Desearía dedicar este estudio a Sylvia Brias Westendorp y a Max Grisar Aritzia, amigos chilenos y del Pacífico, con los que compartí grandes momentos en España.
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ÍNDICE GENERAL: Pulsando el siguiente enlace, se llega a un índice general, que contiene los más de ciento sesenta artículos que hasta ahora hemos editado en "Tartessos y lo invisible en el arte". PARA LLEGAR A ELLOS, PULSAR sobre:
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Los capítulos se desarrollan en un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario explicativo (en rojo y cuya finalidad es razonar las ideas). Podrán leerse completos; pero si desea hacerlo entre líneas, bastará con seguir la negrilla y las letras rojas destacadas.
SOBRE ESTAS LINEAS: De nuevo recogemos un grabado que nos muestra los canoeros de Tierra de Fuego; pescando con sus arpones, semidesnudos y viajando en sus pequeñas barcas. El dibujo de Barent Jansz Potgieter, publicado por primera vez en 1600 (1) ; acompaña la historia de cinco barcos que partieron de Roterdam en el año 1598, con destino al Estrecho de Magallanes, para negociar con los habitantes autóctonos -deseando conocer los recursos de la zona-. Allí entablaron contacto con aquellos a los que llamaban los españoles “fueguinos”; pueblos nómadas, divididos en dos tribus principales (Yaganes y Yamanas) que subsistían sobre pequeñas barcas de madera y cuero, donde desarrollaban gran parte de la vida -como narramos en nuestro anterior artículo-. Su medio principal de supervivencia era la caza de focas y de ballenas; que capturaban valiéndose del ingenio -habida cuenta sus pobres recursos-. Dedicándose a buscar cetáceos en las proximidades de las costas, para vararlos y hacerse con ellos; tras lo que realizaban el llamado banquete fueguino (consistente en trocear aquel gigante marino, que repartían loncheado a cuantos se aproximaban hasta el lugar). También subsistían cazando focas, lanzándoles un arpón con flotadores atados, hechos con vejigas; lo que obligaba al animal a emerger cada vez que intentaba hundirse y escapar -provocando su muerte por agotamiento-. A continuación relatamos lo que aquellos marinos holandeses narraron acerca de esos fueguinos con los que tomaron contacto (allá por el 1599); junto a importantes datos que algunos etnógrafos nos legaron y en especial los estudios de Martin Gusinde.
ARRIBA: Fotografía del R.P. Martin Gusinde, investigador de los habitantes canoeros del Cabo del Hornos. Quien escribió un importante tratado acerca de esos admirables pueblos, que habitaban las cercanías del Estrecho de Magallanes. Este sacerdote nacido en Alemania en 1886, se trasladó hacia 1912 a Santiago de Chile; dirigiéndose al Sur del país con fines de evangelización. Allí observó como tristemente desaparecían los habitantes autóctonos de Tierra de Fuego, que habían permanecido hasta entonces en su hábitat y con sus formas de vida (de la Edad de Piedra). Admirado por su cultura, se propuso dejar testimonio de aquellas gentes del mar de la Patagonia; realizando numerosas fotografías y escribiendo la gran obra “Die Fcuerland-Indianer” (Los indios de Tierra del Fuego) -publicada en Viena en 1937-. En esta, expone como los pueblos fueguinos no eran una raza inferior (entre el primate y el hombre) tal como consideraban los prejuiciosos científicos de comienzos del siglo XX. Narrando que los yaganes o yámanas (y sus compañeros los kaweskar), habían desarrollado una gran cultura material; muy inteligente y solo limitada por las condiciones del ambiente en que habitaban. Advirtiendo de las facultades intelectuales de aquellas gentes, quienes eran capaces de adaptarse y aprender las costumbres europeas sin rechazo (aunque preferían vivir en su modo milenario de existencia).
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ABAJO: Fotografía de un chamán Yagán y su esposa, tomada por Martín Gusinde hacia 1920. La desaparición de estas gentes y de sus costumbres fue un proceso largo, que tristemente culminó a fines del siglo XIX y a comienzos del XX. Empezando hacia 1850, cuando las devastadoras capturas de ballenas llevadas a cabo por barcos europeos -entre 1780 y 1830-, acabaron con la fuente principal de alimentación de estos pueblos fueguinos. A ello se sumaron las enfermedades importadas al continente americano por los venidos de Europa; que contagiaron la viruela, la gripe y el sarampión, a una gran parte de estas tribus suramericanas -diezmando gravemente la población-. Debido a ello, en tiempos de Martín Gusinde, apenas quedaba un centenar de Yaganes y Yamanas, que fueron minuciosamente estudiados por el sacerdote. Quien en su obra antes citada, escribe: “ se ha llegado a la conclusión de que los fueguinos representan un resto del más antiguo estrato poblador de América. Por ello se aproximan más que ninguna otra tribu a la primitiva forma de vivir que tuvo la Humanidad. Se le califica de «pueblo primitivo», pues su organización y costumbres, bienes materiales y espirituales, constituyen una segura línea de retroceso para saber las condicione de la existencia y la forma de vivir de los primeros representantes de nuestro género en este globo terráqueo. ¿A quién no le agrada pensar cómo ha vivido y trabajado la Humanidad en sus primeros días, y cómo ha pensado y sentido?” (2) . Partiendo desde estas sabias palabras, realizaremos en el artículo de hoy un paralelismo arqueológico, con el fin de comprender el modo de vida de los hombres de la cornisa atlántica europea, durante el megalitismo.
A) Los fueguinos, sus costumbres y forma de vida en los textos antiguos y en la Historia:
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1). Nuestra hipótesis sobre los megalitistas y los estudios de Gusinde:
De nuevo estudiaremos algunas tribus autóctonas de Chile, como modelo arqueológico y de aculturación, intentando así entender lo que pudo ser el dolmenismo y sus constructores. Para ello, nos remitimos primeramente a las palabras de Martin Gusinde antes recogidas -en el pie de foto anterior-, que argumenta la idea expuesta en nuestra anterior entrada. Una artículo donde planteábamos que los pobladores del litoral atlántico europeo -tras la glaciación- debieron vivir de una forma parecida a los fueguinos. Concretamente considerábamos que la forma de vida de las tribus del Cabo de Hornos, puede explicarnos lo que sucedió en nuestras costas durante del quinto milenio a.C.; momento en el que se desarrolla el megalitismo. Una civilización ciclópea en principio inexplicable, pero que a mi juicio se generaría y eclosionó gracias a un a pueblo nómada y navegante que recorrió la cornisa atlántica (desde el Sur de Portugal al Cantábrico, llegando a las aguas franco británicas y hasta el Báltico). Algo que nos obliga a pensar en canoeros semejantes a los Yagan, que habitarían las costas gélidas del océano. Subsistiendo cazando focas o varando ballenas, tal como hacían los fueguinos; habida cuenta la innumerable cantidad de cetáceos, de mamíferos marinos y grandes peces, que vivían por entonces en las aguas atlánticas. De tal manera, partiendo de un modo de vida, semejante a la de aquellos moradores del Estrecho de Magallanes; podemos comprender cómo pudo ser la existencia en el litoral oeste europeo, cuando todavía enormes hielos lo cubrían y se pasaba casi andando Inglaterra. Momento del inicio y difusión del dolmenismo; cuando unos primeros visitantes difundirían esa civilización por mar, viajando desde el Sur al Norte de Europa -buscando ámbar y recorriendo rutas desde la Península a las Islas Británicas, Francia, Holanda, Jutlandia o Noruega-.
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Todo lo que a mi juicio se debería a una población que pudo subsistir sobre esos mares helados de un modo similar a los fueguinos; unas gentes capaces de navegar entre hielos, habitar sobre ellos e -incluso- de trasportar dijes y objetos decorativos, para trocarlos y comerciar con ellos. Pueblos como los que vemos en imagen superior (los Yagán) que se cubrían con pieles e iban semidesnudos, para evitar la congelación de ropa. Que no morían de frío al consumir una dieta basada en grasas de ballena y de foca. Pero que además llegaron a desarrollar una vida sobre canoas, apenas tocando tierra entre esas gélidas aguas; logrando huir así de todo depredador que se acercase (humano o animal). Un modo de subsistencia que iría perfeccionando su sociedad tribal y su inteligencia. Ya que entre ellos no se reproducirían los más fuertes y agresivos, sino que sobrevivían los más capacitados (al contrario de las Sociedades muy agresivas, donde solo se permite tener mujer e hijos, a los más capacitados para atacar y matar).
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Transliterando estas circunstancias y ese medio de vida a la Europa gélida del quinto milenio a.C..; nos planteamos una situación similar o una forma de supervivencia parecida durante la etapa dolménica y que pudo pudo promover un enorme avance. Debido a la dificultad del habitat y a una dieta basada en grasas de pescado; todo lo que quizás logró esa gran “revolución” neolítica en los moradores de las costas atlánticas. Un salto adelante que culminaría con la eclosión del megalitismo y la búsqueda del ámbar. Civilización y cultura que comenzó a extenderse por todo el litoral oeste de Europa, ya desde el 4500 a.C.; lo a mi juicio se produce a través de pueblos nómadas y canoeros, semejantes a los fueguinos (que no atacaban, sino huían de todo depredador). Habitantes de barcas que migrarían costeando hacia el Norte en los veranos, llegando hasta Jutlandia; evitando así todo contacto con gentes peligrosas o extraños al grupo, que en épocas de calor eran capaces de adentrarse en el mar (principalmente los llegados del Mediterráneo y de África). Pudiendo regresar durante los inviernos al Sur; época en que nadie ajeno a ellos se atrevería a entrar en el océano. Arribando así a las costas de Portugal, Galicia o el Cantábrico (con los objetos y enseres traídos del Norte -fundamentalmente ámbar-) en los meses de gran frío.
IMAGEN ARRIBA: Famoso grabado de Kaspar Plautius titulado “Nativos y monstruo” de 1621 (3) donde podemos ver unos indígenas supuestamente del Cabo de Hornos, sobre una gran ballena. Se representa el Estrecho de Magallanes, con su población canoera y algunos de sus chamanes o reyezuelos dominando a las bestias marinas.
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ABAJO: Dibujo del famoso naturalista suizo Konrad Gessner -hacia 1563-. En este vemos el despiece de las ballenas, pudiendo observarse la introducción de la grasa del cetáceo en barriles -recordemos que solo de uno de esos mamíferos marinos, solía obtenerse aproximadamente 500 barriles (unos 8000 litros de aceite)-
ABAJO: Dibujo del famoso naturalista suizo Konrad Gessner -hacia 1563-. En este vemos el despiece de las ballenas, pudiendo observarse la introducción de la grasa del cetáceo en barriles -recordemos que solo de uno de esos mamíferos marinos, solía obtenerse aproximadamente 500 barriles (unos 8000 litros de aceite)-
IMAGEN ABAJO: Grabado del siglo XVIII mostrando escenas de la caza de ballenas boreales por barcos de los Países Bajos, en las proximidades de la isla de Jan Mayen y del Beerenberg. A continuación recogemos algunos relatos de los marinos holandeses, que ya en el siglo XVI entraron en contacto con los habitantes de Tierra de fuego.
La hipótesis anterior es nuestra (considerar el habitat de los fueguinos semejante al del V milenio a.C.), y creemos puede explicar el inicio del megalitismo. Desarrollado por pueblos balleneros atlánticos; quienes compartirían comercio y vida con otras tribus asentadas en tierra, siendo todos ellos gregarios. Una civilización compuesta por dos tipos de Sociedades: Aquellas de las que hemos hablado, habitantes del océano y que vivirían de los recursos marinos. Frente a otros más fuertes y organizados para la guerra, establecidos en el interior no muy lejos del mar -agricultores y sedentarios-. Asimismo, hemos de suponer a las gentes de tierra adentro muy dependientes de los marineros; para obtener la riqueza ballenera y para incluso huir en barcas, ante una fuerte invasión de extraños. Por lo que estos segundos y que habitaban en tierra, inicialmente se establecieron en lugares cercanos a las costas; alejándose de ellas conforme su civilización se hiciera más fuerte y avanzada. Elevando -unos y otros- desde el 4500 a.C., colosales construcciones; usadas unas veces para obtener puntos de guía (menhires y cromlechs donde medir las los astros, con el fin de orientarse) y en otras ocasiones, haciendo tumbas o grandes mesas de piedra, con el fin de trascender. Así se iniciarían los enormes dólmenes y edificios de corredor, que no solo servirían como cenotafios; sino también para asombrar a los extraños, quienes pensarían que las gentes del lugar, podían tener una organización y una fortaleza descomunal -al menos a mi entender, este sería un segundo uso de aquellas tumbas-. Por lo demás, esas ciclópeas construcciones solo pudieron realizarse con técnicas similares a las del arrastre de cetáceos tierra adentro; ballenas cuyo peso es aún mayor al de los bloques megalíticos (y que incluso se parecen en su forma a esas losas dolménicas, que personalmente me recuerdan a mamíferos del mar).
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Por cuanto expreso, pudo ese pueblo dolménico haber estado formado por Sociedades nómadas y semi-sedentarias, de agricultores y pescadores. Dos tipos de órdenes absolutamente gregarias y muy unidos; ya que las gentes del mar eran capaces de vivir entre hielos y obtener enormes cantidades de alimento (pensemos que con una ballena comían miles de personas). Muchos de ellos viajarían en barcas hacia el Norte en verano -incluso los agricultores, tras cosechar sus tierras- ayudados por los pescadores (canoeros), con el fin de no ser atacados por extraños. Aunque poco a poco lograrían generar Sociedades más organizadas y hasta defender territorios, estableciéndose algo más lejos de la costa, bajo estructuras tribales organizadas. Todo lo que comenzaría hacia el 4500 a.C. y se mantendría hasta la Edad del Bronce; una etapa en que gracias a los metales, lograron crear motillas y fortalezas en tierras del interior -capaces de defenderse-. Estas civilizaciones tocarían a su fin hacia el 1500 a.C.; cuando las gentes de Oriente Medio y del Egeo iniciaron diversos éxodos, viniendo hacia el Occidente Mediterráneo. Fundamentalmente expulsados por cataclismos y luego con aparición del Hierro (en Anatolia); un nuevo metal que obliga al exilio de diversos pueblos del Bronce egeo y de Oriente Medio, que abandonan su antiguo hogar obligados a ir hacia tierras de Italia o de Iberia (entorno al 1200 a.C.).
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De tal manera, el final del megalitismo pudo ser semejante al de los fueguinos; que se extinguen con la llegada masiva de extraños a su tierra. Comprendiéndose bajo las hipótesis que expreso, las razones de la aparición y la erradicación de una civilización como la dolménica, cuyo principio y fin se nos hace aún inexplicable. Cuyo motivo de eclosión estaría -a mi juicio- en el duro clima de las costas atlánticas, junto a la enorme riqueza de pesca y de cetáceos existente -por entonces-. Generando todo ello una cultura canoera, semejante a la de los fueguinos, que eclosionaría más tarde en sociedades agrarias asentadas en las cercanías del litoral atlántico. Creándose de esa forma la civilización de los megalitos, que permaneció aproximadamente unos tres mil años y que fue compartida por todas las zonas costeras del Oeste europeo; extendiéndose por el interior del Continente, durante la Edad del Bronce.
