domingo, 18 de junio de 2017

CHIPRE, COLONIZADOR PENINSULAR DURANTE LA EDAD DEL BRONCE (Mariano Torres Ortiz y Jose Ma. López Castro en “Contacto cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico. La precolonización a debate") -Capítulo 118 de: "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo"-.

ÍNDICE GENERAL: Pulsando el siguiente enlace, se llega a un índice general, que contiene los más de ciento sesenta artículos que hasta ahora hemos editado en "Tartessos y lo invisible en el arte". PARA LLEGAR A ELLOS, hacer clik sobre:
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Los capítulos se desarrollan en un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario explicativo (redactado en rojo y cuya finalidad es razonar ideas). Si desea leer el artículo entre líneas, bastará con seguir la negrilla y las letras rojas destacadas.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, depósito de la Ría de Huelva, tal como lo muestra el Museo Arqueológico Nacional (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Nos dirá Mariano Torres Ortiz sobre este conjunto -descubierto en 1923 mientras se dragaba el estuario onubense-: el depósito de la Ría de Huelva muestra una cronología centrada en el siglo X a.C. y evidencia la existencia de relaciones con el Mediterráneo Oriental ya en este momento” .
Abajo: Otra vitrina del MAN donde se exhiben espadas en forma de “lengua de carpa”, fechadas también en el Bronce Final IIIA (circa siglo XI a.C.); en este caso las dos armas mayores proceden de Paredes de Nava (Palencia) y de Sigüenza (Guadalajara) -agradecemos al Museo Arqueológico Nacional nos permita divulgar nuestra fotografía. La imagen demuestra los contactos en la Península y el modo en que las influencias orientales llegaron hasta el interior, ya en fechas muy tempranas.
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Continuamos analizado la obra que en nuestro anterior artículo habíamos comenzado a estudiar: Contacto cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico (siglos XII-VIII ane) La precolonización a debate" (1) . Un magnífico libro editado por el CSIC hace unos diez años, compuesto por varias separatas, donde los mejores especialistas exponen sus diferentes teorías acerca de la precolonización en nuestra Península. Ideas sobre la llegada al extremo Occidente de colonos previos a los fenicios y griegos; unos visitantes helenos o púnicos “sobradamente conocidos”, cuya aparición en nuestras tierras se halla bien documentada y extensamente estudiada. Aunque para estudiar esa aculturación anterior (una de las más antiguas de Iberia), hemos de intuir y reconstruir el modo en que vendrían hasta nuestras costas otras gentes; mucho antes que los fenicios. Migraciones llegadas desde el otro lado del Mediterráneo; que hemos de suponer protagonizadas por navegantes de Creta, Chipre, Anatolia, Oriente Medio y de los mares Egeos. Quienes buscando metales o materias primas, alcanzarían la Península Ibérica -incluso las costas del Atlántico-, aculturando paulatinamente estas lejanas tierras. Extendiendo así las primeras civilizaciones hacia el extremo Occidente; e importando hasta nuestros remotos lugares el uso del cobre y el bronce, junto a diversas costumbres. Acerca de todo ello, el libro que comentamos contiene una magnífica separata de Mariano Torres Ortiz que a continuación analizamos -intitulada como el encabezamiento del siguiente epígrafe-:
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A) LOS «TIEMPOS» DE LA PRECOLONIZACIÓN; por Mariano Torres Ortiz (2) :
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Comienza Torres Ortiz señalando que el profesor Almagro Gorbea, hace unos veinte años, clasificó cronológicamente diversos artículos encontrados en la Península, que este investigador consideraba “objetos precoloniales”. Entre esos enseres se hallaban las cerámicas micénias de Montoro y diversos elementos vinculados con Chipre o los Pueblos del Mar; todos ellos, previos a la aparición de los fenicios en nuestro litoral (3) . Tras esa presentación, el Prof. Torres Ortiz irá intitulando varios epígrafes, en los que clasifica diversos artículos previos a la colonización púnica de nuestras tierras. Comenzando por aquellos que considera de origen micenio; entre los que enumera los siguientes hallazgos:
- “El Llanete de los Moros (Montoro, Córdoba); el nivel donde se documentó la cerámica micénica, dentro del estrato III (...) arroja unos intervalos de 1411-1261 y 1441-1128 cal a.C”.
- “La Cuesta del Negro (Purullena, Granada). De este asentamiento granadino de la Edad del Bronce procede un gran vaso a torno y fragmentos de borde de otras piezas también a torno ofreciendo unos intervalos a de 1491-1478 cal a.C. (...) se puede clasificar como una crátera, tres piezas de cerámica chipriota. Este debe ser también el vaso descrito por Karageorghis”
- “Belmeque. Por último, de una de las tumbas de la necrópolis del Bronce del Sudoeste II de Belmeque, Portugal, en la que se ha hallado un cuchillo para el que se ha propuesto paralelos micénicos 1640-1395 a.C. (4) .
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Por su parte, señala como hallazgos del Bronce Final y ajenos a la colonización púnica, los siguientes ajuares; comentando sobre ellos cuanto recogemos a continuación:
- “Ría de Huelva: No cabe duda que uno de los yacimientos principales a la hora de definir este período precolonial es el denominado depósito de la Ría de Huelva, un conjunto de armamento atlántico, fíbulas de codo y un fragmento de hierro (...) c14 1004-926 cal a.C. . (...) En su conjunto, el depósito de la Ría de Huelva muestra una cronología centrada en el siglo X a.C. y evidencia la existencia de relaciones con el Mediterráneo Oriental ya en este momento”
- “Huelva, Méndez Núñez 7-13– Plaza de las Monjas (de una construcción de un parking)”:  Posee unos intervalos de 974-955 cal a.C. (...) Las implicaciones de esta anterioridad del horizonte Ría de Huelva al emporio fenicio precolonial onubense se analizarán con más detalle” (5) .
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, imágenes montadas de la Dama y otros exvotos oferentes del Cerro de los Santos, tal como los muestra el Museo Arqueológico Nacional (al que agradecemos nos permita divugar nuestras fotografías). Estas estatuas ibéricas halladas en Montealegre del Castillo, están fechadas entre los siglos III-II a.C.. Fueron halladas en Albacete, cerca de Villena (lugar de los tesoros) y de Chincilla (donde se descubrió la tumba de Pozo Moro). Aquel paso que transcurría por Yecla -el Cerro de los Santos-; se situaba a mi juicio en el camino desde las playas de Levante a las fuentes del Guadalquivir. Una ruta que hubo de ser seguida por los iberos, o por los visitantes; para comerciar indígenas y colonos los ricos metales que abundaban en Sierra Morena y en el litoral atlántico.
Abajo: Grabado fechado en 1878 y perteneciente a las piezas del Metropolitan Museum cedidas por Luigi de Palma di Censola (militar que fue cónsul inglés y que obtuvo una magnífica colección durante su estancia en la isla). En el dibujo vemos una estatua de dama sagrada hallada en el Templo de Golgoi; la imagen muestra los evidentes paralelos entre la estatuaria chipriota del Periodo Arcaico (siglos VI-V a.C.) y las del Cerro de los Santos (siglos III-II a.C.). Un hecho que se debe -a mi juicio- a que los múltiples colonos peninsulares (creto-chipriotas, ugaríticos, neohititas o fenicios) llegaron a nuestras costas a través de aquella isla, situada frente a Fenicia y Ugarit.
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Por su parte, propone el profesor Torres Ortiz como fechas del inicio de la colonización púnica, el último cuarto del siglo del IX a.C.; todo lo que parece confirmarse en el yacimiento malagueño de Ronda la Vieja (Acinippo, El cerro de la Mora y otros) -ver cita (6) donde resumimos un estudio sobre cronologías de este investigador- . En su siguiente epígrafe trata ya de “la colonización, como un fenómeno diacrónico”; donde comienza expresando que este periodo anterior a la llegada de los fenicios, hubo de ser muy largo y complejo (tal como señaló Almargo Gorbea). Un tiempo especialmente difícil de seguir en su etapa intermedia y que parece de enorme influencia chipriota; en la que hay que dilucidar si quienes vienen a nuestras tierras eran chipriotas autóctonos o bien de gentes influidas por los micenios (durante los siglos XII y XI a.C.).
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Ante las palabras de Torres Ortiz, añadiremos algunos datos que nos muestren lo sucedido en Chipre durante ese periodo del que hablamos, y en el que sus navegantes vendrían hasta la Península -a mi juicio, huyendo de graves acontecimientos acontecidos en su lugar de origen-. Pues en la isla comenzará el Hierro con la llegada de los aqueo-cretenses (desde el 1200 a.C. aprox.); aunque fundamentalmente con las invasiones que atacan sus costas a partir del 1190 y hasta el 1150 a.C.. Cuando se iniciaron las razzias y múltiples ataques de los Pueblos del Mar sobre Chipre. Además, entorno al 1150 a.C. varios terremotos asolaron la zona; por lo que en este tiempo terminó allí todo vestigio de la Edad del Bronce. Acabando entonces el Chipriota Tardío III, que había comenzado en Enkomi sobre el 1425 a.C.. Así, hacia el 1050 a.C. se inicia un nuevo periodo de Chipre, llamado Geométrico y perteneciente al Hierro “puro”. Pese a todo, nunca hemos de olvidar que aquella isla no logró ser conquistada totalmente por las hordas del Hierro; sirviendo por entonces de refugio a los cretenses y a muchos de los micenios, que huyeron de las mencionadas invasiones (llamadas en el Egeo dóricas). Expulsados por esas gentes del Hierro, que hacen acto de presencia en Anatolia desde el siglo XII a.C.. Exiliando a los antiguos minóicos y a los micénicos, hacia las costa Sur de Oriente Medio (Canaán) y sobre todo a Chipre; donde se refugiaron bajo la tutela y autorización de los fenicios. Para quienes aquellos micenios y cretochipriotas asentados a el piélago, eran algunos de los mejores colaboradores. Ya que no solo enseñarían a los púnicos las rutas y muchas de las artes del mar; sino que además actuaban de parapeto o de primera linea, frente a la posible llegada de helenos dóricos hasta las costas de Fenicia.
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Todo lo expuesto explica por qué los púnicos fomentarían asentamientos de refugiados y la colonias micenio-cretenses en Chipre; protegidas por Tiro y Sidón al compartir enemigos, comercio y hasta rutas marinas. De tal manera, poco tiempo después algunos de los puertos púnicos más importantes se encontraban en litoral Oeste chipriota, desde donde se embarcarían hacia nuestras tierras. Unos hechos que muestran la unión de Chipre con Fenicia y la posterior de los fenicios chipriotas con la Península Ibérica. Una isla cuyos moradores llevaban navegando hasta el remoto Occidente -en busca de metales-, al menos desde mediados del segundo milenio a.C.. Tal como muestran los hallazgos de numerosos lingotes de cobre y estaño (piel de buey), fechados hacia el siglo XIII a.C. y procedentes de yacimientos del Oeste mediterráneo.
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IMAGEN, ARRIBA: Espadas “de remaches” fabricadas en plata y cobre; fechadas en el Bronce Medio y halladas en Guadalajara, Puente Genil (Córdoba), Granada y Linares (Jaén) -tal como las muestra actualmente una vitrina del MAN al que agradecemos nos permita divulgar nuestra foto-. Estas armas anteriores al 1500 a.C., se “forjaron” con una mezcla de plata y cobre; quizás al desconocerse por entonces en la Península la proporción necesaria de estaño para dar elasticidad y dureza al bronce. Pese a ello, sabemos que desde el 2700 a.C. ya se usaban en la costa atlántica objetos broncíneos con una aleación de cobre con casiterita casi perfecta (del 90% cúpreo y 10% plúmbeo). Llama la atención que en nuestras tierras aparezcan estas armas fabricadas usando plata en vez de estaño; cuya dureza y elasticidad desconocemos -ya que posiblemente con aquella mezcla se lograba un tipo de bronce muy efectivo-.
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IMAGEN, ABAJO: Espadas de la edad del Bronce Final, que suponemos usadas como exvotos (lanzadas a las aguas) y halladas en diferentes ríos españoles. En primer lugar vemos una “pistiliforme”, encontrada en el Sil (Orense); bajo aquella, otra “de pomo macizo” aparecida en Alconetar (Cáceres). Al lado, dos más; de tipo “lengua de carpa” y “pomo macizo” procedentes del Guadalquivir (Jaén). En este caso se trata ya de armas fabricadas con bronce (cobre y estaño) y fechadas en épocas cercanas a las de la Ría de Huelva (hacia el siglo X a.C.). Su influencia y origen oriental es manifiesta; tanto como la conexión y unión de los diferentes puntos peninsulares en esta época.
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Tras el comentario y las imágenes anteriores, hemos de plantearnos quiénes importaron antes del siglo XV a.C. esa tecnología broncínea a nuestra Península, que les permitía fabricar armas con cobre y plata. Todo lo que nos hace preguntarnos igualmente, quién les enseña siglos más tarde a forjarlas con mineral cúpreo y estaño, en la proporción mejor existente (cercana al 92% y 8% respectivamente). Enigmas que en gran parte podemos llegar a comprender examinando los objetos encontrados en nuestras tierras, considerándolos importaciones -técnicas o culturales- venidas del Este mediterráneo, en época muy anterior a la llegada de los fenicios. Unos hechos que desgrana con gran acierto la separata de Torres Ortiz que estudiamos. Donde este profesor menciona los periodos de “Precolonización”, comenzando con lo que denomina “el prólogo micénico” y que fecha entre el 1400 y el 1200 a.C..
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Explicando Mariano Torres que tras el inicio de los contactos entre el Mediterráneo este y el Oeste, durante los siglos XVIII al XVI a.C.; se producirá lo que Marazzi denomina “salto hacia el Far West”. Momento en que él piensa, llegaron las diferentes piezas de cerámica micénica aparecidas en la Península. Como las antes mencionadas y halladas en Llanete de los Moros (Montoro; Jaén) y en La Cuesta del Negro (Purullena; Granada). Tratándose esta última pieza de un ejemplar claramente chipriota, lo que muestra la presencia de navegantes de esta isla que visitaron nuestras costas hacia el siglo XIV a.C. (7) Acerca de todo ello, escribe Torres Ortiz lo siguiente (SIC): no existen evidencias de que la frecuentación micénica y/o chipriota de la Península Ibérica supusiera el establecimiento, aunque fuese temporal, de artesanos u otros elementos poblacionales, un fenómeno que sí se ha propuesto en el sur de Italia y en Cerdeña (...) Queda igualmente por aquilatar el carácter de los agentes comerciales llegados a la Península Ibérica en este momento, para lo que caben varias posibilidades. La primera de ellas, es que en los contactos con la Península Ibérica participasen también poblaciones sardas (8) , lo que implicaría una menor presencia directa de los comerciantes micénicos, chipriotas y próximo orientales. La segunda es que se insertase dentro de un marco de intercambios estatales, un modelo bien documentado en las cartas de El Amarna y también sugerido por los materiales recuperados en el pecio de UluBurun (..) Una última opción es que dichos agentes serían individuos emprendedores cada vez más independientes de las organizaciones estatales orientales que están buscando nuevas oportunidades de negocio en la periferia" (9) .
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Las inteligentísimas propuestas del profesor Torres Ortiz -recogidas en las lineas anteriores- ciertamente expresan el modo en que pudieron organizarse todos aquellos que se acercaban a nuestras costas, desde el tercer milenio a.C.. Gentes llegadas principalmente en busca de metales, durante la Edad del Bronce; habida cuenta que en el Mediterráneo apenas hay minas de estaño. Un metal que abundaba en la Península Ibérica, pero absolutamente escaso en la cuenca interior de ese mar; donde tan solo se hallaba en un pequeño yacimiento sardo, junto a otros de plomo de muy baja calidad en Chipre. Aunque tampoco hay que descartar como motivo de la venida de precolonizadores, la enorme riqueza de nuestras tierras en oro, plata y otros minerales, junto a la proliferación de caladeros de pesca. Sobre todo, su proximidad al área atlántica norte, lo que propiciaría expediciones en busca de ámbar, de metales preciosos, de bancos de atunes y escómbridos; o de otras materias primas inexistentes en el Este del Mediterráneo.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, reproducción del tesoro de Villena, tal como lo muestra en MAN en una de sus vitrinas. Este ajuar lo menciona también el profesor Torres Ortiz en el trabajo que estudiamos, fechándolo hacia los siglos XII al X a.C. y catalogándolo como perteneciente a la “precolonización”; de enorme influencia chipriota -tal como lo describe y define la profesora Ruiz-Gálvez- (10) .
