martes, 7 de febrero de 2012

EL DIÓS DEL OJO DE LA TIERRA (De: Lo invisible en la mitología, Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXVIII).

 
Esta entrada es continuación de las anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que le preceden, para una comprensión plena de cuanto exponemos en ella.



JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado jeroglíficos egipcios relacionados con la enfermedades oculares. Vemos a la izquierda el de "lluvia" (ATET), y bajo este el que significaba "ojo" (MER); el la parte inferior podemos leer el compuesto entre ambos que se lee "DET" y cuya traducción es "tracoma" (1). Dejábamos nuestro estudio anterior comentando la teoría propia por la cual creemos que el origen del Mal de Ojo, procede en sí mismo de las enfermedades oculares, que en la antigüedad eran pandemias. Entre aquellas, la más común era la Clamidiosis,  productora del tracoma, enfermedad que por su virulencia en zonas como el Nilo, se denomina "oftalmia egipcia". De la intención de protegerse contra "aquella plaga" (procedente principalmente de la salubridad del terreno y de las únicas aguas -comunes a y usadas para todo-), creemos que surgieron los amuletos contra el Mal de Ojo; al igual que las diferentes supersticiones y "leyendas" sobre el aojo, la mala suerte o el llamado "Nazar" (mal fario). Cuya base siempre tiene relación con la belleza observada por quien la envidia, o bien con el sexo; ello seguramente porque la clamidiosis es de transmisión sexual y altamente contagiosa (bastando con tocar los ojos de un individuo sano con las mucosas de un infectado, para contraerla).

ABAJO: Foto de las montañas volcánicas de Gunma, Japón. Se trata de la cordillera frente a Nágano, con el monte Haruna en primer términoi; donde a su izquierda vemos una nube que emerge (no tratándose de un cirro, ni de un cúmulo; sinó la fumarola). La religión y los cultos cambian profundamente entre los pueblos asentados en terrenos cercanos a los geosinclinales o entre gentes que viven en zonas próximas a los volcanes. Dado que allí las fuerzas telúricas (de los poderes bajo el subsuelo) juegan una importante función que llega a ser de supervivemcia -debido a que cuando estos erupcionan la tierra tiembla y el peligro se cierne sobre el hombre-. Por lo que aquellas civilizaciones que convivieron con los seismos y los vulcanos (como fue el caso de la cretense, las anatólicas -e icluso, en parte, la griega-),  conciben la Tierra como una madre cuyas grutas, cavernas y cráteres son un útero del cual nace el agua y el fuego; que de algún modo son el origen de la vida, de la luz, de los planetas (e incluso del Universo).


Habíamos concluido la entrada anterior formulando nuestra teoría que explica cómo el uso de escapularios (bullas, amuletos o medallas) pudo tener una finalidad terapéutica. Ello en base a que estos artículos hechos en metal y minerales -preferentemente los de plata y bronce- al oxidarse sobre el cuerpo podían crear sulfatos y nitratos (argénteos, cúpricos y etc) que actuaran como "antisépticos" sobre la piel. Nuestra hipótesis parte de que -por ejemplo- el nitrato de plata es uno de los mejores bactericidas, utilizándose en medicina moderna para combatir las más poderosas infecciones (siendo usado contra el contagio de la Chlamydia Trachomatis, portadora de la infección que lleva a la blenorragia y el tracoma). De lo que posiblemente el tener sobre el cuello (o junto al cuerpo) un objeto de plata o bronce, quizás podía higienizar la piel, aportando nitratos y sulfatos hasta las zonas que se tocáran con el óxido de aquel talismán (que llevaban colgado). Hecho este que creemos dió origen al carácter sagrado de la joyería y en especial, al de los amuletos y abalorios; una costumbre que se documenta ya en el Egipto Predinástico, pero que ha pervivido hasta nuestros días (para recordarlo recomendamos leer los anteriores artículos sobre la orfebrería en el Norte de la Ruta de la PLata y su significado mágico, que hemos ido incluyendo en sucesivas entradas de este blog -en especial entre las catorce últimas-).

Continuando con este sentido sobrenatural de la orfebrería y con la explicación de los poderes que las civilizaciones concedieron a los dijes y objetos metálicos; entraremos hoy a estudiar la relación entre aquellos y las culturas agrarias, asentadas junto a volcanes (o en zonas próximas al geosinclinal). Ello, porque el significado que guarda sobre la tierra un agricultor que realiza su labor en un terreno firme y donde apenas hay terremotos -o fenómenos sísimicos-, es muy distinto al que tiene aquel que labra un lugar que de continuo tiembla y cuyas montañas "escupen" humo y fuego. Consecuentemente, la proximidad religiosa y cultural entre pueblos que conviven con los seismos es mayor de la que imaginamos. De tal modo, la civilización helena (heredera de la minoica y micénica), nos transmitió estos rasgos de gentes adoradoras de las coordenadas telúricas, o del subsuelo. Debido a que sus orígenes fueron en su mayor gran parte egeos; habiendo nacido de islas asentadas en un "cinturón de fuego" mediterraneo (pese a que sus raices "raciales o idiomáticas" fueran indoeuropeas).

