domingo, 5 de febrero de 2012

EL DIÓS OJO, QUE TODO LO CURA (De: Lo invisible en la mitología, Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXVII).

Esta entrada es continuación de las trece anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que le preceden, para una comprensión plena de cuanto exponemos en ella. Aprovechamos las presentes lineas para enviar nuestra gratitud a cuantas personas nos leen, que nos comunican superan las dos mil visitas mensuales. En especial dedicamos nuestras palabras a quienes nos dan su aprobación haciéndose seguidores, como es caso último de Kuzi Joyeros (http://kutzijoyeros.blogspot.com/); que recientemente se han suscrito al blog. Animándoles a que continuen con su magnífica labor de arte y artesanía, heredera de una de las profesiones que más ha aportado y destacado a nuestra Peninsula y a la cultura ibérica: La orfebrería (el arte milenario de los megalitistas, de los tartessios e iberos; de los fenicios, judíos, grecorromanos, árabes y cristianos, que poblaron nuestras tierras).


JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado famoso fragmento de cerámica griega hallado en Medellín hacia 1968. Se trata de un trozo de un "kylix" en el cual está inscrito en caracteres helenos "HERMOSO (...) DE BEBER"; fechado en el siglo VI a.C pertenece al Museo de Badajoz Arq. (al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). En este observamos la efigie de Zeus como "Taranos" o dios del trueno y la tormenta, portando un "rayo" en su mano. El atributo que sujeta es sin duda alguna el símbolo del fuego y como tal podemos incluso relacionarlo con la salamandra (reptil del que se decía que se alimentaba de la hoguera). Abajo comentamos sobre la figura de este Zeus Taranos y su significado relacionado con la vista, la luz y el ojo.

ABAJO: Tres hachas paleolíticas, que en la más remota antigüedad se tenían como "talladas por los dioses". Hasta el siglo XVIII, no se formula y difunde la teoría de las Edades, que explica como antes de los metales, el hombre trabajó y realizó sus herramientas con piedras. Debido a ello, el "saber popular" creyó que las hachas neolíticas y paleolíticas que aparecían en los campos se debían a efectos sobrenaturales. Tanto que ya en tiempos protohistóricos, se atribuía la realización de estas bifaces a diferentes deidedes; tanto que se les denomina comunmente como "piedras del rayo". En una entrada anterior vimos que ello sucedía al confundirlas con las "fulgitas" (formaciones pétras nacidas por la fusión de las arenas a modo de cristales, al caer el relámpago sobre tierras de sílice). En este artículo, comprenderemos el símbolo médico y de protección que se concedía a tales "piedras del rayo", como hijas de la tormenta.





Comenzamos ilustrando nuestro artíulo de hoy, con dos imágenes que se relacionan plenamente con las deidades de la luz y el fuego. La primera (superior), hemos visto que se trataba de un Zeus portador del rayo, dios que se relacionaba de algún modo con el dios forjador que regalaba o enviaba a los hombres "la llama", la luz, y hasta las armas. En diversas representaciones, este relámpago de Zeus se suele simbolizar con una lanza. Pero en caso de este kilis -que es muy arcaico (tanto como para ser la pieza cerámica griega más antigua hallada en la Península)-, el dios sujeta una especie de "atizador". Curiosamente el fragmento cerámico apareció en zona y yacimientos tartessios (junto al posterior Mettiluim romano). Lo que no solo obliga a pensar en las relaciones comerciales entre el Sur Peninsular y la Hélade -hechos que recuerda la Historia, en relatos como el de Kolaios, llegado de Samos-. Sinó también en la posibilidad de un presente o mercancía valiosa, traida por algún griego hasta Tartessos; con la que posiblemente pretendiera mostrar o enseñar a occidentales, los dioses de su tierra. Este hecho se ratifica con el hallazgo en Huelva de otra pieza cerámica helena muy similar e igualmente fechada a mediados del siglo VI a.C.; en la que vemos a Atenea, junto a una inscripción greco-arcaica (que habla de aquella diosa y donde aparece una figura tambien portando el mismo "rayo de Zeus").

