ÍNDICE GENERAL: .Pulsando la siguiente linea azul se llega a un índice general del blog. En el que se contiene las más de cien entradas que hasta ahora hemos subido. VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/03/indice-de-entradas-con-algunas.html
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES. EN LA SUPERIOR: Sello conmemorativo de la fiesta de Moros y Cristianos de Alcoy; festividad que se celebra en esta semana de San Jorge y que traemos a nuestra portada -como primera foto-, con el fin de testificar nuevamente la permanencia milenaria de las costumbres entre las gentes del pueblo (al menos en nuestras tierras). Acerca de la antigüedad en los ritos hispanos, algunos de nuestros numerosos lectores nos escriben; preguntándonos si es en verdad posible que el mundo taurino ibérico pueda ser tan antiguo como exponemos en teorías propias. Extrañándose en ocasiones por la procedencia casi neolítica que damos a las corridas de toros. De tal modo, nos plantean si sería demostrable que los festejos taurinos fueran ritos o celebraciones de la primera Edad del Hierro -o incluso del Bronce-; lo que supondría, habrían permanecido entre nosotros durante más de dos o tres mil años-.
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Sin lugar a dudas creo que es así y como muestra tenemos infinidad de leyendas, mitos, ritos, cultos, esculturas y hasta menciones en las que veremos a los iberos luchando o venerando al toro (varios siglos antes de la llegada de Roma). Algo que no sucede tan solo con el culto al astado, ya que el recuerdo de su pasado se halla manifiestamente vivo entre muchos de los pueblos peninsulares; quienes siempre guardaron sus costumbres más antiguas. Recogemos en referencia a ello, el sello en imagen de las fiestas de Alcoy de Moros y Cristianos. Algo que muestra la pervivencia de la memoria en Levante, donde la Reconquista tocó a su fin durante época del Cid (hace casi mil años). Pese a lo que el recuerdo de las luchas y victorias frente a los musulmanes, se siguió celebrando hasta hoy. Para comprender la importancia de estas fiestas y su significado, nos bastará ver los numerosos festejos como este de Alcoy, en que las "peñas" de moros y las de los cristianos son hereditarias y familiares (divirtiéndose unos y otros con el triunfo o la derrota en la lucha de representan). Expresando ello mucho acerca del origen y significado de la celebración; que es de plena cordialidad entre quienes actúan como musulmanes o como católicos; festejando juntos la guerra que terminó hace mil años. Celebraciones patronales que se siguieron llevando a cabo por todo el Levante, pese a que el rey Felipe III expulsara definitivamente del territorio a todos los moriscos a comienzos del siglo XVII (prohibiendo cualquier manifestación de su religión o cultura).
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ABAJO: No hace muchos días igualmente se ha celebrado el "toro embolao" de Vejer de la Frontera; cuyo cartel recogemos en imagen inferior. En nuestras entradas anteriores vimos varios ejemplos de toros embolados en esculturas o efigies con más de mil quinientos años de antigüedad. Figuras o pinturas de astados con fundas en los pitones datadas en El Bronce (o a comienzos del Hierro); "embolamientos" que incluso llevaban algunos guerreros de igual época, quienes decoraban también con esferas los extremos de los cuernos que adornaban sus cascos. Estos hechos fueron los que nos obligaron a considerar que ya en la más remota antigüedad se daban esas tauromaquias de entrenamiento o ejercidio, en las que el bovino llevaba cubiertos los pitones para evitar dañar a quienes luchaban contra él (corriendo el toro, o recortándole).
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Todo ello hace evidente que también los guerreros dos mil años atrás pertenecientes a la cultura "nuraga" de Cerdeña, que lucían astas emboladas en sus yelmos; estaban inmersos en una cultura semejante a la nuestra, que practicaba ese tipo de "deporte" enfrentándose al astado con los cuernos protegidos. Civilización sarda que igualmente deificaba el bóvido -al que representan en numerosísimas esculturas-; y que de seguro "jugaba" con aquellos de manera muy parecida a como hacen aún en Vejer -o en decenas de pueblos hispanos donde corren toros embolados-. Ya que tal como expresábamos el enfundar los cuernos a los bovinos, tan solo puede tener dos motivos: En primer lugar, que el becerro sea de encaste (de peligroso y embiste); y en segundo término, para jugar o luchar con el morlaco, sin sufrir grandes daños (lo que sin duda alguna se utilizaba como un medio de aprendizaje, o de ensayo; para acrecentar el valor de las gentes o para ejercitarse en la guerra).
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Por los referidos hechos afirmábamos que -a mi juicio- los festejos taurinos hispanos tendrían sus raices en el mundo ibérico, en época prerromana, y más concretamente en tiempos muy anteriores al dominio de Cartago. Algo que puede demostrarse porque cuando Amílkar Barca comienza a conquistar nuestro terrirtorio fue atacado por los jefes peninsulares, quienes se sirvieron de manadas de Bovinos. Reyezuelos iberos que se oponían al general cartaginés y que para dañarle avalanzaron contra aquel toros con fuego. Batalla en la que los de Amílkar desconocían tal argucia; tanto que al ver a sus enemigos dirigirse hacia ellos con unos toros, tan solo les producía risa (hilaridad que pronto cambió por horror, cuando la manada de astados se les vino encima, en el momento que los iberos prendieron los carros uncidos a ellos y las teas que les habían puesto). Decenas de años más tarde, la misma técnica de ataque con vacadas, fué utilizada -valiéndose de sus mercenarios iberos- por Aníbal Barca (hijo de Amilkar, que había logrado salvar la vida en la emboscada con estampida de bueyes en la que murió su padre).
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A) INTRODUCCIÓN:
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Trataremos en nuestro artículo de hoy sobre el valor del hombre-toro como símbolo de la fertilidad y del monarca. Divo o protector del rebaño que como sabemos, idealizaba al pastor o al boyero, que en la antigüedad vivía entre grandes riesgos para lograr conservar, guiar y cuidar la vacada. Ello porque las reses estaban amenazadas de continuo por depredadores y -sobre todo- por los cuatreros. Por ladrones de toros y por animales que atacaban las manadas, que en Oriente Medio -o Mesopotamia- eran tan peligrosos como los leones. Felinos a los que debían hacer frente los mencionados pastores de vacas, a quienes se idealiazaba como ángeles custodios de los astados (en la forma de divos como Enkumi o Lamasu, on esa apariencia de bovinos con alas). Una labor de protección para la que pensábamos seguramente se tuvieron que servir de reses bravas, que conviviendo con los mansos podrían defenderlos (haciendo frente los de embiste a estos depredadores en caso de atacar la manada). Igualmente, para evitar el robo de ganado en los campos, consideramos que los boyeros hubieron incluir en sus vacadas una parte de toros bravos; siendo este un procedimiento sencillo que impediría a los cuatreros llevárselas -y ni siquiera a cruzar por sus campos a los extraños-.
