lunes, 30 de enero de 2012

FIESTAS DE LA LUZ, LA TIERRA Y EL AGUA. (De: Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXVI).

Esta entrada es continuación de las doce anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que le preceden, para una comprensión plena de cuanto exponemos en ella.

JUNTO Y SOBRE ESTAS LINEAS: Al lado, cartel de la Vijanera, una de las primeras mascaradas del año, que se celebran en la localidad santanderina de Molledo (Silio) y que "antaño" se llevaba a cabo en todo el área de Cantabria y norpalentina -incluyendo el valle de Campoo-. Comienza cada primer domingo del año (de no coincidir con la Epifanía) y conmemoran el nacimiento de Enero -el Janeiro-, mes de Jano. Aquel díos romano que se consideraba guardián de las entradas y el símbolo de la "puerta" del domicilio, de lo iniciático y del calendario. Por lo que se le representa como una deidad en busto y con doble cara, una mirando frontalmente a cada lado. Igualmente Jano era el dios que se acuña sobre las primeras monedas romanas (ases dobles) y como tal se tuvo por un protector de las riquezas (de las del hogar, económicas y del Estado). En nuestra opinión el nombre de esta antiquisima mascarada llamada la VI-JANERA significa inicialmente "BI(fronte)Janero" o las dos caras del primer periodo del año (el pasado enfrentado al futuro, los dos eneros). A continuanción hablamos de ellas.

ABAJO: Algunas de las más antiguas celebraciones similares a las Saturnales romanas se han mantenido en Nuestra Península, llevadas incluso a cabo en las mismas fechas que lo hicieron en la Roma premitraica. Puesto que antes de la reforma en favor del Mitraismo y que trasladó las Saturnales al principio del año agrario (entre Piscis y Aries -a los Idus de Marzo-), aquellas fiestas de la fertilidad y la obscenidad, se llevaban a cabo desde mediados de diciembre hasta fines de año (concretamente hasta el día 28). Entre las conservadas con fechas verdaderas sobre nuestras tierras, llama la antención como en el área que comprende desde Zamora al Portugal de Tras-os Montes y el sur de Galicia, se siguen haciendo mascaradas ("carnales") que dan comienzo precisamente en las Navidades; lo que no deja duda de que antaño hubieron de ser Saturnales y celebraciones de fertilidad (celtas, prerromanas o romanas). Abajo recogemos una imágen del blog de Ana Pedrosa en el que narra los pormenores de las diversas mascaradas que se llevan a cabo en Tras Os Montes. Igualmente, en otras localidades como las zamoranas o gallegas, existen famosas fiestas similares y en los mismos días, entre las que destaca la del Tafarrón. (Foto del BLOG DE ANA PEDROSA:
http://lazer.publico.pt/festasefeiras/297865_ha-festa-na-aldeia-ate-ao-dia-de-reis ). (Para más información leer: "Las Mascaradas Zamoranas y su relacíon con las Portuguesas" de Bernardo Calvo)




Habíamos tratado repetidamente en anteriores entradas la relación entre las festividades llevadas a cabo para fertilizar los campos y los cambios calendáricos. Ello porque la agricultura obliga a guardar unas pautas de tiempo muy reguladas, por las que en cada ciclo -anual o estacional- han de realizarse determinadas labores. Unos trabajos que se marcaban desde los tiempos más lejanos en virtud de fiestas y que recordaban aquellas fechas en las que había de realizarse la rotulación de la tierra, la siembra, el cultivo y la siega; tanto como la posterior recolección, custodia y elaboración de los productos alimenticios. Creando todo ello una identificación plena entre los fenómenos naturales o meteorológicos (como la luz, el agua, el frio y el calor), con conceptos mistéricos y de carácer semidivino. Nos referimos al mencionar estos "enigmas sobrenaturales de la Naturaleza", a hechos como la fecundación, la fertilidad, el nacimiento o la alimentación y crecimiento de las especies; tanto como al propio origen y significado de la vida. Misterios que sin duda se plantea el agricultor en el transcurso de su labor, al sentirse "un semidiós" que con su trabajo siembra, recoge y da uso o destino a la vida vegetal.

