miércoles, 24 de abril de 2013

EL HOMBRE-TORO DIOS DE LA FERTILIDAD Y ORIGEN DE LA MONARQUÍA -de "el frigianismo en la Cultura Ibérica", capítulo 9º (Parte LXXVIII de: "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo")-.

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ÍNDICE GENERAL: .Pulsando la siguiente linea azul se llega a un índice general del blog. En el que se contiene las más de cien entradas que hasta ahora hemos subido. VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/03/indice-de-entradas-con-algunas.html
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES. EN LA SUPERIOR: Sello conmemorativo de la fiesta de Moros y Cristianos de Alcoy; festividad que se celebra en esta semana de San Jorge y que traemos a nuestra portada -como primera foto-, con el fin de testificar nuevamente la permanencia milenaria de las costumbres entre las gentes del pueblo (al menos en nuestras tierras). Acerca de la antigüedad en los ritos hispanos, algunos de nuestros numerosos lectores nos escriben; preguntándonos si es en verdad posible que el mundo taurino ibérico pueda ser tan antiguo como exponemos en teorías propias. Extrañándose en ocasiones por la procedencia casi neolítica que damos a las corridas de toros. De tal modo, nos plantean si sería demostrable que los festejos taurinos fueran ritos o celebraciones de la primera Edad del Hierro -o incluso del Bronce-; lo que supondría, habrían permanecido entre nosotros durante más de dos o tres mil años-.
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Sin lugar a dudas creo que es así y como muestra tenemos infinidad de leyendas, mitos, ritos, cultos, esculturas y hasta menciones en las que veremos a los iberos luchando o venerando al toro (varios siglos antes de la llegada de Roma). Algo que no sucede tan solo con el culto al astado, ya que el recuerdo de su pasado se halla manifiestamente vivo entre muchos de los pueblos peninsulares; quienes siempre guardaron sus costumbres más antiguas. Recogemos en referencia a ello, el sello en imagen de las fiestas de Alcoy de Moros y Cristianos. Algo que muestra la pervivencia de la memoria en Levante, donde la Reconquista tocó a su fin durante época del Cid (hace casi mil años). Pese a lo que el recuerdo de las luchas y victorias frente a los musulmanes, se siguió celebrando hasta hoy. Para comprender la importancia de estas fiestas y su significado, nos bastará ver los numerosos festejos como este de Alcoy, en que las "peñas" de moros y las de los cristianos son hereditarias y familiares (divirtiéndose unos y otros con el triunfo o la derrota en la lucha de representan). Expresando ello mucho acerca del origen y significado de la celebración; que es de plena cordialidad entre quienes actúan como musulmanes o como católicos; festejando juntos la guerra que terminó hace mil años. Celebraciones patronales que se siguieron llevando a cabo por todo el Levante, pese a que el rey Felipe III expulsara definitivamente del territorio a todos los moriscos a comienzos del siglo XVII (prohibiendo cualquier manifestación de su religión o cultura).

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ABAJO: No hace muchos días igualmente se ha celebrado el "toro embolao" de Vejer de la Frontera; cuyo cartel recogemos en imagen inferior. En nuestras entradas anteriores vimos varios ejemplos de toros embolados en esculturas o efigies con más de mil quinientos años de antigüedad. Figuras o pinturas de astados con fundas en los pitones datadas en El Bronce (o a comienzos del Hierro); "embolamientos" que incluso llevaban algunos guerreros de igual época, quienes decoraban también con esferas los extremos de los cuernos que adornaban sus cascos. Estos hechos fueron los que nos obligaron a considerar que ya en la más remota antigüedad se daban esas tauromaquias de entrenamiento o ejercidio, en las que el bovino llevaba cubiertos los pitones para evitar dañar a quienes luchaban contra él (corriendo el toro, o recortándole).
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Todo ello hace evidente que también los guerreros dos mil años atrás pertenecientes a la cultura "nuraga" de Cerdeña, que lucían astas emboladas en sus yelmos; estaban inmersos en una cultura semejante a la nuestra, que practicaba ese tipo de "deporte" enfrentándose al astado con los cuernos protegidos. Civilización sarda que igualmente deificaba el bóvido -al que representan en numerosísimas esculturas-; y que de seguro "jugaba" con aquellos de manera muy parecida a como hacen aún en Vejer -o en decenas de pueblos hispanos donde corren toros embolados-. Ya que tal como expresábamos el enfundar los cuernos a los bovinos, tan solo puede tener dos motivos: En primer lugar, que el becerro sea de encaste (de peligroso y embiste); y en segundo término, para jugar o luchar con el morlaco, sin sufrir grandes daños (lo que sin duda alguna se utilizaba como un medio de aprendizaje, o de ensayo; para acrecentar el valor de las gentes o para ejercitarse en la guerra).

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Por los referidos hechos afirmábamos que -a mi juicio- los festejos taurinos hispanos tendrían sus raices en el mundo ibérico, en época prerromana, y más concretamente en tiempos muy anteriores al dominio de Cartago. Algo que puede demostrarse porque cuando Amílkar Barca comienza a conquistar nuestro terrirtorio fue atacado por los jefes peninsulares, quienes se sirvieron de manadas de Bovinos. Reyezuelos iberos que se oponían al general cartaginés y que para dañarle avalanzaron contra aquel toros con fuego. Batalla en la que los de Amílkar desconocían tal argucia; tanto que al ver a sus enemigos dirigirse hacia ellos con unos toros, tan solo les producía risa (hilaridad que pronto cambió por horror, cuando la manada de astados se les vino encima, en el momento que los iberos prendieron los carros uncidos a ellos y las teas que les habían puesto). Decenas de años más tarde, la misma técnica de ataque con vacadas, fué utilizada -valiéndose de sus mercenarios iberos- por Aníbal Barca (hijo de Amilkar, que había logrado salvar la vida en la emboscada con estampida de bueyes en la que murió su padre).
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A) INTRODUCCIÓN:
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Trataremos en nuestro artículo de hoy sobre el valor del hombre-toro como símbolo de la fertilidad y del monarca. Divo o protector del rebaño que como sabemos, idealizaba al pastor o al boyero, que en la antigüedad vivía entre grandes riesgos para lograr conservar, guiar y cuidar la vacada. Ello porque las reses estaban amenazadas de continuo por depredadores y -sobre todo- por los cuatreros. Por ladrones de toros y por animales que atacaban las manadas, que en Oriente Medio -o Mesopotamia- eran tan peligrosos como los leones. Felinos a los que debían hacer frente los mencionados pastores de vacas, a quienes se idealiazaba como ángeles custodios de los astados (en la forma de divos como Enkumi o Lamasu, on esa apariencia de bovinos con alas). Una labor de protección para la que pensábamos seguramente se tuvieron que servir de reses bravas, que conviviendo con los mansos podrían defenderlos (haciendo frente los de embiste a estos depredadores en caso de atacar la manada). Igualmente, para evitar el robo de ganado en los campos, consideramos que los boyeros hubieron incluir en sus vacadas una parte de toros bravos; siendo este un procedimiento sencillo que impediría a los cuatreros llevárselas -y ni siquiera a cruzar por sus campos a los extraños-.
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Acerca de los ladrones de ganado, sabemos que en nuestras tierras proliferaban desde los tiempos más remotos. Por su parte entre la fauna capaz de dañar reses, en España destacaban el lobo y el oso. Todo lo que pudo obligar a criar vacadas que se auto-defendieran en caso de ataques. Ello pudo ser el motivo por el cual el ganado de carne que se cria en nuestros campos fuera y es en gran parte bravucón. Perteneciendo las razas llamadas ibéricas (como la morucha, avileña y etc) a bóvidos con cierto encaste, que no permiten acercarse libremente a las gentes, ni menos son fáciles para guiar o robar. Por su parte, este hecho de haber mezclado bravos y mansos (conviviendo, o bien cruzándolos para dar cierto "peligro" a las manadas), explicaría cómo y por qué los iberos desde los tiempos más remotos pudieron tener enormes latifudios con numerosos rebaños. Grandes fincas y extensiones de terrenos pertenecientes a un mismo señor, cuyo tamaño llamaba la atención a los romanos; quienes se quejaban de esta injusticia social entre los hispanos. Hablando las fuentes latinas de que los iberos vivían en una Sociedad compuesta por unos pocos propietarios y frente a aquellos, una enorme masa de población pobre. Sistema muy preocupante ya desde los tiempos más remotos de nuestro país; tanto que los historiadores latinos argumentaban que ello era el motivo de los continuos robos (de ganado), de las guerras, de la anarquía y de los conflictos entre los habitantes de nuestras tierras.
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En mi opinión, para la conservación de esos grandes latifundios existentes desde los orígenes de nuestra Historia (sobre todo en la zona meridional); tanto como para evitar intrusiones, los robos, o la aparición de extraños en las grandes fincas. El método más sencillo hubo de ser este de criar manadas con reses bravas (soltadas por aquellas enormes fincas); tanto como mezclar ganado de embiste con los mansos (evitando así que entrasen a ocupar los terrenos, o a robar los toros). Todo ello puede hacernos entender -como dijimos- por qué la razas ibéricas de ganado de carne tienen cierta bravura, un hecho que no se da en el resto del Mundo (menos en Europa). Tanto como nos lleva a poder explicar por qué se mantuvo en los montes y dehesas españolas un animal tan fiero como el toro bravo (cuya peligrosidad es tan solo equiparable a la de los leones, o a las peores bestias salvajes).
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Siendo así, aquellos hombres que cuidaban del ganado, tendrían en la antigüedad una significación y relevancia social enorme. Primeramente por constituir un pilar fundamental de la economía, al abastecer de carne y pieles al grupo (base para la alimentación, la vestimenta, la creación de herramientas -y fundamento del mercado, hasta no hace tanto-). Pero también al controlar ganado bravo, esos pastores tendrían el valor de hacer huir a enemigos, a los ladrones y a los animales depredadores; todo lo que les atribuiría un halo de protectores de la Sociedad. Es decir que pudieron ser considerados con un rango similar al de los militares o gendarmes.
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Estos hechos que apuntamos, son los que -a mi juicio- configurarían una escala de valores por la cual el pastor (boyero cuidador de las reses), pudo ser un individuo de élite. Ello porque además de un rico hombre (que abastecía de alimento y pieles a las gentes), tendría como misión la custodia de las tierras y la vigilancia de lindes para que no entrasen en ellas extraños ni enemigos. Pudiendo asimilarse en categoría a un caballero (equestre) que con su valor conseguía con las manadas de reses de embiste, hacer huir a los depredadores, a los cuatreros, al enemigo y toda gente que podía dañar las poblaciones. Por cuanto aquellos pastores de bovinos, que ya vimos se representaban como divinidades protectoras del ganado (en la forma de un "hombre-toro"); simbolizaron una deidad que constituía el dios del valor, de la guerra, de la virilidad y (por ende) el de la fertilidad. Fertilidad que se identificaba con la fecundidad, y esta con la prosperidad y las riquezas.
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES. SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos fotografías de la mascarada que se celebra el primero de año en Silió -Cantabria-. Arriba, una tomada del Diario Montañés, al que agradecemos nos permita divulgarla -al igual que damos las gracias a D. José Caviedes por haber incluido un artículo sobre nuestra labor en Japón, en referencia a esta mascarada cántabra-. para los interesados en ello VER: http://www.eldiariomontanes.es/v/20130227/region/molledo/vijanera-llega-japon-20130227.html (1) .
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Festividad denominada la Vijanera y que creemos celebra las dos caras de Jano ("Bi-January". denominando así al periodo de la unión entre dos años -el mes de unión del Jano el bifronte-). Siendo una de las mas bellos "Carnavales", de los muchos que comienzan durante las Navidades en nuetras tierras -seguramente como recuerdo de las más antiguas Saturnales-. Fiestas cuyo sentido más antiguo fue venerar la fertilidad y la luz, ya que se llevan a cabo en el periodo que va desde fines de diciembre a primeros de marzo. Días en los que el Sol vuelve a renacer y en los que los campesinos esperan que llueva, nieve y haga un invierno benéfico, para que la cosecha sea buena. De ello, se hacían las mascaradas hasta los llamados en Roma Idus de Marzo, cuando antiguamente se decidía quienes deseaban o debían quedarse a trabajar el campo y quienes iban a servir a Marte (de ello el nombre del mes marzo, en el que se preparaban las campañas militares).

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Estas festividades que mencionamos, descienden directamente de las referidas Saturnales, de los idus y de las numerosas celebraciones de la fertilidad (donde las gentes adoraban a la tierra y la naturaleza para que les prodigara bienes). Entre ellas, las más conocidas hoy en día son los Carnavales, como ritos de la carne y de la fertilidad; pese a que en nuestras tierras hay múltiples celebraciones, que de Norte a Sur recuerdan este periodo en el que antiguamente se adoraba al dios de la luz y la fecundidad.

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Por lo demás, el totem de aquel demonio al que se pedía la fuerza y al que se deseaba vencer, solía simbolizarse en las fieras más terribles (o temidas). Un "daimon" que en la mayor parte del territorio español era sublimado en los toros; pese a que en las montañas del Norte se representaba con osos. Pues aquellas gentes cazaban al plantígrado de una manera similar a los hombres que se enfrentaban en la tauromaquia al astado -apenas armados y venciendo al morlaco simplemente valiéndose de sus artes, o con un estoque-. Así, en la cornisa cantábrica realizaban un rito semejante al del toreo llamado el "abrazo del oso"; consistente en acercarse hasta la fiera con un cuchillo. Animal que pretendiendo acabar con el hombre lo apretaba contra su pecho para matarlo; momento en que este mismo se clavaba ese filo que el cazador aguantaba fuertemente sobre su sí (apuntando hacia el de la bestia).

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Estos y otros motivos debieron identificar al oso con el totem de la guerra; de la valentía, la virilidad y con el valor; todo lo que le concedería el rango de "daimón" de la fertilidad. De un igual modo, los toros y sus toreros hubieron de ser el ejemplo del valor y de la hombría, algo que se unía al sentido de lo fecundo y lo masculino. Tanto, que en nuestras tierras al individuo con coraje se le define con una frase que indica que es prolífico en "testosterona" ("tener muchos co..."); de lo que explícitamente se entiende que valor y fecundidad son palabras y conceptos casi unidos. Abajo, fotografía de la Asociación de Amigos de la Vijanera, en su concurso fotográfico del presente año (agradeciendo nos permitan divulgarla) (2) .

