Esta entrada es continuación de las tres anteriores. Recomendándose la lectura previa de aquellas que le preceden, para una comprensión plena de cuanto exponemos en ella.
De nuevo hoy, intentaremos relacionar diferentes amuletos contra el Mal de Ojo -que pervivieron en su uso hasta hace no mucho en la "España profunda"-; comparándolos con los que utilizaban en Roma, para un idéntico fin. Tratándose en la presente entrada, analizar aquellos talismanes con forma de cuernos -o dientes-, tan comunes en la Ruta de la Plata y en zonas del Norte de la Península. Estudiándolos junto a algunos similares habidos entre los romanos, usados por aquellos también para combatir el Aojo. Para ello, comenzaremos mostrando algunos ejemplos de los amuletos españoles, piezas ilustrativas que tomaremos entre los fondos del Museo Etnográfico de Castilla y León (al que agradecemos nos permita divulgar las imágenes de sus estas).
BAJO Y JUNTO ESTAS LINEAS:
Al lado, dos amuletos de los siglos XVII-XVII. Uno en coral, que imita el puño cerrado de una mano, en forma de higa y otro en asta de ciervo, que igualmente tiene cierta similitud con una mano cuyo dedo pulgar se separa de esta. Son lo que normalmente se denominan "higas de coral o de hueso" y su uso como talismán contra el aojo, se extendía y documenta por toda España, desde tiempos inmemoriales.
Bajo este párrafo: Dos colgantes contra el Aojo, hechos en asta de ciervo; uno del siglo XVII y el de la derecha del XVIII. Al igual que los protectores contra el hechizo de las miradas arriba fotografiados, apenas tienen unos centímetros de tamaño y se solían llevar al cuello. Pese a lo que había múltiples ritos para comprobar el aojamiento, en los que se leía a través de estos cuernecitos si la casa, el animal, el objeto o la persona estaba madecida por una pupila transmisora. (1)
Continuaremos exponiendo el significado del Fascinus (falo que protegía de la mala suerte), para intentar comprender realmente lo que era el Mal de Ojo en la Antigüedad. Más concretamente, en Roma, donde sus ciudadanos se distinguían por ser profundamente supersticiosos. Para ello, quizás hubieramos de comenzar por un objeto muy conocido por todos (debido a las películas de "espadas", pero cuyo nombre y origen, en gran medida se ha olvidado. Hablamos de las Phellerae (en español Falerias), que eran aquellas piezas redondas, que -cual chapas- se colocaban los romanos en sus corazas. Discos protectores que asían sobre sus petos de cuero, para reforzarlos en puntos vitales, donde la faleria actuaba como "antiflechas", o "antilanzas" -puesto que entonces lo más parecido a las balas eran los llamados "glandes" de honda. Proyectiles hechos en ocasiones con piedra y hasta en metal, que solo eran verdaderamente peligrosos si impactaban en la cara-. El nombre de faleria, consideramos que se identifica con el de "falo", por lo que estudiando la relación entre ambos -el fascinus y aquellos discos de la coraza-, nos daremos cuenta de su relación e importancia; tanto como del origen común entre este amuleto de la suerte llamado phallus (pene) y los protectores del peto.
Siendo idea nuestra, que la etimología de Faleria incluso procedería de "phale-ras", voz proviniente de "falo" (en latín); porque posiblemente comenzaron a denominarlas así dado que los militares romanos, además de reforzarse el cuerpo con esas placas de metal, colgaban también innumerables de amuletos en forma de sexo viril de sus uniforme (con en fin de evitar la mala suerte). Pese a que con los días hemos llegado a pensar que quizás no sea este un origen tan probable del nombre de "faleria"; creemos como sí es cierto, es que las palabras "phallus", "phelerae" (en latín), están plenamente unidas a algunas que indican suerte, competición y lucha. Tanto que de este radical "phall" hemos heredado varios términos que en nuestras lenguas modernas se identifican con el "azar" y "la pugna". En castellano -por ejemplo- se llama "porra" en España, al lo que en Hispano América se denomina "polla", y que significa: Lotería, concurso o premio.