De ello, los cultos más importantes entre los helenos se oficiaron por sacerdotisas, debido a que la mujer era la que en La Antigüedad conservaba los misterios agrarios, y que consisitían en la adoración a esos fenómenos telúricos. Al hablar de estos ritos en Grecia, nos referimos concretamente a los dos grandes templos iniciáticos de la Hélade, que fueron: El de Apolo de Delfos y el de Eleuisis (junto a Atenas). Acerca del primero ya hemos tratado varias veces y conocido es cómo sus ceremonias se realizaban junto a la grieta abierta sobre el monte Parnassos, de donde al parecer fuían vapores de un volcán; humos que la sacerdotisa (Pitia) aspiraba en sus oráculos. Para realizarlo, sentaban a la pitonisa sobre un trípode, que se colgaba en aquel vano por el cual subían los "efluvios" del geiser (o del azufre). La que, una vez emborrachada con aquellos gases iba dando el vaticinio en una "melopea" semicantada, que solía recitar en verso. Tan extraño rito, al que precedía la decapitación de un corderillo (o cabrito) y el baño de la vieja sacerdotisa en la fuente que manaba de la montaña, tenía un sentido ancestral que se relacionaba sin duda alguna con la adoración a la tierra y a su fuego interior (como útero materno); tanto como a la mujer, como madre de la sabiduría y la agricultura. Algo que se muestra y demuestra en los cultos de Apolo en Delfos, donde vemos cómo aquellas sacerdotisas vaticinaban el futuro de los asistentes, asidas a un "omphallos" (ombligo del Mundo o centro de la tierra); sujetando un hovillo de hilo, que actuaba como un cordón umbilical y que le "comunicaba" con el inframundo. Siendo lo normal (como dijimos) entre todas las religiones que rendían culto al subsuelo y a los muertos, que se oficiaran comunmente por mujeres, quienes además actuaban de adivinas y de mediums entre el inframundo y la realidad.

Ya dijimos que el nombre de Pitonisa procede de la gran serpiente Pitón (personificación de Tifón y de las tormentas o desastres naturales), cuyo cuerpo fué enterrado bajo el "onfalos"; tras vencer Apolo al gran monstruo reptil, e instaurar en Delfos su adoración. Evidentemente, aquella sierpe no solo alude a las religiones anteriores a la griega (la que trajo a Zeus como padre del panteón), recordando los tiempos en los que se adoraba al ofidio. Sinó el "omphallos atado a hilos" igualmente puede hacer mención al cordón umbilical, como símbolo del hijo que no "sale de su hogar", que no "corta su ombligo" y con ello no participa en la Sociedad; deseando permanecer siempre junto a sus padres (siendo aquellos, personas de gran complejidad psíquica, crueles e infantiles, asemejándolos a la sierpe). Pero sobre todo, aquella Pitón, nos habla de los años egeos del templo de Delfos, entre el III y II milenio a.C.; cuando los ritos del recinto de que luego fue de Apolo, se dedicaron al delfín y la culebra. Totems sagrados entre los cretenses y que en parte heredan los micenios.

El primero de ellos fua animal sagrado por ser guía y acompañante en el mar, sabiéndose que los antiguos se ayudaban de estos mamíferos marinos amaestrados, para pescar y navegar -en especial para capturar atunes; ya que los delfines son capaces de seguir y conducir los bancos de bonito hasta un lugar determinado, al igual que pueden servir de inestimable ayuda en la mar- . El segundo (la serpiente) también fue una deidad cretense, posiblemente venerada en los años en los que no se había domesticado ni se conocía el gato en la isla; por lo que los graneros y las cosechas habían de salvaguardarse de roedores a través de sierpes (llamadas ratoneras, que en Creta se denominaba "la señora de la casa"). Tal fue la devoción al ofidio que hubo numerosos santuarios minoicos dedicados a la culebra, lo que evidencian los repetidos hallazgos de figuritas que representan las sacerdotisas del serpentario. Unas mujeres que vemos comunmente con el pecho desnudo; algo que simbolizaría el gusto por la leche que los ofidios del campo tienen, de los que se sabe -en ocasiones- se cuelgan de las mamas de las bestias, para succionarlos. Aquellas sacerdotisas de pecho al aire, a su vez lucen varias serpientes, enroscándoseles por los brazos y el torso; teniendo en ocasiones un tocado en el que se observa un gato (lo que alude claramente a la función del reptil como ahuyentador de ratones y roedores, tal como más tarde hizo el felino doméstico -ver foto abajo-).

