domingo, 22 de abril de 2012

LA BULLA Y LA JOYA GLOBULAR APOTROPAICA (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XLVIII).


Esta entrada es continuación de las anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que le preceden, para una comprensión plena de cuanto exponemos en ella.

AL LADO: Bulla romana común (de unos 2,5 ctms) para colgar al cuello. Solían fabricarlas con dos placas de bronce unidas, en cuyo interior a veces introducían mensajes escritos, en pliego o pieles. Se le imponía al recién nacido a los pocos días de venir al Mundo, quien lo llevaba hasta alcanzar la madurez. El significado era apotropaico y para evitar el aojamiento, siendo un rito y costumbre heredada por los romanos desde los etruscos (quienes, al parecer la habían tomado de los fenicios y otros pueblos mediterraneos anteriores). La que vemos en la foto fué hallada en Bolonia (Baelo Claudia), está fechada en siglo II d.C. y pertenece al Museo Arqueológico Nacional -al que agradecemos nos permita divulgar su imágen-.
ABAJO: Pendiente de oro fenicio procedente de Tharros, fechado hacia el 350 a.C., propiedad del Museo Nacional de Cagliari (al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Observemos la forma que tiene, que recuerda completamente a una bellota, aunque igualmente al anterior colgante, se trata de un adorno "bulliforme" con fines para el alejamiento del Mal Fario. En este caso, su forma recuerda a la del "glande" o proyectil de la honda, del que ya dijimos se denominaba así por identificarse con el miembro viril (debido al diseño de estos que se fabricaban con plomo o piedras ovoides y por la capacidad de penetrar, "cambiando el curso de la vida" -como el glande masculino-). En nuestra entrada dedicada a FASCINUS (ver: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/09/1-7-8.html ) explicábamos cómo las armas en batalla se entendían cual falos o fuerzas viriles, con capacidad de modificar la existencia (tanto que "falárica" era el nombre que daban a las lanzas arrojadizas). De lo que algunas protecciones que en los primeros tiempos los latinos colgaban en sus armaduras de cuero, se llamaban "falerias". Voz que a nuestro juicio procedía de fallus; chapas protectoras que tras difudirse los petos y cotas metálicos pasan a ser simples condecoraciones (perdiendo su uso como discos "antiproyectiles"). De ello posiblemente, en época Imperial, dejó de comprenderse el por qué se consideraba aquellos objetos relacionados con el glande y el falo, los portadores de la suerte del soldado y del hombre. Volviendo a este pendiente fenicio de la imagen, podemos comprender la unión de conceptos entre el objeto globular -como burbuja u ojo de la suerte- con el  "glandular" de falo que "ataca" o protege (dando o quitando la vida).


AL LADO: Escarabeo del Museo de El Cairo, al que agradecemos nos permita divulgar su imagen; hallado en la tumba del rey Amenofis III , perteneciente a la XVIII Dinastía (hacia el 1500 a.C.). Sin duda alguna, uno de los primeros amuletos globulares hubieron de ser estos escarabeos que en Egipto eran tan comunes como hoy puedan serlo las medallitas religiosas (hallandose por millares los hechos en piedra). Sobre el significado del escarabajo, sabido es que se relacionaba con el renacer (del hombre y del Sol). Habida cuenta de que este animal arrastra hasta su nido una bola formada de heces para depositar allí sus huevos; enorme "pelota hecha con deposiciones" que conduce girando hasta introducirla en su "guarida" donde la dejará. De esta nace la nueva generación, que al parecer viene al Mundo a la salida del Sol, partiendo la gran bola en el momento de la primera luz, tras haberse conformado la larva en insecto con el calor de la mañana. Para los egipcios, el amenecer del astro rey emergiendo entre las dunas, se identificaba con la circuncisión (necesaria para el sacerdocio); entendiendo aquel Sol rojizo saliendo por las montañas, como el pene del iniciado recien circuncidado. Por su parte, el escarabajo, era igualmente comprendido como un símbolo de aquel amanecer, debido a que este insecto escondía la bola engendradora bajo la tierra; lugar en que se pensaba el atro luminoso "dormía". De tal modo y al igual que en la alborada, tras romper esa esfera, nacía el nuevo ser. Todo ello y la forma globular de los planetas que iluminan el firmamento, tanto como la de los ojos que nos hacen ver la luz; concedieron a los talismanes redondos un poder como mensajeros de la luminosidad (del bien). Siendo esta identificación entre los astros, la luz, los ojos y el sexo; lo que creemos generó la magia infinita de los adornos de joyería con forma de bullas (las llamadas bolas, almendras o alcorciles en la orfebrería hispana que tambien las concibe como apotropáicas hasta casi nuestros días).