Algo que igualmente tienen relación con los términos que en el mundo anglosajón se utilizan para indicar "concurso con premios y apuestas": Pull. Voz que a su vez se traduce en inglés por "tirador, y tirar de algo"; ya que seguramente esta proceda -o se relacione- con el nombre de las aldabas y tiradores de las puertas (pulls), que como las falerias eran discos de metal que se colgaban sobre los portones. Aldabas, que normalmente llevaban en hierro forjado representación de figuras (o animalitos), y sobre todo de manos, para proteger la casa de Mal de Ojo. Siendo muy normal en el Mediterraneo, que tales ahuyentadores del aojo se pusieran en los llamadores exteriores. Entre los que el más conocido es la Mano de Fátima (del Mundo Árabe); aunque en toda la Europa hasta hace un siglo se colgaban figuras muy semejantes en las puertas, con fines apotropáicos (2). Algo que -para que comprendamos su significado (y sin deberse comparar)-, antiguamente cumplía un fín similar a los Corazónes de Jesús, que desde el siglo XX se pusieron en las entradas de pueblos, casas y habitaciones.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
A nuestro lado, una aldaba (llamador) con la famosa Mano de Fátima (az-Zahr), amuleto que para ser verdaderamente "efectivo", suele llevar un hojo en su centro. Denominada así en el mundo árabe como protectora del "N-azar"; entre los judíos existe un similar objeto que también combate el aojamiento, aunque esta tiene una estrella de David, rodeando el ojo -central- y se llama: Mano de Miriam, o kHamsa. Todo ello, porque el mal de la mirada con envidia, es temido entre muchos árabes, quienes lo "combaten" bajo el nombre de "Nazar" (mal fario); y aunque el Korán no admite la Mano de Fátima -por cosiderarse superchería-, si nos advierte que no debe provocarse la envidia (sura al-Faluq). En Turquía -"tierra madre" y heredera del mundo heleno y grecorromano- existe gran tradición sobre estos amuletos del Nazar. Siendo especialmente divertido como conservan casi los mismos talismanes que "sus abuelos" los fenicios, vendían y fabricaban para combatirlo hace tres mil años: Una pupila azul sobre un ojo blanco (preferentemente hecho en bolas de vidrio, o cerámica).
Abajo en la foto: Faleria romana de soldado, del siglo III a.C. (propiedad del Museo de Arte romano de Brescia, al que agradecemos nos permita divulgar la imágen). Observamos el disco metálico, que solía tener unas dimesiones considerables (más de los diez centímetros de diámetro); el cual se "entallaba" como protector sobre el peto del soldado, situándolo en las partes vitales (delante y detrás en las corazas de cuero). Evidentemente que las flechas y los lanzazos, no dañaran el cuerpo del que luchaba y toparan con la faleria, era un simple "tema de los dioses"; dependiendo de la suerte o del aojo....
Como explicábamos anteriormente, nuestra etimología que relaciona falo con faleria, dado que los militares colgaban junto a quellas falos en sus trajes de campaña (para evitar el mal fario); quizás no sea del todo admisible. Puesto que hemos de pensar que estos protectores metálicos -de forma discoidal-, ha de ser anteriores al hecho conocido de que los soldados (por superstición solo), pusieran en sus uniformes esos penes en bronce para evitar ser heridos. De ello, nos hemos planteado que quizás faleria (phalerae), proceda de "falárica" (phalârica), que en latín significaba "lanza arrojadiza", "gran venablo". Tanto como que "falárica", "falo" (y sus derivados) que nos llegaron juanto a la voz castellana "palo", tenga su etimología en palabras romanas como "phallus" y "phalanga" -última voz que significa rodillo y por ende, todo elemento en forma troncoidal-. Tanto como que estas, a su vez procedan del griego "pálos" (
que con acento fuerte en la "
", significa: "Clavo, estaca, palo" (y por derivación, objeto de madera con una punta). Mientras con "
" acentuada débil es en idioma heleno: "Suerte"
(3).