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En mi opinión, el investigador de lengua hispana que mejor ha estudiado el significado de la fertilidad unido al toro en la Antigüedad, seguramente es Cristina Delgado Linacero. Autora que venimos citando en la mayoría de las entradas en que tratamos sobre tauromaquia, habida cuenta que sus trabajos acerca de este tema son inigualables. En referencia a ello, nos explica esta experta que hace miles de años, la característica que identificaba y simbolizaba el poder, la fertilidad y el valor (en el hombre y entre los bovinos) era la capacidad de procrear. Tanto que la castración significaba la pérdida absoluta de libertad; lo que para el astado suponía convertirse en ganado de carne -o de carga- y entre los humanos, ser esclavizado en la más baja categoría. Expresando esta idea la referida investigadora, en un epígrafe que intitula LA CASTRACIÓN COMO PÉRDIDA DEL PODER; donde escribe: "La sacralidad del toro como fuente de fertilidad se convirtió en la encarnación de la virilidad deseada por hombres y dioses". Tras ello, narra en esta parte de su estudio los diferentes mitos que hablan de la eviración y derrocamiento de un dios (en las religiones antiguas). Destacando la historia de Cronos, deidad que tras haber sido castrado, era identificado con el grueso y pesado buey, manso y estéril (como símbolo del esclavo). Animal que en nada podia compararse con el esbelto y fuerte toro en que se figuraba al guerrero o al noble -por cuanto la pérdida de los testículos se asimilaba con el derrocamiento o la esclavitud de los pueblos y las gentes- (3) .
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Una visión muy semejante a la anterior expresa Fernández Truhán, que escribe cómo desde los primeros tiempos el astado fue unido a la fecundidad; por su bravura, fuerza, y por su abundancia y su riqueza en carnes (4) . Siendo así como afirma E. Casas Gaspar que "la lucha con el toro fue en sus orígenes un rito agreste", basado en la fertilidad de las reses y de los campos (5) . Sobre este significado recogíamos ya cuando hablamos de Mitra el sentido de la res que este dios sacrificaba; un simbolismo que magníficamente expresaba Cossio en su obra "Los Toros", escribiendo: - "...cuando Mithras ha que capturar al toro escapado, del que tienen que surgir los torentes de fecundidad y energía (... ) Entonces sucede el milagro y de la sangre y cuerpo de la res sacrificada nacen todas las plantas y vegetales saludables que cubren la tierra, de su carne nace el cereal y de su sangre la vid; aunque el mal envía a sus inmundas especies a picar y emponzoñar su carne y su sangre: Picando el escorpión, la hormiga y la sierpe su cuerpo (los genitales) como símbolo del emponzoñamiento del animal sacrificado. Pese a ello, de su cuerpo nacerán todas las especies animales, gracias a la protección de la luna y el alma con la ayuda del perro asciende a los cielos; allí bajo vive con el nombre de Silvano, el guardián de los rebaños" (6) .
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La última cita identifica al perro de Mitra con el guardián de los rebaños, lo cual ya nos centra en el entendimiento de aquel dios italo-romano denominado Silvano que se tenia por el protector de las cosechas y de los campos (tanto como de los animales). No hace mucho recogíamos algunas citas de autores latinos que explicaban cómo para el bien los rebaños había que invocarse a este Marte Silvano, un dios que Cristina Delgado Linacero identificaba con el de los bosques y de las reses (en especial del toro). Deidad que por otra parte era homenajeada en los meses de Marte (marzo); días en los que diversas celebraciones y fiestas cantaban al campo, a los cultivos y sobre todo a la fertilidad y a la fuerza de Silvano. De ello la identificación de aquel Marte "silvestre", con el cuidador de los rebaños o con el boyero, tanto como la de todos ellos con el perro de Mitra (al que dijimos, el mito denomina Silvano).
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De cuanto hemos expresado y como considero a Mitra una versión anatólica ("moderna") del antiquísimo mito sumerio de Gilgamesh (el dios-rey que igualmente mataba al toro del cielo, liberando de ese modo a su pueblo de los horrores que aquel monstruo cornúpeta provocaba). Ello nos lleva a concluir personalmente -y en teoría propia- que el perro de Mitra pueda ser el mismo personaje (idealizado) que el hombre-toro Enkidu. Divo mitad humano y medio astado, que ayudaba a su rey a liberar a la Sociedad del monstruoso animal en forma de uro (del daimón). Considerando la leyenda que este inseparable amigo de Gilgalmesh era en sus orígenes un pastor salvaje que habitaba en los montes y que vivió cazando en su juventud, hasta que fue llevado a la corte. Lugar donde tras ser civilizado y gracias a su fortaleza, se convierte en el gran colaborador o ayudante del monarca Gilgamesh. Marchando los dos juntos a una expedición cuyo fin era lograr matar al toro del cielo. Un uro gigante con el que finalmente acabarán, liberando así a su pueblo de este horrible ser; pese a lo que tras ello Enkidu habrá de morir como castigo.
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Mito descrito que personalmente creo es el antecesor directo del de Mitra, tanto que ambos en mi opinión narran una cosmogonía de cambio del calendario lunar al lunisolar (simbolizádose en el de Gilgamesh el toro del cielo al igual que en el Mitra como la muerte de la noche, tiniebla que acaba el día con menos luz del año). De tal manera, los cuernos del buey mitraico y los del terrible astado que asolaba al pueblo de Gilgamesh, serían las fases de la luna; cuartos con los que no se podía calcular correctamente el año sideral (todo lo que incapacitaba para la agricultura, sin tener la información necesaria para preparar las labores agrarias). Significando la muerte de aquel buey celeste -a mi juicio-, la creación del calendario babilónico lunisolar, que regulaba perfectamente los ciclos, basándose en ambos astros. De ello que -como hemos dicho-, Mitra sacrificase al bovino el 25 de diciembre (la noche más larga del año); que como el toro del cielo que matan Gilgamesh y Enkidu, significaría el dominio de los periodos y sínodos astrales -gracias a los que se puede organizar una sociedad basada en la agricultura-. Aunque también tendría un sentido unido al mundo ganadero y nos hablaría de los pastores boyeros; aquellos "hombres-toro" capaces de dominar a los astados, de enfrentarse a los toros y de acabar con las fieras salvajes (labores que se unen en Enkidu o en el perro de Mitra).
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COMENTARIO A LAS IMÁGENES: ARRIBA, diseño del III milenio, procedente de Ur, que representa a Gilgamesh entre dos toros (parte de un arpa, perteneciente al Museo de Filadelfia -al que agradecemos nos permita divulgar la foto-). En Mesopotamia, desde los tiempos más remotos el rey era concebido como un bos; iconografía que se extendió por las áreas de influencia de esta civilización -desde el IV al I milenio a.C.-. Posteriormente a esos primitivos monarcas-buey serían divos como Gilgamesh (y más tarde Mitra) quienes sustituyen la figura de un gobernante encarnado en un bóvido, por la de un monarca que domina o acaba con el uro salvaje. Seres en los que se representa indistintamente a Enkidu o al "señor de los animales", que como dijimos se trataban del "divino custodio" del rebaño -quien guardaba los bienes del grupo-. En la taracea en piedra que vemos en imagen, el dios central se corresponde con ese custodio llamado comunmente Tammud (encarnado igualmente en Enkidu y en Gilgamesh) caracterizado con su cinturón, su peinado y su desnudez.
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Es esta figura mítica -sin duda alguna- el antecedente más antiguo de Heracles, de Hermes (y hasta de Jasón), dioses de la prosperidad y del ganado que curiosamente entre los griegos eran cuatreros. Mientras en Mesopotamia, los divos como Tammud fueron cuidadores de reses y arriesgados boyeros (jamás ladrones). La identificación en Grecia del héroe de la prosperidad y de rebaño con quienes robaban toros, creemos que procede -tal como hemos explicado- de leyendas como la de Hércules, que describían de forma sublimada a los ciudadanos griegos que lograban comerciar e importar los metales, origen de la riqueza y por ello simbolizados con los bueyes. Navegantes y mercaderes que conseguían para la Hélade oro, plata y cobre, de forma baratísima, taido desde las zonas más remotas (como nuestras tierras). Unos "hercúleos mercaderes" que importaban para los griegos los preciadísimos metales a un precio muy bajo. Todo lo que se simbolizaba en el hurto de los rebaños; ya que que como hemos repetido en nuestra interpretación de la leyenda, el buey era la medida pecuniaria del cobre o el bronce (el talento). Ponderales y valores monetales que se estimaban y acuñaban con la efigie y formas del toro -en lingotes pellejo de bos, en talentos o ases en que figuraba el animal y cuyo precio se tasaba con este "patrón bueyes"-.

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En lo que se refiere a la imagen sobre estas lineas, la actitud que en ella tiene Gilgamesh no es tanto la del cuidador de ganado y se relacionaría más bien con la del domador o domesticador, a quien las bestias adoran (tal como realizan los perros con el amo). Ello explicitamente indica que se trata de un "señor de los animales", figura que hemos estudiado repetidamente y que se relaciona con las "Potnias Theron" griegas. "Señoras de las bestias" que como vimos se trata de un culto de origen neolítico y nacido desde aquellas mujeres que consiguieron domesticar los animales miles de años atrás. Amas que se representan como madres dominando fieras, como diosas sujetando sierpes, en forma de damas, entre dos pájaros o en medio de peligrosos mamíferos. Divas que simbolizaban ese poder de la mujer para domar o hacerse con la voluntad del animal al tomarlo desde su nacimiento y convertirse en su segunda madre (su ama). Siendo la de una Potnia Theron la postura que guarda el Gilgamesh que observamos entre dos toros androcéfalos en la foto superior. Por lo demás, la desnudez que presenta el genio central y la iconografía de los bóvidos a su lado -que tienen cabeza humana-; nos habla del sentido sexual de la escena y del dios. Rito o culto de fertilidad que en mi opinión se basaba en que la fecundación de los toros y de las vacas se realizaba a través de la intervención del ganadero. Unos pastores de reses que cuidarían para que tan solo los sementales elegidos pudieran cubrir la vacada, escogiendo los mejores o más capaces, separando las reses en épocas de celo y procurando siempre una buena concepción y el buen parto.

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Esta necesidad de elegir entre los bóvidos más fecundos y mejor dotados, es una circunstancia que marca todas las sociedades basadas en el ganado; ya que sus pastores han de ir separando entre ellos los mejores padres y, de manera muy especial, al macho semental (que cubrirá a las hembras). Vacas que a su vez son cuidadas e igualmente seleccionadas, para ser fecundadas normalmente con la ayuda del hombre; quien interviene en la concepción de los chotos, con el fin de que aquellos nuevos becerros que nacen vengan en las mejores condiciones. Estas técnicas de reproducción "ayudada" (o controlada), tanto como la elección del macho y de la hembra -para ir mejorando la especie en cada generación- es el motivo por el que creemos se une la figura del domador y cuidador del ganado, con el del dios de la fertilidad. Por su parte, la buena selección y reproducción de la especie, fueron trabajos depurados en el Neolítico, etapa en que las gentes a través de la intervención en la fecundación de los animales consiguió crear las nuevas especies domésticas. Unas razas "artificialmente logradas" de toros, cabras, ovejas, perros y etc.; que se perfeccionaron durante miles de años y en sucesivas generaciones controladas por el hombre, llegando a generar los distintos tipos de animales de granja -que en el caso de los bovinos hizo nacer desde esos bos primigenium salvajes, las vacadas actualmente existentes (de carne, de leche, de tiro y hasta de embiste)-.

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Las Sociedades basadas en esta economía de rebaños tuvieron como característica seguir un método de selección parecido entre los hombres; considerando que las condiciones humanas también eran puramente genéticas, por lo que "la mejora de la especie" igualmente se había de conseguir de manera hereditaria (no educacional). Lo que suponía que el más perfecto -duro o resistente- tenía derecho a fecundar varias mujeres; de tal modo y valorando que los mejores eran los más fuertes y valientes, concedían ese privilegio a quienes tras ir a las guerras lograban retornar victoriosos. Con ese sistema de "mejora de la especie" fueron teoricamente "superando genéticamente" a las generaciones anteriores; formándose así las familias importantes encabezadas por los hombres que volvían tras el triunfo en la batalla (quienes normalmente tenían derecho a varias mujeres). Lo que relatamos es -a mi juicio- el principio del concepto de nobleza como sentido primigenio. Idea que concibe el derecho a gobernar una Sociedad porque la fiereza, el valor y la fortaleza son hereditarias; de lo que el descendiente de grandes guerreros ha de ser un magnífico soldado (tal como el hijo de veloces caballos debe ser campeón en las carreras o el toro de embiste saldrá muy bravo si procede de fieros padres).
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Los hechos que explicamos en el mundo de las reses bravas se conocen perfectamente y se denominan "tener casta", y ello debió ser el principio de la creación de un estamento militar hereditario. Una clase social guerrera transmitida de padres a hijos, que al organizarse de manera endogámica y al unificarse bajo un mismo mando, generaría las primeras monarquías. Desde este sentido se comprende que el origen de la realeza se identificase con el mundo de la ganadería y más concretamente con el del toro el los tiempos más antiguos (principalmente en Mesopotamia). Hecho que en mi opinión procedería de que la bravura de los bóvidos es indiscutiblemente hereditaria; tanto que de mezclar una hembra completamente mansa con un toro de encaste, el hijo embiste (siempre). Todo lo cual también explica el sentido sexual de estas figuras relacionadas con los pastores o custodios del ganado, que siempre aparecen desnudos y tan solo ataviados con el cinturón.
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EN LA IMAGEN BAJO ESTAS LINEAS: Cinturón del famoso Tesoro de La Aliseda, hallado en esta población de Cáceres en 1920. Ajuar tartessio del Periodo Orientalizante (circa siglo VII a.C.) entre cuyas piezas se halla este curiosísimo cinto, adorno de carácter tipicamente anatólico y de Asia Menor. Es una obra de orfebrería con un diseño en granulado (muy semejante a los fenicios) donde se halla representado Gilgamesh luchando contra el león. En la parte inferior de la izquierda nos hemos atrevido a resaltar con perfil negro la imagen de este Hércules mesopotámico (o semita) que pelea contra el felino, tal como luchó Heracles con el de Nemea (aunque en el mito de Enkumi, Gilgamesh acaba con el terrible toro). Siendo como sabemos este rey de Mesopotamia identificado con el dios de los animales -antes llamado Tammud-, la personificación de la prosperidad y del guardián de los rebaños; quienes se enfrentaban contra los depredadores para salvar su ganado.
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Muy importante es la aparición de esta deidad del ganado -"señor de las bestias"- luchado contra el león, en tierras ibéricas y en Periodo Orientalizante (circ. siglo VII a.C.). Lo que deja de manifiesto la plena conexión entre nuestra Península y las de Anatolia y Oriente Medio, desde donde llegaría la imagen del héroe que se enfrenta al felino. Un victorioso dominador de las fieras, antecesor de Hércules y divo por cuanto representaba el hombre que acababa con el daimón totémico. Demonio representado en el león que resultaba el depredador más peligroso para el ganado (añadiremos que los felinos eran inexistentes en tierras de Iberia en épocas prerromanas, pese a que se representaron continuadamente, como un dios funerario o daimón de la fuerza y seguramente debido a la influencia anatólica -a mi juicio neohitita-)
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B) EL CONCEPTO DE NOBLEZA Y DE MONARCA PROCEDENTE DEL TORO:
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Al iniciar este epígrafe, de nuevo hemos de hablar de Cristina Delgado Linacero, quien en uno de sus magníficos libros dedica un capítulo enteramente al tema que tratamos, al que intitula "La Sociedad de las vacadas" (7) . Donde comienza describiendo como en la antigüedad no se concebía un orden sin un rey establecido; monarca que estaba ligado a la riqueza y esta a su vez a la importancia del ganado vacuno. De ello, en esos tiempos primigenios se representaban los gobernantes con los atributos del toro y de la vaca (en sus coronas, e incluso en sus cuerpos). Por lo que consecuentemente escribe que: "el toro salvaje convirtió a esa especie en la que más adecuada para sus comparaciones. Las tiaras reales empleadas en Anatolia, Levante y Mesopotamia, se adornaban simbólicamente con astas de bovino" (8) .
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Unos tocados que permanecen con este diseño durante milenios y que en Asia Menor podemos observar desde Ur hasta en el periodo aquemenide (tanto como en Mitani y entre los neohititas). Siendo muy detacable que aún en el recinto amurallado de Persépolis los guardianes de las entradas se representen como toros alados, luciendo en sus cabezas esas "gorras" con forma de pitones. Por lo demás y a título personal diremos que en mi opinión los famosos eslabones de corona del tesoro de El Carambolo, probablemente pertenecían a este tipo de tocado oriental (cubriendo la cabeza con un "sombrero" -o turbante- que recogería el pelo; gorro que sería rematado con las piezas de oro de El Carambolo que posiblemente se adornase también con cuernos -de una forma similar a las tiaras persas de igual época-).
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Consecuentemente con lo referido anteriormente, monarcas como Hammurabi se autodenominaban como "el pastor del pueblo", un apelativo que también se daba al faraón. Apuntando Delgado Linacero que: "También en la Grecia micénica los reyes fueron conocidos como `pastores de hombres´" y en la península Ibérica existió tanto el mito de Gerión de Tartessos, como la "leyenda" del lusitano Viriato; reyes o caudillos "que trabajaron en el oficio de pastor" (quizás en preludio o signo a su posterior misión de jefatura) (9) . Añadiendo la experta en temas taurinos que fue tal la identificación del boyero y de las reses, con el monarca -o con el sacerdote supremo-, que los cayados y los báculos pastoriles se hicieron pronto símbolos de la soberanía heredada por los dioses. Comentando también que curiosamente los "reyes hititas utilizaron el cayado de forma invertida" ; quienes incluso empleaban el apelativo de pastor para el Sol como guia de los humanos (10) .