ABAJO: Idolillo en terracota fechado entre los siglos IV al II a.C., hallado en Ibiza y propiedad del Museo Arqueológico Nacional (al que agradecemos nos permita divulgar la imágen). Observemos que de su collar pende claramente un adorno en forma de bulla alargada, manera más común de estos talismanes entre los fenicios. Llamando la atención como ese amuleto que cuelga de su gargantilla es igual o muy semejante al que aún pueden lucir miles de mujeres y hombres (incluso en Ibiza), conservando de algún modo un sentido parecido. Siendo muy curioso el hecho de que cuando algunas personas lucen un tipo de joyas como esta (circular y colgada del centro del cuello), le otorgan un "poder" de protección. Creyendo con seguridad que al llevarlas serán miradas y tratadas de otra manera (por la gente o por la suerte).


Hace unos días, tomando documentación sobre los temas que escribimos pudimos dar con una tesis doctoral que recientemente ha sacado a la luz la Universidad Complutense y que versa sobre el Aojo. Su nombre "EL MAL DE OJO EN EL OCCIDENTE ROMANO.. " ya nos adelanta lo que el autor  -Antón Alvar Nuño- presentó en trescientas páginas escritas y un mismo número de ellas añadidas, con láminas descritas. Trabajo tan extenso como bien documentado, terminado en el 2010 y con casi seiscientas hojas; en el que tan solo he echado de menos dos cosas: La primera, una mayor atención a la labor de Catherine Jonhs; quien en 1982 escribió su libro sobre sexualidad y mal de ojo grecorromano, que publicó el British Museum cuando todavía este tema era un verdadero tabú. La segunda es la ausencia absoluta de referencias a Tomas Payne; el primer estudioso del culto al falo en la Antigüedad, quien además fue uno de los mayores benefactores del mencionado Museo Británico (por no decir su más generoso mecenas). Por lo demás he sentido que el Antón Alvar Nuño no hubiera leido mi trabajo sobre el Mal de Ojo publicado hace ya más de cinco años (Higo, higa y aojo: Magia religión y Medicina, en EL CUERPO Y LA TRADICIÓN, ed. por la Fundación Joaquín Diaz, Valladolid 2007), debido a que en este hubiera obtenido otra "visión" del tema, dado que mi enfoque personal es considerar que el origen del Aojo es médico y no solo supersticioso.

Tal como decimos el trabajo mencionado es muy meritorio y en él se trata extensamente de los amuletos apotropaicos romanos, entre los que se menciona evidentemente la bulla (bullae). Glóbulo o cápsula metálica y de unos dos centímetros de diámetro, compuesta normalmente de dos chapas de bronce y que era impuesta al recién nacido romano el día de su presentación en el templo. Siendo un hecho a tener muy en cuenta entorno a ellas, que tan solo podía ser llevada por los niños libres, mientras los hijos de esclavos carecían del Derecho de portar este adorno protector del mal fario (algo comprensible en la mentalidad romana que pensaría les era inútil, dado que bastante mala suerte habían tenido naciendo sin libertad...). Sea como fuere, desde el menor más pobre hasta el más adinerado de Roma, llevaba pendiente del cuello ese adorno ya desde el siglo IV a.C..; y que en el caso de los nobles consistía en una bola de oro, mientaras los que no tenían dinero lo hacían con una simple cuerda (o cuero atado) y anudado al "pescuezo".


