El artículo de hoy en una continuación del anterior (que recomendamos leer previamente), en que de nuevo y de forma principalmente gráfica expondremos cómo se han ido manteniendo ciertos modelos en orfebrería durante milenios. Diseños y joyas que -además-, tienen un significado mágico en un uso que se ha guardado con un sentido muy cercano. Habiendo supuesto en el más remoto pasado protectores y amuletos contra todo mal. Un valor y utilización que hasta hace muy poco les siguieron dándo, tanto que en la pasada entrada utilizábamos un libro como guía y ejemplo explicativo de la orfebrería en zonas próximas a la Ruta de la Plata; obra que se intitula: "La belleza que protege; joyería popular en el occidente de Castilla y León" (1). Comentábamos que este estudio es de Carlos Piñel (actual director del Museo Etnográfico de Zamora) y uno de los mejores especialistas de orfebrería de nuestro país. Quien, en las ocasiones en las que hemos podido hablar con él sobre el tema, siempre afirma como en la franja que cubre la Via de la Plata (de Hispalis a Astúrica Augusta) se han mantenido desde tiempo inmemorial unos modelos de joyería casi iguales durante milenios, y además con una utilización muy semejante.
JUNTO A ESTAS LINEAS: De nuevo un pectoral del Tesoro de El Carambolo. Esta vez el masculino (o del rey) en el cual prodemos observar su trabajo de oro con forma de esferas (graneado gigante) y rosetas. Es muy parecido al que se siguió haciendo en toda la orfebrería de la zona Norte de La Ruta de la Plata. Siendo especialmente en el área de Cáceres, Salamanca y Zamora, donde pervivieron más estos modelos -similares a los ibéricos o tartessios y que se siguen aún a dia de hoy utilizando-. Curiosamente, en la actualidad, estas joyas con formas de granulado (rosetas y esferas); también guardan un valor "mágico" o religioso. Tanto que en esta parte de la Via de la Plata, no pueden faltar en el traje de fiesta (o de gala). Siendo inimaginable hasta hace muy pocos años, que la mujer o el hombre vistieran incluso de diario sin lucir algunas de estas joyas. Amuletos a los que se les daba el valor de protección, a la vez que se consideraban un recuerdo familiar que con gran cariño pasaba de padres a hijos.
El caso que narramos es de gran interés arqueologico y etnográfico, dado que la mencionada "franja" es principalmente la zona que va desde Cáceres, hasta el Norte de Zamora. Donde se comerciaba gran parte de los metales que se obtenían en la "brecha" que va del Sil a Astorga y donde la orfebrería, el trabajo en oro y plata para usos decorativos (los dijes o collares), suponen una "pieza clave" en el estudio de las tradiciones populares. De tal manera, habiendo consultado el tema igualmente con el profesor Joaquín Diaz (catedrático honorario en folklore, nacido precisamente en Zamora), vemos que comparte estudios y criterios con Piñel, considerando que los modelos se han podido mantener en esta zona durante milenios. Unos diseños y modas extrañas en joyería, cuya explicación más segura es la de que se hubieran importado desde el Mediterraneo Oriental en épocas ancestrales hasta el occidente meridional hispano (seguramente a Tartessos). Para más tarde ir subiendo por la Ruta de la Plata que frecuentaban los buscadores de metales, imponiéndose y fijándose como modas o formas definidas quizás durante la dominación árabe. Ello, porque la orfebrería hispano-musulmana también hubo de tener "criterios" y figuras muy similares a las que trajeron los fenicios y los colonizadores orientales (desde el siglos del VIII a. C.). Lo que posiblemente hizo que a la llegada de los árabes más de mil años después, se acentuaran las costumbres de joyería que habría entre los habitantes establecidos en la Península. Sobre todo entre los de esta franja riquísima en metales preciosos llamada Ruta de la Plata, que tendrían como costumbre llevar collares y colgantes muy semejantes a los que les "enseñaron" los fenicios o los tartessios -joyas que seguramente lucirían los comerciantes de aquel oro y argento de este área-.