Por cuanto expresamos, nos será fácil entender por qué las festividades agrarias más importantes se celebraron comunmente a comienzos de la Primavera -cuando se iniciaban las labores del campo- y a fines del Verano, para marcar su término. Pero ¿Qué significado pudieron tener aquellas otras que se llevaron a cabo en los Solsticios?. Una pregunta que nos hacemos al parecer extraño que tan celebrado fuera el en campo el 24 de Diciembre y el de Junio; ya que esas fechas no tienen una "utilidad ni están en meses agrarios" y tan solo marcan los días más opuestos del año (nos referimos a la duración de horas solares entre ambos). Anque fácil nos será entender que gracias a estas dos "marcas" (la noche más larga y la más corta del ciclo anual), se pudo entender el calendario con gran facilidad y de aquí su importrancia para los agricultores.

Muchos se preguntan cuando nació y con qué precisión se ajustaron los primeros calendarios de la Historia -un panteamiento sobre el pueden tejerse mil teorías-. Aunque la realidad más cierta parece decirnos que la precisión y la duración de la medida del tiempo, varió y se reguló conforme cada cultura y civilización necesitaba o deseaba. Pudiéndose llegar a entender que en verdad las fechas tuvieron más bien un sentido religioso y civilizador, que propiamente astronómico y real. Todo lo que llevó a que en cada Sociedad se marcara o se midiera el tiempo de un modo conforme sus necesidades marcaran. Siendo la Luna lo que orientaba al ganadero y el Sol lo que preocupaba al agricultor; pese a lo que se generaron cientos de maneras de medir el tiempo, siempre conforme fuera útil a los qe dirigían las Sociedades, para imponer un sistema o unas bases y estructuras de poder.