Amuleto que se regalaba al recién nacido transcurrida una semana desde que había visto la luz y que se imponía en el mismo momento en que se le imponía el nombre (fecha denominada "dies lústricus"). Desde este octavo día, el niño romano llevaba la bulla y los ropajes de infante (toga praetexta) que también se ofrendaban en aquella ocasión; algo de lo que tan solo podría prescindir cuando llegara a la edad viril. Así el ciudadano romano se desprendía de la bulla y de su forma de vestir como menor entre los catorce y dieciocho años; momento en el que su padre (o tutor) decidía que podía participar en los Idus de Marzo (dia de Libero, correspondiente al 17 de este mes). Siendo aquella fecha cuando se conmemoraba el tiempo en el que los ciudadanos decidían quienes servirían a Marte (Mars, el dios que daba nombre a la mensualidad) y cuales servían a la tierra. Es decir, que se preparaba el listado y funciones de los que iban a las campañas militares para "Marzo", tanto como el de los que quedaban para cumplir las funciones agrarias.


En recuerdo de aquel mes de Marte y en conmemoración del comienzo de las labores de la tierra al principio de la primavera, ya vimos que se celebraban las múltiples ceremonias dionisiacas, entre las que destacaban las famosas Liberalias (en favor de Pater Libero). Fiestas de carácter orgiástico y que sin lugar a dudas son el origen de nuestros Carnavales -tal como se explicó en nuestra entrada dedicada al las celebraciones agrarias del comienzo de año (Ver: 65ª- FIESTAS DE LA LUZ, LA TIERRA Y EL AGUA. (De: Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXVI). VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/01/1-8_30.html )-. Momento en el que el padre romano decidía si su hijo pasaba a formar parte de la ciudadanía, algo que se realizaba como dijimos, entre los trece y los dieciocho años del adolescente. Edad en que el pater familias tomaba al varón para hacerlo mayor, entregando primero su bulla y vestidos de niño a los dioses lares (del hogar), tras lo que era investido con la toga de hombre (virilis) y llevado al templo, donde luego se le registraba en la "tribu" a la que correspondía. Ello, en lo que correspondía al varón, puesto que las mujeres seguían con la bulla hasta el dia previo a su boda, en la que la desposeían del amuleto, para vestirla con las ropas de mujer que le llevarían a la nueva vida junto a su "nuevo" pater familias (el marido).

AL LADO: Maniquí luciendo el llamado Carantoña cacereño; máscara del dia de San Sebastián (pieza expuesta en el Museo Provincial de Cáceres al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Este es uno de los miles de disfraces que se visten y llevaban en los festivales de primeros de año españoles, cuyo origen sin duda está en épocas romanas y prerromanas. Siendo su raiz más clara las celebraciones agrarias y de fecundidad paganas. Fiestas que se dedicaban a la madre Naturaleza, con grandes bacanales y jolgorios, conmemorando el final del frio y el comienzo de las lluvias y las labores agrarias. Teniendo su cumbre a mediados del mes de Marte, días en los que se decidía las campañas militares, estableciendo quienes irían a la lucha, tanto como los que quedaban para la siembra. De ello, en los Idus de Marzo (que se llevaban a cabo el 17) se realizaban las mayores bacanales, con el fin de dar comienzo al año verdadero en que empezaban las funciones sociales. Celebrando así la despedida de los soldados y deseando fecundidad para todos y para la tierra. Por lo que en aquellos días del "padre libre" era en los que el Pater Familias concedía la mayoría de edad al hijo romano, al que despojaba de la bulla y entregaba la toga viril.

ABAJO: Otro maniquí vistiendo máscara de carnavales cacereños o de fiestas agrarias del comienzo de año. En este caso se trata de Jarramplas, que igualmente sale el día de San Sebastián (pertenece al Museo Provincial de Cáceres al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Como decimos, estas celebraciones descienden directamente de los cultos agrarios más antiguos, y enlazan con tradiciones milenarias. No hablamos solo de las prerromanas, sino incluso de cultos neolíticos de siembra y sexo o del chamanismo más antiguo. Para comprender lo que decimos, bastará comparar estas vestimentas que vemos en la imagen y las que lucen los grabados y pinturas de las cavernas magdalenieneses junto a las formas de acicalarse de magos y hechiceros de las tribus africanas. En Roma, donde estos ritos eran originariamente muy anteriores a la fundación de esta ciudad; comenzaban sus festivales con las Saturnalias (a finales de año) y terminaban en los Idus de Marzo, cuando ya se debía retornar a las labores del campo o a las campañas militares. La entrega de la bulla a los dioses lares y la toma de la toga viril pasando a la ciudadanía  -llevada a cabo en esta fecha-, indica que el amuleto redondo era puramente sexual. De todo lo que volvemos a considerar que el efecto apotropaíco de estos talismanes tiene un significado venéreo y por lo tanto muy relacionado con las enfermedades de transmisión sexual; dolencias que en la Antigüedad provocaban en la mayoría de los casos la ceguera (el tracoma).