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Modelos del llamado botón charro, en el que muchos (o casi todos) ven una simbología planetaria, relacionada probablemente con el Sol. Suele ser este un tipo de joya masculina, lo que explicaría que probablemente su esfera central rodeada de otras tantas, signifiquen ciclos del Sol (relacionados con otros planetas; posiblemente con la Luna). Normalmente en estos botones charros, suele haber una gran bola en el punto medio, a la que rodean otras más pequeñas en un primer círculo que por lo general se forma con otras cinco (o diez) semiesferas menores. Tras ello y al borde del botón se suelen situar un número igual al anterior, pero de mayor tamaño. La cifra que vemos en los objetos fotografiados es esta (10; 10; 1) y quizás haga referencia al sistema decimal o bien a ciclos solares que en base 10 pueden medirse con bastante exactitud: Año solar = ({10 x 10 x 3} + {10 x 6} + 5). Recordemos que el pectoral de El Carambolo también parecía contener una simbología solar en base a 10. Pero sobre todo observemos el gran parecido que hay entre el trabajo de estas joyas charras y la decoración de las piezas masculinas del tesoro tartéssio. En la imagen superior, al lado: Gemelos del siglo XIX hechos con botón charro publicados por Carlos Piñel (2). Bajo estas lineas, un modelo de anillo con el mismo botón, realizado hace apenas unos años, por el joyero salmantino especialista en orfebrería popular clásica: Luis Méndez.
Visto de manera comparativa y demostrativa el enorme parecido entre el conocido botón de Salamanca y las joyas masculinas del Tesoro de El Carambolo; podemos plantearnos de dónde procede este diseño tan carácterístico que se ha mantenido durante milenios (precisamente en zonas riquísimas en metales y donde se "vernera" al toro). Sin olvidar nunca que el pectoral tartessio que venimos estudiando, tiene la famosa forma de "piel de buey"; que no solo significaba el lingote o el Talento, sinó igualmente la riqueza, el bienstar y la pecunia. Bienes, que como el "cuerno de la abundancia" eran concedidos por aquellas "pieles de toro", que sabemos sobradamente simbolizaban un peso en Talento (en metales preciosos, o en dinero antiguo). Pero dejando al margen la forma y regresando a las deoraciones en granulado de joyas, también hemos repetido varias veces que hay dos puntos en el Mediterraneo Oriental, desde donde se difunden este tipo de diseños: El primero Fenicia; y el segundo, Anatolia. Aunque es en esta segunda zona (Península de la actual Turquía), en su área cercana a Escitia (el Cáucaso) donde se dan formas muy similares a las del tesoro tartessio (y en épocas coetáneas). De tal manera a continuación recogemos un elemento decorativo que contiene igualmente granulados con un tamaño grueso, tanto como las rosetas; pieza anatólica datable hacia el siglo VIII a.C., procedente de los túmulos escitas.
SOBRE ESTAS LINEAS: Adorno hallado en un túmulo escita cercano a Urartu y fechado en el siglo VIII a.C.. Observemos que lleva las típicas decoraciones que ya estudiamos en el pectoral real de Urartu; con forma de triángulos y cuadrados (en su centro). Pero a los lados se observa un granulado de gran tamaño, muy similar al que luce el Tesoro de El Carambolo. Ello puede explicarse por el hecho que ya hemos destacado, en el que piezas neohititas (y hasta arquitectura de este tipo) aparecen desde el siglo VI a.C, en nuestra Península. En entradas anteriores hemos relacionado esta llegada de los neohititas a la Iberia prerromana, con la caida del reino de Midas, a fines del siglo VI a.C. (quien se vió invadido por los asirios primero y arrasado luego por los cimerios). En nuestra opinión, Midas era un rey de origen escita y su Estado basaba su existencia y su opulenta properidad en el comercio de metales. Ello posiblemente les trajo hasta el Sur hispano (Tartessos), con quienes parece seguro comerciaron -tal como los textos antiguos recogen, citando a Midas como el "primer importador" a Oriente del Estaño del Atlántico-. Tras la invasión por los bárbaros cimerios de las tierras de este rey famoso por su riqueza en metales, es seguro que aquellos (que lamamos frigios -neohititas-) hubieron de huir. Muchos, en su marcha de Frigia, se establecerían en las zonas con las que habían comerciado el oro, la plata y el estaño. De ello, no es extraño que en la arquitectura ibérica haya ejemplos de estatuaria y relieves neohititas (como el de la Tumba de Pozo Moro); tanto como entre la joyería tartessia puedan aparecer modelos y diseños escitas y frigios (de siglos coetaneos al Midas).
