Este sería el caso de las famosas Islas Kassitérides, donde los fenicios obtenían el estaño (casiterita) y plata en tanta abundancia, que volvían con sus anclas y herramientas de este metal -para no perder peso en el cabotaje de las naves-. Pero a esas tierras, los romanos llegaron por tierra a través de calzadas (siguiendo la Ruta de la Plata o bien atravesando la Galia). Por lo que aunque los latinos buscaron con celo su situación; no se pudo determinar si aquellas Kassiterides eran las Islas Cies (frente a Vigo), algún archipiélago del Atlántico o las mismas Islas Británicas. Porque con la desaparición de los fenicios, se perdió el camino para llegar a ellas; todo lo que muestra el secretismo con el que se guardaban las rutas marinas. Singladuras y descripciones, que se conocen levemente al haber caído en manos grecorromanas, quienes las utilizaron posteriormente en beneficio propio, para conseguir alcanzar sus metales. Aunque accedieron a Galicia y a las Islas Británicas por otras vías, tal como hemos dicho: Atravesando Hispania o Francia (hechos que plasman los periplos y narraciones massiliotas de Piteas y Rufo Festo Avieno en el siglo IV a.C.). Por todo ello, se tardaron muchos siglos en descubrir o identificar si aquellas tierras a las que los fenicios accedían desde el Estrecho de Gibraltar -poniendo rumbo Norte desde el Atlántico-, eran las mismas que aparecieron frente a las costas de Galicia o de la Galia (50) .
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AL LADO Y ABAJO: Junto estas lineas, altar tartessio en forma de piel de toro hallado en El Carambolo. Decíamos en otro de nuestros artículos que sobre el modo de celebrar en altar, ordena El Antiguo Testamento (52) : No hagáis junto a mi dioses de plata, ni dioses de oro, os haréis. Altar de tierra harás para mi, y sacrificaras sobre el tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en cualquier lugar donde yo haga que este la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré. Y si me haces altar de piedras, no las labres de cantería, porque si alzas herramienta sobre ese, lo profanarás. No subirás por unas gradas a mi altar, para que tu desnudez no sea descubierta junto a él”. Siendo el altar que ordena Yahvé exactamenta igual a los que se han descubierto en Tartessos: Muy sencillo, hecho sobre la arena y en todo caso, adornado con algunas hileras de piedra. Pareciendo por lo tanto lógico pensar que esas mesas sagradas que han aparecido en El Carambolo, en Coria del Río o en Malaka, sean de origen caananita y no tanto púnico, sino más bien hebráicas.
Bajo este párrafo: En la parte superior, los dos pectorales de el tesoro de El carambolo (con forma de pellejo de buey). En la parte baja, lingotes de cobre del siglo XII a.C. y de procedencia cretochipriota. Como hemos estudiado repetidamente, estos “talentos” eran fundidos con el diseño de un cuero figurando su valor en “cabezas de ganado”; pero asimismo recordaban al Labrys o hacha sagrada de la Edad del Bronce. Una bifaz venerada por toda la cultura minóica, como símbolo de la protección en la guerra, pero también del bienestar y del comercio (al haber sido estas hachas bippenas las primeras “monedas” o piezas para el cambio y trueque). Actualmente, no se duda acerca de la identificación de los pectorales de El Carambolo con aquella figura que recordaba al pellejo del toro y que era la del lingote fundido. Talento en forma de cuero, que difunden las culturas del bronce (principalmente la cretochipriota), cuya forma era la que asimismo daban a sus altares e incluso el símbolo de sus dioses. Aunque a la llegada de El Hierro, aquella figura deja de deificarse; seguramente tras la caída de las civilizaciones del Bronce (para las que ese diseño similar al pellejo de buey era tan importante como posteriormente lo fue la cruz entre los cristianos).