AL LADO: Otras dos bullas romanas, fechadas en el siglo II d.C. que proceden de Baelo Claudia y pertenecen al Museo Arqueológico Nacional (al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Se trata de dos piezas de las que hablamos y que el padre o la familia imponía al niño recién nacido en su octavo día y celebración en la que se le daba nombre al hijo (misma fecha en la que los judíos circuncidan). Con estos colgantes vivía el niño hasta que llegaba a su edad nubil, al considerarlo el padre mayor de edad; cuando entregaba el talisman a los dioses del hogar y pasaba a inscribirse el "mozo" como ciudadano romano. Como veremos se trata de un amuleto de un claro sentido sexual, pero también ocular, relacionando la luz, el nacimiento y la concepción, con estas formas globulares (similares a las de la burbuja, los ojos y los planetas).
ABAJO: Bulla de condecoración de equestre noble (pertenece al British Museum al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). De gran tamaño y de diferente sentido a la bulla de niño, en época de Tarquino se dice que se establecen estas condecoraciones para los militares de honor. Rango que también se concedía a traves de las falerias (phalleriae) que se imponían como medallas según la tradición desde época de este rey. Curiosamente, tanto las bullas como las falerias tienen un enorme sentido sexual relacionado además con los amuletos y la infancia. Ello completado con el hecho de que los soldados romanos colgaban de sus cuerpos y armaduras falos en metal con carácter apotropaico, hace imaginar que estos hombres solo pensaban en hacer la guerra o el amor (conquistar tierras o conquistar mujeres... ). El hecho es que la superstición era la religión de los romanos y en todo ello las imágenes del sexo jugaban un papel primordial, quizás porque el falo concedía y generaba la suerte o la vida. Habiendo de tener en cuenta para comprender a los latinos, que para ellos las armas eran algo relacionado con la sexualidad, por cuanto aquellas penetraban en el cuerpo para quitar la existencia (al revés que realiza el pene, que la genera al penetrar).


Como íbamos diciendo, la bulla era un atributo puramente sexual, tanto que se dejaba de llevar entre los hombres el día de Pater Líbero (celebración de las bacanales romanas) y entre las mujeres la jornada previa a su himeneo. Ello demuestra que la protección que otorgaba se entendía unida a la cópula, un hecho que no habíamos comprendido hasta que pudimos deducir que quizás se relacionaba con el ritual de "exposición" en el nacimiento. Ceremonia tipicamente romana en la que el niño tras venir al mundo era dejado a los pies de la madre, por ver si el padre lo aceptaba tomándolo en sus brazos. Pues de no hacerlo, el neonato era llevado al templo (o al lugar elegido) para ser "expuesto" -abandonado a su suerte, donde si alguien no lo recogía, moría-. Ello hace suponer que la copulación era vista a su vez como un "Derecho" sobre la vida ajena (al menos sobre la del hijo que vendría) y posiblemente por este motivo aquel que era libre para mantener relaciones sexuales tenía sobre sí aquella "responsabilidad". Todo lo que hace suponer que quienes aún portaban bullas (y por lo tanto era vírgenes), no habina decidido sobre vidas ajenas; de lo que se debería respetar la suya. Algo que explica la costumbre romana que les hacía temer matar vírgenes (mujeres o niños), seguramente por creer aquellos soldados que asesesinar al que no había podido enjendrar les hacía responsable de la muerte de un inocente absoluto.