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Una cultura ciclópea que -como repetidamente hemos explicado- se inicia a mediados del V milenio a.C. en las zonas cercanas a las playas del Sur de Portugal, Galicia, Bretaña e Irlanda. Para difundirse unos mil años después por la costa atlántica peninsular, la cantábrica, la de Francia, Islas Británicas y llegando a Jutlandia. Expandiéndose durante la misma época por el Norte de África, desde el Oeste de Marruecos hasta las proximidades de Egipto y cruzando a islas como Malta, Cerdeña o las Baleares. Más tarde y debido a la búsqueda de metales -con a la aparición del bronce (desde el 2500 a.C.)- tendremos el dolmenismo extendido por todo el interior del continente europeo, alcanzando la zona central de Francia y de Alemania (asentado principalmente en áreas muy ricas en cobre, estaño, plata oro y ámbar). Finalmente, tras la invención del templado del hierro, el bronce no se hizo imprescindible, por lo que se abandonaría en parte la búsqueda de yacimientos de cobre y estaño (minas que en su gran mayoría estaban en la Europa Atlántica y en el Danubio). A la vez que aparecerían en Italia y en Iberia gentes procedentes del oriente mediterráneo, huyendo de los pueblos armados con el nuevo metal. Todo lo que daría gradualmente fin al dolmenismo y a esa civilización megalitista, que había permanecido dominando Europa casi tres mil años.
SOBRE LINEAS: Dibujo de un códice en el que se representa a Jonás, tragado por un gran pez, al ser arrojado al mar por los marineros de la “Nave de Tarshish” , para calmar la tempestad. Repetidamente hemos tratado acerca de este Profeta, cuya existencia y hechos se fechan entorno a mitad del siglo VIII a.C. (a fines del reinado de JeroBoam II -hacia el 750- a.C. y por lo tanto al comienzo del pleno Periodo Orientalizante de Tartessos). Habiendo explicado en numerosas ocasiones que su figura muestra una ofrenda de “tifónios”; común entre las religiones canaaneas y que seguían algunos pueblos marineros del Mediterráneo -por entonces-. Como hemos narrado, aquellos “tifonios” se inmolaban al mar, o bien en un altar y al fuego sagrado; para apaciguar la sed de sangre del dios daimón (en este caso Tifón y con la finalidad de que parasen los tifones -valga la redundancia-). Regalando un ser humano para que cesara la tormenta en caso de verse problemas durante una singladura; eligiendo uno al azar entre la tripulación -preferentemente a un extranjero-. Igualmente se ofrecían los habitantes menos integrados de un pueblo, cuando se veía azotado por la tempestad. En otros casos, se inmolaban individuos (llamados entre los griegos farmacós); con el fin de evitar guerras, plagas, hambrunas, enfermedades o incendios que asolaban la zona (4) .
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Por su parte, aquellos dioses demonio que personificaban las fuerzas destructivas de a Naturaleza (Daimones) eran representados en animales y objetos que hacían referencia a su maldad. Seres como cocodrilos o serpientes, de enorme tamaño (que guardaban en santuarios), aunque podían ser simbolizados en otros totems, tal como sucedía con el león o el toro bravo. Pero estos últimos no eran propiamente daimones, sino deidades de las fuerzas negativas; es decir, patrones de la guerra o de la fiereza (caso del morlaco, el elefante o los felinos). Cuyos rituales de ofrenda eran muy distintos, ya que el culto al totem permitía que el hombre luchara contra él, salvando así a la víctima propiciatoria. Es decir, promovían el sacrificio sustitutorio, por el que un héroe (una persona elegida) se enfrentaba al totem para liberar al inocente elegido, antes de ser entregado al animal. Por el contrario, los daimones, se solían simbolizar en enormes reptiles o incluso con peces gigantes (como los tiburones); ajenos al mundo mamífero, de imagen demoníaca y que un humano apenas podía vencer. Animales gigantes, como sierpes de varios metros o cocodrilos, a los que se arrojaba a la víctima, sin posible solución ni sustitución.
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ABAJO: Foto del sepulcro llamado de Jonás (donde se representa, al Profeta vomitado y despertando en tierra); del siglo IV d.C., hallado en la villa de Carranque y expuesto en el Museo de Los Concilios, de Toledo -al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-.
Regresando a Jonás, en su pasaje (5) dijimos que vemos uno de estos rituales típicos de los marineros canaaneos, donde se ofrecía al “tifónio” para apaciguar la tormenta. Pese a ello, la historia narra cómo aquel infeliz salvó su vida al ser tragado por un enorme pez, que tres días después lo vomitó en tierra. Tal como ya expuse -a mi juicio- la interpretación que debemos dar a este episodio es la llamada “espera del tifonio”. Un tiempo normalmente de tres días, en el que la víctima era preparada y durante el que se suprimía el sacrificio, si cesaba el mal -la tempestad, en este caso-. De aquí el suceso que narra como el monstruo marinó traga a Jonás y lo vomita; todo lo que relataría que habría sido indultado antes de arrojarlo al océano, al apaciguarse la tormenta (y después de tres días en espera).
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El caso del profeta que hablamos, se relaciona plenamente con Tartessos, ya que partió desde el puerto de Hoppe (junto a la actual Haifa), en una enorme “Nave de Tarshish”; huyendo en dirección contraria a Nínive (donde Yahveh le enviaba). Ello obliga a pensar que Jonás se dirigió donde narra su historia, no dónde Flavio Josefo supuso; creyendo el historiador judeo-romano que Tarshish era Tarso de Cilicia. Una ciudad al Sur de la actual Turquía, que se encuentra en dirección a Nínive y dista apenas tres días de Haifa (navegando) a la que no se necesitaba ir en grandes naves. Como repetidamente apuntamos, esta identificación de Flavio Josefo carece de todo argumento, pues desde Haifa a Tarso se puede llegar por tierra en pocos días. Todo lo que demuestra que Jonás viajó hacia zonas muy alejadas, en singladura de altura; viniendo a Tartessos. Acerca de este profeta, entenderemos que nos referimos a una personificación, como la figura bíblica que representa -quizás se trate de un templo enviado por JeroBoam II para evangelizar a tierras lejanas-. Quienes habiendo sido mandados a predicar en la peligrosa Nínive, tomaron sentido opuesto; dirigiéndose hacia el Estrecho y al Atlántico (a Tarshish, Tartessos). Un lugar, cuyas aguas estaban llenas de cetáceos y de enormes peces; especies que apenas se verían en el Mediterráneo, pero que en el siglo VII a.C. poblarían por doquier el Océano. De tal modo, la narración de Jonás no solo muestra que los judíos conocían o llegaban a la Tarshish bíblica (la Tartessos griega); sino que este punto del extremo occidente estaría habitado por pueblos balleneros que rendirían culto al cetáceo -a los escómbridos y atunes-, del modo que relata la historia bíblica.
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ABAJO Y ARRIBA: Otras fotos del llamado sepulcro de Jonás, del siglo IV d.C., hallado en la villa de Carranque y expuesto en el Museo de Los Concilios, de Toledo -al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-. Por último añadiremos que el nombre de Jonás en hebreo significa “paloma”, una voz que podría relacionar este personaje bíblico con el modo de navegar de altura en la antigüedad. Nos referimos al sistema de orientación en alta mar soltando pichones desde el barco, al verse perdidos o sin rumbo cierto. Habida cuenta que la paloma se eleva, hasta ver tierra y toma dirección hacia ella, o bien vuelve a la nave de no observar el horizonte. Unos hechos que de algún modo se relacionarían con cuanto narra la historia de Jonás; donde podría llegar a vislumbrarse un modo de salvación en la tempestad o mar adentro, arrojando la paloma para seguirla (tal como hacía Noé, cuando comprobaba si había cesado el Diluvio).
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BAJO ESTAS LINEAS: Grabado de 1621 (6) que representa a San Brandán, en su imaginaria isla del Atlántico y junto a los monstruos marinos que la rodeaban. La leyenda de San Brandán está relacionada con los descubrimientos de los marineros irlandeses en el Atlántico Norte y con sus navegaciones por el Océano. Su historia tiene similitudes con la de Jonás, apareciendo en ella monstruos marinos y lugares imaginarios paradisíacos, en aguas desconocidas pobladas por hombres infernales. Realmente se considera la personificación de los sacerdotes irlandeses que viajaban junto a los marinos y expedicionarios, con la finalidad de evangelizar tierras lejanas.Representando la figura de los clérigos que durante la Edad Media llegaron a Islandia y a puntos que nadie alcanzaba; para cristianizar a sus pobladores -tal como hacía cien años atrás Martín Gusinde, en el Sur de Chile-.
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San Brandán fue recientemente eliminado del santoral por el papa Pablo VI, al considerarse solo una leyenda. Del mismo modo, desde hace un tiempo, los historiadores desprecian el relato de Jonás; al considerarlo arqueologicamente irrelevante y basado en falsedades. Esperemos que en un futuro, nadie piense que cuanto narraba Martín Gusinde, fueron también imaginaciones de un soñador o fábulas de un iluminado. Pues tal como camina el Mundo y la ciencia (ajenas al humanismo) hemos llegado a un punto en el que se confunde la “fe judicial” o “la fe pública”, con la realidad histórica y la verdad. Ya que un personaje puede ser inventado, aunque su relato recoja perfectamente la vida en su tiempo, narrando minuciosamente la realidad de su época (tal como sucede en la mayoría de las novelas históricas, que aportan enormes datos del momento que describen). Ello, en religión y en mitología se denomina “Personificación” y no son fábulas ni fantasías; sino sublimaciones de la Historia (por lo que no debemos desecharlas, sino analizarlas para logar comprender qué parte de realidad contienen).
2). Relatos sobre los fueguinos; el estudio de Pablo J. Gallez :
A continuación resumiremos lo que escribieron sobre los fueguinos otras fuentes, tal como lo recoge un magnífico artículo del profesor P.J.Gállez (7) . Donde este autor resume los datos aportados por navegantes y pescadores, que llegaron hasta el Estrecho de Magallanes en busca de riquezas o de cetáceos. Partiendo desde la primera descripción de aquellos, realizada por el almirante holandés Schapenham en un informe que ese marino presentó en 1642. Diciéndonos P.J. Gallez:
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"La mayoría de los antropólogos que los conocieron antes de su extinción, y de los arqueólogos e historiadores que los estudiaron después, coinciden en afirmar que la primera descripción de esta etnia y de sus costumbres, es la de Robert Fitz-Roy, en 1830 (...) el informe que presentamos aquí, debido al vicealmirante holandés Geen Huygen Schapenham, anterior en 206 años al relato de Fitz-Roy (...) parte del diario de a bordo de la Amsterdam, nave capitana de la Flota Nasávica, editado en 1626 en Amsterdam (...) El único autor moderno que se acordó del informe de Schapenham es Martín Gusinde (...) Esta Flota salió de Holanda en 1623 al mando del almirante Jacques L'Hermite, y llegó al Cabo de Hornos en febrero de 1624. (...) La descripción de esta tribu y de sus costumbres, que traducimos a continuación, es parte del informe de Schapenham" (que destacamos en negrilla).
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"Se embadurnan el cuerpo y lo pintan de muchas maneras: unos se adornan con pintura roja la cara, las piernas, los brazos, las manos otros llevan una mitad del cuerpo en rojo y la otra en blanco, de manera que cada uno está pintado de una manera particular (...) Gusinde dice que cada manera de pintarse la cara y el cuerpo tiene un significado particular y se utiliza con fines determinados. Ejemplifica e ilustra con dibujos estos usos en múltiples circunstancias (...) Tienen el cabello negro; lo llevan largo y tieso para parecer más terribles; sus dientes son filosos como cuchillos (...) Citando a Felix Outes, menciona el autor de este artículo que "los dientes bien filosos son una característica común a todos los pueblos que comen carne cruda, como lo hacían los Yámana con la carne de ballena (...) Los hombres andan completamente desnudos, sin cubrir sus vergüenzas, pero las mujeres se tapan con un pedacito de cuero, se pintan como los hombres, y se adornan el cuello con un collar de conchas. Algunos indígenas, pero pocos, se cubren los hombros con una piel de foca, que les da poca protección contra el frío, tan extremo en esta región, que es maravilla que puedan aguantar el invierno (...) esta es la interpretación de Gusinde: "No llevan ropa ninguna para que el fuego pueda calentar directamente sus cuerpos." (...) Añade el autor -Pablo J.Gallez- que "En cuanto al frío, los holandeses están más de acuerdo con los españoles que con los exploradores ingleses del siglo XIX, que dijeron repetidas veces que el clima del archipiélago sud-fueguino es similar al de Escocia. La mínima absoluta registrada es de 12° C bajo cero, a nivel del mar".
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"Construyen sus chozas o casitas con troncos de árboles; redondas abajo, terminan en forma de punta, a manera de las tiendas de campaña, con una apertura en la parte más alta para dejar escapar el humo." (...) "Estas chozas están asentadas en un pozo de dos a tres pies, cavado en el suelo, y recubiertas de tierra en su parte exterior." (...) "No se encuentran en ellas sino unas pocas canastillas de junco, en las cuales guardan sus aperos de pesca: unas líneas con anzuelos de piedra ingeniosamente tallada, en los cuales cuelgan mejillones; pescan así tantos peces como quieren." (...) Apunta Pablo J.Gallez que "Thomas Bridges describe líneas hechas con nervios de ballena mientras su hijo Lucas habla de los sedales que las mujeres hacían con sus propios cabellos trenzados. Los autores más recientes destacan la pesca con el arpón de punta de hueso, simple o doble, manejado por los hombres" (...) "Tienen varios tipos de armas. Unos llevan arcos y flechas con punta de piedra en forma de arpón, hechas con mucho arte. Otros se arman de largas lanzas cuya punta es un hueso filoso provisto de dientes para clavarse mejor en las carnes. Utilizan también garrotes y hondas que manejan con mucha eficacia, así como cuchillos de piedra bien afilados." (...) Comenta el investigador "Varios autores modernos consideran que la lanza y el arpón se usaban para matar peces, nutrias y focas, el arco y las hondas para cazar pájaros y los garrotes para las peleas individuales o intertribales". (...) En febrero de 1624. los Yámana mataron a 17 holandeses "con palos, hondas y picas", y Allen Gardiner, en 1851, fue amenazado por Yámana armados de hondas, lo que indica que las hondas y lanzas eran también armas de guerra".
IMAGEN ARRIBA: Dos mujeres de la etnia Yámana, fotografía del Museo Chileno de Arte Precolombino -al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. Entre las curiosidades de esta tribu fueguina merece volver a mencionarse que ellas sabían nadar, mientras los hombres no tenían opción de aprender a flotar sobre las aguas. Como vivían en canoas, cada vez que la piragua volcaba, era la mujer quien debía rescatar a toda la familia (pudiendo hacerlo las hijas, en caso de ser mayores). Algo que capacitaba a las madres para sacar a sus hijos del agua y dejar a los maridos, en caso de que no estuvieran conformes con el trato que les daban. Las preparaban para este fin desde niñas, lanzándolas a las gélidas aguas de Magallanes, donde aprendían a nadar y a socorrer a sus congéneres.
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ABAJO: Otra fotografía del Museo Chileno de Arte Precolombino -al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-; en este caso tomada por Charles Wellington Furlong, en 1907. Vemos una familia yámana (unos niños) aprendiendo a remar en la orilla de los fríos canales, en Tierra de Fuego.