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ARRIBA: Dibujo repasado y reforzado sobre una lámina con un sello cilíndrico donde vemos el dios del ganado, según un modelo existente en el Museo Nacional de Irak -en Bagdad- y del III milenio a.C.. Como podemos observar, este guardián de los toros que defiende con su daga las reses es casi igual al de Gilgamesh que aparece en el cinturón de La Aliseda (ver imagen superior a esta). Todo lo que indica un culto muy semejante a un divo protector del ganado entre los tartessios y los mesopotamios o los anatolios; gentes para los que la vacada era tan importante como su propia Sociedad. De ello se comprende que uno de sus más benéficos divos fuera este que procuraba el bien a los toros. Una figura que hemos asimilado con los boyeros o mayorales; pero también con los toreros, por cuanto aquellos que consiguieran dominar las reses bravas para introducirlas y mezclarlas entre el ganado manso, podrían proteger los rebaños de depredadores y ladrones (y a sus tierras de los enemigos).
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ABAJO: Bocado de caballo tartessio procedente de Cancho Roaño (Zalamea de la Serena), fechado en Periodo Orientalizante y expuesto en el Museo Arqueológico de Badajoz -al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. Como podemos ver, su diseño es muy similar al de la "diosa de los ánades" del bronce llamado Carriazo; una diva que aparece sujetando dos patos con sus manos. En este caso son caballos lo que porta este "domador de equinos" entre sus brazos, figurando claramente como un "señor de los animales". Divo de las bestias perfectamente identificado con los dioses de este tipo existentes por todo el Egeo o en Asia Menor durante la Edad del Bronce (y la primera del Hierro). Un "señor de las bestias" que claramente se parece a los guardianes del rebaño, pero en un culto que esta vez y en Cancho Roaño (yacimiento sito en Zalamea de la Serena), se dedicaba al caballo. Animal imprescindible para el cuidado y manejo de los toros (fundamentalmente en el de los bravos), cuyo custodio entre los tartessios debió ser este domador que figura tomando dos de ellos por sus riendas.
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El Diseño de este precioso bocado es totalmente orientalizante y nos recuerda a múltiples figuras de Asia Menor en los mismos siglos VIII y VII a. C. (sobre todo de Creta y Chipre), indicando una vez más la unión entre las costumbres y religión tartessias con las de Oriente Próximo. Creencias que veneraban al "señor" o a la "dama de las bestias"; una Potnia Theron (en el caso de diosas) que eran las divinidades fundamentales del Egeo y que se representaban sosteniendo serpientes, ánades o todo tipo de animales -principalmente peligrosos-. Unos cultos que veneraban a las gentes y a las épocas en las que el toro o el caballo fueron domados y domesticados. Años del neolítico o de la Edad del Bronce, en que los pueblos que comenzaron las civilizaciones educaron o amansaron los animales y los convirtieron de ese modo en bienes preciadísimos -cambiando así por completo el curso de la Historia y adorando entre ellos a las especies más útiles o temidas, tanto como a sus domadores-.
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Acerca de esta sacralización del buey y de su simbología como monarca -o como noble- creemos en teoría propia que se debe no solo al valor de las reses como una propiedad (bienes en los que se basaba la economía y el progreso social por entonces). Sino más ciertamente al carácter hereditario transmitido en los genes de aquellas reses, animales que se cuidaron en sus cruces durante milenios, logrando así obtener los mejores especímenes por su calidad de carnes, su mansedumbre y fuerza para el tiro -o bien para el embiste (en caso del "ganado de guarda")-. Características genéticas que en el toro se ven y mantienen de manera indiscultible, tanto que el hijo de bravo será siempre fiero, del mismo modo que el vástago de aquellos otros de gran mansedumbre, heredan la cobardía del progenitor. En otros muchos animales domésticos, estas cualidades también se transmiten de padres a hijos, pero no se observan de una manera tan destacada y evidente como sucede entre los bovinos. Astados que bastará cruzar uno de leche con uno bravo, para obtener descendientes que embistan y que den buena leche; todo lo cual haría deducir rápidamente al ganadero que la genética es la mejor manera de mejorar las especies.
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Esta idea que parece insignificante, ha marcado los rasgos culturales de las civilizaciones de criadores de bovinos; quienes han creido firmemente que el perfeccionamiento y el avance del hombre se puede lograr también por procedimientos genéticos (como sucede entre los toros). Tal ha sido su predicamento que sin lugar a dudas fue el motivo que generó diversas teorías de superioridad racial; algunas de las que surgieron en periodos tan tardíos como el siglo XIX. Ideas de la "pureza de sangre" en el hombre, que expandieron tristes ideologías y que llegaron a alimentar las peores prácticas políticas del siglo XX (culminando en devastadoras guerras). Teorías que nacen hace miles de años entre estos pueblos cuyo origen fue precisamente de pastores y ganaderos; quienes se internan en Europa durante la Edad de Hierro. Unas gentes llamadas por la arqueología indoeuropeas (o celtas) y que se autodenominaron arios (como recuerdo de las culturas indoarianas que les antecedieron). Personas que influidos por sus orígenes ganaderos, creyeron que tenían base científica sustentable para creer en esa superioridad de aquellos que habían sido seleccionados en su reproducción y perfeccionados durante generaciones -como las reses-. Logrando con ello nacer más perfectos y mejores (rubios, altos y fuertes).
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Tal como expresamos, esta es una idea antiquísima que de seguro se produce entre las civilizaciones dedicadas a la cría de vacuno, para quienes el semental y la selección de los ejemplares para la reproducción es importantísima. Tanto como pueda serlo para el agricultor la buena semilla, trabajar bien la tierra, la siembras, la recolección en época correcta, o el buen regadío. Todo lo que hace de las culturas basadas en la agricultura, un compendio de estudios sobre las labores del campo, de los métodos de trasiego de agua, o de conocimientos botánicos (e incluso astronómicos, para controlar las épocas de labores). Mientras aquellos pueblos dedicados a la ganadería de reses debieron cuidar la mezcla de sus ejemplares con esmero, tanto como evitar que los rebaños y sementales les fueran robados -o atacados por depredadores-. Cuanto nos hace comprender el modo de vida y la escala de valores de estos pueblos indoeuropeos, de los cuales procedemos en su mayor medida los que habitamos nuestro Continente. Una Europa que desde la expansión del hierro, fue poblándose se nuevas gentes que traían el reciente metal y que fundamentalmente procedían de Asia Menor. Indoarianos (celtas) que en su mayor medida se habían dedicado al pastoreo de bueyes y a la trashumancia; en un continuo errar y con un modo de vida, que les permitió ir poco a poco avanzando y haciéndose con todo el territorio europeo -semideshabitado por aquel entonces (entre los siglos XII al V a.C.)-.
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Para finalizar lo que comentamos acerca de los indoeuropeos, añadiremos que estos nuevos dueños de lo que se denominó Europa, importaron muy diferentes costumbres a las que hasta entonces aquí hubo -casi todas relacionadas con su oficio de ganaderos-. Adueñándose así de estas tierras que la historia legendaria narra fueron "robadas por un toro" (el rapto de Europa); probablemente indicando ese "secuestro mítico" la ocupación del Continente por gentes recién llegadas y dedicadas a la cría de bóvidos. Unos pueblos que asimismo importaron el pàtriarcado con unos nuevos dioses masculinos, en la figura de un Iu-Piter (padre de la Unión), Zeus (el dia, la luz, el deus), Teut-hates (padre de todos) o Hades (pater). Tanto como impusieron los sistemas sociales que mencionamos basados en la genética masculina y hereditaria; siendo aquel el origen de la nobleza. Una aristocracia guerrera que se establece de manera trasmitida, basándose en los mencionados motivos genéticos; por los que consideraban que el descendiente del mejor y más bravo toro, sería el más fiero y fuerte de todos. Todo lo que tal como decimos, una vez constituidas las sociedades organizadas, de tipo patriarcal -en clanes célticos-, creó las monarquías hereditarias (basadas en esta idea de perfeccionamiento del hombre a través de la endogamia entre los victoriosos en las batallas).
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ARRIBA: El "señor de los animales" también identificado como el dios "cernunos" entre los celtas, según aparece en el Caldero de Gundestrup (fechada entre los siglos II y I a.C. y propiedad del Museo Nacional de Dinamarca, al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Esta crátera de plata cimbria que repetidamente hemos estudiado, representa deidades que podemos identificar con cultos de tipo persa o anatólicos. Entre ellos se encuentra este "amo de las bestias", que sin duda sujeta animales ajenos a la fauna del Norte de Europa, pues tiene en su mano un gran ofidio que parece una boa (o serpiente tropical). Tales grandes sierpes se identicaban con un tipo de Cronos, por cuanto sus anillos y giros simbolizaban el tiempo y en el movimiento del Universo. Siendo entre los mesopotámicos el totem de la terrible Marduk que provocaba las tormentas, al igual que lo fue para los israelitas el gran ofidio que generaba la tempestad (Leviatán). Todo lo que los griegos reflejaron en aquella Pitón que mató Apolo y que este dios enterró en el templo al que dió su nombre; pese a que antes allí se rindió culto al reptil, monstruo que entre los helenos llamaron Tifón (que para los egipcios era Set en el cuerpo de Apofis, la enorme sierpe).
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Con su mano derecha este dios sujeta el torques, símbolo de la corona y solar entre los mazdeistas, todo lo que describe que claramente el Caldero de Gundestrup contiene cultos persas (costumbres que guardaban muchos pueblos celtas). Además, luce otro torques-collar igualmente en su cuello y en la cabeza, dos desmogues de ciervo. Animal que hay a su derecha, sobre el que existe un toro de enormes pitones; res que parece por sus características salvaje o brava (posiblemente un uro). A su izquierda hay un lobo (o perro) que le olisquea y sobre ese se halla un león, felino que nos obliga a pensar en la unión entre el mundo de Asia Menor y Dinamarca (en estos siglos II y I a.C.). Por lo demás, los cuatro animales que se sitúan alrededor del dios son claramente totems de la fiereza o de la libertad; estando los carnívoros a un lado y los herbívoros al opuesto.

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ABAJO: Señor de los animales, de Karkemish (hacia el 1300 a.C.) de un modelo existente en el Museo de las Civilizaciones de Ankara. En esta representación que he recreado a ordenador podemos ver un ser casi igual al que hay en el Caldero de Gundestrup. Deidad que sujeta en este caso un felino con la mano, mientras está rodeado de diversos animales salvajes (entre los que también se halla el ciervo y el león). Todo lo que demuestra el origen anatolio de las religiones que llegaron a Dinamarca (al menos las del siglo II a.C.). Por su parte, este señor de los animales es el mismo tipo de culto que el de las Cibeles y las Artemisas (aunque masculino), divos de carácter telúrico, relacionados con el mundo de la minería yla fertilidad -ctónicos-, cuya veneración se remonta a los tiempos en que se domesticaron las bestias y se descubrieron los primeros metales.