Pero aunque aquellos totems cretenses (la serpiente y el delfín) eran los "grandes ayudantes" de la agricultura y de la pesca, un hecho más los hacía sagrados y vaticinadores. Este es el conocido cambio de comportamiento que tienen antes de que se produzca un seismo. Algo que puede observarse entre peces y ofidios, que de algún modo "amaestrados" -por un cuidador que los conozca-, estudiando con detenimiento sus movimientos, llega a comprenderse sí se "han puesto nerviosos" por esperar un terremoto. En ello, algunos estudiosos -o gentes que se hacen con "la confianza" de aquellos animales- pueden llegar a ver cómo previamente a producirse movimientos telúricos, ciertos peces y ofidios cambian de hábitos. Con mayor anticipación al perro, que tan solo lo "oye" unos segundos antes que el humano. Y más que el gato, mascota que puede avisar unos minutos antes del seismo; adoptando un comportamiento de gran nerviosismo; que si el dueño conoce llega a servirle para huir del lugar y ponerse a refugio. Al parecer, los reptiles y peces cambian de hábitos no solo horas antes, sinó incluso con un día de antelación; algo que su cuidador (o quienes los estudien y observen con detenimiento) pueden llegar a comprender, prediciendo de tal modo un movimiento telúrico. Evidentemente ello es motivo suficiente como para crear serpentarios y templos dedicados al delfín y la culebra en la antigua Creta. Civilización que vivía bajo continuos seismos y ante la amenaza del volcán Tera; hasta el año 1650 a.C., en el que tras la erupción y nacimiento de la actual isla de Santorino, quedó devastada.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, diosa de las serpientes minóica (hacia el siglo XVII a.C., propiedad del Museo de Heracleión al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Los serpentarios cretenses tenían un sentido más telúrico que agrario, adorándose en ella no solo a la protectora del granero (la culebra que ahuyentaba a los roedores); sinó a la dueña de la tierra. Aquel reptil era visto como la figura del pene; generadora de vida bajo la tierra -al esconderse y habitar en el terreno, horadarlo y no permitir que nadie invadiera su "territorio"-. Entendido como animal benéfico para la agricultura (que hacía huir a las ratas y ratones, transmisores de enfermedades y que arruinaban las cosechas), es nuestra teoría que además cumplía una función para la posible observación y previsión de seismos. Ello debido a que los reptiles y peces al parecer cambian de comportamiento incluso días antes a que se produzcan terremotos -no olvidemos que Creta y el Egeo, se asienta sobre un geosinclinal, tanto que su civilización fue finalmente destruida por la erupción del Tera-.

ABAJO: Estatua de Horus, respresentado como Asclepio (periodo Ptolomaico, pieza perteneciente al Museo de El Cairo, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). En ella vemos a Horus niño -luciendo la coleta de adolescente-, mientras sujeta dos dierpes en cada mano. Estas, son el símbolo del caduceo o bastón de Esculapio, que tenía propiedades curativas y del que incluso se decía, permitia resucitar al difunto -tal como las sierpes realizaban al encontrar una de su especie muerta, proporcionándole hierbas para que revivíera-. Ya comentamos cómo en nuestra opinión, el uso de las sierpes para la medicina se basaba en ritos de chamanes y magos (que aún perviven en el desierto); quienes ingerían paulatinamente venenos y se dejaban picar por pequeñas sierpes y escorpiones, para ir inmunizándose. Llegando a ser completamente inmunes a las mordeduras de las más venenosas, tanto que su sangre, su saliva y su sudor actuaba como antídoto de aquellas. Pudiendo curar de la picadura a otros, simplemente realizando el ritual de bailar y sudar sobremanera unas ropas de las que se recogía su humedad (por cocción), haciendo un "caldo" sanador, que se ingería por el enfermo de picadura. Tanto como daban saliva o sangre, para que la tomaran aquellos que necesitaban ser curados de una mordedura de escorpión, o de culebra. Rituales que se han mantenido en el chamanismo del Sahara (entre los llamados "encantadores" de serpientes) y que igualmente se practicaron entre varias tribus y civilizaciones del Planeta.