Continua el almirante holandés Schapenham escribiendo: "Llevan permanentemente sus armas consigo, porque, según entendimos, están siempre en guerra con otro clan que vive unas millas al este, en el Paso Goree y cerca de la Isla Terhalten; éstos se pintan de negro, mientras los de las bahías Windhond y Schapenham se pintan de colorado." (...) Comenta sobre esto Pablo J.Gallez que "Los Yámana eran nómadas del mar, pero cada clan tenía un territorio más o menos reservado, en base a un derecho reconocido o a meras pretensiones o a relaciones de fuerza, por lo que los Clanes vecinos estaban perpetuamente en estado de guerra latente" (...) "Sus canoas son dignas de admiración. Para construirlas, toman la corteza entera de un árbol grueso; la modelan, recortando ciertas partes y volviendo a coserlas, de manera que adquiera la forma de una góndola de Venecia. La trabajan con mucho arte, colocando la corteza sobre maderos, como se hace con los barcos en los astilleros de Holanda. Una vez obtenida la forma de góndola, refuerzan la canoa cubriendo el fondo de punta a punta con palos transversales, que recubren a su vez de corteza; luego cosen el conjunto. En estas canoas, que miden 10, 12, 14 ó 16 pies de largo por dos de ancho, se sientan cómodamente siete u ocho hombres, y navegan tan eficazmente como lo harían en una chalupa de remos." (...) Aparte de que se alimentan de carne humana cruda y de que no hemos notado en ellos el menor rasgo de religión...".
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Añade el texto que "Martín Gusinde, apóstol de los Yámana, define su religión como monoteísta. Su dios Hidabuan es la fuente primera de todas las cosas y de todas las normas éticas que rigen la vida diaria de las familias". "El Padre Gusinde llega a proponer que los pedagogos cristianos tomen ejemplo de los Yámana en sus métodos de educación; pero, después de vivir con ellos tantos años, reconoce que "carecen totalmente de cualquier especie de organización política". Thomas Bridges afirma que "no tienen ningún jefe" y que "no pueden aguantar que se les dé órdenes". Finalmente diremos, como se observa que desconocían el metal y sus funciones, en las palabras de Schapenham: "Entienden muy poco de las armas europeas; no conciben que se pueda herir con una espada, y mucho menos con un mosquete; toman la espada con sus manos tan pronto por la hoja como por la empuñadura." (...) En ese estado neolítico y en plena Edad de Piedra, permanecieron hasta su desaparción; unos cien años atrás.
IMAGEN ARRIBA: Un típico puesto de mercadillo dedicado al bacalao. La dieta de estos fueguinos estaba fundamentalmente basada en pescados muy grasos, en foca y en carne de ballena. Asimismo el bacalao y otros enormes moradores de aguas frías debían cumplimentar aquella alimentación que les permitía subsistir casi desnudos en plena zona antártica. Pese a cuanto pueda extrañarnos, este modo de comer no es tan diferente al que hasta hace muy poco se seguía en zonas costeras de la Península -en el litoral cantábrico y Portugal-. Donde las gentes se alimentaban principalmente de bacalao y aceite de ballena (cincuenta años atrás). Tanto que aún en las costumbres culinarias portuguesas podemos encontrar las famosas 365 recetas del bacalao; para comerlo a diario y servido en cada jornada de una forma distinta.
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ABAJO: Otra fotografía de las islas Cies vistas desde el cabo de Bayona; promontorio cuyo nombre procede al ser un altozano frente al Atlántico usado para avistar ballenas -de allí el término Baiona-. A pocas millas, se observan las islas Estelas y después la de San Martiño; tras ellas, al fondo las famosas Cíes donde se dice que comerciaban los fenicios. Sin lugar a dudas era este un emplazamiento ideal para realizar el “trueque silencioso”, que ya vimos describe Herótodo, como práctica común de los mercaderes púnicos. Consistente en dejar mercancías en la orilla de una zona intermedia o neutral, para esperar que los interesados depositasen junto a ellas una cantidad de oro, plata y ámbar correspondiente. No tocando la mercancía ni los metales preciosos (una parte ni otra), hasta que llegaban a una conformidad de “mercado”. Acuerdo consistente en que cuando unos ya no ponían más oro o plata, a la vez que los visitantes no añadían objetos; los indígenas tomaban lo suyo, cuidando y esperando que los otros hicieran lo mismo el valor estimado en metal, mineral o en ámbar (8) . Este tipo de comercio nos recuerda mucho al que llevaron a cabo no hace tanto los ocupantes del famoso galeón Beagle, donde viajaba Darwin y que recorrió el Estrecho de Magallanes, para visitar y estudiar la costa Oeste de Suramérica.
3). James Button, un ejemplo de aculturación con fines civilizadores:
Una vez analizado el estudio anterior -de Pablo J.Gallez-, añadiremos otras informaciones que nos transmitieron sobre los fueguinos las expediciones inglesas del siglo XIX. Nos referimos a la del Beagle, que zarpó de Plymouth dos veces con fines científicos y de estudio, dirigiéndose hacia Tierra de Fuego al mando del famoso capitán Fitz-Roy (en los años 1830 y 1831). En su segundo viaje, entre los pasajeros ilustres se encontraba Darwin y al término de aquellos periplos, el comandante de la nave ofreció al naturalista colaborar en el libro de a bordo -donde se relató lo vivido durante los seis años en que el Beagle recorrió gran parte de Sudamérica (9) -. La obra contiene diversas menciones a los fueguinos, aunque la mayoría de descripciones son muy parecidas a las que ya habían apuntando los holandeses (dos siglos antes, y recogidas por nosotros en párrafos previos). Siendo muy importante destacar el contacto que la tripulación del barco tuvo con los canoeros de Magallanes, ya que supuso un intento de aculturación. Un acercamiento a estas tribus que tuvo lugar en su primera expedición; llegando a entablar amistad y llevándose algunos fueguinos a Inglaterra. Haiéndose famoso el caso del yagán James Button y de otros tres nativos de la etnia kaweskar -cazadora y nómada en tierra-; que llegaron a Londres en 1830 a bordo de la famosa nave.
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Acerca de ello, narra el capitán Robert Fytz-Roy como en el primer viaje del Beagle, mientras arribaron con una chalupa a unos islotes balleneros -entre los canales de Magallanes-, aparecieron varios indígenas que les seguían en sus canóas y en actitud de querer trocar mercancías. Tras cambiar pescados por botones o cuentas de cristal, intentaban los británicos regresar al barco; pero fueron rodeados por más habitantes de la zona, llegados en sus grandes piraguas y que les interceptaban el paso (para entablar contacto). Así, se vieron obligados a regalarles dijes y abalorios, trocándolos de nuevo por alimentos. En estas circunstancias, un joven yagán logró subir al chincorro de los ingleses. Quienes divertidos vieron que no quería volver con los suyos, tras haber recibido como obsequio un enorme botón de nácar (entregado por el capitán). El chico pensó en ir de pesca los del Beagle y permanecía entre los extranjeros para que los de su tribu no le quitasen el “tesoro” nacarado. Debido a ello, fue “bautizado” como Jimmy Button y enrolado en el pasaje del barco. La idea de Fitz-Roy al llevarle hasta Londres junto a otros fueguinos, era aculturizar aquellos indígenas para devolverlos después a su lugar de origen y así lograr alianzas entre los habitantes de Tierra de Fuego y el gobierno inglés. Para ello, fueron transportados a la capital británica y tratados por los mejores preceptores y médicos (hasta los vacunaron; lo que en aquel tiempo suponía uno de los más adelantados tratamientos). Pasaron más tarde los fueguinos a ser educados por misioneros (con esmero y cariño); procurando que a su regreso Tierra de Fuego lograsen pactos y amistad con los ingleses. El proyecto fue de tal interés, que los monarcas de Inglaterra -Guillermo VI y Adelaida- les recibieron en Buckingham; donde les hicieron varios regalos antes de que volvieran a su lugar de origen.
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Finalmente, y tras vivir un año en Londres sometidos a una esmera enseñanza de civismo; partieron los “huéspedes” de Fitz-Roy en la segunda expedición del Beagle (que salió de Plymouth en 1831 y donde viajaba también Darwin). Llegaron trece meses después a Tierra de Fuego; donde James Button -junto a los otros tres- fueron reaceptados por su familia, tras diversas vicisitudes. Los ingleses intentaron establecer un contacto permanente con ellos y levantaron un campamento con el fin de que lo dirigiera Jimmy Button; aunque encontraron enormes dificultades para llevar adelante este proyecto. Los intentos británicos por ser aceptados entre los fueguinos y para que ellos respetaran a los indígenas aculturados, fueron inútiles. Tras varias fórmulas de lograr el poblado mixto, decidieron abandonarlo -vigilando la zona- para que esos indígenas venidos de Inglaterra se reincorporasen a su habitat y fueran aceptados entre sus gentes. Pero la presencia extranjera levantaba enorme desconfianza entre la población autóctona. Finalmente les dejaron con los suyos y se embarcaron hacia el Pacífico. A su regreso, por Magallanes (tres años después) lograron entablar contacto con Jimmy Button; quien junto a su hermano y familia se aproximaron a Beagle fondeado en los canales fueguinos. Habían sido aculturados, tal como describe Fitz-Roy; pues se acercaron todos en sus canoas. Aunque iban desnudos -como yaganes- usaban entre ellos palabras en inglés. Allí comieron juntos, celebrando los del barco y los fueguinos de ese modo la última vez que Fitz-Roy pudo ver a Button y a los suyos. El intento de aculturación fue finalmente abandonado, al observar la imposibilidad de dirigir o influir sobre aquella población, nombrando líder a un miembro, para que los demás le siguieran. Debido a que los habitantes de Cabo de Hornos carecían de orden social y no obedecían a nadie (10) .
IMAGEN ARRIBA: Observando una imagen como esta de San Vicente de la Barquera (Cantabria), con su ría llamada Brazo Mayor -varadero y puerto- podemos comprender cómo fue la vida en los tiempos que tratamos. Desde el 4500 al 1500 a.C., cuando los hombres sobrevivían cazando focas y enormes cetáceos; protegiéndose con sus pieles o alimentándose con su carne (untando su cuerpo con las grasas de esos animales, lo que les concedería una enorme resistencia al frío). En lugares como este que vemos, podrían varar ballenas o cercar focas y bancos de peces, con enorme facilidad. Allí se organizarían unos grupos tribales perfectamente sincronizados, ya que había pesca y caza por doquier, sobrando los aportes proteínicos. Pues con un solo cetáceo se alimentarían miles de personas durante meses, todo lo que les facilitaría una infraestructura social capaz de dedicar el tiempo libre al ocio. Creando grandes megalitos, como símbolo de su Sociedad y como modo de trascender; al asociarse con los ganaderos y agricultores de tierra adentro. Pareciendo lógico que el modo de elevar los dólmenes y menhires fuera muy semejante al que se necesitaba para sacar los cetáceos del mar; habida cuenta que las ballenas suelen pesar unas cuarenta toneladas. Lo que implica que centenares de hombres, armados de maromas y bien sincronizados, debían tirar del animal (sin partirlo); de un modo semejante como se precisaba hacer con los enormes bloques pétreos usados para construir esos megalitos.
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ABAJO: Fotografía del padre Padre Sebastián Englert, según imagen de archivo del museo de Rapa Nui (Isla de Pascua) al que agradecemos nos permita divulgarla. Este sacerdote fue el apóstol de los nativos de Pascua, y su vida fue en cierto modo paralela a la de Martín Gusinde. Anton Sebastián Franz Englert nació Baviera en 1888, siendo hijo de un culto hombre y académico, rector de la Universidad Católica de Eichstatt. Durante la Primera Guerra Mundial (en su juventud) fue capellán del ejército alemán y en 1922 se trasladó al sur de Chile para trabajar como misionero entre la etnia mapuche, aprendiendo allí el mapudungún (lengua, en que llegó a dictar cursos en la Universidad). En 1934 se interesó por Isla de Pascua, y poco después publicó un ensayo de comparación lingüistica de la lengua mapuche con el aymará y el quechua, al cual incorporó algo del desaparecido atacameño y del rapanui. Tras ello escribió numerosos tratados sobre ese idioma de Pascua (11) y actuó como protector del patrimonio arqueológico de la isla (llevando a cabo el primer inventario arqueológico de Rapa Nui). En 1967 y 1968 (a los 79 años), viajó a Estados Unidos para dar infinidad de charlas y conferencias, muriendo en Nueva Orleans en 1969. En el siguiente epígrafe trataremos sobre la obra del padre Englert y la cultura Rapa Nui, con el fin de comparar el megalitismo con el fenómeno de los Moais de Pascua; unas esculturas y grandes moles de piedra que seguramente tuvieron mucho que ver con los dólmenes, menhires y cromlechs. Elevados con fines mágicos, apotropáicos, para servir de guía y para proteger a los muertos.
Continuando con el proyecto de aculturación comenzado por los tripulantes del Beagle, diremos que dos décadas más tarde (en 1851) un oficial de la armada retirado llamado Allen Gardiner, quiso volver a intentarlo. Decidió dedicar su vida a evangelizar a los fueguinos y a predicar el cristianismo entre ellos; fundando la Asociación Misionera Patagónica. Esta institución logró establecer contacto con Jimmy Button, aunque el indígena que hablaba inglés se negó a servir de traductor. Pese a todo, se hicieron con una goleta en la que recogían población autóctona de Magallanes y los llevaban a tierras más al Norte, donde los catequizaban y les impartían educación. Finalmente se atrevieron a establecer una misión en el Tierra de Fuego, comenzando su labor viviendo en una gran nave anclada entre los canales gélidos. Un año después (en 1860) parece que los nativos atacaron a todos los misioneros y tan solo quedó vivo el cocinero, que logró escabullirse de la matanza. Este narró que precisamente Jimmy Button había advertido a los extranjeros de que se fueran intentando intimidarles durante un tiempo, dando rondas por el lugar, junto a otros participantes que les increpaban desde varias canoas. Y aunque se le supuso partícipe en el execrable acto, pronto se descubrió que Buttón había logrado salvar a varios marineros del linchamiento; sin cooperar en esa terrible acción perpetrada por la tribu Ona (nómadas de tierra) y no por la suya (la Yagán).
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La última noticia que se tuvo de Button es que en 1866 tenía tres hijos, de los cuales el mayor fue llevado a Inglaterra. Desde entonces, se establecieron en Tierra de Fuego sucesivos misioneros con el mismo fin; siendo el siguiente que vivió allí, el padre Whait H. Stirling (poco después de la matanza del Allen Gardiner). El último gran europeo que llegó a Tierra de Fuego fue el famoso Martin Gusinde; en 1912, cuando aún existía una población de Yaganes. Finalmente, la aculturación de esas tribus se hizo casi imposible, por motivos de adaptación, de salud y de incompatibilidad con los extranjeros. Muriendo la mayoría de ellos por enfermedades llegadas desde Europa y otros tantos en el intento seguir viviendo en la Edad de Piedra. Luchando con quienes compraban sus tierras; cazando el ganado de esas fincas y ocupando las zonas vendidas por el gobierno a colonos de Tierra de Fuego (en el siglo XIX). Unos nuevos propietarios que desde 1890 decidieron exterminar a muchos de esos fueguinos, argumentando que atacaban a sus reses y a sus gentes.
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IMAGEN ARRIBA: Grabado del libro de Luis Risopatrón “Diccionario Geográfico de Chile” (1786) perteneciente a los fondos de la Biblioteca Nacional de Chile, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen. En él podemos ver a los franceses estudiando los Moáis de Pascua a fines del siglo XVIII, mientras conversan con los nativos acerca de ellos.