Sea como fuere, la bulla imprescindible para todo infante latino, era costumbre heredada de los etruscos; quienes fueron quizás la cultura más supersticiosas del Mediterraneo y que se tenía como entronque de las familias más nobles romanas. Debido a este origen etrusco de los equestres y del amuleto, al principio tan solo pudo ser llevada por los patricios; aunque tras el siglo IV a.C., se autoriza a ser colgada del cuello de todos los hijos de libres. Ello ya confiere un carácter clasista a este talismán, que por otro lado había sido llevado como un simple colgante apotropaico a la Penísula Itálica por los colonizadores llegados hasta allí durante el primer Hierro. Refiriéndonos sobre todo a los fenicios y a los que conformaron la cultura etrusca, que lucían estas bolas al cuello como protectores del mal fario y no como atributo de clase. Aunque la antigüedad y origen del talismán, muy probablemente le otorgó posteriormente ese carácter de colgante mágico reservado para las familias emparentadas con el principio de Roma. Todo lo que le confirió a la bulla no solo unos poderes prodigiosos, sinó que además la envolvía en el misterio del principio de la ciudadanía y los comienzos de sus Derechos. Por todo cuanto se entiende que se convirtiera en una condecoración militar, siendo esa ampolla el símbolo entregado al jefe o al general, para evitar la envidia de los otros, que motivaban los triunfos y las victorias obtenidas por él.


Pese a ello, sus orígenes fueron otros y muy distintos, puesto que ya vimos como comienza en Egipto, donde quizás hemos de identificarla con las primeras conchas cauri que los del Nilo colgaban de su ropa interior (ya en el Neolítico). Aunque el hecho cierto es que ya en época dinástica, aquellos adornos de foma redonda eran imprescindibles en el cuello de todo recién nacido egipcio. Tanto que Gardner Wilkinson nos dice sobre ello: "Aunque el niño fuera casi o completamente desnudo, el cuello del niño egipcio estaba adornado con un collar de cuentas que ocasionalmente tenía una bulla o un amuleto colgado en el centro, representando el símbolo de la verdad o de la justicia, que también se ha supuesto indicaba el corazón". Esta última frase indica que los pequeños de Egipto llevaban el talismán con forma de vaso o de ánfora canope, cuya traducción como jeroglífico ya vimos que era la de " corazón; bondad, justicia y verdad". Amuleto con la forma que más tarde daría origen al llamado "corazon ahigado" -el de San Valentín-, pero que en su principio parece representa al vaso que contiene las vísceras y que como nuestro interior, mueve o domina el alma humana (para quien desee saber más sobre esta idea y la relación de los talismanes en forma de bulla con el corazón ahigado, les recomendamos ver nuestra pasada entrada del dia de San Valentín: 69ª- ORÍGENES Y SIGNIFICADO DEL CORAZÓN AHIGADO: SU RELACIÓN CON EL AOJO (De: Lo invisible en la mitología, Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XL). VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/02/1-9_13.html ).

AL LADO: Preciosa gema de escarebeo fenicio-egipciante, procedente de Tharros, fechada en el siglo III a.C. (pertenece a la Biblioteca Nacional de Paris, a la que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Fueron estos escarabeos y los elegantes colgantes o amuletos fenicios, los que de seguro compraron y usaron los etruscos, dando origen más tarde a la bulla romana. Una burbuja de metal, que sin duda alguna tiene sus raices en el "corazón" o bulla de Egipto, que todo niño del Nilo ya en el III milenio a.C. lucía en su cuello (en forma de cántaro, corazón ahigado o un simple nudo).
ABAJO: Falo griego con forma de culebra o con ojos en el glande. Se fecha en el siglo VII a.C. y pertenece al British Museum (al que agradecemos nos permita divulgar la imagen), y en esta repugnante pieza podemos comprender en algo la identificación de lo redondo con lo sexual. Siendo muy probable que como decíamos al hablar de los proyectiles de honda (también llamados glandes) la idea de unión entre el sexo y la bulla nazca de la similitud con esta parte del cuerpo (o bien con los testículos). De hecho, en Egipto el jeroglífico de testículos se relaciona plenamenete con la figura del corazón ahigado y se parece mucho al dibujo del corazón o del bien, que en el Nilo se representaba como un laud, cuyo diseño era este que hoy se da al "símbolo" del amor o de San Valentín. Siendo mucho más explícitos los griegos y romanos que los egipcios, en sus representaciones apotropáicas podemos hallar figuras tan explícitas como la que vemos en la foto bajo estas lineas.