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G) - Conclusión:
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El contacto con el mundo de Canaán dio lugar al nacimiento de las civilizaciones más importantes de la Iberia protohistórica -refiriéndonos a las del Hierro y especialmente a la turdetana, junto a las del mediodía o del Atlántico-. Originadas ya desde el Bajo Bronce -hacia el siglo XIII a.C.-, tras la visita de los primeros precolonizadores (Cretochipriotas y Pueblos del Mar). Aunque nuestras tierras eran ya conocidas en Oriente Medio desde el III milenio a.C., por sus riquezas en oro y plata; fama que unos siglos después atraería a muchos otros “nuevos descubridores” (como fueron los fenicios y luego los helenos). Por su parte, el establecimiento de estas gentes originarias de Canaán durante unos ochocientos en nuestra Península, culturizaron las tierras que luego sería Andalucía en una forma que jamás pudo olvidar, siendo aún difícil distinguir el arte de Siria, Israel o del Líbano, con la arquitectura y música meridional hispánica (53) . Quedando tan marcadamente orientalizado el Sur Peninsular, que ello seguramente provocó sucesivas oleadas de inmigraciones venidas desde estas costas de Oriente Medio y Asia Menor. Regresando repetida y nuevamente a tierras que les eran comunes y familiares, las gentes de Siria o de Canaán -al menos, a nuestro modo de entender-. Nos referimos a la conquista árabe tras el 711 d.C., tanto como a parte de la diáspora judía; que se establece en nuestras tierras ya desde tiempos muy lejanos, pudiéndose datar una gran colonia hebrea sefardí con anterioridad al siglo IV a.C. Lo mismo que sucede con la llegada de los musulmanes, que dominaron la Hispania Meridional -en mayor o menor medida- desde el 711 d.C. al 1492. Pese a los edictos de expulsión de los judios (en 1492) y el posterior de los moriscos (en 1609), la realidad del Betis siempre fué la de “Un Sueño de Oriente Medio trasladado en espíritu y recuerdos a Europa”. Pues en ella se ha vivido durante siglos (o milenios) de una forma muy parecida a como se hizo en Siria, Palestina o Persia. Conservándose aquella cultura ancestral que comenzó a entrar a España hace más de tres mil años; que nos ha dado unas pautas de estética paralelas a ese mundo oriental. Civilización que nos llegó desde Canaán y que fué crucial para la formación del arte del Sur Peninsular hispano.
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Tras casi un milenio de historia, civilización y cultura común entre Canaán e Iberia, entró Roma a dominar nuestra Península. Pero el Imperio romano era muy distinto y su fórmula estatal chocaba frontalmente con los principios religiosos, culturales o civiles de estos pueblos canaanitas, al igual que con los iberos. El contacto llego a ser tan duro, que en muchos casos Roma hubo de exterminar -literalmente- ciudades y civilizaciones en Canaán o en Iberia, para conseguir hacerse con el poder. Tal fue el caso de la mayoría de los judíos y de gran parte de los iberos de la meseta; cuyos centros urbanos fueron arrasados y sus gentes exterminadas o vendidas como esclavos -consiguiendo solo así Roma acabar con las sublevaciones-. Ello conllevó la pérdida de la lengua y la historia ibérica anterior; que erradica Roma casi por completo en nuestra Península. En el caso de Hispania sabemos que las luchas entre iberos y romanos duraron mas de dos siglos: Desde la aparición de Escipión el Africano hacia el 219 a.C. (tras vencer a los cartagineses), a las últimas revueltas en los alrededores de Numancia (en Termantia). En el de Judea, tras la llegada de los romanos a principios del siglo I a.C y la victoria de Pompeyo, se consigue de algún modo someterla en el 63 a. C.. Pero sabemos que aún cien años después, los judíos seguían sin aceptar el poder de Roma. Por lo que es enviado hasta ella Tito para somertela; lo que consigue “de alguna forma” en el año 70 d.C. de un modo terrible: Crucificando a gran parte de sus hombres, destruyendo Jerusalén con su templo, y obligando a emigrar fuera de su tierra a la mayoría de los hebreos. Pese a todo, la vida espiritual judía continuó en secreto dentro de las casas y en las sinagogas, sin conseguir que aceptasen plenamente los cultos y costumbres romanas. Consecuentemente, desde el 132 al 135 d.C. vuelven a sublevarse los hebreos, con ocasión de una visita de Adriano a las ruinas de Jerusalén, lugar donde ese Emperador decide construir un templo de Júpiter. Revuelta que vuelven a erradicar los romanos, obligando a los judíos “practicantes” a dispersarse por el Imperio (diáspora) con el fin de “vaciar” Judea del espíritu y culturas hebreas. De tal manera, vemos como estas tierras lejanas y de Oriente Medio, caminaron de nuevo a la par con Iberia; desde los primeros siglos de nuestra Era y hasta la Edad Media. Ya que fueron gobernadas en paralelo por los romanos y sus sucesores (los godos o visigodos en nuestras latitudes y los bizantinos en el Este) hasta la aparición en ambas de los árabes con una nueva fé -el Islám-.
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ARRIBA Y ABAJO: Dos dibujos míos, en el superior vemos un Sumo sacerdote del Templo de Salomón, ataviado con su delantal, pectoral y diadema; luciendo asimismo sus atributos: La Menhorá (candelabro de siete brazos) y el incesario. En el de abajo, he dibujado un supuesto sacerdote supremo de El Carambolo, con el pectorál, la corona, los brazales; junto a los candeleros de Lebrija y el incensario (Tymiatherion) de La Joya. A los interesados en profundizar sobre algunos de los temas que hemos tratado; les recomendamos leer nuestros artículos incluidos en cita (54) .
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