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ABAJO: Grabado de 1805 con la expedición francesa a Pascua de la Peruse, perteneciente a los fondos de la Biblioteca Nacional de Chile (a la que agradecemos nos ermita divulgarlo). En la imagen aparecen los viajeros galos junto a los Moáis; a continuación estudiamos estas esculturas como ejemplo de lo que pudo ser y significar el megalitismo. La expedición del conde de La Peruse, fue un enorme reto que este marino y naturalista propuso al gobierno francés. Partieron hacia Canarias en 1775, cruzando un año más tarde al Pacífico. Llegaron hasta Japón, tras recorrer multitud de islas polinesias y pasar un tiempo en la de Pascua. Finalmente, salieron de Japón con rumbo norte y con el fin de descubrir tierras desconocidas para los europeos, pero se perdieron, naufragando. Fueron avistados en 1788 por un buque inglés, que no pudo ayudarles por carecer de víveres; aunque recogió los cuadernos, mapas, escritos y diario de abordo que el conde había realizado durante años. Nunca más se supo de ellos y el historiador y científico Jacques Julien Houtton de La Billardière, recogió todo el periplo y los datos que La Peruse entregó a los ingleses. Escribiendo con ellos un intresante libro de dos tomos, publicado en 1800 y llamado “Relation du Voyage à la Recherche de la Pérouse” -que hoy podremos leer en la red, y al que pertenece este grabado- (12) .
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B) Los Moáis de Isla de Pascua como hipótesis etnográfica, para comprender el significado de algunos megalitos:
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1). Breve explicación de mundo Rapa Nui:
Trataremos brevemente sobre las interesantes construcciones llamadas Moáis y analizaremos algunos aspectos del pueblo que las elevó; estudiándolas con el fin de compararlas con el megalitismo europeo. Resumiendo así algunos aspectos de esa cultura y de su isla; civilización que nos legó unas novecientas esculturas de tipo ciclópeo y cuyo significado puede ser tan enigmático como el de nuestros dólmenes o menhires. No sabemos cuántas elevaron realmente, aunque cuatrocientas de ellas permanecen en las canteras (sin haberse terminado); todo lo que muestra la proliferación que hubo. Por su parte, observándolas en su estado primario, se comprende que su labra y transporte sería tan costoso como difícil y aunque necesitaran años para tallarlas, debieron realizar miles de ellas. Una vez terminadas en las canteras, las arrastraban hasta una colina -o a un punto frente al mar- donde se colocaban levantándolas sobre una plataforma (base llamada “ahui” y que debemos entender servía para realzarla y para realizar ceremonias). La traducción de su nombre en el idioma Rapa Nui es: “para que exista” (Moái); y su significado sigue siendo incierto, aunque nadie duda de su simbolismo apotropáico y mágico -actuando como protectores de los vivos y de los muertos-.
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Acerca de su datación, el ejemplar más antiguo se fecha hacia el año 550 d. C.; sin tratarse propiamente de un Moái común; pues representa a una enorme mujer sentada, con una gran cabeza y los brazos alzados (en posición oferente). Pese a ello, la gran mayoría de los Moáis se consideran realizados entre los siglos XI al XVI de nuestra Era. Como dijimos, normalmente los elevaban sobre plataformas y al lado del mar, tras encajarles unos ojos blanquecinos o rojos (hechos con coral u obsidiana). Colocados mirando hacia tierra, los consideraban el espíritu protector de los antepasados de un clan o tribu. Aunque hay algunos en el interior de la isla, conservándose unas veinticinco esculturas sobre colinas, lejos de la costa; entre las que destaca un grupo de siete que se unen a una octava muy famosa y llamada “Ahu Huri a Urenga”. Un enorme Moái con cuatro brazos, que está orientado al Solsticio de invierno (13) . Este grupo de cabezas pétreas que rodean al que marca el inicio del invierno (en el Cono Sur, 20-21 de Junio) demuestra su uso con fines astronómicos; unas circunstancias que podrían verse repetidas si lográsemos reconstruir perfectamente la situación inicial de muchas otras que permanecen caídas, o desenterrar nuevos ejemplares. Por lo demás, sería de gran interés estudiar la inclinación del Sol que nos marca este Moai que señala el Solsticio (“Ahu Huri a Urenga”), ya que podríamos llegar a fecharlo conforme su orientación sobre la precesión de equinoccios. Pues aunque ese famoso hombre de los cuatro brazos haya sido elevado y restaurado recientemente; se halla en linea con varios puntos de elevación con esculturas, pudiendo calcularse las coordenadas iniciales con bastante exactitud.
IMAGEN ARRIBA: De nuevo, otro grabado del libro antes mencionado, en el que vemos a los franceses del conde de la Peruse midiendo los Moais (fondos del archivo de la Biblioteca Nacional de Chile, a la que agrademos nos permita su divulgación). Recomendamos a quienes deseen conocer el viaje de La Peruse, que consulten nuestra cita (12), donde se halla un enlace para acceder a la obra de Jacques Julien Houtton de La Billardière, en su primera edición de 1805.
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IMAGEN ABAJO: Huecograbado del menhir de Kerderg, en Carnac (Francia). De unos siete metros de altura, se trata de un enorme ejemplar aunque no de los más grandes, pues tal como se ha podido calcular hubo menhires en esa costa de Bretaña que llegaron a superar los veinte metros de altura. Asimismo en esta zona se dan los alineamientos de piedras ciclópeas cuyo significado nunca se ha descifrado, aunque es reconocido que las avenidas formadas por enormes cipos pétreos tenían fines mágicos y apotropáicos. Un simbolismo que seguramente se relaciona con el de los Moáis; siendo posible que quienes elevaron esas filas de menhires, también creían que en ellos se guardaba el “espíritu de sus antepasados”. Por lo demás, hemos de añadir su valor como protectores del clan o grupo, por su apariencia colosal. Considerando personalmente que los megalitos europeos, también servirían impresionar a los extranjeros. Pues cuando los ajenos al lugar llegasen a estas tierras y encontraran las enormes construcciones pétreas, pensarían que los hombres de aquella zona eran gigantes o que su Sociedad tenía unos medios de enorme organización y fuerza.
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Miles de años después de elevarse esos megalitos, generaron diversas leyendas entre los nuevos moradores de Europa. Como sucedería con los mitos celtas y las famosas historias que relacionaban algunos monumentos ciclópeos, con enormes cabezas pétreas. Cráneos sagrados de piedra que se decían colocados por los dioses en las costas o en las ciudades, para proteger de invasores el litoral (algo muy similar al significado de los Moáis). A mi juicio es interesante la apreciación que hacemos en este punto; pues en verdad existen testimonios de enormes menhires redondos, adorados por los celtas e identificados con "cabezas cortadas" de guerreros legendarios. Entre estas grandes moles que semejaban testas, se destacaba la del dios Cromm Cruach, que recoge en la Vida de San Patricio (14) . Donde se narra como el santo cristianizó y abolió los cultos al cipo sagrado, que recubrían con oro y al que ofrecían seres humanos. Había al menos doce similares en Irlanda y en algunos casos tenían fines de fertilidad o de riqueza, pero la mayoría ellos simbolizaban protección; al considerar esas grandes rocas elevadas por el hombre, la imagen del dios ahuyentador de los enemigos. La más famosa de ellas era conocida como la cabeza de Brân; gigante y rey inglés que tras ser decapitado siguió hablando durante ochenta años. Llevaron su testa parlante (que a todos atemorizaba) hasta la actual ciudad de Londres; colocándola allí mirando hacia Francia, para que jamás invadieran los extraños Gran Bretaña -más tarde hablaremos de estos mitos-.
Continuando con el Moái “Ahu Huri a Urenga”, añadiremos la importancia de que esta escultura que marca la salida del Sol en invierno tenga cuatro brazos; un hecho que a mi juicio claramente hablaría de los cuatro ciclos estacionales (otoño y primavera, invierno-verano). Asimismo debemos de tener en cuenta que probablemente el ejemplar más antiguo de la isla (ya citado y fechado en el sigo VI d.C.) que representa una mujer oferente; quizás originariamente marcaba con sus brazos también puntos astrales. Sobre los distintos significados y usos de estas enormes imágenes pétreas; debemos añadir que muchos de ellos tienen tras su plataforma base, otra mesa pétrea donde llevaban a cabo los rituales funerarios (principalmente las cremaciones). Todo lo que hace evidente su utilización ceremonial, que podía alternarse a su vez con un sentido astronómico. Habida cuenta que el famoso “Ahu Huri a Urenga” (orientado al Sol) tiene en su dorso también una gran piedra para incinerar cadáveres.
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Estas colosales esculturas, fueron -al parecer- el motivo de que acabase la civilización que las elevó; pues la necesidad de talar árboles para transportarlas y construirlas, dañó enormemente la foresta de la isla. Ello, unido a la lucha entre clanes o tribus por lograr unas mayores efigies, e impedir que los ajenos al grupo levantasen otras más grandes. Terminaría por generar una crisis interna, que principalmente surge debido a la quema y tala indiscriminada de los bosques, arruinando la isla. Todo lo que debió generar una enorme crisis hacia el siglo XVII, cuando se aprecian signos de continuas guerras civiles entre clanes, que fueron exterminándose paulatinamente hasta destruir la cultura de los Moáis (disminuyendo la población de manera radical en esa época). Una civilización que hemos de suponer se inicia con los primeros pobladores de Pascua, que llegarían desde otras islas polinesias hacia el 500 de nuestra Era y que culminaría quinientos años después. Pues aunque existen diferentes teorías acerca de la dataciones de los Moáis; las etapas que ya dimos parece que son las que la ciencia admite. Dejando al margen de esta escultura del 550 d.C. (época en que se fecha la migración), se supone que fueron elevadas entre los siglos XI al XVI d.C., tiempo en que se data la eclosión y desarrollo de la civilización de los Moáis.
ARRIBA: Fotografía de Monsanto en Portugal, un pueblo próximo a la frontera y en las cercanías de Coria (Cáceres), donde podemos comprender la importancia de los bloques pétreos para la defensa, la construcción de murallas y de viviendas. Me he incluido dentro de la imagen, para que comprendamos el tamaño de las enormes rocas de granito entre las que hicieron aquel precioso pueblo, perfectamente parapetado y en el alto de un monte. Si visitamos Monsanto podremos comprender cómo eran los castros celtas y quizás los poblados neolíticos peninsulares. Donde las casas se confunden con ciclópeos bloques de piedra, inexpugnables; entre los cuales bastaría mantener toros bravos y soltarlos en caso de que algún extraño intentase asediar el lugar. Este sería un modo de defensa perfecto, al menos durante la Edad de Piedra y del Bronce. Pues hasta la llegada del Hierro, los ejércitos estaban formados por hordas de centenares de soldados, armados con débiles espadas y sin apenas corazas. Por lo que sería casi imposible conquistar un pueblo excavado entre rocas, en un alto -rico en agua- y en el que mantuvieran toros salvajes, para arrojar contra el enemigo. De estas costumbres ya hemos repetido que -a mi juicio- surgieron los encierros de las fiestas patronales españolas; famosos en ciudades como Coria (muy próxima a Monsanto). Donde sueltan toros bravos durante días, cerrando el recinto amurallado y jugando los ciudadanos con el morlaco (quizás como un antiguo medio de ensayar el modo de comportarse en caso de asedio enemigo, defendiendo el pueblo con este sistema).
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ABAJO: La fabricación de lino y esparto (de cuerdas y lienzos) debió ser la tecnología que más revolucionó el neolítico. Pues los tejidos y las maromas no solo servían para ropajes o para calzado. Sino eran fundamentales para la doma de las bestias, la creación de sistemas de tiro, de ingenios para transportar y trabajar piedras; pero sobre todo, para navegar. Recordemos que cuando Napoleón deseó acabar con la armada inglesa, prohibió la exportación de lino y de esparto a las Islas Británicas; pues sin esas materias primas no podían fabricar cabos (maromas marinas) ni velas o aparejos de barco. Durante el Neolítico, el Sur de la Península Ibérica debió ser un lugar riquísimo en esparto, al igual que el litoral Oeste lo fue en lino y cáñamo; todo lo que facilitaría las técnicas para navegar. En imagen, exposición del modo de trabajar el lino en Portugal hace apenas unos decenios, tal como lo muestra en Museo de Castelo Branco (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen).
Sobre quienes comenzaron la civilización Rapa Nui hay distintas hipótesis, aunque todas ellas se relacionarían con las diversas hipótesis sobre el poblamiento de Pascua. Ya que el problema de este punto en mitad del Pacífico, es que se halla a unos 3500 kilómetros del Continente americano y a unos 3600 de la isla más próxima. Todo ello hace suponer que fue habitada primeramente por los polinesios, que llegarían explorando territorios, huyendo y viajando, o al perderse en sus embarcaciones. Famosos balancines, que manejaban con destreza, valiéndose de mapas hechos con cañas y trenzados de fibra vegetal. Unos planos con los que al parecer se guiaban por el Pacífico, pudiendo recorrer distancias de miles de kilómetros y que tenían como virtud no hundirse; por lo que en caso de volcar la embarcación, bastaba con llevarlos atados a ella para recuperar esas “cartas marinas”.
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Pese a lo antes dicho, no debemos olvidar las diferentes hipótesis sobre los poblamientos del Sur de América, que podrían evidenciar otras ideas acerca del origen de Rapa Nui. Suponiendo algunos que estuviera habitada mucho antes, por gentes venidas desde Oceanía o de Asia. Entre esas teorías sobre la llegada del hombre al Sur de América, destacan la llamada “australiana” del portugués Méndez Correa y la “oceánica” del francés Paul Rivet. Afirmando la primera que los aborígenes de Australia habrían arribado a Magallanes hacia el 6000 a.C., andando entre carámbanos a la Antártida y que de allí pasaron al Cabo de Hornos (lo que explica los enormes lazos entre las razas autóctonas de Chile y las de Oceanía). Por su parte, Paul Rivet sigue una idea próxima a esta, aunque cree que esas gentes de Oceanía se convirtieron gradualmente en grandes marineros, navegando hasta Polinesia y extendiéndose -como polinesios- por las islas y el Sur del Continente. Ambas teorías se unen en la llamada “polirracilal” defendida por José Imbelloni, que defiende hubo varias corrientes migratorias llegadas en barco hasta Suramérica y sus islas. Diferenciando una más frecuente, formada por gentes que navegaban desde Indonesia hasta el Mar del Japón y que en sus viajes serían arrastradas hasta la Poliniesia y hacia América. Considerando Imbelloni que incluso otras poblaciones vinieron desde África y del sur de Oriente Medio, en tiempos de Egipto o de Fenicia; quienes buscando nuevas rutas por Asia, terminarían perdidos en el Pacífico, llegando al Yucatán.
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Frente a lo antes expuesto, parece de mayor coherencia la postura defendida por las universidades japonesas y por el español Boch Gimpera, que explican el poblamiento de América desde dos vertientes y puntos diferentes: Primero, por el Norte, donde una gran masa entraría a través el Estrecho de Bering (en época glaciar); mientras otras migraciones llegarían a las islas del Pacífico y al Sur del Continente a bordo de barcas (errantes o sobre icebergs). Arribando a América del Sur en naves perdidas, principalmente durante la etapa de gran frio, el la que el nivel del mar era mucho más bajo, por lo que viajarían observando islas que hoy no existen. Pudiendo atracar continuamente sobre los enormes bloques gélidos que flotaban por doquier en el Pacífico; para tomar refugio en ellos, hacerse con provisiones de agua dulce, cazar focas o sobrevivir en esas moles heladas cargadas de alimento. Es así y en estas épocas coetáneas a las de nuestro megalitismo, cuando a mi juicio pudieron poblarse islas tan alejadas de tierra, como la de Pascua.
IMAGEN ARRIBA: De nuevo, una fotografía del Menhir de Outeiro (junto a Monsaraz, Portugal), famoso por ser uno de los más altos de la Península con sus casi seis metros.