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C) DIOS DE LA FERTILIDAD EN LA ANTIGUA MESOPOTAMIA Y ANATOLIA:
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En consecuencia, como los reyes "imitaban a los dioses" y aquellos procedían de los bóvidos, en Mesopotamia existía una diada presidida por Anu (el toro salvaje) y Enlil, el bien. Padre e hijo unidos, aunque el primero -Anu- era concebido como el dios de los desastres naturales, de la fuerza y de los cataclismos (11) . El becerro terrible que sin duda alguna hemos de equipararlo con el toro del cielo que eliminan otros dos personajes de la misma civilización -que sobradamente ya conocemos: Enkidu y Gilgamesh-. Por cuanto decimos, la gran mayoría de las deidades y monarcas de Mesopotamia comunmente tomaban nombres y figuras de toros; imitando todos a este primer creador, bos del horror y llamado "Anu"; cuyo apelativo era el de "toro fiero" y "el fecundo bóvido de raza". Un horroroso buey cuyo mugido provocaba la tormenta, aunque su semilla hacía crecer a los vegetales. Por su parte, su hijo Enlil (al que se identificaba con el bien), fue el dios más importante para las gentes del Tigris y el Eúfrates; pese a que heredó los apelativos taurinos del progenitor tanto como sus facultades de divo de la fertilidad. Teniendo por su parte otro hijo "Anu" llamado Enki, que regía el flujo de las aguas dulces, mantenía limpios los rios y las marismas, mientras enviaba las lluvias al desierto (12) .
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Todo cuanto arriba hemos ido recogiendo, expresa el valor de el bóvido entre los mesopotamios, idealizado como la fuerza del torrente y de las aguas, a la vez que simbolizaba la fertilidad. Una fecundidad por medio de la humedad que en el desierto viene en forma de lluvias torrenciales. Por ello cuando esos tifones se producían la misma riqueza llegaba junto al peligroso flujo del "bos salvaje", que en la lucha entregaba su carne y sus pieles, como el cielo del que manaban las aguas en la tormenta (siendo ello los pilares de la economía mesopotámica, basada en la agricultura y en el agua y su dominio, tanto como la cria de bóvidos). Considerando muchos autores que estos rituales proceden de épocas muy anteriores y concretamentre de la zona de Anatolia. Situándose su origen en el yacimiento neolítico de la actual Turquía, llamado Catal-Hüyük; donde repetidamente hemos dicho se adoraba a los toros como dioses de la fertilidad ya desde el VII milenio. De tal manera, las conocidas cabezas de buey con las que decoraban los templos de ese recinto se dedicaban a una diosa madre (señora de los animales), que tomaba de ellas su poder y fuerza. Ya que aquella maternidad (antecesora de Cibeles y representada sobre leones), paría un toro que simbolizaría el príncipe y que se adoraría en la forma de esas testas taurinas, que están modeladas en barro y cubiertas de yeso.
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Un mismo significado y ritos muy parecidos se hallaron en las tumbas de Alaca-Hüyük (2400 al 2200 a.C.) donde aparecieron junto a las decoraciones de bucraneos, restos óseos consumidos en banquetes rituales y esculturas de toritos sagrados (lo mismo que ocurre en el yacimiento de Tel al Hallaf) (13) . Relacionándose todos estos templos con las deidades de la fertilidad de Mesopotamia, que fueron llamados NINHURSAG y que era adorados en lugares igualmente plenos de toros y vacas (como dioses de la fecundidad). Siendo curiosamente sus santuarios granjas de vacunos, como el famoso de El Obeid, que ya en el 2500 a.C.  constituye en uno de los centros más importantes de peregrinación. Templo donde se elaboraban los productos lácteos más refinados (mantequilla entre otros), para cuya fabricación a gran escala se usaban esclavos a los que tristemente estos pueblos sacaban los ojos con el fin de dedicarlos a labores como esa (batir leche por el resto de sus días). La fama de sus santuarios era tanta que entre los títulos del monarca estaba el de "alimentado por leche de Ninhursag" y aunque ello nos parezca absurdo es una seña de identidad de estos pueblos ganaderos, para los que la altura corporal y la fuerza era fundamental; fortaleza que adquirían gracias a tomar grandes cantidades de productos lácteos (14) .
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Las diosas de la fecundidad que en su mayoría se representaron durante el neolítico en la efigie de una vaca (evidentemente por la relación entre la leche y la nutrición), culminan posteriormente en una serie de deidades que durante la Edad del bronce son las que presiden el panteón de los pueblos de Asia Menor, Oriente Medio y Egipto. Destacando entre aquellas las dos grandes divinidades femeninas del Nilo, también identificadas con el bovino, debido a la unión entre maternidad y este animal -tanto como a la simbología de los cuernos con los crecientes de la Luna-. Por su parte, la unión del satélite terrestre y de sus fases con los pitones de un bóvido, generarán la figura de la Ishtar babilónica; diosa que como su nombre indica representa ya una de las formas de Venus (como la estrella -Ishtar- o luz que guia). Siendo aquella la misma que Astarte, versión canaanea de la anterior y que luce un peinado Athórida (como diosa que desciende a su vez del mundo egipcio). Pelo que sigue las formas de la vaca Athor que como sabemos fue la diva faraónica de las artes, de la danza y sobre todo de la belleza y de la sexualidad. Todo lo que ya nos deja en posición de comenzar a comprender el significado sexual de los toros, tanto como de estudiar la figura de Astarté entre los tartessios. Lo que trataremos en nuestros futuros artículos.
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ARRIBA: De nuevo las cabezas de toro de Çatal-Hüyúk, tal como las expone el museo de las civilizaciones de Ankara (al que agradecemos nos permita divulgar la imagen).
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ABAJO: Pequeña figurita con forma de Athor perteneciente un brasero o lampadario hallado en El Coronil -fechada en el siglo VII a.C. y propiedad del Museo Arqueológico de Sevilla, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. En uno de los lados de la foto hemos marcado en rojo el peinado y las características del tocado de Athor; diosa egipcia de la fertilidad que luce un cabello en forma de cuernos (o crecientes) y cuyas orejas están dispuestas como las vacunas. Siendo aquella la protectora de las parturientas y de quienes criaban hijos, tanto como la patrona de las artes y de la belleza. Diosa que se asemeja plenamente a la Ishtar de Babilonia y a la Astarté de los fenicios. Por cuanto muy dificil sería afirmar que estas estatuillas que hallaron en tierras de Andalucía se trata tan solo de divinidades canaaneas. Es más, al portar algunas de aquellas animales (como sucede en el Bronce Carriazo) podríamos concluir que más bien serían divas anatólicas o mesopotámicas y quizás mejor sería concluir que son cretochipriotas (donde de forma más tardía se producen veneraciones que muchos siglos -o miles de años- antes se habían dado en Mesopotamia y en Mitani).

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CITAS:
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(1): La Vijanera llega a Japón, artículo del Diario Montañes en el que se narra como hace unos meses realizamos una fiesta de promoción de productos españoles en el país del Sol Naciente, donde explicábamos que en tierras santaderinas existía una fiesta muy semejante a la japonesa llamada Nama-Hage. Celebración de la fertilidad y de expulsión del demonio de la noche y el frio, que se lleva a cabo igualmente cada año al comienzo de la nueva temporada, para darle la bienvenida a la luz, espantar a los diablos del frio y hacer llegar buen tiempo y buenas cosechas. Ritos de fertilidad muy semejantes a los de Silió y de tantas mascaradas que se celebran en tierras ibéricas desde Navidades al Carnaval.
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(2):

59ª- DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". Continuación: Dioses de la Fertilidad; Min o Minu egipcio. -RELACIÓN DEL SEXO Y LAS ENFERMEDADES VENÉREAS CON EL MAL DE OJO, SU PLASMACIÓN EN LAS JOYAS QUE LO EVITAN- (de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXX). VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/11/1-8.html

60ª- DE FALOS, JOYAS Y OTRAS... "BOLLAS". Continuación: Dioses de la Fecundidad y su posible significado calendárico -de Egipto a Japón-. -VEMOS LA RELACIÓN PLANETARIA DE LA SEXUALIDAD Y SU CONEXIÓN DIRECTA SOBRE EL OJO Y SUS MALES, PLASMADO EN LOS DIOSES DE LA LUZ-(de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXI). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/11/1-9.html

61ª- Dioses de la fertilidad, de la luz, del Sol y del oro; diosas del agua, de la Luna y la plata. (de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXII). -MÁS SOBRE EL SIGNIFICADO DE LA SEXUALIDAD Y LA LUZ, TODO ELLO UNIDO A LOS TALISMANES Y JOYAS QUE ALEJABAN EL MAL DE LAS TINIEBLAS; EL AOJO- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/12/1-6.html
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(3):
EL TORO EN EL MEDITERRÁNEO; Cristina Delgado Linacero; Madrid 1996, Univ. Autónoma pags. 284 y 285.
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(4):
ORÍGENES DE LA TAUROMAQUIA; Juan Carlos Fernández Truhán / Universidad Pablo de Olavide (pag. 4).
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(5):
"Ritos agrarios: Folklore campesino español" E. Casas Gaspar (Madrid, 1950, página 224)
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(6): LOS TOROS DE COSSIO; ESPASA CALPE, Madrid 1964 (tomo I) pag. 798.
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(7): OP. Cit (3) CAPITULO VI; "La Sociedad de las vacadas" contiene el epígrafe EL DIOS-REY TORO (pag 149 y ss).
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(8): Idem (7),
pag. 150.
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(9):
EL TORO EN EL MEDITERRÁNEO; Cristina Delgado Linacero; Madrid 1996, Univ. Autónoma pag 166.
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(10): Idem (9)
pags 167 y 169 .
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(11): Idem (7),

pags 154 y 155.
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(12): JUEGOS TAURINOS en los albores de la Historia. CRISTINA DELGADO LINACERO. Madrid 2007 (página 121).
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(13): Op, cit (3) página 269.
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(14):
Idem (13) pag. 327 .

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miércoles, 17 de abril de 2013

EL HOMBRE-TORO Y EL TESORO DE EL CARAMBOLO -de "el frigianismo en la Cultura Ibérica", capítulo 8º (Parte LXXVII de: "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo")-.


ÍNDICE GENERAL: Pulsando la siguiente linea azul se llega a un índice general del blog. En el que se contiene las más de cien entradas que hasta ahora hemos subido. VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/03/indice-de-entradas-con-algunas.html
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ARRIBA: Fotografía de Sevilla, realizada bajo el Puente de Triana. Hace algún tiempo tomé la imagen que vemos de esta ciudad en la que viví año y medio, mientras realizaba mi servicio militar (tres décadas atrás). Allí, por aquel entonces, pude disfrutar de importantes amigos del mundo de la cultura, entre los que se encontraba la familia Alonso, cuya afición era Tartessos -pasión que con ellos compartí y por la que desde entonces me interesé-. Un sueño mítico, histórico y "cuasi místico" que me fue aplaudido y potenciado en Sevilla. Todo lo que se acrecentó cuando presenté en estos días -mientras allí era un soldado-, mi primera obra musical de más de cuarenta minutos: Una suite a guitarra llamada Tartessos, compuesta en primavera de 1982 y basada en la leyenda de la civilización perdida. Obra que di a conocer entre los artistas sevillanos y entre los mandos que tuve como superiores en la mili; gracias a lo que logré el apoyo de una gran cantidad de personas destacadas de esta artística ciudad. Así fui recibido con gran cariño por las gentes del arte andaluzas y por los quienes me ordenaban en el ejército. Poco después, cuando finalicé mi estancia en Sevilla y tuve que regresar a Madrid y a mi carrera de Derecho (que tan poco se ajustaba a mi persona), comencé a estudiar y escribir sobre Tartessos. Pasión que hasta hoy mantengo viva (allí donde me encuentre -en España o en Japón-); afición y estudio que cultivo y conservo en la forma de este sueño de ciudad que se llamó Híspalis, voz que hasta dió origen a la palabra Hispania.
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Observemos en la imagen el rio Guadalquivir, que antaño se denominó el Tartessos y a su lado la urbe que se dijo entre los musulmanes "Is-bila"; como recuerdo del nombre romano procedente del primero que tuvo: Spal (Hispalis), que le fue puesto por quienes la fundaron. Voz que a juicio de muchos es fenicia, pero que en mi opinión es proto-indoeuropea; tanto que significaría algo muy similar a Serva-la-Vari (denominación de Sevilla entre los gitanos). Ello porque el Caló se halla muy cerca de las lenguas que hablaron algunos de los primeros colonizadores de nuestras costas, quienes eran pre-indoeuropeos; gentes que alcanzaron el litoral atlántico hace más de tres mil años. Unos pueblos parlantes de idiomas con raiz indoariana, en los que "vari" significa "agua" y "Serva" o "svar", es el "Sol". De tal manera, tal como en lengua gitana "Serva-la-Vari" originariamente se traduciría como "Sol en el Agua"; en idiomas proto-indoeuropeos, "SVARI" (que a mi juicio dió origen a Hispali = Spal), se interpretaría como Occidente. Un término que así entendido se traduciría como -la ciudad- del "Atardecer" o "la del Oeste"; por lo que de un mismo modo, entre los griegos este lugar pudo ser llamado "Hesperis" (la tarde, en idioma heleno) -palabras y términos de los que surgirían Spali e Híspalis, tanto finalmente como Hispania- (1) .
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Mirando con detenimiento la foto que comentamos, podremos ver en ella tres detalles de importancia relacionados con Tartessos: En primer lugar, el rio que al parecer daba nombre a esa civilización. En segundo término y a sus orillas, el coso taurino de La Maestranza. Plaza de toros (la más prestigiosa del Mundo) que junto a las aguas del Tartessos, nos evoca claramente a los Bueyes de Geriones. Leyenda que narra cómo Heracles robó al rey de la tierra bañada por este rio, los preciados rebaños de precioso color rojo. En tercer plano -y si nos fijamos, a nuestra izquierda en la foto-, observaremos unos patos nadando en sus aguas; ánades que fueron el símbolo de las diosas tartessias. Unas divas que como la "Astarté" (?) (quizás mejor sería decir la "Artemisa") del bronce Carriazo, aparecen como "señoras de los animales" sujetando esas aves. "Potnias Theron" que comunmente sostienen dos ocas entre sus manos, como símbolo claro del dominio de la Naturaleza.
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Por último diremos que al fondo de la imagen se halla (tapada por arboleda) la Torre y el embarcadero del Oro; edificio árabe reaprovechado durante el Renacimiento como puerto de entrada de los metales preciosos que venían de América. Historia que sintetiza y resume el origen y significado de nuestra civilización (la hispana) durante casi cinco mil años. Cultura cuyo principio se debió a las migraciones llegadas desde el Oriente Mediterráneo; colonos que vinieron ya en el 2700 a.C. a explotar y exportar nuestros metales -fundamentalmente los de la cuenca Atlántica-. Oro, plata y cobre que había en "exceso" en la Península en la Antigüedad y que igualmente trabajaron y comerciaron los romanos, árabes y judíos -hasta llegar a la Edad Media, en que por vez primera escasearon en nuestros yacimientos-. Metales que al comenzar a agotarse en las minas ibéricas fueron buscados en América; un Nuevo Continente en que los españoles realizaron cuanto habían vivido durante milenios en su país: Explotar y exportar el oro, la plata y el cobre que encontraban, para traerlo hasta sus tierras. Una historia repetida en el otro lado del Océano, de un modo casi mimético e igual, tal como la había vivido la Península desde el III milenio a.C. -cuando hasta sus costas llegaron colonizadores procedentes del Oriente Mediterráneo; quienes durante miles de años obtuvieron los metales en España, a cambio de dejarnos sus civilizaciones-.
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ABAJO: Cartel de la Feria de Sevilla 1934; un certamen anual que en estos días se celebra y del que se sabe tuvo sus orígenes en los mercados de ganado que se realizaban en esta ciudad cada primavera. Fecha y lugar en los que durante siglos se reunían gentes venidas de toda España, para comerciar sus reses (y sus caballos). Puesto que algunos de estos toros y animales del Bajo Guadalquivir eran valoradísimos en toda Europa desde los tiempos más remotos; tanto que fueron recordados por la mitología en las figuras de Pegaso, o en la de los bueyes de Gerión -equinos y bovinos famosos por su valor o su velocidad, hace ya dos mil quinientos años-. Asimismo, en la Feria de Sevilla que comienza ahora, se danza, se toca y se canta de un modo y estilo cuyos orígenes se remontan milenios atrás (tanto como se hace en muchas otras zonas de Andalucía). Interpretándose "palos" con voces e instrumentos que hunden sus raices en el mundo protohistórico. Cantadas o tocadas normalmente con temperamentos y afinaciones ajenas a las europeas, próximas a las de Asia Menor, a la música judía, la bizantina, la árabe y  a la gitana. Miles de años y decenas de civilizaciones que pueden aún vivirse, intuirse o contemplarse, en esta capital de Andalucía que en estos días celebra su fiesta de la Primavera.
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ARRIBA: Imagen de los cerros llamados Carambolos, sitos entre Sevilla, Espartinas y Camas (pertenecientes a este último municipio). La foto está tomada en la Carretera de Mérida, lugar desde el que se divisan esos montículos denominados así en Sevilla (por su posible parecido a grandes bolas). Uno de estos cerrillos vomitó de sus entrañas -hace algo más de cincuenta años- el famoso tesoro que lleva su nombre; maravilloso ajuar tartéssio con más de tres quilos de oro puro en orfebrería perteneciente al "periodo orientalizante" de esa cultura (cercano al siglo VII a.C). Por las proximidades a la capital andaluza y por la localización en la que se encuentra esta colina natural (elevada unos cien metros sobre el depósito aluvial de valle del Guadalquivir), todo nos obliga a pensar que se trataría de un alto sobre la ciudad primitiva de Spal(is), en el cual sabemos se hallaban templetes y puntos de vigía. Recintos sagrados que ha de suponerse primero serían indígenas y posteriormente se dice que correspondieron a emplazamientos de culto fenicio -tal como atestiguaron las excavaciones en las que se encontró el tesoro- .
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La datación del yacimiento y de los restos donde se halló el ajuar de El Carambolo es obligadamente posterior al tiempo en que ha de fecharse su joyería. Un hecho normal, puesto que las ocultaciones de este tipo, suelen realizarse en los momentos en que una cultura toca a su fin. Instantes de grandes convulsiones sociales, y días en que se da por perdido y rendido el lugar ante el invasor; viviéndose una situación tan trágica como para deber enterrar los tesoros. Algo que suele producirse cuando la realeza, los sacerdotes o los nobles se ven obligados a escapar; circunstancias en las que antes de huir de la ciudad (o del territorio que gobiernan), ocultan sus bienes más preciados para que no caigan en poder del enemigo. Por su forma de hallazgo y escondite, hemos de suponer que el enterramiento de El Carambolo se hizo en alguno de estos momentos de invasión, asalto, o en el mismo "final" de Tartessos (tal como se sabe ocurrió con otros tantos tesoros; como sucedió por ejemplo en Guarrazar).

