a) Breve noticia histórica, sobre Guarrazar y su tesoro:
Decíamos ayer y poníamos como adivinanza, que una de las cruces votivas del Tesoro de Guarrazar fue ofrecida por un famoso santo hipano-visigodo. Este tesoro, que bién podía haberse llamado de Guadamur, ya que fue en este pueblo donde se encontró (junto al campo de Guarrazar); se compone de varias piezas votivas entregadas al templo, como era costumbre en tiempos godos. Costumbre llegada desde Oriente, que comenzó desde los años de Justiniano, cuando los poderosos adoptaron el ritual bizantino de regalar a los templos (primados de la Iglesia) coronas y cruces votivas con sus nombres o símbolos. Así lo hacían los emperadores romanos, en la capital de Bizancio y lo debieron de "imitar" de manera similar, los reyes visigodos en la catedral de Toledo.
De ello y del hallazgo del tesoro escondido bajo tierra, se supone que en tiempos de la llegada de los árabes a esta capital del reino godo (en el 711), alguien huyó del asedio con el tesoro catedralicio y lo enterró a pocos kilómetros -en un cementerio del campo de Guadamur-. Allí hubo una ermita, llamada Santa María de Sobarces, con su necrópolis y parece que junto a la tumba de un presbítero -de nombre Crispín-, introdujeron las coronas y cruces votivas; que guardaron escondidas en una urna de mortero, recubierta luego de mampostería, y, finalmente enterrada.
Como si de un cuento romántico se tratara, más de mil cien años después (en 1858), un matrimonio de Guadamur salió a pasear tras unas fuertes lluvias que asolaron la zona. En su "inspección" para ver como habían quedado los terrenos cercanos al pueblo, tras las tomentas; observaron una extraña "losa" de mortero en el suelo, junto a algo que parecían enterramientos. Al golpearla, aquello se abrió y resultó no ser una tumba, sinó la urna del tesoro escondido, con decenas de cruces y coronas votivas (que decidieron coger). Pero por miedo a ser vistos, regresaron por la noche para hacerse con el famoso tesoro aunque no se percataron, de que fueron observados por otro vecino de Guadamur (de nombre: Domingo de la Cruz). Quien tras ellos, se llegó hasta el mismo lugar y abriendo cuantas "tapas" de mortero veía, encontró el resto del tesoro, que guardó en tinajas en su casa.
Lo encontrado por el matrimonio, fué vendido al platero de Toledo, quien tristemente fundió la mitad del metal, aunque la otra mitad se salvó gracias al "diamantista" y un amigo suyo, francés. Este hombre, llamado "el diamantista", cuya casa podemos ver aún en las riberas del rio Tajo -en la ladera Sur de la Ciudad Imperial-, era un retirado joyero, que había trabajado para los mas ricos de Madrid y que entonces vivía jubilado en aquel cigarral. Amigo de un militar francés, al enterarse de que el platero tenía un extraño botín, compraron lo que no se había fundido del tesoro; lo recostruyeron y lo llevaron hasta París. Donde hacia 1859 se lo vendieron al Patrimonio Galo, que lo expuso en el Museo de Cluny. La noticia fue conocida en España hacia 1860, por lo que la reina y las autoridades intentaron recuperar el famoso tesoro, aunque el precio que pedía el Estado francés era imposible de pagar por el español.
Al saberse todo aquello en Toledo, Domingo de la Cruz, que había guardado el resto de piezas encontradas en Guadamur -aquella noche de 1858-, en tinajas de su domicilio, decidió regalarlas a la reina. Así, ni corto ni perezoso, se plantó a las puertas del Palacio de Aranjuez, con una caja bajo el brazo preguntando por la reina Isabel, para entregarle un regalo... . Los guardias no daban crédito a lo que aquel hombre decía, pero al pasar en el real recinto y ser inspecionadas aquellas joyas por las autoridades de palacio, pronto se dieron cuenta de que realmente estas, eran parte del mismo hallazgo y de aquel tesoro (vendido en Francia). Isabel II pagó sobradamente el mencionado regalo, tanto que le concedió una pensión vitalicia a aquel Domingo de la Cruz, después de haberle soltado mas de cuatro mil reales de recompensa. Tras ello, estas coronas visigodas pasaron a ser custodiadas en el Palacio Real de Madrid, por cosiderar que aquel era el lugar más seguro. Componíendose esta segunda parte del hallazgo, de algunas cruces -una de ellas llamada "de Lucecio"-, tanto como de la corona del rey Suintila y la del abad Teodosio.