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Acerca de los ladrones de ganado, sabemos que en nuestras tierras proliferaban desde los tiempos más remotos. Por su parte entre la fauna capaz de dañar reses, en España destacaban el lobo y el oso. Todo lo que pudo obligar a criar vacadas que se auto-defendieran en caso de ataques. Ello pudo ser el motivo por el cual el ganado de carne que se cria en nuestros campos fuera y es en gran parte bravucón. Perteneciendo las razas llamadas ibéricas (como la morucha, avileña y etc) a bóvidos con cierto encaste, que no permiten acercarse libremente a las gentes, ni menos son fáciles para guiar o robar. Por su parte, este hecho de haber mezclado bravos y mansos (conviviendo, o bien cruzándolos para dar cierto "peligro" a las manadas), explicaría cómo y por qué los iberos desde los tiempos más remotos pudieron tener enormes latifudios con numerosos rebaños. Grandes fincas y extensiones de terrenos pertenecientes a un mismo señor, cuyo tamaño llamaba la atención a los romanos; quienes se quejaban de esta injusticia social entre los hispanos. Hablando las fuentes latinas de que los iberos vivían en una Sociedad compuesta por unos pocos propietarios y frente a aquellos, una enorme masa de población pobre. Sistema muy preocupante ya desde los tiempos más remotos de nuestro país; tanto que los historiadores latinos argumentaban que ello era el motivo de los continuos robos (de ganado), de las guerras, de la anarquía y de los conflictos entre los habitantes de nuestras tierras.
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En mi opinión, para la conservación de esos grandes latifundios existentes desde los orígenes de nuestra Historia (sobre todo en la zona meridional); tanto como para evitar intrusiones, los robos, o la aparición de extraños en las grandes fincas. El método más sencillo hubo de ser este de criar manadas con reses bravas (soltadas por aquellas enormes fincas); tanto como mezclar ganado de embiste con los mansos (evitando así que entrasen a ocupar los terrenos, o a robar los toros). Todo ello puede hacernos entender -como dijimos- por qué la razas ibéricas de ganado de carne tienen cierta bravura, un hecho que no se da en el resto del Mundo (menos en Europa). Tanto como nos lleva a poder explicar por qué se mantuvo en los montes y dehesas españolas un animal tan fiero como el toro bravo (cuya peligrosidad es tan solo equiparable a la de los leones, o a las peores bestias salvajes).
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Siendo así, aquellos hombres que cuidaban del ganado, tendrían en la antigüedad una significación y relevancia social enorme. Primeramente por constituir un pilar fundamental de la economía, al abastecer de carne y pieles al grupo (base para la alimentación, la vestimenta, la creación de herramientas -y fundamento del mercado, hasta no hace tanto-). Pero también al controlar ganado bravo, esos pastores tendrían el valor de hacer huir a enemigos, a los ladrones y a los animales depredadores; todo lo que les atribuiría un halo de protectores de la Sociedad. Es decir que pudieron ser considerados con un rango similar al de los militares o gendarmes.
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Estos hechos que apuntamos, son los que -a mi juicio- configurarían una escala de valores por la cual el pastor (boyero cuidador de las reses), pudo ser un individuo de élite. Ello porque además de un rico hombre (que abastecía de alimento y pieles a las gentes), tendría como misión la custodia de las tierras y la vigilancia de lindes para que no entrasen en ellas extraños ni enemigos. Pudiendo asimilarse en categoría a un caballero (equestre) que con su valor conseguía con las manadas de reses de embiste, hacer huir a los depredadores, a los cuatreros, al enemigo y toda gente que podía dañar las poblaciones. Por cuanto aquellos pastores de bovinos, que ya vimos se representaban como divinidades protectoras del ganado (en la forma de un "hombre-toro"); simbolizaron una deidad que constituía el dios del valor, de la guerra, de la virilidad y (por ende) el de la fertilidad. Fertilidad que se identificaba con la fecundidad, y esta con la prosperidad y las riquezas.
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES. SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos fotografías de la mascarada que se celebra el primero de año en Silió -Cantabria-. Arriba, una tomada del Diario Montañés, al que agradecemos nos permita divulgarla -al igual que damos las gracias a D. José Caviedes por haber incluido un artículo sobre nuestra labor en Japón, en referencia a esta mascarada cántabra-. para los interesados en ello VER: http://www.eldiariomontanes.es/v/20130227/region/molledo/vijanera-llega-japon-20130227.html (1) .
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Festividad denominada la Vijanera y que creemos celebra las dos caras de Jano ("Bi-January". denominando así al periodo de la unión entre dos años -el mes de unión del Jano el bifronte-). Siendo una de las mas bellos "Carnavales", de los muchos que comienzan durante las Navidades en nuetras tierras -seguramente como recuerdo de las más antiguas Saturnales-. Fiestas cuyo sentido más antiguo fue venerar la fertilidad y la luz, ya que se llevan a cabo en el periodo que va desde fines de diciembre a primeros de marzo. Días en los que el Sol vuelve a renacer y en los que los campesinos esperan que llueva, nieve y haga un invierno benéfico, para que la cosecha sea buena. De ello, se hacían las mascaradas hasta los llamados en Roma Idus de Marzo, cuando antiguamente se decidía quienes deseaban o debían quedarse a trabajar el campo y quienes iban a servir a Marte (de ello el nombre del mes marzo, en el que se preparaban las campañas militares).
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Estas festividades que mencionamos, descienden directamente de las referidas Saturnales, de los idus y de las numerosas celebraciones de la fertilidad (donde las gentes adoraban a la tierra y la naturaleza para que les prodigara bienes). Entre ellas, las más conocidas hoy en día son los Carnavales, como ritos de la carne y de la fertilidad; pese a que en nuestras tierras hay múltiples celebraciones, que de Norte a Sur recuerdan este periodo en el que antiguamente se adoraba al dios de la luz y la fecundidad.