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El antes mencionado caso de Guarrazar es muy importante para comprender lo que pudo pasar en El Carambolo hace unos dosmil quinientos años. Viviéndose allí una situación que seguramente fue parecida a los días en que las coronas visigodas del reino de Toledo fueron puestas a "buen recaudo" bajo tierra (entre los restos de un santuario de Guadamur). Lo que se supone sucede al verse asediado el reino godo en fechas cercanas al 711 d.C. y mientras huían los visigodos ante la llegada de los árabes a su capital. Viéndose obligados a guardar por entonces en el suelo de un recinto sagrado (en un alto y a pocos kilómetros de la ciudad) sus bienes más preciados. Escondiendo de forma secreta las coronas y joyas en este lugar que siguió utilizándose por los mozárabes, hasta que finalmente se convirtió en una ermita románica llamada Sobarces. Emplazamiento que se corresponde a lo que posteriormente se conoció como Guarrazar (en el pueblo de Guadamur) y donde permanecieron ocultos durante casi quince siglos los tesoros de los reyes toledanos. Ermita o convento que posteriormente se hizo un santuario con una necrópolis románica (construida trescientos años después del reino visigodo) y que guardaba en su subsuelo las más importantes joyas de los siglos VII y VIII d.C..

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ABAJO: Tesoro de Guarrazar, propiedad del MAN, al que agradecemos nos permita divulgar su imagen (reproducciones en el Museo de los Concilios de Toledo, San Roman). Del modo anteriormente expuesto, con la historia del tesoro de Guarrazar podemos entender o hipotetizar cuales fueron las circunstancias de ocultación del ajuar sevillano; del que creemos también nos habla de una huida de los reyes (sacerdotes o nobles) tartessios escapando de los cartagineses -tal como los visigodos escondieron sus pertenencias ante el asedio de los árabes que llegaban igualmente desde el Norte de África-. El referido de El Carambolo, fue hallado en un templo que se considera fenicio y -como dijimos- a escasos kilómetros de Híspalis (en un cerro donde estaba el recinto sagrado dedicado a Ishtar y que contenía su barrio habitado por entonces).
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Pese a ello, las joyas debieron ser allí depositadas en la fase final de aquel templo de El Carambolo (que tuvo varias épocas); siendo además esta construcción última de la que hablamos, posterior a la datación de la orfebrería y a la cerámica hallada en el escondite (cabaña del subsuelo ) que data del siglo VII a.C.. De tal manera el templito donde estaba enterrado se considera cercano al 525 a.C, época en que su edificio era ciertamente grande y que se había transformado desde aquel otro que en los incios (siglos antes) era mucho menor. Todo lo que hace deducir que en esos años en que fue ocultado allí el ajuar tartessio, la colina contaba con un santuario de cierta importancia de culto a Astarté (al menos desde el siglo VIII a.C.). Lo que abre la posible idea de que en los días en que depositaron en el suelo las joyas, finalizase la cultura autóctona de las gentes de Turdetania.

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Fechas y siglos estas que se corresponden con la batalla de Alalia, cuando "entran" los de Cartago a retomar el poder en el Sur ibérico. Por todo lo que durante los días del enterramiento de estas alhajas, podemos considerar sean los últimos momentos de cierta "independencia" de las gentes del Bajo Guadalquivir (siendo mi hipótesis que el modo en que se esconde el ajuar hubo de ser muy similar al que los visigodos llevan a cabo al ver llegar a Toledo a los de Tarik y Muza). Todo que demostraría que las piezas de orfebrería se abandonan cuando tocaba a su fin el mundo de Tartessos, en los años que los cartagineses recobraron la supremacía sobre la Península (expulsando a griegos y otras gentes de nuestras tierras costas).
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ARRIBA: Sello del collar del tesoro donde se lee en idioma luwita: "dios" y "Ku-ku" (que traduzco como: Diosa Kubaba). En estos colgantes del collar -tal como he podido demostrar-, se leen varios caracteres neohititas (frigios); entre los que destaca repetidamente la palabra "dios". Voz que se representa en el alfasilabario luwio como dos "C" enfrentadas -a modo de dos paréntesis = ( ) -. Igualmente, en la parte inferior del sello se encuentra inscrito el nombre de la diosa frigia KUBABA (la cibeles neohitita) ; cuyos caracteres son dos triángulos confrontados. Ideograma que es repetidamente representado en los templos de esta diosa durante el periodo neohitita de Anatolia (para más información ver nuestra entrada nº 37 pulsando en linea azul: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-7-9.html ).
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Se condidera que el templo en que se halló el tesoro estaba dedicado a la diosa fenicia Astarté y no a una deidad autóctona, pensando algunos expertos que por esta razón se trataría de un recinto y de una orfebrería puramente extranjera (fenicia). Afirmación difícil de mantener puesto que "Tartessos" en las fechas de El Carambolo se hallaba en el "Periodo Orientalizante". Debido a ello, la gran mayoría de los objetos, tanto como los cultos turdetanos en este siglo VIII a.C., eran logicamente orientales; de una enorme influencia fenicia, pero también neo-hitita, cretense, egea, pre-helena y chipriota. Por no decir que en Tartessos tenían las mismas religiones y modos de vida a sus colonos venidos de Oriente Medio y del Egeo; aunque sincretizados, mezclados y modificados en nuestras tierras. Tanto es así, que las deidades de este periodo en el Sur peninsular son indistinguibles a las estatuillas sagradas de divas semejantes de Anatolia, de Fenicia, Chipre o de Siria (icluso a muchas de las de Mesopotamia y de Egipto). Por lo demás, se desconocen dioses particulares tartessios (de los que no nos han llegado ni figuras, ni nombres excñusivamente autóctonos); pudiendo afirmarse que cuantas adoraciones y cultos existían en el Bajo Guadalquivir ya en esta época de la Edad de Hierro, eran ajenos al Mundo Ibérico del Bronce (sincretizadas con religiones venidas del Egeo, o de Asia Menor).

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Por lo tanto, creo persoalmente que afirmar que El Carambolo era fenicio y no tartessio es como aseverar que La Nueva España era Europa y no América... . Tanto que se nos haría imposible determinar si lo que se adoraba en esta parte de la Turdetania era la Ishtar babilónica o la Astarté fenicia; nacidas desde de la Inanna mesopotámica. Al igual que muy difícil será distnguir si aquella diosa no es realmente la Kubaba de Karkemish y del mundo neo-hitita, que procedía de la Señora de los animales prehitita (Anananu). Ello, porque todas son de algún modo semi-idénticas y asimismo tienen enormes parecidos con la Isis egipcia (naciendo de las maternidades de Mitani y de las ninfas hurritas, caananeas, amorritas o mesopotámicas).

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Las diosas antes referidas dieron como fruto las posteriores Cybeles, Artemisas y las Dianas (e incluso las Venus-Afroditas) de Grecia y de Roma. Divas que proceden de las Britomartis y las Dyktinas cretochipriotas o de las "señoras de los animales" de Anatolia y de las divinidades telúricas de Asia Menor. Tanto es así que sería tan dificil distinguir una Cibeles griega de una Dyktina cretense,, o a estas de la misma diosa llamada también Britomartis en Creta y que se asimila con una Afrodita-Deméter. Adoraciones absolutamente cercanas a la Artemisa helena y sobre todo a las Cibeles prehelenas, todas unidas y casi la misma que las "Señora de las Bestias" hititas. Potnias Theron que igualmente se relacionan mucho y se asemejan a las Kubaba de los hititas (y de Mitani); figura en la que se veneraba a la Naturaleza, la fertilidad, a la maternidad y a los metales. Siendo Kubaba el origen a las posteriores adoraciones ctónicas (o telúricas, ya mencionadas: Como Artemisa o Deméter).

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De cuanto decimos, considero como más probable que la adorada en el cerro El Carambolo -en forma de Istar o Astarté-, fuera una "Señora de los animales" y de los metales oriental. Figura que sabemos se veneró en un santuario sito en el montículo, fechado en el siglo VIII a.C. y donde se halló la famosísima Astarté que guarda el Museo Arqueológico de Sevilla (ver imágenes abajo). Pese a ello la proliferación del culto a Ishtar, Innana o Astarté fue tal, que cubre todo Oriente Medio, propagándose allí donde los semitas tocaron con sus naves. Aunque estas diosas se corresponden -como decimos- con la neohitita KUBABA (antecesora directa de Cibeles), cuyo nombre a mi juicio aparece en el collar de El Carambolo. Deidad muy cercana a la Artemisa griega o a la misma Astaroth fenicia (tanto que en su figura como maternidad y diosa de la Naturaleza -de los metales y la fertilidad-, es casi idéntica; a la vez que por su iconografía, mucho recuerda a una Isis madre). Hechos estos que explicarían por qué en el collar del tesoro pudo estar dedicado a la diva frigia; leyéndose en algunos de sus sellos en luwio: DIOSA KUBABA (sobre la leyenda escrita en el sello de KUBABA ver artículo 98º pulsando en linea azul:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/10/blog-post_28.html

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ABAJO: Forma de lucir las joyas de El Caramobolo (en mi teoría); formulada desde otros semejantes tipos y basada en la colocación de distintos modelos de orfebrería de su época. Acerca del origen y tipología de estas piezas, personalmete nunca negaría su enorme influencia púnica (al ser en gran parte arte colonial, procedente de Tiro y Sidón). Aunque con ello tampoco es posible afirmar que se trate de joyas fenicias; ya que contienen otros muchos rasgos -diferentes-. Cuanto expongo lo podemos comprender si las estudiamos comparándolas con otras obras de arte de un origen similar (coloniales o muy influenciadas por sus antecesoras). Siendo ello lo que sucede a gran parte de la orfebrería fenicia, que igualmente copia infinidad de modelos egipcios (y egipciantes; tanto que sus diseños en ocasiones son casi iguales a los del Nilo). Pese a todo, por una distinta manufacturación, por una calidad diferente en su trabajo y por haber sido halladas estas piezas en territorio fenicio; nadie las clasifica como egipcias (sinó púnicas-egipciantes).
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Cuanto expresamos es lo que sucede con todo arte colonial, que toma los modelos del lugar que le infunde la cultura, pero los mezcla con otros rasgos y otras civilizaciones que igualmente le influyen. Siendo este el caso -por ejemplo- del arte hispanoamericano desde el siglo XVI al XVIII; periodo en que se conjugan los estilos autóctonos, con los españoles y los de otros paises que también les aportan influencias. Por cuanto exponemos, en mi opinión afirmar que El Carambolo se trata de "simple" orfebrería fenicia, sería como aseverar que las joyas de Tiro y Sidón -con estilo nilota y gran parecido a las faraónicas-, son alhajas de Egipto (o bien que la estatuaria romana influida por la helena, es solo arte griego ...) .

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Por lo demás, quienes defienden el carácter puramente fenicio del tesoro de El Carambolo, tienen varios planteamientos que resolver, habida cuenta los problemas que surgen al analizarlo considerándolo tan solo púnico: El primero es hallar unas piezas iguales o suficientemente similares en el mundo fenicio (objetos que no hay, habida cuenta que los ajuares púnicos son mucho más pequeños, ligeros y egipciantes). El segundo -y más complejo- consiste en explicar las influencias egeas, anatolias y frigias que contiene esta orfebrería de El Carambolo (rasgos inexistentes en Tiro o en Sidón o Cartago). Por último queda explicar por qué contienen caracteres neohititas estas joyas que por su carácter -a mi modo de ver- son una síncresis del arte fenicio, del anatólico, del egeo y del cretochipriota (cuyos antecedentes y modelos se fechan entre los siglos IX y VIII a.C. en el Oriente Mediterráneo). Una unión de estilos y culturas, que inmersa en un estilo occidental se denomina claramente arte Tartessio (de Tartessos, Tartesos, tartesio o como quieran escribirlo...).