EN LA IMAGEN INFERIOR: Parte del tesoro de Guadamur que pasó a propiedad real, tras ser entregado en 1860 por su descubridor (Domingo de la Cruz). Estuvo en la Armeria Real, aunque la llamada "cruz de Lutecio" y la corona del Abad Teodosio, fueron llevadas hacia 1918 a la Biblioteca de Palacio. En 1921, se produjo un terrible robo en la Armería del Palacio Real, llevándose las coronas y cruces visigodas del tesoro, que nunca más se recuperaron ni aparecieron. Parece ser, que la cruz de "Lucecio" y la corona del "abad Teodosio", se salvaron por haber sido custodiadas y guardadas años antes a la Biblioteca (ello es lo que afirman autores como Menendez Pidal; aunque no hemos tenido testimonio ni podido ver fotografía alguna de ambas piezas mencionadas, después de la fecha del robo: 1921 -por lo que desconocemos si también fueron fruto del expolio, o si desde entonces se guardaron en caja fuerte, u otro lugar-).
b) La "llamada" Cruz de Lucecio (o, Lucetio):
La pieza a la que nos referíamos ayer y que decíamos fue de un famoso santo, es esta que presentamos en fotografía anterior a 1921. Se denomina Cruz de Lucecio, porque en su interior se ha visto una inscripción que leida en vetical y luego en horizontal dicen interpretar como:
"IN NOMINE DEI : NNO: MINNE ESCI" "OFFERENT LUCETIUS: E" que se interpreta como : "En el nombre de Dios, año domine es / la ofrece Lucetius, e"
EN LA IMAGEN INFERIOR: La mencionada Cruz de Lucetio, en la que podemos ver claramente la leyenda de oferente.
Hace ya mas de veinte años, mantuve una entretenida discusión con un experto en arte antiguo que por aquel entonces estaba destinado precisamente en la Biblioteca del Palacio Real. Este experto en orfebrería y herrajes de alta época, era el conocido Jose Gabriel Moya, al que le mandé un estudio sobre la mencionada cruz de "Lucetio" y quien me dijo que probablemente tuviera algo de razón en lo que exponía, aunque no podía compartirlo plenamente. Así le explicaba como la lecutura que debiera darse a esta cruz, era diferente a la que tenía y que había de interpretarse en atención a los alfabetos visigodos vigentes y usados en esa época. Es decir, que lo mejor, antes de interpretarla, era estudiar los alfabetos visigodos utilizados en los siglos VI y VII (tiempo en el que se fechaba el tesoro de Guarrazar). Tras ello, intentar leer la cruz en virtud de aquellos abecedarios de cada época. De tal manera nos pusimos hace veinte años en esta labor que ahora relatamos y de modo similar a como contamos:
Primero dividimos los dos lados de la cruz, para leer detalladamente los signos que tenían. Algo que gracias a la fotografía e internet, es hoy fácil de mostrar:
EN LA IMAGEN SUPERIOR: Vertical de la cruz visigoda, donde se lee "IN NOMIN E DNI:NNO:MINESCI".
EN LA FOTO INFERIOR: Tranversal de la cruz con "OFFERENT E :::::::::::::::" (evidentemente ya dejamos el resto de la inscripción horizontal en vacío, al considerar no estar leida correctamente, por no haber aplicado los alfabetos ulfilano-visigodos de la época).
b) Los alfabetos ulfilano-visigodos:
Como hemos dicho, para leer un texto visigodo es imprscindible conocer los alfabetos que en la época se utilizaban. Ello, porque cuando llegan los godos a Hispania, usaban aún el Ulfilano, abecedario inventado por Ulfilas (Wulfila), santo que cristianizó la zona Norte del Danubio a fines del siglo IV. Este famoso hombre de cultura de los germanos, tomó las letras del griego y a ellas les sumó algunos signos, convirtiendo y dando otro valor a las ya existentes. Por ejemplo la "fi" griega la hace una "F"; la "gamma" figura como "J", y escribe la "Heta", "Ro" y "Sigma", como "H", "R" y "S" (en forma latina). Dejando un abecedario como el que a continuación vemos:
EN LA IMAGEN INFERIOR: Alfabeto Ulfilano según J.Frebieren su libro "Histoire de l´écriture" (Paris 1959), tal como recoge Ramón Menéndez Pidal en Historia de España, Tomo III, 2 (pag. 166)
En el año de 587, el rey Recaredo inicia la conversión de Hispania al catolicismo y considerando el arrianismo una herejía decide acabar con todos los textos en ulfilano (sobre todo, en el idioma gótico-arriano) Se cuenta que para ello, introdujo en una casa de Toledo los códices existentes entonces, escritos en este idioma -con el abecedario de Wulfila-, prendiendo a ella fuego, mientras se celebraba el Concilio que llevaría a Hispania a cambiar de culto, hacia el catolicismo. Tras esta fecha, el uso del Ulfilano queda postergado, pese a lo que nunca dejaría realmente de usarse, pues los cultos visigodos confundían las letras del alfabeto griego, con aquel abecedario godo; y las del latino, con las del griego. La mezcla de sabiduría llegada de Oriente, tanto como los textos en antiguo ulfilano y los escritos en griego, dan como resultado el uso y evolución del abecedario visigodo. Tanto es así, que para datar las piedras y objetos encontrados que tengan inscripción, lo mejor es compararlo con escrituras monetales. Tras ello y viendo letras coincidentes con las monedas, se sabe claramente a qué fechas cercanas puede pertenecer una losa visigoda, o un bronce, con palabras grabadas. Mostramos abajo algunas evoluciones de las letras visigodas, desde el comienzo hasta el siglo VII.