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Por lo demás, el totem de aquel demonio al que se pedía la fuerza y al que se deseaba vencer, solía simbolizarse en las fieras más terribles (o temidas). Un "daimon" que en la mayor parte del territorio español era sublimado en los toros; pese a que en las montañas del Norte se representaba con osos. Pues aquellas gentes cazaban al plantígrado de una manera similar a los hombres que se enfrentaban en la tauromaquia al astado -apenas armados y venciendo al morlaco simplemente valiéndose de sus artes, o con un estoque-. Así, en la cornisa cantábrica realizaban un rito semejante al del toreo llamado el "abrazo del oso"; consistente en acercarse hasta la fiera con un cuchillo. Animal que pretendiendo acabar con el hombre lo apretaba contra su pecho para matarlo; momento en que este mismo se clavaba ese filo que el cazador aguantaba fuertemente sobre su sí (apuntando hacia el de la bestia).
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Estos y otros motivos debieron identificar al oso con el totem de la guerra; de la valentía, la virilidad y con el valor; todo lo que le concedería el rango de "daimón" de la fertilidad. De un igual modo, los toros y sus toreros hubieron de ser el ejemplo del valor y de la hombría, algo que se unía al sentido de lo fecundo y lo masculino. Tanto, que en nuestras tierras al individuo con coraje se le define con una frase que indica que es prolífico en "testosterona" ("tener muchos co..."); de lo que explícitamente se entiende que valor y fecundidad son palabras y conceptos casi unidos. Abajo, fotografía de la Asociación de Amigos de la Vijanera, en su concurso fotográfico del presente año (agradeciendo nos permitan divulgarla) (2) .
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En mi opinión, el investigador de lengua hispana que mejor ha estudiado el significado de la fertilidad unido al toro en la Antigüedad, seguramente es Cristina Delgado Linacero. Autora que venimos citando en la mayoría de las entradas en que tratamos sobre tauromaquia, habida cuenta que sus trabajos acerca de este tema son inigualables. En referencia a ello, nos explica esta experta que hace miles de años, la característica que identificaba y simbolizaba el poder, la fertilidad y el valor (en el hombre y entre los bovinos) era la capacidad de procrear. Tanto que la castración significaba la pérdida absoluta de libertad; lo que para el astado suponía convertirse en ganado de carne -o de carga- y entre los humanos, ser esclavizado en la más baja categoría. Expresando esta idea la referida investigadora, en un epígrafe que intitula LA CASTRACIÓN COMO PÉRDIDA DEL PODER; donde escribe: "La sacralidad del toro como fuente de fertilidad se convirtió en la encarnación de la virilidad deseada por hombres y dioses". Tras ello, narra en esta parte de su estudio los diferentes mitos que hablan de la eviración y derrocamiento de un dios (en las religiones antiguas). Destacando la historia de Cronos, deidad que tras haber sido castrado, era identificado con el grueso y pesado buey, manso y estéril (como símbolo del esclavo). Animal que en nada podia compararse con el esbelto y fuerte toro en que se figuraba al guerrero o al noble -por cuanto la pérdida de los testículos se asimilaba con el derrocamiento o la esclavitud de los pueblos y las gentes- (3) .
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Una visión muy semejante a la anterior expresa Fernández Truhán, que escribe cómo desde los primeros tiempos el astado fue unido a la fecundidad; por su bravura, fuerza, y por su abundancia y su riqueza en carnes (4) . Siendo así como afirma E. Casas Gaspar que "la lucha con el toro fue en sus orígenes un rito agreste", basado en la fertilidad de las reses y de los campos (5) . Sobre este significado recogíamos ya cuando hablamos de Mitra el sentido de la res que este dios sacrificaba; un simbolismo que magníficamente expresaba Cossio en su obra "Los Toros", escribiendo: - "...cuando Mithras ha que capturar al toro escapado, del que tienen que surgir los torentes de fecundidad y energía (... ) Entonces sucede el milagro y de la sangre y cuerpo de la res sacrificada nacen todas las plantas y vegetales saludables que cubren la tierra, de su carne nace el cereal y de su sangre la vid; aunque el mal envía a sus inmundas especies a picar y emponzoñar su carne y su sangre: Picando el escorpión, la hormiga y la sierpe su cuerpo (los genitales) como símbolo del emponzoñamiento del animal sacrificado. Pese a ello, de su cuerpo nacerán todas las especies animales, gracias a la protección de la luna y el alma con la ayuda del perro asciende a los cielos; allí bajo vive con el nombre de Silvano, el guardián de los rebaños" (6) .
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La última cita identifica al perro de Mitra con el guardián de los rebaños, lo cual ya nos centra en el entendimiento de aquel dios italo-romano denominado Silvano que se tenia por el protector de las cosechas y de los campos (tanto como de los animales). No hace mucho recogíamos algunas citas de autores latinos que explicaban cómo para el bien los rebaños había que invocarse a este Marte Silvano, un dios que Cristina Delgado Linacero identificaba con el de los bosques y de las reses (en especial del toro). Deidad que por otra parte era homenajeada en los meses de Marte (marzo); días en los que diversas celebraciones y fiestas cantaban al campo, a los cultivos y sobre todo a la fertilidad y a la fuerza de Silvano. De ello la identificación de aquel Marte "silvestre", con el cuidador de los rebaños o con el boyero, tanto como la de todos ellos con el perro de Mitra (al que dijimos, el mito denomina Silvano).
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De cuanto hemos expresado y como considero a Mitra una versión anatólica ("moderna") del antiquísimo mito sumerio de Gilgamesh (el dios-rey que igualmente mataba al toro del cielo, liberando de ese modo a su pueblo de los horrores que aquel monstruo cornúpeta provocaba). Ello nos lleva a concluir personalmente -y en teoría propia- que el perro de Mitra pueda ser el mismo personaje (idealizado) que el hombre-toro Enkidu. Divo mitad humano y medio astado, que ayudaba a su rey a liberar a la Sociedad del monstruoso animal en forma de uro (del daimón). Considerando la leyenda que este inseparable amigo de Gilgalmesh era en sus orígenes un pastor salvaje que habitaba en los montes y que vivió cazando en su juventud, hasta que fue llevado a la corte. Lugar donde tras ser civilizado y gracias a su fortaleza, se convierte en el gran colaborador o ayudante del monarca Gilgamesh. Marchando los dos juntos a una expedición cuyo fin era lograr matar al toro del cielo. Un uro gigante con el que finalmente acabarán, liberando así a su pueblo de este horrible ser; pese a lo que tras ello Enkidu habrá de morir como castigo.