De tal manera, concluimos que este "dios falo", llamado en Roma Mutunus Tutunus y que se tenía por el "padre de la raza", en nuestro modo de ver, tenía un profundo carácter militar. Por lo que no debemos de unir ese Fascinus tanto a las deidades de tipo agrarias, que adoraban al pene como dador de fertilidad. Sino más bien pensar, que aquellos ciudadanos que se veían obligados a pasar décadas en el ejército, donde se batían en campaña, expuestos a las lanzas y flechas del enemigo; usaban este amuleto de la suerte, no tanto con un carácter sexual, sinó más bien ritual. Ello, porque el "palo" era ya tenido como sortilegio del azar, debido a que donde aquel diera o clavara, la vida peligraba o se salvaba -dependiendo de si el "
", topase o no con la faleria-. Pudieron haber creado así los soldados en la Antigüedad, un pensamiento de "magia simpática", pretendiendo quizás defenderse con aquellos falos colgados, para evitar que "el palo" -las faláricas, lanzas y flechas del enemigo- penetrasen en sus cuerpos, llevándose sus vidas.
Ello se debe a una mentalidad típica del Mundo Antiguo, en la que se pretende dominar el destino por simpatía -entiéndase por "simpatía" en la magia o en la superstición: Realizar un acto o ritual semejante a otro sobrenatural sobre el que se desea influir-. Lo que se relaciona plenamente con el pensamiento del guerrero de hace dos o tres mil años; para quienes las armas se identificaban con el pene (voz que procede de "penetrar"). De tal modo, cuando se penetraba con aquellas el cuerpo del enemigo, la vida se modificaba y desaparecía. Siendo las lanzas, flechas o espadas lo que marcaba fin la existencia; algo muy similar a lo que ocurría con los falos, más en sentido contrario. Puesto que la penetración con el miembro viril, cambiaba la existencia, haciendo comenzar las vidas.
De todo ello, sabiendo que "palo", en los tiempos más remotos de Grecia significaba "la lanza" (estaca con punta o clavo), deducimos por qué asimismo aquel
era tenido por "la suerte". Debido a que en batalla, que se clavaran las lanzas o las flechas en el cuerpo del soldado, dependía solo de "los dioses". Algo que igualmente debe hacernos meditar sobre los "por qués" del nombre del proyectil de la honda, que se denominaba glande (en latín "glans") y que quizás se relaciona plenemente con esta creencia e imágen, por la que atravesar el cuerpo del enemigo con el arma, se identificaba con la penetración sexual. Hechos estos que explican el amuleto del falo como protector en la cultura latina, relacionado con las armas arrojadizas. Pudiéramos por último, plantearnos qué no se unía tanto este rito con el "gladium", pero aquella permitía el cuerpo a cuerpo y no dependía tan solo de la suerte; dado que con la espada podía vencer aquel que mejor la dominara. Mientras la caida de una desafortunada saeta, era inevitable hasta para el más aguerrido de los soldados. De tal modo, la unión entre falo del aojo y flechas ( glandes del hondero), pudo llevar a sublimar tanto la idea de la muerte bajo el efecto del mal fario (por lanza, puedra o venablo certero). Que quizás hasta de ello llegaría a nacer la imagen de un Cupido (Eros); angelito, con su arco y carcaj, como símbolo del enamoramiento y del sexo -lanzando las saetas que hacían desvanecerse hasta al más fuerte-
(4).
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado estatua en bronce de guerrero votivo, samnita; fechada en el siglo III a.C. y perteneciente al Museo del Louvre (al que agradecemos, nos permita divulgar la imagen). Se observan en ella claramente las falerias en el peto del pecho, puestas sobre los órganos vitales frontales (corazón, pulmones y estómago). Bajo aquellas, luce asimismo como protectores algo que se asemeja a una pretina de armadura ("praeterea o coquilla, que tapa a modo de falda el frente y el "trasero"). Por último, con las espinilleras se evitarían los golpes y daños en las piernas.