IMAGEN SUPERIOR: Como hemos dicho, algunas variaciones en letras, conforme alfabetos visigodos.
IMAGEN INFERIOR: Abreviaturas más comunes visigodas. Pese a ello, la gran proliferación de crasis y abreviaturas, hace a veces muy difícil traducir o interpretar una inscripción o un texto de esta época:
c) La cruz de San Eugenio de Toledo:
Como venimos exponiendo, la lectura que se ha dado a la inscripción de la cruz que estudiamos no consideramos que sea la correcta. Pues viendo los valores de los alfabetos en numismática desde los siglos VI al VII (época en la que se fecha el tesoro de Guarrazar), nos parece que la leyenda horizontal, ha de interpretarse de otro modo. Pese a ello, sus palabras de la zona vertical, parecen bien traducida (aunque incompletas y no del todo leidas). Ella es la siguiente:
Consideramos que aquí hubiera de leerse en primer lugar, tal como dicen todos los expertos "in nomine dei", pero tambien algo mas:
IN NOMIN E D NI : NNO : MINE SCI = IN NOMINE DEI IN NOMINE SCI
"en el nombre de Dios en el nombre del Spirit. Sancti"
Aunque vemos que tiene ciertos cortes que parecen indicarnos igualmente que habla de Anno (año) y debe considerarse la opción a otra lectura añadida, que nace si leemos de derecha a izquierda:
MINE ESCI / ANNO/ IN DC (E) NIWONNI
mio, fecit (o mio epsicopos) / Año / en / DC e noventa = Quinientos cien y noventa =690.
Decimos ANNO IN DC E NIWONNI, al ver que realmente hay una extraña errata o confusión en la letra M que la convierte a la vez en W, a la vez que la D está al revés y se puede leer DC. Algo que lleva a concluir que posiblemente hable de ANNO D C NIWONNI = año quinientos+cien+noventa=690. O bien a ANNO De ERA, NOVENTA.
Pues no es posible imaginar que una cruz votiva contenga erratas, ni menos errores. Aunque al ser la de un obispo primado, experto en alfabetos y literatura, sí puede contener un juego de palabras. Porque lo que nos resulta inimaginable es que alguien pudiera donar una cruz, tan sumamente valiosa y que contuviera errores o erratas, en su leyenda. De lo que pensábamos, que quizás, si se le diera la vuelta o se leyera al revés tuviera otro sentido la frase con letras que parecen totalmente giradas. El hecho es que al verla al revés se observa mas claramente como pone "Esci / MIne / Anno / In / D / E / NOWONNI". Tanto como vemos una señal que nos indica donde comienza y termina el texto a leer (una especie de trébol que existe al comienzo de la cruz). Por lo demás, existen unos puntos en la leyenda, que nos hacen pensar que indican que "allí", " algo" falta y ha de sustiturise por letras o abreviaturas. Siendo así como posiblemente debiera leerse también:
IN NOMINE D E I / IN (A=:)NNO / (DO=:)MINE / FeSCIt.
Finalmente hemos de observar que MINE ESCI puede traducirse por YO EL OBISPO
Siendo el resultado de sus lecturas:
1-IN NOMINE DEI IN NOMINE SCI = En el nombre de Dios y en el nombre del Espíritu Santo
2-IN NOMINE DEI ANNO DOMINE ESCI = En el nombre de Dios en el Año del Señor (este, o "fecit"), unido a la lectura clara del final con: MINE ESCI (MINE EpiSCopI - yo el obispo, mio del obispo)
3-MINE / ESCI / ANNO / IN DC E NIVONNI = Mio, hecho (mine episcopi) año de quinientos, cien y noventa (= 690)---
-O simplemente ANNO / IN / D E NIVONNI = año de ERA noventa
EN LA IMAGEN INFERIOR: La inscripción vertical, al revés, donde se aprecia mejor que tiene una doble lectura, ello quiza debido a ser de arriba abajo e inversa, en el conocido bustrofedon.
d) San Eugenio, Obispo la ofrece = OFFERENT / E UGENIUS : E.:
Esta que encabeza el apartado, es la lectura que vemos claramente en su inscripción transversal. Siendo la que tenía antes daban los expertos: "OFFERENT LICETIUS", por haber considerado que la "F" tumbada era una "L"; y la semi "P" una "T".