Sobre la imagen de esta enorme piedra con forma fálica, hemos trazado las lineas que seguiría el Sol durante el año. Pudiéndose ver el modo en que los días 21-22 de junio estaría su sombra (en el mínimo), mientras durante los equinoccios se encontraría en su zona media, para alcanzar la sombra máxima en el solsticio de invierno (21-22 de diciembre). Ello hace evidente que el primer ciclo en que midieran las sombras -para saber cuando debían sembrar o esperar el frio-, llegarían a la conclusión de que el año solar era de 365 días. Posteriormente, si seguían observándola durante cuatro años más, se darían cuenta que se había retrasado una jornada (ya la máxima se daba el día 366); por lo que de continuar comprobando sombras durante algún tiempo más extenso, verían que solo en 40 años se había atrasado en 10 días. Ello haría comprender perfectamente que el ciclo solar tenía 365,25 días; o lo que es lo mismo: Cada cuatro años había que añadir una jornada (lo que denominamos “bisiesto”). Finalmente si seguían midiendo las sombras durante cientos de años (tal como pudieron hacer en Egipto, sobre los obeliscos) observarían como en cada siglo, el año volvía a atrasar una jornada; tal como el Calendario Gregoriano fijó finalmente en occidente y como ya había observado el Concilio de Nicea en el siglo III. Debiendo calcularse así el ciclo solar en 365,2422 días. Creemos que para este tipo de usos y estudios sirvieron los menhires, con los que gracias a sus sombras podrían también orientarse (en un tiempo en que no había caminos ni comunicaciones).
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ABAJO: Fotografía tomada por mí del Disco de Faistos, en sus dos lados; tal como lo exhibe actualmente el Museo de Heraklion (al que agradecemos nos perita divulgar la imagen). Sobre esta he marcado las casillas o separaciones de palabras; tal como podemos ver claramente en mis señales y numeración, son un total de 30 casillas por un lado y de 31 por el otro. Este hecho fue el que me hizo pensar en el año 2005 que se trataba de un calendario, además de un chaquete (tablero similar a la oca o al juego egipcio de la Serpiente). Así lo escribí en mi primer estudio sobre el Juego de la Oca (15) , que se completó con un segundo análisis (16) -más profundo y profesional-. Sus dos caras de 30 y 31 “cartuchos” o casillas, me llevaron a deducir que pudo usarse como un calendario en la Edad del Bronce (17) .
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Bastaría para ello, poner una piedra o ficha sobre cada casilla en cada día; y tras completar un lado, darle la vuelta, haciendo lo mismo en el dorso. De tal manera, una vez realizadas seis vueltas por cada cara, habríamos llegado al total de jornadas del año bisiesto: 366 días; es decir (6 x 30 días = 180) + (6 X 31 días = 186). Siendo así, el último signo del lado con 31 casillas, contendría una especial razón y simbolismo; refiriéndonos al cartucho con un solo ideograma, en el que figura claramente el Sol (en forma de un crisantemo). Pues esa palabra o casilla final (la 31), tan solo se leería cada cuatro anualidades; siendo este un sistema muy sencillo de calendario, del modo que narro: Avanzaremos una ficha cada día en el tablero, hasta completar un lado y le daremos la vuelta para hacer lo mismo con el dorso. Una vez hecho esto seis veces por cada cara (formando meses de 30 y 31 días), solo cada cuatro años leeremos la última casilla como el último día del año; saltando ese signo final (el 31 marcas) en las anualidades normales -sin nuestro bisiesto-. De tal modo los años comunes haríamos un recorrido de (30 x 7) + (30 x 5) días (365); mientras en los bisiestos completaríamos totalmente las dos caras del disco. Este tipo de fórmulas y calendarios surgirían desde mediciones solares realizadas sobre menhires y obeliscos; siendo imprescindibles para poder navegar y orientarse.
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2). Los Moais y las construcciones megalíticas de Europa:
Para finalizar este epígrafe añadiremos el evidente paralelismo entre las enormes esculturas de la isla de Pascua y los gigantescos bloques que levantaron las culturas ciclópeas en Europa y el Mediterráneo occidental (durante los milenios V al II a.C.). Unos megalitos cuyo significado apenas conocemos, aunque su uso y simbología debió ser semejante al que tuvieron los Moáis. De tal manera, creemos que coinciden al menos en tres aspectos con las construcciones realizadas por los Rapa Nui: Primeramente en la utilización funeraria; que en el caso nuestro se cierne a los dólmenes y tumbas de corredor y que en la Isla de Pascua se refiere a las plataformas para cremaciones (que tenían las bases de esas esculturas en su zona posterior). Asimismo ya vimos que esos colosos levantados por los isleños de Chile habían sido orientadas hacia los astros; un mismo hecho que se observa por miles, entre los megalitos. Existiendo por todo el litoral atlántico centenares de Cromlechs -círculos de piedras para el estudio de la bóveda celeste- y de Menhires; que también se usarían como gnomons, relojes solares y calendarios. Finalmente, la identificación de las esculturas de Isla de Pascua con el espíritu de los antepasados, para utilizarlas como protección y símbolos del clan; se debió reflejar igualmente en el neolítico europeo con los alineamientos de piedras ciclópeas, o en los cipos labrados (muchos de ellos colocados también junto a las costas, para ahuyentar enemigos).
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Como ya dijimos, los pobladores de Europa que vinieron a habitarla miles de años después de que fueran levantados los megalitos; debieron conservar algunos de los símbolos que sus antecesores concedían a esas construcciones ciclópeas. Nos referimos a los indoeuropeos y más concretamente a los celtas, que como es sabido, reutilizaron los dólmenes, cromlechs y menhires en sus rituales (después del siglo VIII a.C.). Seguramente continuaron dándoles un valor parecido al que les otorgaban los hombres del neolítico que las hicieron, y así fueron usadas entre los galos y britanos para ahuyentar a los extraños. Un hecho perfectamente comprensible si pensamos lo que sentirían hace miles de años los extranjeros, al ver aquellas construcciones gigantescas (sobre todo las alineadas en las proximidades del mar). Enormes monolitos y avenidas de rocas en fila, círculos para observar astros y tumbas de dimensiones sobrehumanas. Todo lo que haría pensar a cualquier ajeno al lugar, que la zona estaba poblada por gigantes, o bien que allí había una Sociedad poderosísima, bien organizada y capaz de mover esas tremendas piedras. Seguramente fue este uno de los motivos para que desde el 4500 al 1500 a.C. (apox) se levantasen megalitos, con el fin de mostrar la grandeza de las tribus y clanes que los llevaban a cabo. Teniendo en parte un sentido semejante al de los Moais.
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Pero aquel valor simbólico -a mi juicio- en gran parte fue heredado por quienes continuaron habitando aquellas zonas europeas (aunque lo hicieran en tiempos muy posteriores a la civilización dolménica). Unos pueblos celtas que llegaron a las Islas Británicas cuando ya habían pasado casi mil años desde la desaparición de la civilización ciclópea y unos cuarenta siglos después del inicio del megalitismo. Pese a ello, es evidente que los druidas (galos y britanos) se sirvieron de aquellas moles de piedra para realizar sus cultos; incluso haciéndose pasar por sus verdaderos constructores. Siendo así, hay que pensar que muchas de las ceremonias y ritos conservados por los indoeuropeos que habitaron esas áreas tan ricas en megalitos, fueron heredadas de otras más antiguas y ancestrales. Habiendo de suponer que connservarían parte del significado y uso que aquellos conjuntos pétreos tuvieron durante el tiempo en que fueron realizados.
SOBRE ESTAS LINEAS: Cromlech de Los Almendros, junto a Évora, en Portugal; uno de los más importantes monumentos megalíticos de Europa. Su fecha de inicio se calcula a comienzos del quinto milenio a.C., siendo probablemente el más antiguo observatorio astronómico de nuestro Continente -y uno de los más ancianos de todo el Mundo-. Tiene una primera zona de monolitos, más antigua, formada por unos 24 cipos, dispuestos en tres círculos y levantada entorno al 5000 a.C.. Tras ello, hay una segunda parte añadida muy posteriormente y que se fecha hacia el 4000 a.C.; formada por 95 menhires, colocados en elipse (entre los que aquellos situados en su zona interior, han de datarse en etapa más tardía -cercana al 2000 a.C.-). Todo el cromlech presenta diversas figuras grabadas en sus casi 120 monolitos, entre los cuales se distinguen bajorrelieves que aluden al movimiento de la Luna, el Sol y otros astros. Al margen de la importancia de este observatorio, sin lugar a dudas los múltiples megalitos que rodean la zona dieron origen a la ciudad de Évora; capital alentejana que lleva el nombre de nuestra Península -la Ibera- (área en el Neolítico hubo de ser una de las zonas más importantes de Europa). En uno de mis estudios más curiosos, pude comprobar que el cromlech de Los Almendros y la ciudad de Évora, están alineados con diversos templos y santuarios antiquísimos; principalmente ibéricos, e incluso con el más importante de Grecia.
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ABAJO: Alineación de santuarios que se sitúan a la misma Latitud que el Cromlech de Los Almendros. Observatorio astronómico que se considera el más antiguo de Europa y que está en Latitud 32º 33´ 28´´ N.. En linea con él se sitúan: CANCHO ROANO, DESPEÑAPERROS, BALAZOTE, CERRO DE LOS SANTOS (M. del Castillo, Yecla), SERRETA DE ALCOY, FINESTRAT (Puig Campana), VILLAJOYOSA (Santuario de Alonis, Tosal de la Madeyeta). Para más curiosidades, coincide exactamente con la Latitud del Monte Parnassos (Templo de Apolo de Delfos). Podíamos pensar que hace miles de años era imposible conocer la altura Norte a la que estaban situados, pero el cálculo de la Latitud era tan necesario como extremadamente sencillo de realizar (ajenos a la esfericidad de la Tierra). Se logra simplemente observando que la sombra sea igual, un mismo día del año. De tal modo, para saber si estamos en linea (Este-Oeste) con un punto, bastará saber la fecha y medir a sombra. Si una vara de igual medida, refleja una igual longitud de luz solar (máxima); es que estamos en linea recta con un punto. Ello era fundamental para orientarse, desde los tiempos más remotos y sin necesitar conocer la esfericidad del Mundo. Siendo así, para llegar hasta un destino sin perderse, solo precisaríamos dirigirnos de Este a Oeste (o viceversa) y en linea recta. Era este el modo más antiguo de guiarse, bastando calcular la sombra, logrando de así conocer a qué “altura” (norte-sur) estábamos, en referencia con el destino al que debíamos llegar. Por lo demás, para saber la Longitud a la que nos hallábamos (al Este o al Oeste del destino); tan solo necesitarían lanzar una paloma mensajera. Comprendiendo de ese modo, si el punto al que nos dirigíamos se hallaba siguiendo la linea de sombra (Longitud N-S), en dirección Este o bien hacia el Oeste. Esta forma de guiarse es la más sencilla y la mejor en un tiempo en que no existían rutas abiertas y transitadas (como el Neolítico); pues siguiendo las cuencas de los ríos o los caminos, podríamos perdernos y sobre todo, vernos asaltados o seguidos por extraños.
Continuando con la posible herencia simbólica de los megalíticos entre los celtas; recordaremos que una de las costumbres más comunes de los britanos era la de identificar los cromlechs y los enormes menhires, con cabezas cercenadas de guerreros. Cráneos legendarios de famosos soldados muertos en batalla y que seguían teniendo vida tras haber sido separados del tronco. Pues la testa cortada (por el que había matado), tenía un enorme simbolismo militar entre los celtas; luciéndolas los soldados como símbolo de poder y fuerza, colgadas de su cuello o en sus hogares. Siendo costumbre llevarlas encima al regreso de la guerra, para mostrar cuántos enemigos habían exterminado. Todo ello les concedía un significado mágico e infinito y algunas cabezas cortadas de famosos guerreros fueron tan legendarias como milagrosas. Uno de los casos más conocido es el de la testa de Brân (llamado en Irlanda Bron); gigante y monarca de Inglaterra, hijo del rey Lyd. Príncipe de enormes dimensiones que murió y fue decapitado, aunque siguió hablando y manteniendo vida en la cabeza. Este hecho atemorizaba a todo aquel que la veía, por lo que decidieron colocarla (enterrarla) en las cercanías de la actual Londres; para proteger la ciudad y producir miedo a los enemigos. La situaron mirando al Sur (hacia el Canal de La Mancha), con el fin de asustar a los extraños y mantener alejado a todo invasor.
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La leyenda de ese rey de Gran Bretaña y de su parlante testa cercenada, se recoge en varías de las Tríadas galesas (18) ; donde narran -además- que el nombre de este monarca decapitado significaba “cuervo” (Brân). Si analizamos su historia y simbología, todo lleva a concluir que se trata de la personificación de alguna deidad antiquísima. Un dios celta de origen ancestral que los expertos en teogonías gaélicas identifican con Belinus (divo de la guerra, de allí su voz: “bello”, belicoso). De este modo entenderemos que Brân -como protector de la contienda-, se interpretase como un cuervo; pues los soldados muertos en batalla eran abandonados en el campo donde caían, tras haber cortado sus cabezas los vencedores. Por ello, aquellos que morían de ese modo (considerado el más honroso); finalmente eran devorados por los cuervos. Todo lo que hacía considerar este ave como divina o “transportadora” de las almas de esos difuntos hasta el cielo -siendo el símbolo del Sol (Apolo)-. Un hecho que además explicaba entre los celtas, la capacidad de este pájaro negro para hablar; debido a la transmigración que realizaban, al comer los cadáveres de los caídos en lucha.
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El mito que refiere la historia de esa cabeza parlante de Brân, se relaciona también con la religión celta, que consideraban que el alma residía en esta zona del cuerpo. Por lo que al apoderarse de la testa, podrían “encarcelar” al enemigo; impidiendo en parte que ascendiera a los cielos plenamente. Con ese fin creaban santuarios llenos de cabezas y sobre todo las exhibían en la entrada de las casas, tras regresar con ellas después de cada batalla. Estos mitos y ritos darían lugar a leyendas como la que hemos narrado, del rey Brân; que atemorizaba a los enemigos porque no paraba de hablar una vez decapitado. Tanto miedo producía, que su cráneo fue trasladado desde Irlanda -donde murió- a la colina llamada GwynFyr (Cerro Blanco, en gaélico). Un lugar que se identifica exactamente con el punto de Londres donde actualmente se halla la Torre y el Big-Ben. El mito se convertiría siglos después en leyenda cristiana, tanto que este rey Brân se sincretiza en algunos santos católicos ingleses, tenidos por protectores frente al enemigo. Siendo el que más se identifica con Brân, San Burian; cuya fiesta se celebraba el 1 de Mayo y que precisamente coincidía con la del dios celta Beltené -ó Beltaine-, muy cercano a Belinus (antes mencionado, como antecesor de Brân).
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, alineamiento de Carnac (Bretaña) en un huecograbado de 1924. Abajo, uno de los menhires encontrados en Navalcán (Oropesa, Toledo). La teoría mía sobre los alineamientos -como los de Carnac-; propone que esas avenidas de menhires mostraban el secreto para guiarse. Es decir, que enseñaban el modo de localizar los destinos, valiéndose de las sombras (que refleja el monolito). Quizás en zonas como Carnac, pudieron formarse los chamanes o iniciados del megalitismo; dándoles a conocer el secreto de orientación. Este sistema, como hemos relatado antes, es muy sencillo: Se basaría en medir la altura máxima del Sol con una vara de un tamaño común, e inalterable; bastón o “medida” que se utilizaría siempre como gnomon, conociendo la fecha. Con un método tan sencillo como este, podrían saber fácilmente a qué altura Norte-Sur estaban (lo que llamamos Latitud); sin necesitar conocer la esfericidad del Globo. Logrando asi llegat a destino; pues todos los puntos que mantienen una sombra igual y en una misma fecha; están en linea (de Este a Oeste).