Abajo: Estela de Baños de la Encina representado un niño minero de unos cuatro (o nueve) años, que murió seguramente a consecuencia de su trabajo en el interior de la tierra -agradecemos al Museo Arqueológico Nacional nos permita divulgar nuestras imágenes-. Recogemos estos dos ejemplos de la minería y de la metalurgia en la Península para explicar de nuevo algunas rutas de los metales, usadas en nuestro territorio desde los tiempos más antiguos. Unas vías que en el caso de las que comenzaban en el Mediterráneo, partían desde las costas alicantinas, atravesando Albacete y dirigiéndose luego al Sur, para subir hacia el Segura. Llegando a Sierra Morena en unos cuatro días, con el fin de alcanzar en un par de jornadas más las tierras del Guadalquivir, que desde su nacimiento era riquísimo en plata. Tras ello, bajando por este río, o hacia la zona del Guadiana; eran todo enormes extensiones cargadas de minas de cobre, plata, estaño, oro y hasta mercurio. Finalmente, si contactaban con el litoral atlántico, llegarían a comerciar los metales de Galicia y del Norte del Cantábrico (por mar -costeando-; o bien a través de la Ruta de la Plata, un antiquísimo camino de trashumancia).
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Consecuentemente con cuanto vamos exponiendo y bajo este “panorama prehistórico”, menciona Mariano Torres la posibilidad de que los sardos actuasen como intermediarios entre nuestras tierras y Creta-Chipre o el Egeo. Interviniendo el comercio de minerales ricos llevados desde el Atlántico hasta Oriente Medio y Egipto. Una intermediación que podría surgir debido a la proximidad geográfica entre la Península y Cerdeña; isla situada a medio camino entre El Egeo y nuestras costas. Todo lo que además se ratificaría por la existencia de un comercio y explotación de minas y metales sardos; llevada a cabo por los creto-chipriotas, al menos desde el siglo XIV al XII a.C.. Etapa de la que se han hallado en Cerdeña numerosos lingotes “piel de buey” tipo chipriota. Encontrándose en el mar o en las montañas sardas esos bloques cúpreos, con forma de cuero, fechados principalmente hacia el siglo XII a.C.. Modelo de “talento” específicamente creto-chipriota, con el que comerciaban el cobre los navegantes minóicos o de Chipre. Quienes sabemos exportaban desde Cerdeña este rico mineral, tras fundirlos en bloques imitando curtidos o bueyes (la “pecunia”).
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Pese a la propuesta del profesor Torres Ortiz antes descrita; personalmente me resulta difícil considerar que los sardos fueran quienes intermediaran el metal que procedía de Iberia. Pues parece extraño pensar que los marineros creto-chipriotas que regularmente viajaban hasta tierras sardas -en busca de metales-; permitieran a los habitantes de aquella isla intermediarlo. Es decir, que resulta poco realista creer que los navegantes de Creta y Chipre dejasen a los nativos de una isla en la que compraban parte de su cobre, el enorme negocio del viaje hacia el Occidente remoto. Pues la riqueza en metales preciosos de nuestra Península era incomparable con la que tenían los pequeños yacimientos sardos. Además, de haber puesto en manos un tercero la intermediación de los minerales ibéricos; en muy pocos años los creto-chipriotas seguramente ya no podrían comprarlos en Cerdeña. Debido a que muy pronto los sardos tendrían dinero y una infraestructura suficiente para viajar en sus barcos hasta El Egeo, Oriente Medio o Egipto. Vendiendo allí directamente el cobre y estaño. Un mineral, que por otra parte, los habitantes de Cerdeña no fundirían con la marca creto-chipriota del “cuero”; sino lo distribuirían con alguna seña propia de esa isla (ajena a la de los mercaderes y navegantes de Chipre o Creta).
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Todo lo antes expuesto, lo expreso con la mentalidad de comerciante que conozco; pues desde hace mas de veinte años trabajo vendiendo a Japón productos españoles. Conociendo cómo si en algún momento hubiera dejado a un intermediario que completase la ruta de mis facturaciones, aquel mercado hubiera desaparecido para mí. Es decir, que si los chipriotas cuando viajaban a Cerdeña para comerciar el cobre y estaño; hubieran dejado a los sardos venir hasta nuestra Península en busca de minas. En muy poco tiempo, los de Cerdeña tendrían una flota de gran tamaño, junto a una enorme riqueza en minerales. Lo que haría imposible a los egeos evitar que los sardos entrasen en contacto directamente con las Ciudades-Estados micénicas, con las de Oriente Medio y con el mismo Egipto. Para transportar hasta las costas del Este mediterráneas sus metales y venderlos directamente (sin la intermediación creto-chipriotas). Siendo así y no existiendo evidencia arqueológica alguna de que los Sardos llegasen a Creta, a Chipre, al Egeo, ni a Oriente Medio o al Nilo. Habiendo constancia de que los chipriotas y cretenses se establecieron y frecuentaban Cerdeña (desde el siglo XIV y hasta el X a.C.). Hemos de concluir que esos navegantes micénicos y minóicos fueron quienes realizaban por completo el comercio en las rutas del metal. No siendo lógico -a mi parecer- considerar que autorizasen a los sardos mercadear los minerales de Iberia y menos realizar el tramo desde su isla hasta nuestras tierras (pues ello concedería a esos intermediadores un poder inmensurable).
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SOBRE ESTAS LINEAS: Mapa de la trashumancia según Braudel, tal como lo publica la prof. Marisa Ruiz-Gálvez (11) . Sobre este he trazado algunas rutas “marítimas” y terrestres; para comprender las vías comerciales más antiguas, que se relacionan con los caminos prehistóricos de la trashumancia. En negro y con lineas sobre el mar, he marcado las singladuras que seguirían los barcos desde Creta y Chipre, hasta llegar a Cerdeña y a nuestras costas. En un trayecto que no necesitaba realizarse en grandes naves si se llevaba a cabo durante los meses de verano. Pudiendo venir desde Chipre hasta Iberia -en unas dos semanas-, utilizando una nave como la de Uluburún: Un mercante del siglo XIII a.C., de unos quince metros de eslora (con capacidad para transportar más de veinte toneladas en sus bodegas). A la derecha he ampliado el mapa de España, tras dibujar algunas vías famosas y de comercio; pudiendo observarse cómo las rutas de ganado milenarias son paralelas a aquellas por donde se transportaban mercancías (en especial los metales). He marcado con color naranja la que finalmente se llamó “Ruta de Herakles” debido a que fue la que usaron los griegos asentados en Alicante, para llegar desde sus puertos, hasta el Guadalquivir. Cruzando las tierras de Albacete, hacia Jaén y descendiendo después por este río que antaño se llamó el Tartessos, que nacía en minas de estaño y plata -según escribía Estrabón (12) -
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Esta Vía Herakleia -destacada en naranja- era un camino interior muy útil, ya que no precisaba cruzar el Estrecho para entrar en contacto con las minas de la Iberia Atlántica. Bastando arribar a puertos cercanos al Levante hispano y trocar allí los metales peninsulares con los indígenas; o bien internarse en tierras de la actual Albacete y Jaén, llegando pronto hasta esas zonas riquísimas en estaño y plata (las fuentes del Guadalquivir). Una opción que siguieron los helenos cuando se establecieron en la Península; primero en el Cabo de Rosas y más tarde en Hemeroskopion (Denia) o Alonis (Villajoyosa). Donde mercadeaban los metales con los habitantes peninsulares, usando ese camino. De ello, aquella vía que unía las actuales provincias de Alicante con Jaén -con fines comerciales-; pasó a llamarse “Ruta de Herakles”. Por donde los griegos “robaban” los famosos “bueyes de Gerión”, tal como hizo el héroe tebano en la leyenda. Unos “bueyes” del rey de Tartessos que a mi juicio idealizaban miticamente los metales (los lingotes en forma de buey). Oro, Plata, estaño y cobre que a muy bajo coste lograban adquirir los helenos en nuestras tierras, a través de aquel camino que unia el Guadalquivir con Alicante -en apenas cinco días-. Para terminar añadiremos que pese a denominarse Vía de Herakles, la comercialización de las riquezas peninsulares a través de ese tramo, hubo de ser muy antigua. Tal como atestiguan diversos hallazgos en aquella ruta; como el tesoro de Villena, fechado en el Bajo Bronce (entre los siglos XII al XI a.C.), cientos de años antes a la llegada de fenicios y helenos a la Península.
PARA LOS INTERESADOS EN LA RUTA HERAKLEIA VER NUESTRO ARTÍCULO:
LA VIA HERAKLEIA, CAMINO DEL FRIGIANISMO Y DE LA HELENIZACIÓN”
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Pinaza medieval de unos 12 metros de eslora y 4 de manga; tal como la muestra un dibujo del Museo Arqueológico y Provincial de Bilbao -al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-. Esta embarcación cuyo nombre procede de estar construida totalmente con madera de pino, fue una de las más utilizadas durante la Edad Media (aunque siglos más tarde las “pinazas” se transformarían en otros navíos de gran cabotaje o de guerra). Era típica de las bahías de Vizcaya; por su ligereza y rapidez permitía a los marineros adentrarse en alta mar, pudiendo regresar a gran velocidad si lo necesitaban (13) Se usaron principalmente para transporte de mercancías y particularmente para cargar metales (hierro en rama). Con ellas los pescadores llegaban a los caladeros lejanos del Atlántico (de bonito y ballenas, incluso durante el invierno); pudiendo alcanzar Terranova en pinazas como la que vemos. Una nave mucho más pequeña que la del pecio de Uluburún -que repetidamente hemos estudiado-. Barco de unos quince metros de eslora, hundido en las costas de Turquía (Uluburún) en el siglo XIII a.C., donde se hallaron centenares de lingotes cúpreos “piel de buey” creto-chipriotas.
PARA LOS INTERESADOS EN EL ULUBURUN Y EN LOS LINGOTES OXHIDE, RECOMENDAMOS LEER NUESTRO ARTÍCULO: “PROCEDENCIA, DESCUBRIMIENTO Y VALOR DE LOS TALENTOS OXHIDE -PIEL DE BUEY-”.
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Continuando con el texto del prof. Torres Ortiz que analizamos, recordaremos que el investigador indicaba como la fase primera de precolonización peninsular, la que él denomina “El prólogo micénico” y que fecha del 1400-1200 al 1100 a.C.. Escribiendo como: “Tras el inicio de los contactos micénicos con el Mediterráneo central en los siglos XVII-XV a.C., concretamente con el sur de la Península Itálica y Sicilia, en el siglo XIV a.C. se va a producir lo que Marazzi denomina «el salto hacia el Far West»De esta etapa se considera comunmente el tesoro comentado y en imágenes anteriores; sobre el que escribe Torres Ortíz: La “influencia tecnológica del Mediterráneo oriental en el tesoro de Villena fue ya señalada por Ruiz-Gálvez (...), quien indica que algunas de las técnicas metalúrgicas utilizadas en su fabricación, como el uso de remaches para unir diferentes piezas, derivan del Mediterráneo oriental, por lo que dado la cronología que atribuye al tesoro -entre los siglo XII y IX a.C.-, propugnando una componente chipriota en el `knowhow´ tecnológico usado en su manufactura” (14) .
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Por cuanto hemos ido estudiando a lo largo de años en nuestros artículos y tal como vemos de nuevo, resulta evidente la presencia de chipriotas en la Península desde al menos el siglo XIV a.C.. Aunque para la mejor comprensión de este hecho, hemos de reflexionar acerca de lo que fue esa isla en la época que tratamos. Pues es muy importante considerar como este archipiélago (que tomó o dio nombre al cobre) experimenta paulatinamente como sus minas cúpreas comienzan a agotarse a principios del segundo milenio a.C. -consultar cita (22) -. Lo que obligará desde entonces a sus habitantes, aventurarse al mar en busca de nuevos yacimientos (para sobrevivir en plena Edad del Bronce). Unas expediciones que los chipriotas no podrían hacer por sí solos y sin la ayuda del enorme imperio Minóico; ya que Creta desde el 1800 a.C. tenía una armada tan sofisticada como numerosa -una enorme cantidad de barcos, muy avanzados en tecnología y de gran tamaño; tal como podemos ver en los frescos de Akrotili (15) -. Naves que permitían a los cretenses comerciar con Egipto a gran escala, hasta que la explosión del Tera-Santorino -sucedida en el 1680 a.C.- destruye el Imperio Minóico. Volcán cuya caldera estalla de manera terrible, acabando con la isla de Tera, destruyendo Creta y gran parte de las civilizaciones que les rodeaban. Afectando especialmente a Chipre, que siempre fue un gran aliado de Creta; tal como siguió siendo tras lograse recuperar ambas islas de aquella hecatombe sísmica. Renacimiento del imperio minóico que sucede hacia el 1500 a.C., cuando los dos archipiélagos de nuevo se convierten en los mayores emporios mediterráneos para la navegación y el comercio.
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De tal modo, si repasamos las cronologías de Creta y de Chipre, observaremos no solo la unión de acontecimientos en ambas, sino además una sucesión de hechos con repercusión en nuestras tierras (por muy lejanas que nos parezcan). Todo lo que vemos desde que el Heládico Final I da comienzo, precisamente en el 1680 a.C. -tras la explosión del Tera-Santorino-. Un tiempo que a su vez se corresponde con el Chipriota Final I (igualmente iniciado entorno al 1650 a.C.) y con el Minoico Medio IIIA (desde el 1680 a.C); marcando el paso hacia el Minoico Medio IIIB (NEOPALACIAL 1650-1600 a.C.). Momento en que a su vez, da comienzo en la Península Ibérica poco la Edad del Bronce Final (hacia el 1625 a.C.); desapareciendo entonces la Cultura de El Argar y también todo residuo del Vaso Campaniforme; iniciándose por entonces la de Las Cogotas. Por su parte, en el 1450 a.C. se produce en Creta el Minoico Tardío (TERCIOPALACIAL) y en Chipre, el Chipriota Final IIA; correspondiendo en nuestra tierra al Bronce Final IC, marcado por hallazgos como los ya mencionados de tipo Micénicos (Llanete de los Moros, La cuesta del Negro y Belmeque).
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Finalmente, volviendo al Oriente mediterráneo, se produce entre el 1300 y el 1200 a.C. el Postpalacial Minóico (la etapa de Cnossos), que coincide con el tránsito del Chipriota Final II al Final III; y con la aparición de los Campos de Urnas en nuestra Península. Tras ello, la caída del Imperio Minóico se sucede entre el 1100 y el 1000 a.C.; lo que se corresponde con el fin del Heládico en el Egeo y el inicio del Submicénico. Momento que en Chipre marca la conclusión del Chipriota Final, para pasar al Geométrico Chipriota. Todo ello debido a la aparición de los “hombres del Hierro” en las islas, quienes acabarían con los últimos residuos de las civilizaciones del Bronce. Es esta la misma etapa en la que en nuestras tierras se produce el Bronce Final III (siglos XI y X a.C.) marcada por hallazgos como los de la Ría de Huelva -proliferando las espadas de bronce (en lengua de carpa, con pomo, y etc)-. Para concluir diremos que también se introducirá el Hierro en la Península Ibérica durante el siglo siguiente (el IX a.C.).
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes que ayudan a comprender cómo la vida de los marineros apenas cambió desde el siglo XVII a.C., al XVII d.C.. Más de tres mil años, durante los que esas personas que vivían navegando no tuvieron grandes mejoras (a excepción de la aparición de la brújula y del hierro, que les permitía algo más de seguridad o de facilidad en la guía y construcción de barcos). Partiendo de esta idea, podemos comprobar cuanto expreso en la imagen superior; un cuadro de Canalleto, donde se representan los embarcaderos de Venecia, con sus naves y las cargas -propiedad del Museo Thyssen al que agradecemos nos permita divulgar nuestra fotografía-. Abajo presentamos una foto tomada en la desembocadura del Sado, en Portugal; un río que al morir sobre el mar crea un enorme estuario, abriendo su delta final en centenares de canales y brazos.