Abajo: Parte de un cinturón contra el mal de ojo para niños, que ya recogíamos en entradas anteriores; propiedad del Museo Etnográfico de Castilla y León, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen. Observemos en este talismán de los siglos XVIII al XIX y que hemos visto como se colocaba sobre los recien nacidos -hasta sus tres o cuatro años-; que lleva claramente un Nazar (ojo azul igual a los que se usan contra su Mal en Turquía, Grecia y el mundo árabe). Junto a este, aparece la extraña estatua de un Cupido con flechas; lo que nos hace entender el profundo símbolo sexual del Aojo que quiere combatirse con este talismán tan usado en España desde los siglos XVII al XIX.
En la imagen anterior, hemos podido observar cómo en la Antigüedad los petos comunes (no las corazas de los nobles) eran muy rudimentarios y se "parcheaban" con estos discos que protegían fundamentalmente de los flechazos. En el soldado votivo que expone el Museo del Louvre (al que agradecemos nos permita disponer de esta preciosa imagen) y que se fecha en el siglo III, se aprecia lo básico de aquellos métodos de protección, en los que evidentemente la suerte era fundamental para salvar la vida en batalla. Pese a ello, los nobles (equestres) y quienes podían permitírselo, utilizaban coraza completa; que en época imperial llegó a tener el diseño de un torso desnudo hecho en metal, sobre el que colocaban las figuras de diferentes dioses (principalmente la de Medusa). Por ello, entre los guerreros de alta alcurnia -ya desde riempos del rey Tarquinio- las falerias pasaron a ser condecoraciones, que se ponían sobre aquel pectoral metálico (al igual que la "bulla militar, de la que ya hablaremos).
Tanto fué así, que las falerias -sobre coraza- tan solo pudieron utilizarlas los nobles y los condecorados desde el siglo IV a.C. ; mientras el peto del soldado romano fué avanzando en protecciones, para no precisar de aquellos rudimentarios discos de bronce o hierro, que ya se tenían por insignias. Siendo muy importante el hecho de que en los pectorales de los romanos y en las falerias se representara de común a Medusa, lo que nos lleva claramente a relacionar esta con el Mal de Ojo (debido a que aquella diosa petrificaba con la mirada) (5). Finalmente diremos, que aunque aquellos elementos pasaron a ser decorativos e insignias y no objetos de protección; tanto la "bulla" (collar con una "bolla" de metal) como las falerias, nunca perdieron su carácter mágico. Condecorándose con aquellas en la intención de que el que las portara estuviera más cuidado por los dioses.
Por cuanto narramos, creemos que aquel falo llamado en Roma Fascinus; tanto como su deidad: Mutunus Tutunus; tenían un pleno carácter militar y se debe de identificar con esta idea de virilidad y valor. Imagen que bien conocemos los hispanos, puesto que la valentía se expresa vulgarmente con el término "tener muchas p....". Frase que aunque no habla del falo, sí se refiere a "unos vecinos" de este, como los "atributos" imprescindibles del valiente. De lo que se deduce que aquella costumbre de identificar las facultades militares con el tamaño del sexo -que tanto impera por el Mediterraneo-, puede proceder de aquel culto romano al Fascino, que estamos analizando. Algo que no será muy importante desde el punto de vista arqueológico, pero para el humano de a pié, sí puede asombrarnos como aquello que tomamos como una actitud y una frase tan vulgar, tenga unos orígenes etnográficos, tan "sofisticados" y antiguos.