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Mito descrito que personalmente creo es el antecesor directo del de Mitra, tanto que ambos en mi opinión narran una cosmogonía de cambio del calendario lunar al lunisolar (simbolizádose en el de Gilgamesh el toro del cielo al igual que en el Mitra como la muerte de la noche, tiniebla que acaba el día con menos luz del año). De tal manera, los cuernos del buey mitraico y los del terrible astado que asolaba al pueblo de Gilgamesh, serían las fases de la luna; cuartos con los que no se podía calcular correctamente el año sideral (todo lo que incapacitaba para la agricultura, sin tener la información necesaria para preparar las labores agrarias). Significando la muerte de aquel buey celeste -a mi juicio-, la creación del calendario babilónico lunisolar, que regulaba perfectamente los ciclos, basándose en ambos astros. De ello que -como hemos dicho-, Mitra sacrificase al bovino el 25 de diciembre (la noche más larga del año); que como el toro del cielo que matan Gilgamesh y Enkidu, significaría el dominio de los periodos y sínodos astrales -gracias a los que se puede organizar una sociedad basada en la agricultura-. Aunque también tendría un sentido unido al mundo ganadero y nos hablaría de los pastores boyeros; aquellos "hombres-toro" capaces de dominar a los astados, de enfrentarse a los toros y de acabar con las fieras salvajes (labores que se unen en Enkidu o en el perro de Mitra).
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: ARRIBA, diseño del III milenio, procedente de Ur, que representa a Gilgamesh entre dos toros (parte de un arpa, perteneciente al Museo de Filadelfia -al que agradecemos nos permita divulgar la foto-). En Mesopotamia, desde los tiempos más remotos el rey era concebido como un bos; iconografía que se extendió por las áreas de influencia de esta civilización -desde el IV al I milenio a.C.-. Posteriormente a esos primitivos monarcas-buey serían divos como Gilgamesh (y más tarde Mitra) quienes sustituyen la figura de un gobernante encarnado en un bóvido, por la de un monarca que domina o acaba con el uro salvaje. Seres en los que se representa indistintamente a Enkidu o al "señor de los animales", que como dijimos se trataban del "divino custodio" del rebaño -quien guardaba los bienes del grupo-. En la taracea en piedra que vemos en imagen, el dios central se corresponde con ese custodio llamado comunmente Tammud (encarnado igualmente en Enkidu y en Gilgamesh) caracterizado con su cinturón, su peinado y su desnudez.
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Es esta figura mítica -sin duda alguna- el antecedente más antiguo de Heracles, de Hermes (y hasta de Jasón), dioses de la prosperidad y del ganado que curiosamente entre los griegos eran cuatreros. Mientras en Mesopotamia, los divos como Tammud fueron cuidadores de reses y arriesgados boyeros (jamás ladrones). La identificación en Grecia del héroe de la prosperidad y de rebaño con quienes robaban toros, creemos que procede -tal como hemos explicado- de leyendas como la de Hércules, que describían de forma sublimada a los ciudadanos griegos que lograban comerciar e importar los metales, origen de la riqueza y por ello simbolizados con los bueyes. Navegantes y mercaderes que conseguían para la Hélade oro, plata y cobre, de forma baratísima, taido desde las zonas más remotas (como nuestras tierras). Unos "hercúleos mercaderes" que importaban para los griegos los preciadísimos metales a un precio muy bajo. Todo lo que se simbolizaba en el hurto de los rebaños; ya que que como hemos repetido en nuestra interpretación de la leyenda, el buey era la medida pecuniaria del cobre o el bronce (el talento). Ponderales y valores monetales que se estimaban y acuñaban con la efigie y formas del toro -en lingotes pellejo de bos, en talentos o ases en que figuraba el animal y cuyo precio se tasaba con este "patrón bueyes"-.
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En lo que se refiere a la imagen sobre estas lineas, la actitud que en ella tiene Gilgamesh no es tanto la del cuidador de ganado y se relacionaría más bien con la del domador o domesticador, a quien las bestias adoran (tal como realizan los perros con el amo). Ello explicitamente indica que se trata de un "señor de los animales", figura que hemos estudiado repetidamente y que se relaciona con las "Potnias Theron" griegas. "Señoras de las bestias" que como vimos se trata de un culto de origen neolítico y nacido desde aquellas mujeres que consiguieron domesticar los animales miles de años atrás. Amas que se representan como madres dominando fieras, como diosas sujetando sierpes, en forma de damas, entre dos pájaros o en medio de peligrosos mamíferos. Divas que simbolizaban ese poder de la mujer para domar o hacerse con la voluntad del animal al tomarlo desde su nacimiento y convertirse en su segunda madre (su ama). Siendo la de una Potnia Theron la postura que guarda el Gilgamesh que observamos entre dos toros androcéfalos en la foto superior. Por lo demás, la desnudez que presenta el genio central y la iconografía de los bóvidos a su lado -que tienen cabeza humana-; nos habla del sentido sexual de la escena y del dios. Rito o culto de fertilidad que en mi opinión se basaba en que la fecundación de los toros y de las vacas se realizaba a través de la intervención del ganadero. Unos pastores de reses que cuidarían para que tan solo los sementales elegidos pudieran cubrir la vacada, escogiendo los mejores o más capaces, separando las reses en épocas de celo y procurando siempre una buena concepción y el buen parto.
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Esta necesidad de elegir entre los bóvidos más fecundos y mejor dotados, es una circunstancia que marca todas las sociedades basadas en el ganado; ya que sus pastores han de ir separando entre ellos los mejores padres y, de manera muy especial, al macho semental (que cubrirá a las hembras). Vacas que a su vez son cuidadas e igualmente seleccionadas, para ser fecundadas normalmente con la ayuda del hombre; quien interviene en la concepción de los chotos, con el fin de que aquellos nuevos becerros que nacen vengan en las mejores condiciones. Estas técnicas de reproducción "ayudada" (o controlada), tanto como la elección del macho y de la hembra -para ir mejorando la especie en cada generación- es el motivo por el que creemos se une la figura del domador y cuidador del ganado, con el del dios de la fertilidad. Por su parte, la buena selección y reproducción de la especie, fueron trabajos depurados en el Neolítico, etapa en que las gentes a través de la intervención en la fecundación de los animales consiguió crear las nuevas especies domésticas. Unas razas "artificialmente logradas" de toros, cabras, ovejas, perros y etc.; que se perfeccionaron durante miles de años y en sucesivas generaciones controladas por el hombre, llegando a generar los distintos tipos de animales de granja -que en el caso de los bovinos hizo nacer desde esos bos primigenium salvajes, las vacadas actualmente existentes (de carne, de leche, de tiro y hasta de embiste)-.