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Hemos escogido estas dos imágenes porque en el caso de Venecia, este tipo de Ciudades-Estado asentadas sobre las aguas (en un islote flotante), es un modelo ya creado por los fenicios. Quienes fundaban urbes similares emergiendo en el mar, tal como lo fueron Tiro o Sidón (incluso Gadir); construidas en una punta o zona habitable donde elevaban las casas y el puerto, asentadas con cimientos sobre estacas. Aquellas ciudades portuarias fenicias incluso tomaban el agua dulce desde manantiales que nacían en el fondo marino; transportándola a la superficie a través de tuberías de cerámica o con mangueras de cuero. Por su parte, la desembocadura del Sado -que vemos abajo- es parecida a como fue la del Guadalquivir en tiempos del Lago Ligur (en épocas tartessias). Con una enorme ría en su final y grandes extensiones cruzadas por canales -artificiales o naturales-. Aunque en el Bajo Guadalquivir, tras el terremoto del siglo IV a.C. y al modificarse la desembocadura, aquel enorme Lago Ligustino fue convertido paulatinamente en lo que hoy son las Marismas. Sea como fuere, ambas imágenes en fotografía -superior e inferior- pueden enseñarnos como era la vida en el mar desde los tiempos más remotos, hasta el siglo XVII; y como fue la zona de Tartessos antes de que su gran río cambiara el curso final (al vaciarse el enorme lago que antaño tenía en la desembocadura).
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Continuando con el texto de Torres Ortiz que venimos analizando. El profesor tras la primera fase de “precolonización” (“el prólogo micénico”), nos marca una segunda etapa, a la que denomina “El intermedio chipriota” y que fecha entre el 1200 y el 950-900 a.C.). Un momento que describe con las siguientes palabras:
El colapso de los palacios micénicos a fines del Heládico Tardío III B, circa 1200 a.C., va a provocar una importante disminución en la exportación de cerámica micénica hacia el Mediterráneo central durante el Heládico Tardío III C, básicamente el siglo XII a.C., y su completa desaparición en el XI. (...) Sin embargo, las producciones metalúrgicas chipriotas en bronce van a alcanzar una importante difusión en el Mediterráneo central justo en este momento (siglo XII a.C.), como evidencian los numerosos hallazgos de Cerdeña (...) Es entonces cuando quizá habría que fechar la llegada a la Península Ibérica de los prototipos de las hachas de apéndices laterales (16), que se convertirán con el paso del tiempo en una de sus producciones metálicas más características. Su llegada a la península Ibérica habría que ligarla quizá todavía a las últimas navegaciones micénicos, ya que estas piezas se han documentado en Grecia y el Egeo durante el Heládico Tardío III C (17), pero escasamente en Chipre, cuyas producciones están empezando a copar lar redes de comercio justo en este momento. Poco después habría que situar también el conocido cuenco de Berzocana (...), hallado en dicha localidad extremeña asociado a dos torques de oro macizo propios de la orfebrería de tipo Sagrajas-Berzocana (18), que ha sido comparado adecuadamente por Mederos (19) con producciones chipriotas y orientales de los siglo XIII-X a.C. (...) Esta fase chipriota parece anteceder a la típicamente fenicia, aunque es difícil dilucidar si el conocimiento de las rutas hacia occidente se produjo ya directamente en Chipre con anterioridad al colapso del 1200 a.C. o, por el contrario, éste llegó a la isla junto a las poblaciones micénicas asentadas en la misma después de dicha fecha (20) y que serían herederas del know how marítimo micénico en Occidente” (21) .
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Relaciona el prof. Torres Ortiz todo vestigio oriental que aparece por entonces en nuestra Península, con la llegada de chipriotas. Un hecho que a nuestro juicio muestra y demuestra -además de una enorme intuición-, un gran conocimiento del pasado más remoto del Oriente y del Occidente mediterráneo. Debido a que fue esta una etapa de enormes convulsiones sufridas en todo el Este: En el Egeo, Creta y Chipre; tantas que en ella se debe fechar la famosa Guerra de Troya. Enfrentamiento que marca el inicio de la Edad del Hierro y cuya datación se situaría entorno al año 1212 a.C.. Momento en que el paso del Bósforo ya no sería imprescindible, tras la aparición del nuevo metal; pues desde la invención de armas férreas no se necesitaría llegar hasta las minas de cobre y estaño de “la Cólquida” (al final del Mar Negro, en el Cáucaso). Uno de los más importantes yacimientos cúpreos y de casiterita que conocieron durante la Edad del Bronce los mediterráneos, aunque su explotación estaba totalmente vigilada por quienes controlaban Anatolia (principalmente los hititas, que cerraban el Bósforo con celo, para evitar que otros se hicieran con sus preciadas materias primas, para fabricar armas).
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Debido a ello, durante la Edad de Bronce, cuando los cretochipriotas y los egipcios necesitaban grandes cantidades de Cobre y estaño; aquel punto que cerraba el Bósforo era crucial. Aunque se haría imposibe acceder a las minas de “La Colquida” ante la presencia de pueblos feroces -como el hitita- cerrando el paso hacia el Mar Negro, en puntos como Troya. Impidiendo desde esa ciudad que barcos no autorizados lograsen llegar al codiciado Cáucaso (o a los yacimientos del Danubio). En esta situación, hemos de suponer que el mejor recurso para los cretenses y chipriotas -al ver agotarse los yacimientos de sus islas- (22) ; sería dirigirse hacia el Occidente. Descubriendo primero las minas de cobre de Cerdeña y algunos yacimientos de plomo en esta isla. Para más tarde alcanzar las tierras de Iberia, riquísimas por entonces en plata, estaño, cobre y oro. Un “dorado” cuya existencia debieron guardar con enorme celo quienes lo descubrieron, pues de haberse conocido por varios pueblos del Oriente Mediterráneo, todos hubieran enviado sus expediciones -en cita (23) recogemos las fuentes antiguas y datos que muestran el celo con el que se guardaba en La Antigüedad la ruta hacia los metales de nuestra Península-.
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SOBRE ESTAS LINEAS: Torques de Sagrajas (expuesto en el Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Estos collares y brazaletes con la tipología de Berzocana-Sagrajas, han sido hallados profusamente en zonas cercanas al Atlántico; apareciendo comúnmente en áreas como Extremadura, Portugal (e incluso en las islas Británicas). Acerca de ellos decía Torres Ortiz en el texto que analizamoslas producciones metalúrgicas chipriotas en bronce van a alcanzar una importante difusión en el Mediterráneo central justo en este momento (siglo XII a.C.) (...) . Su llegada a la península Ibérica habría que ligarla quizá todavía a las últimas navegaciones micénicos, ya que estas piezas se han documentado en Grecia y el Egeo durante el Heládico Tardío III C (...) Poco después habría que situar también el conocido cuenco de Berzocana (...), hallado en dicha localidad extremeña asociado a dos torques de oro macizo propios de la orfebrería de tipo Sagrajas-Berzocana" (SIC) ver cita (21) . Pese a ello, hemos de destacar que en ni Oriente Medio, ni en Chipre o Creta, han aparecido este tipo de joyas; similares a las de Berzocana y Sagrajas (lisas, plenas de lineas y decoradas con rallas en cubos y rombos). Piezas con un precioso diseño y con una magnífica manufacturación de orfebre; que obligan a pensar en una cultura avanzadísima en joyería y que se dió durante la Edad del Bronce en las costas del Océano -donde aparecen profusamente (Extremadura, Portugal, El Cántábrico, Normandía, Irlanda y Gran Bretaña)-. Todo lo que habla de una civilización experta en trabajar y obtener oro, muy ligada al megalitismo atlántico; pues estas piezas se han encontrado en puntos de Iberia, Francia e Islas Británicas, donde proliferan los dólmenes, menhires y cromlechs.
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BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Estatua Menhir Villar de Ala, tal como la muestra el Museo numantino de Soria (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Según la institución que lo muestra, debería fecharse hacia 850 a.C.; aunque a mi juicio se trata de un cipo común a los del Bajo Bronce. Por lo que creo personalmente, sería más justo datarlo entorno al siglo XII a.C.; considerando que su tipología y aparición se relacionaría con colonizadores creto-chipriotas aparecidos en nuestras tierras durante ese final de la Edad del Bronce. La fecha que proponemos se puede justificar porque este ídolo menhir presenta en su parte baja grabado un bajorrelieve con un objeto -o marca- conocido como “áncora”. Arma o bien hoz, que parece lucir como símbolo de poder el representado en el cipo y que también aparece en algunas estelas alentejanas. Lajas de piedra del Alentejo, que quizás fueron tapas de cenotafios; fechadas entre los siglos XII y el X a.C. y en las que -como decimos- se observa en ocasiones estas “áncoras”.   
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Si observamos detenidamente la fecha que Torres Ortiz marca como la de inicio de una segunda etapa de “precolonización”de nuestra Península -y que él denomina “El intermedio chipriota”-. Veremos que coincide con la aparición del Hierro en el Egeo: El 1200 a.C. (la Guerra de Troya). Fecha trágica para las civilizaciones del Bronce, que se ven asediadas y atacadas de continuo por hordas férrreas; especialmente para la cultura minóica y la micénica, que reciben las famosas razzias de Los Pueblos del Mar (gentes que navegaban por el Egeo tras ser expulsadas de Anatolia debido a la expansión del Hierro). Muchos de los que huyeron, se refugiarían en Oriente Medio y principalmente en Chipre, aunque esta última isla también recibe el azote de los “expulsados” de Anatolia que vagaban buscando territorio. Quienes aparecen en Chipre hacia el 1190 a.C., atacando el litoral y cuya destrucción se acrecienta con numerosos terremotos ocurridos más tarde. Tal como decíamos al comienzo de este artículo al escribir: “en esa isla comenzará el Hierro con la llegada de los aqueo-cretenses (desde el 1200 a.C.). Aunque a partir del 1190 y hasta el 1150 a.C. se iniciaron allí las razzias y múltiples ataques de los Pueblos del Mar. Además, tras el 1150 a.C. varios terremotos asolaron la isla; por lo que en este tiempo termina todo vestigio de la Edad del Bronce y del Chipriota Tardío (III) que había comenzado en Enkomi sobre el 1425 a.C.. De tal manera hacia el 1050 a.C. se inicia un nuevo periodo chipriota, llamado Geométrico y perteneciente al Hierro “puro”.
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Las últimas frases explican -a mi juicio- esta segunda fase de precolonización peninsular llamada por Torres Ortiz “intermedio chipriota”; pues desde el 1200 al 950 a.C. los creto-chipriotas tendrían que huir a tierras lejanas, llegando muchos hasta las nuestras. Unos buscando metales y nuevas rutas de comercio; pero la mayoría al necesitar refugiarse y establecerse en la Península. Lo que explica -a mi entender- no solo la aparición de nuevas armas y enseres en nuestras tierras (como los de la Ría de Huelva y etc); sino además, la importación de costumbres como las Estelas del Bajo Bronce. Surgiendo primero las llamadas Estelas Alentejanas -que podemos fechar hacia el 1300 a.C. según autoridades como Mederos- (24) y posteriormente apareciendo un segundo tipo de lajas, algo más tardías, llamadas Estelas del Sudoeste. Nacidas desde el 1150 a.C. como prolegómeno a las tartessias, que permanecerán elevándose hasta el siglo VI a.C.. Comentando el prof. Mederos Martín lo siguiente acerca de estos cipos del Bajo Bronce: “Las estelas decoradas del Suroeste peninsular se hacen eco de una serie de novedades que se introducen en el armamento europeo hacia el 1300 a.C. y que afectan a Grecia, Bohemia, la región Carpática y la propia PenínsulaIbérica”.
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Tras los datos y etapas marcadas por Torres Ortiz, nos señala también su texto el establecimiento de fenicios en nuestras costas, como fase final de “precolonización”. Etapa que este profesor fija al término del siglo IX a.C.; tal como hemos visto en cita (6), donde Mariano Torres escribe: "propongo una fecha alrededor del 825 cal. A.C. para la fundación de las primeras colonias fenicias en Occidente" (25) . Pese a todo, a mi juicio, la llegada de los fenicios no cambiaría mucho la función histórica que tenía la Península para el Mediterráneo; pues como decimos, nuestras tierras fueron “el dorado oculto” de la Antigüedad. Un “dorado secreto” que abastecía de oro, plata, estaño y cobre; ese mar donde se desarrollaban las primeras civilizaciones. Tanto fue así, que tras la aparición de los púnicos en las costas peninsulares, aquellas rutas del metal hacia occidente siguieron siendo guardadas con gran celo; pues de su secreto dependían en comercio, tanto como la seguridad de los pueblos a quienes los fenicios abastecían de riquezas. Debido a la necesidad de ocultar y salvaguardar el lugar del que procedían los metales; creemos que tan solo se atreverían los griegos a emularles en aquel intento de llegar a las “fuentes del estaño”. Alcanzando los rodios con sus barcos el remoto Occidente -en el siglo VIII a.C.-, logrando establecerse en el litoral Ampurdanés y en el levantino cientos de años más tarde (hacia el VII a.C.). Primero en el Cabo de Rosas -quizás denominado como su isla de procedencia: “Rodas”- y más tarde en las zonas de Alicante; pero sin avanzar más allá de Mainake. Situando los helenos sus puertos en lugares que les permitían mercadear con los iberos, aunque alejados de las bases fenicias. Separando sus emporios comerciales de los púnicos; con el fin de evitar los muchos conflictos que lógicamente surgirían.
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Los conflictos entre fenicios y helenos debieron ser tantos como para que en el año 531 a.C., los cartagineses decidieran acabar con las naves y el comercio de los griegos en Occidente. Atacando sus bases en Sicilia y destruyendo puntos estratégicos como Alalia; erradicando prácticamente la armada griega que protegía y dirigía el mercado de los focenses en el Oeste. Tras ello, las colonias helenas del Sur peninsular -Hemeroskopeion, Alonis, Akra Leuke- desaparecen; pudiendo conservarse tan solo Ampurias (Emporiom, en Gerona). Un puerto alejado, al Norte, que logra la protección de Massilia y luego la de Roma, debido a que servía como paso desde el Cantábrico al Mediterráneo; para el envío de mercancías desde Iberia hasta Marsella, y de allí al Egeo (a través de Italia). Pero después de Alalia -del 531 a.C.- y una vez destruida la armada helena de Occidente, los de Cartago fueron dominando paulatinamente la Hispania prerromana; conquistando primero el Sur, para más tarde dominar sus zonas mineras (intentando hacerse con los importantes yacimientos). Pese a todo, al comenzar este dominio de la Península; los cartagineses hubieron de mandar expediciones en búsqueda de metales. Pues ni los fenicios, ni ellos, conocían la “ruta de las Kassitérides”; el camino hacia el estaño atlántico que había sido guardado con enorme celo durante milenios. Tanto que los de nuevos dueños del territorio, enviaron dos misiones marítimas hacia el 525 a.C.; capitaneadas por sus almirantes Himilkón y Hannón, con el fin descubrir estas vías hacia la casiterita -la plata y el oro del Atlántico- (26) .
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Ejemplos de estelas del Bajo Bronce (pretartessias). En estos cipos esculpidos se observan armas y modas procedentes del Oriente mediterráneo; apareciendo cascos, espadas y escudos de tipo micénico-minóico.
Arriba, lápidas menhir del Museo de Castelo Branco (Portugal) -al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-. A su lado sitúo a mi mujer, para que podamos comprender el tamaño de estas lajas, que no son del todo iguales a las tartessias (mucho menores). Aunque las portuguesas igualmente se fechan entre los siglos X al VIII a.C.; seguramente debido a que en sus grabados figuran escenas y bajorrelieves muy semejantes a las estelas de guerrero y diademadas hispanas (pretartessias).
Abajo, dos estelas de guerrero tal como las expone el Museo Arqueológico Nacional (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). A la izquierda lápida hallada en El Viso (Córdoba) y a la derecha otra encontrada en Magacela (Badajoz). Ambas presentan el guerrero con casco (de cuernos), junto a sus armas, escudo y otros enseres de prestigio; su datación es la misma que se da a las anteriores en imagen (siglos X al VIII a.C.).