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ARRIBA: Teoría del modo de lucir las joyas entre quienes consideran que eran para adornar bueyes en ritos de sacrificio del templo (ver cita 5). Finalmente sobre estas, añadiremos que algunos de los que defienden que El Carambolo es un tesoro totalmente fenicio, afirman también que se utilizó para adornar toros o bueyes rituales. Sin negar que piezas similares hechas en bronce -o metal más sencillo- se colgaran de los bóvidos, tal como expresan quienes creen que tenía este uso el ajuar. Diremos que en el caso de estas de El Carambolo es altamente improbable pensar en dicha utilización, dado que se trata de un dificilísimo trabajo, fundido y esmaltado sobre un metal por entonces mucho más valioso que ahora. Creado con un material delicadísimo (de 24 kilates), que se puede deteriorar al mínimo golpe -tal como sucedió en su hallazgo en el que se dobló con la mano uno de los pectorales-. Pese a ello y tal como defienden Amores y Escacena, creo muy probable que los toros en sus ritos de inmolación fueran adornados con estrellas o lingotes en forma piel de buey en sus frentes (aunque no de oro). Ello porque así se representan en los frescos y estatuaria ibérica y en la cretense, aunque es de destacar que no hemos visto en las fenicias bueyes así decorados.
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De lo que se hace evidente que de haber sido importada desde Oriente esta costumbre de poner en la testud del astado piezas de metal; sería manifiestamente micénica o creto-chipriota. Tanto que así aparecen repetidamente figurados los bueyes en las estatuas y pinturas de Creta o de Micenas; en las que se ven reses con piezas que asemejan estrellas (hachas o lingotes) en su frente. Todo lo que demuestra que se trata de un símbolo astral, relacionado con adoraciones como el hacha doble o el Laberinto (por ejemplo); representados en los mencionados colgantes que situaban entre los cuernos sagrados. Pitones de la fertilidad y de la guerra en cuyo centro pondrían esas piezas metálicas para significar el fuego de la fragua, el bronce que "regalaba" el arma, el Sol, la Luna o las estrellas (astros que siempre se han relacionado con el toro y la vaca).

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Pese a ello, los autores que consideran que el tesoro de El Carambolo tenía este uso ritual con bovinos, extrañamente, a su vez afirman que se trataría de una celebración de tipo fenicia. Todo ello argumentado sobre la simbología y planta del templo del Carambolo; edificio que contiene formas de cuernos y de piel de buey. Diseños comunes a multiples recintos sagrados de Oriente Medio y no precisamente a los fenicios, sino más especialmente a los cretenses y micénicos, tanto como de los israelitas (estos últimos muy influidos en ocasiones por la arquitectura micénica y egea, que procedía del mundo minoico). De cuanto expresamos, no niego que se adornaran los toros en Turdetania con piezas de metal (incluso similares a las de los pectorales); pero considero que ello sería una reminiscencia más bien egea y no fenicia. Por lo demás, los templos y los altares con forma de toro son igualmente muy frecuentes en Creta y Chipre, tanto como en Israel (estos últimos -como dijimos- por influjo del mundo micénico y de algunos pueblos que se incorporan hacia el 1200 a Israel, viniendo de Creta y del Egeo, tras huir de los dorios para establecerse junto a los judíos).

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De nuevo expreso que aún pensando que hubiera este tipo de adornos para los toros rituales, nunca creo que fueran de orfebrería y menos con el valor en trabajo y peso en oro como las piezas de El Carambolo. Para entender lo improbabe de esta hipótesis que afirma que los pectorales eran para colgar de la frente de bueyes, bastaría conocer su valor aproximado a día de hoy, por su peso en metal. Algo que podemos calcular sabiendo que en época romana en la Península Ibérica unos 24 gramos de plata, era el precio de un buey (diez denarios). Asimismo y conociendo que por aquel entonces la correspondencia oro-plata oscilaba entre 1 a 25 y 1 a 40, podemos estimar que con un kilo de oro se compraban entre seiscientos o mil toros (según la época). Por su parte en esta etapa hispanorromana, en la misma cantidad de diez denarios (o "un buey"), se tasaba el sueldo de un legionario. De lo que podemos concebir que el coste de un gramo de oro, era un salario normal mensual, y ello lo equipararíamos entre los seiscientos a los mil euros -a dia de hoy ( en el primer caso con la plata a 1/25 con el oro; y en segundo a 1/40 = oro/plata)-.

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De todo lo antes expuesto, se hace evidente que los casi tres kilos de oro puro que contiene El Carambolo, durante los siglos II o I a.C. (en época romana peninsular), venía a equivaler al millón ochocientas mil reses, o bien, tres millones de cabezas de ganado (y a la misma cantidad en sueldos de funcionarios de Roma). Algo que hoy se valoraría al menos en un millón ochocientos mil, o tres millones de euros. Todo lo que unido al precio del orfebre, al de el esmaltador (y al trabajo de quienes laborasen las piezas de El Carambolo), le dan una tasación muy importante. Tras lo que hemos deducido sobre su valor en época romana, y para calcular el coste del mencionado tesoro en los días en que fue hecho; bastará saber que el oro y la plata fueron tres o cuatro veces más caros en aquellas otras épocas muy anteriores a Roma y Grecia. Por lo que el tesoro del que hablamos, hacia el siglo VII a.C., puede tasarse entre seis y diez millones de euros, valor oro -todo lo que hace muy improbable que fuera usado para adornar toros- . Por lo demás, su apariencia es la de piezas correspondientes a brazaletes, pectorales y coronas reales o de sacerdocio (tales como las asirias, las anatolias o las egeas). De lo que al no ser un ajuar funerario ha de suponerse que se trata de adornos rituales destinados a nobles o clérigos y que fueron enterrados en época muy posterior a su manufacturación, cuando estos huían de Tartessos  (2) .
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ABAJO: Diosa Astarté encontrada en el cerro de El Carambolo y fechada en los siglos VIII-VII a.C. (tal como la exhibe el Museo Arqueológico de Sevilla al que damos las gracias por permitirnos divulgar la imagen). En la peana de esta estatuilla -en su zona frontal- podemos ver una inscripción en la que comumente se lee "Astarté de la gruta", y tras ello una dedicatoria al divino Baal, o "a los hijos de Baal" (recordemos que este es el dios semita cuyo nombre significa "el señor"). Uno de los argumentos para rebatir que el tesoro encontrado en las inmediaciones de esta figura, no es autóctono (tartessio) es el hecho -ya mencionado- de que en la colina se hallaron los santuarios de esa divinidad de las estrellas y la maternidad púnica. Afirmando algunos autores que si en El Carambolo se veneraba a Astarté, y en la propia cabaña donde se ocultaban las alhajas también se hallaba un ajuar dedicado a esta diva; las piezas de orfebrería hay que clasificarlas igualmente como fenicias.
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Diremos sobre esta taoría, que en mi opinión intentar separar lo fenicio de lo tartessio es como pretender hacer lo mismo entre el mundo púnico y Egipto, o Mesopotamia. Es decir, que si consideramos que no es autóctono todo aquello que aparece en tierras de Fenicia y se asemeja a lo del Nilo, o de Babilonia; lo púnico dejaría de existir. Ello porque cuantos objetos, cultos y costumbres la arqueología ha encontrado en esa franja de Canaan (fechadas entre los siglos XIII al VII a.C.) es una mezcla de lo semita -mesopotámico- unido a lo faraónico, con un cierto "toque" de Mitani (e hitita). Por lo que es difícil encontrar un enser, un dios, un edificio o una costumbre fenicia que no tenga un paralelo absoluto en el Nilo, en el Éufrates o en Anatolia. Pese a lo que sería absurdo afirmar por ello, que Fenicia era una simple prolongación de Egipto o de Babilonia; sin cultura propia.

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De este modo - en mi opinión- la aparición de la diosa Astarté en El Carambolo es una muestra más de que ese monte era Tartessos. Una civilización tartessia que se fraguó en base a la unión de culturas que fueron importando los diferentes buscadores de metales que llegaron al Bajo Guadalquivir -a fines del Bronce y principios del Hierro-. Como una síncresis de cuantos pueblos y gentes topaban con aquellas minas de Huelva y del litoral atlántico, riquísimas en oro, plata y cobre. Colonos venidos principalmente de Oriente Medio que iniciaron un comercio del metal; mercado que al parecer antes del siglo VIII a.C. consiguieron capitalizar los fenicios. Aunque hemos de recordar que estas gentes asentadas en las tierras de Canaán y que nos fueron aculturando, desde comienzos del VII a.C. se vieron asediadas por los asirios. Ataques que recibe Fenicia de Mesopotamia durante un siglo; tiempo en el que de continuo les llega "la visita" de agresivos babilonios, quienes finalmente asedian y acaban con sus capitales y grandes ciudades. De ello, se comprende que este periodo orientalizante al que pertenece la escultura que vemos, sea una época en la que los pobladores de Oriente Medio llegaran en masa a nuestras costas, huyendo de su lugar de origen hacia las colonias extranjeras -o a tierras lejanas-. Años en los que muchos fenicios se establecerían en su segunda patria (Cartago), tanto como vendrían a asentarse en el Sur Peninsular.

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Algo que igualmente debieron hacer los neohititas, egeos y micénicos expulsados de sus dominios en esos mismos siglos (unos asediados por la invasión doria, otros por la de asirios o cimerios; y todos, finalmente, por la expansión aqueménide). La unión de estos pueblos llegados hasta nuestras costas, "recibidos" en el Bajo Guadalquivir bajo la supremacía fenicia y en contacto con los restos de la Edad del Bronce Ibérica, se denomina Tartessos. Por lo que pretender separar lo fenicio de lo tartessio, es tarea tan extraña como pretender dividir lo fenicio de lo semita (o de lo egipcio). Algo semejante a intentar distinguir plenamente lo griego de lo anatolio; lo que podremos entender con un ejemplo más moderno si decimos que es como separar lo norteamericano del mundo anglosajón y lo hispanoameriano del mundo latino... . Siendo así; a mi juicio, afirmar que el tesoro de El Carambolo no es tartessio sino fenicio al haberse adorado en aquel cerro a Astarté; es como aseverar que la catedral de México no es mexicana, por ser católica y tener como patrona a la virgen de Guadalupe.

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ARRIBA: Traducción de los símbolos que aparecen en el tesoro y collar, desde los ideogramas luwios. En primer lugar se destacan algunas formas como la "piel de buey" que entre los hititas y neohititas significaba "casa". Tras ello, los signos que aparecen en el collar, destacando claramente las palabras "dios" y "rey" (que se escriben en luwio como una doble "C" y como dos triángulos confrontados -ver sellos-). Finalmente, llegué a la conclusión de que estos símbolos son iguales a los que aparecen en los santuarios neohititas de Anatolia y en especial en los de la diosa Kubaba (la Cibeles anatólica, que es Artemisa unida a Deméter y una Astarté señora de los animales, muy cercana a las tartessias). Deidad KUBABA que se escribe en luwio con las dobles "C" y los dos triángulos confrontados, tal como figura en el collar (cuya pronunciación es Ku-Ku en idioma hitita). Todo ello lo hemos estudiado en algunos artículos que a continuación referimos:
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97ª LA INSCRIPCIÓN DE LA DIOSA FRIGIA KU-BABA EN EL COLLAR DE EL CARAMBOLO; PARTE PRIMERA: Posibles cultos a Cibeles en Tartessos. (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LXVIII). ANÁLISIS DE LOS SELLOS DEL COLLAR DE EL CARAMBOLO, LLEGANDO A LA CONCLUSIÓN DE QUE EN ESTE SE HALLA ESCRITA LAS PALABRAS NEOHITITAS DIOSA KU(baba) -Cibeles- http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/10/blog-post_26.html
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98º LA INSCRIPCIÓN DE LA DIOSA FRIGIA KU-BABA, EN EL COLLAR DE EL CARAMBOLO; PARTE SEGUNDA: Cultos y ritos heredados desde Frigia. (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LXIX). LOS MISTERIOS DE ATTIS Y CIBELES Y SU RELACIÓN CON RELIGIONES EXPORTADAS AL OCCIDENTE, EL COLLAR DE EL CARAMBOLO Y SUS SELLOS http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/10/blog-post_28.html
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ABAJO: Toro alado (LAMASU) de Persépolis de la llamada "puerta de los Propileos" (fechada en el siglo V a.C. y en una imagen de hace casi un siglo). Estos bueyes androcéfalos con alas que los persas colocaban en las entradas de las casas, templos, ciudades y palacios; tenían como misión guardar los recintos. Ello porque se les consideraba seres con un poder semejante a nuestros arcángeles; aunque fueron una mezcla del primer Mercurio-Hermes, junto a Marte-Ares: Un dios de la guerra (como el toro), al que unían el del comercio y el guardián de los campos y caminos; que los griegos llamaban "HERMA"  y más tarde Hermes; que primitivamente representaban como un mojón de piedra -en los campos y jardines, con el fin de que los custodiara-. Primigenio Mercurio-Hermes, que tenía un amplio carácter fálico, como divo de las cosechas, la prosperidad y de la fertilidad, y que mucho se asemejaba en funciones al toro con alas mesopotámico.
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Este buey con cabeza humana y alado (antecesor de Hermes), como vimos tenía sus orígenes en el VI milenio a.C. y se llamaba Tammud. Posteriormente humanizaron la figura de este dios-toro, representándole eguido (caminando sobre sus patas traseras), dándole por entonces el nombre de Kussariku entre los acadios. Divo que desde la III dinastía de Ur (2050-1950) fue un ejemplo a seguir por por reyes, tanto que estos se coronaron con tiaras cornudas a imagen y semejanza de Tammuz-Kussariku; lo que exportaron al mundo hitita y elamita, donde las mitras reales pasan a tener astas prominentes. Durante el periodo Kassita, se hizo de este un "demonio protector", llamado Enkidu, el que vimos era el hombre salvaje pero que se hace el fiel ayudante del rey Gilgamesh. Siendo esta figura la que los asirios tranformaron en la imagen del hombre toro con alas, que vemos en sus esculturas monumentales; bóvidos espectaculates y alados que adosaron comunmente en las puertas de sus palacios (por considerárse espíritus protectores que alejaban el mal del lugar), llamados por los persas Lamasu.

