domingo, 10 de julio de 2011

LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo (Parte XVI: Misticismo y curación a través las joyas en La Antigüedad. Escapularios, medallas sagradas y pectorales)

JUNTO A ESTAS LINEAS: Sarcófaco de la dinastía XVIII o XIX hallado en Tebas (fechado entre los años 1330 al 1250 a.C.). En su decoración podemos observar la proliferación de joyas con las que se adorna a la momificada, entre las que se distingue el pectoral. El marcado carácter mágico y protector de esta pieza central, se observa en lo destacado que aparece en el sarcófago aquella joya o talismán del pecho. En la entrada de hoy estudiaremos el sentido que pudieron tener para los antiguos los pectorales, o las medallas sagradas, pendidas al cuello.

Hace unos cuatro años, publicamos un estudio monográfico sobre el origen y significado del "mito del Mal de Ojo", analizándolo desde sus más remotos comienzos(1). En aquel, pudimos llegar a descubrir símbolos de unos cinco mil años de antigüedad, en los que ya se encontraban talismanes y amuletos para "combatir este daño", que común y popularmente se denomina: "Aojo". De tal manera, mostrábamos en ese libro, collares del Egipto contemporaneros a la Era de las Pirámides, cargados de pequeñas figuras para combatir el aojamiento. Mal de Ojo que se correspondía con el uso de aquellos amuletos y cuyas figuras no han cambiado demasiado hasta nuestros dias; siendo los dos talismanes más importantes para evitar el Aojamiento los que aún conocemos: El Udjad (o Utchad), que se corresponde con el Ojo de Horus y es muy similar a los collares y pulseras con cuentas de ojitos que todavía se venden con ese fin. Tanto como la "figa" o "higa", que es exactamente igual a la que aún utilizan como amuletillo de la suerte (o para evitar desgracias y Mal de Ojo); consistente en un puño cerrado, del que sale -entre los dedos índice y corazón- el dedo gordo.
Aquellos dos símbolos (el ojo y la higa) nacidos en Egipto, a comienzos del III milenio a.C.; fueron adoptados como talismanes unos mil años más tarde, por muchos de los pueblos arameos y canaaneos que habitaron Oriente Medio. Debido a ello y usándolos igualmente como protectores del Aojo, los fenicios comerciaron y fabricaron numerosos de estos avalorios que comenzaron a hacer con el nuevo materíal que "inventaron": El vidrio (pasta vitrea). Así importaron a España estos dijes en forma de Figa (o de ojitos), que desde al menos el siglo VIII a.C.; años en los que aparecen en los yacimientos púnicos peninsulares (2). Habiendo estudiado el significado de aquellos amuletos en nuestro trabajo ya mencionado (HIGO, HIGA. HÍGADO Y AOJO), llegamos a la conclusión de que se trataban de dijes con mas de tres mil años de antigüedad, crados para prevenir "un mal" casi exacto al que hoy en día se "conoce y teme": El Aojamiento. Un curioso maleficio que se transmitía (según creían) por el ser dañino cuando miraba al indefenso y puro, al que "contagiaba" su terrible estado simplemente por impregnación a través de la vista. De tal manera, para evitar este terrible Ajoamiento que producían las miradas del envidioso, del malvado o del endemoniado, sobre aquellos otros seres y personas buenas, se llevaban esos talismanes (con la figura del puño-figa, o el de un ojo); que a modo de escapulario, actuaban como protectores contra aquellas pupilas horribles.
JUNTO A ESTAS LINEAS: Pectoral sagrado de Amenemope, en el que vemos al difunto frente al dios Osiris ceremoniando con incienso -Procede de la tumba de Tanis III, y está fechado entre los años 998 a 985 a.C. (21 dinastía)-. El pectoral, usado desde hace más de cinco mil años, es sin lugar a dudas el origen de los escapularios modernos. En la entrada de hoy veremos como su uso tiene también una razón y explicación médica (además de religiosa).