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Terminará el profesor Torres Ortiz la separata que analizamos, con unas conclusiones acerca de la Precolonización de nuestras tierras. Escribiendo (SIC):
A la vista de todo lo analizado anteriormente, se observa como la precolonización es un proceso mucho más articulado y con una duración más extensa de lo que tradicionalmente se había considerado, abarcando un período de al menos medio milenio (circa 1350-850 a.C.),
(...) En su conjunto, se pueden distinguir tres fases:
(...) El inicio de este proceso cabe situarlo en el siglo XIV a.C., como evidencia la fecha de la Cuesta del Negro de Purullena, continuando a fines de dicha centuria y a lo largo del siglo XIII a.C., etapa relacionada con micénicos, chipriotas y fenicios respectivamente
(…) Una segunda fase de contactos, sería la relacionada al componente chipriota, es principalmente coetánea de las culturas del Bronce Final del sur, primordialmente el sudoeste, y de la fachada atlántica de la Península Ibérica (...)
(…) La tercera y última fase tendría ya un matiz marcadamente fenicio, como evidencia el conjunto cerámico recientemente hallado en Huelva, la tipología del cual se sitúa preferentemente en la Edad del Hierro II A levantina, cuyo inicio habría que fijar a fines del siglo X a.C.” (26)
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Estas tres fases que la arqueología ya puede probar -en base a hallazgos-, se desarrollan prácticamente durante todo el Bronce Final ibérico II y III; una etapa que comienza en el siglo XIV y termina hacia el IX a.C.. Etapas de Bronce Bajo IIA y IIB, cuyo inicio y término coinciden con aquella aparición en nuestro territorio de de los chipro-micénicos -siglo XIV a.C.- y con los primeros Campos de Urnas (que se fechan entre el 1325 y el 1150 a.C.). Posteriormente, la segunda fase que marca Torres Ortiz, sería la que él denomina “chipriota” y se corresponde con el Bronce Final IIC y IIIA, que se data entre el 1150 y el 950 a.C. (Ría de Huelva y espadas de bronce peninsular). Siendo la tercera época marcada por este investigador, un periodo marcadamente fenicio y posterior al hallazgo de la Ría de Huelva, concordando con la misma que definimos como Bronce Final IIIB (del 950 al 825 a.C.).
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A continuación, llegarían a la Península los fenicios para fundar sus primeras colonias; con el fin de establecer puertos y factorías. Para comerciar la riqueza mineral de nuestras tierras, pero también los enormes caladeros de escómbridos y de atunes del Atlántico. Ante lo que a mi juicio hemos de plantearnos si aquellas factorías púnicas donde secaban pescado, fabricaban garum y aceite; servían para generar los productos con los que estos fenicios comerciaban los metales de Iberia. Una hipótesis avalada por las fuentes clásicas, pues tal como decía Diodoro (V.35.3): “la plata era el metal más buscado por los fenicios, que la intercambiaban por aceite”. Este dato demostraría que en la Península los colonos mercadeaban con comida (salazones, mojamas, salsas, bebidas y aceites) los metales que llevaban hasta Oriente Medio. Tal como ratifica la frase citada Diodoro, que continúa en estos términos: “la plata era el metal más buscado por los fenicios, que la intercambiaban por aceite; así llenaron Grecia, Asia y otras regiones con los minerales de Hispania”. Todo ello explica además la ausencia en excavación de materiales y enseres importados desde Oriente durante la precolonización; pues si los habitantes autóctonos de Iberia intercambiaban comida, bebidas y aceite, por metales. Las mercancías con las se que pagaban esas transacciones, se transportarían fácilmente en odres de piel; sin dejar posteriormente rastro arqueológico de su existencia.
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Por lo demás, la aparición de los colonos púnicos, finalmente asentados en las costas; fue un hecho que cambiará radicalmente la Historia peninsular. Acontecimiento que probablemente se produce debido al uso del Hierro. Pues los anteriores visitantes (pre-colonos) seguramente no pudieron establecerse ni fundar ciudades, al serles imposible vencer y dominar a los habitantes autóctonos. Cuya abundancia en cobre y estaño era tanta, que les permitiría fácilmente armar a la población indígena e impedir las invasiones (rechazar a los extraños). Aunque la llegada de soldados luchando con espadas de acero -como los marinos fenicios-; obligaría rendirse a los peninsulares, permitiéndoles asentarse en sus costas. Logrando un equilibrio de fuerzas; sin dejarles que ocupasen tierras del interior, pero evitando choques y concediéndoles puertos en el litoral, para poder seguir comerciando de un modo más efectivo (todo lo que explica la fundación de Gadir, frente a Tartessos; para mercadear y establecer un mundo simbiótico).
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Sea como fuere, la venida de unos y otros (colonos, precolonos y hasta protocolonos) se debió claramente a la riqueza mineral de la Iberia Antigua. Algo que podemos leer en las fuentes clásicas, que consideraban nuestra tierra un “dorado”. Tal como describen las palabras del Profesor Blázquez, recogiendo textos antiguos; que a continuación sintetizamos: “Estrabón (III.2.9) resumió la descripción de las minas béticas que hizo Posidonio, en los siguientes párrafos: Posidonio (...) no da como falsa la leyenda de que habiéndose incendiado una vez los bosques, estando la tierra compuesta de plata y oro, subió fundida a la superficie; pues que todo el monte y colina es como dinero acumulado allí por una pródiga fortuna. Y, en general, dice, cualquiera que haya visto estos lugares podría decir que son los eternos almacenes de la Naturaleza o los tesoros inagotables de un imperio. Porque el país es, según dice, no sólo rico en lo que muestra, sino también en lo que oculta; y en verdad, para sus habitantes, el subsuelo se halla regido, no por Hades, sino por Plutón. Las siguientes expresiones de Posidonio prueban que Hispania era El Dorado del Mediterráneo. Era la región más abundante en minas. Hades es el dios de los Infiernos, del interior de la tierra, donde se encontraban los metales, y Plutón es el dios de la riqueza.
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En el párrafo anterior del libro III de la Geografia (III.2.8), recoge Estrabón la opinión de Posidonio sobre la riqueza de las minas de Turdetania, y en general de Hispania, al escribir: "A tanta riqueza como tiene esta comarca se añade la abundancia de minerales. Ello constituye un motivo de admiración; pues si bien toda la tierra de los íberes está llena de ellos, no todas las regiones son a la vez tan fértiles y ricas, y con más razón las que tienen abundancia de minerales, ya que es raro se den ambas cosas a un tiempo, y raro es también que en una pequeña región se halle toda clase de metales. Pero la Turdetania y las regiones comarcanas abundan de ambas cosas, y no hay palabra digan para alabar justamente esta virtud. Hasta ahora, ni el oro ni la plata, ni el cobre, ni el hierro nativos se han hallado en ninguna parte de la tierra tan abundantes y excelentes. El oro no se extrae únicamente de las minas, sino también por lavado. Los ríos y torrentes arrastran arenas auríferas" (28) .
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IMAGEN, ARRIBA: Martillos mineros de la Edad del Bronce, hallados en La Malena (Linares) -tal como los muestra el museo de Cástulo (Jaén) al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. Estos “mazos de galería” se fechan entre los siglos XIX y XI a.C.; considerándose piezas del Bronce Medio -circa 1600 a.C.-. Las herramientas demuestran la actividad minera desarrollada en la zona de Linares (nacimiento del Guadalquivir) desde la Edad del Bronce. Un hecho lógicamente explicable, debido a que en esa etapa el cobre y el estaño eran vitales (para sobrevivir y protegerse). De tal manera y como hemos visto, el área de las fuentes del Guadalquivir era riquísima en casiterita y plomo; tal como recogen los textos clásicos, que relataban que el rio Betis nacía en montañas de plata y estaño.
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ABAJO: Otras dos fotografías tomadas en el Museo Arqueológico de Linares (Cástulo, Jaen) al que agradecemos nos permita divulgarlas. En ellas vemos dos imágenes de una misma vitrina, donde se muestran herramientas de trabajo de mina halaldas en las galerías de Palazuelo -junto a Linares- y correspondientes a la etapa romana (siglos I y II d.C.).
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B) LAS RELACIONES MEDITERRÁNEAS EN EL II MILENIO A.C. Y COMIENZOS DEL I EN LA ALTA ANDALUCÍA. EL PROBLEMA DE LA ‘PRECOLONIZACIÓN’ FENICIA (por José Luis López Castro): (29)
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Continuando el libro que venimos analizando -Contacto cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico (siglos XII-VIII ane) La precolonización a debate"-encontraremos otro estudio, esta vez escrito por el prof. López Castro (cuyo título encabeza el del presente epígrafe). En este, primero nos dirá su autor que el concepto de “Precolonización” procede del desfase existente entre las fechas que las fuentes dan como principio de las fundaciones fenicias, y la verdad arqueológica; que data mucho más tarde aquellas fundaciones. Considerando López Castro que “En lugar de precolonización, que implica un vicio teleológico como es la consideración de la posterior colonización; sería más sensato hablar de contactos durante la Edad del Bronce o durante el II milenio a.C.. Añadiedo con gran inteligecia que “El problema estriba en que admitimos los contactos atlánticos pero dudamos de los mediterráneos o los sobrevaloramos, sin término medio” (30) .
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Es decir que mientras tenemos la absoluta seguridad de un continuo contacto entre las costas de la Europa atlántica, desde el comienzo del megalitismo y hasta el Bajo Bronce (entre Galicia, Portugal, el litoral Cantábrico, el de Francia y de las Islas Británicas). Increíblemente se considera sin probar que arribasen continuuamente gentes orientales, hasta el nuestras tierras. Un planteamiento a mi juicio un tanto “extraño”. Pues desde Chipre a las costas hispanas hay unos cinco mil kilómetros costeando (2700 millas) y unos tres mil (1650 millas) navegando en linea recta -por un mar que durante tres meses al año es una balsa-. Mientras entre el Sur de las Islas Británicas y el de Portugal, hay unos mil ochocientos kilómetros (1000 millas); pero a través de costas infranqueables incluso en el verano; precisándose embarcaciones pesadas, capaces de soportar grandes mareas y olas. Por ello, resulta impensable que los navegantes minóicos, chipriotas o egeos, no hicieran continuas expediciones a Occidente para ampliar su mercado. Más aún buscando minas de estaño y cobre, en plena Edad de Bronce; mientras se estaban agotando los pequeños yacimientos cúpreos y argénteos del Mediterráneo. Todo lo que obliga a pensar que los expedicionarios chipriotas, minóicos o micénicos; hubieron de llegar hasta los lugares más ricos en metales, para poder subsistir y armar a sus ejércitos. Lo que implica continuos contactos entre el Este y el Oeste de este mar, en el que se desarrollaban algunas de las más avanzadas civilizaciones (como Egipto, Creta, las de Canaán, la eblita o las egeas).
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Regresando al texto de López Castro, el investigador fecha las etapas de precolonización del siguiente modo (pasando más tarde a analizar esas fases, conforme a los hechos que se suceden y en relación a posibles colonos):
- Un Bronce Tardío postargárico comprendido entre 1615 a.C. y 1375/1350 a.C., con intervalos extremos en torno a c. 1700-1300 a.C.
- Le seguiría el Bronce Final del Sureste, datado entre c. 1300-920 a.C.
- Para Andalucía Occidental el Bronce Final Tartésico, coetáneo en líneas generales del Bronce Final del Sureste estaría comprendido en el intervalo c. 1250-950 a.C., aunque sólo estaría bien documentado arqueológicamente entre 1150-900 cal a.C.
Entre 920 y 750 a.C.; o a partir de 890/800, como mínimo se situaría el intervalo cronológico de la etapa inicial de la colonización fenicia (31) .
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SOBRE ESTAS LINEAS: Distribución de importaciones mediterráneas en los yacimientos de la Alta Andalucía y del Bronce Final, citados en el texto de Jose Luis López Castro. Desde un mapa que él presenta y que continuación analizamos conforme a los objetos de procedencia oriental que enumera este investigador.
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BAJO ESTAS LINEAS: Mapa de la Ruta de Herakles, trazado por mí. En rojo hemos marcado el camino terrestre desde las colonias griegas de Alicante (Hemeroskopion, Alonis, Akra Leuke) hasta el Guadalquivir. En su mitad -entre Cástulo (Linares) y los puertos helenos- tenemos algunos de los hallazgos más importantes de la arqueología: Villena, con los dos tesoros; el Cerro de los Santos (junto a Yecla); Cinchilla del Monte Aragón, con Pozo MoroBalazote, con la “bicha” (toro androcéfalo). La aparición del tesoro de Villena y de Cabezo Redondo en esta ruta, nos muestra que debió ser un camino ya seguido por los precolonizadores en el segundo milenio a.C. (creto-chipriotas o egeos). Al consistir esta una vía natural que unía por tierra el Mediterráneo con el Guadalquivir (punto de partida hacia las minas de plata y oro del Sudeste peninsular). En la imagen, junto a la Ruta Herakleia (en rojo) hemos marcado otros caminos, como el de los cartagineses (morado; desde Cartagena al Guadalquivir) o el de Mainake-Tartessos (en azul).
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El siguiente epígrafe del estudio que analizamos de López Castro, se intitula “LAS IMPORTACIONES MEDITERRÁNEAS DURANTE EL BRONCE TARDÍO EN LA ALTA ANDALUCÍA (C. 1550-1350 A.C.)”. Donde este profesor nos explica como “tras la descomposición de la sociedad argárica, completada en torno a 1550 a.C.; y que no fue tan súbita como se creía, sino más bien un proceso prolongado en el tiempo; se abre en el Sureste peninsular un periodo que conocemos como Bronce Tardío comprendido en el intervalo cronológico 1550-1350/1300 a.C.” (32) . Acerca de aquel momento trata el siguiente capítulo, titulado “LAS IMPORTACIONES MEDITERRÁNEAS DURANTE EL BRONCE FINAL EN LA ALTA ANDALUCÍA (C. 1300 A C. 920 A.C.)”; donde comenzará señalando que: Durante la etapa argárica comprendida entre c. 2500 a.C. y 1575 a.C. (...) se han documentado escasos testimonios materiales atribuibles a contactos mediterráneos, como las cuentas de pasta vítrea y marfil de la tumba 9 de Fuente Álamo (...) Por el contrario, a partir de un momento avanzado del Bronce Tardío, en torno a 1375 a.C. comienzan a documentarse importaciones hasta ese momento desconocidas en la Península Ibérica como son las que contuvieron los vasos cerámicos halladas en Montoro y Cuesta del Negro”. Con numerosos hallazgos orientales: “desde aproximadamente 1375 a.C. como las importaciones de Cuesta del Negro, hasta c. 1150-920 a.C. momento en que habría que situar el estrato VIII/IX de Galera, donde se ha registrado una importación”. Por lo tanto: “La crisis de la sociedad argárica situada en torno a 1550 a.C., con el final de los enterramientos y rituales característicos de esta sociedad, que habría conducido a una fragmentación política en la periferia argárica iniciada en torno a 1600 a.C.; daría lugar a nuevas entidades políticas independientes que inicialmente serían responsables de la continuidad de asentamientos fundados durante el bronce argárico” (33) .
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SOBRE ESTAS LINEAS: Cuenco de bronce en cuyo interior apareció el tesoro de Berzocana (dos torques de oro fechados hacia el siglo XI a.C., con decoración y diseño muy semejante al de Sagrajas). Tal como expresa Torres Ortiz, el plato es de tipología chipriota, con paralelos absolutos a cráteras broncíneas muy similares y fechadas en el Chipriota IIC (siglo XIII a.C.) -agradecemos al Museo Arqueológico Nacional nos permita divulgar nuestra imagen del cuenco de Berzocana que expone en sus vitrinas-.
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BAJO ESTAS LINEAS: Varias cabezas en piedra caliza, procedentes del Cerro de los Santos; esculturas ibéricas de los siglos III-II a.C. (propiedad del Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). La mayoría de las imágenes que se hallaron en este cerro (situado en Montealegre del Castillo; Albacete), tienen unos mismos rasgos que las chipriotas: Ojos almendrados, pelo a modo de escamas o diademado, cejas y nariz en arco y apuntadas, orejas largas, o labios marcados (con un estilo un tanto “egipciante”). Estas son las características comunes de las esculturas y retratos en piedra de Chipre, durante su periodo Arcáico (desde el siglo VII al IV a.C.). De tal manera, la estatuaria chipriota contiene enormes paralelismos en tipología y resolución de talla en piedra caliza con las posteriores, del Cerro de los Santos.