Pero también aquellos diseños en granulado tuvieron otro área de difusión, como es la de Fenicia. Donde la joyería hecha en este trabajo de filigrana de bolitas es una absoluta constante. A diferencia de las piezas del Tesoro de El Carambolo, las fenicias llevan un granulado mucho más pequeño y realizado por minúsculas esferas que se pegaban a la placa de oro soldadas con un soplete de boca (o simplemente calentando la base). Siendo esta en realidad una forma natural (más que artificial) de diseño en el oro. Ya que en muchas ocasiones la pepita "nace" o se halla con aquella caprichosa forma de un "racimo de uvas" (llamada "graneado"). De tal manera, esas joyas de tradicón fenicia o anatólicas realizadas con esos granos o pepitas de oro pegados, creemos que sugieren una civilización para la que el metal era crucial; tanto como para disfrutar quizás de unas formas semejantes a las de las grandes pepitas áureas que aparecen a manera de un puñado de "bolas apiñadas".
BAJO ESTAS LINEAS: Cuentas de un collar del siglo VI a.C. hallado en la antigua ciudad de Sión. Al verlo nos asombra el parecido que guarda con mucha de la orfebrería ibérica (coetánea y porterior); tanto como el que tiene con muchas de las piezas que han pervivido hasta nuestros dias en la joyería popular hispana. Para comprender esta asombrosa similitud, nunca debemos de olvidar que ciudades como Cádiz o Málaga (Gadir, Malaca) fueron fundadas por colonos llegados precisamente de las capitales fenicias (Tiro y Sidón), que en este siglo VI a.C. hubieron de huir de sus tierras invadidas por los babilonios (sabiéndose que muchos vienen a sus colonias de occidente -principalmente a las ibéricas-).
JUNTO A ESTAS LINEAS: Pieza de filigrana y granulado, hallada en Suiza, fechada en el 650 a.C. y perteneciente al Museo de Berna (al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Observemos el increible parecido que tiene con los trabajos fenicios y los de orfebrería anatólica de la misma época. Ello hace pensar que quizás hubo una estrecha relación entre Suiza y el mundo púnico (que posiblemente subía a comerciar ámbar y metales hasta al Norte de los Apeninos). Tanto como pudo haber igualmente un nexo comercial con Frigia y el mundo neohitita (que también fabricaba dijes y joyas semejantes). Sea como fuere, la fecha que nos da el C-14 de los objetos que rodeaban la joya (650 a.C.), certifica que corresponde precisamente a la época en la que Frigia fué destruida por los Cimerios y los súbditos de Midas hubieron de huir de su territorio. Siendo época cercana también al periodo en que los reinos fenicios fueron "asaltados" y sitiados por los asirios, quienes sin lograr destruir a los púnicos, dañaron enormemente se comercio y sus bases (decenios también en los que se sabe, comienzan los fenicios a establecerse fuera de Oriente Medio, por temor a los mesopotámicos, que un siglo después y ya como aqueménides, les destruirían prácticamente).