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Por lo demás, en el caso de perderse y no saber si habían de ir hacia el ocaso o al alba; ya dijimos que podrían lanzar una paloma mensajera, conociendo así si debían dirigirse hacia un lado o el contrario. Ese secreto de viajar de forma alineada con la sombra (siguiendo al Sol durante el día, o a la Estrella Polar por la Noche) debió ser el que enseñaban a los guías y chamanes en el Neolitico; sacerdotes y astrónomos que poblaron el litoral atlántico de observatorios astrales megalíticos (cromlechs y menhires). Realizando probablemente los alineamientos de Carnac como sacralización de aquellas “avenidas de comunicación” que lograban quienes sabían leer los astros en los megalitos. En la foto bajo estas lineas, vemos un pequeño menhir de Toledo, tal como lo muestra el museo de Santa Cruz -al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. Fue hallado en Navalcán, está fechado hacia el 3500 a.C. y contiene bajorrelieves serpentiformes (en otros artículos ya hemos mencionado los ortostatos de este tipo, con espirales y formas de culebra, que refieren el ciclo de los astros y el agua).
Finalmente el Ciclo Artúrico “absorve” esta antigua figura del rey decapitado, llegando a identificar a Artús con Brân. Pese a ello, en los textos ingleses se dice que la invasión de los sajones se debió a que el rey Arturo se empeñó en cambiar de lugar aquella cabeza que había sido puesta en la “Colina Blanca”. Punto donde -como dijimos- hoy se levanta la London Tower y en la que se cuidan con esmero los cuervos que allí viven, existiendo dos leyendas sobre aquellas aves: La primera habla de que cuando desparecieran los córvidos de la Torre londinense, se acabaría la monarquía en la isla. La segunda dicta que esas aves son el alma o la transmigración del rey Arturo, que un día regresará a Inglaterra para volver a reinar en Gran Bretaña. Sea como fuere, esta leyenda y esos mitos, muestran las raíces ancestrales de costumbres que parecen no ser solo celtas. Pues ciertamente semejan costumbres neolíticas; seguramente heredadas por los gaélicos desde los que poblaban esas islas en tiempos muy anteriores y dolménicos. Siendo la hipótesis más probable, que cuando los celtas reutilizaron las construcciones ciclópeas para realizar sus ceremonias; en muchos de estos ritos (incluso en sus leyendas), mantuvieron las costumbres y la religión de aquellos hombres que habían elevado esos enormes bloques (19) .
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Para finalizar este epígrafe que compara el culto a los megalitos europeos con los Moáis; añadiremos que aquella gran cabeza de Brân que se identifica con los cuervos reales, tiene asimismo un ciclo relacionado con un famoso menhir llamado de “Rialobran”. Este cipo, fechado en la Edad de Bronce, se halla en Cornwell -junto a Madron- (20) y contiene una inscripción del siglo VI d.C. que dicta: ”RIALOBRANI CUNOVALI FILI”. Dos son las traducciones que se dan al epígrafe anterior y que conmemora con seguridad a un príncipe muerto en batalla. La primera sería “Bran real (príncipe) hijo del cuervo”; en una segunda hipótesis leen: “Real Cuervo, hijo del Glorioso Príncipe”. Fuera cual fuese su significado, no cabe duda de que se relaciona plenamente con el mito de Brân y las aves sagradas de la torre de Londres. Una leyenda que nos lleva a pensar que esta historia -de los córvidos y la cabeza del rey Brân- indicaría que en el lugar donde hoy se eleva el Big-Ben, antaño hubo un gran menhir. Tanto, que nos atreveríamos a decir que si excavamos en los cimientos de la torre londinense, encontraríamos aquel megalito que se consideraba la testa parlante del monarca decapitado. Un enorme cipo que -como el Big-Ben- posiblemente sirvió de reloj y de calendario durante la edad de Bronce (uso que a mi juicio daban a los menhires). Todo lo que convertiría en sagrado este lugar, tanto como a aquellos que tenían “cabeza” para leer en las piedras: Las fechas, las horas y hasta la orientación. Unos hechos que confería a las Sociedades antiguas, una gran protección; lograda a través de quienes actuarían con gran cabeza; como chamanes y guías. Siendo capaces de guiar al grupo, de orientarse y de conocer horas o fechas, sirviéndose de las piedras sagradas.
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Por todo ello la sacralización de aquel rey llamado inicialmente Brân, identificado siglos más tarde con Arturo. Nacería seguramente de la personificación del dios bélico Beleno (Beltainé) y que debemos considerar muy unido a los ritos dedicados a Cromm Cruach (que ya hemos mencionado). Deidad adorada por los britanos con el culto a una gran cabeza cortada, simbolizada en un monolito y a la que ofrecían seres humanos. Efigie que se figuraba en las enormes piedras con forma de cráneo y que se cubría de flores y metales preciosos (de las que al menos existían doce en toda Irlanda). Cipos que en realidad fueron antiguos megalitos, donde posiblemente celebrarían ceremonias del mismo tipo, durante el neolítico; pudiendo ser quizás esos ritos, ceremonias dolménicas y no propiamente celtas. Religión y mitos que se repetiran en otros casos y en otras sagas britanas, como las del rey Balaar o la del monarca Tigernmas.
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SOBRE ESTAS LINEAS: El interior de un hogar del neolítico, tal como observaron los excavadores en los yacimientos de Madrid (Ciempozuelos) y como lo muestra el Museo Arqueológico de Alcalá de Henares -al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-. La cabaña del periodo Campaniforme, tiene en el suelo multitud de cestas y recipientes (para guardar o moler grano y trabajar la cerámica). Se observan tinas y cacerolas con su característica forma de “campana”; diseño que a mi juicio procedería de la utilización de cestas de esparto, como moldes para hacer los cuencos. De allí esta linea semejante a la de un capazo; tanto como la decoración Campaniforme, con dibujos de zigzag (igual a la del esparto). Existen algunos ejemplares de grandes tinajas halladas, que claramente están fabricadas dentro de un canasto de ese tipo. Aunque los cuencos más finos y elegantes campaniformes, se realizaban con técnicas muy depuradas. Llegando a tener paredes de pocos milímetros de grosor y unos dibujos a modo de cestillo, labrados a mano y muy trabajados.
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BAJO ESTAS LINEAS: Objeto cerámico de época campaniforme, tal como lo muestra el Museo Arqueológico de Burgos (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). En este fondo de tinaja (o de cazuela) hallado en Villagarmar, observamos claramente el molde con el que se hizo; dejando testimonio manifiesto de que su modo de fabricación fue semejante al que se seguía con los quesos -hasta no hace mucho-: Introducir la masa en una cesta y apretar hasta obtener el modelo. De allí el dibujo que presentan aún los quesos; en zigzag, igual al molde de esparto en el que les daban forma. A mi modo de ver, a ello se debería las decoraciones y el diseño de la cerámica campaniforme, coetánea al megalitismo. Aunque la mayoría de esas cazuelas campaniformes no estuvieran fabricadas en moldes de capazo, se continuaría con este diseño y sus dibujos en zig-zag, como modo de recordar la utilidad de las cuerdas y cestas de fibra vegetal. Pues a mi juicio, la cestería industrializada fue uno de los grandes avances del neolítico, que en el caso de las maromas de esparto -procedente del Sur de Europa-, permitirían la construcción de embarcaciones con cuadernas atadas; tanto como la fabricación de aparejos de barco, redes y velámenes (lográndose cabos y lienzos de enorme resistencia). Unas cuerdas y tejidos de esparto, que debieron ser tan revolucionarias durante el Neolítico, como en nuestro tiempo lo ha sido el plástico (sin el cual no se hubiera podido fabricar casi ningún objeto de alta tecnología).
B). Conclusiones finales:
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Después de nuestra exposición anterior, podemos obtener algunas conclusiones; sin temer a equivocarnos demasiado. Así, tras haber realizado un paralelismo entre las culturas megalitistas y las del fin del Mundo (de Tierra de Fuego o la Rapa Nui), esas analogías las resumiríamos en los siguientes puntos:
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- Los hombres del tiempo en que se inicia y desarrolla el megalitismo (4500 al 1500 a.C.) subsistían en un hábitat semejante a los fueguinos; lo que hace suponer que sus condiciones y su forma de vida pudieron ser parecidas. Poblando la cornisa atlántica, sometidos a un gran frío durante los milenios en que finalizaba gradualmente el clima glaciar y sobreviviendo entre icebergs y glaciares.
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- Ello les facilitaría que viajasen entre el Continente y las diferentes islas europeas del Atlántico, sin dificultad. Accediendo a pie hasta lugares hoy muy separados por mar durante los inviernos; mientras en los veranos apenas necesitarían recorrer pequeños tramos con canoas para cruzar istmos como el actual Canal de la Mancha.
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- Por su parte, hemos de tener en cuenta la enorme cantidad de mamíferos marinos que habitaban las aguas del Atlántico y el Cantábrico en ese tiempo. Sin necesitar los hombres del megalitismo realizar apenas esfuerzos, para varar ballenas o para hacerse con toneladas de grasa y carne de cetáceos o de pinnípedos (21) -riquísimas en proteínas y en aporte calórico-.
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- Una dieta así (basada en ballena y foca) les proporcionaría la capacidad de sobrevivir a muy bajas temperaturas; tal como sucedía entre los fueguinos, que no necesitaban cubrirse -apenas se tapaban con unas pieles de morsa en los inviernos antártidos-. Tal era la resistencia de estos habitantes del Cabo de Hornos, que eran capaces de nadar en las gélidas aguas del Estrecho de Magallanes y vivir sobre sus canoas días, sin tocar tierra. En gran parte, el secreto de la subsistencia sobre el mar helado se debía a que en sus embarcaciones viajaba toda la familia, pescaban unidos y trasladaban siempre dentro de ellas un fuego encendido (con el que cocinaban sus pescados al arribar a tierra). Probablemente, durante el megalitismo, los habitantes de la cornisa atlántica llevaron a cabo un tipo de vida semejante.
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- Esas grasas de ballena y de pinnípedos (morsas, leones de mar y foca) no solo alimentan, sino que también pueden ser utilizadas para protegerse del frío a modo de cremas. Así lo hicieron los fueguinos, que tenían por costumbre untarse con aquellos aceites de pescado y pintarse el cuerpo; decorando su piel con dibujos realizados con un engrudo compuesto por aceites de animales marinos mezclados con tierras o minerales (machacados). Este último dato de los habitantes del Cabo de Hornos, nos puede explicar por qué en muchos de los hallazgos de necrópolis dolménicas, se ha detectado que los allí inhumados estaban cubiertos de grasa aderezada con ocre.
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- El megalitismo se extendió por todo el litoral atlántico (desde el quinto al segundo milenio), al igual que lo hizo posteriormente el vaso campaniforme (desde el 3000 al 1800 a.C.). Ambas culturas procedían principalmente de la Península ibérica, llegando muy pronto a Irlanda y a Bretaña; extendiéndose posteriormente por toda la costa oceánica y cubriendo más tarde el centro de Europa (ver mapa en imagen siguiente). Ello obliga a pensar que tanto los hombres del megalitismo, como los del Vaso Campaniforme eran civilizaciones de navegantes (canoeos). Gentes capaces de trasladarse desde el Sur de Portugal a las costas de Bretaña y Alemania (incluso a las de Suecia), pasando perfectamente a las Islas Británicas -ya desde el quinto milenio a.C.-.
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- Esta capacidad para navegar por el Atlántico debió estar fundamentada en dos circunstancias: Primero, la necesidad de huir al Norte en el verano, seguramente con el fin de no recibir “extrañas visitas” o invasiones llegadas por mar (procedentes del Mediterráneo y del Norte de África). En segundo lugar, porque entre los pescadores y cazadores es necesario el nomadismo; para dejar descansar durante largas temporadas sus áreas cinegéticas y los caladeros. Principalmente lo es en el mar, para que no se esquilmen o se agoten los pescados y los mariscos (es lo que actualmente se denomina veda). De estas dos circunstancias creemos que nacería una cultura canoera atlántica, capaz de sobrevivir entre los hielos y de ir hasta Suecia (o a Irlanda) durante los veranos; avanzado apenas unas decenas de millas al día, cazando y viviendo entre carámbanos cargados de focas o cetáceos.
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- La forma de subsistir y de navegar, entre esos nómadas del litoral atlántico que difundieron el megalitismo y el vaso campaniforme; pudo ser muy semejante a la de los fueguinos (ya estudiada). Ello nos llevaría a pensar que tenían una enorme capacidad intelectual y de organizarse, aunque vivieran en la Edad de Piedra -tal como narran los autores, sucedía entre los habitantes de Magallanes-. Algo que se comprende perfectamente atendiendo a su subsistencia y a su dieta; basada en pescados, mariscos y hasta algas marinas. Alimentos muy ricos en fósforo y en Omega-3, que conceden un gran aporte vitamínico al cerebro. Un hecho que explica no solo la fuerte constitución que los investigadores conceden a los fueguinos, sino también su lucidez e inteligencia (todos nos hablan de que se trataba de individuos muy ingeniosos y listos, pese a no conocer los metales aún en el siglo XIX).
IMAGEN ARRIBA: Mapa de la distribución de los megalitos y la del Vaso Campaniforme. En rayas grises tenemos la difusión del dolmenismo (desde el V milenio) y junto a cada zona, vemos la época en que van apareciendo los monumentos ciclópeos en cada área. Sobre este mapa -que ya habíamos publicado-, he dibujado la distribución del Vaso Campaniforme. La aparición del Campaniforme en Europa es prácticamente igual a la de la cultura dolménica; aunque se diferencia en cinco puntos, que en resumen son:
- En el Mediterráneo -al margen de la Península Ibérica-, el Vaso Campaniforme solo llega al Norte de Cerdeña y al Sur de Sicilia. El resto de zonas que comparten dólmenes y menhires con la Península (el Norte de África, Magreb o Malta), no tienen hallazgos de Campaniforme.
- En Francia se produce un vano, que comienza en Las Landas y Burdeos, no teniendo Campaniforme hasta que llegamos a zonas próximas a Bretaña. Del mismo modo, en todo el centro de Francia no se han hallado estos vasos. Aunque sí en la costa Norte y en el Este.
- En el área de los Países Bajos, no hay megalitos, pero sí Vaso Campaniforme.
- Continuando desde Holanda y por la costa Norte, el Campaniforme llega a Jutlandia, pero no pasa de la zona media de esta península, sin alcanzar Suecia y el Báltico (el dolmenismo se extendió hasta Noruega). Por su parte, el Campaniforme se difunde desde la costa Alemana y llega a centro Europa, cubriendo su cultura áreas donde no existe el megalitismo (Danubio etc).
- Gran Bretaña tiene hallazgos de este Vaso repartidos por toda la isla, mientras los monumentos ciclópeos se dan fundamentalmente en las costas (Sur de Inglaterra, Cornualles y Gales, junto al resto del litoral Norte y llegando hasta Escocia, pero no hay megalitos en el centro de la isla). Por su parte, Irlanda que enteramente está cubierta de arquitectura ciclópea, carece del Campaniforme en su zona Noroeste.