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BAJO ESTAS LINEAS: Cabezas en piedra caliza halladas en Chipre; periodo greco-chipriota arcaico (siglos VI al IV a.C.). Observemos el parecido entre las del Cerro de los Santos y estas esculturas -que en verdad parecen idénticas-.
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A continuación menciona López Castro el Tesoro de Villena y el de Cabezo Redondo (hallado en las inmediaciones) como ejemplos de importación oriental. Fechando el ajuar de Cabezo Redondo entorno al 1500 a.C. y el de Villena en tiempos cercanos al final del milenio; añadiendo que “La datación del tesorillo de Cabezo Redondo se eleva algo hacia c. 1575-1400 a.C. (...) debido a las pruebas radiocarbónicas y a la secuencia del yacimiento, no faltando quienes proponen una datación similar para ambas ocultaciones” (34) . Tal como concluye al final el prof. López Castro, lo más lógico es pensar que ambas ocultaciones pertenecen a una misma época, debido a las condiciones de su hallazgo y a la proximidad de su enterramiento. Pues aparecieron a muy poca distancia y ambos contienen piezas semejantes.
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Todo ello lo relata perfectamente el descubridor de los ajuares (Jose Ma. Soler), quien explica la absoluta unión entre los dos tesoros; además de los múltiples problemas existentes para su datación y clasificación (tantos que en la época de J.M.Soler, las ocultaciones todavía se consideraban del siglo VII a.C., al igual que sucedía con los conjuntos de Évora o con la orfebrería megalítica...). Consecuentemente escribió Soler hace más de medio siglo que: “La relación entre ambos conjuntos es evidente. Hay en el «tesorillo» sortijas que son réplicas en miniatura de los brazaletes del gran tesoro y un fragmento ornado con puntas que bastaría, sin más, para señalar una estrecha relación de parentesco. Esta afinidad no volvemos a encontrarla en ningún otro conjunto de los aparecidos dentro o fuera de la Península”. Añadiendo que “La consecuencia que de ello se desprende es clara y de la mayor trascendencia. Puede asegurarse que las joyas villenenses no son importadas, sino de fabricación local y que algunas piezas similares aisladas aparecidas muy lejos de nuestra comarca, con el famoso brazalete de Extremoz”. Para terminar expresando el descubridor de los ajuares de Villena: “No podemos entrar aquí en los problemas que plantea la aparición de esta masiva cantidad de oro en una comarca jamás citada como productora del noble metal. Sólo el «tesorillo» del Cabezo Redondo, con sus escasos ciento cincuenta gramos de peso, supera en volumen al de todos los hallazgos juntos de los yacimientos «argáricos» de Murcia y Almería. Por su parte, el «Tesoro de Villena», que alcanza cerca de los diez kilogramos excede en peso y cantidad de objetos al de todas las joyas conocidas del mundo «hallstáttico» centroeuropeo, con las que han querido compararse los hallazgos villenenses, infundadamente a nuestro juicio” (35) .
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SOBRE Y BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Dos imágenes de los tesoros hallados en Villena. Arriba, el de Cabezo Redondo en la portada de un libro escrito por su descubridor (José María Soler). Abajo, foto “oficial” del tesoro de Villena, tal como la muestra el Museo Arqueológico de Valencia (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Tal como decimos, parece que estos dos ajuares no son una “importación” sino más bien lo contrario; es decir, un ajuar preparado para su exportación. Algo que me atrevo a afirmar basándome en los siguientes motivos:
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En primer lugar, porque en la Península no habría capacidad ni organización para que sus reyezuelos pudieran encargar ajuares, ni tesoros de este tipo a visitantes (precolonos del segundo milenio a.C.). En el segundo, porque nuestras tierras eran por entonces riquísimas en minas de oro y plata; todo lo que haría inexplicable una “importación” de este metal que abundaba en suelo autóctono. Finalmente, la hipótesis de que se tratase metal peninsular llevado hasta el Oriente mediterráneo y retornado, tras haberse elaborado allí las joyas. Carece de apoyos; pues no se ha encontrado orfebrería semejante en el Este del Mediterráneo, debiendo existir abundancia de modelos similares en el lugar de procedencia. Por lo que afianza la teoría de que es orfebrería autóctona, los otros muchos tesoros hallados en la Península, parecidos y datados también la Edad del Bronce. Decenas de torques, pulseras y ajuares similares -como los de Evora o Alentejo-; que también superan los quince kilos de oro (entre los que destaca el de Caldas de Rei). Joyas del Bronce ibérico cuyo trabajo se relaciona con diseños campaniformes, tal como sucede en el de Villena.
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PARA LOS INTERESADOS EN EL TESORO DE VILLENA Y EL DE CABEZO REDONDO, RECOMENDAMOS LEER NUESTROS ARTÍCULOS SOBRE ELLOS.
Son cuatro entradas en las que se analiza el Tesoro de Villena y el de Cabezo Redondo, llegando a la conclusión de que ambos ajuares deben ser juegos de ponderales -seguramente de un taller de orfebre que los enterraría en una huida o invasión-. Una hipótesis que basamos en su correlación de pesos que están medidos en relación a siklos (fenicios y babilonios principalmente).
1-EL TESORO DE VILLENA, EL DE CABEZO REDONDO Y EL DE EL CARAMBOLO. SUS PONDERALES: ¿FENICIOS, ANATÓLICOS, BABILÓNICOS O EGIPCIOS...? (parte primera: Introducción) http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2014/02/el-tesoro-de-villena-el-de-cabezo_5365.html
2-EL TESORO DE VILLENA, EL DE CABEZO REDONDO Y EL DE EL CARAMBOLO. SUS PONDERALES: ¿FENICIOS, ANATÓLICOS, BABILÓNICOS O EGIPCIOS...? (Parte segunda: Pesos y medidas de los metales en la Antigüedad) http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2014/02/el-tesoro-de-villena-el-de-cabezo_17.html
3-EL TESORO DE VILLENA, EL DE CABEZO REDONDO Y EL DE EL CARAMBOLO. SUS PONDERALES: ¿FENICIOS, ANATÓLICOS, BABILÓNICOS O EGIPCIOS...? (Parte tercera: Estudio comparativo de los tesoros de Villena y Cabezo Redondo) http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2014/02/el-tesoro-de-villena-el-de-cabezo.html
4-EL TESORO DE VILLENA, EL DE CABEZO REDONDO Y EL CARAMBOLO. SUS PONDERALES: ¿FENICIOS, ANATÓLICOS, BABILÓNICOS O EGIPCIOS...? (Parte cuarta: El posible ponderal ibérico y sobre hipotéticas medidas de peso y longitud en la época) http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2014/02/tablas-correlativas-de-los-articulos-i.html
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Tras expresar nuestras dudas acerca de que el tesoro de Villena sea una importación oriental; añadiríamos que quizá pudo tratarse de un ocultamiento de joyas “preparadas” para su exportación. O bien de piezas de un orfebre, que trabajaba en aquella zona levantina el metal procedente de las múltiples minas de oro peninsulares, para enviarlas por mar al Oriente (a Creta, Chipre, Oriente Medio, o a Egipto -a través de Biblos-). De tal manera y tras añadir nuestra opinión sobre los dos ajuares de Villena, seguimos con el interesante trabajo de López Castro, donde el autor continúa afirmando que las “importaciones mediterráneas a la Península Ibérica se ha atribuido a navegantes micénicos, chipriotas, levantinos y sardos” (...) Los hallazgos en Cerdeña y Sicilia (...) de cerámicas micénicas por un lado, de objetos de la metalurgia de tipo atlántico por otro y el hallazgo de importaciones micénicas en el Sur de España, sustentan la vinculación de estas redes mediterráneas. Las relaciones entre el área micénica del Egeo y el área centro mediterránea, intensificadas desde el Heládico Final I, entre c. 1680 y 1580 a.C. en adelante, puede seguirse mediante la distribución de materiales cerámicos micénicos que muestran la existencia de una ruta marítima” (36).
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A continuación, el profesor López Castro escribe unas interesantes lineas, que recojo en su totalidad, por la importancia que contienen (SIC): Recientemente se ha propuesto la atribución a navegantes chipriotas y ugaríticos la autoría de los viajes a Iberia y del tráfico entre ésta y las islas de Cerdeña y Sicilia que habría traído las cerámicas micénicas del Llanete de Los Moros, participando en el comercio micénico (...) A estos argumentos habría que añadir el de la participación del Sur de Creta en las rutas que unían el Mediterráneo Oriental con el Central y Occidental, como parecen atestiguar las importaciones cretenses en Cerdeña (...). Hallazgos (c. 1320-1225 a.C.) de cerámicas chipriotas y minoicas en puntos de Italia, Sicilia y Cerdeña y, sobre todo, la presencia de graffiti con escritura chipro-minoica en Cannatello en el Sur de Sicilia, apoyarían la existencia de una ruta hacia el Sur de Iberia (...) Serían pues navegantes chipriotas, seguramente asociados a otros micénicos, levantinos y ugaríticos, quienes protagonizarían estas relaciones de intercambio, dado el carácter multiétnico de la navegación mediterránea de finales de la Edad del Bronce (37)lo que explicaría la presencia de productos peninsulares o atlánticos en Cerdeña, como las hachas de apéndices laterales, consideradas de origen ibérico, las hachas de anillas o las espadas pistiliformes (38) (...) En este sentido, se ha apuntado la posibilidad de que los objetos áureos del complejo orfebre Villena-Estremoz siguiesen un patrón metrológico micénico (39) .
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Sobre ese tesoro también comenta López Castro que “dado que el oro de Villena procede de arenas fluviales según análisis efectuados se ha defendido la existencia una red de intercambios desde el Sureste con el área Noroeste peninsular, desde donde llegarían el oro y el estaño de la casiterita procedentes del batido de los sedimentos fluviales, a cambio de sal, escasa en aquella zona que podría circular como dinero” (39-b) . Todo lo expresando por este investigador explicaría la existencia del “Camino de Hércules” desde tiempos remotísimos, para unir vías de trashumancia entre el Mediterráneo y el Atlántico; pero sobre todo para transportar los metales de uno a otro lado de la Península. Habida cuenta que los yacimientos de oro, plata, cobre y estaño más importantes estaban en el litoral Oeste; mientras los precolonizadores -o los visitantes de tierras lejanas-, aparecerían primero por las costas del Levante hispano. Pues para llegar a nuestro litoral mediterráneo, desde Oriente Medio o del Egeo; se precisaba tan solo de veleros ligeros y con unos quince metros de eslora. Aunque para cruzar el Estrecho y navegar por el océano, necesitarían naves mucho mayores y pesadas, que las utilizadas en el segundo milenio a.C.. Ya que la peligrosidad del paso de Gibraltar y de las olas atlánticas, nada tenían que ver con la fácil estiba por el Mediterráneo. Un mar que durante los tres meses de verano se comporta casi como un lago, siendo posible navegarlo de Este a Oeste en un pequeño balandro y en menos de treinta días. Todo lo que explica que los primeros colonos “tocasen” las costas levantinas; debiendo comerciar los metales del Atlántico a través de caminos interiores. Vías terrestres que seguirían los habitantes peninsulares para mercadear con esos visitantes venidos por mar -en especial los pastores, cuya obligada trashumancia les permitiría llevar enseres de un lado a otro anualmente-.
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IMÁGENES, ARRIBA Y ABAJO: Dos fotografías tomadas en el Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permita divulgarlas. En la superior vemos la reproducción de una tumba y una vivienda de El Argar, con la casa en la parte alta, sus enseres y vasijas. Bajo ella, se observa un cenotafio con los huesos de “antepasados” y de familiares, que los argáricos enterraban en el suelo del hogar.
En la imagen inferior tenemos un precioso dibujo de Luis Siret; con un cráneo de mujer luciendo una diadema de oro, perteneciente a la sepultura Argar 62 (tal como fue hallado por el arqueólogo que la dibujó). En opinión del profesor López Castro la Cultura de El Argar -que fechamos entre el 2500 y el 1600 a.C.- no tuvo contacto con el Oeste Mediterráneo, siendo una civilización aislada y autóctona peninsular. Pese a ello, nos llama tremendamente la atención que su duración temporal coincida casi exactamente con el comienzo del Reino Antiguo egipcio y el comienzo del Reino Nuevo (entre los siglos XXVII y el XVI a.C.). Habiendo causado a mi juicio el final del Argar la explosión del Tera-Santorino (1680 a.C.) que destruye Creta, junto a las islas y civilizaciones adyacentes -incluido Egipto-. Lo que promovería la llegada en masa a nuestras tierras de huidos de Oriente Medio, del Egeo y sobre todo de creto-chipriotas. Quienes se refugiarían en tierras lejanas, escapando del desastre volcánico que dejó meses el área de Creta sin luz solar y envuelta en nubes de gas con polvo en suspensión (de consecuencias terribles, bajando las temperaturas varios grados durante años).
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Continuando con el ajuar de Villena y el de Cabezo Redondo, en nuestros artículos habíamos llegado a la conclusión de que sus ponderales se relacionaban más concretamente con los de Mesopotamia y Egipto, de mediados del segundo milenio a.C.. Refiriéndonos al Shaty (siklo) egipcio, que hacia 1500 a.C. valía unos 7,5 gramos; un peso que se relacionaba y cambiaba con los de Mesopotamia de misma época, con un coeficiente de equivalencia de 11/10. Por lo que el valor de los siklos mesopotámicos oscilaba sobre los 8,25 gramos; es decir 11 Shatys del Nilo (de unos 7,5 gramos) por cada 10 siklos de Mesopotamia (de unos 8,3 gramos). Pesos que -como vimos en nuestros artículos- concuerdan con los de las piezas de Villena y las de Cabezo Redondo; tanto que en ellos aparecen piezas que claramente son ponderales y pesan 16,6 gramos (aproximadamente), lo que se corresponde con dos siklos de 8,3 g. (40) .
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Para completar las interesantes ideas que venimos recogiendo de López Castro, añadimos las palabras de este profesor escribiendo que: “En el intervalo de Bronce Final del Sureste ibérico, coincidente con el Heládico Final IIIC (c. 1225-1125 a.C.) es en el que se produjo el fin de Ugarit” (41) A ello desearíamos incluir una cronología paralela entre la Península y el Oriente; que habríamos de comenzar por lo antes expuesto, uniendo el final de El Argar con la explosión del Tera-Santorino y la llegada de los Hicsos a Egipto. Cuando hacia el 1680 a.C. termina El Argar y comienza el Bronce Bajo peninsular; momento que marca la destrucción del Imperio Minoico Medio y a su vez la caída de Ebla (en Anatolia). Debido a que aquella hecatombe volcánica destruyó todo vestigio de civilización a cientos de kilómetros de la actual Santorini. Tanto, que Egipto fue también afectado por lluvia de piedras, nubes de gases y polvo magmático en suspensión sobre la atmósfera. De ello, que sus habitantes se refugiasen en el Sur abandonando el Bajo Nilo; un delta que pasaría a ser conquistado -o habitado- por los pueblos que huían del desastre del Tera, emigrando en masa desde Anatolia, Chipre o Creta. Bárbaros que ocuparon la desembocadura del Nilo, creando en nuevo reino Hicso; formado fundamentalmente por esos huidos del volcán y que lograron de ese modo asentarse en Egipto, tras el abandono del delta por parte de las autoridades del faraón. Asimismo, en este momento de crisis, nació un nuevo imperio y estado anatólico, llamado Hatti. Los hititas, probablemente surgidos desde Cretominócios huidos de su isla, unidos a los mesopotamios y Hurritas que habitaban hasta entonces gran parte de la actual Turquía (Ebla y Mitani).