La simbología de esta figura en forma de tenedor se relaciona plenamente con el doble tridente, o con algún artilugio para atizar el fuego (badiles); pero a su vez nos recuerda también a la esquematización de la salamandra. Extraño reptil, al que se le daba propiedades mágicas, se consideraba como un tipo de dragón y del que se decía, se alimentaba de fuego. Por su parte, este lagarto de extraño comportamiento (tanto que "pare" sus huevos en el agua), parece que es de costumbres exxtrañas y nocturnas, semejantes a las de "sus parientes": Las salamanquesas. Lagartos de noche, que se acercan a las antorchas (o luces), atraidas por el calor pero sobre todo para acechar allí a los insectos que gracias a su luminosidad cazan. De ello que se les tuviera por animales benéficos y muy relaconados con el fuego; tanto como para que aquel rayo de Zeus nos recuerde sobremanera al diseño de una de estas lagartijas de noche. Auque en todo ello, existe un motivo más para la asimilación entre luz y piedra, con la pieza de metal que el dios porta en su mano. Siendo aquello el del principio del fuego, que de no ser "regalado por el rayo" de los dioses, se obtenía normalmemte chocando dos piedras.

Para la obtención de las hoguera, en la Grecia y Roma más tardías hubo diversos métodos, entre los que se encontraban "mecheros" de roce metálicos (parecido a lo que posteriormente lo que se llamaría "chisquero"), e incluso cristales que actuaban de lupa para encender el fuego. Llegando a ser obligatorio en todo templo donde se mantenía la llama sagrada, si esta se extinguía, recuperarla con medios naturales; entre los que finalmente se sacralizaron los cristales (similares a lupas y que guardaban las vestales). Pese a todo, el medio más arcaico conocido y de donde nacía la chispa era del golpe entre piedras, por lo que entendemos plenamente el significado dado en la Antigüedad a las hachas paleolíticas, identificándolas con el rayo, la luz y las llamas. Todos estos, ritos y mitos, que envolvían el sentido de la tormenta y del calor, unido a la fuerza y el poder de los dioses. Deidades que enviaban la iluminación, las llamas y las brasas, para que el hombre pudiera sobrevivir, cocinar hasta para fundir sus metales -sin los que era imposible fabricar aperos, herramientas, utensilios o armas-.

De ello, el fuego sagrado unía conceptos tan básicos como eran: El hogar -entendido como el de la chimenea y como el centro de la casa, dominado por un fuego que la mantenía habitable-; tanto como la manutención y protección del domiciolio o del grupo -que se debía en gran parte a la buena forja y uso de los metales obtenidos con las brasas- . Pero igualmente todo ello hacía referencia a la luz, al dios-iluminador que en Grecia toma el nombre del propio dia, se refería a la hoguera sagrada. De tal modo, la palabra "Zeus", era voz procedente del proto-indoeuropeo "Dyaus" (cuyo significado es "dia, luz") y que igualmente originaba el nombre de "Teo" -que como todos sabemos, en idioma heleno significa "dios"-. Pero a su vez, aquel dios del rayo y de la luz, reinante en el Olimpo, se relacionaba plenamente con la piedra. Así era tenido por la imagen de un Zeus lítico que vimos llamaban Taranos (del trueno); que entre los romanos era asimilable al famoso Júpiter Lápidus. Deidad "representada" por una hacha bifaz de piedra (paleolítica, o neolítica), guardada en El Capitolio y sobre la que juraban todo cargo los más altos dignatarios del Imperio. Principo y promesa que se basaba en aquel dios que todo lo ve, la deidad de la luz; el "gran ojo" del Universo, que a todos observa y a todos conoce. Jurando por el "dios ojo", que hace justicia conforme a lo que conoce y observa a cada uno de nuestros movimientos. (para más información sobre este Jupiter lápidus ver nuestra entrada
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2012/01/1-6.html )