Siglos más tarde -ya en época greco romana-, descubrimos en nuestro análisis mencionado, como nacieron hacia el siglo IV a.C., un tercer tipo de talismanes contra el aojo, que tenían curiosamente forma de pene y cuyo nombre era el de "falos". Aquellos "falitos" que se colgaban a los niños ya desde los primeros días de su naciminto (en Grecia y en Roma), comprobamos que correspondían a una tradición nacida en Egipto -igualmente desde la Era de las Pirámides-. De tal manera, cuado seguimos investigando la relación que pudieron tener con el Aojo (y sus males) aquellos talismenes en forma de falos, puñitos y ojos, llegamos a conclusiones muy curiosas. Puesto que al ver como siempre el Mal de Ojo se combatía con "La higa" (puño cerrado con el dedo gordo saliente), el "falo" (como colgante) y el "ojo" (Uchat en el Nilo, o la pupila entre los fenicios). Y habiendo sabido que realmente era costumbre la de imponer nada más venir al Mundo al neonato, aquel escapulario (talismán para el bebé, que normalmente los ricos podían permitirse en plata y oro, pero que los menos adinerados hacían en bronce). Nos planteábamos qué uso, significado o utilidad pudo tener aquello, para haber seguido esta costumbre desde la Era de las Piramides, hasta la Caida de Roma (durante más de tres mil años)...
Estudiamos así la unión del Ojo, con el puño cerrado en forma de Higa, tanto como el nombre de "higo, o figa" de aquel amuleto, y tras ello, la sustitución de aquellos talismanes por otros en forma de pene en época romana -dejando de utilizarse por los romanos las pupilas en blanco y azul, de los fenicios-. Todo aquello, nos hizo reflexionar sobre cual pudo ser el origen y significado de estas tradiciones y sentimientos, que derivaran hasta el Aojo (mal tan extendido y temido en "el tiempo y el espacio", que aún es creido y "limpiado" en muchos lugares del Planeta). Llegando finalmente a la conclusión propia de que su origen primigenio era el de evitar el glaucoma el tracoma y las enfermedades oculares (tal como algunos Textos de las Pirámides y el Libro de los Muertos egipcios nos enseñan) (3).
Finalmente, pudimos llegar a la conclusión de que el uso de esos talismanes era verdaderamente benéfico para evitar ciertas enfermedades de transmisión (sobre todo las visuales), debido a que genereaban óxidos de plata, cobre, estaño y derivados del los áureos. Por ello, tras estudiar que el método para luchar contra las enfermedades oculares contagiosas fué en la medicna moderna, suministrar unas gotitas de nitratos y óxidos de plata en los ojos (sobre todo en los del recién nacido). Con lo que se lograba acabar con las posibles enfermedades contagiosas que el útero materno tuviera y hubieran podido infectar las cuencas culares y a las mucosas del niño. Habida cuenta de que el óxido de ciertos metales (sobre todo de plata, y bronce) eliminaba los microbios de enfermedades tan importantes como los de la gonorrea, que producía la tracoma (transmitida a los ojos del bebé durante el parto). El hecho de imponer una medallita de metal en el cuello, pudo hacerse para evitar, esas enfermedades contagiosas que terminaban produciendo la ceguera al niño.
JUNTO A ESTAS LINEAS: Pectoral del rey de Biblos IP CHEMU ABI, fechado en el siglo XVIII a.C. y que se halla en el Museo Nacional de Beirut (al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Observamos que esta pieza es puramente una réplica de lo egipcio; hasta el punto que lleva los símbolos de monarca del Alto y Bajo Egipto (ello como atributo de un rey ajeno al Nilo). Se trata de una obra de arte pre-fenicio, cuya calidad no es tanta como la que la orfebrería Egipcia tiene. Lo hemos "catalogado" de arte pre-púnico, debido a que Fenicia estaba en estos años naciendo (a la sombra de aquella magnífica y ancestral urbe de Biblos). En este pectoral se demuestra que gran parte del arte y de las costumbres que van a ser luego las de Fenicia, serán en gran parte una recreación del Mundo Egipcio,
Evidentemente, esos escapularios pudieron ser un medio conocido a través de la costumbre, para de luchar contra aquellos terribles males que producían el glaucoma y el tracoma (epidimias y males endémicos en Egipto). Puesto qeue el Imperio del Nilo llegaba a tener un alto porcentaje de ciegos en su población; debido a la insalubridad del rio y por las condiciones de arena y sol en el desierto. Por ello no es extraño que observaran como al colgarse del cuello una medallita -cuyo óxido mezclado con la sudoración iba "generando" nitratos de plata o cobre-, aquella pudiera actuar como protección. Una "medicación", que tan solo interpretarían como fruto de los dioses, sin saber realmente que al tocarse los ojos tras poner los dedos en la medalla la medalla, aquella actuara como limpiador de bactarias. Pese a ello, ya en el Imperio Nuevo, hay tratados que hablan de como el óxido de determinados metales y minerales, ayudaban a combatir el tracoma (lo cual confirmaba que aquellos escapularios se pudieron poner para proteger los ojos de las bacterias).