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Todo ello marcaría unas nuevas etapas en el Mediterráneo, al igual que lo haría la aparición del Hierro en Anatolia (hacia mediados del siglo XIII a.C.). Derribando los hombres del Hierro el imperio Hitita, el Minóico Palacial y a Micenas; atacando posteriormente Chipre y Egipto. Lo que se sucede desde la guerra de Troya, que marca el fin de la Edad del Bronce, para indicar la llegada de los indoeuropeos de Anatolia al Mediterráneo. Quienes pasan pronto a gobernar El Egeo, Creta y las costas de la actual Turquía; mientras los muchos expulsados a consecuencia de esta expansión del Hierro -llamados “Pueblos del Mar”- se organizan en hordas de piratas; logrando atacar Egipto, llegando incluso entronizar un faraón de su linaje, en el siglo X a.C.. Emigrando en ese tiempo muchas otras tribus de Pueblos del Mar hasta Italia, Cerdeña y a la Península ibérica (los Sardana, Turta o Teresh, o los Masawa). Quienes sin lugar a dudas serían también algunos de los precolonizadores de nuestras tierras -al menos a mi juicio-. Entre los cuales algunos reconocen a los “turta”, que se identifican con los etruscos en Italia (los tirrenos); tanto como a los Sardana, que parecen ser los Sardos. Pero también se cree que algunas de estas tribus poblaron el Sur Peninsular; como fue el caso de los Mastienos -o de los Bastetanos-, que muchos consideran pudieron ser antes los Mashawa (piratas que atacaron a Ramsés III entre esas hordas de gentes marinas que huían de Anatolia buscando tierras).
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IMÁGENES, ARRIBA Y ABAJO: Dos fotografías relacionadas con la minería de la Iberia Antigua. En la superior, vemos las playas el rio Sil a su paso por Salas, en las cercanías de Las Médulas (León). Junto a estas orillas, hace algo más de medio siglo, Adolf Schulten vio todavía a las bateadoras de oro; mujeres que durante el verano bajaban con sus instrumentos de “batido” para buscar oro entre las arenas que arrastraba el Sil. Al parecer, antes de que hicieran el gran pantano de Orense y el de Ribeira Sacra, en el aluvión de este río había todavía suficientes pepitas de oro como para posibilitar a los habitantes de los pueblos ribereños que se entretuvieran en batearlo (viviendo algunos de esa actividad).
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Abajo, una foto reciente mía en Las Médulas, junto a la ladera de Orellana, que toma su nombre del metal que de allí se extraía. Tras el balcón desde donde observo los montes recortados en forma de médulas, vemos una colina totalmente derruida por efecto de las galerías que excavaban en su interior los romanos, para llenarlas de agua y arruinarlas. En su mitad se observa una cueva artificial, de las muchas que cavaban los mineros dentro de las montañas, para luego introducir en ellas el cauce de una tubería que las haría explotar, partidas en varios pedazos. Una vez provocada la “ruina montis”, se lavaban las tierras que caían de las laderas, buscando de ese modo el oro. -Para comprender las dimensiones de esta explotación minera invitamos a los lectores a aumentar la imagen, para que observen cómo en la galería (tras mí), hay una valla que mide un metro y medio aproximadamente. Todo lo que indica que esa cueva artificial tiene unos cuatro metros de altura-.
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Termina el estudio que analizamos López Castro con unas “consideraciones finales”, entre las que primero destaca que: “La secuencia de importaciones mediterráneas registrada es prolongada en el tiempo, abarcando casi cuatrocientos años entre c. 1375 y 1000 a.C. en la Alta Andalucía -con los datos actualmente disponibles-; mientras que en el Suroeste peninsular se prolonga hasta 950 a.C., momento en el que la presencia fenicia se hace estable con la fundación de un asentamiento en Huelva (...) La componente chipriota en las importaciones, ya presente en las cerámicas más antiguas de Cuesta del Negro, parece una constante hasta el asentamiento fenicio” (42) . Afirmando más tarde que la coincidencia de aquellos objetos importados con otros aparecidos en la Meseta y con cerámicas de yacimientos interiores peninsulares (Cogotas I), semejantes a las micénicas y chipriotas estaría apuntando más bien a la existencia de unas mismas redes de difusión entre las distintas sociedades del Bronce Tardío y Final a través de las que circularon productos, tanto mediterráneos como atlánticos” (43) .
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Finaliza así este sabio profesor su separata que hemos comentado, afirmando que aquella precolonización llegada de Oriente fueron: “Un modelo de contacto que, aún no siendo todavía hegemónico, comenzaba a ser sistemático, por seguir la conceptualización de Alvar, y que se apoyaba en la fundación de templos como el de Kommos en Creta, o el de El Carambolo en Iberia instituidos como antecedentes inmediatos del proceso colonial fenicio”. Pasando a decir cómo: “Cobran ahora más sentido las menciones bíblicas a Tarshish y la identificación de este topónimo con el Extremo Occidente (...) del que existe un indicio como la famosa estela de Nora, que aunque descontextualizada, mostraba caracteres paleográficos de una gran antigüedad (...) que expresamente mencionaban el topónimo Tarsis” (44) Todo lo que explica el inicio y la razón de Tartessos; surgido del recuerdo e influencia creto-chipriota, tras la aparición del Hierro y gracias a la llegada a la Península de gentes huidas de Anatolia y del Egeo. Quienes vendrían hasta nuestras tierras, expulsados por las hordas armadas con el nuevo metal; que acabarían con todo vestigio de las civilizaciones del Bronce en el Oriente Mediterráneo. En especial la Minóica y la Hitita; lo que nos hace entender por qué en la Iberia Antigua (tras el siglo X a.C.) aparecerán repetidamente vestigios cretenses, chipriotas y neohititas.
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IMÁGENES, ARRIBA Y ABAJO: Dos fotografías tomadas en el Museo Naval de Bayona (Galicia), al que agradecemos nos permita divulgarlas. En ellas mostramos los instrumentos usados para la navegación hasta el siglo XIX y que como podremos comprender, fueron casi los mismos que utilizaban en la Antigüedad. Arriba, mesa con un cuadrante de pesa, un compás, un reloj de arena (ampolla) y un pequeño astrolabio. Con este simple instrumental se hallaba la altura del Sol o la de la Estrella Polar, conociéndose así la latitud a la que estábamos. Tras ello, la longitud se solía intuir a través de medir el tramo recorrido cada día, a la misma hora. Para ello periódicamente se lanzaba desde la popa del barco “La Corredera”; el objeto que vemos en imagen inferior (una madera que quedaba inerte en superficie, capacitando medir distancias). De ese modo y con el fin de conocer la velocidad media, ataban a este “flotador” una cuerda larga anudada; un largo cabo, con nudos atados a cada medida de longitud (poniendo un nudo a cada braza). Tras ello se volteaba el reloj de arena a la vez que soltaban desde la popa esa Corredera, que al ofrecer resistencia al mar quedaba en el punto en que caía, mientras el cabo comenzaba a soltar cuerda. Pasados los tres minutos que la ampolla de arena marcaba, se paraba la suelta del cabo y se recogía “La Correderera”, contando los nudos que había avanzado. Con ese método tan simple se calculaba la velocidad en “nudos” de la nave; todo lo que se realizaba al menos dos veces al día, para conocer así cuanto se había avanzado (aproximadamente) y lograr intuir la Longitud a la que se situaban.
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CITAS:
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(1): Contacto cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico (siglos XII-VIII ane) La precolonización a debate // VV. AA. Coordinación: S. Celestino, N. Rafel y X.-L. Armada // CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS // Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma // Madrid 2008 (dedicado a Xavier Dupré i Raventós -Barcelona 1956, Roma 2006-)
(2): LOS «TIEMPOS» DE LA PRECOLONIZACIÓN // Mariano Torres Ortiz -IDEM cita (1); pag 59 y ss-.
(3): IDEM CITA (2), pag 59: "En este sentido, ya Almagro-Gorbea (1998: 93-95; 2000: 713-715; 2001: 252-256 articuló cronológicamente los diferentes elementos que identifica como precoloniales: las cerámicas micénicas de Montoro, los elementos vinculados con Chipre y los Pueblos del Mar (circa 1200-1000 a.C.) y, por último, los propiamente fenicios, que fecha a partir de circa 1000 a.C.” (pag 59)
(4): IDEM CITA (2)pag 63
(5): IDEM CITA (2)pag 64 y 65
(6): ”LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS COLONIALES: Examinada la evidencia, creo que no existen razones para modificar sustancialmente la fecha del último cuarto del siglo IX a.C. (...) conviene una revisión de algunas de las fechas que sirvieron para proponer mi propuesta de una cronología de fines del siglo IX a.C. para los inicios de la colonización fenicia en la Península Ibérica para ver si siguen pudiendo ser utilizadas con este propósito. Me refiero a las fechas del cerro de la Mora y, más concretamente, del yacimiento malagueño de Ronda la Vieja-Acinipo” IDEM CITA (2)pag 71
A CONTINUACIÓN RESUMO EL ESTUDIO DE MARIANO TORRES ORTIZ SOBRE CRONOLOGÍA DE LA COLONIZACIÓN FENICIA (SIC):
Mariano Torres Ortiz // Complutum, 9, 1998: 49-60
LA CRONOLOGÍA ABSOLUTA EUROPEA Y EL INICIO DE LA COLONIZACIÓN FENICIA EN OCCIDENTE; IMPLICACIONES CRONOLÓGICAS EN CHIPRE Y EL PRÓXIMO ORIENTE
El análisis de las dataciones calibradas de carbono 14 obtenidas tanto en los niveles más antiguos de las factorías fenicias como de los poblados orientalizantes de la Península Ibérica sugiere una fecha más antigua de lo que se creía para el inicio de la colonización fenicia en occidente tal y como ya ha sido propuesto por investigadores como MtE. Aubet, P. Castro, V. Lulí. R. Micóy A. Mederos. No obstante, la cronología propuesta por los mismos puede ser refinada mediante su contrastación con la secuencia dendrocronológica obtenida en los yacimientos palafíticos suizos del Bronce Final y sus correlaciones con culturas italianas de la Edad del Hierro. As4 propongo unafecha alrededor del 825 cal. A.C. para la fundación de las primeras colonias fenicias en Occidente. (...) La fecha del inicio de la colonización fenicia en Occidente es uno de los temas más polémicos de la Protohistoria y la Historia Antigua de la Península Ibérica debido a las diferentes metodologías usadas por ambas disciplinas, siendo aún hoy motivo de encendidas discusiones entreespecialistas de ambos campos. Si en un principio la batalla se planteaba en el campo del más puro positivismo, del interés del dato por el dato, el panorama ha cambiado en ¡a actualidad y el conocimiento de la fecha de las primeras fundaciones fenicias en Occidente es de gran importancia a la hora de resolver problemas que afectan tanto a la Protohistoria española como a la propia historia del proximo Oriente general (pag 49) (...) Por ello han Venido defendiendo una presencia muy antigua de los fenicios en la PenínsulaIbérica, finales del segundo milenio A.C. (las fechas se citan según las convenciones fijadas por Castro, Lulí y Micó 1996: 6, nota 2) a partir del relato de Veleyo Patérculo (1-Iist. Rom. 1,2,1-3) sobre la fundación de Gadir, hecho que sitúa 80 aiíos después de la guerra de Troya (circa 1104 A.C.). Este dato encaja además con otras fechas antiguas de colonias fenicias occidentales como Utica, circa 1 lOt A.C. (Plinio, Nat.Hin XVI,216; De mirabilis auscultationibus 134) y Lixus, donde se menciona la existencia de un templo de Hércules más antiguo que el de Cádiz (Plinio, Nat. Hist. XIX,63). Sin embargo, las excavaciones de diversos asentamientos fenicios en la Península Ibérica no proporcionaron datos que permitieran llevar los comienzos de la colonización más allá del 770-760 arq. A.C. a partir de las asociaciones del material fenicio de Toscanos IV y la necrópolis de Laurita con kotylai del Protocorintio Antiguo y Medio (pag 50) (..) Almagro-Gorbea (1977: 541-543) ya trató el tema de la calibración de las fechas de carbono 14 de las colonias fenicias en aquel momento disponibles: Toscanos y la necrópolis de Jardín. Este investigador señaló que la calibración de las dataciones radiocarbónicas de Toscanos según la cronología histórica egipcia era aceptable, pero un poco alta según la calibración MASCA, considerando las fechas convencionales de radiocarbono excesivamente bajas (ibidem: 542-543, fig. 203). (....) Posteriormente, Schubart (1982: 81-82) también ofrece la calibración de una de las fechas obtenidas por él en el nivel más antiguo de Morro de Mezquitilla (B-?), señalando que la calibración directa de la misma era 810 cal. A.C (pag 50) (…) No obstante, los primeros investigadores en usar fechas de carbono 14 calibradas para cuestionar la cronología arqueológica tradicional de las primeras colonias fenicias de la Península ibérica han sido Aubet (1994: 317-323) y Castro (1994:144-145). (pag 50) (…) Aubet recopiló todas (...) sí, a partir de la calibración de la fecha B-4 178 sugirió la posibilidad de que la factoría de Morro de Mezquitilla hubiera sido fundado con un coeficiente de probabilidad del 93% entre el 894 y el 835 cal. A.C., (pag 50) (..) Al mismo tiempo, esta fecha fue utilizada por Castro (1994: 144) para fijar el inicio de la colonización fenicia en la Península Ibérica circa 900 cal. (..) a partir de una muestra procedente de las excavaciones llevadas a cabo en 1976 (Schubart 1982: 81-82). Esta datación, mucho más valiosa debido a su baja desviación standard, ofrece una calibración directa de 805 cal. A.C. y un intervalo a dos sigmas de 836-785 cal. A.C. .
Ronda la Vieja-Acinipo La calibración directa de esta fecha proporciona una fecha de 910 cal. A.C. y un intervalo a dos sigmas de 1160-790 cal. A.C. (…) Esta es la única fecha realmente consistente para suponer que el comienzo de la colonización fenicia puede ser fechado en el tránsito de los siglos X-IX cal. A.C.
El Cerro de la Mora Se ha efectuado un total de 10 dataciones radiocarbónicas procedentes de contextos pertenecíentes al Bronce Argárico, Bronce Tardío, Final y Primera Edad del Hierro. De nuevo, al igual que en Mono de Mezquitilía, la fecha más elevada (UGRA-235: 2740+90 b.p.) ha sido la utilizada para fechar el inicio de la colonización fenicia (Mederos 1997: 85, tabla 16). Esta datacíón ofrece calibraciones directas de 890, 880 y 850 aC
Convento de las Franciscanas Concepcionistas (Vejer de la Frontera, Cádiz) En este sentido, esta fecha parece apuntar también a finales del siglo IX cal. A.C.,
(7): LA PRECOLONIZACIÓN: UN FENÓMENO DIACRÓNICO
"Las evidencias cronológicas presentadas hasta ahora sugieren que el fenómeno denominado «precolonización» ha sido largo y articulado, como ya señaló en su momento Almagro-Gorbea (...) Mucho más difícil de caracterizar es la etapa intermedia, que obedece más bien a un vector de tradición chipriota, aunque en este caso queda por dilucidar si se trataría de chipriotas autóctonos o ya micenizados a lo largo de los siglos XII-XI a.C. (...)
5.1. FASE I: EL PRÓLOGO MICÉNICO (CIRCA 1400-1200/1100 A.C.) Tras el inicio de los contactos micénicos con el Mediterráneo central en los siglos XVII-XV a.C., concretamente con el sur de la Península Itálica y Sicilia (Mederos 1999b: 230-235; Marazzi 2003: 110-113), en el siglo XIV a.C. se va a producir lo que Marazzi (2003: 113) denomina «el salto hacia el Far West», (...) Es este el momento en que llegan a la Península Ibérica las cerámicas micénicas del Llanete de los Moros de Montoro, fechadas en el Heládico Reciente IIIA/B (…) Igualmente, también en el siglo XIV a.C. (vid. supra§ 3.1.2.) debe fecharse el contexto en que se halló la crátera pithoide a torno del estrato VI/sur de la Cuesta del Negro de Purullena, también asociados con cerámicas de Cogotas I (...) Este vaso, para el que proponemos hipotéticamente una procedencia chipriota, abre la posibilidad de la temprana implicación de los chipriotas en las rutas comerciales hasta el lejano Occidente ya en este momento tan temprano” (IDEM CITA (2), pag 77)
(8): Lo Schiavo 2001: 142 -CITA DE IDEM OP. (2)-
(9): CITA DE IDEM OP. (2) pag 79
(10): Ruiz-Gálvez (1992b: 233; 1993: 49; 1998: 276-277) // CITA DE IDEM OP. (2) pag 78
(11): Tomado del libro de Marisa Ruiz-Gálvez. “Europa atlántica en Edad del Bronce”, Barcelona 1998, fig 108 -LA TRASHUMANCIA SEGÚN BRAUDEL-
(12): Estrabón (III, 2, 11):
Cerca de Cástulo hay un monte que por sus minas de plata llaman Argentario; se dice que de él mana el Betis. Polibio refiere que éste y el Anas vienen de Celtiberia y distan entre sí unos novecientos estadios. Parece ser que, en tiempos anteriores, llamose al Betis Tartesos, y a Gadir y sus islas vecinas Eriteia; así se explica que Estesícoro, hablando del pastor Gerión, dijese que había nacido casi enfrente de la ilustre Eriteia, junto a las fuentes inmensas de Tartesos, de raíces argénteas , en un escondrijo de la peña. Y como el río tiene dos desembocaduras, se dice también que la ciudad de Tartesos, homónima del río, estuvo edificada en tierra sita entre ambas, siendo llamada esta región Tartesos, la que ahora habitan los túrdulo”.