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Las Sociedades basadas en esta economía de rebaños tuvieron como característica seguir un método de selección parecido entre los hombres; considerando que las condiciones humanas también eran puramente genéticas, por lo que "la mejora de la especie" igualmente se había de conseguir de manera hereditaria (no educacional). Lo que suponía que el más perfecto -duro o resistente- tenía derecho a fecundar varias mujeres; de tal modo y valorando que los mejores eran los más fuertes y valientes, concedían ese privilegio a quienes tras ir a las guerras lograban retornar victoriosos. Con ese sistema de "mejora de la especie" fueron teoricamente "superando genéticamente" a las generaciones anteriores; formándose así las familias importantes encabezadas por los hombres que volvían tras el triunfo en la batalla (quienes normalmente tenían derecho a varias mujeres). Lo que relatamos es -a mi juicio- el principio del concepto de nobleza como sentido primigenio. Idea que concibe el derecho a gobernar una Sociedad porque la fiereza, el valor y la fortaleza son hereditarias; de lo que el descendiente de grandes guerreros ha de ser un magnífico soldado (tal como el hijo de veloces caballos debe ser campeón en las carreras o el toro de embiste saldrá muy bravo si procede de fieros padres).
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Los hechos que explicamos en el mundo de las reses bravas se conocen perfectamente y se denominan "tener casta", y ello debió ser el principio de la creación de un estamento militar hereditario. Una clase social guerrera transmitida de padres a hijos, que al organizarse de manera endogámica y al unificarse bajo un mismo mando, generaría las primeras monarquías. Desde este sentido se comprende que el origen de la realeza se identificase con el mundo de la ganadería y más concretamente con el del toro el los tiempos más antiguos (principalmente en Mesopotamia). Hecho que en mi opinión procedería de que la bravura de los bóvidos es indiscutiblemente hereditaria; tanto que de mezclar una hembra completamente mansa con un toro de encaste, el hijo embiste (siempre). Todo lo cual también explica el sentido sexual de estas figuras relacionadas con los pastores o custodios del ganado, que siempre aparecen desnudos y tan solo ataviados con el cinturón.
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Muy importante es la aparición de esta deidad del ganado -"señor de las bestias"- luchado contra el león, en tierras ibéricas y en Periodo Orientalizante (circ. siglo VII a.C.). Lo que deja de manifiesto la plena conexión entre nuestra Península y las de Anatolia y Oriente Medio, desde donde llegaría la imagen del héroe que se enfrenta al felino. Un victorioso dominador de las fieras, antecesor de Hércules y divo por cuanto representaba el hombre que acababa con el daimón totémico. Demonio representado en el león que resultaba el depredador más peligroso para el ganado (añadiremos que los felinos eran inexistentes en tierras de Iberia en épocas prerromanas, pese a que se representaron continuadamente, como un dios funerario o daimón de la fuerza y seguramente debido a la influencia anatólica -a mi juicio neohitita-)
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B) EL CONCEPTO DE NOBLEZA Y DE MONARCA PROCEDENTE DEL TORO:
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Al iniciar este epígrafe, de nuevo hemos de hablar de Cristina Delgado Linacero, quien en uno de sus magníficos libros dedica un capítulo enteramente al tema que tratamos, al que intitula "La Sociedad de las vacadas" (7) . Donde comienza describiendo como en la antigüedad no se concebía un orden sin un rey establecido; monarca que estaba ligado a la riqueza y esta a su vez a la importancia del ganado vacuno. De ello, en esos tiempos primigenios se representaban los gobernantes con los atributos del toro y de la vaca (en sus coronas, e incluso en sus cuerpos). Por lo que consecuentemente escribe que: "el toro salvaje convirtió a esa especie en la que más adecuada para sus comparaciones. Las tiaras reales empleadas en Anatolia, Levante y Mesopotamia, se adornaban simbólicamente con astas de bovino" (8) .
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Unos tocados que permanecen con este diseño durante milenios y que en Asia Menor podemos observar desde Ur hasta en el periodo aquemenide (tanto como en Mitani y entre los neohititas). Siendo muy detacable que aún en el recinto amurallado de Persépolis los guardianes de las entradas se representen como toros alados, luciendo en sus cabezas esas "gorras" con forma de pitones. Por lo demás y a título personal diremos que en mi opinión los famosos eslabones de corona del tesoro de El Carambolo, probablemente pertenecían a este tipo de tocado oriental (cubriendo la cabeza con un "sombrero" -o turbante- que recogería el pelo; gorro que sería rematado con las piezas de oro de El Carambolo que posiblemente se adornase también con cuernos -de una forma similar a las tiaras persas de igual época-).
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Consecuentemente con lo referido anteriormente, monarcas como Hammurabi se autodenominaban como "el pastor del pueblo", un apelativo que también se daba al faraón. Apuntando Delgado Linacero que: "También en la Grecia micénica los reyes fueron conocidos como `pastores de hombres´" y en la península Ibérica existió tanto el mito de Gerión de Tartessos, como la "leyenda" del lusitano Viriato; reyes o caudillos "que trabajaron en el oficio de pastor" (quizás en preludio o signo a su posterior misión de jefatura) (9) . Añadiendo la experta en temas taurinos que fue tal la identificación del boyero y de las reses, con el monarca -o con el sacerdote supremo-, que los cayados y los báculos pastoriles se hicieron pronto símbolos de la soberanía heredada por los dioses. Comentando también que curiosamente los "reyes hititas utilizaron el cayado de forma invertida" ; quienes incluso empleaban el apelativo de pastor para el Sol como guia de los humanos (10) .
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ARRIBA: Dibujo repasado y reforzado sobre una lámina con un sello cilíndrico donde vemos el dios del ganado, según un modelo existente en el Museo Nacional de Irak -en Bagdad- y del III milenio a.C.. Como podemos observar, este guardián de los toros que defiende con su daga las reses es casi igual al de Gilgamesh que aparece en el cinturón de La Aliseda (ver imagen superior a esta). Todo lo que indica un culto muy semejante a un divo protector del ganado entre los tartessios y los mesopotamios o los anatolios; gentes para los que la vacada era tan importante como su propia Sociedad. De ello se comprende que uno de sus más benéficos divos fuera este que procuraba el bien a los toros. Una figura que hemos asimilado con los boyeros o mayorales; pero también con los toreros, por cuanto aquellos que consiguieran dominar las reses bravas para introducirlas y mezclarlas entre el ganado manso, podrían proteger los rebaños de depredadores y ladrones (y a sus tierras de los enemigos).