Pero pasemos de nuevo a los modelos de estas piezas en oro y plata que han permanecido hasta nuestros tiempos. Así a continuación podemos ver unos dijes de collar de "traje de vistas" de La Alberca (Salamanca) en el que se aprecian claramente diseños antiquísmos. Sobre todo en las esferas, tambien llamadas Bollagras; que en este caso creemos vuelven a tener un sentido o simbolismo planetario. Conscuentemente, nos parece que su dibujo representa la Tierra con las órbitas de los dos astros reyes del firmamento: El Sol y la Luna. Así, si nos fijamos en las filigranas circulares que guardan estas esferas (bollagras), apreciamos en su centro una circunferencia, sobre la que giran otras dos elípticas. Algo que nos hace pensar que se trata de una representación de la rotación de la Luna y el Sol alrededor de la Tierra (tal como antiguamente se concebía). Por lo demás, la estética de estas esferas es totalmente indoeuropea y nos sugiere un diseño más bien celta; pareciéndose a las bolas decorativas de torques y collares celtas (que guardan este tipo de diseño en círculos perfectamente asimétricos). En lo que se refiere al "carrete" o pieza central en forma de canutillo, consideramos que su estética concuerda más bien con la orfebrería árabe y bereber. Ello puede explicar el hecho de que se llamen realmente "alcorciles", ya que en nuestra opinión estos serían un modelo de joyería más tardío y posiblemente llegado con el mundo musulmán a Hispania.
JUNTO A ESTAS LINEAS: Bollagras y carretes en plata dorada del collar de un "traje de Vistas", de La Alberca (Salamanca). Observemos, como antes hemos dicho la similitud con las bolitas de filigrana del mundo fenicio de la primera mitad del milenio I a.C.. Son también muy semejantes a otras esferas áureas aparecidas en zonas centroeuropeas (que antes vimos en Berna). Siendo muy curioso que el diseño de sus filigranas decorando la bollagra tenga un carácter puramente celta (tal como antes hemos explicado). Por su parte, los carretes o canutillos, parecen piezas de orfebrería musulmana y probablemente responden a modelos más tardíos (llagados a España tras el 711 d.C.). Foto ampliada y tomada del libro de Carlos Piñel anteriormente citado (3) .
JUNTO A ESTAS LINEAS: Cuentas llamadas en "avellana", típicas de los collares salmantinos. Guardan igualmente un tipo de estética puramente fenicia y son casi exactos a los dijes que los púnicos fabricaban y portaban, con motivo de guarecerse del "mal de ojo". En estos colocaban círculos con un "ojo" en el centro; que servía como protector para el "aojamiento". Costumbre que se sigue hasta nuestros días en el Mediterraneo Oriental, donde todavía existen collares y pulseras con cuentas que llevan un círculo con un ojito en su interior. El carácter protector y de talisman de estas joyas de diseño ancestral conservadas en las zonas de La Via de la Plata es indiscutible. Concretamente estas cuentas de avellana nos suscitan ser seguramente un amuleto contra el "aojo" (tan temido aún en muchas zonas populares de nuestro país).
JUNTO A ESTAS LINEAS: Collar, zarcillos y esfera de dije, fechadas en el siglo XV a.C.. Son de tipo micénico o cretense y sin lugar a dudas el origen de toda la orfebrería en granulado de la que hablamos. Realizadas en Creta o en Chipre a mediados del II milenio a.C., tienen ya las carácterísticas que conservarán las joyas fenicias en graneado. Observemos la esfera y los zarcillos con filigranas, que son casi iguales a las que aparecerán luego en todo el mundo fenicio (casi mil años después), pasando desde el siglo VII a.C. al ibérico. Sorprende que el origen nuevamente nos conduzca hasta Creta y Micenas, pero no hay que olvidar que la Anatolia neohitita y gran parte de Fenicia, nacen gracias a la caida de Creta y a la proliferación de Los Pueblos del Mar (que tras el siglo XV a.C. se expanden por el Egeo y las costas de Oriente Medio). Unos "Hombres del Mar" cuyo origen en gran parte estuvo en aquellos a los que dominaba el imperio Minoico, que quedan sin gobierno ni guía al desaparecer el reino de Cnossos.