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ABAJO: Vasos campaniformes hallados en Ciempozuelos (Madrid) y fechados hacia el 2500 a.C. -tal como los muestra el Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. Observemos su forma tan parecida a los cestillos de esparto, y sus decoraciones también semejantes a estos canastos (con los que seguramente comenzaron a crear cerámica en serie y a molde -por la técnica de apretón sobre las paredes del cesto-). Parece evidente que el clima más adecuado para el esparto se da en el Sur de la Peninsula Ibérica; y por mucho frío que por entonces hiciera, en áreas como las de Almería o Murcia, pudo generarse esa industria y sus cultivos. Naciendo -o promoviéndose- allí la tecnología de las cuerdas, las redes y los canastos, que revolucionaría con toda seguridad el Neolítico.
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- Esta capacidad evidente para navegar, de los habitantes del litoral atlántico, miles de años atrás; junto a la necesidad de migrar temporadas -para evitar visitas no deseadas, o para dejar en veda los caladeros-. Les daría la posibilidad de llegar en canoas hasta Dinamarca o Irlanda, algo que generaría un intercambio cultural continuado, entre el Norte y el Sur de Europa (al menos en toda su vertiente atlántica, como se hace patente al observar el mapa del megalitismo y del Campaniforme). Promoviendo ya desde el V milenio a.C. las Rutas del ámbar; resina fósil que seguramente en zonas como el Bálico cristalizaba de manera continua. Habida cuenta la era casi glaciar en que vivían por entonces; frío que provocaba su fosilización con facilidad en áreas como Jutlandia o en las playas de Suecia (hasta donde iban durante los veranos gentes de las costas francesas, e incluso de las ibéricas). Promoviéndose así un intercambio continuo de ámbar y pepitas de oro o plata, que pudo tener como zona principal para su distribución, el litoral Bretaña. A medio camino entre el Báltico, el Norte de las Islas Británicas y el Sur de Portugal. Por lo que quizás fue esa zona de Francia el punto central y de conexión entre el Norte y el Sur megalitista. Área intermedia, donde pudieron coincidir los canoeros que en verano subían desde Iberia y los que iban desde Francia y Holanda en busca del ámbar hasta Dinamarca (o de pepitas de oro y plata, a las islas Británicas).
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- En todo cuanto anotamos sobre la creación de las rutas del ámbar (desde el V milenio a.C.) hay que añadir que estos pueblos coetáneos al megalitismo, pudieron ser también parecidos en a los fueguinos, en su amor por los objetos brillantes. Pues ya vimos como los habitantes de los canales de Magallanes se veían enormemente atraídos por las cuentas de collar, los dijes o los botones nacarados (recordemos la historia de J. Button). Siendo esta una característica típica de ciertas culturas marineras y de recolectores de conchas, o entre pescadores. Tal como sucede en Japón; donde el valor de los adornos personales es altísimo y aprecian enormemente aquellos objetos que embellecen el cuerpo -metálicos, de vidrio, carey y etc-.
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- El gusto por los abalorios y dijes (antes descrito), llevaría a generar un continuo intercambio de ámbar, conchas y pequeñas pepitas de metal, durante los tres milenios del dolmenismo (del 4500 al 1500 a.C). Adornos que se transportarían por todo el litoral atlántico europeo, ya desde los comienzos del esa cultura. Una circunstancia, que promovería hacia el 3000 a.C., que algunos individuos comenzasen a trabajar en frío la plata y el oro. Martillando sus pepitas y fabricando de esa forma plaquitas, adornos y broches. Finalmente con esa técnica del batido en frío (sin fundir el metal), llegarían a hacer hasta jarras y vasos, construidos con láminas unidas a golpe de tas y mazo. Proliferando ya desde el 2800 a.C. piezas de este tipo en las Islas Británicas y en nuestra Península. Unos cuencos y vasos de metal precioso, cuyos diseños son totalmente campaniformes y que tienen paralelos muy similares y de la misma época, hallados en Alemania, Austria e incluso Suiza. Objetos de un enorme valor arqueológico y artístico, de los que recojo un bello ejemplo en las imágenes bajo estas lineas.
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- La proliferación de cetáceos y focas del Atlántico por entonces debió ser otro de los motivos para que la zona se poblase gradualmente, desde el sexto milenio a.C.. Momento en el que las temperaturas debieron ir ascendiendo y ya el clima permitía vivir -o navegar- en costas como las del Cantábrico, Francia y Portugal (en invierno) o en las de Jutlandia y Escocia (en verano). Siendo el mayor atractivo de esa zona, la posibilidad de cazar cetáceos sin apenas esfuerzo y alimentar a miles de personas con su carne. Por lo tanto, conociendo la riqueza zoólogica del Atlántico -por entonces- y la facilidad de guardar grasas de ballena -o de foca- en tinajas, así como mantener los pescados en salazón. Hemos de considerar que también debió haber un comercio de carne y grasa (de foca y ballena), principalmente con gentes de tierra adentro. Intercambiando con tribus y clanes del interior, los pescados y sus aceites; un negocio pingüe para quienes vivían en canoas y eran capaces de cazar esos mamíferos gigantes del mar. Haciéndose con especies de decenas de toneladas con enorme facilidad, al existir cetáceos -como la ballena franca- que se podían acariciar mar adentro y que tras recibir un arponazo, se desangraban a toda prisa (saliendo a flote tras morir; siendo tan simple su captura, que fueron definitivamente extinguidas por el hombre del Cantábrico).
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- Por su parte, todo este mundo de pesca y canoas, precisaba fundamentalmente de cuerdas flexibles y resistentes. Unas maromas que se fabricarían con el esparto del Sur Peninsular. Muestra de la proliferación y uso del esparto por entonces, es el enterramiento de la Cueva de los Murciélagos -en Albuñol, Granada- fechado entorno al 5000 a.C.. Donde los depositados en el interior de esa caverna, se hallaron vestidos con diversas prendas fabricadas de ese material: Una mujer, que presidía el enterramiento (quizás una reina), se cubría con un casco de esparto y estaba rodeada por una decena de hombres, de los que algunos portaban un gorro similar. Asimismo aparecieron sandalias y vestimentas de esa misma fibra vegetal -algunas las hemos publicado en anteriores artículos; pudiendo observarse como tras más de 7000 años, esas alpargatas neolíticas permanecen en perfecto estado-. Por su parte, la importancia del esparto y de su sacralización durante aquellos milenios, se observa en los ídolos de placa y hasta en sandalias exvotas (que a continuación recogemos, en la imagen bajo este párrafo).
IMAGEN ARRIBA: Objetos rituales o de prestigio de época megalítica. A nuestra izquierda, ídolos procedentes de Alconetar; a la derecha, sandalia votiva del dólmen de Almirazaque (Almería) -tal como los muestra el Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-. Los idolillos que vemos, normalmente se hacían de pizarra y debieron constituir un objeto de prestigio. A mi juicio serían el atributo de los guerreros, por cuanto la figura que representan (con ojos y traje talar) va vestido enteramente de esparto. Algo que se observa en los dibujos triangulares que presentan. Si los analizamos con detenimiento, veremos que esos “colgantes” tienen los asideros en muchas ocasiones simulando los ojos de un individuo; persona que iría cubierta enteramente con un traje de lineas en triángulo. Un hecho que en mi opinión puede hablar de corazas o protecciones militares, fabricados de fibra de esparto; para que las flechas no penetrasen en el cuerpo, o con el fin de que las piedras y palos afilados, no dañasen al guerrero. Ello explicaría la sacralización de este material, que pudo ser uno de los más útiles en el Neolítico. A nuestra derecha vemos una parte de la sandalia de esparto votiva, procedente del dólmen de Almirazaque (circa 3000 a.C.); un hallazgo más que demostraría la importancia del esparto durante la etapa dolménica.
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IMAGEN ABAJO: Copa fabricada en oro batido en frío, fechada hacia el 2400 a.C., de época megalitista británica y hallada en Rillaton (Cornwall) -propiedad de Museo Britanico, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen de esta importante obra-. Tal como narrábamos, podemos observar el modo de realizar una pieza de esas características; tomando el oro puro -en pepitas- para molerlas y luego a golpe de martillo, ir haciendo láminas que se van superponiendo (valiéndose del calor, para moldear el metal, pero nunca para fundirlo). No estaba divulgada todavía la técnica de trabajo en líquido del oro o la plata, que comienza a difundirse en Europa occidental hacia el 1800 a.C.. Como se ve, la linea de esta jarrita es totalmente campaniforme y su diseño casi igual a los cuencos de barro que unas imágenes más arriba veíamos (procedentes de Ciempozuelos).
- Llegamos ya al final de nuestro artículo, en el que tendríamos que hablar sobre los constructores de los megalitos, que en verdad debieron ser pueblos del interior (de tierra adentro). Se consideran las primeras tribus ganaderas y agricultoras (del Neolítico en nuestras tierras) y a mi juicio en aquellas sociedades se basaron el cultivo y el tejido del esparto. Todo ello explicaría un sistema en el que serían absolutamente gregarias con las gentes asentadas en la costa -pescadores o canoeros-. Pues en las playas y en sus cercanías no se cultiva el esparto, habiendo de subir hasta zonas más abruptas y hacia tierras montañosas, para poder tener maromas y redes. Cuanto decimos nos enseñaría la razón y el por qué pudieron ser tan ricas las gentes de tierra adentro por entonces. Las tribus asentadas en zonas como Antequera, en Valencina de la Concepción, en interior de Huelva, Badajoz o el Alentejo. Todas ellas, áreas plenas de megalitos; lo que hace suponer que tenían una enorme riqueza y que disponían ocio, de una gran organización y población, que gozaba de una religión bien estructurada. Tanto, como para perpetuarse en el tiempo del modo en que han logrado hacerlo.
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- La unión entre esos dos tipos de tribus -las del interior y las del mar-, pudo generar una economía de gran prosperidad. Pues los canoeros, proporcionarían alimentos que obtendrían con gran facilidad en el Atlántico (enormes atunes y bacalaos o carne de ballena y de foca). Mientras sus “socios” de tierra adentro, les facilitarían los enseres de esparto y fibra vegetal; fabricando los aparejos de pesca (redes y maromas), las cuerdas para hacer barcos, atar sus cuadernas e incluso para pequeños velámenes. Una simbiosis que de seguro pudo generar enormes beneficios; cambiando entre ellos, tinajas de aceite de ballena, carne de foca y pescados en salazón. Por cuerdas, redes y alfombras de esparto, o fibra vegetal; imprescindibles para realizar su labor en el mar. Pero además, aquellos que navegaban y que se encaminarían hacia el norte en el verano; llevarían hacia tierras lejanas esas cuerdas, trocándolas por ámbar, oro y plata en pepitas (que luego traerían de regreso). Todo lo que promovería la enorme prosperidad, un gran intercambio y la difusión de sus modos de vida ente el Norte y el Sur europeo; tal como se observa durante los tres milenios que perduró el megalitismo (hallándose por toda la Península, ámbar y enseres relacionados con la cornisa atlántica o con la Europa central y báltica).
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- Llegamos ya al punto en el que unas tribus y otras, comenzarían a generar sus enormes cenotafios y los primeros observatorios astronómicos. Siendo muy difícil considerar si solo estaban interesados en estudiar la cúpula celeste los hombres que viajaban por mar, o si también el análisis del cosmos era imprescindible para los habitantes de tierra adentro. Hemos de pensar que unos y otros, se mezclaban; casando en clanes a sus hijos y creando así una sociedad simbiótica bien organizada; en la que los reyezuelos asentados en las costas, tenían a sus órdenes a centenares de pescadores. Mientras los jefes de tribus que dominaban zonas del interior, gobernaban sobre labriegos, ganaderos y fabricantes de objetos de fibra vegetal.
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- Cuanto exponemos explicaría la proliferación del megalitismo por toda la Península, pero siempre en zonas cercanas al mar. Construyéndose más concretamente los cromlechs y menhires, en áreas próximas al litoral; ya que fundamentalmente serían útiles a los navegantes, aquellos megalitos para estudiar los astros. De tal manera, la arquitectura ciclópea astronómica quizás fue el comienzo de todo y empezaría en el Sur de Portugal y en Bretaña hacia el 5000 a.C.. Por lo que habríamos de pensar que al mismo tiempo en que comenzaron a alzar cipos para leer la cúpula celeste y las sombras solares; las tribus del interior imitaron la técnica, fabricando sus sepulcros, principalmente con el fin de trascender -para enterrar a sus muertos, aunque las tumbas de corredor también servirían para ocultarse, en caso de sufrir invasiones-. De esta forma nacería el dolmenismo, unos creando cuevas artificiales, tras haber abandonado las montañas, (donde enterraban a sus muertos en cavernas); mientras otros levantaron grandes piedras, con el fin de estudiar los astros y poder viajar o localizar la situación cada lugar. Aunque pasado el tiempo, aquellas enormes moles, tan solo se alzarían con fines estéticos, o simplemente para impresionar a propios y ajenos; asustando y abrumando durante milenios a todo aquel que se hallase ante monumentos como Stonehenge o los dólmenes de Antequera.
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SOBRE ESTAS LINEAS: Mapa del templo megalítico de Malta, Mnajdra; fechado entre el 3600 y el 3200 a.C.. Como ya explicamos en nuestro artículo anterior, la sala central se orienta a los solsticios y equinoccios, todo lo que obliga a entender que comprendieron pronto la duración del ciclo anual. Observando que cada cuatro años se adelanta un día, y cada siglo atrasaba una jornada. Todo lo que les llevaría a concluir fácilmente, que el año solar era de 365,2422 días (sin más necesidad de estudio ni mayor observación).
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BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Mapa realizado por mí, que comprende los megalitos en la Península Ibérica y basado directamente en el trazado por Kalb. Marcado con círculos amarillos, los dólmenes. En rombos rojos, los menhires y cromlechs. Observemos la proliferación de megalitos para el estudio de los astros, elevados en las costas del Atlántico. Más concretamente carcanas al Cabo de Sagres; así llamado porque era un promontorio sagrado desde tiempos inmemoriales -el Hieron Akroterion, citado por Heródoto (22) -. Tras ello, son otros lugares en los que existen menhires y cromlechs: El Alentejo, Lisboa, las costas de Portugal, Galicia el Cantábrico, o el Cabo de Rosas (en el Mediterráneo).
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-Pese a todo, se hace evidente que necesitaban miles de metros de las mejores maromas, para poder mover y dominar esos bloques pétreos (a veces con decenas de toneladas de peso). Un arte de manejar la piedra que quizás mucho se relacionaba con el de arrastrar naves y sobre todo el de cazar y llevar hasta tierra a los cetáceos. Ballenas que por lo común pesan unas cuarenta toneladas y que de no tener una técnica depuradísima para atarlas y arrastrarlas hasta la costa, se hace imposible capturarlas y recuperarlas como es debido. Pues tal como vimos en nuestro artículo anterior, para sacar del mar un cetáceo, se precisa de centenares de hombres, bien sincronizados y provistos de enormes cuerdas. Todo ello, explicaría la relación entre el megalitismo y la caza de esos gigantes del mar; relacionando incluso la estética entre un bloque de piedra y la forma y color de las ballenas (23) .
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- Finalmente, tan solo recordar de nuevo la similitud entre los famosos Moáis y el simbolismo que debieron tener los megalitos. Unos bloques que posteriormente los celtas usaban para sus ceremonias; ritos -que como dijimos- quizás fueron en algo parecidos a los que se hicieron durante la etapa en que se levantaban aquellos enormes monolitos. Miles de años antes de que los druidas las utilizasen, identificando estos con el culto a un dios protector, simbolizado en una cabeza cortada.