De tal manera, es de entender que en la interpretación personal que damos al nombre de su dios, esta provenga de la deformación de las palabras romanas "Tütela"-"Mutuus" (Tutunus Mutunus); cuyo significado en latín correspondería a: Protector de todos; tutor mutuo. Siendo aquel falo sagrado el ejemplo deificado de lo que hoy diríamos o traduciríamos por: Aquellos que nos cuidan (que en verdad eran, "los cataplines de los romanos"). Imprecindibles para todo ciudadano de honor y rango en aquel Imperio, donde durante decenios los hombres vivían en la milicia, cuidando las fronteras y sometiendo a las Provincias.
BAJO Y JUNTO ESTAS LINEAS:
Al lado, colgante amuleto romano hallado en las inmediaciones de Lancia y que actualmente conserva el Museo Aqueológico de León (al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Era esta ciudad de León, uno de los principales centros militares romanos del norte hispano, que guardaba la temida Legión VII (dando nombre a la ciudad). Sin duda alguna, la romanización en la zona norte peninsulart fué tardía y compleja; tras casi dos siglos de guerras entre iberos y latinos, culminando con luchas terribles fieras protagonizadas por los últimos que se resistían a ser romanizados: Los Astures y Cántabros. Lancia -en las inmediaciones de Mansilla de las Mulas- era uno de los enclaves más importantes de aquellos que se opinían al paso de la Legio VII (situada a pocos kilómetros). Allí, se debieron necesitar muchos "de estos amuletos" para resistir (unos) y para vencer (los otros). Se dice que César Augusto, en su juventud tuvo que ver alguna de estas batallas entre astures y romanos; pero que de la crueldad que allí observó (en todos) adquirió una dolencia llamada "infarto de hígado". Ello, porque el hígado se identificaba en la Antigüedad con la bilis, que consideraban, emitía los humores de los que procedía el valor y la agresividad.
Bajo este párrafo: Típico anillo romano en oro, que regalaban a los niñitos romanos en su más tierna infancia. Muy normal era que tuvieran tallados estos falos tan obscenos, sobre los que en ocasiones de les añadía la palabra "felicitas". Ello de seguro con el deseo de los padres (o de quienes se lo entregaban), que en su vida no le faltara "testosterona" para poder sobrevivir en la dureza de la Sociedad romana. Un Estado altamente militarizado y -durante su mayor parte- con decenios de servicio obligatorio a la patria. Por lo demás, sus generales tenían como Derecho (al menos antes del Imperio) "diezmar" las tropas en caso de que no fueran eficaces. Al parecer, el último que se recuerda, realizaba estas "purgas" entre sus soldados, fué Julio César. Quien no reparó tras una derrota, en diezmar la Legión que fracasó, lo que suponía tomar a sorteo uno de cada diez soldados y darles una muerte mucho más cruel que la que pudieran tener en campaña (frente al resto de compañeros, que en ocasiones había de participar -o actuar como verdugos- en tan tremenda ejecución).
La identificación entre vigor sexual y valor tan existente en el Mediterraneo, en nuestra opinión nacería del sistema "ganadero" de selección del semental. Siendo la mentalidad de aquellos pueblos muy antiguos y necesitados de un ejército fuerte; que el más valiente de entre ellos, fecundase a cuantas más "hembras" pudiera. Ello procede de la genética zoológica, donde estaría al menos comprobado que entre los animales tiene una razón y explicación (sobre todo en algunos como el toro y el gallo). Comprendemos quizás con ello la importancia de estos dos totems (el bovino y el pollo), que nos han llegado hasta nuestros días criados como animales de lucha. Cuya pervivencia hoy de sus peleas (tauromaquia o alectromaquia) quizá estuvo en pretender demostrar que el valor pasaba solo de padres a hijos; justificando así la nobleza heredada. Puesto que el becerro descendiente de bravos embiste sin miedo; mientras el ganado manso, tan solo se arranca y es peligroso cuando en sus ancestros existe un cruce con bravo (lo mismo que sucede al gallo de pelea). Idea que seguramente llevó a deducir que el valor en el hombre era puramente hereditario, de lo que surgieron probablemente las castas de guerreros (fundamentalmente endogámicas, "para no perder la genética" -pero sobre todo el status-). Todo ello, lleva sin duda a identificar en el Mundo Antiguo, la sexualidad con el valor, puesto que el héroe ha de ser el que más hijos diera al grupo. Y de cuanto consideramos, pudo proceder esta unión que se hizo inseparable, entre falo (o testículos) y valentía, o heroicidad.