De todo cuanto narramos entendemos por qué el ofidio se comprendía como "el esposo de la tierra", tanto como el terreno tenía entre sus cuevas, fallas y cráteres, sus vanos vitales. Comprendiendo de algún modo estos orificios como el útero (o la boca) del la "madre tierra". Allí, en las cavernas se oficiaron estas religiones del mundo subterráneo, cuya adoración se basó en dos cultos: Primero, los de fertilidad, como recuerdo de la semilla que se planta en el subsuelo para que nazca. Y en un segundo lugar, los telúricos o de los muertos, pidiendo a los dioses del inframundo, para que el terreno no temblara y el volcán apagara su ira de fuego. En este contexto nace el primer Zeus, allá por el III milenio a.C. y cuyo origen es cretense; tratándose de un dios serpiente venido al mundo y guardado en una caverna de esta isla. Adoración y culto puramente minioco, que narra cómo el que luego sería rey de los cielos, hubo de ser guardado en una cueva del monte Ida, para que su padre (Cronos) no lo devorase; pasando allí su infancia custodiado por los Curetas -quienes son en verdad la personificación de los guerreros de Creta en periodo Calcolítico y del Bronce (2)-.

De aquel Zeus cretense que algunos llaman "daimón" por ser personificado en un ofidio, pero que en realidad se trata del Zeus Meilichios griego (predecesor del Melkarte fenicio, señor de la ciudad), nacería Dionisos. Deidad muy primitiva y que procede de los cultos de Osiris llevados hasta Oriente Medio en el III milenio a.C. (hasta la primera Biblos), transformados allí en ritos del vino, del sexo y de la agricultura -que pasarían a Chipre y Creta con anterioridad al 2500 a.C.-. Entendiendo sus orígenes comprendermos como el propio nombre de ese hijo de Zeus también serpiente (llamado Dionisios), indica que era el dios de las tinieblas, del inframundo, e incluso de la mordedura o picadura venenosa (3). Lo que explica su nacimiento tenido en Grecia como el de un "daimón", narrando el mito que habiendo llegado Demeter (la diosa Tierra) hasta Creta -en su carro tirado por dos ofidios-, dejó allí en una cueva a su hija Perséfone, haciendo ver a Zeus que estaba sola. Aquel, convertido en una gran culebra entró donde Perséfone se ocultaba, poseyéndola y de cuya unión nació el pobre Dionisos.

Venido al mundo en principio como reptl, Dionisos fué igualmente ocultado en una caverna; pero su destino fue el de ser muerto, troceado y resucitado. De tal manera se identificó con del dios totémico que el hombre debía matar y desmembrar, para alimentarse. Ello porque su culto mezclaba los ritos del ganadero, con los más antiguos de la agricultura; en los que lo sembrado, se recolecta para trocearse, comerse y ser plantado en parte (la semilla, donde resucitará lo arrancado a la tierra). Por todo ello, al mezclarse en Dionisos los ritos agrarios junto a los de ganadería, los animales que pasaron a representarle fueron aquellos que se ofrecían en sacrificio (en las Bacanales), para ser inmolados y troceados: Principalmente el toro y el carnero (aunque en Creta también lo fue la serpiente).

Consecuentemente con lo que explicamos, el mito dionisiaco narra cómo estando en Creta y siendo niño, los Titanes le engañaron regalándole juguetes; así hicieron salir de la cueva al hijo de Zeus, tras lo que los Titanes trocearon su cuerpo y lo devoraron -dejando tan solo el corazón (que una vez engullido por Semele, consiguió la resurección de Dionisos)-. Otras versiones narran que fué sacrificado por navegantes al haber subido el dios a una embarcación en Creta, pretendiendo alcanzar las islas del Egeo. Barco donde al producirse una tormenta los marineros que transportaban a Dionisos, decidieron lanzarle por la borda como "tifonio" (tras lo que murió resucitó - según algunas versiones, convertido en delfín-).

Tifonio era la denominación que se daba a los infelices que se sacrificaban en favor de Tifón (terrible dios de las tormentas), para acallar la ira del mar, de los vientos o de los cielos. Siendo una costumbre y práctica "tan normal" en la Antigüedad, que hasta en El Antiguo Testamento se cita uno de estos casos en la figura de Jonás, quien fué lanzado por la borda al comenzar una galerna. Tras ello, narra La Biblia como aquel sacrificado para parar la tormenta, fue devorado por un pez gigante; todo lo que indica claramente cómo lo que describen Las Sagradas Escrituras es esta practica de los rituales del "tifonio", común entre gentes semitas ajenos al judaismo. Religiones terribles y que horrorizaban a los israelitas -quienes seguramente por esta razón las mencionan-; y prácticas tipicamente fenicias, en las que comunmente se inmolaba directamente a la víctima (ejecutándola en el templo de Tifón, Melkarte, o en las aguas); aunque en otros casos se llegaba a entregar "el ofrendado" a la gran sierpe, para que lo devorara (ritual que normalmente se solía hacer con cochinillos -al menos en Grecia-).