Esta fué la hipótesis nuestra, que unía el origen y significado del Mal de Ojo, con los talismanes que lo combatían. Puesto que siendo aquella una de las más terribles maldiciones habidas y temidas desde que La Civilización existe, se combatía con pequeños amuletos en forma de: Ojos, Higas y Falos. Talismanes cuyo significado intrínseco creemos que residía en procurar la curación de enfermedades oculares (con el fin de evitar la ceguera), pero que se transmiten por las mucosas. De ello, la aparición del Falo y la Higa en sus amuletos, ya que estos son el símbolo de los sexos femenino y masculino. Ya que estas enfermedades procedían en el Nilo en su mayor parte por el contagio de la bacteria Chlamydia, que produce la blenorragia. Contagio que comunmente se transmite a través de la via sexual (o de mucosas) y que lleva a la ceguera inmediata del neonato (si la madre la ha contraido) o al tracoma de aquel que se ve afectado durante largo tiempo por aquella bacteria.
JUNTO A ESTAS LINEAS: Otro pectoral del famoso faraón de dinastía libia, Shensoq I (fechado hacia el 890 a.C., en el museo de El Cairo, al que agradecemos nos permita divular su imágen). Observemos que el colgante de carácter mágico tiene forma de ojo. En su centro y como iris, se encuentra un sello en lapislázuli con la figura del rey Shensoq I en su trono (esta piedra azul es la que determina el Libro de los Muertos como uno de los ojos de Horus). A modo de párpado bajo, aparece una Barca de Ra en oro, con forma de Media Luna y transportando al rey hacia el Más allá. A los lados de ella y custodiándola, dos diosas Maat (como Isis alada). Además, en el centro de aquellas y entre sus alas hay dos ojos de Horus (Utchats). Observemos la perfeción con la que están trabajados estos dos Udjats (ojos del dios Horus, que simbolizan los astros), que apenas tienen unos milímetros de tamaño. El pectoral es sin lugar a dudas un protector contra el Aojo, en el viaje de Senshoq I, hacia el Más Allá.
Por lo demás, es sabido que el contacto de la piel con ciertos metales (sobre todo con los preciosos), tiene un efecto de regulación de bioritmos, o de mejora en el estado anímico; tanto como genera campos magnéticos que para muchos son interpretados como muy beneficiosos -unos hechos que no sabemos si pertenecen al mundo del placebo, pese a lo que su función y funcionamiento está admitida por la medicina moderna-.Todo aquello explica los talismanes para combatir el aojamiento, tanto como sus formas de "ojos", "figas" (con que se figuraba el "sexo femenino") y de "falos" (el pene transmisor de la Chlamydia). Debido a que la ceguera se tuvo durante un tiempo como un mal contraido por suciedad y por falta de higiene sexual. Con lo que el Falo protector, simbolizaba quizás la endogamia y monogamia necesaria para no contraer blenoragias -enfermedad de la que en la Antigüedad solo conocían sus consecuencias, no su origen; pese a saber que era muy contagiosa -. Con ello, aquellas piezas de metal colgadas sobre el cuello, que comenzaron a usarse, al menos hace cinco mil años (desde entonces poniéndolas sobre los recién nacidos), tenían una explicación y una utilidad efectiva. Y seguramente comenzaron a ser sagradas al haber observado que aquellos que las portaban, estando protegidos por un amuleto o escapulario de este tipo, sufrían menos las cegueras (algo que pudo comprobarse por la costumbre al observar que quienes no las llevaban al cuello, eran más propensos al contagio). Unas medallas o amuletos que sin duda, creemos se relacionan mucho con el origen de los escapularios que hasta hoy en dia se utilizan.
AL LADO: Guerreros y damas ibéricos danzando en un vaso cerámico de Liria, propiedad del museo de Valencia al que agradedemos nos permita divulgar su imagen. Observemos como en su pecho, los danzantes llevan un pectoral, que en el caso de los hombres parece que son las "trinchas" de armas.