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado detalle de la pulsera rey Sensoq I, siglo X a.C.; que contiene un ojo de Horus en lapislázuli (perteneciente al museo El Cairo, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). En esta observamos el amuleto más sagrado que hubo entre los egipcios, llamado Utchat (o Udjat) y en la forma que el "Libro de los Muertos" ordena hacer: Con lapislázuli y obsidiana. Representa el ojo con el que el hijo de Osiris, se dice llegó a resucitar a su padre (el gran dios), tras haberlo perdido y recuperado mientras el heredero de Egipto vengaba la muerte de su progenitor. El significado del Utchat es en gran parte cosmogónico (como veremos) pero su uso tuvo una razón médica (además de un uso mágico que ha pervivido casi por cincomil años en los llamados cultos o ritos del "mal de ojo").

ABAJO: El mismo Ojo de Horus (Utchat), era uno de los talismanes púnicos más utilizados, tal como vemos en este ejemplo, fabricado por lo fenicios y hallado en tierras de Italia. Finísima pieza de orfebrería datada entre los siglos VI al V a.C., procede de Tharros y pertenece al Museo de Cagliari (al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). La magia y la religión egipcia permaneció entre los fenicios de un modo continuo y continuado. Puesto que al fin y al cabo el pueblo púnico nace y se expande por ser los navegantes y los comerciantes del Imperio de los Faraones . Debido a que las tierras del Nilo carecían de madera y por estar especialmente interesados sus habitantes en proteger las fronteras, por lo que apenas mercadeaban fuera de su territorio (ni tuvieron más embarcaciones que las de una armada defensiva). Por todo ello, las deidades e incluso la magia y los amuletos fenicios son de plena inspiración egipcia. Entre ellos, especialmente lo fue el Ojo de Horus; Utchat que llegó hasta nuestras tierras de manos de los púnicos en forma de amuletos, de tradiciones, costumbres y de objetos que increiblemente permanecieron durante milenios (entre el saber popular). Siendo este el origen del famoso "mal fario" conocido comunmente como: Mal de Ojo.


En opinión de algunos egiptólogos, si quisiéramos entender en gran parte el significado primigenio del dios Osiris, habríamos de cambiar su "s" por una "j", comprendiendo que aquel era la deidad de la luz, la iluminación y el bien: "Ojiris" (de ojo). Casualidad fonética que sucede porque la voz "oculus" (ocular) es de origen fenicio y a su vez esta, de procedencia egipcia. Siendo para los púnicos el sonido "O" ,"Ok", lo giratorio y el círculo, de allí nuestro "ojo", tanto como el concepto alfabético del cual nace la propia letra "o" ("inventada" por los fenicios). Por todo lo que el "ocus" es lo que los griegos aliteraron llamando "kilkulos", pero que a su vez era lo que daba nombre a aquello que circundaba a la tierra (y giraba entorno a ella): Las aguas, que igualmente se denominaron "Okeanos". Procediendo de esta raiz términos como "acua", o "aqua", que hasta en algunos idiomas romances modernos llega enla foma de "O" simple (escito "eau"). De lo que aquel dios que circundaba y giraba sobre la tierra era igualmente como "Osiris", una deidad de la luz y del agua; y por lo tanto, del bien absoluto para la agricultura. Dios del Universo en movimiento, que entre los indo-arianos es nombrado como Varuna, llegando hasta los griegos en la forma de Uranos. Quien de seguro debe su nombre al radical indo-ariano (proto-indoeuropeo) VAR (vari) cuyo significado es "agua", puesto que se consideraba que las aguas rodeaban la tierra que flotaba sobre aquellas. Tanto como los cielos eran aguas y luces que en ocasiones hacían regresar su preciado líquido a la Tierra (con la lluvia). Entendiendo el Cosmos como un lugar continuado a los mares y donde habitaban los océanos celestes, junto al fuego (de las estrellas).