Más siguiendo con Fascinus, el hecho cierto es que el falo era tan sagrado en Roma que la escultura principal de todos, se guardaba en el templo de las vírgenes Vestales (siendo considerado uno de los artículos más venerables y que precisaba de más cuidados, de entre los votivos). Por su parte, aquel gran Fascinus del patio de Vesta, simbolizaba el rayo (como arma de Iu-piter, el padre de la unión=Júpiter-Zeus), por lo que se identificaba con el culto solar que rendían las vírgenes dedicadas la diosa del fuego, el estío y del calor. De lo que la relación entre Fascino con la vista y el ojo, se hacía inmediata; ya que la luz era regalada por el rayo, como hijo del fuego, enviado con el relámpago por el "dios de la Unión" (adorado como un gran pene junto a la llama sagrada y permanente en el templo de las Vestales). Por su parte, el temor y el mal del que protegía este Fascinus era el que su nombre indica: La fascinación. Entendiendo los romanos que aquella se producía cuando alguien nos miraba con una envidia y admiración incomensurables. Maleficio cuyo temor no se limitaba a que lo sufrieran los niños, sinó que también en adolescentes era muy peligroso; puesto que la juventud era tremendamente envidiable. De lo que recién nacidos, jóvenes, hombres, mujeres y (sobre todo) los guerreros, lucían aquel falo como colgante apotropáico (ver cita 2) -en adornos con formas explícitas o esquematizadas-.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, amuleto zoomorfo hallado en Velilla de Ebro, actualmente en propiedad del Museo Provincial de Zaragoza (al que agradecemos nos permita divulgar la imágen). Probablemente usado como bocado de caballo o pieza de carro romano, es posible que fuera utilizado como medio de evitar el aojo de animales (muy común, por ser también bienes envidiados). Aunque en Turquía actualmente afirman que estos aojadores que antaño dañaban los caballos y las ganadería, se han trasladado al mundo del motor; donde con su envidia consiguen que los vehículos de la más alta gama, se averíen tan solo con echarles "el ojo posesivo"... (aún desconocemos si se pueden asegurar de este peligro los coches y las motos...).
Bajo estas lineas: Falo-higa propiedad del museo de Burgos,al que agradecemos nos permita divulgar la imágen. Tales adornos eran imprescindibles en las ceremonias del triunfo, donde ningún general romano subía al carro de entrada a Roma, sin colgar allí un "adorno" similar al que vemos en la foto. Hemos querido exponerlo tal como se exhibe en la vitrina del Museo Arqueológico de Burgos, debido a que algún conservador (con gran sentido del humor), ha colocado dobre este un vaso, de los que en Roma se denominaban "Poculum". Ello hace que algunos de los visitantes al observar el extraño colgante y no saber muy bien su significado, interpreten que el cartel sobre aquel (el del vaso: "poculum") corresponda al falo-higa, terminando por entender que en latín existía un objeto semejante, y cuyo nombre era similar a "unas palabras" que en nuestro idioma tendrían una "r" intercalada (entre la"o" y la "c")... .