Quizás nuestra frase anterior no se haya entendido plenamente, pero creemos que muy fácil será comprender por qué hay secretos que el sacerdocio o las elítes no revelaban, con el fin de "aglutinar" a los gobernados. Secretos entre los que debió encontrarse comunemente el de la duración del ciclo anual. En base a ello, entenderemos por qué los egipcios "ignoraban" el bisiesto; llegando algunos egiptólogos a afirmar que este extraño hecho se debió a su ignorancia astronómica. Mientras, los mismos que aseveran aquello, no pueden explicar cómo tenían capacidad para orientar sus edificios a los puntos cardinales -o a los cambios calendáricos-, con una precisión de apenas unos grados (lo que obliga a tener unos conocimientos astronómicos tan específicos como profundos -solo alcanzados en la Europa del siglo XVIII-). No entraremos de nuevo en este debate, puesto que la arqueo-astronomía ya ha demostrado que en los alineamientos de piedras de la Edad del Bronce (en incluso del eneolítico y calcolítico), se llega a estudiar la posición de los astros de manera inimaginable. Ello por medio de moles de piedra de toneladas de peso (alineados a los cenits, ortos y ocasos); pudiendo fecharse gracias a aquellos observatorios perfectamente orientados, hasta las dataciónes del yacimiento. Algo que supone lo mismo que afirmar como la primera civilización que se da en Europa, y que florece desde el V al III milenio a. C. -fundamentalmente en el área atlántica-; erigió sus megalitos con tres finalidades principales: Funerarias (en los dólmenes), calendáricas (con los menhires) y sobre todo astronómicas (en los alineamientos de megalitos, también llamados "cromlechs").
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, el autor de estas lineas junto a uno de los menhires de "Almendros" del IV milenio a.C.; yacimiento situado en las cercanías de la ciudad portuguesa de Évora (donde se encuentra uno de los "parques" megalíticos más interesantes de Europa). La identificación del menhir con el pene era casi inmediata, máxime entre los hombres en la Antigüedad, cuando la luz se concebía como poder generador de vida. De tal manera, aquella erecta mole de piedra que servía para medir las sombras y la duración del día solar, era igualmente un símbolo de paternidad común y de veneración o culto, al astro rey (lo que en Egipto derivó hacia la erección del obelisco).
Como ya dijimos en otras entradas, es imposible saber cuándo se conoció con precisión plena el año de 365,2425 días. Ello porque valiéndose de un menhir y midiendo las sombras durante tres generaciones (de abuelos a padres), sin ni siquiera saber contar, puede conocerse con esa exactitud casi absoluta el ciclo anual. Bastando por comenzar desde un día en que veamos la sombra más larga, por colocar en una cazuela una piedra diariamente; así hasta que esta sombra vuelva a llegar al mismo pubnto (al más corto o alargado). Tras aquello, contaremos las piedrecitas y veremos que son 365; aunque de seguir midiendo las sombras repetidamente, al cuarto año observaríamos que el ciclo es de 366 días. Pese a lo que nuevamente, el siguiente año duraría 365 días, igual que durante cuatro anualidades más, hasta tener que poner una piedra más cada el cuarto. De esta manera tan sencilla descubrirían el bisiesto tan solo en unas décadas, y de seguirlo midiendo durante tres generaciones (por más de un siglo) comprobarían además que tiene una nueva alteración, consistente en que cada cien años hay que restar un día -puesto que la duración del año trópico es de 365,2425 (aproximadamente)-. No sabemos durante cuantos siglos midieron y estudiaron los astros en estos megalitos gentes de una igual cutura y de manera continuada; aunque en Egipto sí hay evidencias de que una misma civilzación milenaria lo estuvo haciendo a lo largo de los siglos. Ello pudo llevar a conocimientos astronómicos inimaginables, algo que evidentemente mantendrían en secreto (reservados para una élite o una casta) tal como actualmente hace La Nasa, las universidades o cualquier agencia espacial. no pudiendo afirmarse, tal como la teoría mantiene, que tan solo conocían aquello que dejaron escrito (máxime cuando en Egipto la reveación del secreto de templo se castigaba con pena capital).






ABAJO: Alineamiento (o cromlech) de los Almendros de Évora. Es este un círculo megalítico que cuenta con decenas de rocas perfectamente orientadas, donde se recoge una representación y situación de los planetas. Entre ellas se encuentran también grabadas figuras astrales y espirales que se han tallado en algunos monolitos, normalmente marcando los ciclos del astro que simbolizan. Constituyendo unas colosales "miras" o "telescopios" de la Edad de Piedra, que datan de cinco y hasta seis mil años de antigüedad y que en diversos casos han sido recontruidas o reorientadas (por cambios habidos en la cúpula celeste o debido a crisis de civilizaciónes que las abandonaron). Los alinemientos tuvieron una función calendárica específica, basada en un estudio empírico del Universo; sistema que en la actualidad no se considera del todo "ciencia", pero cuyos resultados en verdad pudieron ser muy exactos -similares a los que nuestros sabios del siglo XVIII llegaron-. Ello debido a que el estudio del Universo, llevado a cabo con una observación minuciosa durante generaciones (e incluso siglos); sobre todo si es realizada por castas como las sacerdotales o de sabios que rigurosamente guardan todos los movimientos habidos en el Cosmos. Puede llegar a determinar y entender los ciclos de los astros con una precisión asombrosa, ya que en gran parte el entendimiento de la cúpula celeste lo que verdaderamente preciosa es de una continuada observación y de una paciente anotación de sus cambios y alteraciones (durante siglos). Debido a ello, los arqueomatemáticos y a los astrofísicos que estudian este tipo de yacimientos, con miles de años de antigüedad, quedan asombrados de la información astronómica que contienen en esas moles de piedra, donde se orientan y señalan las fechas, los planetas o los cambios siderales.