Aunque sabido es que también se conseguía el indulto para el "tifonio" (en ocasiones), tal como la Historia recoge en la misma biografía de Pitágoras, quien esperando ser ejecutado al dios "del inframundo" en el reino de Falaris, fué salvado por el druida Avaris. De cuanto narramos, vemos que la historia de Jonás en La Biblia posiblemente se refiera a un caso similar al vivido por Pitágoras y en igual época, sufriedo la condena de sacrificio a la deidad telúrica Tifón. Narrando la historia de Jonás cómo desoyendo los consejos que le advertían, debía ir hacia Nínive (no al Oeste), aquel toma un barco intentando llegar a Tarshis (Tartessos). Para lo que hubo de partir desde Fenicia, "haciendo escala" en los puertos intermedios, lugares de consabida adoración a Tifón. Narrando su historia seguramente como algunos judios quizás intentando llegar hasta Tartessos para comerciar (personificados en Jonás), pudieron sufrir el yugo de aquel pueblo que sacrificaba a extranjeros al dios de las tormentas. Práctica común entre marineros y especialmente entre los fenicios, quienes entregaban a sus dioses a humanos (especialmente los "ajenos al grupo"; rituales documentados en Fenicia, Creta y Chipre e incluso en Grecia, como adoración a Zeus Meilichios = Tifón).

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, imágen curiosa de Dionisos (de un grabado del siglo XVI)  en la que vemos al dios en tres fases: Primera, como un labrador con su estaca, pleno de flores. Tras ello, sobre un elefante junto a una paloma; y finalmente, detrás del todo, como un niño subido a su carro decorado con vegetación y tirado por leones. Es esta deidad de la que parten todos los rito órficos o agrarios (llamados dionisiacos). Asimilado en Roma con Baco, divinidad del vino y del éxtasis. La antigüedad de sus cultos se pierde en la "noche de los tiempos", por tratarse del "heredero" de los dioses más antiguos de la agricultura (e incluoso de la ganadería); a los que había de rendirse veneración en fiestas de exaltación de la vida y de la muerte. Celebraciones que terminaban con grandes bacanales, o sacrificios de animales y vegetales, de los que una parte se ofrendaba a los dioses, pero cuanto se podía, era ingerido y bebido por los asistentes. De ello que nuestras fiestas más antiguas, tales como "las matanzas" del cerdo o las propias corridas de toros (y sobre todo Los Carnavales), puedan considerarse de algún modo como heredadas desde estos antiquísimos ritos dionisiacos.

ABAJO: Portada del libro EL CARNAVAL de Julio Caro Baroja, que es uno de los más completos y complejos estudios sobre los orígenes y significados de El Carnaval. Comenzando por el propio análisis de su nombre (que enlaza con los ritos órficos antes descritos, donde se sacrificaba en favor de la carne). Las Bacanales grecorromanas se celebraban precisamente a mediados de Marzo y en ellas participaban como organizadoras solo mujeres. Su carácter orgiástico y abusivo, hacía sentir hasta vergüenza a quienes participaban de aquellos "akelarres" multitudinarios. De lo que comunmente todos iban disfrazados; siendo sin lugar a dudas estos ritos dionisiacos los que recuerda nuestro Carnaval.


Por cuanto vamos comprendiendo, fácil nos será ya entender por qué Dionisos, era el dios de las tinieblas; que en sí mismo era la divinidad del "ojo de la tierra". Ojos del terreno que se concebían como las cavernas y los cráteres, pero también como el agujero hecho para la siembra. De ello, en la primera imagen del dios (arriba) observamos a Dionisos (Baco) portando un palo germinado; que no es solo el bastón del ganadero, o la rama nacida; sinó también la estaca del plantador. Puesto que bien es sabido cómo hasta la llegada de las nuevas tecnologías agrarias, los agricultores semillaban usando un gran palo acabado en punta, con el que abrían un boquete en la tierra, donde luego ponían la simiente. Técnica de labranza que se asemejaba con la cópula y tanta era la relación que encontraban entre el sexo y la plantación en la antigua Grecia, que hasta a las prostitutas se las denominaba "las que trabajan el suelo -o lo golpean-" (khamaitgeros ).