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..ABAJO: Bocado de caballo tartessio procedente de Cancho Roaño (Zalamea de la Serena), fechado en Periodo Orientalizante y expuesto en el Museo Arqueológico de Badajoz -al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. Como podemos ver, su diseño es muy similar al de la "diosa de los ánades" del bronce llamado Carriazo; una diva que aparece sujetando dos patos con sus manos. En este caso son caballos lo que porta este "domador de equinos" entre sus brazos, figurando claramente como un "señor de los animales". Divo de las bestias perfectamente identificado con los dioses de este tipo existentes por todo el Egeo o en Asia Menor durante la Edad del Bronce (y la primera del Hierro). Un "señor de las bestias" que claramente se parece a los guardianes del rebaño, pero en un culto que esta vez y en Cancho Roaño (yacimiento sito en Zalamea de la Serena), se dedicaba al caballo. Animal imprescindible para el cuidado y manejo de los toros (fundamentalmente en el de los bravos), cuyo custodio entre los tartessios debió ser este domador que figura tomando dos de ellos por sus riendas.
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El Diseño de este precioso bocado es totalmente orientalizante y nos recuerda a múltiples figuras de Asia Menor en los mismos siglos VIII y VII a. C. (sobre todo de Creta y Chipre), indicando una vez más la unión entre las costumbres y religión tartessias con las de Oriente Próximo. Creencias que veneraban al "señor" o a la "dama de las bestias"; una Potnia Theron (en el caso de diosas) que eran las divinidades fundamentales del Egeo y que se representaban sosteniendo serpientes, ánades o todo tipo de animales -principalmente peligrosos-. Unos cultos que veneraban a las gentes y a las épocas en las que el toro o el caballo fueron domados y domesticados. Años del neolítico o de la Edad del Bronce, en que los pueblos que comenzaron las civilizaciones educaron o amansaron los animales y los convirtieron de ese modo en bienes preciadísimos -cambiando así por completo el curso de la Historia y adorando entre ellos a las especies más útiles o temidas, tanto como a sus domadores-.
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Acerca de esta sacralización del buey y de su simbología como monarca -o como noble- creemos en teoría propia que se debe no solo al valor de las reses como una propiedad (bienes en los que se basaba la economía y el progreso social por entonces). Sino más ciertamente al carácter hereditario transmitido en los genes de aquellas reses, animales que se cuidaron en sus cruces durante milenios, logrando así obtener los mejores especímenes por su calidad de carnes, su mansedumbre y fuerza para el tiro -o bien para el embiste (en caso del "ganado de guarda")-. Características genéticas que en el toro se ven y mantienen de manera indiscultible, tanto que el hijo de bravo será siempre fiero, del mismo modo que el vástago de aquellos otros de gran mansedumbre, heredan la cobardía del progenitor. En otros muchos animales domésticos, estas cualidades también se transmiten de padres a hijos, pero no se observan de una manera tan destacada y evidente como sucede entre los bovinos. Astados que bastará cruzar uno de leche con uno bravo, para obtener descendientes que embistan y que den buena leche; todo lo cual haría deducir rápidamente al ganadero que la genética es la mejor manera de mejorar las especies.
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Esta idea que parece insignificante, ha marcado los rasgos culturales de las civilizaciones de criadores de bovinos; quienes han creido firmemente que el perfeccionamiento y el avance del hombre se puede lograr también por procedimientos genéticos (como sucede entre los toros). Tal ha sido su predicamento que sin lugar a dudas fue el motivo que generó diversas teorías de superioridad racial; algunas de las que surgieron en periodos tan tardíos como el siglo XIX. Ideas de la "pureza de sangre" en el hombre, que expandieron tristes ideologías y que llegaron a alimentar las peores prácticas políticas del siglo XX (culminando en devastadoras guerras). Teorías que nacen hace miles de años entre estos pueblos cuyo origen fue precisamente de pastores y ganaderos; quienes se internan en Europa durante la Edad de Hierro. Unas gentes llamadas por la arqueología indoeuropeas (o celtas) y que se autodenominaron arios (como recuerdo de las culturas indoarianas que les antecedieron). Personas que influidos por sus orígenes ganaderos, creyeron que tenían base científica sustentable para creer en esa superioridad de aquellos que habían sido seleccionados en su reproducción y perfeccionados durante generaciones -como las reses-. Logrando con ello nacer más perfectos y mejores (rubios, altos y fuertes).
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Tal como expresamos, esta es una idea antiquísima que de seguro se produce entre las civilizaciones dedicadas a la cría de vacuno, para quienes el semental y la selección de los ejemplares para la reproducción es importantísima. Tanto como pueda serlo para el agricultor la buena semilla, trabajar bien la tierra, la siembras, la recolección en época correcta, o el buen regadío. Todo lo que hace de las culturas basadas en la agricultura, un compendio de estudios sobre las labores del campo, de los métodos de trasiego de agua, o de conocimientos botánicos (e incluso astronómicos, para controlar las épocas de labores). Mientras aquellos pueblos dedicados a la ganadería de reses debieron cuidar la mezcla de sus ejemplares con esmero, tanto como evitar que los rebaños y sementales les fueran robados -o atacados por depredadores-. Cuanto nos hace comprender el modo de vida y la escala de valores de estos pueblos indoeuropeos, de los cuales procedemos en su mayor medida los que habitamos nuestro Continente. Una Europa que desde la expansión del hierro, fue poblándose se nuevas gentes que traían el reciente metal y que fundamentalmente procedían de Asia Menor. Indoarianos (celtas) que en su mayor medida se habían dedicado al pastoreo de bueyes y a la trashumancia; en un continuo errar y con un modo de vida, que les permitió ir poco a poco avanzando y haciéndose con todo el territorio europeo -semideshabitado por aquel entonces (entre los siglos XII al V a.C.)-.