El motivo de tales observatorios astronómicos pétreos fué religioso, pero su utilidad hubo de ser social y cultural. Consiguiendo con aquellos el dominio pleno de los ciclos calendáricos, que no solo servían para orientarse en los campos y en el mar -aunque hasta hace tres mil años apenas hubo navegación de altura-. Sinó que sobre todo, los megalitos hubieron de ser útiles para conocer los ciclos agrarios y dar un orden pleno a la Sociedad (regulada en fechas). De ello que las fiestas de la agricultura estén tan unidas al Sol, ya que con aquellas se podía calcular cuándo habría de volverse a arar, sembrar o cosechar. De aquí la importancia de estos festivales del Solsticio que tanto se celebran en el campo, de los que más arriba hemos recogido algunos ejemplos en la zona de Zamora-Orense y Tras os Montes; y de los que ya dijimos como sus orígenes inmediatos se hallaban entre las Saturnales, Lupercales o Calendas (romanas y prerromanas). Así, conociendo la unión entre el poder generador y regenerador del Sol, su nacimiento o renacimiento -cada 24 de diciembre y de junio-, comprendderemos bien por qué existe en la mitología antigua una unión de conceptos entre el pene y la luz, tanto como la hay con el esperma y el fuego. Siendo tanta la identificación que llegó a conformase un término relacionado con el sexo (como es la "lujuria"), cuya etimología procede de la propia "Lux".

Tanta ha sido la unión entre la vista, la imágen y el sexo, que el epíteto común al dios Príapo fué el de "Likeo". Nombre que no solo indicaba al "Liko" (lobo) cuyo nombre procedía de la luz de Luna; sinó sobre todo mencionaba al "iluminador", entendiendo que la antorcha (en la noche) o la visión de la belleza en el día, hacían nacer el deseo sexual. Por ello un común sobrenombre de esta deidad de la fecundidad era Aiterges (el que brilla, del griego: ). Entendido ello, no nos será ya extraño comprender por qué en el templo de las Vestales de Roma, donde se guardaba la hoguera sagrada que jamás debía apagarse; también se reverenciaba una estatua con la forma de un gran falo. Imágen que sin duda era un "remoto recuerdo" de los menhires y a la adoración primigenia de aquel astro que nos regala el fuego y el calor (el Sol). Debido a todo ello, las historias que nos cuentan las fundaciones de ciudades romanas, tanto como gran parte de sus mitos más antiguos (quizás de origen etrusco), siempre relacionan a sus héroes con penes de fuego. Un hecho un tanto extraño, pero que se encuentra en el mismo nacimiento de Rómulo y Remo, quienes en algunas de las versiones más antiguas fueron concebidos a través de uno de estos penes ardiendo. Narrando su historia como habiendo visto el rey Tarquecio un miembro viril en pleno campo, que emergía en llamas; recibió el oráculo de que aquella que copulase con este falo traería al Mundo a un ser sobrenatural. Encargó el rey a su hija hacerlo, y aquella lo ordenó a su sirvienta, quien concibió del falo de fuego a Rómulo y Remo, que por ser nacidos de este modo y de la criada fueron abandonados en el Tíber.