AL LADO: Bullas de la Dama de Elche, estatua propiedad del Museo Arqueológico Nacional al que agradecemos nos permita divulgar su imagen. Observemos en la fotografía los dos tipos de colgantes que lleva la dama en sus collares: Los primeros en forma de ánforas, diseño que ya dijimos en Egipto simbolizaba el corazón y el bien; luciendo justo en el centro y a modo de gargantilla, una que va a modo de bulla fenicia. Bajo todo ello, cuelga un tercer collar del que penden verdaderas bullas de un tamaño desmesurado y con forma de lenguas. Son aquellos abalorios en nuestra opinion principalmente de uso apotropaico y no decorativo, tanto que se tapan en gran parte con la ropa (no dejando ver más que la central, que da a entender el caracter protector de aquella "placa globular" tan parecida a un sonajero).
ABAJO: Pendientes y joyas ibéricas fechadas al comienzos de la Edad del Hierro (halladas en Cerezo del Rio Tiron, pertencientes al Museo Provincial de Burgos). Observenos en estos adornos las características formas globulares que ya no perderá nunca la orfebrería ibérica ni la hispánica y que hasta nuestros días se ha conservado con diseños similares y un valor mágico parecido. De tal manera, este tipo de pendientes y collares (que aún existen y los orfebres de la zona alta de la Ruta de la Plata continúan hacuiando) se llevaron como joyas apotropáicas hasta bien entrado el siglo XX. Sabiéndose que las mujeres no se desprendían de ellos ni para ir a sus labores de diario, por sentirse desprotegidas si salían a la calle -o incluso en su propia casa- sin portar sus abalorios. Un sentimiento extraño pero que hemos conocido en las personas nacidas en el siglo XIX de esta zona que describimos, a las que hemos visto ponerse sus collares y pendientes tras acicalarse cada mañana; sin los cuales decían estar como desnudas, y sobre todo desprotegidas; sin importarles que aquella jornada nadie las viera o tivieran que ir al campo a labrar. Curiosamente, aquellas joyas apenas guardaban formas religiosas y menos tenian cruces o medallas; tratándose simplemente de lúnulas y orfebrería de tipo globular o granulada -muy similar a la que existía ya en la Península en la Edad del Bronce.


Para finalizar este artículo sobre la joyeria globular y sus poderes mágicos, terminaremos hablando de la relación entre las esferas y los planetas. Astros que eran vistos por los más antiguos como estas bolas de oro, plata o vidrio (cuando lo obtuvieron). Ello porque como ya dijimos, en los tiempos más remotos concebían los metales como trozos de los planetas caidos sobre la tierra en forma de meteoritos. Algo que se debía a que el principio de la metalurgia estuvo precisamente en la recolección de estos aerolitos, que se calentaban en el fuego obteniendo así de su núcleo de diversos materiales, muchas veces incluso muy cercano al hierro puro (y que se usaba decorativamente milenios antes de la Edad del Hierro). De aquí se dedujo que aquellos meteoritos fueran "la semillas caídas" desde el Universo a nuestro suelo, que de esta manera era fecundado; germinando de ello las vetas de oro, plata, cobre y etc. Siendo cada uno de los planetas el padre de los metales principales; otorgándose al Sol el oro, a la Luna la plata y así sucesivamente a todos los dioses un material noble. Metales que caian envueltos en bolas de fuego, muy similares a las que colgaban luego del cuello de los hombres y mujeres. En formas de pendientes o bullas, cuyo último símbolo era astral o celeste. Tanto que se relacionaba con la magia y la visión del futuro, o del más allá. Propiedades que se explican así y que nos hace entender -por ejemplo-, la creencia de que en una bola de cristal pueda leerse el futuro, o los motivos que llevan a afirmar que una gema colgada de una cadena de oro (o una simple joya pendulando), sirva para curar, o para localizar radistésicamente fuerzas sobrehumanas. Todo cuanto indica que la joyería tenía un poder sobrenatural en la Antigüedad, del que venimos meses hablando y que se observa de manera manifiesta y tremendamente acusada en piezas tales como el Tesoro de El Carambolo (o en las que lucen las damas y esculturas ibéricas). -Para recordar las ideas sobre el valor de los aerolitos y el significado sobrenatural de los metales, ver nuestra entrada: 62ª- Dioses del comercio y la prosperidad, venidos del cielo. (de Lo invisible en la mitología: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte XXXIII). VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/01/1-6.html