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Para finalizar lo que comentamos acerca de los indoeuropeos, añadiremos que estos nuevos dueños de lo que se denominó Europa, importaron muy diferentes costumbres a las que hasta entonces aquí hubo -casi todas relacionadas con su oficio de ganaderos-. Adueñándose así de estas tierras que la historia legendaria narra fueron "robadas por un toro" (el rapto de Europa); probablemente indicando ese "secuestro mítico" la ocupación del Continente por gentes recién llegadas y dedicadas a la cría de bóvidos. Unos pueblos que asimismo importaron el pàtriarcado con unos nuevos dioses masculinos, en la figura de un Iu-Piter (padre de la Unión), Zeus (el dia, la luz, el deus), Teut-hates (padre de todos) o Hades (pater). Tanto como impusieron los sistemas sociales que mencionamos basados en la genética masculina y hereditaria; siendo aquel el origen de la nobleza. Una aristocracia guerrera que se establece de manera trasmitida, basándose en los mencionados motivos genéticos; por los que consideraban que el descendiente del mejor y más bravo toro, sería el más fiero y fuerte de todos. Todo lo que tal como decimos, una vez constituidas las sociedades organizadas, de tipo patriarcal -en clanes célticos-, creó las monarquías hereditarias (basadas en esta idea de perfeccionamiento del hombre a través de la endogamia entre los victoriosos en las batallas).
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ARRIBA: El "señor de los animales" también identificado como el dios "cernunos" entre los celtas, según aparece en el Caldero de Gundestrup (fechada entre los siglos II y I a.C. y propiedad del Museo Nacional de Dinamarca, al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Esta crátera de plata cimbria que repetidamente hemos estudiado, representa deidades que podemos identificar con cultos de tipo persa o anatólicos. Entre ellos se encuentra este "amo de las bestias", que sin duda sujeta animales ajenos a la fauna del Norte de Europa, pues tiene en su mano un gran ofidio que parece una boa (o serpiente tropical). Tales grandes sierpes se identicaban con un tipo de Cronos, por cuanto sus anillos y giros simbolizaban el tiempo y en el movimiento del Universo. Siendo entre los mesopotámicos el totem de la terrible Marduk que provocaba las tormentas, al igual que lo fue para los israelitas el gran ofidio que generaba la tempestad (Leviatán). Todo lo que los griegos reflejaron en aquella Pitón que mató Apolo y que este dios enterró en el templo al que dió su nombre; pese a que antes allí se rindió culto al reptil, monstruo que entre los helenos llamaron Tifón (que para los egipcios era Set en el cuerpo de Apofis, la enorme sierpe).
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Con su mano derecha este dios sujeta el torques, símbolo de la corona y solar entre los mazdeistas, todo lo que describe que claramente el Caldero de Gundestrup contiene cultos persas (costumbres que guardaban muchos pueblos celtas). Además, luce otro torques-collar igualmente en su cuello y en la cabeza, dos desmogues de ciervo. Animal que hay a su derecha, sobre el que existe un toro de enormes pitones; res que parece por sus características salvaje o brava (posiblemente un uro). A su izquierda hay un lobo (o perro) que le olisquea y sobre ese se halla un león, felino que nos obliga a pensar en la unión entre el mundo de Asia Menor y Dinamarca (en estos siglos II y I a.C.). Por lo demás, los cuatro animales que se sitúan alrededor del dios son claramente totems de la fiereza o de la libertad; estando los carnívoros a un lado y los herbívoros al opuesto.
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.ABAJO: Señor de los animales, de Karkemish (hacia el 1300 a.C.) de un modelo existente en el Museo de las Civilizaciones de Ankara. En esta representación que he recreado a ordenador podemos ver un ser casi igual al que hay en el Caldero de Gundestrup. Deidad que sujeta en este caso un felino con la mano, mientras está rodeado de diversos animales salvajes (entre los que también se halla el ciervo y el león). Todo lo que demuestra el origen anatolio de las religiones que llegaron a Dinamarca (al menos las del siglo II a.C.). Por su parte, este señor de los animales es el mismo tipo de culto que el de las Cibeles y las Artemisas (aunque masculino), divos de carácter telúrico, relacionados con el mundo de la minería yla fertilidad -ctónicos-, cuya veneración se remonta a los tiempos en que se domesticaron las bestias y se descubrieron los primeros metales.
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C) DIOS DE LA FERTILIDAD EN LA ANTIGUA MESOPOTAMIA Y ANATOLIA:
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En consecuencia, como los reyes "imitaban a los dioses" y aquellos procedían de los bóvidos, en Mesopotamia existía una diada presidida por Anu (el toro salvaje) y Enlil, el bien. Padre e hijo unidos, aunque el primero -Anu- era concebido como el dios de los desastres naturales, de la fuerza y de los cataclismos (11) . El becerro terrible que sin duda alguna hemos de equipararlo con el toro del cielo que eliminan otros dos personajes de la misma civilización -que sobradamente ya conocemos: Enkidu y Gilgamesh-. Por cuanto decimos, la gran mayoría de las deidades y monarcas de Mesopotamia comunmente tomaban nombres y figuras de toros; imitando todos a este primer creador, bos del horror y llamado "Anu"; cuyo apelativo era el de "toro fiero" y "el fecundo bóvido de raza". Un horroroso buey cuyo mugido provocaba la tormenta, aunque su semilla hacía crecer a los vegetales. Por su parte, su hijo Enlil (al que se identificaba con el bien), fue el dios más importante para las gentes del Tigris y el Eúfrates; pese a que heredó los apelativos taurinos del progenitor tanto como sus facultades de divo de la fertilidad. Teniendo por su parte otro hijo "Anu" llamado Enki, que regía el flujo de las aguas dulces, mantenía limpios los rios y las marismas, mientras enviaba las lluvias al desierto (12) .
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Todo cuanto arriba hemos ido recogiendo, expresa el valor de el bóvido entre los mesopotamios, idealizado como la fuerza del torrente y de las aguas, a la vez que simbolizaba la fertilidad. Una fecundidad por medio de la humedad que en el desierto viene en forma de lluvias torrenciales. Por ello cuando esos tifones se producían la misma riqueza llegaba junto al peligroso flujo del "bos salvaje", que en la lucha entregaba su carne y sus pieles, como el cielo del que manaban las aguas en la tormenta (siendo ello los pilares de la economía mesopotámica, basada en la agricultura y en el agua y su dominio, tanto como la cria de bóvidos). Considerando muchos autores que estos rituales proceden de épocas muy anteriores y concretamentre de la zona de Anatolia. Situándose su origen en el yacimiento neolítico de la actual Turquía, llamado Catal-Hüyük; donde repetidamente hemos dicho se adoraba a los toros como dioses de la fertilidad ya desde el VII milenio. De tal manera, las conocidas cabezas de buey con las que decoraban los templos de ese recinto se dedicaban a una diosa madre (señora de los animales), que tomaba de ellas su poder y fuerza. Ya que aquella maternidad (antecesora de Cibeles y representada sobre leones), paría un toro que simbolizaría el príncipe y que se adoraría en la forma de esas testas taurinas, que están modeladas en barro y cubiertas de yeso.