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COMO DATO CURIOSO Y PARA FINALIZAR, INVITAMOS A LOS LECTORES A OBSERVAR LA CORONA O TIARA CORNUDA QUE LLEVA EN LA CABEZA ESTE TORO ALADO. UN BIRRETE QUE EN SU PARTE ALTA ESTÁ REMATADA CON PIEZAS MUY SEMEJANTES A LAS DE EL TESORO DE EL CARAMBOLO (lo que quizás muestre la forma en que habrían de colocarse este tipo de eslabones, sobre un sombrero o mitras y engarzadas en estos turbantes -o gorros-, que en ocasiones llevaban astas a los lados).
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Comenzábamos nuestro anterior artículo encabezándolo con la imagen de una estatuilla con un toro embolado, de época aqueménide. Figurita que hacía evidente cómo en aquel tiempo y entre los persas existía el rito o el juego de luchar contra el astado; pelea o tauromaquia entre el hombre y el bovino fiero, que considero obvia al observar un torito de esta época luciendo fundas en sus cuernos (entubaciones acabadas en unas grandes bolas a sus puntas). Todo ello considerábamos dejaba muestras de la hipótesis por la que en mi opinión gran parte de los juegos taurinos aún existentes en nuestra Península, procederían del Egeo, de Anatolia, de Mesopotamia y Oriente Medio. Unas taurobolias o taurokathapsias que -a mi modo de ver- habrían llegado a nuestras tierras a fines del Bronce y que durante los posteriores siglos se habrían extendido por toda la Península (e islas del Mediterraneo ibérico). Convirtiendo al toro en uno de los totems y deidades más importantes entre los hispano-lusos; deificación, demonización o sacralización del astado que ha permanecido hasta nuestros días -tanto que el morlaco o las vaquillas no pueden faltar en fiesta patronal que se precie-.
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Cómo llegaron estos primeros toros bravos a la Península -y concretamente de dónde-, posiblemente nunca lo sabremos. Siendo un hecho que se pierde en la Historia el modo en que vinieron a nuestras tierras esos morlacos; tanto como la aparición de estas costumbres de luchar con él. Reses que ya representa el arte ibero en sus primeros tiempos con forma de ganado de pequeña talla, de gran musculatura y al que vemos ya de encaste (con aspecto peligroso y luciendo tremendos pitones). Pese a todo, mi hipótesis -repetidamente expuesta-, es la de que aquellos fueron traidos por mar y transportados seguramente desde Anatolia, del Egeo y quizás más seguramente, desde las costas cretochipriotas. Tal como se llevó el toro a todos los archipièlagos y lugares del Oriente Mediterráneo; plazas en las que la mitología de los milenios III y II a.C. nos hablan de un dios bóvido, terrible por su bravura, pero útil como guardían del palacio y del territorio. Daimón con cabeza de toro (o pitones), al que sacrificaban jóvenes y contra el que se enfrentaba el más valiente de los guerreros (Gilgamesh, Teseo o Heracles).
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Todo cuanto estudiamos me llevó a pensar que la simbología y orígenes de aquellos mitos residía en el hecho de que el astado hubiera sido el mejor método de protección de las ciudades, durante la Edad del Bronce. Una teoría propia que supongo como cierta, sobre todo al haber considerado al morlaco bravo un dios custodio, en las costas, en las islas y preferentemente en urbes como las minóicas (tanto como en las del Egeo, Chipre y Anatolia). Lugares donde seguramente, en épocas anteriores al hierro, se evitarían las invasiones y las visitas de extraños, soltando fieros bueyes en las playas. Sistema con el que nadie ajeno a la zona, podría desembarcar por aquel litoral. Siendo suficiente servirse de talanqueras o de simples burladeros (que salvaran a los ciudadanos de los toros), para que los lugareños pudieran entrar y salir sin que aquellos astados les dañaran y bastado crear una linea protegida por las reses -separándolos con barreras de madera en zonas acotadas de paso para las gentes del lugar-.
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Todo ello explicaría muy mucho la sacralización del bóvido entre los pueblos protohistóricos de las costas e islas hispanas; en especial Baleares, en cuyas tierras han aparecido infinidad de estatuas repesentando estos astados de apariencia tan fiera como estilizada. Toros que como los de Costitx, nadie duda se tratan de ejemplares de embiste y encaste. Tanto que por lo astifino, veleto y por el tamaño de sus pitones, la gran mayoría de los arqueólogos coinciden en que se trata de esculturas en las que se veneraba la fiereza y peligrosidad de esas reses. Unos bueyes de enorme fuerza, de grandes cuernos y de fisionomía muy brava; cuya simbología a mi juicio coincide en gran parte con cuantos cuernos o bóvidos semejantes se representaron en iguales épocas en las islas de Córcega y Cerdeña (durante la Edad del Bronce y del Hierro -entre los siglos XV al VIII a.C.). Estos últimos una cultura llamada Nuraga que coincide en gran parte con la talayótica y que explicaría las relaciones entre esas islas sardas y las mallorquinas; tierras que de seguro fueron colonizadas durante El Bronce por las mismas gentes (venidas en barco desde Oriente Mediterráneo, donde comerciaban con el cobre de Cerdeña y de la Península).
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ARRIBA: Soldado oferente en estatuilla votiva de la cultura Nuraga (de Cerdeña), civilización sarda que comprende los siglos desde el final del Bronce a la transición del Hierro (entre el XIII y el VII a.C). En estas tierras de Cerdeña también abundaban los yacimientos cúpreos, cuya "rama" se fundía en piezas con la forma de "piel de buey"; diseño igual al de los famosos pectorales de El Carambolo. Dichos lingotes denominados de "rama" en "pellejo de toro" eran comercializados desde esta isla y distribuidos por todo el Egeo, al parecer por los barcos y gentes de Micenas -tal como los pecios cargados de estos talentos de cobre ponen de manifiesto-. Especialmente entre los siglos XIII al X a.C., parece que hubo un comercio continuo y continuado de este cobre fundido en forma de pieles en las áreas de Chipre, Creta, costas de Anatolia e islas (cicládicas y jonias). Mercado que se supone capitalizado por los micenios cretochipriotas; quienes llegarían al menos hasta Cerdeña para obtener el cobre. Metal que igualmente se sabe compraban en tierras mucho más lejanas (como las nuestras); donde vendrían principalmente por la casiterita (inexistente por entonces ya en el Mediterráneo).
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En estos años y hasta la aparición en los mares de los griegos y de los fenicios, se produce en las islas de Cerdeña y Córcega una cultura denominada Nuraga. Civilización heredera de la megalítica y autóctona, pero que por aquel entonces (entre los siglos XIII al VII a.C.) tomó una enorme fuerza y desarrolló un especial progreso. Siendo aquellos años los que se corresponden con el contacto entre Micenas y el Occidente, en los que los egeos comerciaron los metales de lejanas costas. Siglos en los que ha de suponerse que llegaron a tierras iberas y de Baleares estas gentes de Cerdeña y sus nuevos visitantes (venidos del Egeo, de Creta y Chipre, fundamentalmente). Siendo este seguramente el origen de la cultura talayótica, que emerge en esa época; civilización balear que muy probablemente nace al utilizarse las islas "Pitiusas" como paso entre Cerdeña y la Península, en la búsqueda de los yacimientos peninsulares por aquellos navegantes. Todo lo que explicaría por qué en ese periodo, ciertos rasgos de Chipre, Creta, Cerdeña, Baleares y la Península son tan parecidos. Culturas que se caracterizan por su aislamiento, sus edificios ciclópeos, el mercado del metal  y por la veneración a los toros (en forma de esculturitas del animal, de mitos que hablan del dios, o de guerreros con astas en los cascos).

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En la imagen podemos ver un soldado "nuraga" luciendo bolas en los pitones de su casco. Circunstancia que refiere Cristina Delgado Linacero, manifestando esta autora que hechos como este quizás demuestren que los toros embolados por aquel entonces ya existieron entre los sardos. En nuestra anterior entrada veíamos la imagen de un astado aqueménide (del siglo VII a.C.) igualmente luciendo fundas en sus pitones y con bolas en las puntas. Todo lo que me hacía suponer que ya por aquel entonces se luchaba "o jugaba" con el toro embolado. Ejercicio de guerreros o bien entrenamiento entre gentes de valor, y cuya memoria pudo dejarnos las diferentes fiestas en las que se ponen estas protecciones al bóvido, para correrlo, recortarlo o torearlo. Una costumbre que quizás procede de Micenas, donde se sabe que jugaban con las reses a malcornarlas (tirarlas a suelo) en una forma muy semejante a como aún lo hacen los forçados portugueses. Culturas prehelenas que luchaban y jugaban con el torito bravo, tal como luego se ha seguido haciendo en nuestras tierras; donde sabemos que los iberos ya luchaban con esta fiera. Costumbres que a mi juicio llegaron por mar y a traves de esta cultura de "El Bronce", prodecente del Egeo y asentada en Cerdeña; gentes que pasarían a través de las Baleares y llegarían a los yacimientos de Almería y el Bajo Guadalquivir. 
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ABAJO: Estela de Nora, Cerdeña, escrita entre los siglos IX al VIII a.C. en lengua fenicia; pareciendo a los expertos que se traduce como la referencia de una derrota de los fenicios luchando contra los iberos y por la que se tuvieron que retirar los púnicos a la isla. Nora o Norax, se tiene por la ciudad más antigua de Cerdeña e igualmente es el descendiente de Geriones, habido entre Hermes y la hija del rey de Tartessos -llamada Eriteya-. Narrando la leyenda que tras robar los bueyes Heracles y matar al monarca del Bajo Guadalquivir; esta Eritia (o Eriteya) hubo de huir hasta Cerdeña, donde condujo una colonia de tartessios, dando a luz allí a un hijo al que llamó Norax. Nombre que como vemos coincide con el de la cultura (nuraga) tanto como con el de la urbe que se tiene como más antigua de la isla.
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Sobre la relación entre Tartessos y Cerdeña -la isla que comerciaba el cobre en forma de piel de buey por el Mediterráneo Oriental, durante los siglo XIII al VII a.C.-, los mitos nos narran cómo la hija del rey Geriones huyó a Cerdeña con una colonia de súbditos y donde tuvo un vástago llamado Norax, fundando allí una ciudad homónima (Nora) (3) . Hechos que coinciden de algún modo con lo que decíamos recoge la estela que arriba hemos visto, en la que se cuenta como los refugiados en Nora (Cerdeña) vinieron hasta esta isla huyendo de los iberos. Texto inscrito en piedra y fechado entre los siglos IX al VIII a.C., que encaja de algún modo con el mito que relatan los Trabajos de Hércules. Acerca de estas "coincidencias" entre Cerdeña y la Península, así como la posible unión entre la cultura talayótica y la nuraga (o la tartessia); trataremos en otras ocasiones. Debido a que hoy tan solo nos interesa estudiar la aparición en todas ellas del totem astado como protector.
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Un hecho que destaca Cristina Delgado Linacero al decirnos en su libro que: "Durante la Edad de Bronce (Cerdeña) se puso de moda el uso de cuernos embolados. Ciertas cabezas bovinas y algunos cascos de guerreros sardos iban recubiertos de ellos. Cl. Zevós descubrió la primera representación de astas emboladas conocidas en un sello real cretense: Reproducía un bucráneo" (4) . Ello no solo implicaría la existencia de toros embolados también en Cerdeña, sinó que igualmente hace evidente una unión entre el culto a estos asados en la isla y en Oriente Medio. Veneración o juego con un toro, que al llevarlo a cabo con los pitones protegidos con fundas, me hace manifestar, se realizaba con reses bravas. Con bueyes que embestían, contra los que luchaban o a los que toreaban las gentes. Ello, porque de lo contrario es absurdo embolar las astas; todo lo que se realiza para que los cuernos actuen como los guantes del pugilista, permitiedo la pelea, pero evitando daños mayores.
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La circunstancia antes referida y la existencia aún en nuestras tierras de fiestas de toros embolados, bovinos que guardan una asombrosa apariencia con los aqueménides que recogíamos con foto en nuestra anterior entrada. Me obliga a creer que ya en el II y I milenio a.C. en Anatolia, en el Egeo, en Cerdeña y en la Península, se jugaba con el toro de una forma similar a la actual. Realizando la tauromaquia, taurokathapsia, recorte, toreo o el "malconamiento"; fiestas, ejercicios y ceremonias que manifiestarían una religión basada en este totem, al que creo adoraban por utilizarlo como protector del territorio y del ganado. Reses bravas que debieron ser altamente útiles durante la Edad del Bronce en ciertos lugares; en especial en aquellos donde los felinos atacaban los rebaños, tanto como en archipiélagos o en zonas a las que solo se accedía por barco. Siendo este el caso de las islas del Mediterráneo o del litoral de Anatolia y de la Península Ibérica; costas que pudieron protegerse de ese modo. Por lo que así custodiadas nadie extraño podría desembarcar, si se consevaba en ellas permanentemente (vigilantes) unos rebaños de morlacos bravos. Manadas de reses de embiste, que cuidadas por unos buenos boyeros, serían en mejor método de protección para las islas y las playas. Siendo este el motivo que nos haría entender la importancia del toro en Creta, Chipre, Anatolia, Cerdeña, Baleares o en nuestra Península (habida cuenta que en la Antigüedad solo se podía acceder por mar a nuestras tierras) .
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En referencia a esta común cultura, basada en la veneración al astado y a los pitones, existe otro hecho muy destacable; circunstancia que ya han mencionado varios autores (entre ellos la referida Delgado Linacero, tanto como Sebastían Celestino Pérez). Esta es la coincidencia en la aparición entre los iberos, de gentes vestidas de un modo similar a las nuragas, y más concretamente en las estelas tartessias -refiriéndonos a las de guerrero con casco-. Losas de piedras halladas en zonas de Tartessos, fechadas en los siglos XI al VII a.C. y donde en numerosas ocasiones se observan grabados guerreros con cascos que lucen cuernos. Astas que muchas veces parecen incluso estar emboladas y cuya similitud en tamaño y forma con las de soldados de las estatuillas de Cerdeña, es increible (ver imagen abajo). Estelas tartessias que repetidamente han sido halladas en áreas como las del medio Guadiana (Badajoz) y en las que se ven figuras antorpomorfas -que se supone el difunto- con grandes pitones en sus cabezas (o yelmos).
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ARRIBA: Estela tartessia procedente de las Puercas de Esparragosa, fechada entre los siglos VIII al VII a.C. y propiedad del Museo de Badajoz (al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). En ella vemos un guerrero armado, que se supone el difunto al que se dedicó la losa, y sobre su cabeza un casco con astas. El aspecto y tipología del personaje, tanto como sus adornos y casco, nos hacen ver un gran paralelismo con los de Cerdeña de la mísma época. Todo lo que explicaría la existencia de los Sardana en Tartessos (como mencionan las fuentes clásicas). A su vez se entendería la importancia de los lingotes piel de buey en el Sur de Iberia. Ello porque este metal se fundía con esta forma en Cerdeña, desde donde se exportaba y distribuía por el Oriente Mediterráneo. Así es como los vemos en los diferentes yacimientos sardos, donde se han hallado piezas cúpreas con forma de pellejo de toro (principalmente fechadas entre los siglos XII al X a.C.); tanto como se encuentran el los pecios de aguas de Turquía y del Egeo. Fondos marinos donde abundan estos lingotes "pellejo" en barcos hundidos micenios que portaban metales procedentes de Cerdeña y de tierras lejanas (como las nuetras).
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ABAJO: Bajorrelieve que representa un "Gilgamesh" con los llamados androtauros, que portan el Mazda o el disco solar alado (Skiva, procedente de Tell-al Halaf, fechado en el siglo IX a. C. -palacio de Kapara-). Esta imagen es una más en la que vemos el culto a estos "hombres-toro", que a mi juicio se trataría de la deificación del cuidador o del custodio de los ganados. Deidad mesopotámica, que como habíamos estudiado aparece ya en el IV milenio a.C. y que creo se refiere a los boyeros y a las gentes que procuraban vigilancia y cuidados de las reses. En el bajorrelieve de Tel-al Halaf se observa al rey Gilgamesh guardado por dos androtauros, que claramente simbolizan a su amigo Enkidu. Divo salvaje que ayuda al monarca a matar al toro monstruoso. La imagen evoca claramente cultos mazdeistas (de adoración solar) sincretizados con los de la muerte del buey. Rito de taurobolia puramente anatólico, que intentaron suprimir cuando la religión de Zoroastro se expande, pero que ni el mazdeismo ni el zoroastrismo lograron erradicar. Siendo así como el frigianismo (concretamente el mitraismo) unió ambas corrientes, sincretizadas en el culto del 25 de diciembre, en el que Mitra sacrificaba al toro, como símbolo de la muerte de la noche y del nacimiento de la luz. Religión que se expande desde Anatolia por todo el Mediterráneo y que había tenido paralelos muy similares en veneraciones al astado en lugares como Mesopotamia, Creta y Chipre. Donde igualmente los dioses son representados como "bueyes hombres" o bien como guerreros con astas en sus cascos (recordemos el dios lingote de Enkomi, que repetidamente hemos publicado, asi como la estatuilla de Chipre del divo con pitones).
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Por su parte, un último hecho importante cierra y explica todo este ciclo de coincidencias arqueológiocas. Siendo este que los ejércitos que por entonces acostumbraban a vestir con aquellos cascos adornados con enormes pitones, era el de los llamados Sardana. Gentes citadas por varias fuentes como uno de los "Pueblos del Mar", y que aparecen repetidamente representados en relieves y esculturas de Egipto (como Medinet Habu). Unos Sardana que se considera tuvieron su origen en Anatolia y configuraban uno de los más fieros "ejérictos errantes" -que atacaron repetidamente Egipto-. Tribus sin hogar, denominados como Pueblos del Mar, que se supone eran las poblaciónes expulsadas de Anatolia, tras la guerra de Troya. Habitantes de la actual Turquía que con la aparición de las nuevas armas hubieron de marchar de su lugar de origen y en plena Edad del Hierro. Periodo y metal que acabó con los restos del imperio Hitita, haciendo huir de esta zona (hoy Turquía) a los que hasta entonces la dominaban: Unas tribus que llamaron Pueblos del Mar y que se configuran como fieros guerreros, que al parecer se unen en diferentes ramas, y que organizados se dedicaban a la rapiña y al ataque de zonas de Oriente Medio. Llegando hasta de Egipto, donde finalmente consiguen hacerse con una parte del Nilo y logran imponer un faraón de su raza y origen (Sensoq I).
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Entre aquellos Sardana, parece que algunos llegaron hasta el Occidente, pensándose que serían los que dieron nombre y dominaron por entonces la isla de Cerdeña. Siendo así, se puede pensar que este sería el origen de la cultura Nuraga, tanto como -a mi juicio- el de la Balear talayótica. De igual manera, se sabe por los textos antiguos, que algunos de esos Sardana vienen hasta la Península, donde muchos consideran fundan en zonas de Turdetania. Otros, creen que igualmente fueron estos el origen de la Cerdaña ibérica; sardos asentados en la zona de PuigCerdá, en tierras muy cercanas a Gerona y próximos a los primeros asentamientos griegos -helenos que se sabe aparecen en el cabo de Rosas en épocas posteriores; hacia el siglo IX a.C.-.