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- Pero en mi opinión personal, originariamente, esas construcciones ciclópeas debieron comenzar como observatorios del cielo; templos de adoración a los astros, que luego pasarían a ser copiados haciendo tumbas inexpugnables (donde también poder refugiarse). Un mundo de gigantes, creado por gigantes de la Historia y que de seguro logró no solo la felicidad de muchos, sino su perpetuación -incluso la protección ante los extraños-. Por lo que aquel megalitismo lograría la cohesión entre gentes con una misma ilusión y una economía común. Pueblos pescadores que aportarían enormes cantidades de alimento a otros del interior; a gentes de tierra adentro, próximas al mar, que vivían de la agricultura o ganadería, pero que mantendrían el cultivo y la fabricación del esparto. Un esparto imprescindible para su uso en las labores de tierra, aunque sobre todo en el mar; por cuanto lo llevarían en sus barcas hasta lugares del Norte. Ya que repetimos una vez más que esas maromas debieron ser entonces tan útiles, como hoy lo es el plástico; imprescindibles no solo para navegar y pescar, sino también para elevar y mover los bloques de piedra con los que poblaron media Europa. Unos megalitos levantados principalmente para marcar el camino y la muerte. Un rumbo espiritual y social, en tierra y en el océano; donde se lograba comprender la situación de los astros. Todo lo que se escondería en el simbolismo de aquellas alineaciones (como las de Carnac), que enseñarían el modo de guiarse por medio del Sol y de las estrellas.
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HACIA EL 1200 A.C. COMENZÓ A FRAGUARSE EL MUNDO PROTO-IBÉRICO Y EL TARTESSIO. UNA CIVILIZACIÓN QUE TERMINARÁ FLORECIENDO ENTORNO AL SIGLO X A.C.. NACIDA DE LOS DESCENDIENTES DE LOS MEGALITISTAS, GRACIAS AL CONTACTO CON GENTES LLEGADAS A LA PENÍNSULA, GRADUALMENTE, DURANTE EL SEGUNDO MILENIO A.C. - ANATOLIOS Y MICENIOS, VENIDOS DEL EGEO, DE CRETA, CHIPRE, DE ORIENTE MEDIO O DE CERDEÑA-. QUIENES VIAJARON HASTA NUESTRAS TIERRAS EN BUSCA DE METALES, DURANTE EL BRONCE; ACULTURANDO Y MODIFICANDO ESA CIVILIZACIÓN DOLMÉNICA, QUE HABÍA DOMINADO EL LITORAL ATLÁNTICO DURANTE TRES MILENIOS. De esta síncresis y aculturación, comenzaría una nueva civilización occidental. Un periodo que culmina con la colonización de la Península por los hombres del Hierro, llevado a cabo por migraciones procedentes de Fenicia, Chipre o Grecia arcaica. Fue en ese modo y momento en que nace Tartessos; originada por los descendientes de los megalitistas, que mantuvieron contacto durante el final del Bronce con navegantes y huidos de Oriente Mediterráneo, aunque finalmente fueron colonizados -hasta derrotados- por los fenicios y helenos.
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SOBRE ESTAS LINEAS: Cuadro de Joaquín Sorolla en el que vemos el arrastre de la barca al atardecer (propiedad del Museo de Bellas artes de Oviedo, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Observando esta imagen pintada por el artista en las playas de Valencia hace apenas cien años; vemos que la vida, hasta el siglo XIX casi no había cambiado en cinco mil años. La barca y el método de vararla en tierra, podía ser el mismo al utilizado en el 3000 a.C. por los habitantes del litoral peninsular (en tiempos de los megalitos). Aunque lo único que ya había variado en el tiempo en que el cuadro fue pintado, era la riqueza zoológica del Mediterráneo y del Atlántico; habiendo desapareciendo prácticamente las ballenas y las focas.
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BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Fotografía de una de las últimas tiendas de esparto existente en Madrid (la espartería de la calle del Mediodía). Antaño este material era tan útil como lo es hoy el plástico y constituía la base de la navegación. Estando prohibida la exportación de esparto a países enemigos, con el fin de perjudicar a su armada y economía.
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CITAS:
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(1): Reeditado en el 2002 por Manson; en su libro CHAPMAN pag 349. Dibujo de Barent Jansz Potgieter y Grabado de Zacharias Heijns,
(2): “Die Fcuerland-Indianer” “Los indios de Tierra del Fuego” (prólogo); publicada en Viena en 1937 y traducida al español, liberada en la Red, en edición digital BIBLIOTECA VIRTUAL UNIVERSAL-.
(3): Honorius Philoponus publicado en 1621: Novi Orbis Indiae Occidentalis; Nova Typis Transacta Navigatio. Grabado de Kaspar Plautius
(4): RECOMENDAMOS LEER NUESTROS ARTÍCULOS EN QUE TRATAMOS DE ESTAS CEREMONIAS
EN ENTRADAS A LAS QUE SE ACCEDE CON LOS ENLACES CORRESPONDIENES.
94ª DEL FARMACÓS Y DEL FÁRMACON -parte primera-: Sobre los fármacos "sagrados" (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LXIV). DONDE TRATAMOS SOBRE LOS FÁRMACOS USADOS EN CEREMONIAS RELIGIOSAS EN LA ANTIGÜEDAD Y SUS POSIBLES UTILIZACIONES EN TARTESSOS:
95ª DEL FARMACÓS Y DEL FÁRMACON -parte segunda-: Sobre el "farmacós" o la inmolación humana (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LXVI). ANALIZA LOS SACRIFICIOS HUMANOS EN LAS CEREMONIAS RELIGIOSAS, Y SUS SUSTITUCIÓN POR LA DE ANIMALES ENTRE PUEBLOS ABRAHÁMICOS. http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/10/del-farmacos-y-del-farmacon-parte.html
(5): Narrada en el Antiguo Testamento; Jonás 1-21.
(6): Procedente del libro publicado en 1621 “Novi Orbis Indiae Occidentalis; Nova Typis Transacta Navigatio” de Honorius Philoponus. Grabado de Kaspar Plautius (San Brandán).
(7): LA MÁS ANTIGUA DESCRIPCIÓN DE LOS YAMANA, Geen Huygen Schapenham 1642 ; Por Pablo J. Gallez // LIBERADA EN LA RED por el Museo del Fin del Mundo.
Este estudio se publicó originalmente en francés en el Journal de la Société des Américanistes.
(8): Narra Jaime Arvar, recogiendo la cita de Heródoto: “Con frecuencia se ha postulado que el mecanismo más paradigmático del contacto precolonial, es el llamado «comercio silencioso». Está descrito por Heródoto (IV, 196, 1-3) -cuando dice-:«Los cartagineses cuentan también la siguiente historia: en Libia, allende las Columnas de Heracles, hay cierto lugar que se encuentra habitado; cuando arriban a ese paraje, descargan sus mercancías, las dejan alineadas a lo largo de la playa y acto seguido se embarcan en sus naves y hacen señales de humo. Entonces los indígenas, al ver el humo, acuden a la orilla del mar y, sin pérdida de tiempo, dejan oro como pago de las mercancías y se alejan bastante de las mismas. Por su parte, los cartagineses desembarcan y examinan el oro; y si les parece un justo precio por las mercancías, lo cogen y se van; en cambio, si no lo estiman justo, vuelven a embarcarse en las naves y permanecen a la expectativa. Entonces los nativos, por lo general, se acercan y siguen añadiendo más oro, hasta que los dejan satisfechos. Y ni los unos ni los otros faltan a la justicia; pues ni los cartagineses tocan el oro hasta que, a su juicio, haya igualado el valor de las mercancías, ni los indígenas tocan las mercancías antes de que los mercaderes hayan cogido el oro».”
MODOS DE CONTACTO Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN: LOS ORÍGENES DE LA EXPANSIÓN FENICIAJaime Alvar Ezquerra -pags 19 y ss- de Contacto cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico (siglos XII-VIII ane) La precolonización a debate V.V. A.A. // coordinada por S. Celestino, N. Rafel y X.-L. Armada
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS // Madrid 2008
(9): Publicado en mayo de 1838, como "Crónica de los viajes de inspección de los barcos de su majestad. Contenido en dos tomos: Aventura y Beagle
(10): Hasta aquí lo que narra el comandante Fitz-Roy en su "Narración de los viajes de levantamiento de los buques de S. M. Adventure y Beagle en los años 1826 a 1836". Editado en Buenos Aires, Centro Naval; 1933. Tomo II y III (traducción de Teodoro Caillet-Bois) Título original "Narrative of the surveying voyages of His Majesty's ships Adventure and Beagle between the years 1826 and 1836. London, H. Colburn 1839". Robert Fitz-Roy
(11): Diccionario Rapanui-Español (1938) Tradiciones de la Isla de Pascua (1939) La Tierra de Hotu Matu'a, su obra principal (1948). Leyendas de Isla de Pascua: textos bilingües. Santiago de Chile: Ediciones de la Universidad de Chile,1980.
(12): Expedición de La Perouse a Pascua 1775-1788 recogida por Jaques Houtton: Relation du Voyage à la Recherche de la Pérouse / Jacques Julien Houtton de La Billardière (Paris 1800) dos tomos. Ver:
(13): Para los interesados en el tema, recomendamos ver el siguente video en YOUTUBE
(14): Así podemos verlo en las leyendas de Cromm Cruach, que se recoge en la Vida de San Patricio; donde se narra como el santo cristianizó o abolió los cultos a esa cabeza cortada a la que ofrecían seres humanos. Una enorme piedra en forma de cráneo, que se tenía por la testa de Cromm Cruach y de las que al menos existían doce en toda Irlanda. Otros mitos como el del rey Balaar o el de Tigernmas, recogen leyendas similares. Consultar: EL CICLO MITOLÓGICO IRLANDÉS Y LA MITOLOGÍA CÉLTICA, de H. D´Arbois de Juvainville, en edición del año 1981 (Barcelona, Visión Lib) pags 74 y ss.
(15): El juego de la Oca y su totem Ánade // Angel Gómez-Morán Santafé // en JUEGO DE OCA, editado por la Fundación Joaquín Díaz, Valladolid 2005.
(16): EL JUEGO DE LA OCA Y SU TOTEM ÁNADE (Continuación) // en REVISTA FOLKLORE 313, Valladolid 2007.
(17): Recordemos que el Disco de Festos se fecha entre el 1600 y el 1400 a.C. (según los diferentes autores).
(18): Se conoce por Triadas Galesas un grupo de textos atribuidos al siglo VIII-X d.C. Donde se recogen las leyendas, mitos y folklores de esa época y zona. En la que se habla de Brân es principalmente la denominada "Segunda Parte del Mabinogi , Branwen Ferch Llyr" (Llyr era el padre de Brân y también rey de Gran Bretaña).
(19): Sobre Brân y su significado reacionado con Artús, recomendamos consultar:
Dictionary of Celtic Mythology; de James MacKillop. Primera Edición en OXFORD 1998. -Pub. OUP. 98-
(20): Para consultar sobre el menhir de Rialobran pueden ver:
(21): PINNÍPEDOS: Mamíferos del mar, entre los que destacan las focas, morsas, leones y osos marínos.
(22): El "Hieron Akroterion" y la geografía religiosa del extremo occidente según Estrabón Manuel Salinas de Frías Actas 1er. Congreso Peninsular de Historia Antigua : Santiago de Compostela, 1-5 julio 1986 Vol. 2, 1988, ISBN 84-7191-446-8, págs. 135-147
(23): Hablabamos extensamente acerca de la pesca de Ballenas en el Atlántico en nuestro anterior artículo:TESORO BALLENERO Y RUTAS DEL ÁMBAR: HIPÓTESIS SOBRE LOS ORÍGENES DEL MEGALITISMO Y SU SECUENCIA EN TARTESSOS (una interpretación de Jonás). PARA LLEGAR A ÉL PULSAR;
A los iteresados en el tema recomendamos consultar algunos artículos en la red, como el de César Ma. Aguilar, que comienza diciendo:
“Fuera del País Vasco es poco conocida la tradición de la caza de ballenas que se practicó en el litoral vasco y cántabro durante siglos. Fácilmente asociamos esa actividad a los pueblos escandinavos o del ártico, pero olvidamos que los vascos mantuvieron una intensa y larga actividad ballenera. Esta relación es la que explora una interesante exposición que pude ver en museo naval del San Sebastián hace algunas semanas llamada “Cazadores de Ballenas”. Los vascos comenzaron la caza del ballena en el cantábrico pero más tarde la llevaron a las costas de Canadá. La actividad fue de tal importancia que el nombre común de la ballena que más cazaban lleva su nombre, la ballena franca septentrional (Eubalaena glacialis) o ballena de los vascos. Fue una especie común en las aguas cantábricas y la más perseguida por su carácter tranquilo y su querencia por las aguas costeras. Su intensa persecución la llevó a la extinción en esta parte del océano Atlántico”. PARA LLEGAR A ESTE ARTÍCULO:
Muy imprtante fue la exposición del Museo de San Sebastían “Cazadores de Ballenas: BALEAZALEAK”. Donde explican que: En la Edad Media desde las atalayas de los pueblos de la costa del mar Cantábrico, los vigías daban la alarma cuando las ballenas, escapando de las aguas frías del mar del Norte se acercaban a estas costas. Entonces se preparaban pinazas con 10 o 15 remeros y un arponero que clavaba el arpón en la cabeza del animal, comenzando una dura lucha hasta que el animal era vencido y se remolcaba hasta la costa. Se piensa que estas formas de caza no tuvieron un impacto ecológico real hasta el siglo XIX, por el aumento en la demanda de aceites y grasas”.
Para ver a página de esta exposición:
BALEAZALEAK. CAZADORES DE BALLENAS (Museo Naval de San Sebastián)
http://untzimuseoa.eus/es/exposiciones/actuales/40-baleazaleak-cazadores-de-ballenas
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TAL COMO VENIMOS HACIENDO, INCLUYO MI MÚSICA
PARA LOS SEGUIDORES QUE QUIERAN ESCUCHARLA,
con motivo de celebrar que hemos superado
los cuatrocientos mil lectores:
-TARTESSOS Y LO INVISIBLE EN EL ARTE más de 255.000 lecturas
-AÑORANZAS, RECUERDOS Y SEMBLANZAS más de 72.000 lecturas
-LEYENDAS DE LA MOTA DEL MARQUÉS más de 25.000 lecturas
-SOBRE LOS TEXTOS IBÉRICOS (dos blogs) más de 46.000 lecturas
-DE CNOSSOS A TARTESSOS más de 7000 lecturas.
NUEVOS BLOGS:
-FLAMENCO, ARQUEOLOGÍA Y PRE-FLAMENCO
(antes que el pueblo gitano desarrollase este folklore)
- Arte, simbología y humanismo
De tal manera, incluimos mi música para todos los interesados.
En primer lugar podremos oir PLÉYADES, sexto movimiento de los doce que tiene mi ballet TARTESSOS, compuesto y terminado cuanto estaba en La Mili en Sevilla, en 1982 (grabación en semidirecto en Japón 1991). PULSAR SOBRE:
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IGUALMENTE PODEMOS OIR HESPERIS I, II Y III, BASADA E INSPIRADA EN TARTESSOS:
Tras lo que invito a mis lectores a oir, la primera parte de MAEBASHI (LUZ); una de mis últimas obras. Suite de guitarra que también consta de doce movimientos, compuesta entre 2010 y 2011, dedicada a la ciudad en la que vivo (en Japón). En grabación semidirecta en Japón, pueden escuchar las tres piezas de la primera parte: LUZ (Atardecer, Amanecer y Luz de Maebashi).
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