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Un mismo significado y ritos muy parecidos se hallaron en las tumbas de Alaca-Hüyük (2400 al 2200 a.C.) donde aparecieron junto a las decoraciones de bucraneos, restos óseos consumidos en banquetes rituales y esculturas de toritos sagrados (lo mismo que ocurre en el yacimiento de Tel al Hallaf) (13) . Relacionándose todos estos templos con las deidades de la fertilidad de Mesopotamia, que fueron llamados NINHURSAG y que era adorados en lugares igualmente plenos de toros y vacas (como dioses de la fecundidad). Siendo curiosamente sus santuarios granjas de vacunos, como el famoso de El Obeid, que ya en el 2500 a.C. constituye en uno de los centros más importantes de peregrinación. Templo donde se elaboraban los productos lácteos más refinados (mantequilla entre otros), para cuya fabricación a gran escala se usaban esclavos a los que tristemente estos pueblos sacaban los ojos con el fin de dedicarlos a labores como esa (batir leche por el resto de sus días). La fama de sus santuarios era tanta que entre los títulos del monarca estaba el de "alimentado por leche de Ninhursag" y aunque ello nos parezca absurdo es una seña de identidad de estos pueblos ganaderos, para los que la altura corporal y la fuerza era fundamental; fortaleza que adquirían gracias a tomar grandes cantidades de productos lácteos (14) .
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Las diosas de la fecundidad que en su mayoría se representaron durante el neolítico en la efigie de una vaca (evidentemente por la relación entre la leche y la nutrición), culminan posteriormente en una serie de deidades que durante la Edad del bronce son las que presiden el panteón de los pueblos de Asia Menor, Oriente Medio y Egipto. Destacando entre aquellas las dos grandes divinidades femeninas del Nilo, también identificadas con el bovino, debido a la unión entre maternidad y este animal -tanto como a la simbología de los cuernos con los crecientes de la Luna-. Por su parte, la unión del satélite terrestre y de sus fases con los pitones de un bóvido, generarán la figura de la Ishtar babilónica; diosa que como su nombre indica representa ya una de las formas de Venus (como la estrella -Ishtar- o luz que guia). Siendo aquella la misma que Astarte, versión canaanea de la anterior y que luce un peinado Athórida (como diosa que desciende a su vez del mundo egipcio). Pelo que sigue las formas de la vaca Athor que como sabemos fue la diva faraónica de las artes, de la danza y sobre todo de la belleza y de la sexualidad. Todo lo que ya nos deja en posición de comenzar a comprender el significado sexual de los toros, tanto como de estudiar la figura de Astarté entre los tartessios. Lo que trataremos en nuestros futuros artículos.
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ARRIBA: De nuevo las cabezas de toro de Çatal-Hüyúk, tal como las expone el museo de las civilizaciones de Ankara (al que agradecemos nos permita divulgar la imagen).
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ABAJO: Pequeña figurita con forma de Athor perteneciente un brasero o lampadario hallado en El Coronil -fechada en el siglo VII a.C. y propiedad del Museo Arqueológico de Sevilla, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. En uno de los lados de la foto hemos marcado en rojo el peinado y las características del tocado de Athor; diosa egipcia de la fertilidad que luce un cabello en forma de cuernos (o crecientes) y cuyas orejas están dispuestas como las vacunas. Siendo aquella la protectora de las parturientas y de quienes criaban hijos, tanto como la patrona de las artes y de la belleza. Diosa que se asemeja plenamente a la Ishtar de Babilonia y a la Astarté de los fenicios. Por cuanto muy dificil sería afirmar que estas estatuillas que hallaron en tierras de Andalucía se trata tan solo de divinidades canaaneas. Es más, al portar algunas de aquellas animales (como sucede en el Bronce Carriazo) podríamos concluir que más bien serían divas anatólicas o mesopotámicas y quizás mejor sería concluir que son cretochipriotas (donde de forma más tardía se producen veneraciones que muchos siglos -o miles de años- antes se habían dado en Mesopotamia y en Mitani).
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CITAS:
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(2): 59ª- DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". Continuación: Dioses de la Fertilidad; Min o Minu egipcio. -RELACIÓN DEL SEXO Y LAS ENFERMEDADES VENÉREAS CON EL MAL DE OJO, SU PLASMACIÓN EN LAS JOYAS QUE LO EVITAN- (de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXX). VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/11/1-8.html
60ª- DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". Continuación: Dioses de la Fecundidad y su posible significado calendárico -de Egipto a Japón-. -VEMOS LA RELACIÓN PLANETARIA DE LA SEXUALIDAD Y SU CONEXIÓN DIRECTA SOBRE EL OJO Y SUS MALES, PLASMADO EN LOS DIOSES DE LA LUZ-(de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXI). VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/11/1-9.html
61ª- Dioses de la fertilidad, de la luz, del Sol y del oro; diosas del agua, de la Luna y la plata. (de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXII). -MÁS SOBRE EL SIGNIFICADO DE LA SEXUALIDAD Y LA LUZ, TODO ELLO UNIDO A LOS TALISMANES Y JOYAS QUE ALEJABAN EL MAL DE LAS TINIEBLAS; EL AOJO- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/12/1-6.html
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(3): EL TORO EN EL MEDITERRÁNEO; Cristina Delgado Linacero; Madrid 1996, Univ. Autónoma pags. 284 y 285.
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(4): ORÍGENES DE LA TAUROMAQUIA; Juan Carlos Fernández Truhán / Universidad Pablo de Olavide (pag. 4).
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(5): "Ritos agrarios: Folklore campesino español" E. Casas Gaspar (Madrid, 1950, página 224)
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.(6): LOS TOROS DE COSSIO; ESPASA CALPE, Madrid 1964 (tomo I) pag. 798.
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(7): OP. Cit (3) CAPITULO VI; "La Sociedad de las vacadas" contiene el epígrafe EL DIOS-REY TORO (pag 149 y ss).
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(8): Idem (7), pag. 150.
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(9): EL TORO EN EL MEDITERRÁNEO; Cristina Delgado Linacero; Madrid 1996, Univ. Autónoma pag 166.
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(10): Idem (9) pags 167 y 169 .
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(11): Idem (7), pags 154 y 155.
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(12): JUEGOS TAURINOS en los albores de la Historia. CRISTINA DELGADO LINACERO. Madrid 2007 (página 121).
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(13): Op, cit (3) página 269.
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(14): Idem (13) pag. 327 .
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