Sea como fuere, gentes con esos cascos y adornados del mismo modo que se representan en Medinet Habu o en las estatuas Nuragas, igualmente se esculpen en las estelas tartessias. Losas sepulcrales que también se han hallado en el Pirineo y en zonas próximas al Puig Cerdá, lo que indicaría quizás que no es tan descabellado pensar que los sardos de Cerdeña tuvieran relación plena con los de Cataluña -que dieron nombre a la Sardana-; y que todos ellos estuvieran contactados con Tartessos (donde se menciona había igualmente Sardanas). Unión que se explicaría en una ruta que cubriría los yacimientos de cobre estaño; metales que es manifiestamente sabido comerciaban los micenios, en estos lingotes con forma de pieles de buey, tras haberlos importado de Cerdeña y del Occidente extremo (nuestras tierras). Por todo cuanto decimos, la cultura del toro y los ritos del toro no serían tan feniciós como algunos autores manifiestan; sinó más bien egeos, y más concretamente de origen anatólico.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Por último y con el fin de mostrar el origen anatólico-egeo (y no fenicio) de los cultos en que adornaban a los toros con figuras de metal; hemos recogido una de los muchas representaciones de astados así decorados. Se trata de una cabeza de buey en oro, del periodo Minoico (hacia el siglo XIII a.C.) y perteneciente al Museo de Herakion, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen. En ella y en su centro vemos claramente una figura solar, muy semejante a los discos que adornan el tesoro de El Carambolo. Este tipo de decoraciones son muy comunes en Creta, donde repetidamente pueden encontrarse reses esculpidas o pintadas -de época minoica- con la cabeza decorada con hachas, lingotes o formas astrales.
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Abajo he recreado la forma en que seguramente hubo de presentarse la cabeza del bóvido de Villajoyosa (hallado en la Necrópolis de Poble Nou, descubierta en los años 70, fechada en el siglo V a.C. y propiedad del Museo Arqueológico de Alicante -al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-). En esta pieza esculpida en piedra existen unos vanos para introducir las orejas, los cuernos y un aplique en su frente. Adornos que seguramente fueron hechos en bronce (o en un metal semi-precioso) para lucirlos tal como he pintado sobre la foto, a colores. Con ello se demuestra que puede ser muy cierta la teoría de Fernando Amores y Jose Luis Escacena (5); quienes afirman que los toros -en épocas muya antiguas- eran decorados con placas en forma de piel de buey, durante las ceremonias rituales. Aunque a mi juicio no es posible pensar, que tales adornos se hicieran en oro y esmaltados, como los de El Carambolo (orfebrería que claramente son joyas de una gran importancia y para ser lucidas por personajes muy relevantes).

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De ello, considero como muy probable que placas similares a las del ajuar tartessio se colgaran entre los cuernos de los astados, durante las celebraciones. Pero seguramente estas serían hechas en bronce o en un material más resistente y barato (como lo cascabeles y enjaezamientos de las caballerías); ya que un simple golpe, o el cabeceo de un buey, puede doblar y destrozar los pectorales de oro de El Carambolo. Por lo demás, el ritual de adonar reses de esta forma se ve claramente en el Egeo durante los milenios II y I a.C. (y no entre los fenicios). De igual manera, los brazaletes o torques de gran tamaño (como los de El Carambolo) son tipicamente anatólicos o sirios; no pudiendo considerarse púnicos, habida cuenta que la joyería fenicia es mucho más pequeña, ligera y "discreta" (que la que hemos citado de Mesopotamia, Siria o el Mundo hitita -donde los reyes lucen enormes brazaletes y collares, semejantes a los de El Carambolo-).

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Por todo cuanto hemos expuesto y en referencia a las teorías de Fernando Amores y Jose Luis Escacena; aún admitiendo que los toros en época tartessia se enjaezaran con piezas semejantes a las del tesoro que tratamos. Creo personalmente que de ser así esos colgantes serían imitaciones hechas en bronce, tanto como la costumbre demostraría una herencia creto-chipriota, egeo o anatólica (y no fenicia).
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CITAS:
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(1): Acerca de mis etimologías sobre la palabra Hispania e Iberia, pueden consultarse los artículos de este blog:
2ª- LO INVISIBLE EN LA PALABRA "Hispania" (etimolgía de las voces IBERIA e HISPANIA). http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/04/blog-post.html
3ª- LO INVISIBLE EN LA PALABRA: HISPANIA (Segunda parte) VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/04/lo-invisible-en-la-palabra-segunda.html
4ª- LO INVISIBLE EN LA PALABRA: HISPANIA (Tercera parte) VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/04/c.html
14ª- LO INVISIBLE EN LA PALABRA: Iberia - Hispania (continuación) -más sobre nuestra etimología de España e Iberia-. -SIGUE SOBRE ETIMOLOGÍAS DE ESPAÑA E IBERIA- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/04/lo-invisible-en-la-palabra-iberia.html
15ª- LO INVISIBLE EN LA PALABRA: Hispania - Iberia (en los autores clásicos). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/04/lo-invisible-en-la-palbra-hispania.html
16ª- LO INVISIBLE EN LA PALABRA: Iberia - Hispania (los otros iberos). -TERMINAMOS AQUÍ CON EL SIGNIFICADO DE IBERO Y ESPAÑOL; LLEGANDO A LA CONCLUSIÓN DE QUE ES SINÓNIMO ALGO QUE SE DEMUESTRA EN VARIOS IDIOMAS TANTO COMO EN OTROS PUNTOS DEL MEDITERRANEO O ANATOLIA DE IGUAL NOMBRE.- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/04/lo-invisible-en-la-palabra-iberia_30.html
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(2): Acerca del modo de usar las joyas, tanto como cobre el frigianismo y el caracter cretochipriota y egeo de el tesoro de El Carambolo; les recomendamos leer por ejemplo:
30ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el Tesoro de El Carambolo (Parte II: Modo de lucir sus joyas). -EXPLICAMOS LA FORMA MÁS LÓGICA Y USO NORMAL EN LA ANTIGÜEDAD, Y COMO DEBIERON COLOCARSE LOS BRAZALETES, COLLAR Y CORONA- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-e-r.html
31ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el Tesoro de El Carambolo (Parte III: Ornamentación de las joyas; ajuar de dos personas) -CONTINÚA EXPOSICIÓN SOBRE USO Y MODO DE LUCIR JOYAS COMO LAS DE EL CARAMBOLO-. VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1.html
32ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo (Parte IV: Primer analisis de sus joyas). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-4-7.html
33ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los Bueyes de Gerión en el Tesoro del Carambolo (Parte V: Análisis de las formas y del trabajo en la orfebrería -comienzo en la interpretación de sus símbolos ornamentales-). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-y-y-1.html
34ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los Bueyes de Gerión en el Tesoro del Carambolo (Parte VI: Análisis de los símbolos. Conclusiones: ¿Relación entre El Carambolo y el rey Midas?) .-COMENZAMOS A ESTUDIAR LA POSIBILIDAD DE QUE EL ORIGEN DEL DISEÑO EN EL TESORO DE EL CARAMBOLO SEA ANATOLIO- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-2.html
35ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los Bueyes de Gerión en el Tesoro del Carambolo (Parte VII: Algunas ideas y conclusiones ya apuntadas; orientaciones sobre el carácter ibérico y la herencía del Bajo Bronce; en las joyas de El Carambolo ). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1_19.html
36ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGIA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de EL Carambolo (Parte VIII: Simbología neohitita en las joyas; un tesoro de rasgos frigios que bien pudo ser hecho, o regalado a Arganthonio, por el rey Midas).-DESDE ESTA ENTRADA EXPONEMOS QUE EL DISEÑO DE EL TESORO DE EL CARAMBOLO PUEDE SER FRIGIO O NEOHITITA- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-9-8.html
37ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÏA: Los bueyes del rey Gerión en el tesoro de El Carambolo (Parte IX: Interpretación y traducción de los símbolos en las joyas). -DESCUBRIMOS QUE LOS SÍMBOLOS QUE CONTIENE EL COLLAR DE EL CARAMBOLO, SON LETRAS DEL SILABARIO NEOHITITA (LUWIO), PUDIENDO TRADUCIRSE COMO "dios y rey"-VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-7-9.html
38ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de EL Carambolo (Parte X: Los descendientes del rey Midas y su posible tumba en Chinchilla del Monte Aragón -el monumento neohitita de Pozo Moro-). -RELACIONES ENTRE EL MUNDO NEOHITITA (FRIGIO) Y TARTESSOS- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-8-9-y.html
39ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de EL Carambolo (Parte X : Los descendientes del rey Midas y su posible tumba en Chinchilla del Monte Aragón. El monumento neohitita de Pozo Moro -Continuación-). VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-8-8.html
40ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de EL Carambolo (Parte XI: Arganthonios y Midas. ¿Era de origen escita el monarca del oro?.). -DE NUEVO, LA RELACIÓN ENTRE EL MUNDO ANATOLIO DEL SIGLO VIII AL VI A.C. Y EL SUDOESTE PENINSULAR- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1_28.html
41ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo (Parte XII: Midas. El rey de origen escita y los adoradores del oro que comerciaron con Tartessos.). - DESCUBRIMOS CITAS HISTÓRICAS QUE MENCIONAN EL COMERCIO ENTRE MIDAS (REY DEL ORO NEOHITITA QUE GOBERNABA GORDION) Y TARTESSOS- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/07/1.html
42ª- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo (Parte XIII: El "collar pectoral" y su significado entre los pueblos: Egipcio-arameos, neohititas y escitas). -SIGNIFICADO RELIGIOSO DEL PECTORAL, EN LAS CULTURAS CONTEMPORÁNEAS AL TESORO DE EL CARAMBOLO- VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/07/1-7-9.html
43ª- INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo (Parte XIV: El lingote en la Antigüedad; los "piel de buey", el Talento y los orígenes del dinero). -SIGNIFICADO DEL PECTORAL DEL TESORO EN FORMA DE TALENTO LLAMADO KEFTIU-. VER:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/07/1-8-9-9.html
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(3): Sobre Norax, hijo de Eriteya y nieto de Gerión, fundador de Nora en Cerdeña ver:
Higinio Fábula 30 /// Servio, sobre la Eneida a Virg. VII, 662 /// Eurípides, HERACLES 423 /// Apolodoro II, 5 10 /// Pausanias X, 17, 4
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(4):

Citando a Zervós "LA CIVILICACiÖN DE LA CERDEÑA" -París 1954 pag 336- en
EL TORO EN EL MEDITERRÁNEO, de Cristina Delgado Linacero; Madrid 1996, Univ. Autónoma. página 278.
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(5):
REVESTIDOS COMO DIOS MANDA. EL TESORO DELCARAMBOLO COMO AJUAR DE CONSAGRACIÓN ; JOSÉ LUIS ESCACENA CARRASCO y FERNANDO AMORES CARREDANO -trabajo liberado en la red; publicado por revista SPAL 20 (2011): p. 107 a141 -