Por todo cuanto hemos expuesto, comprenderemos que la visión del Universo (Uranos, Varuna o "el primer" Osiris) entendido como un gran ojo, se corresponde a este concepto: Una cosmogonía que interpretaba la unión de aguas y luces, relacionándolas con la mitología interior del hombre. Consecuentemente, el dios ojo fue una de las representaciones más importantes desde la más remota antigüedad y que dió lugar a las principales deidades en muchas religiones. Partiendo seguramente de la unión entre iluminación espiritual y la material; una analogía que se mantiene en todas las creencias, hasta el punto de que las tinieblas y los hijos de la oscuridad, se identificarían con el diablo o lo demoniacio. De tal modo, entre los egipcios, los ojos del Universo eran de tal importancia que el famoso Utchat, se convierte en el amuleto más importante y símbolo de la propia nación (ya que su jeroglífico se leía por el pais del Nilo). Su función se relacionaba con los poderes del Sol y de la Luna, que se tuvieron por aquellos "ojos" de los dioses, aunque finalmente los sacerdotes prescriben que tan solo el izquierdo es el que pueda representarse como el de Horus, al simbolizar la luz de nuestro satélite (debido a que el ojo derecho era el propio Sol y no debía ser usado como amuleto).

Documentado desde el predinástico, el Utchat debía de hacerse conforme ordenaba el "Libro de los Muertos" en lapislázuli y obsidiana (tal como lo vemos en la foto superior). Creemos que estos colores y minerales se relacionan con iguales cultos y costumbres de Mesopotamia, donde también en el IV milenio a.C. se combatía el "mal de ojo" con una piedra de ágata o lapislázuli (en forma de pupila). Sus rituales, consideramos que pudieron relacionarse con la primera magia, pero igualmente con la más antigua medicina; ello porque los médicos en el Tigris, Eúfrates, o en el Nilo, desde la remota antigüedad lo primero que ascultaban en el paciente era el ojo y su interior (pudiendo advertir así anemias, dolencias y hasta lesiones cardiovasculares y hepáticas). Desde aquella costumbre de ascultar el párpado y las pupilas del enfermo, seguramente nacieron mancias como la "iriología" (lectura del iris, prediciendo el futuro) que ha pervivido hasta nuestros dias -de un igual modo cómo desde la astronomía, se generó la astrología; por derivación hacia lo esotérico, desde lo inicialmente científico-.

Sea como fuere, el tan temido y horrible Mal de Ojo en nuestra opinión tiene su verdadero origen en las enfermedades oculares; que en el desierto y en la Antigüedad eran epidemias. Un mal endémico que afectaba a gran parte de la población de Egipto, quienes en un altísimo porcentaje nacían, o morían invidentes. De tal modo es así, que aún en nuestros dias este grave problema no se ha coseguido erradicar por completo en las zonas del Nilo, tanto que el tracoma se denomina "oftalmia egipcia". Una enfermedad adquirida por contagio y que en el Imperio de los Faraones se denominaba "DET" (cuyo jeroglífico era el de lluvia unido al de ojo: Un ojo, junto a una nube de la que cae agua). Por lo demás, el uso preferente que daban al amuleto Utchat, los magos y sabios del antiguo Nilo, era precisamente para combatir la ceguera y los "males de ojo". Algo que se simbolizaba cosmogónicamente en el que Horus perdió en su lucha y que posteriormente recupera; hechos que significaban los cuartos de la Luna. Un satélite que cada 29,53 dias renacía (o desaparece) en la bóveda celeste, semejando al ojo que enferma y se cura -gracias a la magia o a los dioses, tanto como a los periodos de fertilidad femenina-.