Pero es evidente que la "F" tumbada es una "E", tal como podemos leer en "OFFERENT" y en el supuesto "LUCETIUS", cuyas "E" se asemejan mucho a una "F" (dada torcida o dada la vuelta). Del mismo modo, las "G" se deforman en época visigoda, tomando hasta esa apariencia de una "C" abierta, al igual que lo que parece y puede ser una "P" (E ugePius) juega con la "I" para conformar la "N" y que se lea : EugeNius . Por su lado, la "N" es la misma en OFFERE-N-T y en EUGE-N-IUS. De ello que lo primero que leemos es.
OFFERENT EUGENIUS : E = "la ofrece Eugenio E(piscopos) ,Obispo"
Arriba vemos claramente que pone Eugenius, siendo la primera "E" la letra en común entre ambos lados de la cruz, señala a la vez que es la inicial de Eugenio y de Episcopus (obispo). A ella le sigue una clara "U" gótico-ulfilana, y una "G" gótica; después la "E" deformada (tipo ulfilana), tanto como esa extraña "N" que parece una "P" ulfilana (y que servirá para otro juego de palabras, como veremos). Termina con una "U", igual a la primera y una clara "S", invertida. Luego la E (de episcopus), que también podría ser una "T". Todo ello nos ha dado pié a volver a leer también:
OFFERENT EUG- EPIUS (): T(oletum) = La ofrece, Eug. Obispo de Toledo
La unica letra que nos presenta dudas es la FINAL que damos como una "E" de Episcopus, o bien como una "T" de Toledo. Al igual que en el texto leemos "E-YGENIYS" (eugenio) a la vez que algo como "EYGHPIYS" que quizas habla de "euge Pius" del griego Bueno y Pio (esta ultima hipotesis la damos aunque sin creer mucho en ello, pues la lectura clara es EUGENIUS). Creyendo que la interpretacion corrrecta es * OFFERENT EUGENIUS T * . Segunda lectura: *OFERRENT EUG EPIUS T * = La ofrece Eugenio, obispo de Toledo
e) El problema de la datación en el 690 y conclusión a las inscripciónes:
Con todo lo visto, las lecturas parece que claramente nos indican que se trata de la Cruz de San Eugenio de Toledo, ofrecida en el año de 690. Algo que es perfectamente coetaneo con la datación de las coronas y de la época del tesoro de Guarrazar (que contiene ofrendas fechadas desde fines del siglo VI, a finales del VII). Del mismo modo, este santo era un conocido experto en lingüística y alfabética, lo que explicaría los dos juegos de palabras que contienen sus inscripciones (que pueden leerse de varias formas).
Por su parte, el famoso Santo -Eugenio de Toledo-, fué obispo de esta diócesis entre los años 646 y 657, lo cual quizás no encajaría con la fecha del 690 que parece hablar la cruz al decir (IN D-C_ E NIWONNI = en el quinientos+cien+novena = 690; o bien de NIWONI = noventa). Más hemos de tener en cuenta que el calendario que manejaban los sacerdotes hispano-visigodos tenía el Anno Domine cambiado, considerando la fecha de comienzo de la Era en la Pax Romana, el 38 a.C.. De tal manera, hasta más allá del siglo IX, no se corrige ese Año del Señor y se consideraba que la Era nacía el 38 a.C.
De ello, que el 690 visigodo se corresponda con nuestro 652-53 ; año en el que este Eugenio celebra su concilio (el VIII toledano). Pudiendo tratarse de la cruz que entrega San Eugenio al finalizar el mencionado concilio, pero sobre todo en el año que Recesvinto fué nombrado rey. Tal como dijimos, existía la costumbre bizantina de que los monarcas visigodos, al subir al trono, entregasen una corona oferente al templo y ello encaja con la que ayer recogíamos en foto: la de Recesvinto Rex, que hubo de ser ofrenda hecha en el 690 anno visigodo. Hoy sabemos quizás por qué su obispo y maestro de literatura y alfabeto, entregó en el mismo momento una cruz votiva, con su nombre y fecha del concilio VIII y coronación de Recesvinto, e incripcion:---------------.
EUGENIO (mine esci) YO, el OBISPO (de Toledo) OFFERENT En ANNO De Era NOVENTA (= 653)---------------
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