JUNTO A ESTAS LINEAS: Guerrero representado en un vaso cerámico ibérico de Liria (Valencia, siglos IV al II a.C.). En este podemos observar claramente como lleva "trinchas" o pectoral en forma de tirantes cruzados al pecho. Cualquier persona que haya hecho "la mili" -o estado en el ejército-, conoce que "las trinchas" (cinturón, con bandas que cuelgan del pecho), son indispensables para asir y poder llevar las armas; pues sin ellas se nos caería o movería el armamento del cuerpo. Suponemos que estas que portaban los iberos les servían como tirantes para el carcaj, la honda, el cuchillo o las falcatas. Como ás adelante veremos, muy posiblemente algunos de los pectorales y su simbolismo en la antigua Iberia, se relacionaron con estos atributos del guerrero.
Pese a cuanto hemos expuesto, quedaba aún un segundo aspecto del pectoral; el protector mágico del pecho, tan usado en todas las civilizaciones. Este era el carácter puramente religioso del pectoral, relacionado con la protección del alma. Algo que se comprende plenamente al observar que los órganos vitales del hombre se hallan fundamentelalmente en esta zona central (al margen de la cabeza). Siendo así, es de entender que el pectoral tuviera también relación con las pequeñas corazas y protecciones de las armaduras, en cuyo centro estaba una placa más importante, que actuaba como un escudo mayor, para el cuerpo del guerrero. Curiosamente estas escudillas o refuerzos de la armaura que llevaban los guerreros (principalmente en su zona central) se llamaban "Falera" -o faleria-; cuyo nombre creemos que indudablemente nace de "Falo". Ello a nuestro modo de ver, en recuerdo de aquel amuleto protector del "mal de ojo" que los niños y muchos ciudadanos romanos lucían en su pecho. Siendo muy común que las "falerias" que llevaban en las corazas, representaran la cabeza de Medusa, como la diosa cuya mirada dejaba petrificado al que la observara (una expresión e interpretación del Aojo, relacionada con la guerra -en nuestro modo de interpretar el mito-).
JUNTO A ESTAS LINEAS: Falera (o faleria) del siglo III hallada en Castro de San Millán (Orense; pertenece al museo provincial de Orense al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Esta pieza protectora y que supuestamente luce la cabeza de Medusa -u otra deidad que prevenga en la guerra- tiene unos aros para ser asida en el pecho con cintas (o cadenas). Se usaban para reforzar las corazas y como talismán contra los venablos y las armas del enemigo; no estando muy lejos del sentido del pectoral como objeto protector del que lo porta.
De tal manera, desde la primera Edad del Hierro, creemos que se impuso en el Mediterraneo el uso del pectoral y de la corona quizás ya con un sentido diferente al que tuvo en Egipto: No como atributos sacros del rey, sinó como sacralización de objetos de guerra (la coraza, las falerias y el casco de lucha). Así, posiblemente entre los iberos el pectoral del rey era ya un recuerdo a la "escudilla" central de la armadura; o incluso se relacionaba con las trinchas que lucía todo guerrero (tirantes cruzados donde se colgaba el carcaj y el armamento). Pese a cuanto exponemos, el pectoral del Tesoro de El Carambolo es claramente sacro y nos sigue recordando sorpresivamente mucho más a determinadas joyas del mundo arameo, fenicio y judío -relacionadas con el mundo de lo sagrado (y no tanto con el militar)-. Es decir, que el significado y simbolismo de aquella joya tartessia, de nuevo nos resulta mucho más cercano a Oriente Medio en los siglos X al VI a.C., que a la cultura ibérica posterior a Tartessos. Ello, seguramente debido a que este pectoral con forma de lingote-buey (Labrys o Keftiu), fue el símbolo de un monarca como sacerdote supremo o autoridad de una religión, y no tanto como guerrero (o general de los ejércitos).
JUNTO A ESTAS LINEAS: Figura de guerrero de Porcuna, del siglo IV a.C. propiedad del M.A.N. (al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). En el centro de la escultura, vemos como su pecho lleva una gran escudilla colgando de las trinchas; escudo pectoral que sin duda fué el origen de las falerias.