.
ACERCA DE LA MINERÍA EN LA ZONA DEL NACIMIENTO DEL GUADALQUIVIR HAY NUMEROAS FUENTES ANTIGUAS QUE ATESTIGUAN LA RIQUEZA EN PLATA, ESTAÑO Y PLOMO.
TODOS LOS DATOS INDICAN QUE UNA GRAN PARTE DEL PLOMO Y PLATA QUE SE OBTENÍA DE LAS RIQUÍSIMAS MINAS DE SIERRA MORENA PROCEDÍAN DE ESTE PUNTO CERCANO A CÁSTULO.
EL PROF. JOSE Ma. BLAZQUEZ EN SU ESTUDIO QUE ABAJO RECOGEMOS DESCRIBE ALGUNAS DE ESTAS FAMOSAS RIQUEZAS DE LA ZONA CERCANA A CÁSTULO Y DE SIERRA MORENA:
"Las minas de Carthago Nova eran de plomo argentífero, como las de Cástulo en Orentania, mencionadas a continuación. La mención de la plata en Cástulo, da pie a Estrabón (III.2.11) para añadir algún dato sobre la plata de Cástulo, que remonta a Polibio. Cerca de Cástulo hay un monte que, por sus minas de plata, se llama el Monte de la Plata, Argyrós Óros en griego, o Mons Argentarius en lengua latina. Este monte debía encontrarse en Oretania, próximo a Cástulo. Probablemente a él pertenecía el pozo Baebelo, citado por Plinio (NH XXXIII.96-97), donde se conservan numerosos vestigios de explotaciones mineras romanas. Es cosa de admirar que los pozos abiertos por Aníbal en Hispania se hallan aún en explotación y conservan los nombres de los que descubrieron tales yacimientos. Uno de ellos, llamado actualmente Baebelo, suministraba a Aníbal 300 libras diarias. El monte estaba ya excavado en 1.500 pasos. Por todo este espacio, los aquitanos, de pie, día y noche, achicaban las aguas, que daban lugar a un arroyo, no relevándose sino a medida de la duración de las lámparas.
En este párrafo del naturalista latino se leen noticias muy importantes: que los cartagineses y, concretamente Aníbal, explotaron muchos pozos, que seguían en explotación todavía en época flavia. Su riqueza minera era asombrosa. Plinio el Viejo confirma su afirmación con el pozo llamado Baebelo, que rentaba a Aníbal 300 libras de palta diarias, cantidad que era fabulosa. Las minas y los pozos recibían los nombres de los descubridores, como el citado Atletes en Carthago Nova y Baebelo en el Alto del
Guadalquivir.
Estrabón (III.2.3) en un párrafo anterior, confirma estas afirmaciones, como que varias cadenas montañosas y llenas de metales, siguen la orilla septentrional del Guadalquivir; que en las comarcas de Ilipo y Sisapo existe gran cantidad de plata, y que cerca de Cotinai, de localización incierta, hay cobre, también oro, y que las comarcas donde hay metales son, por naturaleza, ásperas y estériles. A. García y Bellido interpretaba este pasaje en el sentido de que, para la copelación del mineral, se necesitaba mucha madera, y se talaban los bosques, adquiriendo la comarca un aspecto áspero y estéril. Esta misma afirmación se lee en Plinio (NH XXXIII.67): Los montes de las Hispanias, áridos y estériles, en los cuales no nace ninguna otra cosa, son forzados a ser fértiles”.
(SIC): EL IMPACTO DE LA HISPANIA ROMANA EN LA ECONOMÍA DEL IMPERIO ROMANO
Director: José María Blázquez
Explotaciones mineras en el Mediterráneo a finales de la República Romana. Las minas de Macedonia (Conferencia I)
http://www.colegiodeemeritos.es/docs/repositorio//es_ES//Cursos_2011/lec_1_blazquez_explotaciones_mineras_en_el_mediterraneo.pdf
(13): SOBRE LAS PINAZAS DE LAS COSTAS DE VIZCAYA, NOS DICE LA CONSEJERÍA DE CULTURA VASCA:Numerosas fuentes documentales, como ordenanzas de cofradías de la Edad Media y contratos de construcción del Renacimiento, mencionan el término pinaza. Era la embarcación que permitía a los pescadores adentrarse varias millas en mar abierto, especialmente en invierno, hasta el cantil donde se encontraban los caladeros de pesca. Las pinazas no sólo se empleaban para la pesca, sino también para el transporte de mercancías a lo largo de la costa, especializándose en el transporte de vena de hierro desde las minas de Bizkaia hasta la proximidad de las ferrerías, debido a su poco calado. Eran embarcaciones abiertas que tenían una eslora de entre diez y doce metros. Hasta finales del siglo XV sus cascos eran construidos en tingladillo; posteriormente esta técnica sería sustituida por el casco liso”.
gipuzkoakultura.net
(14): Ruiz-Gálvez (1992b: 233; 1993: 49; 1998: 276-277) // CITA DE IDEM OP. (2) pag 78
(15): PARA LOS INTERESADOS EN LAS EMBARCACIONES DE COMIENZOS DEL SEGUNDO MILENIO a.C., RECOMENDAMOS LEER NUESTRO ARTÍCULO:
MARINEROS Y METALURGIOS ENEOLÍTICOS: DE LA RUTA DEL ÁMBAR, A LAS FUENTES DEL ESTAÑO
(16): CITA DE IDEM OP. (2) pag 81; mencionando a (Almagro-Gorbea 1989: 283; 1998:93)
(17): CITA DE IDEM OP. (2) pag 81; mencionando a (Bouzek 1985: 150-151 fig. 75)
(18): CITA DE IDEM OP. (2) pag 81; mencionando a (Callejo y Blanco 1960)
(19): CITA DE IDEM OP. (2) pag 81; mencionando a (Mederos 1996a: 104-107)
(20): CITA DE IDEM OP. (2) pag 81; mencionando a (Karageorghis 1994b; 2000b; 2004: 79 y ss.)
(21): TEXTO -SIC- OP. (2) Torres Ortiz pag 81
(22): CHIPRE FUE MUY RICA EN COBRE, TANTO QUE LA ISLA TOMÓ SU NOMBRE DESDE ESTE METAL, CUYO RADICAL INDOEUROPEO ES “URRE” (rojizo). PESE A ELLO, SE SABE QUE HACIA EL 1800 a.C AQUELLOS YACIMIENTOS ESTARÍAN YA EXHAUSTOS Y DEBERÍAN AVENTURARSE HACIA NUEVAS TIERRAS EN BUSCA DE ESOS METALES ESENCIALES PARA LA SUPERVIVENCIA EN LA EDAD DEL BRONCE. ACERCA DE LAS MINAS DE CHIPRE EL PROF. JOSE Ma. BLAZQUEZ, EN SU ESTUDIO DEDICADO A LA MINERÍA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA EN ÉPOCA ROMANA, RECOGE EL TESTIMONIO DE  FUENTES ANTIGUAS DONDE NOS TRANSMITEN LA SITUACIÓN DE AGOTAMIENTO DE AQUELLOS FILONES JUNTO A LA EXISTENCIA DE MINAS ANTIGUAS DE COBRE Y PLOMO EN AQUELLA ISLA. ASIMISMO, A CONTINUACIÓN RECOGEMOS LO QUE NOS DICEN ACERCA DE LOS YACIMIENTOS DE ANATOLIA:
"Las minas más famosas de cobre en tiempos de Estrabón eran las de Tamassus, en Chipre (Str. XIV.6.5), en las que, al decir de Estrabón, se obtenía cobre sulfatado y cobre oxidado, que tenía propiedades medicinales. Ovidio (Metam. X.220,531) menciona el cobre de Amathus, de Soli y de Curium (Plin. XXXIV.2, 94). En época de Augusto se trabajaban las minas de cobre de Chipre, según testimonio de Josefo (Ant. 45).
En tiempos de Plinio (XXXVII.79) se encontraban ya exhaustas las minas de cobre de Calcedón y de las islas próximas, citadas siglos antes en Teofrastro (371-287 a.C.) (Lapid. 25). Estrabón (XIII.1.15) Estrabón no alude a las minas de plomo de Asia Menor. En cambio, Plinio (XXXIV.173) y Pedanio Dioscórides, contemporáneo del anterior (V.85), citan la galena de Elaeussa, de Coricos y de Zephigrium en Cilicia; el plomo de Chipre (Plin. XXIV.170; 130; Diosc. V.75) y el plomo de Rodas (Plin.
XXXIV.175; Diosc. V.38)”.
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Explotaciones mineras en el Mediterráneo a finales de la República Romana. Las minas de Macedonia (Conferencia I)
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(23): EL PROF. JOSE Ma. BLAZQUEZ EN SU ESTUDIO DEDICADO A LA MINERÍA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA EN ÉPOCA ROMANA RECOGE EL TESTIMONIO DE LAS FUENTES ANTIGUAS SOBRE LA RUTA HACIA LOS METALES DEL EXTREMO OCCIDENTE:
Estrabón (III.5.11) termina el libro III de su Geografia volviendo a hablar de las Cassitérides y de los intentos de los romanos por conocer la ruta del estaño, sacando el dato de Posidonio: Las [islas] Cassitérides son en número de diez, todas ellas muy cercanas entre sí y sitas hacia el norte del «Puertode los Ártabros», en plena mar. Una de ellas está desierta; las demás están habitadas por hombres que visten mantos negros y llevan encima túnicas talares sujetas alrededor del pecho, y que caminan con báculos, asemejándose por ello a las Furias (Erinias) de la tragedia. Viven, en general, del producto de sus ganados, a la manera de los pueblos nómadas. Tienen metales de estaño y plomo, y los cambian, así como las pieles de sus bestias, por cerámica, sal y utensilios de bronce que les llevan los mercaderes. En un principio este comercio era explotado únicamente por los fenicios desde Gadeira, quienes ocultaban a los demás las rutas que conducían a estas islas. Cierto navegante, viéndose seguido por los romanos, que pretendían conocer la ruta de estos emporios, varó voluntariamente por celo nacional en un bajo fondo, donde sabía que habrían de seguirle los romanos, pero habiendo logrado salvarse él de este naufragio general, le fueron indemnizadas por el Estado las mercancías que perdió. Pero los romanos, a fuerza de numerosos intentos, acabaron por descubrir la ruta de estas islas. Fue Popilio Craso el que pasó el primero y conoció el poco espesor de los filones y el carácter pacífico de los habitantes, dando luego todas las indicaciones para facilitar la libre práctica de estos parajes, más alejados de nosotros que lo que está el Mar de Britannia.
(...) el hecho de incluir a las Cassitérides dos veces, Estrabón, en el libro referente a España, parece deducirse que estas islas se encontraban próximas a la costa atlántica hispana. Se confirma esta opinión de la última frase con la que cierra el libro: Esto es lo que hay de Iberia y de sus islas sitas en sus cercanías. A. Schulten las sitúa en las bahías de Arosa, Vigo y Pontevedra. Piensa el hispanista germano que si en II.5.15 y en el párrafo que se comenta, las localiza al norte de los ártabros y hacia Britannia, se
debe a una confusión con las Cassitérides de Britannia.
En el primer párrafo escribió: Partiendo del Hierón Akrotérion y navegando en sentido opuesto hacia los llamados ártabros, el rumbo es hacia el Norte, teniendo a mano derecha la Lusitania. Después el resto de la costa vuélvese por completo hacia el Oriente, formando un ángulo hasta el extremo del Pirineo, allí donde se acaba el Océano. La parte oriental de la costa británica corre hacia el Norte, frente por frente de aquella, del mismo modo que las llamadas islas Cassitérides, sitas en plena mar, casi en el mismo paralelo que Britannia, se alzan al Norte y frente por frente también de los ártabros.
El Hierón Akrotérion es el cabo San Vicente, donde había un templo al aire libre dedicado a Baal Safón (Str. III.1.4), e iban los navegantes y hacían ofrendas de anclas de piedra y de libaciones de agua. Diodoro Sículo (V.38) las localiza bien. Las Furias, en las representaciones teatrales, vestían de largo y se apoyaban en bastones. Athenes (12.528) menciona el vestido largoy trágico de los iberos. Cambiaban el estaño y las pieles por cerámica, objetos de bronce y por sal. La cerámica eran, probablemente, ánforas de vino, mencionado por Estrabón (III.3.7) como mercancía preferida por los habitantes del norte.
Otras fuentes son más claras sobre la localización de las Cassitérides. Así, Posidonio en Diodoro (V.38): Se produce también estaño en muchos lugares de Iberia, el cual se encuentra no en la superficie, como algunos han repetido en las historias, sino extrayéndolo bajo de ella y fundiéndolo como la plata y el oro. En la región más arriba de la tierra lusitana, en las islas oceánicas próximas a Iberia, hay muchos yacimientos de estaño por lo que éstas son llamadas Kattitérides. También se lleva mucho de las Islas Británicas a la Gallatia, situada enfrente, transportándolo los comerciantes a través del interior de la Keltiké, a lomo de caballo hasta Massalia y hasta la ciudad llamada Narbo.
Este texto es claro. El estaño se recogía en la tierra que está encima de Lusitania, es decir, en el noroeste hispano, en unas islas situadas en el interior del Océano, próximas a Iberia, en las que hay muchos yacimientos de estaño. Las Cassitérides se encontraban enfrente de Gallaecia. Afirma Posidonio, tajantemente, que al mismo tiempo, el estaño de Britannia a través de la Céltica (Galia) llegaba a Marsella.
(SIC): EL IMPACTO DE LA HISPANIA ROMANA EN LA ECONOMÍA DEL IMPERIO ROMANO
Director: José María Blázquez
Explotaciones mineras en el Mediterráneo a finales de la República Romana. Las minas de Macedonia (Conferencia I)
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(24): Alfredo MEDEROS MARTÍN en separata: ANEJOS DE AE SPALXII Merida 2012 -Javier Jiménez Ávila(ed.) SIDEREUM ANA IIEl río Guadiana en el Bronce Final (Mérida 2012)-
EL ORIGEN DE LAS ESTELAS DECORADAS DEL SUROESTEDE LA PENÍNSULA IBÉRICA EN EL BRONCE FINAL II(1325-1150 a.C.) (pag 417 y ss) // A. MEDEROS MARTÍN
(SIC): “Las estelas decoradas del Suroeste peninsular se hacen eco de una serie de novedades que se introducen en el armamento europeo hacia el 1300 a.C. y que afectan a Grecia, Bohemia, la región Carpática y la propia PenínsulaIbérica”.
Así -en el estudio antes citado- razona comparativamente las lanzas, espadas, puñales, escudos y cascos que aparecen en las diferentes estelas. Hasta llegar a clasificar las más antiguas, pertenecientes al Bronce Final I (alentejanas), de las más recientes -del Bronce Final II y III-, llamadas del “Sudoeste”. Utilizando como primer modo de diferenciarla las técnicas para su labra; observando que las alentejanas están esculpidas en altorrelieve, mientras las siguientes se hicieron simplemente golpeando o creando incisiones sobre as piedras. Además nos indica que en las del Alentejo no existen representaciones de lanza, casco, escudo o personas y animales; todo lo que las distingue por su simplicidad iconográfica de sus “sucesoras” (las del Sudoeste), en las que veremos espejos, liras, carros y hasta bestias de tiro.