Otros muchos mitos y héroes relacionan a las vestales, pebeteros ardiendo y a los penes en llamas, con el origen de héroes y fundadores romanos. Siendo a nuestro juiios todo ello el recuerdo de la unión que hemos mencionado, entre los cultos al calor y al metal, a la vida y al nacimiento, pero sobre todo al calendario: Al ciclo solar y al año agrario. Puesto que hemos de suponer que era tan necesario la medida de la anualidad para la agricultura (saber las fechas de lluvias, estíos o frios), como la propia labranza. Debido a ello es sabido como casi todas las deidades del campo pasaron por tener una relación plena con la luz -como el dios Osiris, protector de las cosechas y los campos- tal como también como lo fue Príapo, el iluminador (Aiterges).
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, representación de unos faunos en un ánfora Atica (fechada hacia el 500 a.C). Observemos en esta curiosa escena que el pene que lucen los "diablillos" es una antorcha. Por lo demás el disfraz y escena que vemos, "en algo" se puede asemejar a las que existen en algunas mascaradas de las que hablamos; donde los "botargas", "colachos", "tafarrones", "demonios", "cipotegatos" (e infinidad de disfrazados) portan atributos que asemejan un gran falo. Pese a que en nuestros días seguramente ese "pene de fuego" se ha sustituido por rabos de toro (atados al cinturón), cencerros, colas de caballo colgantes, tiras de cuero y hasta penes de animales rellenos. Todo lo que conforma un largo etcérera de artilugios, que portan estos enmascarados en los carnavales; azotando y amedrentando comunmente con aquellos a los asistentes. Teniéndose por buen augurio y señal de fecundidad recibir el golpe, el palo o el latigazo (tal como ocurría ya hace tres mil años en Grecia).

ABAJO: Exvoto ibérico fechado entre los siglos VI al V a.C., procedente de Santa Elena (Collado de los Jardines) y propiedad del Museo Arqueológico Nacional (al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). En este vemos la pequeña estatua votiva de un guerrero, que enseña sus atributos de "fuerza": La espada (falcata), el escudo y el sexo itifálico. Presenta igualmente una forma de peinado o tonsura y ello hace ver que se trata de la figura de un guerrero, quien quizás por su valor y la ayuda de los dioses logró vencer (o murió) en batalla; de lo que dedicó el exvoto al santuario. Importante es en todo ello observar cómo el sexo se presenta con un significado similar al de la espada y el escudo, objetos que quitan y dan la vida (o la protegen); simbolizando de algún modo lo mismo que el pene: La facultad generadora y fecundadora del hombre (por medio de la penetración).






En las imágenes anteriores hemos visto dos aspectos que de algún modo han pervivido en nuestra civilización hasta prácticamente nuestros días. La primera es la espada como principio que da y quita la vida y que de alguna manera se concibe como un sexo masculino. Hecho este que quizás aune tanto el honor y el éxito militar, a otras "heroicidades sexuales"; algo que de un modo tiene tanta relación en España (o en el Mediterraneo) como para que la palabra "valor" sea sinónimo de tener unos "grandes atributos". El segundo aspecto que hemos visto en las fotos y que aún existe de alguna manera, es este gran pene que lucen los sátiros. Lo que refiere al "rabo azotador" de los diablillos enmascarados, con los que flagelan al pueblo. Ello simboliza precisamente lo contrario a la espada; es decir: Aquellos que no van a la guerra (por caracer de valor o de medios) y se ven sometidos por el flagelo, obligados a obedecer y humillados. Algo que se muestra públicamente cuando el sátiro o el jóven del lugar, golpea a todos los del pueblo, sin recibir más respuesta que la alegría y el buen humor de los azotados.

Este ritual era realizado en Grecia y Roma por faunos o sátiros y en nombre de Príapo o Pan, pero se continúa llevando a cabo de un modo muy similar en nuestras tierras, por quienes toman los más diversos nombres o disfraces. Comumente estos enmascarados lucen (tal como lo hicieron hace dos o tres mil años): Látigos, colas de animal, tiras de cuero e incluso fundas hechas con penes de toro y burro, que usan para golpear a quienes se encuentran a su paso durante las fiestas. Otros como "el colacho" (en Sasamón, Burgos) no se conforma con portar un rabo de buey para ir pegando a todos los presentes, frente a la iglesia y durante su festividad. Sinó que además ha de saltar con aquel flagelo -pleno de extraños atributos-, sobre cuantos niños hayan nacido en el pueblo de Castrillo de Murcia durante el último año. Algo que las madres increiblemente permiten, colocando sobre colchones a los bebés neonatos a la entrada de la iglesia, esperando que la turba de "colachos" enmascarados salten repetidamente por encima de aquellos (aún a riesgo de caer o accidentarse con los bebés). -sobre esta extraña celebración ver artículo de la Revista Folklore, año 1993, número 150 de José Valdivieso Arce: LA FIESTA DEL COLACHO EN CASTRILLO DE MURCIA, BURGOS; liberado en la red-