Por su parte, la fechas de los rituales órficos se correspondían con el comienzo del año agrario (que igualmente era el del Horóscopo, que finaliza en Piscis); pero también en los dias que se disponían las campañas militares. De ello el mes donde se celebraban se llamaba el de Marte, dios de la guerra; al ser Marzo los dias en los que se decidían las guerras y se reclutaba a quienes iban a ir a aquellas. Habiendo de pensarse que en estos Idus de Marzo (a mediados de ese mes) se decidía dónde y a qué plazas o pueblos se iba a atacar (o a defender), entregando armas y reclutando a los ejércitos. Ello obliga a pensar que en la más remota antigüedad (antes de Grecia y Roma) durante estas fechas aquellos que no iba a ir a batalla por su debilidad o por estar incapacitados, habrían de ver como los soldados hacían sus preparativos, se vestían con sus corazas y lucían sus armas frente al pueblo. Tras ello y antes de partir -o ser destinados a un regimiento-, seguramente tenían estos soldados derecho a copular con cuantas jovenes quisieran, de un modo parecido a como "la pernada señalaba", con el fin de que nacieran niños valientes y aguerridos entre la población. Pudiendo haber sido este el origen primigenio de los rituales órficos del sexo y de la orgia, que se explican facilmente si los entendemos como un desenfreno necesario para que aquellos que iban a la guerra (los más fuertes del grupo) fecundaran a las mujeres y dejaran "su simiente", con el fin de que la población no se acabara y vinieran al mundo niños sanos.  -De hecho, en referencia a sus herederas en nuestras tierras, era común entre todas las mascaradas y carnavales hispanas, dejar yacer en esos días a los jóvenes juntos; sin preocupar a las familias con quienes dormían o copulaban sus hijos (ello hace cien, o doscientos años...)-.

Por lo demás, aquellos niños concebidos en marzo, habrían de nacer en diciembre; por lo que no siendo "todos deseados", no es extraño pensar que entre los ritos de la Saturnales se pudiera dar el del sacrificio de inocentes (tal como se recuerda cada 28 de este mes, aún en nuestra cultura). Algo que enlaza con el sentido mismo de la figura de Dionisos, como niño sacrificado que finalmente resucita. Todo lo que nos recuerda a los más arcaicos cultos que pudo haber en el Mediterraneo durante la Edad del Bronce. Puesto que -como dijimos- Dionisos nace del Zeus Cretense, quien habitaba en la cueva sagrada del monte Ida, donde narra la historia, era visitado por el rey Minos cada ocho o nueve años. Rituales que creemos, enlazan con la sustitución del niño a inmolar, por la figura de un totem matado por el hombre (o una mujer). Héroe que lucha y vence al animal totémico, que representa al dios. Deidad encarnada en una bestia, que en los sacrificios se entrega en sustitución de la criatura quien en este rito es protegido por el héroe humano (sacerdote, guerrero o sacerdotisa) que combate contra esta fiera, para que el niño -o el jóven príncipe- sea salvado. Naciendo de ese concepto la tauromaquia cretense, tanto como la conocida pugna o dominio de la mujer contra la serpiente. Lucha entre animal-dios y héroe, de las que hay numerosos testimonios escultóricos y de pintura por todo el mundo minoico. Siendo curiosamente sacerdotisas las que en Creta realizaban esta labor de entega y salvaguarda del hombre frente a los dioses (como "toreras" o "domadoras de serpientes).

De igual forma, los rituales dionisiacos se trasladan a Grecia liderados por féminas. Asi, como cultos hacia los dioses del inframundo y a deidades de la muerte, igualmente se dejan en dominio de las mujeres. Tanto, que los misterios órficos son plenamente enseñados por sacerdotisas y solo de dominio femenino, sin que apenas los hombres pudieran participar en aquellos ritos (que unían la agricultura con la concepción y el final de la vida). Contando entre aquellos con varios festivales, de los que ya hemos hablado y que de seguro son el origen de muchas de nuestras mascaradas y carnavales. Entre ellas, destacaban algunas por su extrañeza como las Tesmoforias, donde las matronas griegas realizaban rituales de magia simpática, reuniéndose en ceremonias y poniendo el sexo sobre la tierra (con el fin de fecundarla); pidiendo al terreno que tras haberle dado hijos, también les proporcionara alimentos para mantenerlos.

Aunque entre todos estos "misterios", los más importantes se celebraban en Eleuisis (a pocos kilómetros de Atenas), en cuyo templo excavado en el subsuelo se recreaba anualmente el rapto de Core-Perséfone, la hija de la tierra (Demeter). Allí, se "escenificaba" en una gruta artificial, bajo el efecto de maquinarias y de hongos alucinógenos -que ingerían a los asistentes-, la historia que narraba como Perséfone había sido raptada por el dios de los muertos (Hades), conviertiéndola en la reina de los difuntos (de aquí su nombre:  "la que lleva la muerte"). Tras ello, la tierra había quedado terriblemente triste y no soportándolo Zeus, mandó rescatarla del inframundo. Pero para que de allí no escapara por siempre, el dios de los muertos la engañó, haciendo tragar a Perséfone varios granos de granada; lo que la obligó a volver al menos seis meses al año hasta los infiernos. Mito que narra la alegoría de la fertilidad de la tierra y la semilla, explicando en los seis meses que la ninfa ha de pasar bajo tierra, las épocas de frio y esterilidad de los campos -que desde otoño hasta abril permanecen sin fruto y en el invierno (voz que por algo se parece tanto a la de "infierno")-. Los rituales de esta diosa de la muerte se enseñaban como hemos dicho en Eleuisis y los últimos estudios explican que se suministraba a los asistentes cornecuelo de centeno y otros hongos alucinógenos, con los que se producía el éxtasis; haciendoles creer (ver) que habían llegado hasta el mundo de Perséfone: Que habían entrado en el reino de los muertos. Algo que se simulaba en el templo eleuisiaco por medio de "maquinarias teatrales", ayudándose de efectos, con humos y luces bajo tierra; lo que producía alucinaciones a quienes salían del recinto pensando que habían visitado realmente los infiernos. Teniendo todos aquellos rituales un sentido agrario pleno; relacionando la muerte, el enterramiento y la resurección, con la plantación y la germinación de las cosechas.