Ni que decir tiene, que todo ello contiene un significado cronológico en el que la lucha del tiempo "medido" por lunas (en la forma semítica) es vencido por el calendario solar egipcio. Como si de una "guerra" entre los hijos de la luz y los de las tinieblas se tratase, así los sacerdotes del faraón concebían al maléfico Seth, como culpable de la ceguera de Horus: La desaparición de la luz lunar. Ello debido a que el ciclo anual en tierras de los faraones era de 365 días y en base al astro rey (al que se adoraba), "chocando" con el modo de computar el tiempo entre los mesopotámicos. Quienes partían de verdaderos meses (lunas o ciclos de 29 y 30 días, con los que completaban los 29,53 del periodo lunisolar). Pero tal como siempre exponemos, el trasfondo y la complejidad de los ciclos calendáricos y de la astronomía entre las antiguas civilizaciones, se basaba comunmente en conocer el Cosmos, pero a la vez intentar por todos los medios que los ajenos a la élite (quienes no dominaban la Sociedad) fueran incapaces de aceder a aquellos conocimientos. Algo perfectamete comprensible por tres motivos: En primer lugar, porque de saber alguien el dia y la hora (en el desierto), a nada que tuviera unos pequeños conocimientos astronómicos, sería capaz de orientarse de cruzar las arenas y hasta llegar a baluartes -accediendo a oasis o a ciudades (secretamente guardados "por murallas hechas con kilómetros de arenas")-. En segundo término, porque los ajenos a la élite no deberían conocer aquellos secretos científicos o cósmicos; para poder ser "facilmente" gobernados por quienes sí los dominaban. Pero el hecho fundamental (y tercero) que obligaba a que quella sabiduría fuera transmitida oralmente -sin permitir escribirla-; se basaba en que si caía la ciudad -o el templo- en manos del enemigo, y de estar conservados por escrito los conocimientos, estos pasarían rápidamente al que les conquistaba.

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, deidad eneolítica hallada en el Sur Penínsular datada entre el III y el II milenio a.C. a.C. . Perteneciente al Calcolítico, se encuentran en lugares de influencia de la Cultura de Los Millares y El Argar. Denominándose ídolos cilíndricos, predominan preferentemente en la zona del Alentejo y Extremadura (aunque también en el Bajo Guadalquivir, Andalucía Oeste y el Algarve). Tallados algunas veces en hueso y otras en piedra (caliza), siempre lucen dos ojos (a modo de plenetas). Nuestra hipótesis es que se trata de una deidad relacionada con la luz y el ojo, de influencia oriental.
ABAJO: Idolillo de pizarra (llamado de placa) del tipo "megalítico"; estas aparecen en yacimientos fechados desde el IV milenio hasta el II a.C., por todo el Sur peninsular; terminan de encontrarse desde que desaparece el mundo argárico (a partir del 1500 a.C.). El fotografiado se trata de una copia de los existentes en los museos alentejanos, donde este tipo de figuras con ojos prevalecen en los enterramientos de todo el Bronce y Calcolítico (desde el IV al II milenio a.C.). Siendo su mayor profusión en tiempos de Los Millares y la Cultura de El Argar, donde las cerámicas tambien se decoraba con estos dos ojos. En nuestra opinión, se trata de una deidad relacionada con la luz y la visión, lo que se muestra en cómo están esculpidas o talladas aquellas pupilas, en la forma de dos astros (Luna y Sol, o dos soles). Consideramos y es teoría propia que su inspiración es de origen oriental, tal como lo fue la cultura de Los Millares o de El Argar. Puesto que en la Mesopotamia de estos milenios también se esculpían placas y cilindros de dioses con pupilas, al igual que en Egipto se adoraba al dios ojo (Utchat, o bien Osiris astro que todo lo ve), ya desde periodos predinásticos.


Pero tal como veníamos diciendo, en nuetra opinión, aquel Utchat (amuleto contra el aojo) servía fundamentalmente para combatir oftalmias. De entre ellas la más temida, por pandémica en Egipto -y aun hoy terriblemente dañina en el Nilo-: La producida por la Chamydia Trachomatis, que provoca el tracoma. Enfermedad muy contagiosa, cuyo origen fundamental se encuentra en la falta de higiene, la salubridad del medio, la contaminación de aguas y del aire, tanto como en la promiscuidad sexual. Ello, porque su transmisión fundamental es por vía sexual, pudiendo contagiarse tan solo por compartir el agua donde se lava un enfermo, e incluso por utilizar una toalla en común con este (en especial entre las mujeres). Por su parte, el porcentaje de contagios que se dan de clamidiosis por via de transmisión en la cópula, o en cualquier contacto "carnal", es altísimo y supera el 20% en cada "unión". Además se encuentra el hecho de que en un 50% de los casos, la bacteria que ya ha infectado una vagina tarda años en manifestarse; de lo que la mujer contagiada no percibe su enfermedad hasta que esos síntomas no se hacen patentes (algo que llega a suceder incluso decenios después de haberla contraido; habiendo podido transmitirla a cuantos hombres hayan mantenido relaciones con ella).