Conforme decimos y tal como Teilhard de Chardin afirmaba, parece que al hablar de costumbres e historia: "cuanto más reestablecemos las perspectivas del pasado, más comprendemos que los tiempos llamados históricos -hasta incluso los modernos- solo son la prolongación directa del Neolítico". Acertada frase que hemos tomado de la publicación de Jose Ma. Domínguez Moreno (Cultos de fertilidad en Extremadura, Mérida 1987) donde recoge mútiples rituales, costumbres y modos de vida que vió y vivió en su región natal -y que en mucho nos recuerdan a los que narramos de Grecia, Roma o Egipto-. Deseando destacar una frase en la que el autor comenta como debió nacer el culto a dioses como el Pan, por la necesidad de cuidar los terrenos. Debido a que "el paso de un extraño por tierras cultivadas presagiaba mala cosecha, por lo que el emisario del mal debía ser atacado por quienes procuraban la fertilidad de los campos". Afirmando Frazer que aquellos eran asaltados, muertos y su sangre se vertía para fertilizar el terreno.

Al margen de estos hechos ancestrales de los que surge sin duda alguna la figura de la deidad del pánico, otros ritos milenarios llegaban a relacionar toda la vida sexual del agricultor con cada uno de sus trabajos sobre la tierra. Costumbres de las que muchas (afirma Domínguez Moreno) se conservaron hasta hace bién poco en sus tierras. Siendo prácticamente tenida la mujer como imágen de la huerta (o del campo) y el labrador con sus aperos, concebido como un marido de la tierra, que la fecunda (trabajando con el sexo a la mujer). Hechos estos que narra el autor como se observan en múltiples costumbres, rituales y fiestas que no hace tantos años pervivían en Extremadura. Por lo demás, muy importante es que el espejo se encuentre entre los atributos de fertilidad y de más valor simbólico en esta zona hispana. Donde en los sombreros (como el de Montehermoso) o en las ceremonias de boda, se realizaban mútiples rituales con argentados, para invocar al buen augurio, o a la fertilidad de la pareja. Siendo aquello sin duda una herencia del culto más ancestral a la Luna Mediterranea, la Isis egipcia o la Neit ibérica, cuyo manto nocturno siempre se esconde con la figura de un espejo (como símbolo del reflejo de la luz del padre y señor de la casa: El Sol).

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, la diosa Isis luciendo su espejo entre los cuernos (crecientes) de la Luna - bajorrelieve de la Tumba de Tebas de Horemheb dinastía XVIII-. Desde época tartessia en la región Sur y media de la Ruta de la Plata (especialmente en Extremadura) aparecen estelas votivas en las que el guerrero -o la "reina"- están acompañados por un ajuar que presenta entre sus atributos un espejo. El espejo, se tuvo como símbolo sagrado lunar, pero sin lugar a dudas en la Antigüedad hubo de tener una función más relacionada con el prestigio, el estudio y hasta la astronomía. Ello debido a que el análisis de los cielos en ocasiones se realizaba por medio de crear cuadrantes tejidos con cuerdas y sobre estanques (o lagos), donde a diario o noche tras noche se estudiaba y anotaban los movimientos de los astros. Sin duda alguna, la importancia del espejo como símbolo femenino y de fertilidad en Extremadura, procede de estas culturas milearias (tartessia o mediterranea).

ABAJO: Amuletos que recoge Domínquez Moreno en su publicación sobre "Cultos a la fertilidad en Extremadura" (página 5). Entre ellos vemos una síncresis de formas, que mucho nos recuerda a cuantos hemos estudiado para su uso contre el mal de ojo (fundamentalmente utilizados desde tiempos inmemoriales en la Ruta de la Plata)











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