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, portada del magnífico libro de Catherine Johns "SEX OR SYMBOL" en el que podemos ver una extraña cerámica griega realizada por el pintor de Hasselmann, y que representa a una mujer plantando falos (fechada hacia el 430 a.C.). Se considera una alegoría de la buena agricultura, que posiblemente se usara en algunos festivales dionisiacos o priápicos. Pese a ello, en su representación nosotros hemos observado el extraño detalle en el que esta "plantadora" tiene bajo ella dos falos circuncisos y otros dos en los que parece claramente haber un preservativo, hecho importante que más abajo comentamos.
ABAJO: La misma figura la recoge el libro LOS MISTERIOS DEL GINENECEO (publicado por AKAL 2003; autores Paul Veyne -y otros- en su pag. 268); en los que vemos dibujada este ánfora atica que fecha hacia el 490 a.C., y denomina de "la buena jardinera". Parece que tal dibujo está tomado de otra publicación puesto que en este se ve en la parte superior claramente un preservativo (antiguo), al igual que entre los penes que "siembra" la sacerdotisa, se observan dos de ellos claramente con un profiláctico. Pese a lo que en el texto nada se comenta sobre este curioso hecho. A continuación damos una interpretación de esta plantadora, cuyo significado puede relacionarse plenamente con Perséfone y los ritos helenos "del embarazo" a mujeres estériles.


Continuando con Perséfone, tal como decíamos su mito narra que seis meses quedaba estéril y el resto del año era fecunda, siendo su imágen la alegoría de la mujer y de la tierra -puesto que si consideramos que entonces las personas llegaban a vivir hasta los sesenta, tan solo unas tres décadas eran fértiles las féminas-. Por todo ello, se consideraba al humano yermo como perteneciente al mundo de los muertos, por ser preadolescente y carecer de iniciación (o participación en la Sociedad); o por ser ya anciano y conocer los secretos de la vida. De lo que aquellos rituales de fertilidad, en gran parte procedían de Egipto y contenían los misterios de Isis, teniendo como función hacer comprender al hombre que había nacido como el vegetal: Para morir y dar vida. Ritos de iniciación en los que la participación bajo los efectos de el cornecuelo de cereales (junto a otros alucinógenos), hacían perder el miedo a la muerte a muchos de sus participantes, quienes creían haber visitado el Hades.


Como hemos ido conmentando, las celebraciones de fertilidad en la Antigüedad fueron innumerables (en especial las que se realizaban entre marzo y abril y que dieron origen a nuestros Carnavales). Destacando entre ellas: Las Liberalias (que ya hemos mencionado en otras entradas), las Priapeas, las Lupercales, o las Floralias (en las que las prostitutas daban sus cuerpos gratuitamente a los asstentes). Todas fiestas que fueron finalmente reunidas bajo el término romano de Bacanales y que llegaron a prohibirse, no solo por su carácter libidinoso, sinó sobre todo porque tan solo las organizaban mujeres, a las que acusaban los romanos de organizar "complots" contra ciudadanos importantes. Sea como fuere, su sentido pleno era el de "curar el ojo de la tierra", entendido como "fertilizar" las cosechas. Teniendo gran relación con los rituales telúricos más antiguos, que pretendían por medio de magia femenina hasta apaciguar los volcanes y los seismos. Ello explica por qué en "la buena jardinera" vemos emerger falos de la tierra (foto de la crátera griega); algo que enlaza con el significado del pene como luz y fuego. Debido a que en los lugares donde hay gases o bien en los terrenos cercanos a los volcanes, emergen fuegos, humos y vapores del suelo; hechos estos que se identificaban con el rayo y por lo tanto con la potencia y el vigor masculino: El falo.