Pues bien, esta clamidiosis altamente contagiosa -sobre todo en lugares faltos de agua y superpoblados-, parece que fue uno de los grandes males endémicos del Egipto Antiguo (siéndolo aún en muchos paises del Tercer Mundo). Lo que provocó que un gran porcentaje de la población del Nilo naciera ciega, o terminara contayendo el tracoma. Ello no solo debido a la posible promiscuidad de los súbditos del faraón, sinó más bien a la escasez de higiene, a la obligatoriedad de compartir aguas, o de reciclarlas y reutilizarlas (hasta para regar y beber); no pudiéndose proteger los ojos del terrible Sol del desierto, ni del daño de sus polvos, lodos o arenas. De tal manera, la suciedad de una superpoblación asentanda junto al rio, quienes debían lavarse con el mismo agua que regaban y consumirla para abastecerse, debió producir auténticas pandemias de tracoma, que por ello se denomina "oftalmia egipcia". Enfermedad originada fundamentalmente por transmisión sexual, que se manifiesta primero por una gran conjuntivitis, y que luego va acompañada de secreciones de mucosas infectadas en todo el cuerpo. Tras ello, se ven totalmente afectados los ojos y el sexo, comenzando a sufrir diferentes procesos, que pueden llevar hasta la ceguera total (en la que incluso las cuencas oculares llegan a vaciarse); al igual que los órganos genitales pueden ir paulatinamente enfermando hasta la llamada "estrangulación" blenorrágica (que en algunos casos producen la muerte).

Este terrrible mal, que comunmente provoca la ceguera y la esterilidad (en el mejor caso de llegar a superarse), tiene tanta virulencia como capacidad de pasar de unos enfermos a otros. Bastando con tocar los ojos del afectado y luego poner las manos sobre los de un individio sano, para que el segundo la contraiga. Por lo demás, todos los hijos nacidos de madre contagiada quedan al poco tiempo invidentes; puesto que en el momento del parto y por vía vaginal, la bacteria afecta a los ojos del neonato, quien en unos dias desde que viene al mundo contrae la Clamidiosis y termina por enfermar hasta perder la vista. Siendo el único remedio para que ello no ocurra (al menos, hasta hace pocos años) el poner sobre los ojos del recien nacido nitrato de plata de forma abundante; limpiando así la bacteria que queda neutralizada con el lavado por este óxido argénteo.

Evidentemente en el Egipto antiguo no se conocía el nitrato de plata, y ni siquiera en los textos de farmacopea o medicina egipcios se cita un remedio similar. Llegando en algunos papiros a sugerir tratar el ojo del afectado por tracoma, con colirios hechos con hígados y sangres de diversos animales (un remedio muy cercano a algunos colirios actuales muy ricos en hierro y en vitamina A, pero que aún mejorando el ojo, no combate la bacteria). Pese a todo y contra el Mal de Ojo, siempre recomiendan los textos médicos colgar al niño o al adulto una amuleto hecho en piedra y metal. Siendo para el recién nacido lo mejor e imprescindible, la "bulla"; una pequeña cápsula metálica que le prendían del cuello nada más venir al mundo y que era tan necesaria para el neoneto entre los egipcios, como ponerle un nombre. Tanto era así que se decía que para el bebé no se precisaba más que penderle la "bulla", sin importar que se le vistiera con otra prenda, o se le hiciera otro regalo.