JUNTO A ESTAS LINEAS: Torso de guerrero ibérico, fechado hacia el siglo IV a.C. y procedente de La Alcudia, Elche (propiedad de la colección Ramos Folques a la que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Observemos en ella que en su centro, la armadura-cazuleta convertida en faleria, que contiene una cabeza de lobo-toro. La tipología de la escultura de esa falera que lleva un lobo con felino, es tipicamente orientalizante y nos recuerda sobremanera a los leones neohititas y a los modelos de Asia Menor (entre los siglos XI al V a.C.).

JUNTO A ESTAS LINEAS: Pectoral del Tesoro de El Caramblo, que consideramos tiene un carácter mágico, relacionado con piezas de este tipo que utilizaban los sacerdotes supremos en Oriente Medio (clérigos y monarcas arameos, judios, neohititas, asirios o escitas). No creemos que se relacione tanto con el "pectoral" del guerrero mediterraneo (las falerias). En nuestra opinión vemos en aquella pieza de El Carambolo quizás el símbolo que demuestra como el rey, en la zona de Tartessos, era también la autoridad suprema del clero. -En anteriores entradas vimos como el atributo del gran sacerdote, en Oriente Medio y desde principios de La Edad del Hierro; fueron estos pectorales (que se mencionan especificamente en El Antiguo Testamento, como atributo del Sumo Sacerdote entre los judíos)-.

CITAS:
(1) HIGA, HIGO, HÍGADO Y AOJO (MAGIA, RELIGIÓN Y MEDICINA). En "El cuarpo en la tradición" Publicado por la Fundación Joaquín Diaz, Valladolid 2007.


(2)
Citamos como ejemplo de estas: Las numerosas Higas del Tesoro de Villaricos, o las innumerables cuentas con ojitos que se extienden por toda la geografía ibérica desde la llegada de los Fenicios a nuestras tierras.
(3) EL LIBRO DE LOS MUERTOS cap. 112 y 80. EL capítulo 17 narra la ceguera de Horus producida por la "suciedad del demonio" -Seth- (recomendamos traducción desde la inglesa de Juan B. Bergúa, Avila 1964). Sobre el mismo: DECLARACIÓN 359 DE LA PIRÁMIDE DE PEPI II; tanto como: PAPIRO MEDICAL DE LONDRES, N. 22



-Desde el pasado terremoto de Japón, guardaremos en cada entrada de nuestro blog, un recuerdo a los damnificados de este trágico suceso, tanto como para los afectados por el reciente seismo de Lorca. Solicitando ayuda para ellos, informamos de que hay múltiples formas de colaborar con la Cruz Roja o UNICEF. Del mismo modo, les recordamos que una de las mejores maneras de ayudar a los afectados por catástrofes naturales, es consumir sus productos (recomendando la maquinaria y tecnología de Japón, que es inmejorable). Muchas gracias a quienes así lo hagan.-











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