De cuanto exponemos, no nos será extraño suponer que en El Triunfo (ceremonia de regreso a Roma de los generales y sus tropas tras vencer), era imprescindible aquel gran falo, presidiendo la parada militar. Tanto que en el carro que llevaba al general había de lucirse bien a la vista aquel fascinus; para evitar la envidia y la fascinación de los que presenciaban el desfile. Siendo este objeto imprescindible, junto a la "bulla" o collar con bola mágico que terminó por entregarse en cada Triunfo como condecoración, debido a que igualmente tenía poderes para proteger al general del Mal de Ojo. Siendo muy curioso en referencia a cuanto contamos, como los romanos temían tanto a los aojadores, como a los aduladores; ya que producían hombres fatuos. Por lo que en aquellas ceremonias del Triunfo, los soldados que entraban junto al general debían de insultarle y difamarle publicamente y de la peor manera, para que aquel no fuera tenido ni por fatuo, ni por persona envidiable. Y tanto era en Roma el temor al "pelota", que existía entre ellos la costumbre de escupir al suelo cuando eran halagados, mientras pronunciaban las palabras "praefiscini" (que significa "sin fascinación" y que se nombraba ante un posible aojador). Algo que parece pudo ser heredado de los griegos, a quienes cuando se les adulaba decían la palabra "chaiso", siendo esta la misma expresión que usaban para combatir el mal de las miradas.
Por último, comentaremos lo que Plinio nos dice sobre aquel maleficio tan temido de ese "horrible hechizo" al que denominan en Murcia, Aliacán. Diciéndonos en su Historia Natural: "hay gente que también embruja con una mirada y que matan a aquellos que los miran fijamente durante un tiempo, especialmente si es una mirada cargada de ira, su mal de ojo, es sentido aún con mas fuerza por los adultos
(6) . Por lo que vemos, en las palabras de Plinio el medio del aojamiento, más parece relacionarse con la mirada del enemigo que durante la guerra acecha para saetearnos, que con algo mágico (que ciertamente existiera). Pudiendo concluirse que el culto a este Mutunus Tutunus (o Fascino) es más bien de tipo guerrero que agrario y se identifica con la mala o buena suerte en la batalla. Siendo quizás aquel simbolo mostrado con el falo, le seña de identidad del valor, por lo que los envidiosos y aquellos que deseaban tener o conseguir lo que el romano triunfante había llegado a obtener, se retrotraían al ver como lo obtenido se había conseguido gracias a su "fascinum" (o como diríamos en castellano: "Con un par de...).
BAJO Y JUNTO ESTAS LINEAS:
Dos colgantes fálicos, cuya forma en mucho nos recuerda ya a una flecha, una estaca o un clavo (que como hemos visto, se denominaban en Grecia: , "palos"). De tal modo podemos comprender al ver los pendietes de la imágen, que deberíamos entender de un amuleto contra el Mal de Ojo, de forma puntiaguda y usado como colgante, como un símbolo fálico. Considerando que ello se debe al carácter militar que ya hemos explicado del Fascinus; siendo ese la protección contra la flecha o la punta de lanza, para el soldado. De ello, deducimos que otros talismanes similares a estos de la imágen y que se usaron a lo largo de toda la Historia como apotropáicos, son igulamnete esquematizaciones del Fascinus (o phallus). Por lo que en nuestro parecer, no solo consideramos los talismanes llamados en la Ruta de la Plata, Porros, como símbolos del falo. Sinó que igualmente, vemos en los cuernos, astas y colmillos que se usaban contra el aojo, una reminiscencia de estos otros talismanes romanos y que en las fotografías observamos.
Arriba, al lado, falo perteneciante el Museo Arqueológico de Jaén y a su lado, otro propiedad del Museo de Mérida (entidades a las que agradecemos nos permitan divulgar la imagen).
Como conclusión y para que comprendamos cuanto hemos expuesto, probablemente el Fascinum (falo erecto, símbolo de la virilidad) lograba un "efecto disuador" sobre la mirada del que sentía envidia del rico o del poderoso en Roma. De una forma similar a la que en España ocurre con los toreros, o en el Mundo sucede con los campeones de élite, en deportes de alto riesgo (como los de motor). De los que, aunque todos conocen su gran fortuna y su éxito, nadie le niega su puesto ni su valor; comprendiendo al verlos "trabajar" que el peligro que cierne su vida es tan grande, que merecen lo que tienen. Con ello, quizás comprendamos como quizás ese "estrambótico" culto al Falo en Roma, no era tan absurdo, extravagante ni fuera de lugar. Pudiendo con aquel Fascino quizás haberse evitado que muchos envidiosos pusieran trabas en el éxito, o ascensión social a hombres de gran valor.