Mucho hemos pensado sobre el posible significado e importancia de este "escapulario" egipcio, que entre los más pobres se llegaba a simular con un nudo de cuero atado al cuello; pero que toda persona normal ponía a sus hijos (principalmente hecho en bronce o en plata -algunos de oro-). Tanto así como hemos reflexionado sobre la posible utilidad que aquellas bullas o amuletos con forma de ojo tenían, llegando a la conclusión de que posiblemente, a tarvés del sudor del que la levaba, se pudieran generar óxidos de metales. Siendo quizás esa secreción de la piel, formando el óxido de la plata (o el bronce), lo que creara un nitrato capaz quizás de neutralizar de algún modo a la bacteria y proteger de la Chlamydia Trachomatis a los que la portaban. Pudiendo darse la circunstancia de que tocando el escapulario -oxidado por el sudor- y luego llevándo las manos a los ojos (o al sexo) repetidamente, quizás estos nitratos depositados en los dedos, pudieran defender del tracoma al portador de una bulla. Creyendo que este pudiera ser el origen del talismán en forma de burbuja (u ojo) y que más tarde se hizo en piedra (ya adoptando la figura del Utchat, u ojo de Horus). Siendo a su vez todo ello el motivo por el cual a las joyas, bullas, medallas y talismanes metálicos se les tuviera tanta veneración, creyendo firmemente en su protección (de donde nacería el valor mágico de las joyas).


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, collar de lignito (azabache) del periodo calcolítico ibérico (propiedad del Museo Arqueológico de Burgos, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). El carbón piedra llamado azabache desde la más remota antigüedad fue tenido por sagrado. Sobre todo se consideraba uno de los mayores apotropaicos contra el Aojo, a la vez que muchos afirmaban que descubría la epilepsia y llegaba a neutralizar el veneno de la sierpe -tal como narran los "lapidarios" más antiguos (como el de Alfonso X el Sabio o el de San Isidoro de Sevilla)-. A nuestro juicio, las propiedades médicas que relacionan el carbón con la protección contra el Mal de Ojo se basan en su uso como crema ocular. Ya que untando carbón con grasa en los párpados, estos se protegen de múltiples enfermedades e infecciones (tal como es costumbre hacer en La India, donde sigue siendo común ponerse el llamado Kayal-Coal o "Charc-coal", a modo de rimmel).

ABAJO: .Amuleto contra el Mal de Ojo, salmantino del siglo XVIII que contiene una medalla de Santa Elena en forma de "bulla", junto a un ágata. Vemos en este talismán que se dedica a una santa, el recuerdo pleno de aquellos otros que se usaban hace dos, tres y hasta cinco mil años atras, para un igual fin: Combatir el aojo. Este colgante de hace apenas doscientos años, nos recuerda a la bulla egipcia, pero también a la griega y a la romana, tanto como a la piedra azul con la que los babilonios combatían en aojo. Teniendo los mismos colores que el Utchat: Negro y azul (el talismán de la imágen es propiedad del Museo Etnográfico de Castilla y León, al que agradecemos nos permita divulgarlo. La foto ha sido tomada del libro y catálogo del mismo museo: ENSERES, página 208).


JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, cuenta de collar fenicia con el dios ojo, hallada en Olbia y fechada hacia el siglo IV a.C. (perteneciente al Museo Nacional de Cagliari, al que agradecemos nos permita divular la imágen). En esta vemos la figura del ojo azul, que para los semitas era el símbolo del mal agüero (tal como aún lo es en varios paises herederos del mundo fenicio, donde se combate con esa pupila azul el Nazar -mal fario o envidia-). Como podemos observar, su relación con otros amuletos del aojo existentes hasta nuestros dias es directa, al igual que su origen desde el Utchat y las bullas egipcias es indiscutible. Cinco mil años de un mismo símbolo, para combatir algo que aun no sabemos muy bien qué es, pero que tantos aún hoy temen, y temieron.
ABAJO: Famosa piedra tallada contra el mal de ojo, de Leptis Magna (en Libia). En aquella figura un gran falo con patas a que a su vez tiene otro pene que pretende fornicar un ojo (que guarda un cangrejo). Tomando la figura del cangrejo como la de la enfermedad, podemos entender el significado de la extraña figura que posiblemente sugiere que el que solo piensa en el sexo y no tiene otra cosa en la cabeza, llega a fornicar sin temor a aquella enfermedad (del mal de ojo). Así, partiendo del peligro conocido que era la clamidiosis en la antigüedad y de cómo esta se contraía con enorme facilidad en los prostíbulos, podremos entender por qué los lupanares siempre se adornaban con alusiones a la protección contra el mal de ojo. Un aojo que no se trataba de un problema mágico, sinó que era una de las realidades de las prostitutas, quienes se infectaban de clamidia en su mayoría, contagíandola a sus clientes (y cuyos vástagos nacerían ciegos). Así, la ceguera tristemente se concebía como "un castigo" por los abusos sexuales cometidos: Un Mal de Ojo, cuya consecuencia más inmediata era la esterilidad (de no producir además la invidencia, o incluso la muerte).