JUNTO A ESTAS LINEAS Y BAJO ELLAS: Pendientes de los siglos XIX y XVIII salmantinos y cacereños, en filigranas y con la media luna. Los de marcada media luna móvil se usaron mucho en toda la zona de Cáceres, llegando hasta Lagartera (Toledo). Llamando la atención que igualmente, en esta provincia norte de Extremadura se llevara hasta hace no muy mucho enre niños y mujeres, un amuleto con forma de la media luna con un semicìrculo en su centro (otro de los talismanes contra el mal de ojo y que es de diseño típicamente fenicio). Fotos de los zarcillos tomadas del libro "La belleza que protege" (4) .
JUNTO A ESAS LINEAS: Medallón fenicio con la media luna y una semiesfera dentro. Es un tipo de amuleto contra el aojamiento que difunden los púnicos desde el siglo VIII a.C. y por todo el Mediterraneo. Algo que nos llamó mucho la atención mientras estudiábamos estos amuletos es que hasta hace no mucho (al menos veinte años atrás) en la misma Plaza de San Jorge de Cáceres (capital) existía más de un orfebre que fabricaba piezas casi iguales a esta que vemos en la foto (con más de 2500 años de antigüedad) y que se usaban de talismán, colocándolas a los recién nacidos. Hablando con aquel joyero, nos explicó que las llevaba "todo el mundo" para evitar el "mal de ojo". En nuestro trabajo sobre el aojamiento ya hemos explicado la relación entre la Luna y este "mal" cuyo origen mítico está en Egipto y en el "ojo de Horus" que fué cegado por el "demonio" Seth.
JUNTO A ESTAS LINEAS: Otras joyas fenicias, igualmente anteriores al siglo V a.C. y que vemos muy similares a las que se siguen usando en la zona de la Via de la Plata en España. Observemos en el zarcillo como su esfera adornada, nos recuerda mucho a las que existe en la orfebrería salmantina.
JUNTO A ESTAS LINEAS: Uno de los ejemplos más destacados de la orfebrería ibérica es este pendiente del tesoro de la Aliseda (Cáceres) fechado en el siglo VII a.C. y propiedad del M.A.N. (al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Aquí observamos decoraciones más complejas con palmetas y flores de tipo orientalizante, que serán una constante luego en toda la orfebrería ibérica (tanto como en la que se mantiene durante más de dos mil años en la zona Norte de La Ruta de la Plata) .
JUNTO A ESTAS LINEAS: Para finalizar, recogemos una preciosa joya etrusca; broche del siglo V a.C. propiedad del MET Museum (al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Pese a ello, podemos observar que esta joyería etrusca es mucho más perfecta y refinada a la ibérica, pareciéndose algo en su diseño, pero siendo mucho más elaborada en su taller y en su creación. Diríamos por ello, que se reaciona mucho más con los trabajos de Lidia y del mundo heleno (preheleno) que son más perfectos que estos que venimos viendo en Fenicia y en Iberia.
JUNTO A ESTAS LINEAS: Collar cretochipriota del siglo XVI a.C.. Muy importante es ver que está hecho con cuentas que son lingotes o bullas de oro. Formas que nos recuerdan de nuevo a la "piel de toro" y que era la que tenían los lingotes de plata y oro, con los que se comerciaba en el II milenio en Creta y Chipre (mucho antes de crearse el dinero acuñado en Lidia; hacia el siglo VI a.C.). Terminamos esta relación del significado de la joyería y los dijes, con el mundo Ibérico y mágico, recogiendo este collar de Creta (o Chipre), en tiempos de Minos (o de Micenas), Pues en este vemos como aquella bulla de la suerte puede relacionarse con la riqueza (la pepita de oro). No estando muy lejos estas cuentas en forma de lingotes áureos, con aquellas que aún se usan en Salamanca o Zamora y que vimos se denominan de "avellana" (siendo estas últimas claramente un amuleto contra el mal de ojo).
CITAS:
(1) LA BELLEZA QUE PROTEGE, JOYERÍA POPULAR EN EL OCCIDENTE DE CASTILLA Y LEÓN. Autor Carlos Piñel, Zamora 1998.
(2) Op. Cit. pag. 19
(3) Op. Cit. pag. 48
(4) Op. Cit. pag. 52 y 53
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