Más tarde, clasifica Mederos en su trabajo antes mencionado la iconografía y armamento representado en las diferentes estelas, llegando a la conclusión de la enorme influencia oriental en muchos de estos objetos (todo lo que demuestra la llegada de gentes venidas del Egeo o del Este mediterráneo, quienes establecerían las modas y usos -entre ellos, el de fabricar estas losas-). Aunque concluye que los escudos allí labrados, a su juicio son de origen y muy similares a los de Irlanda, fechados en el Bronce Final I (anteriores al 1300 a.C.). Ante lo que hemos de añadir que todo ello mostraría una vez más “la gran conexión” atlántica. Manifestando la evidencia de que si en nuestra Península se hallan profusamente grabados escudos iguales a los de Irlanda; en esta isla debieron aparecer los hombres y cultura pertenecientes a las tierras en que se labraron y conservaron aquellas estelas. Losas extendidas principalmente en una zona que comprende: El Valle del Tajo y Extremadura Oriental con la zona de la zona de las Beiras y Cáceres; la Sierra de lasVilluercas, Toledo; Valle del Guadiana, el Zújar y comarca de La Serena; Ciudad Real y Valle del Guadalquivir
(25): Mariano Torres Ortiz // Complutum, 9, 1998: 49-60
LA CRONOLOGÍA ABSOLUTA EUROPEA Y EL INICIO DE LA COLONIZACIÓN FENICIA EN OCCIDENTE; IMPLICACIONES CRONOLÓGICAS EN CHIPRE Y EL PRÓXIMO ORIENTE
(26): Sobre el tema de los periplos de Hannon y Himilcón. Ver fuentes en: Paléfato y Pomponio Mela. junto a Plinio el Viejo (consultar al respecto: "La España de hace dos mil años, según P.Mela y P. el Viejo", editado por Austral, bajo la dirección y comentarios de García y Bellido; MADRID 1987). Hist. Nat Plinio el Viejo, Lib II 169 y Lib. V, 8 y ss.
DECÍAMOS EN OTRO DE NUESTROS ARTÍCULOS SOBRE LAS EXPEDICIONES DE HANNÓN Y HIMILKÓN, REALIZADAS ENTRE EL 450 Y EL 425 a.C. POR EL ATLÁNTICO; PARA BUSCAR Y ENCONTRAR LAS RUTAS DEL METAL QUE ANTES SEGUÍAN LOS TARTESSIOS Y LOS COLONOS EN TIEMPOS PREVIOS A LOS FENICIOS:
el periplo que seguirían estos buscadores de estaño (viniendo de Oriente Medio, para cruzar el Estrecho y navegar por el Océano); es prácticamente igual al que realizaron los generales cartagineses Himilcón y Hannon, entre el 450 y el 425 a.C. -tras conquistar los púnicos nuestras tierras-. Un viaje documentado, en el que los navegantes de Cartago intentaron redescubrir la ruta de los metales atlánticos; que se sabía ocultada durante siglos y que denominaban "el camino hacia las Cassitérides" . Singladura que llevaba hasta las “fuentes del estaño”, de las que los fenicios conocían su existencia, tras años de comercio con Tartessos; aunque desconocían su situación real. Por todo lo que Himilkón se dirigió desde Gadir hacia el Norte; mientras que Hannon, después de cruzar el Estrecho, viajó por tierras africanas (poniendo rumbo el Sur, buscando también aquellos misteriosos yacimientos). A mi juicio, tras haber hallado los cartagineses esas minas de casiterita, oro, plata y estaño (en Galicia y las Islas Británicas); se apresuraron a firmar el famoso tratado de Plus Ultra con Roma. Para proteger estas rutas que conducían hasta las fuentes de los metales. Un acuerdo marítimo de fronteras que evitaba conflictos entre ambas potencias militares, con el que se reparten las áreas de comercio y de dominio; dejando el Océano (con Tartessos, o lo que quedaba de este), bajo la zona de influencia púnica. Por lo que en el año 509 a.C., el senado de Roma y Cartago sellan ese pacto denominado Plus Ultra; a través del que se impedía a los del Lacio navegar más allá del Estrecho de Gibraltar, salvo en caso de naufragio (permitiendo permanecer tan solo cinco días en tierras "al Oeste del Bello Promontorio", a todo barco accidentado o perdido, romano).
(27): CITA DE IDEM OP. (2) pag 86; mencionando a (Boaretto etal. 2005; Sharon et al. 2005)
(28): Sigue diciendo el prof. Blázquez: "La riqueza minera de Hispania está confirmada por Diodoro Sículo (V.36); por Plinio (NH III.30; IV.11); por Trogo Pompeyo (Iust. XLIV.2) y por Floro (II.33.59), etc.
La riqueza de Hispania en oro y plata queda bien patente en el botín que P. Cornelio Escipión tomó en Carthago Nova, compuesto (Liv. XXVI.47) de 276 páteras de oro de una libra de peso cada una; de 18.300 libras de plata trabajada o acuñada y de gran número de vasos de plata. Estrabón (V.1.12) escribe que las minas de Iberia y de la Céltica son más productivas que las de Italia, por eso no se explotaban ya. Plinio (NH III.30) defiende tajantemente que Hispania entera abunda en yacimientos de plomo, hierro, cobre, plata y oro. La Provincia Citerior producía piedra especular, y la Bética, minio. Había también canteras de mármol. Diodoro (V.35.3) afirma que la plata era el metal más buscado por los fenicios, que la intercambiaban por aceite, y que llenaron Grecia, Asia y otras regiones de los minerales de Hispania”.
(SIC): EL IMPACTO DE LA HISPANIA ROMANA EN LA ECONOMÍA DEL IMPERIO ROMANO
Director: José María Blázquez
Explotaciones mineras en el Mediterráneo a finales de la República Romana. Las minas de Macedonia (Conferencia I)
http://www.colegiodeemeritos.es/docs/repositorio//es_ES//Cursos_2011/lec_1_blazquez_explotaciones_mineras_en_el_mediterraneo.pdf
(29): LAS RELACIONES MEDITERRÁNEAS EN EL II MILENIO AC Y COMIENZOS DEL I EN LA ALTA ANDALUCÍA Y EL PROBLEMA DE LA ‘PRECOLONIZACIÓN’ FENICIA
José Luis López Castro (pag 273 y ss)
Separata de: Contacto cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico (siglos XII-VIII ane) La precolonización a debate // VV. AA. Coordinación: S. Celestino, N. Rafel y X.-L. Armada // CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS // Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma // Madrid 2008 (dedicado a Xavier Dupré i Raventós -Barcelona 1956, Roma 2006-) /// (pag 273 y ss)
(30): IDEM OP. (29) pag 273 : "El concepto de precolonización en la Península Ibérica ha estado determinado por la existencia del fenómeno colonial fenicio y ha dependido de los problemas cronológicos que éste suscitaba desde que Tarradell empleara por primera vez el término en 1956, con el propósito de explicar el desfase cronológico existente entre las dataciones ofrecidas por las fuentes clásicas para las fundaciones de Gádir y Lixus que las elevarían a 1100 a.C.y las fechas mucho más tardías que ofrecía entonces la evidencia arqueológica (...) En lugar de precolonización, que implica un vicio teleológico como es la consideración de la posterior colonización sería más sensato hablar de contactos durante la Edad del Bronce o durante el II milenio a.C. El problema estriba en que admitimos los contactos atlánticos pero dudamos de los mediterráneos o los sobrevaloramos, sin término medio”. (López Castro PAG 273)
(31): IDEM OP. (29) pag 274: “Un Bronce Tardío postargárico comprendido entre 1615 a.C. y 1375/1350 a.C., con intervalos extremos en torno a c. 1700-1300 a.C. (Castro, Lull y Micó 1996: 171), al que seguiría el Bronce Final del Sureste, datado entre c. 1300-920 a.C. (Castro, Lull y Micó 1996: 186 y n. 264) que vendrían a reorganizar las periodizaciones anteriores propuestas anteriormente por otros investigadores (Molina 1978) a partir de bases cronológicas absolutas independientes. (…) Para Andalucía Occidental el Bronce Final Tartésico, coetáneo en líneas generales del Bronce Final del Sureste estaría comprendido en el intervalo c. 1250-950 a.C., aunque sólo estaría bien documentado arqueológicamente entre 1150-900 cal a.C. (Castro, Lull y Micó 1996: 207)” (…) Entre 920 y 750 a.C. (Castro, Lull y Micó 1996: 193195) o a partir de 890/800 (Mederos2005a: 307-310) como mínimo se situaría el intervalo cronológico de la etapa inicial de la colonización fenicia de acuerdo con las series radiocarbónicas obtenidas en asentamientos fenicios” (PAG 274) - López Castro Pag 274-
(32): IDEM OP. (29) pag 275
(33): IDEM OP. (29) PAG 280; CITANDO A (Castro, Lull y Micó: 120 ss).
(34): IDEM OP. (29) PAG 281: La cronología del Tesoro de Villena oscila dependiendo de distintas propuestas de datación que la aproximan incluso a la Edad del Hierro (Almagro Gorbea 1993a: 82, Perea 1994: 10), mientras que la mayoría de los investigadores la sitúan a finales del II milenio a.C. o en todo caso alrededor del año 1000 a.C. (Schüle 1976, Molina González 1978: 203, Ruiz-Gálvez 1993: 49, Mederos 1999a: 116-117). La datación del tesorillo de Cabezo Redondo se eleva algo hacia c. 1575-1400 a.C. (Mederos 1999a: 120) debido a las dataciones radiocarbónicas y a la secuencia del yacimiento, no faltando quienes proponen una datación similar para ambas ocultaciones”. (SIC Pag. 281)
(35): El «Tesoro de Villena» y el «Tesorillo del Cabezo Redondo»
José María Soler García
(36): IDEM OP. (29) PAG 281: “La llegada de importaciones mediterráneas a la Península Ibérica se ha atribuido a navegantes micénicos, chipriotas, levantinos y sardos. Los hallazgos en Cerdeña y Sicilia (Ruiz Gálvez 1993, 1998a, Mederos 1997b, 1999b, Cultraro 2005) de cerámicas micénicas por un lado, de objetos de la metalurgia de tipo atlántico por otro y el hallazgo de importaciones micénicas en el Sur de España sustentan la vinculación de estas redes mediterráneas. Las relaciones entre el área micénica del Egeo y el área centro mediterránea, intensificadas desde el Heládico Final I, entre c. 1680 y 1580 a.C. en adelante, puede seguirse mediante la distribución de materiales cerámicos micénicos que muestran la existencia de una ruta marítima que ascendiendo por el Estrecho de Messina alcanzaría las islas Eolias y Pelásgicas hasta llegar a Cerdeña, donde se documentan importaciones micénicas desde el Heládico Final IIIA2, hacia 1415-1320 a.C., retornando luego a Sicilia a través de las islas Eolias (Mederos 1999b: 231-233, 236)”. (SIC: PAG 281)
(37): IDEM OP. (29) PAG 281; CITANDO A Mederos 1999b: 242, RuizGálvez 2005a: 256 ss.
(38): IDEM OP. (29) PAG 282 CITANDO A Mederos 1997b: 116 ss, 2005b: 61-62
(39): IDEM OP. (29) PAG 282 CITANDO A Ruiz-Gálvez 1998a: 313 ss.
(39b): IDEM OP. (29) PAG 282 CITANDO A Soler 1987: 151
(40): Con el fin de poder comprender los valores de los siklos en la antigüedad y sus cambios, ofrecemos una serie de valores hallados por mí mismo, a través de cubicar sus medidas terrestres. De ello, pudimod obener el dato de que el tesoro de Villena y el de Cabezo Redondo estaban relacionados con medidas egipcias y mesopotámicas de mediados del segundo milenio a.C.:
ANTIGUOS (tercer milenio y primera mitad del segundo a.C.):
Siglos del XXX al XXII a.C.
Codo Sumeriocaldeo del 2650 = aprox. 515 mm.
Tendría un Gin Sumerio Caldeo de aprx. = 8,277 ? (en base al Shaty)
Codo Real impuesto por Imnhotep en el XVIII a.C. = 523 mm
Shaty impuesto por Imnhotep en el XVIII a.C. = 7,45 gramos
Siglos del XXII al XVI a.C.
Codo Gudea = 498 milímetros // Gin Gudea inicial = 8,3 gramos
Pié Sumerio = 332 milímetros // Doble siklo Sumer = 16,6 gramos
Equiparables entre Egipto y Mesopotamia (9 Gin = 10 Shaty):
Codo Gudea = 498 milímetros // Gin Gudea = 8,3 gramos
Codo Real Egipto = 523,448 milímetros // Shaty antiguo = 7,47 gramos
Equiparables entre Egipto y Mesopotamia (10 Shaty = 9 Gin):
Codo Real Egipto Reino Medio = 524,14 milímetros // Shaty Medio = 7,5 gramos
Codo Gudea = 498,663 milímetros // Gin Gudea = 8,3333.... gramos
MEDIOS (segunda mitad, II milenio a.C.):
Siglos XVI al XI a.C. (Reino Nuevo y Babilonia)
Codo Real Egipto Reino Nuevo = 525 mm. // Shaty Imp. Nuevo = 7,53662 gramos.
Codo Sagrado hebreo = 525 mm. // Shekel = 11,25 gramos.
Mina de Ebla, Ugarit = 470 gramos aproximadamente
Pié Asirio = 329 mm. // Siklo asirio m. = 11,23 gramos.
Pié Babilonio = 330 mm. // Siklo asirio m. = 11,25 gramos. (igual anterior)
Codo Menor Persa = 495 mm. // Siklo babilonio m. = 11,25 gramos.
Codo Menor Hitita = 495 mm. // Shekel = ?
Codo Mayor Persa = 550 mm. // Siklo babilon. kàrsa = 8,333... g.
Siklo babilon. kàrsa = 83,33... g. equivalencia con (siklo-oro) = 7,5 g.
Pie Babilonia = 330 mm. // Siklo babilonio oro = 6,73 gramos.
Para el comercio entre Egipto, Oriente Medi., Mesopotamia y Anatolia:
Codo Vulgar = 450 mm. // Siklo-Oro = 7,5 gramos.
Desde el siglo XI que este Codo solo está en uso en Israel.
RECIENTES (Primera y segunda Edad del Hierro):
Codo Real Egipcio = 526 mm. // Shaty tardío = 7,58 gramos
Codo Vulgar babilonio = 495 mm // Siklo Babilonia = 6,737 gr.
Codo Persa = 550 mm // Siklo Persa kàrsa = 8,333... gr.
Siklo babilon. kàrsa = 8,333... g. equivalencia con (siklo-oro) = 7,5 g.
Medidas filisteas = hebraicas // siklo filisteo (pym) = 7,58 gr.
Codo Sagrado Israel = 525 mm // shekel hebreo = 11,37 gr.
Codo hitita = 495 mm // siklo minorasiático = 11,¿75? g.
Codo Cartago 460 mm // siklo cartaginés = 7,2772 g.
Pié griego = 297 mm // Dracma = 4,54827 gramos.
Las medidas griegas son aplicables a Roma antes del II a.C.
Pié romano = 296 mm // Denario = 4,5024... gramos.
(41): IDEM OP. (29) PAG 283
(42): IDEM OP. (29) (PAG 284)
(43): "La contemporaneidad de cerámicas con decoración tipo Cogotas I y cerámicas micénicas y chipriotas importadas en la Cuesta del Negro y el Llanete de los Moros, lejos de indicar la distribución de importaciones mediterráneas asociado a la distribución de cerámicas de aquel horizonte meseteño como se ha sugerido (Perlines y Blasco 1999: 473-475), estaría apuntando más bien a la existencia de unas mismas redes de difusión entre las distintas sociedades del Bronce Tardío y Final a través de las que circularon productos, tanto mediterráneos como atlánticos, aún suponiendo que todas las cerámicas con decoración tipo Cogotas I fuesen foráneas" IDEM OP. (29) (PAG 286)
(44): IDEM OP. (29) ; PAG 287 y 288); CITANDO A (Alvar 1982, Koch 1984, 2004) y (Amadasi y Guzzo 1986)

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