Finalmente estos talismanes fueron heredados por todas las culturas mediterráneas, adoptando comunmente las mismas formas de cápsula. No sabiendo si es cierto, como se dice, que ella es el origen de la Bulla Papal, cuya dispensa se entendía de algún modo como la suerte o protección que un talismán pueda dar. Pese a lo que parece más verdadero que la denominación de estas bullas de la Roma Católica procede de que en ellas se colgaba el sello papal (en lacre o plomo), en una forma similar a esas cápsulas que iban atadas al cuello de los niños. Por lo demás, en la magia y hechicería popular se ha seguido usando esta creencia en la bulla que en el mal de ojo se identifica con la burbuja. Ello por saberse que ya desde época romana existía como una de las maneras de combatir el aojo, meter un trozo de metal redondo -o cuerno- en agua durante la noche y a la mañana siguiente leer las burbujas que allí se habían depositado. Habiendo sido hasta no hace mucho común en zonas donde se practicaban este tipo de rituales contra al Mal de Ojo (funadametanlmente para evitar los males del ganado); poner el cuerno, la higa o la gema en agua, para leer las burbujas  -tal como hicieron ya los romanos-. Algo que quizás se identifique con la extispicina o aruspicina, que tanto gustaba a los del Lacio y que consistía en la lectura de las vísceras (en especial la del hígado). De cuanto debemos concluir que muy posiblemente estas bullas o bolas apotropaicas posiblemente también se relacionan con las vísceras de lectura de futuro, en especial con el corazón sobre todo con el hígado (tan similar a estas formas globulares).

AL LADO: Dama de Cabezo Lucero, hallada en Guardamar de Segura en 1987 (fechada en el siglo IV a.C. y perteneciente al Museo Arqueológico de Alicante, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Observemos el collar cargado de bullas en forma de lengüetas, muy similares a las que luce su "hermana" -la Dama de Elche- y de igual carácter mágico-apotropaico.
ABAJO: Collar maragato del Valle de Vidriales, lleva lo que con tan mal gusto se llama allí un Cristo "preñado"; consistente en un diseño completamente céltico con una placa circular muy semejante a las de adornos indoeuropeos, en cuyo centro han situado la figura del crucificado. A su lado contiene las "bolas" o alcorciles, que también llevan un trabajo muy cecano a la orfebrería arqueológica, pues bien podían ser dos piezas fenicias o tartessias, por su trabajo en granulado y su claro significado planetario. Se lucen estas bolas de los collares (tanto como "el Cristo preñado") con fines apotropaicoi más que religiosos (pieza propiedad del Museo Etnográfico de Castilla y León, en foto perteneciente al libro de Carlos Piñel "La Belleza que protege" -PAG 30-, a los que agradecemos nos permitan divulgar su imágen).