Habiendo creado -personalmente- la hipótesis de que los escapularios, o las tan imprescindibles bullas (que no podían faltar entre los niños, en Egipto, Grecia o Roma), pudieron tener un efecto sanador, en razón a los óxidos de sus metales. Podemos comprender la importancia de gran parte de la joyería en la antigüedad, a la que no se le daba solo poderes apotropaicos, sinó que se consideraba teinían efectos sobrenaturales. De entre ellas, las gemas y los minerales, igualmente guardaban unas propiedades "alquímicas"; ya que en contacto con la piel (o bien al ser ingeridas, tras ser machacadas) podían sanar. Destacando entre las más beneficiosas contra el aojo, el carbón cristalizado (o azabache) se consideraba una de los más poderosos ahytentadores de la mala suerte. Tanto es así, que las higas y los amuletos más importantes del Camino de Santiago, antaño se fabricaron tanto como aún se hacen: En azabache (carbón cristalizado cuyas propiedades mágicas narran todos los tratadistas sobre mal agüero).

No vamos a resumir cuantas virtudes se cuentan de la piedra que llaman de "el Gagas", por cuyo color oscuro y brillo tanto se parece a la obsidiana, con la que los egipcios esculpían la pupila de Horus. Pero sí desearíamos dejar clara nuestra teoría sobre la relación entre el carbón y la protecciòn del mal de ojo. Entendiendo que tal aojo es en principio un mal médico, que puede protegerse con ciertos minerales y metales. Por lo que muy interesante sería recordar el "Ojo de Horus" que era este Utchat, cuyo dibujo y jeroglífico llegaba a traducirse por la Nación de Egipto. Parciendo claro que aquellos ojos eran los de todo egipcio, quienes entre los nobles llegaban a tatuárselos a la manera de Horus.

Pese a ello, es muy probable que este dibujo o contorno de los párpados, corresponda a un maquillaje comunmente usado por lo habitantes del Nilo; un rimmel puesto para proteger las cuencas oculares del sol, de la suciedad y hasta de enfermedades como el tracoma. De un modo muy semejante a como se sigue haciendo en paises con similares problemas de luminosidad y salubridad (como es el caso de La India); donde la falta de higiene, el polvo y las inclemencias del tiempo, unido a una fuerte luz, obliga a sus habitantes a usar el Kayal-Coal. Un rimmel hecho a base de grasas y carbón, que se unta en el pápado, perdurando varios días, e impide que la suciedad y el polvillo entre en el ojo (además de que disminuye mucho el grado de luminosidad, al cubrir de tono negro el borde de la cuenca ocular). Este remedio, que hemos usado y probado, es mucho más efectivo que cualquier gafas de Sol, y verdaderamente impide las conjuntivitis, a la vez que protege las cuencas oculares de la suciedad (que comunmente entra por efecto de la contaminación, o del viento). Igualmente, bajo el agua actúan estos carbones grasos, impidiendo que partículas de suciedad queden cerca del párpado y lo afecten a abrirlo (tras emerger). Siendo aquel el origen que consideramos es el del Ojo de Horus (o Utchat), símbolo de Egipto, con el famoso contorno de los párpados en negro (ver fotos recrea y cuarta al principio de la presente entrada).














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