Pese a tener este primer sentido la repesentación que arriba hemos recogido; contiene una segunda explicación, mucho más curiosa. Ella es la de la fertilización de la mujer estéril. Algo que se intuye en el hecho claro que vemos, al darnos cuenta de que dos de los penes que está "plantando" la sacerdotisa, llevan preservativo. Estos protectores del "miembro" viril en la antigüedad se hacían de tripa de animal, pero antes ya se habían fabricado de vejigas natatorias de peces. Siendo mencionados entre los mitos cretenses, donde se narra como el rey Minos utiliza un preservativo realizado con vejiga de pez (recordemos que este periodo minoico finaliza en el siglo XVII a.C.). Hecho que se ratifica en Egipto, donde igualmente sabemos que usaban esta parte del pescado como profiláctico. Por todo ello, hemos intuido que la imagen de "la buena jardinera" (como se denomina a esta ninfa semillando falos) contiene un mensaje relacionado con la fertilización de lo estéril. Algo que queda obvio en el dibujo que hemos recogido (en la imágen de abajo), donde se ve hasta un preservativo pintado. Ello significa claramente cómo todo hace referencia al profilácticos -que dos de los penes no llevan-. Lo que nos hace pensar que toda la escena contiene los llamados "secretos del gineceo"; tan traidos y llevados en el templo de Eleuisis. Siendo el significado de esta crátera para nosotros, el de la fecundación de la mujer cuyo marido es estéril, valiéndose del preservativo. Una antigua "fecundaciòn in vitro", hecha por comadronas valiéndose de preservativos, con los que podían dar hijos a aquellas mujeres casadas con hombres estériles (por un simple sistema de "plantación en el útero ajeno). Por lo que la curación "del ojo de la tierra" tenía tanto un sentido telúrico, como de "secreto femenino"; naciendo como ritual agrario; en el que la mujer al final -quisiéralo o no el hombre- determinaba el origen y el principio de la vida (del cual surgía la familia y, por lo tanto, la Sociedad).


CITAS:


(1) Jeroglíficos recogidos de mi estudio sobre la Higa; de la página 54, EL CUERPO EN LA TRADICIÓN (Editado por Fund. Joaquín Díaz Valladolid 2005).






(2) Curetas, del radical indoeuropeo "URRE" cuyo significado es "rojizo"; del que procede la voz "cupre" (cobre), que da nombre a la isla de Chipre -y posiblemente a la de Creta-, por ser esta primera el gran yacimiento del cobre durante el primer calcolítico mediterraneo. Las minas de cobre de Chipre parece que se agotan hacia fines del III milenio a.C., lo que obigaría a los habitantes de esta isla (conocida como gran centro del comercio de este metal) a buscar nuesvos yacimientos. De ello consideramos arribaron hasta tierras del Cicládico (primero), más tarde de la Grecia Continental, llegando a penetrar junto con los cretenses hacia el Mar Negro, en busca de minas. Pese a ello, el control sobre el estrecho del Bósforo, que facilmente realizaban los habitantes de estas costas de la actual Turquía; tanto como las dificultades para lograr el paso hacia el Mar Negro y la existencia de contactos entre Mesopotamia y los mineros del Cáucaso, obligarían a cretenses y chipriotas a buscar minas en el Occidente mediterraneo. llegando así antes del 3000 a.C. al Sur Peninsular, donde desde el 2700 a.C. ya se explotaban las actuales de Rio Tinto (seguramente por gentes venidas desde el Egeo -cretochipriotas-). Creemos que Cureta es una voz sinonima de cretense o cretochipriota, citándose curiosamente un pueblo del mismo nombre en el Sur Peninsular (en tierras de Tartessos, mencionados por la leyenda-mito de Gárgoris y Habis).
(3) Nuestra etimología parte del griego Dio (  ) = dios; y Nysos (  ) que procede de Nys (  ) cuyo significado es "la noche las tinieblas y hasta el infierno", de donde quizás surge la voz Nyso (  ) que significa "picar, morder". Al parecer en época micénica (durante los siglos del XIV al X a.C.)se le llama DIWO NISOJO, aunque no ha podido reconocerse aún su nombre minóico. Otra posibilidad es que la palabra Dionisos fuera de origen hitita y como tal se le denominara "DIO NESIS" (tal como era llamado en Anatolia. Ello significaría "el dios de la isla", dado que "nesis" es en griego islote (  ).















3 comentarios:

  1. Estimado Ángel. Está muy interesante tu texto y me llamó mucho la atención el grabado de Dionisio del siglo XVI. De casualidad sabes quién lo realizó o en qué libro lo puedo encontrar.
    Saludos

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    1. El grabado de Dionisos puede encontrarlo en "El templo de las Musas", de Ma. Luisa Rokero. Su autor y etc estará allí descrito.

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  2. Muchas gracias por el dato. Buscaré el libro. Saludos

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