Finalmente solo añadiremos que en nuestra opinión ya expresada, los cuernecillos, astas y colmillos que se usaban en España como amuletos contra el Aojo -hasta casi nuestros dias-, son el recuerdo del Fascino romano. Pudiendo quizás deducirse que todos aquellos talismanes que tengan una mayor forma puntiaguda, que sean herederos principalmente del Mutunus Tutunus, dios que cuidaba con su gran valor de la Union (el padre de la Unión, que no es otro más que Júpiter = IU-PATER). Por lo demás, a cuantos nos negaran que aquellos cuernecitos (o puntas) apotropaicos, tengan relación con el falo, les haríamos una pregunta: ¿Por qué un trozo de coral con forma indeterminable similar a una raiz; tanto como un asta que en algo se pueda parecer a dos dedos, es llamada higa. Mientras un cuernecito, no se considera un símbolo fálico?. -Al comienzo de la presente entrada ilustramos con fotos los casos sobre los que nos preguntamos, concluyendo finalmente que unos amuletos son higas y tanto como los otros talismanes fálicos-.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
A nuestro lado, amuleto fálico del museo de Córdoba (al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Este, apenas tiene unos tres centímetros de longitud y se asemeja totalmente a un clavo o una flecha (sin forma alguna similar al sexo viril). Pese a ello, nadie duda de que se trate de un símbolo fálico y un amuleto romanos contra el Aojo.
Bajo estas lineas: Collar con Maza y corales. Procede zona de Sanabria -foto tomada del libro de Carlos Piñel, "La Belleza que protege" (7)-. En nuestra opinión estas "mazas" tanto como los "porros" (que son similares, pero están compuestos varias bolas fundidas) y los dientes o astas, son el recuerdo del Fascinus romano.
CITAS:
(1) Fotos tomadas del libro editado por el Museo Etnográfico: ENSERES. Exposición del Museo Etnográfico de Castilla y León comisariada por Carlos Piñel y Joaquín Díaz (Zamora 2003), página 208.
(2) APOTROPÁICO: Dícese de todo objeto que hace huir al mal de ojo; es voz que procede al parecer del latín "atropetein" cuyo significado al parecer es: ahuyentar.
(3) De esta voz griega "PALOS" creemos que procede la misma palabra que se aplica al Tarot, en los de la Baraja, como suerte en cada "palo". Al igual que puede tener idéntica procedencia el término "palo flamenco"; debido a que antaño la danza, el cante y el toque, se entendían cargados de embrujo y nacidos de un hado que daba la suerte de interpretarlo. Tanto que de ese "genio" o "hado" del flamenco, nacen varios términos musicales, entre los que llega a encontrarse la palabra "Fado". Que nombra o define en portugués el "hado": Halo necesario para crear un arte. -Lo que normalmente se denomina: Inspiración-.
(4) Recordemos que en los cinturones contra el Aojo que se les ponía a los niños españoles en el siglo XVII y XVIII es muy frecuente ver la imagen de un Eros con su arco y flechas. Esculturita pequeña que a primera vista parecería un angelito, sino fuera armado del modo en que vemos muy comunmente en aquellos cintos ahuyentadores del mal. En la entrada de hace dos días contemplábamos uno de ellos.
(5) Ver en mi estudio sobre el Mal de Ojo, páginas 82 y siguientes: "Medusa y el Mal ojo en Grecia y Roma"; publicado en EL CUERPO EN LA TRADICIÓN Fundación Joaquín Díaz, Valladolid 2007 -HIGA, HIGO, HÍGADO Y AOJO (MAGIA RELIGIÓN Y MEDICINA)-.
(6) Plinio, Historia Natural VII, 2.
(7) LA BELLEZA QUE PROTEGE; Carlos Piñel. Zamora 1998 . Imágen de la página 69.