AL LADO: Dama de Baza (siglo IV a.C., propiedad del Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Veamos de nuevo aquí sus collares con bullas que en este caso tienen dos formas: La fila de abajo con corazones ahigados, casi iguales al símbolo egipcio del bien (el ánfora-corazón). Sobre ellos de nuevo las lengüetas o bullas idénticas a las que portan la Dama de Elche y la de Guarrazar. De lo antes visto podemos concluir que las joyas de estas reinas (sacerdotisas) o Damas tenían un carácter mágico y eran prácticamente iguales, llevando siempre las hileras de cuentas y las bullas en forma de grandes lenguas (además de los colgantes semejantas a jarrones o corazones ahigados).
ABAJO: Fotografía de José Luis García Romero, que se contiene en el blog arribescultura.blogspot.com, en donde vemos una charra hacia 1920 durante las fiestas de Aldeadávila (agradecemos al refrido blog nos permita divulgar esta preciosa imágen). Recogemos la foto para que veamos de nuevo cómo entre las damas ibéricas y estas de hace apenas un siglo, hay casi dosmil quinientos años de diferencia de tiempo, pero apenas existen cambios de aspecto. Ya que son casi iguales en su moda, sus vestidos y joyas. Observemos el peinado con rodeles de la charra y las cuentas de collares tan parecidos a los ibéricos. Hay quienes afirmaron que ello se debía a que las mujeres de los pueblos se vistieron como aquellas que había en las esculturas de los museos, algo que es imposible ya que la Dama de Guarrazar y la de Baza fueron descubierta medio siglo después de esta foto; tanto como la de Elche, que apenas se conocía por las gentes y hasta 1941 estaba en Francia. Puesto que fue hallada a fines del siglo XIX (en Elche) y adquirida por el Louve, porque incluso se dudaba de su autenticidad al considerarse una recreación de época en las mujeres españolas. Al ser tan parecida su moda y sus peinados al de las falleras o las charras y por su perfecto estado de conservación. Y es que es verdaderamente increible que la joyería, el vestido y hasta el peinado ibérico, se haya conservado hasta nuestros días casi intacto. Por cuanto hemos de deducir que el significado de esta orfebrería y vestimentas (que es aún apotropaico), hubo de ser igual hace dos mil años.



AL LADO: Amuleto llamado de castaña, montado en plata. Se trata de una bulla del siglo XVII con fines totalmente apotropaicos y muy usado en la Ruta de la Plata. Pueden verse este tipo de "colgantes curativos" en retratos, fundamentalmente de niños nobles a los que se acompañaba siempre de esta clase de talismanes para evitar su desgracia y el ojo del envidioso. (pieza propiedad del Museo Etnográfico de Castilla y León; foto tomada de su catálogo "ENSERES" -pag 207-. Agradeciendo nos permitan divulgar la imagen).
ABAJO: Interesantísimos talismanes llamados "avelanas de azogue". Son del siglo XVIII y claramente se trata de bullas con fines de protección para el dinero. Su nombre de azogue menciona al mercurio, metal con el que se limpiaban y obtenían los más preciados (en especial el oro que había de purificarse con azogue). Ello y su forma capsulada ya nos recuerda a talismanes típicamente romanos o fenicios, con un simbolismo relacionado entre lo planetario, el mundo mágico, los metales y la astrología-astronomía. Cumpliendo de seguro antiguamente una función relacionada con el dinero y los bienes, mas que con la salud. Se trata de una pieza propiedad del Museo Etnográfico de Castilla y León, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen (foto del catálogo del museo ENSERES -pag 207-).


AL LADO: Maniquí del Museo Provincial de Cáceres (al que agradecemos nos permita divulgar la imágen) en la que vemos una mujer con el traje regional que hasta no hace mucho se ha llevado en toda celebración importante (desde las bodas hasta en las fiestas religiosas). Traemos la foto a este final de entrada para que observemos el vestido de la dama y su joyería, igualmente muy parecida a la ibérica de hace casi veinticinco siglos.
ABAJO: La bulla tenía un sentido íntimamente relacionado con la semilla, la fecundaciñon y el pene. Por su parte, su forma globular a modo de ojo y su parecido con la burbuja tanto como con la forma de la Luna y de os planetas, unía en concepto sexual de esta cápsula con el de la visión, la luz, los astros y el agua. Por último, también se comprendía la bulla como una esfera o meteorito mágico, recordando a aquellas bolas de fuego que contienen metal y que caen en la tierra (fecundándola con sus minerales traidos del cielo). Por cuanto la semilla era símbolo de la fecundación, del ojo, del agua, del principio de la vida, de la protección y d ela riqueza. De tal manera, se podían inspirar en modelos tan simples como la bellota para dotar a una pieza hecha en hueso, plata, oro o bronce de poderes apotropáicos. Algo que antes hemos visto en castañas convertidas en joyas y amuletos y que entre los fenicios era tan común, que otorgaban a sus bullas normalmente la forma de esa bellota (lo que para nosotros pudiera resultar ridículo, pero que en sí mismo contiene el concepto de la semilla como bulla: Esfera o astro que da la vida).
































 

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